lunes, 28 de septiembre de 2020

La lista de Scaloni consolida la renovación de la Copa América (Jornada)


 

Pocas veces, en estos últimos años, un jugador llegó a patalear tanto por no ser convocado a la selección argentina, como ocurrió en esta ocasión con Ángel Di María, de destacada actuación en un equipo de estrellas como el Paris Saint Germain francés, finalista hace muy pocos días de la Liga de Campeones de Europa ante el Bayern Munich.

Di María jugó a gran nivel en los últimos meses de la pasada temporada, al punto de recuperar la titularidad en el PSG, algo no tan fácil con tanta competencia, y es el único argentino que integró el equipo ideal de la competición europea, algo que ni siquiera consiguió Lionel Messi en esta ocasión, y sin embargo, el director técnico de la selección argentina, Lionel Scaloni, prefirió no convocarlo para los dos primeros paridos clasificatorios para el Mundial de Qatar 2022, el 8 de octubre ante Ecuador en la Bombonera, y el 13 ante Bolivia en la altura de La Paz.

Protestar abiertamente en los micrófonos suele ser considerado políticamente incorrecto y se sabe que hay ciertos códigos que al no cumplirse, van alejando a los jugadores de la selección nacional.

Una excepción a la regla fue el caso del arquero Nahuel Guzmán con Jorge Sampaoli para el Mundial de Rusia 2018, cuando su padre se quejó por no ser tenido en cuenta, pero una inoportuna y polémica lesión de Sergio Romero terminó dándole el tercer lugar, detrás de Wilfredo Caballero y de Franco Armani. Pero se sabe que cuanto más se hable en público, más difícil es regresar a ser tenido en cuenta por el DT de turno.

¿Por qué siendo tan destacado en el PSG, Di María no es convocado, siendo que se lo tiene como parte de la “mesa chica” de los jugadores de mayor peso en la Selección hasta por trayectoria? Pocos lo saben a ciencia cierta y la respuesta queda, seguramente, en un circuito menor que rodea a Scaloni. Algunos, en la semana, deslizaron que al DT no le gustaron algunas caras y gestos del delantero rosarino cuando se le comunicó que no sería titular en algún partido de la pasada Copa América. Otros, que pese a su calidad, nunca rindió a pleno en el equipo nacional, con lesiones ligadas más a lo psicológico que a los roces en los partidos, y hay quienes agudamente observan un acercamiento amistoso con su compañero de equipo Mauro Icardi, alguien por el que se declama que es observado siempre para ser convocado, pero pocas veces se viste de celeste y blanco, por aquellos códigos de grupo que poco se ventilan y que se manejan bajo siete llaves.

Por esta misma razón es que tras el Mundial de Sudáfrica 2010, Carlos Tévez dejó repentinamente de ser convocado cuando se quejó por la forma en que a Diego Maradona no se le renovó el contrato desde la AFA, y los medios tuvieron que ejercer una enorme presión para que Sergio Batista lo tuviera en cuenta para la Copa América 2011 cuando viajaba por Europa a visitar posibles convocados pero jamás lo hizo con el “Apache”, quien se destacaba en el Manchester City.

Ya con Alejandro Sabella, cuando el entrenador era consultado por distintos jugadores que podían ser llamados para el equipo nacional, solía dar alguna respuesta, pero cuando aparecía la pregunta sobre Tévez, la respuesta, más de una vez, elocuente, fue que “el grupo está cerrado”. Tras el amistoso que la selección argentina le ganó a Suecia en Estocolmo 2-3, este cronista, presente en la zona de vestuarios, fue testigo de cómo los jugadores albicelestes cantaron “estamos todos, no llamen a nadie más”, con un obvio destinatario. Cuando Gerardo Martino convocó a Tévez, una de las preocupaciones de la prensa pasaban por dilucidar cómo sería la relación entre éste y el grupo que antes lo miraba de reojo, pero no hubo demasiado tiempo porque el “Tata” renunció tras el vacío que le hicieron los clubes al no cederle sus jugadores para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Un ejercicio interesante, desde lo futbolístico, es tomar la lista de 23 jugadores confeccionada por Scaloni para la pasada Copa América de 2019 y compararla con la actual, que permite más cantidad de convocados. Concluiremos, luego de estudiar a ambas, que se repite la mayoría de los nombres, incluso más allá de que muchos de ellos, especialmente los de la defensa, no están consolidados como titulares en sus equipos (Juan Foyth en el Tottenham, Germán Pezzella en la Fiorentina, Leonardo Balerdi en el Olympique de Marsella, Nicolás Otamendi, a punto de irse del Manchester City por falta de lugar, Marcos Acuña en el Sevilla), lo que demuestra que desde hace tiempo es el talón de Aquiles del conjunto nacional. “Ahora tenemos muchos delanteros y pocos defensores. Tocó así”, le comentó Sabella a este columnista en un extenso diálogo hace pocos años.

En este sentido, es interesante destacar el intento de Scaloni por encontrar una renovación en la última línea y más allá de insistir con Renzo Saravia (Inter de Porto Alegre) por la derecha, aparecen otra vez los prometedores Gonzalo Montiel y Lucas Martínez Quarta (River), y los juveniles provenientes del sub-20 Nehuén Pérez (Familicao) y Facundo Medina (Lens) y el ya consolidado Walter Kannemann (Gremio).

Si se observa qué jugadores que estuvieron en la lista definitiva de la pasada Copa América ahora no fueron convocados, se podrá notar que salvo Sergio Agüero, Milton Casco y Ramiro Funes Mori, lesionados, y el caso ya citado de Di María, sólo Roberto Pereyra, Guido Pizarro y Matías Suárez quedaron afuera de esta última convocatoria.

Esto significa, claramente, que aún con el paso de más de un año desde Brasil 2019, Scaloni tiene decidido apostar por la renovación, por un plantel joven que acompañe a los últimos vestigios de la generación anterior, de la que quedan apenas Messi, Agüero y Otamendi, y más ahora con las convocatorias de Nicolás Domínguez (Bologna), Nicolás González (Stuttgart), Alexis Mac Allister (Brighton), y Giovanni Simeone (Cágliari).

Es decir que Scaloni ya no sólo mantuvo la enorme base de los jugadores que actuaron en Brasil 2019 en detrimento de la generación anterior, sino que ya apuesta a una segunda línea aún más joven, pensando en un futuro cercano.

Se trata, entonces, de una Selección que tiene a Messi como claro líder, muy pocos jugadores de su generación, y en cambio tienen preponderancia otros que se van convirtiendo en estrellas como Kannemann, Tagliafico, Leandro Paredes, Rodrigo De Paul, Lucas Ocampos, Paulo Dybala o Lautaro Martínez.

Otro hecho destacable es que el fútbol local casi no aporta jugadores. Apenas cinco, y todos ellos de Boca y River, son la prueba de que los DT argentinos se sienten mucho más seguros cuando sus jugadores actúan en equipos del exterior y por lo general, en ligas más competitivas.

Para resaltar también son las convocatorias del arquero del Aston Villa Emiliano Martínez, que tuvo grandes actuaciones recientes en el Arsenal, cuando tuvo que reemplazar al alemán Bernd Leno, lesionado, y los regresos de Alejandro “Papu” Gómez, de excelente nivel en el gran Atalanta de Gian Piero Gasperini, y de Cristian Pavón, de buenas actuaciones en el Los Ángeles Galaxy.

Con algunas polémicas, que no dejan de existir alrededor de la selección nacional, la renovación se va consolidando. Los dos primeros partidos de octubre, por la clasificación mundialista, nos irán indicando si éste es el camino correcto.

 

Padre ausente, madre y ex marido abusadores, la historia de Tonya Harding, la patinadora que se convirtió en el símbolo de la trampa en los Estados Unidos (Infobae)


 

“No tengo ninguna intención de  partir a ningún adversario con una barra de hierro para ganar, advirtió Barack Obama en su campaña presidencial antes de llegar al poder en 2008 y no fue una cita casual. Se refería a la patinadora artística Tonya Harding, símbolo definitivo de la trampa en los Estados Unidos y repudiada hasta hoy en cualquier actividad social luego de que, en 1994, alguien de su entorno contratara a un sicario para que agrediera a su máxima adversaria, Nancy Kerrigan, para dejarla fuera de los Juegos Olímpicos de invierno en la ciudad noruega de Lillehammer.

La historia de Harding se hizo tan famosa que ya figura en varios libros, tesis de investigaciones en ciencias sociales, una ópera-rock y hasta en películas, al punto de que en la más famosa,  la biográfica “I, Tonya” (Yo, Tonya), lanzada a fines de 2017 y dirigida por Craig Gillespie, la actriz australiana Margot Robbie, que interpretó su papel, fue nominada al Globo de Oro y al Oscar como mejor actriz, y Alisson Janey, en el rol de su madre, obtuvo el Oscar a la mejor actriz de reparto.

Algún crítico sostuvo con acierto de que más allá de que haya quedado como malvada para la mayoría de los estadounidenses, no hay dudas de que la vida de Tonya Harding parece pensada para una película porque encaja perfecto con la parábola de los buenos y los malos, aunque los hechos no suceden porque sí, sino que tienen multiplicidad de causas.

Tonya Maxene Harding nació en Portland, Oregón, el 12 de noviembre de 1970 y fue criada por su madre, Lavona Golden, quien no lograba consolidar ningún matrimonio. Con Albert Gordon Harding iba por el quinto intento, pero tampoco prosperó porque su esposo salió espantado de la casa al comprobar las escenas de violencia verbal y física de su mujer hacia su hija ya desde muy temprana edad.

Tonya fue llevada a su primera clase de patinaje artístico a sus tres años y allí descubrió que en ese mundo, acaso, podría refugiarse de un hogar con demasiados problemas personales y económicos, al punto de ir dejando cada vez más la educación formal hasta abandonarlo en la secundaria cuando cursaba  su segundo año en la Milwauke High Schoolpara enfocarse en el patinaje, y luego dio exámenes de equivalencias.

En ese ambiente de miseria en el que fue criada por su arisca, antipática y mal hablada madre Lavonia, que entre otras cosas la tildaba de “fea”, “gorda” y “fracasada” y hasta le negaba ir al baño en los entrenamientos porque consideraba que pagaba sus clases para que no tuvieran interrupciones, Tonya buscaba desesperadamente escapar y entonces, en los escasos años con su padre, aprendió de éste a cazar, y mecánica automotriz y hasta intentó irse de la casa con él, pero no lo consiguió.

Quedó entonces sumergida en ese sórdido mundo con su madre, que se ganaba la vida como camarera y que cosía a mano los trajes de patinadora porque la situación económica no le permitía comprarlos. Ella misma reconoció, con el tiempo, haberle pegado en los alrededores de la pista de hielo, y Tonya admitió que ya era parte de su “normalidad” recibir esta clase de abusos, al punto de no poder hacer amistades con otras chicas en las pistas porque su madre las tildaba de “enemigas”. Le transmitió de tal modo la competitividad, que Tonya no aceptaba muchas veces de buen modo las calificaciones de los jurados.

Ya entre sus 15 y sus 18 años, entre 1986 y 1989, fue escalando posiciones en los torneos nacionales de patinaje artístico hasta que ganó la competencia “Skate América” en 1989 y fue campeona de los Estados Unidos en 1991 con el primer 6.0 del evento otorgado a una única patinadora por mérito técnico. Ese año, se convirtió en la primera mujer de su país que consiguió un triple Áxel (un salto con un giro de tres revoluciones y media, considerado el más difícil) en el programa corto, y la segunda en la historia, detrás de la japonesa Midori Ito, además de ser la primera en ejecutar con éxito dos triple Áxel en una sola competencia, y la primera en completar una combinación de triple Áxel con el doble toe loop (salto en paralelo).

En el Mundial de 1991 volvió a completar el triple Áxel aunque terminó segunda detrás de Kristi Yamaguchi y delante de Nancy Kerrigan. Fue la primera vez que un país se llevó el podio completo en este tipo de competencia de patinaje artístico.

Sin embargo, a partir de allí, Tonya comenzó a declinar en sus producciones y nunca pudo volver a repetir aquellos logros. Arrastraba un problema físico: sufría de continuas gripes y de asma y si bien su patinaje libre era poderoso, disminuía mucho su potencial en las figuras obligatorias.

En 1989, había decidido reemplazar a su entrenadora Diane Rawlinson, con la que venía trabajando desde muy niña, en 1973, para comenzar con Dody Teachman aunque regresó con la primera en 1992, cuando finalizó tercera en el campeonato de los Estados Unidos y cuarta en los Juegos Olímpicos de invierno de Albertville, en Francia, luego de torcerse en tobillo en una práctica. También fue segunda en el Mundial de ese año, aunque ya en 1993 no obtuvo buenos resultados en el torneo Nacional y entonces no se clasificó para el Mundial.

En enero de 1994 tendría una nueva chance para clasificarse a los Juegos Olímpicos de invierno de Lillehammer y allí ocurriría la trama decisiva de su historia, cuando apareció en escena su rivalidad con otra compatriota, Nancy Kerrigan, que representaba todo lo contrario a ella y acaso eso le generó una rivalidad mayor.

Si Tonya mostraba una imagen considerada por el contexto como menos femenino (flequillo despeinado, rostro muy marcado), lo que le impedía llegar a acuerdos publicitarios, sumado a que la indumentaria era cosida por su madre, Kerrigan representaba la fineza y la dulzura, la elegancia, con ropa a tono con un deporte que requiere destreza y buenos modales. Vestía maillots de “Vera Wang” y era imagen de corporaciones como “Revlon”, las sopas “Campbell” o “Reebok”.

Era la rivalidad perfecta para una telenovela que jugara con el imaginario colectivo: la bella y la bestia, la mujer hiperfemenina contra la mujer “masculina”, el cisne y el patito feo. Lo describió la propia Harding en 2014, veinte años más tarde: “Nancy era una princesa y yo era un montón de mierda”.

Y esa rivalidad haría eclosión en los primeros días de 1994 cuando el 6 de enero, Kerrigan fue atacada en una sesión de entrenamiento para el Campeonato Nacional de Detroit por Shane Stant, quien había sido contratado por el ex marido de Harding, Jeff Gillooly, y su guardaespaldas, Shawn Eckhardt, para romperle la pierna derecha con el propósito de que no pudiera competir en los Juegos de invierno de Lillehammer.

Como Stant no encontró a Kerrigan en su pista de entrenamiento en Massachusets, la siguió a Detroit y al salir de la pista de hielo luego de una sesión de entrenamiento en Cobo Arena, encapuchado, se coló detrás de una cortina cercana en un pasillo y la golpeó tres centímetros por encima de la rodilla con un bastón telescópico de 53 centímetros de largo.

Una cámara de TV logró tomar el momento exacto de la agresión, que fue repetido hasta el cansancio y generó una gran conmoción, mientras Nancy Kerrigan gritaba “¿Por qué?, ¿por qué yo?”, y su padre se la llevaba en brazos, vestida como un cisne, y así fue mostrada en los noticieros. Ese instante quedó registrado en la memoria del público. Era la trama perfecta que enfrentaba a los dos Estados Unidos,  el más obrero, de dificultades económicas, y el próspero.  Los que apenas llegaban a fin de mes y los acomodados.

Tonya Harding se había casado, a sus 19 años, con Gilloly con el que se conoció cuando apenas tenía 15, seguramente con el afán de escaparse pronto de la dura realidad de su hogar, pero el matrimonio duró tres años y fue demasiado tumultuoso, con palizas que él de daba, y una importante cantidad de reconciliaciones. Y no era entonces de extrañar que su ex marido participara meses más tarde de la separación, en este intento por quitar a Kerrigan de la competencia olímpica.

De todos modos, el plan no salió a la perfección, y como si fuera parte de una película con buenos y malos, la pierna de Kerrigan no se rompió aunque sí la obligó a retirarse del torneo nacional en la que ya sin competencia al mayor nivel, Harding fue campeona, pero la decisión del jurado fue dejar vacante el título y de todos modos, invitar a Kerrigan –que se encontraba internada en el hospital- a participar en los Juegos de Lillehammer. De esta forma, la patinadora que había quedado segunda en la competencia nacional, Michelle Kwan, se quedó sin chances de representar a los Estados Unidos al haber dos plazas para los Juegos noruegos. Esto significaba que en poco tiempo, las dos caras de la historia, Harding y Kerrigan, competirían bajo la misma bandera en terreno olímpico.

Esas cuatro semanas entre la competencia estadounidense y los Juegos de Invierno fueron frenéticas. Los medios desplazaron todos sus medios para cubrir la información porque la historia había calado hondo en los Estados Unidos. Ya recuperada, Kerrigan acentuaba su victimismo al señalar que “nunca llegaré a comprender por qué me hicieron esto, porque no soy capaz de pensar de forma tan retorcida”, mientras que Harding practicaba en pistas de hielo gratuitas en centros comerciales, porque pese a ser la número uno del país, seguía sin conseguir auspicios. Los entrenamientos estaban atestados de gente con curiosidad por ver de cerca a las protagonistas y Harding suplicaba que creyeran en ella y en su inocencia, enfrascada en una investigación judicial por la que su ex esposo Gillooly se terminó declarando culpable el 1 de febrero, cuando aceptó testimoniar contra Harding. Tanto él como Eckhardt. Stant y Derrick Smith, chofer del auto en el que escaparon, fueron detenidos y a Eckhardt le dieron 18 meses de cárcel por extorsión pero fue liberado cuatro meses antes de salir, en septiembre de 1995.

Si Eckhardt fue detenido es porque iba alardeando de haber sido quien agredió a Kerrigan y se auto denominaba líder de la pandilla “The Hit Team” (“El Equipo del Golpe”), que se registraba en hoteles con los nombres reales de sus integrantes y pagaban con tarjetas de crédito registradas con sus nombres. La policía tardó apenas unos días en detenerlos y todos coincidieron en señalar a Harding como el cerebro de la operación.

En esas semanas de preparación, muchos periodistas hicieron de todo para obtener información de las dos competidoras: pincharon sus teléfonos, llamaban a la grúa para que se llevara el coche para que salieran de sus casas o tocaban permanentemente sus timbres con tal de tener sus declaraciones, ante un país expectante.

Mientras tanto, el Comité Olímpico estadounidense invitó a Harding a retirarse de los Juegos de Lillehammer ante las crecientes sospechas de que ella había sido la artífice del ataque, pero ella sólo respondió amenazando a la entidad de iniciarle un juicio por 10 millones de dólares aduciendo que no había sido acusada formalmente y que no había pruebas fehacientes en su contra.

Ya en Noruega, las dos patinadoras nunca se dirigieron la palabra y no parece casualidad que Kerrigan utilizara para los entrenamientos el mismo maillot que vestía cuando fue agredida. Era toda una declaración de intenciones, mientras 400 periodistas estadounidenses se acreditaron para presenciar la competencia.

La final entre Harding y Kerrigan fue vista por 48,5 millones de estadounidenses y resultó el tercer evento deportivo más visto de la historia del país, y todavía quedaba reservado el lugar para otra escena de película, aunque en la vida real, porque parecía que Harding no se iba a presentar. La estaban llamando por megafonía, que repetía insistentemente su nombre, pero ella no aparecía. Quedaban 30 segundos para ser descalificada pero ingresó justo en el último segundo, comenzó a realizar sus ejercicios y se puso a llorar. Entonces, explicó a los jueces que lo que ocurría es que tenía una bota rota y aunque le permitieron arreglarla, recibió un fuertísimo abucheo del público. Al regresar, no tuvo un gran desempeño.

Todo lo contrario ocurrió con Kerrigan, la “buena” de la película, que brilló con unos movimientos perfectos que recibieron una ovación, y aunque era la favorita a ganar, quedó segunda detrás de la ucraniana Oksana Baiul, lo que fue resistido por el público que acusó a los jueces de tener todo organizado contra la delegación de los Estados Unidos por el mal manejo de la situación interna entre las dos patinadoras de la delegación.

La cuestión es que mientras Kerrigan subía al podio, Harding quedó apenas octava y cuando regresó a los Estados Unidos, se declaró culpable de obstruir a la Justicia en la investigación del caso, y aunque dijo que desconocía detalles de la planificación del ataque, los descubrió después de los hechos pero se los ocultó a la policía. “The New York Times” sostuvo que lo ocurrido el 6 de enero de 1994 fue “uno de los mayores escándalos de la historia del deporte” del país, en tanto que Kerrigan fue tapa de revistas como “Time” o “Newsweek”.

Harding recibió tres años de libertad condicional, le asignaron 500 horas de servicio comunitario y 100.000 dólares de multa, y también debió aceptar retirarse del Campeonato Nacional de Patinaje Artístico de 1994. y renunciar a la Asociación de Patinaje Artístico de EEUU. Por su parte, la USFSA (US Figure Skating Asociation) hizo su propia investigación y el 30 de junio –el mismo día que saltaba el doping positivo de Diego Maradona en el Mundial de fútbol, también en territorio estadounidense- le quitó el título y la suspendió de por vida para participar en sus eventos tanto como patinadora como entrenadora.

 La USFSA concluyó que Harding sabía del ataque antes de que ocurriera y sin embargo “mostró una clara indiferencia por la justicia, el buen espíritu deportivo y el comportamiento ético” y aunque la USFSA no tiene injerencia sobre eventos de patinaje no competitivos también se convirtió en persona no grata en ese ámbito porque nadie aceptaba competir con ella, aunque tras su caso hubiera un boom del patinaje sobre hielo.

En su autobiografía de 2008, “The Tonya Tapes” (las cintas de Tonya), reconoció que quiso contactar al FBI para revelar lo que sabía, pero decidió no hacerlo porque supuestamente su ex marido la amenazó de muerte tras una violación en grupo, pistola en mano y junto a otras dos personas que ella no conocía. Él luego se cambió el nombre de Gillooly a Jeff Stone y calificó las acusaciones de violación como “absurdamente ridículas”.

Eckhardt también se cambió el nombre  a Brian Sean Griffith tras ser liberado de la cárcel, y murió a los 40 años, en 2007. Pero los tormentos no terminaron para la ex patinadora: Gillooly llegó a vender un video teniendo sexo con ella a la TV, y fotogramas de la cinta fueron publicados por la revista “Penthouse”  en septiembre de 1994 y unos meses antes, en junio de 1994, Harding apareció en un espectáculo de lucha profesional como gerente de “Los Gringos Locos” en Portland, Oregón pero ella y su banda, los “Golden Blades”, fueron abucheados en su única actuación, también en Portland, en 1995.

Luego, Harding protagonizó la película “Breakaway”, de bajo presupuesto (1996) y pareció reconciliarse con parte de la sociedad cuando socorrió a una mujer de 81 años haciéndole respiración boca a boca (Alice Olson, que sufrió un ataque en un bar cuando jugaba al video póker). En 2008 se convirtió en comentarista de la TV en “The Smoking Gun Presents: World’s Dumbest, en “Tru TV”-

Tras su expulsión en el patinaje, Harding intentó seguir vinculada a otros deportes, además de la lucha libre. En 2002 se convirtió en boxeadora profesional, y su carrera consistió en 3 victorias y 3 derrotas pero tuvo que abandonar por el asma, y porque siempre vitoreaban a sus rivales.

También participó de carreras de autos al punto de que el 12 de agosto de 2010 estableció un récord de velocidad para una cupé de gas vintage conduciendo un Ford modelo A de 1931 llamado “Lickity-Split” en el Salar de Bonneville. Y en 2018, fue una de las celebridades del programa de TV “Dancing with the stars”, emparejada con el bailarín profesional Sasha Farber. Llegaron a la final y terminaron terceros.

Tras dejar el patinaje y el boxeo, fue soldadora, pintora en una empresa metalera y empleada de ventas de hardware en “Sears” y reside en el estado de Washington. En una aparición en el show de Ellen De Generes en febrero de 2018, declaró que sigue patinando tres veces por semana y hasta en una parte del show hizo algunas piruetas.

Sobre Harding  hay numerosas películas, libros, tesis académicas y todo tipo de referencias culturales. En 2014, Matt Harkins y Viviana Olen crearon el “Museo de Nancy Kerrigan y Tonya Harding” en su departamento de Brooklyn, en Nueva York,  y sostuvieron que quedaron cautivados al conocer lo que ocurrió, y dijeron que se trata de “la historia más estadounidense jamás contada”.

En la TV se llegó a emitir la película “Tonya and Nancy, The inside Story” (1994), y Harding fue referenciada en el capítulo “The Understudy” , en “Seinfeld”, así como aparece en varias canciones, y en mayo de 2006 le dedicaron una ópera rock, “Tonya and Nancy” de la compositora Abigail Al-Doory y dirigida por Meron Langsner. Y en 2014, ESPN lanzó su documental llamado “The Price of Gold” en la que Kerrigan se negó a participar.

En 1995 se lanzó el libro “Women on ice, Feminist Essays on the Tonya Harding/Nancy Kerrigan spectacle” (Una mujer sobre hielo, ensayos feministas sobre el espectáculo de Harding y Kerrigan), y en otro libro de 2017, Sarah Marshall escribió el interesantísimo “Make an Ice Queen” (“Crear una reina del hielo”).

Tras una turbulenta etapa, en la que llegó a ser detenida por conducir bajo los efectos del alcohol, y tuvo un intento de suicidio, Harding pudo rehacer su vida. Se volvió a casar con Michael Smith en 1995 pero se divorció en 1996, y tuvo otro matrimonio con Joseph Price en 2010 y tuvo un hijo, Gordon, en febrero de 2011. “Se suponía que no podía tener hijos, así que es un milagro. Me encanta ser madre y me gusta salir a pasear en verano por la naturaleza y también hago hogueras donde caliento cera perfumada y la uso para decorar piñas”, comentó en uno de los programas de TV a la que concurrió como invitada.

Sobre el culebrón que la hizo famosa, también fue teniendo una mirada más distante, y un mensaje para todos aquellos que le insisten sobre el tema y en 2014 sugirió: “supérenlo. Han pasado ya 20 años. Estoy segura de que Nancy Kerrigan lo ha superado, y yo también”, pero su ex adversaria contó que sigue sin recibir alguna disculpa por parte de Harding, pero que a estas alturas, le da igual. “Sólo la vi en un evento en 1998, pero no nos hablamos”. En efecto, en aquel acto benéfico, Harding fue abucheada.

El propósito de Harding de que el público se olvide de lo sucedido con Kerrigan no parece fácil y hasta Los Simpson aludieron al tema. En un episodio, Homero y Bart escapan del Apocalipsis en un transbordador espacial que los lleva a otro planeta, pero en la nave, lugar de ir a bordo importantes figuras de la civilización, van la polémica humorista Rosie O’Donell, la odiada cantante y viuda de Kurt Cobain, Courtney Love, y Tonya Harding. Ésta, con una barra de hierro en la mano y mala cara. Así quedó retratada en la cultura popular.

 

 

 

 

 

 


domingo, 20 de septiembre de 2020

La Conmebol también apura el camino para Qatar 2022 (Jornada)


 

Si la Copa Libertadores tenía que recomenzar la semana pasada pasase lo que pasare, con árbitros reemplazados por positivos de Covid-19, y clubes al borde de no poder presentar un equipo medianamente competitivo, no es para nada distinto lo que ocurre con las selecciones nacionales sudamericanas, que deberán jugar nomás, entre el 8 y el 13 de octubre próximos, por las dos primeras fechas de la clasificación para el Mundial de Qatar 2022 porque otra vez nadie se le pudo plantar a la Conmebol para impedirlo.

De nada sirvió la advertencia del presidente de Lanús, Nicolás Russo, acerca de que en estas condiciones de la pandemia en todo el continente sudamericano ya no es que no se podía jugar, sino que el sistema iba a chocar contra la realidad en los continuos viajes: países que no tienen abiertas sus fronteras o cuyo nivel de exigencia de cuarentena desde la llegada de extranjeros complicaría a los equipos participantes.

Nada de esto parece importarle a la Conmebol, que no sólo logró hacer jugar la Copa Libertadores entre los clubes participantes, sino que consiguió también que ningún Estado de los diez del continente se interpusiera con los partidos de la clasificación mundialista, y que hasta la FIFA-lo impensado- sucumbiera ante la exigencia de la entidad sudamericana para que a los clubes europeos les cayera la obligatoriedad de ceder a sus jugadores para estas dos fechas, cuando se pensaba que eso sería inviable porque en un principio, y ante el temor por la pandemia en Sudamérica, y a un posible contagio de sus jugadores, desde Zurich esta vez habían habilitado a que tuvieran libertad de decidir si los cedían o no.

Ya llamó la atención cuando Jornada consultó con fuentes ligadas a la Unión Europea de Fútbol (UEFA), que responsabilizaron completamente a la FIFA en cuanto a la decisión sobre si respaldar o no al pedido de la Conmebol para que las selecciones dispusieran de sus jugadores de clubes europeos (en los casos de las más fuertes, la gran mayoría de sus planteles) cuando para eso, Zurich tenía que desdecirse y dar un viraje de 180 grados y por eso, en el zoom de la Conmebol con la FIFA del pasado martes, se pasó a un cuarto intermedio de dos días hasta que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, consultara la situación con la poderosa ECA (Asociación de Clubes Europeos)  y sorpresivamente, su respuesta fue favorable.

La gran pregunta vuelve a ser la misma de siempre. Teniendo en cuenta que la propia FIFA acordó con la Confederación Asiática y con la del Norte, Centroamérica y del Caribe (CONCACAF) pasar los partidos de clasificación mundialista para marzo de 2021|, ¿cuál era el apuro de la Conmebol para que en Sudamérica las fechas no se demoraran tanto y todo comenzara ya, pese a los cientos de miles de infectados y fallecidos?

Por supuesto que el negocio, y en este caso, doble, porque además de querer cumplir con las cadenas televisivas que ya pagaron parte de los derechos de transmisión (que de todos modos, jamás perderían porque una postergación no es una suspensión definitiva), aquí estaba en juego otra cuestión, que es el hecho de que si en marzo la situación sanitaria no mejora, se corría el riesgo de tener que rediseñar la clasificación mundialista con menos tiempo para los partidos, y entonces tal vez tener que dividir a las diez selecciones en dos grupos (tal como ocurrirá con la Copa América prevista para 2020 y postergada hasta mediados de 2021, que tendrá dos llaves de cinco selecciones cada una (una sur, por jugarse en la Argentina, y otra norte, en Colombia), pero a su vez, eso implicaría que se jugaran no más de ocho partidos cada una (ante sus cuatro rivales, ida y vuelta) con la suma de algún repechaje.

De esta forma, jamás se llegaría a los dieciocho partidos que cada equipo nacional debe jugar en un torneo de todos contra todos, tal como se viene realizando desde la clasificación para Francia 1998, sistema que, además, conviene a las grandes potencias como Argentina, Brasil o Uruguay, que suelen tener planteles de más cantidad de jugadores de calidad y entonces, a la larga, aunque puedan atravesar una mala racha, se terminan imponiendo en el tiempo.

Lo que tampoco se entiende es por qué la Conmebol no aceptó, como sus pares asiática o centroamericana, jugar desde marzo de 2021 cuando otra posibilidad que aparecía era jugar no de a dos sino de a tres partidos por mes, en cada una de las ventanas de selecciones de FIFA, para tratar de optimizar los días de concentración de los equipos, pero el negocio siempre puede más.

Más allá de alguna zozobra como la que atravesó Argentina para Rusia 2018, o Brasil para Japón-Corea 2002, o un par de veces Uruguay, que terminó jugando varios repechajes, el sistema los favorece y sumado a las exigencias de la TV, se apuró el inicio de la clasificación por lo que la selección argentina que conduce Lionel Scaloni va a debutar el 8 de octubre ante e nuevo equipo ecuatoriano que conduce el ex Boca y Huracán Gustavo Alfaro, que de esta manera regresará a la Bombonera, aunque esta vez vacía. Y el 13 de octubre, el equipo nacional deberá viajar a la altura de La Paz para enfrentar a Bolivia en un escenario siempre complicado.

Lo que cuesta más entender es cómo nadie osa plantarse a la Conmebol. Las autoridades políticas argentinas, por ejemplo, y acertadamente (algo con lo que acuerdan la AFA, los entrenadores y el sindicato de futbolistas), desaconsejan que se practique el torneo local de primera División, pero no obstaculizan que en esos mismos escenarios sí se disputen la Copa Libertadores o la clasificación mundialista.

¿Por qué la Liga no pero la Libertadores o la clasificatoria sí? Es algo que deberían aclarar porque suena a enorme contradicción: Boca, River, Racing y Defensa y Justicia, del AMBA (Ámbito Metropolitano de Buenos Aires) no pueden enfrentar a otros equipos que apenas si deberían de desplazarse si son de la misma zona, y con razón. Pero esos mismos equipos, y Tigre, que tampoco está jugando por el Nacional B, sí pueden jugar por la Copa Libertadores ante equipos que tienen que viajar provenientes de otros países o deben desplazarse en condición de visitantes. ¿Cómo se explica? Desde la falta de una posición más dura y clara.

La AFA, en cambio, votó en contra del regreso de la Copa Libertadores y perdió 7-1 en aquella votación, mientras que no parece fácil volver a oponerse en soledad y además, esto no obstaculizaría que todo siguiera su camino en la clasificación mundialista.

Lo que sorprende es que ni el Gobierno, ni la FIFA, ni la ECA se imponen a la Conmebol, que sigue adelante, sin oposición, y con los negocios primero, muy por encima de la salud. Y el contradictorio fútbol argentino sigue andando.

 


sábado, 12 de septiembre de 2020

Demasiado apuro para jugar la Copa Libertadores (Jornada)


 

La Conmebol, apurada, decidió, con el voto de federaciones nacionales amigas y alguna que otra temerosa, que la Copa Libertadores de América regresara este martes luego de meses de suspensión por la pandemia, sin importarle demasiado el caos en el que está inmerso no sólo el fútbol, sino el continente sudamericano todo a partir del colapso sanitario que está viviendo.

De hecho, la votación para la vuelta de la Copa Libertadores terminó 7-1. Hubo dos federaciones que no votaron, la boliviana (su presidente, César Salinas, falleció de coronavirus el 19 de julio) y la venezolana, en un conflicto político-institucional que terminó en la salida del cargo del titular, Jesús Berardinelli, y su muerte el 6 de agosto. De las ocho restantes, la única que votó en contra de la fecha establecida fue la AFA, que de este modo quedó como el único obstáculo en la rueda del negocio de la TV, cuando otras asociaciones del continente coincidían con la entidad que preside Claudio “Chiqui” Tapia, pero no se animan a bajar el brazo a la hora de emitir su parecer, por razones diplomáticas (el presidente de la Conmebol,  el paraguayo Alejandro Domínguez, sabe bien de quiénes se trata, más allá de la formalidad).

Pero no se crean que la causa del voto negativo de la AFA obedece exclusivamente a cuestiones éticas, sino que por distintos motivos, hubo una convergencia con los intereses del gobierno nacional de Alberto Fernández, y es que al suspenderse en marzo la Copa de la Superliga al terminar la primera fecha, más rápido que nunca se decidieron los clasificados para la Copa Libertadores 2021, facilitado porque Boca fue campeón de la Superliga, y River y Racing se encontraban entre los tres primeros, y el cuarto fue Argentinos Juniors, el club del Presidente. En otras palabras, todo estaba a pedir del establishment, desde la política hasta que los poderosos entraban a las competencias internacionales, y sumado a todo ello, Vélez y San Lorenzo (por ahora en la Copa Sudamericana 2021) quedaban a la espera de que no se vuelva a jugar en 2020 ni la Copa de la Superliga -ahora con otro nombre al disolverse la Superliga, cambiada a Liga de Fútbol profesional- ni la Copa Argentina, porque en ese caso también irían a la Copa Libertadores 2021, completando el excelente cuadro al que sólo le faltaría Independiente para que fuera perfecto. Además, en el caso de que Vélez y San Lorenzo fueran a la Copa Libertadores, más equipos se incorporarían a la Copa Sudamericana y por si eso fuera poco, se suspendieron los descensos hasta 2022, por lo que no sólo respiraron una decena de equipos sino que esto permitió que el 30 de junio pasado, al cerrar la temporada, los clubes se desprendieran entonces de casi mil jugadores, dejándolos libres (y ahorrándose importantes fondos) al no tener sobre ellos la espada de Damocles.

Con todo este panorama, y cobrando de la TV durante medio año de pandemia sin que se jugara, a nadie le interesaba regresar a la actividad hasta 2021 y sin embargo, esta votación en la Conmebol a favor de la vuelta de la Copa Libertadores sólo le trajo problemas a la AFA y a los clubes, que se vieron obligados a regresar a los entrenamientos contra natura y con crecientes casos de coronavirus y lejos de que el problema en el país se haya terminado. Tapia tuvo que reunirse con el presidente Fernández y con el ministro de Salud, Ginés González García, para ver cómo solucionaban este entuerto, los primeros por su poco interés en volver al tener todo acomodado, y los segundos por oponerse desde una lógica ética sanitaria.

La AFA y el gobierno argentino retacearon hasta donde pudieron (al igual que la Asociación Uruguaya) a una Conmebol desquiciada que quería que se jugara de cualquier manera y pese al desastre de la región y países con fronteras cerradas y máximas exigencias para ingresar, pero la entidad sudamericana, dispuesta a jugarse el todo por el todo por la presión de las empresas que tienen los derechos de TV, fue buscando acuerdos con los funcionarios de los diez países para que aceptaran una especie de corredor sanitario de 72 horas alrededor de los partidos, para que facilitaran ingresos especiales con protocolos determinados, pero había que jugar.

La decisión de la Conmebol no logra entenderse bajo ningún punto de vista. Si es por la TV, la postergación del torneo no significa suspensión definitiva, sino apenas un lapso en el que se espera que cambien las condiciones sanitarias y al menos baje la tasa de contagiosidad a menos de uno, como aconsejan los epidemiólogos. Las empresas no pierden los derechos sino que los conservan y esos mismos partidos que iban a transmitir los mantendrán de la misma forma más adelante. ¿Por qué, entonces, el apuro en el regreso?

Mucho peor es la situación de obligar a viajar a todos los equipos por los diez países con clubes participantes.  Al momento de escribirse este artículo, Sudamérica totalizaba 7.010.312 contagiados, un cuarto del total del planeta (28.584.459), y 220.032 fallecidos (un 24 por ciento del mundo, con 917.183), y en algunos casos, con situaciones muy graves (Brasil cuenta con 4.282.164 infectados y 130.396 fallecidos; Perú, 716.670 y 30.470; Colombia, 702.088 y 22.518; Argentina, 535.705 y 11.206; y Chile, 432.666 y 11.895, entre ellos).

Además, equipos de seis de los diez países participantes han tenido, al menos, casos de coronavirus. Hubo 3 casos en el Flamengo entre el 30 de abril y el 3 de mayo, 5 casos en el Inter de Porto Alegre el pasado 22 de julio, 7 en el Bolívar el 31 de julio, 2 en Liga de Quito, 6 en el Binacional de Perú, 18 en Boca en agosto, 2 en River entre agosto y septiembre, y ahora 1 en Libertad de Paraguay. Nadie garantiza que no haya más casos y que haya impedimentos burocráticos a la hora de que alguna delegación no pueda llegar a destino por los controles y los protocolos. De hecho, el argentino Martín Brignani, director técnico de Estudiantes de Mérida, no sabe si podrá llegar a estar presente ante Racing porque se encontraba varado en Mar del Plata y ya sopesaba la chance de manejar a su equipo vía teléfono o internet…

Si no se comprende la prisa de la Conmebol por el retorno del fútbol en este contexto, menos aún, que haga viajar a las delegaciones. Si la entidad sudamericana expuso siempre el caso de cómo la UEFA resolvió las pasadas Champions League y Europa League, hay que recordar que por un lado estos torneos regresaron a jugarse cuando ya la pandemia se encontraba en Europa con la curva de casos en descenso, y además, quedaban por dilucidarse cuatro de los ocho partidos de revancha de los octavos de final en adelante, y se resolvió que a partir de ese momento, todo se jugara a partido eliminatorio y en sede única (Lisboa para la Champions y Colonia para la E-League) y de esta manera, todos permanecían en el mismo lugar y se volvían a casa cuando se terminaba la competencia.

Tal vez una solución para la Copa Libertadores pudo haber sido jugar todo en ciudades paraguayas y uruguayas, de los países sudamericanos con menos casos y en los que la situación parece más controlada, pero de ninguna manera viajando de un país a otro y en medio del desastre, y sólo para compensar ya mismo a los intereses de la TV.

Sorprende mucho que en este absurdo recorrido por la Conmebol para la vuelta al fútbol de la manera que fuese, no encontrara resistencias finales de ningún gobierno, pero también que ningún sindicato de futbolistas alzara la voz en contra de tener que jugar en estas condiciones y arriesgar la vida de los futbolistas. Apenas se oyó la voz de Fernando Signorini, el ex preparador físico de Diego Maradona y de la selección argentina en el Mundial de Italia 1990, cuando sostuvo que “Yo no jugaría la Copa Libertadores. Jugar es no respetar la historia. Los jugadores tienen que decir “basta” de una vez por todas. No pueden permanecer como ovejas en un rebaño. El poder no los puede llevar a donde quiere. Si dicen “basta” se acaba toda esta irrespetuosidad con ellos y con el fútbol”. ¿Habrá lugar para alguna otra respuesta digna en estas pocas horas que quedan?

Sería interesante saber si los dirigentes de la Conmebol estarían dispuestos a firmar un documento en el que aceptan que se hacen cargo de cualquier situación grave que ocurra con algún jugador durante estas competencias internacionales, ya que están tan impacientes por volver a jugar con todas las condiciones en contra. Tal vez, como nos dice el presidente de un importante club rioplatense, se terminen estrellando contra la propia realidad de la región.

 

 

 


viernes, 11 de septiembre de 2020

Trincao, el nuevo Cristiano Ronaldo que va a jugar con Messi en el Barcelona, y que tiene como referente a Neymar (Infobae)


 “Tengo la convicción de que Trincao es un jugador que va a marcar una década y será uno de los mejores jugadores de Europa y del mundo en los próximos años porque además de tenerlo todo como futbolista, es de una rara calidad humana”, sostiene Antonio Salvador, presidente del Sporting Braga, que logró vender al portugués de apenas 20 años al Barcelona por 31 millones de euros en enero pasado y que le permitirá desde ahora compartir equipo con Lionel Messi, además de comenzar a integrar la selección de su país desde la actual Liga de las Naciones, junto a su compatriota Cristiano Ronaldo.

Si Cristiano Ronaldo popularizó como nunca a la isla de Madeira, muy probablemente Francisco Antonio Machado Mota Castro Trincao –su nombre completo- consiga lo mismo con Viana do Castelo, una pequeña ciudad situada en el margen derecho del estuario del río Limia en la zona llamada “Del Alto Miño”, con una población avanzada en edad, en la que un cuarto de ella es de gente mayor y con 46.900 habitantes, con un clima mediterráneo y a una hora, en coche, del sur de Vigo.

No es casualidad que a Trincao lo llamen “El Mahrez del Miño”, porque es el río que por un trecho limita España con Portugal antes de desembocar en el Océano Atlántico y porque el argelino Riyad Mahrez, delantero del Manchester City, es el jugador que más se le parece, según lo cree el propio jugador, que tiene como referente al brasileño Neymar, y a quien ya le dicen también “el nuevo Cristiano Ronaldo”,  porque tiene algunas características parecidas, como su potencia y que, aunque zurdo, juega como extremo derecho (si bien puede hacerlo también en la otra banda).

Trincao nació el 29 de diciembre de 1999 y sus comienzos fueron en el Sporting Club Vianense, donde permaneció dos años, aunque en el medio estuvo en las divisiones inferiores del Porto, lo que tal vez habría acelerado su carrera, pero sus padres, muy presentes en su vida, consideraron que era muy pequeño para que estuviera lejos de ellos.

Gonzalo, su padre, recuerda que cuando Trincao tenía apenas tres años “teníamos un largo pasillo en la casa y jugábamos partidos individuales, él con la heladera como arco, y yo con la puerta de entrada. Yo le llegaba a meter nueve goles seguidos, pero para que él no se rindiera, le decía que él todavía podía meterme diez y me dejaba meter otros nueve para empatar y así lograba su motivación y fortalecer su carácter, y cuando comenzaba a crecer, le relataba sus jugadas, imaginando un estadio lleno, y festejaba con él su triunfo”.

Gonzalo cuenta que en la familia no hay antecedentes de ningún futbolista pero desde que su hijo Francisco comenzó a caminar, “siempre estaba con una pelota. Era loco por el fútbol” y hasta llegó a tener dos “una para jugar con los amigos fuera de casa y otra, para el interior”.

A los once años, ingresó al Sporting Braga al ser descubierto por el ojeador Pedro Pires al verlo jugar en un torneo internacional en la vecina ciudad de Ponte de Lima. “Vimos que él tenía una calidad por encima de la media”, recordó, y lo define como  “impredecible, audaz y con la capacidad de confrontar con los adversarios. Él puede hacer la diferencia, por su calidad”.

Trincao cambió entonces el estadio “Doctor José De Matos” del Vianense, por el “1 de Mayo”, del Sporting Braga, en el que permaneció por tres años hasta que fue cedido por una temporada al modesto Palmeiras FC , y cuando regresó a los “arsenalistas” tuvo un ascenso vertiginoso. En 2015 y con 16 años, firmó su primer contrato profesional y ya formaba parte de la selección portuguesa sub-17.

El Sporting Braga fue testigo del veloz crecimiento personal y profesional de Trincao, de 1,84 metro de estatura y se fue destacando por su fuerte personalidad y seguridad, aunque con métodos suaves y tranquilos y sin generar polémicas. “Trincao es un jugador de una personalidad tremenda y muy enfocado en lo que quiere y siempre quiso ser un jugador profesional. Es fuerte, enfocado y resiliente”, sostiene Hugo Vieira, coordinador formativo del Braga.

El 2 de abril de 2016 se produjo su debut con la filial del Sporting Braga en la segunda liga portuguesa. Cuando ingresó como suplente de Carlos Fortes (perdieron 2-1 ante el Freamunde) y se terminó de consolidar en la temporada 2017/18, cuando convirtió cinco goles y empezaron a aparecer clubes interesados, especialmente el Leipzig alemán, y el Atlético Madrid, que siempre peina muy bien el mercado portugués y que llegó a ofertar 12 millones de euros, pero la dirigencia se mostró firme y no quiso venderlo por esos valores, confiando en su futuro.

Y tuvo razón, porque el gran momento de Trincao llegó con el título europeo sub-19 en 2018, en Finlandia, cuando Portugal venció 4-3 a Italia en la final con un gol suyo, en un torneo en el que resultó el máximo anotador (cinco tantos) y el jugador con más asistencias (tres), en un equipo que contaba con jugadores como Rubén Binagre (Wolverhampton), Diogo Costa (arquero del Porto), Jota (Benfica) y sus compañeros en el Sporting Braga, David Carmo y Moura.  Su entrenador, Helio Sousa, lo sintetizó con claridad sus características: “Persistencia, mentalidad ganadora y creer en él mismo”. “Fue el momento en el que Trincao comenzó a reclamar su lugar en el fútbol portugués”, define Carmo. Al final de 2018 fue elegido como atleta revelación de Viana do Castelo por la Cámara local en la Gala del Deporte.

Fue entonces que el presidente del Sporting Braga, Antonio Salvador, le hizo firmar un nuevo contrato por cinco años, con una cláusula de rescisión de 31 millones de euros y el sitio web “Transfermarkt” lo colocó entre los 24 talentos internacionales del futuro. Con su equipo marcó 9 goles en 23 partidos.

Su mejor amigo en el ´futbol es David Carmo, quien destaca en el documental “O menino sem medo” –“el chico sin miedo”- (https://next.scbraga.pt/categoria-video/documentarios/

) que Trincao “es quien más me ayudó y siempre le estaré agradecido”. Y que el joven delantero “siempre tuvo que probarse a sí mismo” y que desde que lo conoce vive y piensa como profesional. “No se pierde un día de gimnasio y en nuestras salidas, sólo bebe agua”.

El propio jugador del Barcelona suele sostener que “cada una de las decisiones que uno tome en la vida debe ser con el fútbol en la mente y eso marca la diferencia”, mientras que Carmo proporciona otra clave de su éxito: “tiene unos padres ejemplares”.

Si su madre no quiere ver ningún partido por el estrés que le producen (los ve ya grabados y conociendo el resultado de los partidos), su padre está más pendiente del minuto a minuto. “Siempre me llama antes y después de los partidos pero en uno que no jugó, no se comunicó por varias horas y entonces le pregunté a sus compañeros que tampoco ingresaron y me dijeron que se había ido al gimnasio, pero que ellos, no. Él siente placer por jugar al fútbol. Lo primero que hace cuando entra al campo es ver dónde estoy y siempre espero que cuando haga goles me los dedique y ya desde que era chico, aunque yo trabajaba, me daba tanto placer ver sus entrenamientos que buscaba alguna ex cusa para acercarme”.

Su debut en Primera se produjo un día antes de su cumpleaños 19, el 28 de diciembre de 2018, cuando el Sporting Braga venció 4-0 al Vitoria Setúbal en la fase de grupos de la Copa de la Liga portuguesa, reemplazando a Fransérgio a 28 minutos del final del partido. Y fue tal su rendimiento, que el DT Abel Ferreira lo hizo debutar cinco días más tarde por la Liga en la victoria como local sobre Marítimo, a cuatro minutos del final y entrando por Dyego Sousa.

La primera vez que lo citaron para un partido internacional fue ante los turcos de Basaksehir, por la Europa League. El DT Braga no sabía que tenía menos de 19 años porque el jugador parecía demasiado maduro. “Recién me di cuenta cuando tuve que pedirle permiso a los padres para viajar”, reconoció.

Tuvo que esperar casi un año para marcar su primer gol, el 12 de diciembre de 2019, por la fase de grupos de la Europa League y también tuvo una asistencia, en la victoria del Braga por 4-2 ante el SK Slovan Bratislava y así el Braga avanzó al primer lugar en la tabla. Y poco menos de un mes más tarde, el nuevo entrenador, Ruben Amorim, lo puso como titular el 4 de enero pasado, y marcó su primer gol en el torneo local en el triunfo como visitante de 1-7 ante el Belenenses. En abril pudo jugar la final de la Copa de la Liga ante el Porto como local (entró por Galeno en el minuto 50), en el que el Braga ganó el título con un gol agónico de Ricardo Horta.

Su paso por el Sporting Braga acabó siendo una ráfaga, porque entre sus 94 partidos con 15 goles entre los equipos B y A y sus grandes actuaciones en las selecciones juveniles de Portugal, apareció el Barcelona y el 31 de enero pasado lo fichó pagando los 31 millones de euros de su cláusula, para que se incorporara el 1 de julio, para la nueva temporada 2020/21, tratando de no equivocarse como cuando en 2003 tuvo que elegir entre dos estrellas emergentes lusas, Ricardo Quaresma y Cristiano Ronaldo, y optó por el primero. Trincao firmó entonces un contrato por cinco años, hasta 2025, y se estableció una cláusula de 500 millones de euros, la misma que la que tienen jugadores de la trayectoria de Gerad Piqué, Sedrgio Busquets y Jordi Alba, y apenas superado por Antoine Griezmann y Lionel Messi.

Precisamente, cuando se concretó su fichaje al Barcelona, recibió un whatsapp de Griezmann (“Vamos, carallo”) y de inmediato se puso a estudiar castellano con intensidad y comenzó a pedirle consejos a Abel Ruiz, jugador de la cantera del Barcelona que los catalanes cedieron al Braga por seis meses, hasta el pasado 30 de junio, aunque con opción obligatoria de compra por 8 millones de euros.

Desde el momento de la firma del contrato con el Barcelona, el tradicional diario deportivo portugués “A Bola” suele llamarlo “El señor de los 31 millones” y lo colocó en el primer lugar de una clasificación que hace desde los años Noventa entre los fabricadores de situaciones de gol, tras su gran segunda rueda con el Braga. Ese primer lugar ya lo ocuparon anteriormente Drulovic (en cuatro ocasiones), José Antonio Reyes, pablo Aimar o James Rodríguez. Trincao obtuvo 20,5 puntos por participar en  quince situaciones que terminaron en gol, provocar dos penales y un tiro libre directo al arco. Para “A Bola” se trata de “un jugador de clase e irreverente”, y sólo un jugador del Sporting Braga había ganado este juego (Mossoro, en la temporada 2012/13). La publicación lusa da cuenta de que Trincao participó en un tercio de los 61 goles del equipo en la liga, en la que finalizó en la tercera colocación y él convirtió 9 goles y tuvo 13 asistencias.

Una vez fichado por el Barcelona, Atalanta lo pidió prestado y con una opción de compra de 50 millones de euros, pero los azulgranas siempre lo pensaron para tenerlo en sus filas para la temporada 2020/21.

En cuanto a la transferencia por 31 millones de euros, se llegó a hablar de hasta 7 millones más por la intermediación (1,5 millones por “servicios de intermediación” y 5,5 en bonus por objetivos alcanzados por el intermediario,  algo que el Barcelona se atajó ante el “New York Times” aduciendo que en todo caso, ése será un tema del Braga y no del club catalán).

A Trincao lo representa el ex jugador Bruno Carvalho Santos, pero Jorge Mendes, uno de los agentes más poderosos del mundo y se terminó involucrando en la transferencia y las fuentes del mercado de futbolistas hablaron siempre de cifras “llamativamente especiales” tratándose de un jugador tan joven, aunque especifican que pudo deberse a que la Juventus se metió en el medio de la negociación (y allí el representante portugués de “Gestefute” tiene una gran influencia a través de haber colocado en “La Vechia Signora” a Cristiano Ronaldo).  

Lo cierto es que Mendes terminó llevándose casi el 25 por ciento por la intermediación cuando la FIFA especifica que no debe pasar del 10 (el portugués ya había cobrado 36 millones por el pase de otro compatriota, Joao Félix, al Atlético Madrid, sobre 138 que costó la transferencia).

Esta transferencia al Barcelona y sus grandes actuaciones en la pasada segunda rueda de la Liga y el título de la Copa de la Liga, le valieron a Trincao ser convocado por Fernando Santos para la selección absoluta, campeona de la Eurocopa y de la pasada Liga de las Naciones de Europa, y días pasados pudo debutar en el 4-1 ante Croacia del 5 de septiembre, cuando ingresó a doce minutos del final.

Trincao será el noveno jugador portugués que vestirá la camiseta del Barcelona después de Luis Figo, Vitor Bahía, Fernando Couto, Simao Sabrosa, Ricarddo Quaresma, Deco, André Gomes y Nelson Semedo. Precisamente Deco, brasileño nacionalizado portugués, sostuvo que su joven compatriota “tiene mucha calidad y mucho futuro. Es el clásico jugador zurdo que arranca desde la banda y va hacia adentro. Tiene un remate fácil cuando se dirige a posiciones centrales. Tiene uno contra uno, y remate. Es un jugador que me gusta mucho”, pero advierte que “en el Barcelona, los jugadores que vienen de afuera tienen que tener un rendimiento inmediato, pero si le dan minutos, puede triunfar”.

Considerado una de las estrellas futuras de Portugal, junto a Joao Félix, Gedson Fernandes (Tottenham), Rafael leao (Milan), Diogo Dalot (Manchester United) y Jota (Benfica), Trincao advirtió en una entrevista oficial con el canal “Barꞔa TV” que se considera “muy fuerte mentalmente” y que “entiendo que el Barcelona es el mejor club del mundo y cuenta con los mejores jugadores, pero yo no tengo paciencia, odio ser suplente y estar en el banco sentado”. Y todos saben que cuando se propone algo, lo consigue. Y puede llegar a ser una de las grandes sorpresas de la temporada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


lunes, 7 de septiembre de 2020

La Copa Libertadores no puede jugarse ahora (Once, Perú)




Los diez países sudamericanos que tienen equipos participantes en esta edición de la Copa Libertadores de América, de la que se habían jugado dos de los seis partidos correspondientes a los grupos iniciales, totalizan 6.609.280 infectados de Covid-19 y 210.488 fallecidos, lo que corresponde a un 24 por ciento del total del planeta, y cuando hay un reconocimiento general de que actualmente, esta zona del mundo acapara el foco principal de la pandemia. Sin embargo, las autoridades de la Conmebol no sólo llamaron a votación para reanudar el torneo, sino que ratifican su regreso para el 15 de septiembre en cada ocasión en la que aparece un nuevo caso entre los jugadores.

Al presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, como a su dirigencia, no parece interesarles que ya en el terreno del fútbol, jugadores de equipos de cinco de los diez países, al menos, hayan padecido el Covid-19. Si en el Flamengo de Brasil hubo tres casos positivos entre el 30 de abril y el 3 de mayo pasados, en el Inter de Porto Alegre hubo otros cinco mucho más cerca de la actualidad, el 22 de julio. Hubo otros siete casos en el Bolívar, el 31 de julio, y a principios de agosto, otros dos en Liga Deportiva de Quito y seis en Binacional de Perú, pero el caso más aberrante es el de la semana pasada en Boca Juniors, con  18 casos. Lo que lo deja absolutamente disminuido para su partido del próximo 17 ante Libertad, en Paraguay. Ni siquiera eso, por una cuestión humanitaria, alteró los planes de la Conmebol. Lo sorprendente es que ni el club argentino se plantea un pedido de postergación.

A decir verdad, el argumento de una necesidad de vuelta de los torneos continentales de equipos (Copa Libertadores y Copa Sudamericana) así como la de la clasificación para el Mundial de Qatar 2022 desde octubre, parece muy confuso, con lo peligroso que puede transformarse un viaje de un país a otro, y el requerimiento, para que pueda cumplimentarse, de tener que eludir los controles a los que se someten todos los seres humanos que deben entrar o salir de los diez países para que aquellos equipos que ya disputan sus ligas nacionales, puedan llegar a tiempo a las mismas, lo que constituye un inaceptable privilegio al fútbol sobre cualquier otra actividad.

En el caso de la Argentina, se trata de uno de los países cuya asociación, la AFA, ni siquiera reanudó las competencias desde que se suspendieron por la pandemia el pasado 16 de marzo, hace casi seis meses, y no estaba previsto el retorno, en un acuerdo entre la propia AFA, los ministerios de Deportes y Salud, y el presidente de la Nación, Alberto Fernández.

Finalizada la Superliga ganada por Boca en marzo pasado, todas las partes coincidieron en que no había ninguna prisa en regresar y como la TV siguió pagando los derechos anticipadamente, las pérdidas no fueron grandes toda vez que no hubo tampoco demasiadas erogaciones y el estado se hizo cargo de parte de los salarios de los jugadores. Por esa misma razón, la AFA fue la única asociación que votó oficialmente en contra del regreso de la Copa Libertadores para el 15 de septiembre: este calendario, impuesto de cualquier manera por la Conmebol, obligaba a los cinco equipos participantes (Boca, River Plate, Racing Club, Defensa y Justicia, y Tigre, a regresar a los entrenamientos mucho antes de lo previsto, con lo cual empujó al resto de los clubes a un retorno y a repensar un nuevo campeonato para que cubra el resto de 2020 aún en el contexto de casi un pico de casos nacionales de Covid-19, cuando el país se ubica décimo en la tabla planetaria. Una aberración.

También hay que destacar que esa votación, en la que la AFA fue la única asociación que se opuso, finalizó 7-1 porque ni la boliviana (su presidente, César Salinas, falleció el 19 de julio y por coronavirus) ni la venezolana (su titular, Jesús Berardinelli, fue apartado por irregularidades y falleció poco después, el 6 de agosto), pudieron dar su parecer, por lo que ya se parte de que al menos un 30 por ciento de las federaciones no dio su consentimiento, y a ellas hay que sumarles otras que según la información que manejamos, sólo levantaron la mano apoyando la moción de Domínguez más por diplomacia que por acuerdo, algo que el presidente de la Conmebol sabe mejor que nadie.

Es decir que no hubo consenso total para este regreso y es más: desde ese momento, la Conmebol se lanzó a lo más inaceptable, que fue buscar un acuerdo con los diez Estados nacionales para conseguir la aprobación a una especie de corredor sanitario para que apruebe el ingreso y egreso de los equipos de todo el continente, algo que en el caso de Argentina y Uruguay logró a regañadientes y a ultimísimo momento. Es que, por ejemplo, las fronteras argentinas permanecen cerradas a vuelos desde el exterior, y lo mismo ocurre con Bolivia, Chile, Paraguay (donde se encuentra la sede de la Conmebol), Perú y Venezuela, mientras que en Uruguay pueden ingresar extranjeros pero siempre que puedan argumentar los requisitos y  mostrando un test de Covid-19 con resultado negativo que haya sido emitido 72 horas antes del viaje, o realizándose el test al arribar y todos los extranjeros no residentes deben contratar un seguro de salud que les cubra casos confirmados y sospechosos de coronavirus. Ecuador, por su parte, exige a los que llegan, una cuarentena de 14 días en su territorio. Todo esto está dispuesta a vulnerar la Conmebol con tal de jugar ya mismo.

¿Cuál es el apuro? Esa es la gran pregunta en este caso. El argumento que utilizan sus dirigentes es que la Conmebol erogó ya mucho dinero para los clubes y que hay compromisos con los sponsors que hay que cumplir, especialmente los ligados a derechos de TV, algo que no parece tener pie ni cabeza, porque una postergación como la de estos torneos por una causa mayor, como es una pandemia, en ningún caso significa suspensión definitiva. Esto significa que esos derechos nunca se pierden, sino que en todo caso, se rentabilizan más tarde.

Otro argumento utilizado por quienes defienden a rajatabla el apuro por jugar pronto los partidos, sin esperar a que al menos baje la cantidad de infectados y fallecidos en el continente sudamericano es que la Unión Europea de Fútbol (UEFA) disputó sin problemas la Champions League o la Europa League, sin reparar en dos aspectos, que esas competiciones se hallaban en las fases finales y no en las de grupos, y que luego de un largo parón, se volvió a disputar cuando la curva de casos había descendido notablemente (lo que no ocurre por estos lares) y que en ambos torneos, se jugaron todas las competencias desde octavos de final a partido único (es decir, un sistema de clasificación rápida) y en una sola sede (Lisboa para la Champions, Colonia para la E-League), y en ciudades con menos problemas de coronavirus.

En cualquier caso, con tanta prisa, y siguiendo el caso de la UEFA, la Conmebol bien pudo haber tratado de organizar lo que queda del trayecto de los torneos continentales escogiendo como sede los dos países con mejor situación en la pandemia (Uruguay, con 1653 infectados y 45 fallecidos, y Paraguay, con 20.654 y 398, respectivamente) y haciendo jugar partidos por un sistema rápido y en la misma sede. Pero..¿hacer viajar a las delegaciones de un país a otro de manera permanente en medio de la pandemia?

Entonces, si hay razones de ética política y sanitaria para no regresar tan pronto a las Copas de clubes y para la clasificación de las selecciones (que habrá que ver si los clubes europeos, más centrados en estas lides, aceptarán ceder a sus jugadores para que arriesguen a viajar a territorios que les pueden ocasionar daños muy graves), ¿por qué nadie pone un freno a esta pretensión de la Conmebol?

Por miedo. De los clubes, a una represalia en los arbitrajes en vista de lo que ocurrió en ediciones pasadas. De los Estados, por intromisión penada por la FIFA y a partir de denuncias desde criterios discrecionales de la entidad continental (que hizo intervenir algunas federaciones sudamericanas y no otras por simpatía o antipatía), y de los jugadores, porque no tienen el nivel de consciencia y sindicalización necesarios en tiempos de continuos cambios y permanentes transferencias al exterior, fuera de los límites continentales. Y de buena parte de la prensa, porque pretende formar parte de la fiesta, para lo cual necesita acceder a las invitaciones a la misma.

Muy pocos se atreven a decir algo a cara descubierta. Uno de ellos, días pasados, fue contundente. Se trata nada menos que de Fernando Signorini, ex preparador físico personal de Diego Maradona, y de la selección argentina en el Mundial de Italia 1990 y en Sudáfrica 2010. “Yo no jugaría la Copa Libertadores. Jugar es no respetar la historia. Los jugadores tienen que decir “basta” de una vez por todas. No pueden permanecer como ovejas en un rebaño. El poder no los puede llevar a donde quiere. Si dicen “basta” se acaba toda esta irrespetuosidad con ellos y con el fútbol”.

¿Alguien se atreverá a recoger el mensaje? Aún quedan algunos días para manifestaciones de dignidad.