sábado, 30 de marzo de 2019

Pepe Costa, el amigo inseparable de Messi (Infobae)




Durante los primeros días de su gestión como entrenador del Fútbol Club Barcelona, Ernesto Valverde recién pudo tranquilizarse cuando recibió el mejor consejo para relacionarse con el mejor jugador del mundo, Lionel Messi. “No le digas nada, ya se le va a pasar”, le dijo Pepe Costa en el campo deportivo del club en San Joan Despí.

Valverde estaba preocupado porque veía enojado a Messi porque no le salían las cosas como quería y no sabía cómo acercársele. “Hazme caso, es mejor así, se cabrea, pero se le pasa rápido”, le insistió Costa, tal vez, desde hace unos años, quien mejor lo conoce y más trata al crack argentino en el ambiente del fútbol.

Algunos lo llaman “el conseguidor” del Barcelona, porque es el encargado de encontrar soluciones para los jugadores del plantel futbolístico, aunque todos saben que hoy por hoy cumple, especialmente, las funciones de vocero, acompañante, gestor y si hace falta, guardaespaldas de Messi. Lo que se dice, un amigo inseparable del diez azulgrana.

A Pepe Costa Moix, alto, fornido, casi siempre sonriendo y mostrando casi toda su dentadura, se lo puede ver al lado de Messi al llegar o salir de un aeropuerto, observando un partido en el palco, en un entrenamiento del Barcelona o la selección argentina, en el túnel que conduce a la cancha en cualquier partido, junto al resto de jugadores azulgranas, o en cualquier foto de “La Pulga” relacionada con temas futbolísticos.

Marcador central, salido de las divisiones inferiores del Barcelona en La Masía, Costa terminó jugando en el Murcia y en el Sabadell (otro equipo catalán), y el permanecer en el ambiente futbolístico le permitió relacionarse con Sandro Rosell, entonces ejecutivo de la empresa Nike en Brasil, y allí vivió varios años.

Cuando Rosell asumió como vicepresidente del Barcelona en la gestión de Joan Laporta, en 2003, se llevó a Pepe Costa para gestionar la oficina de atención al jugador, aunque terminó mucho más cerca de Messi que del resto de sus compañeros por una cuestión de afinidad.

Cuando se produjo el conflicto con Laporta y Rosell salió de la vicepresidencia del Barcelona, se creyó que la suerte de Costa estaba jugada, pero no sólo resistió y continuó ya con su amigo en la presidencia, sino que pudo seguir incluso con Josep María Bartomeu, el actual mandatario, aunque vivió también algunas zozobras.

Costa lo pasó mal a fines de 2014, cuando hubo movimientos políticos internos cuando Luis Enrique Martínez era el director técnico del equipo en su primera de las tres temporadas y la relación con Messi y otros de sus compañeros era muy tirante.

Luis Enrique, ahora entrenador de la selección española, no tenía buena relación ni con Costa ni con Marcelo “Daddy” D’Andrea, fisioterapeuta de la selección argentina y otro de los mejores amigos de Messi, y además, el vestuario tampoco se llevaba bien con el entonces team manager del equipo, Emili Sabadell, quien respondía al director general del club, Antoni Rossich.

El plantel endilgaba a Sabadell que por sus acciones había sido despedido del club el legendario utilero Txema Corbella, el primer día de la pretemporada y que Costa, en ese tiempo, estaba apartado del vestuario.

En medio de ese tenso clima, el viernes 2 de enero de 2015, el plantel del Barcelona debía regresar de un mini descanso por Navidad, que había sido otorgado a regañadientes por Luis Enrique. En la primera sesión del entrenamiento vespertino, el DT dividió al grupo en tres equipos para un mini torneo. Estaban 4-4 en la final cuando Messi gambeteó a algunos rivales y Javier Mascherano fue con todo abajo, a barrer y se llevó jugador y pelota, pero el entrenador, árbitro del partidito, no cobró nada. Además, en el desconcierto, el equipo rival del de Messi marcó el 5-4.

 “Nunca cobrás nada, eso es un foul clarísimo”, le dijo Messi, con mala cara, pero Luis Enrique le respondió que “no fue nada, no te quejes más” y el crack remató “lo que pasa es que me tenés ganas desde hace tiempo”, según contó un testigo privilegiado de los hechos. La conversación fue subiendo de tono, y entonces apareció Xavi Hernández para llevarse al DT fuera del campo y el entrenamiento finalizó abruptamente.

Tras no dirigirse la palabra el sábado, Messi descubrió que no estaba entre los titulares para el domingo en Anoeta ante la Real Sociedad. Desde el departamento de Prensa se optó por disfrazar la situación por “un cuadro de gastroenteritis”, y aunque entró en el segundo tiempo por Munir, el Barcelona perdió 1-0 con gol en contra de Jordi Alba. El lunes 5 de enero, horas previas al Día de Reyes, unos diez mil niños concurrieron al Miniestadi para ver en acción a los jugadores, aunque en especial a Messi, pero éste no aparecería por el entrenamiento.

Tras todo tipo de llamados y whatsapps a Messi, y a su pareja Antonella y a Costa, sin ninguna respuesta, Luis Enrique fue agrandando la idea de expedientar al crack, sin que nada pudiera hacer siquiera el director deportivo, Andoni Zubizarreta, quien pendía de un hilo y a los pocos días sería destituido.

Recién hay un contacto al final del día, a través de Xavi y siempre por intermedio de Costa, y en el que el amigo de Messi le reitera la receta para que se la traslade al DT. “Hay que dejarlo tranquilo”. A lo que Xavi le agrega de su propia experiencia: “esto ya lo viví otras veces, él es así”. Todo se zanja el miércoles con un diálogo a solas entre jugador y entrenador, de casi una hora, previo al entrenamiento. Entre los mayores reclamos de Messi aparecieron las distantes relaciones con Costa, por parte del cuerpo técnico, y lo ocurrido con el utilero Corbella. Como corolario, Costa –apartado de los viajes del plantel- ocupó el lugar de Sabadell como team manager del club de allí en adelante.

Si bien la función de Costa es asistir a los jugadores en su integración a la ciudad y al club, puede decirse que está mucho más abocado a solucionar los problemas de Messi que del resto. Tiene vía libre para viajar con él a la Argentina en cada convocatoria de la selección (función en la que reemplazó al fisioterapeuta del club, Juanjo Brau) y fue reemplazando al padre, Jorge Messi, en algunos trámites y representaciones.

Para Messi, es más que un amigo, una especie de segundo padre. En determinadas ocasiones suelen hablar en código (“¿me trajiste aquello?”, “¿vas a hacer lo que me decías?”) y se suele ir de vacaciones con la familia, además de haber estado, lógicamente, en su casamiento. Después, se quedó en Rosario, en unas mini vacaciones, con las familias de Luis Suárez y Cesc Fábregas, dos de los mejores amigos del crack argentino. También suele viajar con Messi a los distintos acontecimientos, como las promociones publicitarias o las entregas de premios por todo el mundo.

Algunos prefieren definirlo como “guardia de seguridad” de su acompañante y suele ser muy estricto resguardando la privacidad del futbolista. Le ha llegado a decir que no a Gerard Piqué en grabaciones caseras en aviones para que “La Pulga” descanse y hasta puede llegar a exagerar como cierta vez cuando unas niñas se le acercaron a Messi para sacarse una foto con él. Eran las sobrinas de Tamara Gorro, presentadora de TV y pareja de Ezequiel Garay. Pero atrás de ellas estaba Pepe, con su ceño fruncido, y él también salió en la imagen, al fondo, atrás del astro.

También es capaz de generar reacciones adversas, pese a su habitual sonrisa, como el día de la goleada de la selección española a la argentina por 6-1 en el Wanda Metropolitano de Madrid poco antes del Mundial de Rusia, cuando se unicó en un palco privado junto con Messi, quien no jugó ese partido. La prensa española destacó que Costa se lamentaba en cada gol de “La Roja” pese a que en este equipo participaron tres jugadores del Barcelona, y festejó el gol albiceleste en pleno primer plano de las cámaras de TV tomando a su estrella amiga.

En noviembre de 2017, justo cuando Messi se aliviaba por la clasificación para el Mundial, Costa tuvo un accidente con su bicicleta, con una fractura de pelvis que lo mantuvo alejado del vestuario azulgrana por varios meses y no pudo estar cuando le dieron a Messi el Botín de Oro.

El hijo de Pepe Costa, Álvaro, también vivió en Brasil y resultó muy importante para el Barcelona por su muy buen dominio del portugués y su heredada capacidad para relacionarse con los jugadores y el ambiente del fútbol, como por ejemplo, en la adaptación de Neymar al Barcelona, cuando llegó en 2012 procedente del Santos.

Álvaro también fue muy importante para el acercamiento del agente André Cury al Barcelona a partir de la amistad que hicieron en los tiempos  de Nike Brasil. Costa acercó a Cury a Rosell y de hecho, se le atribuye haber sido el autor de la foto de Rosell con Ronaldinho de 2003 durante la campaña electoral que le dio el triunfo a Laporta,  así como fue  el responsable de traer jugadores brasileños sin éxito como Keirrison en 2009- costó 14 millones de euros y no jugó ni siquiera amistosos- o Henrique en 2008 - 10 millones, no jugó ningún partido oficial-.

Lo más trascendente de Cury fue haber transformado en nada el acuerdo de Neymar y su padre con el Real Madrid en 2012 para que recalara en el Barcelona. En 2017, el club catalán intentó retener a Neymar ante las presiones del PSG pero no pudo hacer nada, aunque luego, el agente participó en el fichaje de Arthur. Hoy, es el representante de la entidad en Brasil.

Alvaro Costa acabó sumándose, en tiempos de Neymar, a lo que el jugador y sus amigos llaman “Los Toiss”, que empezó siendo “Nois”, por “nosotros”, y fue derivando hacia reemplazar la “n” por la T”, que de hecho, es el símbolo que mostraban sus amigos uniendo los brazos, en un gesto que define una canción que Neymar bailaba muchas veces. Se popularizó con esta canción, “Eh tudo toiss”, que es como Neymar y sus amigos se llaman cuando están de buen humor.

Varios de estos amigos terminaron viviendo en Barcelona con Neymar, cobrando desde 4000 a 6000 euros por distintos servicios al jugador, disfrutando de fiestas o jugando al póker hasta altas horas de la noche, con croupieres facilitados por el casino, que por distintas normativas no podía mandarle una mesa directamente. En esas mesas jugaba el hijo de Pepe Costa, que luego acabó marchándose con Neymar al PSG, cumpliendo una función muy similar a la de su padre con Messi.

Si bien el Barcelona negó pago alguno del club a Cury, el amigo de Álvaro Costa,  por el pase de Neymar al PSG, no puso el mismo énfasis en cuanto a un posible acuerdo desde los tiempos de Rosell para que el agente se llevara un tres por ciento de un futuro pase del brasileño  (6,6 millones de euros, en este caso).


viernes, 29 de marzo de 2019

La noche en que Bánfield le quitó a Boca las chances de ser campeón y se lanzó la carrera internacional de La Volpe (Infobae)





Fue la noche del 30 de julio de 1975. Boca llegaba al partido de la 35a fecha del campeonato Metropolitano, con una remontada espectacular desde el inicio de la segunda rueda, después de haber terminado la primera a 16 puntos de River, que no sólo era el puntero (en tiempos en los que cada triunfo valía dos puntos y no tres como ahora) sino que se encaminaba a salir campeón después de dieciocho años de sequía.

En esa segunda rueda, Boca había acumulado 12 triunfos y 3 empates, y sorpresivamente, tras un muy mal inicio (seis de sus jugadores se habían declarado en huelga por un reclamo de aumento en sus salarios al presidente Alberto J. Armando: Rubén Sánchez, Miguel Nicolau, Roberto Rogel, Osvaldo Potente, Carlos García Cambón y Enzo Ferrero), se había colocado a apenas tres puntos de River, que había tenido una pronunciada caída en esa misma etapa del torneo.

Boca estaba a 5 puntos de River cuando lo visitó en el Monumental el 27 de julio y le ganó 1-0 con un gol de tiro libre de Potente y el fútbol argentino estalló. Parecía que como en los años anteriores, los Millonarios zozobrarían al final cuando habían armado un gran equipo, con Ángel Labruna como DT, y con jugadores como Ubaldo Fillol, Roberto Perfumo, Juan José López, Norberto Alonso, Pedro González y Oscar Mas.

Tres días más tarde, un miércoles por la noche, en la Bombonera, Boca recibía a Bánfield en la misma fecha en la que River visitaba a Témperley. Los Millonarios tampoco pudieron ganar en el sur (1-1) pero un Boca ultraofensivo, dirigido por Rogelio Domínguez, en su tercera temporada, y que atacó por todos lados, chocó siempre contra el arquero Ricardo La Volpe y no pudo ganarle a Bánfield. El partido terminó 0-0.

La Volpe, que treinta y un años después llegó a dirigir a Boca (y no pudo obtener el tricampeonato consecutivo aunque estuvo como puntero a 4 puntos del segundo a dos fechas del final), era apodado “El Loco” porque era de gambetear a los rivales y como él mismo recordó en una entrevista “me gustaba cancherear, agarrando la pelota con una mano por encima de los contrarios porque yo era salidor, como se estilaba en la época. No era un atajador”.

La Volpe tenía como ídolo a Amadeo Carrizo, al que iba a ver al Monumental con su tío Roberto, hincha de River, y de allí tomó el estilo de arquero. Tras ese partido (en el que en Bánfield jugó un ex crack de Boca, Nicolás Novello), la revista “El Gráfico” se preguntó en un título “¿Quién es ese La Volpe?”.

“Esa noche le sacamos el campeonato a Boca y nos cagaron a piedrazos a la salida de la Bombonera”, recuerda el ex arquero, de largos bigotes en aquel tiempo, ahora director técnico residente en México.

A partir de allí, su ascenso fue meteórico. Tres fechas después, cuando terminó el campeonato, La Volpe fue adquirido por San Lorenzo para jugar el Nacional de ese mismo 1975 y poco tiempo más tarde, fue convocado por César Luis Menotti para la selección argentina, con la que ganó el Mundial de 1978 aunque no jugó ningún partido (llevaba el número 13 en su espalda), y era el segundo suplente de Fillol, detrás también de Héctor Baley.

“Yo creo que pudo haber influido en mi convocatoria que el periodista Osvaldo Ardizzone, que era muy influyente en la época, vivía en el sur y me habría visto jugar y le habrá comentado de mí a Menotti”, especuló La Volpe, con el paso de los años, en una entrevista con la revista “El Gráfico”.

No era fácil parar a ese Boca, con enorme poderío ofensivo. En la segunda rueda de ese Metropolitano, el DT Domínguez había optado por ir sacando a los jugadores que habían tenido el conflicto salarial inicial. El arquero Enrique Vidallé reemplazó a Sánchez, Roberto Mouzo a Rogel, Hugo Paulino Sánchez a García Cambón, y fueron ingresando con más asiduidad Abel Alves y Darío Felman, y le había descontado a River 13 de los 16 puntos que le llevaba.

Tras el empate ante Bánfield (de haber ganado, habría quedado a 2 puntos de River a falta de tres fechas), Boca sufrió su única derrota de la segunda rueda ante Huracán (1-0) en el partido siguiente, y en cambio, River volvió a la senda de triunfos al vencer 2-0 a San Lorenzo con dos goles de Alonso, y ya la distancia se estiró a cinco puntos, inalcanzable para los xeneizes, que perdieron una gran chance al chocar contra Bánfield y La Volpe.

Luego, River sería campeón en la anteúltima fecha en el estadio de Vélez ante Argentinos Juniors (1-0) con el recordado gol de Rubén Bruno, en medio de la huelga de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) y en los festejos de la última fecha, ya con los titulares, vencería 2-0 a Racing en un partido que se suspendió en el entretiempo por invasión de público.

Boca, por su parte, le ganaría 7-0 a All Boys y 4-0 a Independiente en Avellaneda, aunque ya de nada le serviría esta extraordinaria segunda rueda. Pocos meses después, de los seis jugadores en rebeldía, sólo quedaría García Cambón para la llegada de Juan Carlos Lorenzo como DT en 1976, mientras que Potente regresaría en 1980.

El árbitro de ese partido entre Boca y Bánfield en la Bombonera fue Roberto Goicochea.

Boca: Vidallé, Pernía, La Fuente, Mouzo, Tarantini; Benitez, Trobbiani (Hugo Sánchez), Potente; Felman, García Cambón y Ferrero.
Banfield: La Volpe; Barril, Astudillo, Sotelo, Volk; Mateos, Logatto, Flotta (Langone); Roselli, Novello, Corvo (Facal).


miércoles, 27 de marzo de 2019

Un triunfo ante Marruecos que no disimula la confusión de este desteñido seleccionado argentino (Jornada)



Habían pasado grises 83 minutos cuando Ángel Correa, que había ingresado en el segundo tiempo, realizó una jugada individual y concretó el único gol del partido ante la batalladora pero insípida Marruecos en Tánger. El festejo, sin embargo, con los suplentes que saltaron desde la línea de cal para treparse al autor, junto al resto de los compañeros, sonó a desmedido para el contexto en el que ocurría. Al cabo, se le estaba ganando a un rival sin historia, por un gol en el final, y habiendo estado en el mismo nivel que el derrotado.

El seleccionado argentino, acaso con un partido amistoso más que podría concretar como local en junio, se encamina así a la Copa América de Brasil en un momento de absoluta confusión, sin un norte determinado, por más que la mayoría de sus integrantes, especialmente los que toman decisiones, quieran venderle peces de colores a quienes están acostumbrados, por muchos años, a otra cosa, con o sin resultados favorables.

Se entiende que Lionel Scaloni, director técnico interino, pruebe jugadores y busque en una nueva generación luego de la frustración esperada en el pasado Mundial de Rusia. De hecho, que sea éste el entrenador y no otro no es culpa suya, sino de quien lo contrató, de quien le cedió este espacio a partir de su aceptable roce internacional de sus tiempos como jugador, de su capacidad motivadora, de la llegada a Lionel Messi (posiblemente, lo que haya sido más determinante), y de su indudable optimismo.

En todo caso, la Copa América a la que ya parece que llegará al frente del equipo nacional, será la prueba más palpable de su capacidad y la gruesa raya roja que determinará su futuro en la estructura, pero hay que afirmar con claridad que sus declaraciones tras el triste partido de ayer ante Marruecos, no se condicen en absoluto con la realidad.

Con y sin Messi, es decir, ante Venezuela y luego ante Marruecos, el seleccionado argentino volvió a mostrar la misma cara. Jugadores que podrían ser, en la mayoría de los casos, aceptables en lo individual, aunque no los cracks de otrora, y en muchos casos, sobredimensionados por una prensa ávida de éxitos y a las puertas de un gran torneo, en el que se arriesga el papelón de no haber una idea madre que sostenga al conjunto.

Porque más allá de nombres, lo que desde hace mucho que perdió el fútbol argentino (y se refleja en su equipo principal, su representativo más importante) es la idea acerca de qué se pretende, a qué se quiere jugar, y con qué ejecutantes.

Venimos señalando en estas páginas, desde hace mucho tiempo, que el fútbol argentino no se debate sobre cuál es el juego que pretende, desde que en 1958 comenzó a copiar el modelo europeo y luego, el sistema global de negocios terminó imponiendo, desde el Viejo Continente hacia aquí, las normas a partir de la economía, y entonces si les queremos vender jugadores, tenemos que sacarlos en los puestos que ellos utilizan.

Entonces, se acabaron los “reggistas”, los “diez” de antes que manejaban al equipo, los marcadores centrales elegantes y tiempistas, los marcadores de punta con oficio y proyección, los “cincos” que se las arreglaban solos en el centro de la cancha, los “ochos” goleadores, los wines desbordantes y los “nueves” técnicos que iban a buscar la pelota unos metros atrás y definían adelante.

Por si faltara poco, para acoplarnos a este “nuevo orden económico”, los torneos locales se juegan en verano y con un calor intolerable y descansan en los meses del frío para ajustar el calendario a los europeos, con el solo objetivo de poderles vender jugadores en su mercado.

El fútbol argentino, en síntesis, es hoy consecuencia de todo aquello. Es lo que puede ser. Es esto. Esto que vimos ayer. Esto tan triste de quedar, por momentos y ante un rival que en otra época hubiera sido menor, sin un solo delantero de punta, y con los jugadores discutiendo y peleándose con los rivales en cada cruce, en cada falta, para luego festejar un gol en acaso la única llegada clara en noventa minutos como si fuera la final del Mundial.

Tras la merecida derrota del viernes en Madrid ante Venezuela, y con el pobre Messi, (que sigue viniendo aunque la Selección no lo merezca), tratando de divisar a lo lejos algún socio para su excelso pero solitario juego, esto de ayer, por más que haya sido un triunfo, es un evidente paso atrás, que se nos disfrazará con aquel canturreo de que “ya está casi” el equipo para la Copa América, pero esta selección tan desteñida como lo indica el diseño de su actual camiseta, sigue dependiendo de los Messi, Sergio Agüero, Ángel Di María, Nicolás Otamendi (por más que se fogonee que son “perdedores” quienes llegaron a tres finales luego de décadas de no arribar a ninguna), y por ahora, con muy pocos agregados de calidad de esta nueva generación, como Nicolás Tagliafico o Lautaro Martínez, y, tal vez, Paulo Dybala, aunque éste no tiene muchas posibilidades de mostrarse.

Pero sin un esquema madre, sin una idea general, que ahora parece que podría aportar por fin el nuevo director general de Selecciones, César Luis Menotti, con toda su experiencia, es muy difícil llegar a buen puerto.

La selección argentina se debate dentro de una AFA sin rumbo, con movimientos que generan más dudas que certezas, en un ambiente de alarmante mediocridad, y con un entrenador que hace lo que humanamente puede, con el material con que cuenta en estos tiempos, y en medio de la marea.

Sin mucho más tiempo para la Copa América de Brasil, será lo que será y a la espera de que salga justo la bolilla que estudiamos para el examen, allí vamos, a que la suerte nos acompañe y el viento, como el de ayer en Tánger, nos pueda soplar a favor. Es lo que hay.



Los Beatles no fueron fanáticos del fútbol, pero lo abordaron muchas veces (Infobae)




Si bien puede afirmarse que Los Beatles no fueron fanáticos del fútbol, pese a haber sido originarios de una ciudad que lo sigue intensamente como Liverpool, llegaron a abordarlo en muchas ocasiones tanto en canciones, como en escenas de películas o las portadas de sus discos.

Muchos creen que si Los Beatles no se pronunciaron mucho sobre fútbol en una época en la que justamente la selección inglesa ganó su único Mundial (1966) y en su propio país, fue porque el mánager de la banda, Brian Epstein (fallecido en agosto de 1967) les sugería que no lo hicieran para no tener que definirse por un equipo u otro.



Randolph Peter Best, más conocido como “Pete” Best, baterista cuando la banda se llamaba primero “The Silver Beatles”, era un fanático del Everton FC, uno de los dos equipos de la ciudad,  y confesó que en los días de Hamburgo (donde residieron entre 1960 y 1962),  jugaban al fútbol y que John Lennon era el que mejor lo hacía. “No éramos especialmente hábiles aunque John era, indudablemente, el mejor con el balón en los pies. Un día me confesó que siempre había soñado jugar en el Liverpool. Yo, en cambio, prefería Goodison Park” (sede del estadio del Everton).

La mayoría de los que los conocieron de cerca, coincide en que de los cuatro,Lennon era el que más destreza mostraba con la pelota, aunque según el historiador de una de las mejores bandas musicales de la historia, Ray O’Brien, John era un desentendido absoluto del deporte, aunque su padre era fanático del Liverpool y por eso fue quien sugirió al jugador Albert Stubbins en la tapa del LP “Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (1967).


Para el armado de esa portada, Paul McCartney había sugerido que se incluyera también a Dixie Dean, un ídolo del Everton FC, el otro club de la ciudad  y del que es hincha, aunque por sugerencia también de su padre, pero no prosperó. Una vez que el álbum salió a la venta, Los Beatles le enviaron a Stubbins  una copia autografiada con la inscripción “Bien hecho, Albert, por todos esos gloriosos años de fútbol”, a pesar de que su carrera futbolística no trascendió demasiado.

Treinta y siete años más tarde, el artista Peter Blake, creador de la famosa y revolucionaria portada, fue requerido para armar una nueva en formato digital con motivo de haber sido elegida Liverpool como Capital de la Cultura 2008. Allí  utilizó el mismo concepto que antes pero agregó a los jugadores Michael Owen (reds) y a Wayne Rooney (blues), símbolos de cada uno de los dos equipos de la ciudad.


Por ese tiempo, según distintas versiones no oficialmente confirmadas, - aunque en 2011 el musicalizador y conductor Bobby Flores le dijo a Perfil que él vio ese video en un viaje a Londres en los 90 y que Juan Alberto Badía también conocía esta historia-, John se hizo de Racing cuando le ganó la final intercontinental al Celtic, aunque no estaba en tema, y le tiraba algo más el cricket. Una vez le preguntaron si le interesaba el fútbol. “La verdad que no”, respondió, aunque luego dijo “espera…¿cómo se llama el equipo que juega contra el Celtic? ¿Racing?  ¡Ey! ¡Me gusta Racing! ¡Viva Racing! ¡Soy de Racing!”. Treinta años después, el “Chango” Cárdenas llegó a decir que “mi gol lo festejó hasta John Lennon. Por el odio entre los ingleses y los escoceses, Lennon no quería ni a palos que ganara el Celtic”. Lennon llegó a ponerse una vez (se desconocen los motivos exactos) la camiseta de Chacarita Juniors.





Un año más tarde, en 1968, cuando el Manchester United ganó la Copa de Europa, Lennon formó parte de los festejos junto a su amigo George Best, hábil delantero de los “Diablos Rojos” y conocido como “El Quinto Beatle”.

También en 1968, Los Beatles aparecieron en la famosa sesión de fotos de “Mad Day Out” cubiertos con la bandera del Liverpool, aunque podría tratarse de una forma de referenciar su origen y no estar relacionado con nada futbolístico, así como otros creen que los LP Rojo y Azul, que resumían las dos grandes etapas de su carrera, están relacionados con los colores de los dos equipos de la ciudad, aunque salieron cuando el grupo ya estaba disuelto.

En 1970, en el LP “Let it be”, aparece nombrado el escocés sir Matt Busby, quien fuera un exitoso director técnico del Manchester United entre 1945 y 1969, para regresar en la temporada 1970-71 y sobrevivió al accidente aéreo de Munich de 1958 en el que el avión que llevaba al plantel se estrelló, con el saldo de ocho jugadores fallecidos. Busby, quien reconstruyó al Manchester United con jugadores muy jóvenes, aparece en el tema “Dig it”.

Así como Lennon estaba más relacionado al Liverpool, Paul Mc Cartney lo está con el rival de la ciudad, el Everton FC. En una oportunidad, se lo vio en las gradas en la final de la FA Cup de 1968 entre el WBA y el Everton (que ganó West Bromwich Albion), a la que concurrió con su primo.

Linda Eastman, su ex esposa, fallecida en 1998 y seguidora del Manchester United, comentó que en 1977, Paul escuchó por radio la final de la Copa Inglesa entre el Liverpool y el Manchester United y que ganaron éstos por 2-1 en Wembley. También concurrió a otra final de Copa entre Everton y Liverpool en 1986, con el triunfo “red” por 3-1.

“Este es el trato. Mi padre nació en Everton, mi familia es oficialmente del Everton, así que si se trata de un derby o una final de Copa inglesa entre ellos, debería apoyar al Everton”, le dijo una vez a Radio Merseyside. Pero luego admitió que después de un concierto en Wembley “me hice amigo de Kenny Dalglish (ídolo del Liverpool), que había venido a verme y me dije “sabes qué? Voy a apoyar a los dos porque no tengo esa cosa católica (Everton)-protestante (Liverpool), así que tuve que obtener un permiso especial del Papa para hacer esto. Los apoyo a los dos, aunque si hay una definición entre los dos, soy del Everton”, según le dijo en 2008 a la revista “Observer Sports” previo a un concierto suyo en Anfield, el estadio de Liverpool.

En 2011, Paul concurrió con su hija Beatrice a ver en Wembley la final de la Champions League entre el Manchester United y el Barcelona, o sea que vio en directo a Lionel Messi saliendo campeón de Europa. Previo a su concierto en Brasil en 2017, los jugadores del Corinthians vistieron camisetas que decían “#Sing4LifePaul” en referencia a una campaña de donación de órganos que buscaba el apoyo del ex Beatle. 
Y en 2012, en el primer concierto de Paul en Uruguay, el Liverpool oriental le dio un carnet como socio de honor.


Dos años después, cuando volvió al Uruguay, Luis Suárez (ex jugador de los Reds) le hizo una entrevista online e hicieron bromas por el futuro enfrentamiento entre Uruguay e Inglaterra en la fase de grupos en el Mundial de Brasil, a dos meses del torneo. Esa entrevista terminó con Paul hinchando por Uruguay y por el Everton. Suárez le pidió que en el caso de que la selección celeste eliminara a la británica “hinches por nosotros y te prometo que si hago un gol, te lo dedicaré”, a lo que el músico respondió que “todos sabemos que Inglaterra saldrá campeón, pero igual dedicame un gol cuando lo hagas, en cualquier caso”.

A Paul también se lo puede ver jugando al fútbol con el resto de los Wings en los minutos finales del video de “Mary had a Little lamb” del Paul Mc Cartney Show de 1973 como también presenciando cómo los soldados ingleses y franceses se unen en un partido en el barro en “Pipas de la Paz”, Y ya años más tarde aparecieron fotos de Paul y su banda jugando al fútbol en su granja, aunque vistiendo pantalón largo.

El reconocido productor y compositor Andy Thompson ratifica que Paul “era (y acaso todavía lo es) definitivamente un evertoniano, al igual que se padre, pero su hermano Mike es un gran red y parte de su banda “The Scaffold”, la película promocional de “Thank you very much”, fue filmada frente a un lleno total frente a Spion Kop (la tribuna principal del estadio de Anfield) a su pedido”.

En la canción “We got married” de su LP “Flowers in the dirt (1989), Paul hace referencia al fútbol en “scoring goals for the other team” (haciendo goles para el otro equipo) y en el LP “Flaming Pie” (1997) , en la canción “Somedays” dice “Is not good asking me what time of day it is, who won the match or scored the goal. Somedays I look, somedays I look into your soul” (“No está bien estar preguntándome qué momento del día es, quién ganó el partido o marcó el gol. Hay días que miro, hay días que miro dentro de tu alma”).

Dhani Harrison, el hijo del fallecido George, aunque londinense, es fanático del fútbol y de Liverpool y va siempre a ver los partidos a Anfield. Pero George es considerado el Beatle más desinteresado en el fútbol y se encargó de decirlo: “Hay 3 equipos en Liverpool y yo soy del otro”, tal vez en referencia a los Tranmere Rovers, de la Ligue Two (cuarta división), pero ni siquiera es verdad, y sólo era una frase para mostrar su distancia El único antecedente conocido de George se aprecia en “Anthology”, el libro escrito por los propios Beatles, donde aparece como un entusiasta joven de 14 años disfrutando la final de la Copa inglesa de 1957 en la que Aston Villa venció al Manchester United 2-1.


Por su parte, Ringo Starr es fanático del Arsenal y como su padrastro era de Londres, lo llevaba a ver a los Gunners  cada vez que visitaba la ciudad, aunque ya sus hijos van siempre a ver al Liverpool y tienen un abono en Anfield.

Del entorno Beatle, el más cercano al fútbol era su road manager, Neil Aspinall, quien iba siempre a los partidos del Liverpool en Anfield antes de tener que mudarse a Londres y hasta incluso ya viviendo allí, volvía cuando encontraba una posibilidad.
Las referencias al fútbol también aparecen en las películas de Los Beatles. En la película “Submarino Amarillo”, en la escena de la canción “Eleanor Rigby”,  aparece el fútbol y posiblemente tenga como destinatario al derby de Merseyside (Everton-Liverpool).

El fútbol aparece también en “¡Help!”. Se ve un estadio lleno y supuestamente a Ringo dominando una pelota. Y en “Magical Mistery Tour” se ve a Los Beatles jugando al fútbol durante el videoclip “Blue Jay Way” en 1967. Allí consideraron positivo incluir al fútbol luego de la fiebre desatada en Inglaterra tras el Mundial ganado en 1966. De hecho, en muchas fotografías tomadas detrás de cámara puede verse a Ringo tratando de dominar la pelota.



Ese mismo año, la versión preliminar de “Glass Onion” originalmente cerraba con un loop de la voz del comentarista Kenneth Wolstenholme gritando “¡Its a goal!” tomado de sus transmisiones del Mundial 66, aunque este segmento luego fue descartado por el productor George Martin.

También los estadios de todo el mundo cantaron sus canciones. Después del lanzamiento del disco “Yellow Submarine” uno de los temas favoritos era “All Togheter Now”. En Argentina llegó a fines de los 60 el “Ob-La-Di Ob-La-Da”, que se canta también en Japón,
O también, en la actualidad, “Hey Jude”,
Con el tiempo, el club español Villarreal fue bautizado como “Submarino Amarillo” por los colores, y sus hinchas suelen utilizar su iconografía y tipografía en las gradas.

En “Flaming Pie” (1997), el 9no álbum de estudio de Paul, hay una canción que dice “Is not good asking me what time of day it is, who won the match or scored the goal. Somedays I look, somedays I look into your soul” (canción Somedays).
En “We got married” (Paul), de “Flowers in the dirt”

La mayor conexión entre Los Beatles y el fútbol fue un telegrama que le mandaron en 1965 al DT del Liverpool, el legendario Bill Shankly, deseándole suerte en la final de la Copa inglesa, y que está exhibido en el Hotel Shankly de Liverpool. “La mejor de las suertes, muchachos. Los estaremos viendo por la tele. John, Paul, George y Ringo”.

La portada de “Walls and Bridges” de Lennon (1974) refiere al partido de Newcastle ante Arsenal de la final de la Copa inglesa del 3 de mayo de 1952. John tenía 11 años cuando dibujó una escena de ese partido - cuando el chileno Jorge Robledo marcó el único gol de “Las Urracas” con un cabezazo (1-0), y puede verse también a un jugador de Newcastle con el número nueve en su espalda, Jackie Milburn-.  Sin embargo, en la edición remasterizada, Yoko Ono cambió la portada. En ese LP hay una canción que se llama “9 Dream” (el nueve era el número favorito de John).

Años más tarde, Néstor Flores estaba escribiendo una biografía de los hermanos Robledo, Jorge y Ted, futbolistas chilenos de la Liga Inglesa. Consiguió fotos del gol por la prensa local y creía recordar que esa imagen ya la había visto alguna vez y como buen beatlemaníaco, recordó que la foto era exactamente igual a la de la tapa del disco.















lunes, 25 de marzo de 2019

La selección argentina decepciona otra vez en la vuelta de Messi y reina la confusión cuando se acaban las pruebas para la Copa América (Kicker)




Absolutamente decepcionante fue la producción de la selección argentina en el regreso de Lionel Messi al equipo tras el Mundial de Rusia, nueve meses después y con seis partidos de ausencia. Mucho más allá de la clara derrota ante Venezuela en el amistoso de Madrid (3-1), la sensación es que no hay equipo, y que el astro del Barcelona sigue tan solo como siempre.

Aunque el entrenador interino Lionel Scaloni haya dicho después que esta derrota que ”es un retroceso pero nos va a servir” e insistió en que las pocas llegadas al arco rival “fueron todas gracias a Messi, los demás tienen que dar más”, hay un consenso general en la Argentina que aunque sólo quedan dos meses y medio para el inicio de la Copa América de Brasil, tal vez la AFA debería acelerar un cambio en la conducción y no esperar a que éste se produzca luego del torneo, como está previsto.

Nunca antes, en 128 años de historia del fútbol argentino, Venezuela le había marcado tres goles en un partido y lo peor es que pudieron ser varios más, y sin tener demasiado tiempo la pelota, porque el gasto, inútil, lo hizo un equipo albiceleste sin ideas, y que sufrió demasiado para tener (sin mucha explicación de por qué) una línea de cinco defensores.

A los 6 minutos todo ya había quedado claro cuando pese a tanta estructura defensiva llegó el gol de Salomón Rondón, que definió por arriba del arquero Franco Armani con total tranquilidad. La selección argentina comenzó a sentir impotencia porque una vez más, Messi sólo tenía como socio al delantero del Inter, Lautaro Martínez, autor del 1-2 y quien tuvo tres oportunidades más, que perdió por poco.

Scaloni paró un equipo con un esquema táctico 5-2-2-1, con Giovanni Lo Celso y Leonardo Paredes como volantes centrales con técnica pero nula marca, y más adelante, Messi por derecha, Gonzalo Martínez por la izquierda, y Lautaro Martínez de punta, aunque el andar era muy lento, y Venezuela tapó el escaso circuito de creación y contragolpeó con velocidad y contundencia.

Ahora queda el segundo partido amistoso del martes en Tánger ante Marruecos y sin Messi, regresado a Barcelona, aunque las miradas se centran en el director general de Selecciones, César Luis Menotti, y si éste acelerará el cambio de entrenador y se reunirá con Marcelo Gallardo, bicampeón de América con River Plate.

sábado, 23 de marzo de 2019

La selección argentina ya es un dolor de cabeza para Messi (Interia)




Lionel Messi, el mejor jugador del planeta, el que bate todos los récords con el Barcelona desde hace 16 años, corre serios riesgos de caer en el desdén de la mayoría de los seguidores del fútbol argentino porque se va dando cuenta de que resulta imposible revertir, en soledad, una imagen de equipo tan desteñida como la nueva camiseta que estrenó y en la que el celeste es casi imperceptible y parece ser únicamente blanca, a tono con estos tiempos de enorme confusión.

No es sólo que la selección argentina cayó derrotada, y sin atenuantes, ante Venezuela, hasta hace unos pocos años, la más débil del continente sudamericano y ahora, subcampeona mundial sub-.20, sino que es la primera vez en 128 años de historia, que este rival le convierte tres goles en un partido (el resultado final fue 3-1 en el estadio Wanda Metropolitano de Madrid).

Messi hizo lo que pudo y de hecho, su actuación no fue mala (casi nunca lo es), pero sintió la misma soledad que durante el Mundial de Rusia y en tantos otros partidos de la selección argentina en estos años, dentro de un plantel absolutamente errático de su entrenador interino Lionel Scaloni, quien a falta del segundo partido amistoso de la gira, el martes próximo ante Marruecos en Tánger, ya es criticado por casi la totalidad del público en su país.

La selección argentina Salió con un esquema con cinco defensores, lo que suena a demasiado defensivo ante un rival que no debería asustar (y menos, en un encuentro amistoso y de prueba en ambos equipos), con dos volantes centrales de buena técnica pero nula marca (Giovanni Lo Celso, del Betis, y Leonardo Paredes, del PSG), otra línea algo más ofensiva con Messi y Gonzalo Martínez (Atlanta United) y como único atacante neto, Lautaro Martínez (Inter), el único que se entendió con el crack del Barcelona.

Venezuela se planteó un partido de contragolpe, partiendo con mucha rapidez, colocando mucha gente en el campo argentino y con contundencia a la hora de rematar, y a los 6 minutos ya ganaba con un golazo de Salomón Rondón (Newcastle) y ya no pudo revertir nunca el marcador, aún teniendo el balón gran parte de los noventa minutos, debido a que Messi nunca encontró socios para descargar su juego, apenas el joven delantero Lautaro Martínez, quien perdió otras tres chances además de anotar el único tanto albiceleste.

La jornada de Madrid comenzó complicada porque la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) dio a conocer un video oficial en el que se ensalza innecesdariamente la figura del crack del Barcelona, y se afirma que en su talento reúne el de escritores, artistas o deportistas, pero no se menciona a Diego Maradona.

A las pocas horas, los maradonianos emitíeron otro video con el mismo estilo que el anterior, resaltando la figura de Maradona, eligiendo otros protagonistas de la historia argentina (entre ellos, Ernesto “Che” Guevara), y sin nombrar a Messi…

Lo que para casi todos está claro es que el entrenador interino, Lionel Scaloni, no puede seguir en su cargo si bien estaba previsto que llegara al menos hasta la Copa América de Brasil (de junio próximo), y los medios ahora presionan para que el director general de Selecciones Nacionales, el veterano César Luis Menotti, se reúna urgentemente con Marcelo Gallardo, el exitoso entrenador de River Plate, para ofrecerle el cargo cuanto antes.

El martes, la selección argentina debe jugar ante Marruecos en Tánger pero ya sin Messi, quien regresó a Barcelona arrastrando una leve pubialgia. Envuelto en un mar de confusiones y sin certezas de su futuro, el equipo albiceleste ruega para que no haya otro resultado que complique más la situación.

“Todo lo que generamos fue por Messi, pero los demás no estuvieron a su altura”, dijo después Scaloni, quien consideró esta derrota como “un paso atrás”. Nadie entendió su sistema táctico y pocos confían ya en que esta selección argentina tenga alguna chance en la Copa América de Brasil, salvo aquellos que creen en los milagros. Y el miedo mayor es que por más amor que tenga por el país, Messi comience a cansarse.


viernes, 22 de marzo de 2019

Un Messi más relajado pero con una pubialgia regresa a la selección argentina tras nueve meses de ausencia (Interia, Polonia)




Lo que para diciembre pasado no era nada seguro y hacía dudar a muchos, se transformó en realidad nueve meses después de su último partido con la camiseta celeste y blanca. Lionel Messi regresó por fin a la selección argentina sin haber estado en los seis partidos amistosos jugados hasta ahora desde que terminó su participación en el Mundial de Rusia.

Messi no lo pasó nada bien en el Mundial. Estaba con la mirada siempre hacia abajo, taciturno, molesto. Ya lo arrastraba desde los días previos de preparación en Barcelona, cuando preocupaba mucho la suerte que podía correr un equipo argentino sumido en la anarquía, con los jugadores de peso como el propio Messi o Javier Mascherano tratando de debatir cada una de las reglas de convivencia con el entonces entrenador, Jorge Sampaoli.

La última vez que pude intercambiar algunas palabras con Messi fue allí, en la zona mixta (lugar en el que los jugadores paran para dialogar con los periodistas después de cada entrenamiento o partido), y fue un diálogo corto, porque no andaba bien. Fue claro que en el mismo día del debut, casi al tocar la primera pelota del Mundial, el genio del Barcelona se sintió solo en el ataque y vislumbró otro fracaso colectivo, que finalmente llegó en octavos de final pero que bien pudo ser en la fase de grupos.

Desde entonces, y con cuatro mundiales perdidos encima de su cuerpo, ya Messi decidió sumirse en un profundo silencio. No fue, como cuando falló su penalti en la final de la Copa América Extra de los Estados Unidos 2016, que dijo que no jugaría más en la selección argentina y ante el pedido, casi ruego, de sus compatriotas, cambió su decisión. Ahora no. Prefirió no decir nada. Tomarse un largo tiempo para dedicarse a su familia, al Barcelona, para ver si podía, por fin, aspirar a ganar, sin tantas presiones de convocatorias al equipo nacional, su quinta Champions League.

Y verdaderamente las condiciones para regresar nunca estuvieron, si fuera que Messi buscara cierto orden institucional, o un entrenador con experiencia en la selección argentina. Porque teniendo en el mundo gente como Diego Simeone (Atlético Madrid), Mauricio Pochettino (Tottenham), Marcelo Bielsa (Leeds United) o Marcelo Gallardo (bicampeón de la Copa Libertadores de América, la Champions sudamericana, con River Plate), quien quedó a cargo del equipo tras el Mundial es Lionel Scaloni, sin ninguna experiencia en el banquillo de ningún equipo previamente y que sólo era parte integrante del cuerpo técnico de  Sampaoli en el corto ciclo anterior.

Pero Messi, aún discutido por un pequeño porcentaje de hinchas en su país (que lo comparan inútilmente con Diego Maradona), con una pubialgia derecha que lo persigue desde hace mucho (aunque no le impide jugar y de hecho lo ovacionaron los hinchas del Betis en el último compromiso de Liga), prefirió regresar a la selección argentina para los últimos dos partidos amistosos antes del próximo gran torneo, la Copa América de Brasil, que comienza el 14 de junio.

A Messi le cae simpático Scaloni (ambos son hinchas de Newell’s Old Boys), tuvieron una buena relación durante el Mundial pasado, pero respiró aliviado, además, cuando la AFA (Federación Argentina) designó a César Luis Menotti (entrenador campeón mundial en 1978) como director general de Selecciones Nacionales, a sus 80 años de edad.

Menotti ya remarcó, con frases, que su gestión será implacable.  Dijo que Scaloni está “en observación” hasta la Copa América, que partidos amistosos como los dos que jugará la selección argentina ante Venezuela (22 de marzo en Madrid) y ante Marruecos (26 de marzo en Tánger) “no sirven de mucho” (él asumió cuando ya estaban organizados), que desde ahora “se buscarán rivales más fuertes, y que no tenía sentido convocar a Messi para esto (con lo que coincido).

De hecho, es prácticamente seguro de que una vez finalizado el primer partido ante Venezuela, Messi regresará a Barcelona, una vez que haya convivido unos días en Madrid con muchos jugadores jóvenes, ahora que terminó el ciclo de los Mascherano, Gonzalo Higuaín, Ever Banega o Lucas Biglia.

Su vuelta sólo puede explicarse desde el inmenso amor de Messi a la selección argentina y sus deseos de ganar algún título con esta camiseta, aunque las circunstancias no sean las deseables.