domingo, 22 de marzo de 2020

El nuevo (viejísimo) orden de la AFA y la excusa del coronavirus




Cada foto de la suma de dirigentes que componen el fútbol argentino parece que nos mostrara un nuevo criterio reformista, pero de fondo esconde viejísimos esquemas, movimientos que son cíclicos y que remiten siempre a lo mismo. La explosión del coronavirus sirvió entonces para justificar otra vuelta de tuerca que sólo sirve para tratar de imponer criterios propios que ayuden a tapar los desaguisados que supieron cometer y patear la pelota, otra vez, para adelante aunque sin rumbo fijo.

Que Marcelo Tinelli era el heredero pensado por Julio Grondona antes de morir a fines de julio de 2014, ya lo hemos señalado varias veces. El conductor televisivo no tiene ideología alguna (igual que Don Julio) y es, ante todo, tinellista. Y eso es lo que los une en el delgado hilo de poco más de un lustro entre uno y otro. La gran diferencia entre ambos es que el ex titular de la AFA se formó entre la calle y las mafias de Avellaneda y si no tuvo un título universitario, fue porque el padre falleció y tuvo que dedicarse a sostener a su familia. Esa vieja escuela de Barceló y Ruggierito por un lado, y la de Herminio Sande por el otro, le permitieron ascender hasta la AFA y fundar, por única vez desde la existencia de la institución, el Partido de la Pelota de Fútbol.

Tinelli, en cambio, es un self made man que llega al fútbol desde la industria de la TV pero sin esa calle necesaria para imponerse de entrada y así es que el 38-38 lo revolcó y le hizo transitar cierto llano para aprender lo que necesitaba para regresar con mayores ínfulas. Porque por lo demás, se parecen demasiado (cosa que el caudillo de Avellaneda intuyó desde que lo conoció) y son (o fueron) ambos capaces de girar para donde haga falta.




Recién ahora, Tinelli se coloca más o menos cerca de lo que ansió. Y para eso, bastó que se enfermara y se le acercara el presidente de la AFA, Claudio Tapia, para que de un plumazo se terminara su “inquina” contra el viejo orden del grondonismo que en diciembre de 2015 significaba Luis Segura, presidente interino tras la muerte de Don Julio, y que continúa, sui generis, el propio “Chiqui” en la actualidad.

Es decir que todo lo que parecía que Tinelli traía como renovación al fútbol argentino hace apenas cuatro años y un trimestre, se esfumó de repente para unificarse con lo viejo apenas “gracias” a un acercamiento con su supuesto rival por una cuestión humana. Tinellismo puro (¿o grondonismo? ¿o ambos?).

En el libro “AFA, el fútbol pasa, los negocios quedan” (Autoría/Ediciones B, 2016), se hace hincapié en un concepto básico de la historia institucional del fútbol argentino y es que desde siempre, la AFA estuvo vinculada, de una manera directa o indirecta, con los gobiernos de turno. En la única oportunidad que eso no fue exactamente asi, por el límite que puso Grondona, fue durante su largo mandato, entre 1979 y 2014, pero una vez que falleció, todo volvió a lo anterior y de hecho, esta AFA se parece a la de los años Setenta, cuando todo era un caos y la selección argentina, aún con grandes cracks, quedó eliminada, por única vez en su larga trayectoria, de una clasificación para el Mundial de México en 1970.



Tras la muerte de Grondona, y con Tinelli revolcado tras el 38-38, la AFA volvió a los tumbos. Con la llegada del macrismo al poder, sus dirigentes firmaron otra vez sin leer los contratos, la aceptación para que comenzara a existir la Superliga, un organismo que salía de la calle Viamonte para trasladarse a Puerto Madero y ser útil al proyecto más fuerte que el ex presidente Mauricio Macri tuvo desde “el llano” en los años Noventa: que los clubes fueran SA, amenazándolos con la derogación de la ley de los tiempos de Eduardo Duhalde, a principios de siglo, con algunas excepciones de pagos de impuestos y aceptando las sugerencias de los peces de colores que trajo a la Argentina Javier Tebas Medrano, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional en España, y que en tiempos de Grondona ni pisaba el país, porque estaba enfrentado al “hermano mellizo” del caudillo argentino en el mundo del fútbol, nada menos que el entonces también sempiterno titular de la Real Federación Española, Ángel María Villar.

Muerto Grondona, los dirigentes del fútbol argentino se acostumbraron rápidamente a los cambios, tanto el adaptarse al macrismo y su nueva política como a la idea de que se había acabado la época de la autonomía y llegaba otra con sumisión a los poderes políticos y entonces, lo que quedaba de los tiempos anteriores era tratar de sacar la mayor cantidad de dinero posible de la TV, una de las mayores fuentes de recursos económicos, para que solventara sus desaguisados e imprevisiones de siempre.

Si Grondona dejó un aberrante torneo de treinta equipos (que pudieron ser muchos más si prosperaba en 2011 aquella idea original de sumar a los del Nacional B para salvar a River del descenso y sumar a todos los provinciales posibles porque se acercaban las elecciones presidenciales nacionales y debía devolver favores), y con un fútbol accesible desde los canales de aire o cable pero sin codificar, y con un interesante reparto de títulos (desde 2001 a 2013 hubo 13 campeones distintos), desde su muerte todo cambió y la dirigencia aceptó que el fútbol volviera a ser codificado, que los mismos que monopolizaran sus transmisiones regresaran (cuando había otros y muy interesantes proyectos), y desde 2014 hasta hoy sólo cuatro equipos ganaran títulos de campeonato.

De hecho, lo primero que hizo Luis Segura en la “vieja” AFA, para asegurar su sillón, fue reunirse con los presidentes de los cinco clubes grandes para saber si contaba con su apoyo, algo impensable en el orden grondoniano y tras el desastre al que derivó el esperable tironeo que generó la caótica intervención de la FIFA y la Conmebol, resurgió el neo-grondonismo de Tapia, con los “chochamus” del ascenso, en alianza con Daniel Angelici, presidente de Boca pero más que todo, el Hombre Fuerte del macrismo en el fútbol.  A ese grupo se le unieron Racing (Víctor Blanco siempre aparece en la foto, aunque se lo vea atrás y chiquito), Huracán, y con algunas críticas más ligadas a lo personal y familiar, Independiente (Hugo Moyano, su presidente, es el yerno de Tapia).

Tinelli jugó sus fichas a la nueva Superliga (más que todo, por despecho a lo que “le hicieron” en el 38-38) y junto con él, Rodolfo D’Onofrio, presidente de River y mucho más cercano a su colega de San Lorenzo Matías Lammens, hoy ministro de Deportes y Turismo, que al conductor televisivo. Las posturas parecían inflexibles. Pero como todo en el fútbol argentino, duran poco, apenas hasta que se tocan los intereses, cambia el gobierno, o ambos a la vez.

Los mismos clubes que en 2009 habían ido detrás de Grondona cuando rompió el contrato con Torneos Sin Competencia y Clarín, apenas seis años y medio más tarde volvían a la televisión codificada y no sólo eso, sino que aceptaban sin chistar una extorsión a toda regla del Gran Diario Argentino cuando en la semana de la apertura de la licitación de los derechos de TV, sostuvo que la única manera de retirarse del juico a la AFA por aquel rompimiento de contrato para ir al “Fútbol Para Todos” era si la entidad madre del fútbol argentino le otorgaba esos derechos a sus amigos de Fox (de fondo, los que transmiten aún los partidos con producción de la ahora Torneos, maquillada después del FIFA Gate).

Por otra parte, esos mismos dirigentes aceptaron reducir los torneos de treinta equipos a veinte en una cantidad consecuente de temporadas con reducción de dos equipos por año (dos ascensos desde el Nacional B y cuatro descensos), pero como suele ocurrir, eso se fue modificando por los intereses y los acomodos de siempre con el poder, y si parecía que se llegaba a 22, luego se consideró que estaba bien en 24 y ahora, con esto del coronavirus, se cree que tal vez con 26 sería lo lógico. Lo que no explican es que todos estos “razonamientos” se acomodan a dos factores esenciales: uno, evitar el descenso de clubes populares y que pueden dar votos para la reelección de Tapia por otros cuatro años (algo que cuando asumió, no estaba explicitado), pero el otro es clave: la posibilidad de ajustar algunos partidos en TV abierta y que sean accesibles para la gente, en una especie de semi-regreso a los tiempos del kirchnerismo.

Es decir, con 13 partidos de 26 equipos, hay muchas más chances de operar políticamente para que los canales abiertos tengan tres partidos por fecha para emitir y por codificado, otros diez, lo que no le generaría demasiado perjuicio a la empresa privada y a la vez, le da espacios a la TV gratuita. Otra vez: la dirigencia del fútbol argentino rompió un contrato con una empresa privada en 2009 para ir al Estado, regresó al codificado en 2017 para regresar a medias a la TB gratuita en 2020. Un giro en toda regla en menos de una década.

Y si Boca desde la AFA, y River y San Lorenzo desde la Superliga, pesaban en los cambios durante el macrismo una vez que éste se fue del poder y asumió Alberto Fernández, rápidamente esta dirigencia que antes que el corona tiene el virus de la mariposa al revés, cuya metamorfosis negativa la convierte en oruga, y se dio cuenta de que a dos años de la Superliga, ésta ya no servía y había que regresar a la AFA y manejar por sí misma lo que antes hacían otros y para satisfacer a quien ya no pesa desde Olivos con sus decisiones.


Allí es que ya se instaló Tinelli, sin problemas en abrazarse con el mismo Tapia con el que litigó dos años atrás, y enseguida liberó el Fair Play Financiero para que todos los clubes reduzcan los salarios de los jugadores con la falsa excusa del coronavirus, porque nunca se explica cómo están sin un mango quienes exportan en millones de euros y reciben tantos fondos de la TV y tienen recursos de marketing, abonos de palcos y plateas, venden entradas y publicitan sus camisetas y la estática, y luego gastan en pesos. Hasta Sergio Marchi, el más que polémico secretario general del sindicato de futbolistas, se dio el lujo de salir a decirlo. Es decir: el mismo Tinelli que en 2015 venía, supuestamente, a cambiar el fútbol argentino, es el que ahora se presta para sostener el “nuevo orden”, que parece más viejo que Matusalén. Pero no termina allí, sino que el mismo D’Onofrio que en 2015 dijo que había que “ponerle una bomba a la AFA”, ahora tomaba una de las seis (¡seis!) vicepresidencias en el nuevo organigrama. 

Y vaya casualidad, de las seis vicepresidencias, cuatro son para Boca, River, Independiente y San Lorenzo y Racing (siempre en la foto, aunque chiquito y al fondo), toma la secretaría general. ¿Los otros dos lugares? Para Defensores de Belgrano y para Santiago del Estero, los “chochamus gomías de Chiqui”. Y todo listo.

Pero falta algo más: en un artículo de “Clarín” del domingo, sueltito y como si nada, ya se anuncia (y no suele haber en esto ni un atisbo de ingenuidad en sus páginas) que salvo los partidos que se emitan por los canales de aire, los codificados que resulten de los caóticos torneos que sepan delinear estos dirigentes en los próximos meses, serán transmitidos por TNT (los que dicen jugar distinto) y sin compartir, esta vez, con Fox.

Se sabe que Fox, en Estados Unidos, fue adquirida por Disney (que deportivamente es ESPN) y que en la Argentina aún no se aprobó la fusión. Todo indica que seguiremos viendo transmisiones pulcras y acríticas del poder, como siempre, y no parece nada casual que ESPN emitiera por la noche, hace dos semanas, un extraño programa especial que despotricó duramente contra Tapia.

¿Nuevo orden? Más bien todo lo contrario: el fútbol argentino recuperó el viejísimo orden pre-Grondona. Otra vez manda la política y los dirigentes siguen haciendo desaguisados, con el único propósito de sacar partido de lo que sea, y sin poder explicar, nunca, qué hicieron con todo lo que les ingresó.

sábado, 21 de marzo de 2020

Amadeo Carrizo, el arquero-jugador, un adelantado a su tiempo (Infobae)




Un veterano hincha de Boca, que se acerca a las nueve décadas de vida, confesó para este artículo que antes de los superclásicos en los que atajaba Amadeo Carrizo para River “me preguntaba cómo haríamos para meterle un gol. Era prácticamente imposible”.

Tal vez esta frase resuma buena parte de la destacada y larguísima carrera de Amadeo Raúl Carrizo Larretape, quien debutó en River en 1945, a los 18 años, y jugó su último partido en 1968, con 42, una cifra legendaria que en buena parte se explica por sus magistrales dotes para el arco y porque se animó a hacer cosas que ningún guardameta había imaginado, al punto de convertirse en el primer arquero-jugador, saliendo de los tres palos y anticipándose a las jugadas.

Carrizo, para muchos el mejor arquero de la historia del fútbol argentino,  vivió muchos momentos de gloria, desde “La Máquina” de River de los años cuarenta hasta “La Maquinita” de los cincuenta, o haber mantenido la valla invicta de la selección argentina en la Copa de las Naciones de 1964, como también duras rachas como la de once de los dieciocho años sin títulos con la banda roja entre 1957 y 1968, o la tremenda goleada en contra ante Checoslovaquia en el Mundial de Suecia de 1958 (6-1) que le generó la salida del equipo nacional por varios años y una adversa reacción popular.

Nacido en Rufino, Santa Fe, el 12 de junio de 1926, Carrizo llegó a probarse en River tras más de quince horas de viaje en un tren nocturno. En su bolso llevaba una carta dirigida a Carlos Peucelle , gloria del club de los años treinta y detecto de grandes talentos, firmada por Héctor Berra, atleta que había sido séptimo en salto en largo en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1932. Berra, también de Rufino, trabajaba en el Ferrocarril Pacífico (hoy San Martín) con el padre de Amadeo, Manuel Carrizo. Fue probado entre cientos de chicos y al final, Peucelle le dijo “bueno, pibe, mándele decir a su padre que se queda acá”.

Debutó en River el 6 de mayo de 1945 a los 18 años, aunque se quedó con la titularidad en 1948, y vivió una seguidilla de títulos hasta 1957 (siete campeonatos argentinos), y luego, una dura época en la que su equipo merodeaba el primer lugar pero no pudo conseguirlo entre 1957 y 1968, cuando emigró al Millonarios de Bogotá hasta que se retiró en 1970.

Carrizo es considerado un innovador total en la técnica del arquero. Fue el primero que se animó a salir jugando desde su área, o a tirarse a los pies de los rivales para quitarles la pelota, o a sacar laterales, o gambetear a los adversarios (al punto de que en aquel tiempo era tan desacostumbrado que se lo solían tomar como una burla o canchereada), o a ser un defensor más a la hora de que su equipo atacara.

“Yo fui un arquero que nació arquero, de esos que tienen habilidad de jugador de campo, de saber pegarle a la pelota, de gambetear, de cabecear. Pero para eso, hay que llevar al arco confianza, técnica, intuición para salir a cortar una jugada. Yo fui de esos arqueros que impiden la última instancia”, recordó hace poco tiempo.

“Yo quise hacer que al arquero lo observaran más, que vieran que era importante, porque en él empieza la seguridad del equipo. El que sabe que tiene un buen arquero juega respaldado. Siempre se hablaba de que el más tonto o al más gordito lo mandaban al arco”, agregó, acaso como una forma de auto reivindicación.

Otra extravagancia de Carrizo fue la de descolgar la pelota con una sola mano y detenerla con el pecho. También fue el primero en pararse delante de la barrera en los tiros libres. Fue el primero en usar guantes en 1957 al verlo al arquero italiano Giovanni Viola en un amistoso. Aunque otros dicen que todo comenzó cuando “La araña negra” Lev Yashin, el célebre arquero ruso, le regaló sus guantes en otro partido (Antonio Roma, arquero de Boca y de la selección argentina también comenzó a vestir de negro, imitando al soviético). Viola le comentó las ventajas de usar guantes: “evitan los raspones de los tapones, se atenaza mejor la pelota y se siente menos el golpe en la mano”. Los estrenó contra Racing.

Lilia, su mujer con la que se casó hace 66 años, suele decir que le tuvo mucha paciencia. “Hice cosas que no cualquiera porque de joven, las chicas suspiraban por él en la platea de River. Si hasta mis hijas me dicen que no entienden cómo yo aguanté eso, como cuando desfiló para (el modelo croata) Ante Garmaz, y con un tapado de piel”.

Ya era muy famoso y elogiado cuando se hizo mucho más fuerte la gran rivalidad con Boca exactamente el 31 de octubre de 1954 en el Monumental. River ganaba 3-0 con dos goles de Ángel Labruna y otro de Walter Gómez cuando en una jugada, Carrizo se le anticipó al delantero de Boca José “Pepino” Borello pero en lugar de despejar la pelota, lo esperó, enganchó y lo hizo pasar de largo. Cuando el atacante volvió para robarle la pelota, volvió a gambetearlo y le dio un pase a un compañero. En aquel tiempo eso no era común y fue tomado como una burla. Lo que sucedió es que de muy joven, Carrizo jugaba de centrodelantero, lo que le permitía un buen manejo de pelota.

En Boca tuvo grandes duelos, como contra el goleador brasileño Paulo Valentim a principios de los años sesenta, y ya en 1968, en su última temporada, en el Monumental, y en el momento de posar para las fotos antes de un Superclásico (el de la tragedia de la Puerta 12 en el que murieron 71 hinchas de Boca y hubo 113 heridos), el delantero xeneize Ángel Clemente Rojas le sacó su tradicional gorra, ante los festejos de la hinchada. Carrizo lo corrió por toda la cancha pero no pudo recuperarla. 

El partido finalizó 0-0 y en una jugada, el volante Norberto Madurga quedó solo frente a él, que con picardía levantó la mano y le dijo que le entregara la pelota porque estaba en offside. “El Muñeco” se la entregó mansamente cuando estaba habilitado. En ese mismo partido, sobre el final, y a modo de venganza por lo ocurrido con la gorra, Carrizo se sentó en el césped como burlándose de que Boca no merodeaba su arco.
Uno de los peores momentos que vivió Carrizo fue la eliminación de la selección argentina en primera rueda del Mundial de Suecia 1958, pero en especial, la derrota por 6-1 ante Checoslovaquia. Al regresar a Ezeiza, los jugadores fueron recibidos a monedazos y al arquero de River le incendiaron su automóvil por lo que decidió no regresar más al equipo nacional y en el siguiente Mundial de Chile 1962 fue reemplazado por Roma, de Boca.

Sin embargo, lo convencieron para que regresara en la Copa de las Naciones de Brasil en 1964, en un cuadrangular con las poderosas selecciones de Inglaterra y Portugal (que serían grandes protagonistas del siguiente Mundial de 1966) y los locales. La selección argentina terminó siendo campeona, con el arco invicto, y en el último partido, Carrizo le contuvo un penal a Gerson.

Tres años antes, el 14 de junio de 1961,  River le ganó 3-2 al Real Madrid que un año antes había sido campeón de Europa con figuras como Di Stéfano, Gento o Puskas,  y en la cena de camaradería, el presidente Santiago Bernabeu intentó convencerlo para que fuera a jugar con los blancos pero Antonio Vespucio Liberti, entonces presidente de River, respondió con firmeza que “de ninguna manera, Carrizo es hijo de River y de River no se va. No está a la venta”.

Sin embargo, el dirigente cambiaría radicalmente de posición apenas dos años más tarde. River y Peñarol de Montevideo definían la Copa Libertadores de 1966 en un tercer partido en Chile luego de que cada uno ganara el suyo como local. Los argentinos se imponían 2-0 cuando Carrizo hizo una parada de pecho tras un cabezazo del peruano Joya, de Peñarol, y los jugadores uruguayos lo tomaron como una burla y fueron con todo a buscar el empate, lo consiguieron y ya en el alargue vencieron 4-2.
Tras aquel partido ante Peñarol, Liberti fue muy duro con Carrizo para la revista “El Gráfico”:  “Yo quisiera saber cuándo nos ganó un partido de responsabilidad en los 20 años que lleva en el club”. Tras regresar de Chile, en el primer partido de River por el campeonato argentino, ante Bánfield, los hinchas del sur largaron un gallo por su derrota ante Peñarol y quedó instituido el mote de gallinas.

Durante sus 24 años (1945-1968) como arquero de River, Carrizo jugó nada menos que 520 partidos, además de otros 24 por Copa Libertadores y 20 con la camiseta argentina y con 42 años, en 1968, batió el récord de imbatibilidad con 769 minutos sin recibir goles hasta que el joven delantero de Vélez Sársfield, Carlos Bianchi, le puso fin a la racha.

Cuando Franco Armani batió su récord de imbatibilidad en River  el 18 de agosto de 2018 (con 800 minutos sin goles en contra), Carrizo  reaccionó con comicidad: “Yo ya inventé todo, no puede haber mejores. Ya está todo inventado en el puesto de arquero. Cada uno tiene su racha y después por ahí se le termina también pero ojalá no se le termine por mucho tiempo y que sea favorable para River. Realmente lo felicito. Me alegro mucho por él y por el club”.

Su último partido en River fue el 22 de diciembre de 1968 cuando ingresó a los  20 minutos del segundo tiempo por Alfredo Gironacci, lesionado. Ese día, ante Vélez, River perdió las chances de ser campeón tras una polémica mano del defensor Luis Gallo que el árbitro Guillermo Nimo no vio. Ese penal acaso habría consagrado campeón a River tras once años sin conseguirlo. Pocos días después, fue convocado por el presidente, escribano Julian William Kent, en las antiguas oficinas del club en Suipacha, entre Tucumán y Lavalle.  Kent venía con una noticia inesperada: River le daba el pase libre y le ofrecía un partido despedida. Muchos socios, enojados, rompieron su carnet y hasta llegaron a ofrecerle a Armando que la despedida fuera en cancha de Boca, pero Carrizo prefirió dilatar la decisión.

En 1969 jugó dos partidos únicos con equipos peruanos. Uno con Alianza Lima ante el Dínamo de Moscú de Lev Yashin, y otro con Universitario de Deportes ante el Corinthians.

Se retiró en 1970 en los Millonarios de Bogotá que años después, el 16 de diciembre de 2004, le organizó un partido homenaje en el que jugó contra River por la Copa “Amadeo Carrizo” y desde el 17 de agosto de 2008, el sector bajo de la platea General Belgrano del Monumental lleva su nombre. También recibió un homenaje en este estadio el 13 de abril de 2014, cuando minutos antes del River-Rafaela, salió a la cancha vestido de arquero junto a otros jóvenes vestidos como él.

La Internacional de Historiadores del Fútbol (FFHS)  lo eligió como el mejor arquero sudamericano del siglo XX y es presidente honorario de River.

Vive en Villa Devoto y sostiene que el secreto para llegar bien a los 91 años de vida “es el vino tinto”. “Tengo problemitas en las piernas pero no puedo pedir más a esta edad. Ya estoy grande. Igual, ya me elegí el cajón. Es de color verde, como Quinquela Martín, que se pintó su propio cajón de verde” y bromeó sobre el inexorable paso del tiempo: “El problema es el alma ¡el alma naque!” y se ríe.

En 2011, un proyecto de ley del Senado quería instaurar el “Día del Arquero” en su homenaje, pero no prosperó, y contrariamente a lo que se piensa, eso alegró a Carrizo, que no quería quedar pegado a esa efeméride.

 Cuando se le consulta por la actualidad de los arqueros, suele ser muy crítico. “Muchos hoy juegan al bowling. Usan mucho darle la pelota al marcador de punta que está libre sin iniciar ningún peligro hacia el arco contrario y trae peligro al propio. Es una costumbre que no me agrada y ya vi muchos goles así. No lo veo provechoso”.
En cambio, recomienda para un arquero “saberle pegar tres dedos, de costado, y que la pelota viaje 80 metros a la cabeza de un compañero. De esta forma, no hay peligro de gol en el arco propio. Un buen saque de arco pasa por arriba de diez o doce jugadores. Con Ermindo Onega, Luis Cubilla o Juan Carlos Lallana hicimos muchos goles de saque de arco. Eso es lo que interesa”.

“Cambió todo, hasta la pelota. En la época de Bernabé Ferreyra se jugaba con una número cuatro, pero lo único que no cambió fue la medida del arco. Siempre midió 7,32 por 2,44. Allí el guardavallas tiene su responsabilidad. Probablemente, la mayor de todas. Lo que nunca entendí es el por qué de esas medidas tan extrañas. ¿Por qué no hicieron medidas redondas? Jajaja”, vuelve a reírse.

Carrizo la tiene clara: “El Mono Navarro Montoya era un fenómeno. De gran juego y anticipo. Un arquero moderno que no vivía debajo del travesaño. Otros que me gustaban eran Angel David Comizzo y Nery Pumpido porque sabían anticipar el juego”.

¿Y Hugo Orlando Gatti? Ese nombre siempre le hizo fruncir el ceño a Carrizo. Fueron compañeros en River entre 1964 y 1968 y el “Loco” dice haber aprendido mucho de su “maestro” pero que luego “el alumno superó al maestro”. Carrizo nunca quiso continuar la polémica y efectivamente, Gatti se retiró en Boca a los 44 años y se caracterizó por salir aún más afuera de su arco. “Sería un necio si no dijera que aprendí cosas de Amadeo, pero Amadeo también aprendió cosas de mí aunque no lo dice”, suele decir.

Carrizo llegó a admitir que la reciente final de la Copa Libertadores que River le ganó a Boca fue “la emoción más grande de mi vida” y que “Boca es un grande y hay que reconocerlo. Se ganó categóricamente bien, no se ganó de casualidad”. Y cuando le preguntaron cómo le pudo haber ido en un mano a mano con Lionel Messi tras haber enfrentado a Di Stéfano o Pelé, aceptó que “habría sido complicado por su habilidad y agilidad mental y física que tiene. Con él, no hay arquero que se resista”.

Carrizo se dio el lujo de actuar en la película “Cinco grandes y una chica”, dirigida en 1950 por Augusto César Vatteone, y le dedicaron dos tangos, “Tarzán Carrizo” de Leopoldo Díaz Vélez, con la orquesta de Armando Pontier y cantado por Alberto Podestá, y “El gran Amadeo” de Eduardo Luis Ciancio y música de Pedro Bustos.

“No creo que me recuerden dentro de un siglo pero sería grato que dentro del club, alguien pueda contarle a los hinchas quién fui yo, que sepan que fui un arquero a la medida de River”, es la módica pretensión de Carrizo, para el futuro, como si fuera fácil olvidarlo.







lunes, 16 de marzo de 2020

Humbertito (Un cuento de Marcelo Wío)




Humbertito, mirá que ir con el día que hace. Qué ganas, che. Por lo menos abrigate. Ponete el pulover que te tejí el año pasado, el azul; y una campera imperpeable. Y llevate un gorro; que es por ahí por donde el calor se va, y con él, las ideas. Aunque está visto que vos, muchas no tenés; sino, cómo se explica que vayas a la cancha con esta ventolera. Acá te estoy haciendo unos sangüichitos, para que no comas porquerías por ahí – que a saber qué tienen los chorizos esos que venden en la cancha. Ponete doble par de medias, hacé el favor, Humbertito; que desepués soy yo la que tiene que ir y venir de la cocina a tu habitación llevando tecitos, aspirinas y sopitas. No lleves las zapatillas nuevas, esas dejalas para circunstancias más dignas. Ponete las de papá, las Pampero, que son más de combate. Humbertito, no te olvides que hoy es el cumpleaños de tu tía Eleonor, hacé el favor de llamarla, ¿querés? Sabés que le gusta mucho que te acuerdes de ella; te quiere tanto... Un poco pesada sí que es, cierto, pero leal, recta; un cielo. ¿Tenés dinero? Pedile a tu padre. Sí, ya sé que tenés la entrada, pero llevá algo por las dudas. Mirá si te pasa algo... No seas zonzo, Humbertito; ya sé que si te da un soponcio no te va a ayudar de mucho el dinero. Digo, qué se yo, se larga a llover con todo y el colectivo tarda en venir y entonces necesitás tomar un táxi... Te agarra un dolor de cabeza y te querés comprar unas aspirinas... Yo que sé, Humbertito. Tomá, acá tengo unos billetes. Oíme, Humbertito, llevate un termo con un poco de café calentito. El termo chiquito, el que usa papi para tomar mate en el patio. Bueno, por lo menos llevate una botellita de agua para bajar los sangüiches. Ay, madre mía, mirá el ventarrón que hay. Llevate unos diarios para ponerte proteger la espalda y el pecho. No, no vas a una guerra, Humbertito; las guerras suelen ser de ineludible asistencia para los perejiles como nosotros; pero sos tan pavote que vas a un partido de fútbol – hecho evitable si los hay - con este tiempo. Y no a cualquier partido. Vas a ver al último de la… qué, ¿segunda, tercera división...? Humbertito... ¿Vos no habrás hecho alguna macana y estás expiando una culpa, no? Uy, uy... ¿No habrás preñado a la hija de Olavarría? Humbertito, decimelo sin ascos, decime si no te mandaste un desagüisado... No, Humbertito, hay pasiones y pasiones; y yo sé de una única pasión que puede arrastrar un hombre como si no tuviese voluntad alguna; y no es el fútbol. ¿En tu caso sí? Me preocupas, Humbertito... Sinceramente. Si tuvieras veinte años, todavía; a fin de cuentas, los hombres son más lentos en eso de la maduración. Pero vos tenés treinta y ocho, Humbertito. Sos un boludo grandonte. Muy grandote. Subite el cuello de la campera, haceme el favor, que te da el frío en la larige y se te cuela para el pecho. Ah, no, con esos pantalones no salís. Mirá el agujero que tienen en la rodilla. No señor, te me cambiás si querés irte. Una cosa es que en la cancha la elegancia no se aprecie y otra bien distinta es que la gente diga que el hijo de Emilia anda hecho un zaparrastroso. Eso no. Uno pude tener muchos defectos, uno puede ser un pelagatos, sí; pero con dignidad, Humbertito, con la frente alta y la pilcha prolija. Y llamá a tu tía antes de irte. Son dos segundos. Un hola, un feliz cumpleaños, un afecto y un adiós. Ni un minuto. Si se pone charlatana, me la pasás. Dale, cambiate, llamá y te vas. ¿Y si te quedás? Va a llover. Y con el frío que hace, te vas a pescar una neumonía. Quedate y hago unas tortas fritas y nos tomamos unos mates. Y escuchás el partido por la radio. Si, para hacerte mala sangre, mejor que te la hagas calentito, con el palatiavo de las tortas fritas, el mate y la tranquilidad de, encima, no tener que hacer el camino de vuelta a casa bajo una lluvia segura y un colectivo lleno de gente, olores y contagios. Bueno, bueno, si querés ir, andá; pero ya te dije, con ese pantalón no salís. Ponete el vaquero que tenías ayer, que, aunque está para lavar, no está sucio. Si te quedás porfiando y discutiendo vas a llegar más tarde; si no querés demorarte más, dejate de caprichos y cambiate. No, no está en tu habitación; ¿qué te crees, que voy dejando la ropa para lavar por ahí, como si esto fuera un cambalache? Está donde tiene que estar, en el cesto de la ropa sucia junto a la lavadora. No, no está sucio ni huele. Sí, ese; ¿acaso tenés otro vaquero, Humbertito? Hoy estás un poco espeso... ¿Te sentís bien? Vení, acercate, a ver si tenés fiebre. Que vengas, canejo. Estás un poco acalorado. No, no es porque yo te obligué a abrigarte. Ese calor no es de abrigo, es de adentro, de la inmunidad que anda sintiendo algún virus. Deberías quedarte. Ni que fuera una obligación ir, como si fuese una ceremonia, che. El fútbol, el fútbol. Bendita manera de perder tiempo, energía y salud al cuete. Si pusieras un tercio del entusiasmo en el trabajo, ya podrías haber juntado dinero para vivir solo y echarte una novia. Pero no, el fútbol. Y yo, la única del barrio sin nietos. ¿Ves, que el vaquero está bien? ¿A qué hora volvés? Y yo qué sé qué hora es la de siempre; yo no mido mi tiempo en base al fútbol. ¿Tan tarde? ¿Pero cuánto dura eso? ¿Y cuánto es “lo de siempre”? Ay, Humbertito... Una hora y media, y un cuarto de descanso y el viaje de ida y vuelta... Podrías emplear ese tiempo en pintar la pared de la medianera que ya está toda descascarada... Está bien, andá, andá... Ay, Humbertito, cuándo crecerás de una buena vez... Se fue y no llamó a la tía, me cachis la mar...

domingo, 15 de marzo de 2020

Iker Casillas, uno de los mejores arqueros de la historia del Real Madrid al que le costó caro tender puentes con sus amigos del Barcelona, y que tras un infarto se volcará a la presidencia de la Federación Española (Infobae)




“Seis kilos y medio, pesa seis kilos y medio”, le dijo Iker Casillas a un compañero del Real Madrid que se quedó admirado cuando un hincha le acercó una foto alzando la Copa del Mundo en Sudáfrica 2010, en el hotel de concentración del equipo.

Tras un infarto agudo de miocardio jugando para el Porto, Casillas, considerado uno de los mejores arqueros de la historia, decidió despedirse del fútbol para lanzarse de lleno a la candidatura a presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en las próximas elecciones de este mes, en las que enfrentará al actual titular y también ex futbolista Luis Rubiales.

Casillas no lo tiene fácil y por ahora, según estimaciones, reuniría cerca de 30 votos, cuando necesitaría 70 para imponerse (serán 139 asambleístas). El ex arquero del Real Madrid, para lanzarse, consultó con ex rivales del Barcelona como Xavi Hernández  y Carles Puyol (ex compañeros de la selección española), quienes le manifestaron su apoyo.

Casillas nació en la localidad de Móstoles, en la provincia de Madrid, el 20 de mayo de 1981, y tuvo una prolongada y muy exitosa carrera. Fue arquero de la selección española de 2000 a 2016, y capitán del equipo entre 2006 y 2014, por lo que quedó para la historia la foto en la que levantó la única Copa del Mundo que ganó España hasta ahora, al vencer 1-0 a Holanda en Sudáfrica 2010. Cuando anunció su retiro en febrero pasado, se encontraba jugando para el Porto, al que llegó en 2015, luego de 16 temporadas en el Real Madrid.

Siempre le gustó el trato mundano, y cuanto más popularidad tuvo, más lo acentuó, al punto de que le encantaba visitar y conversar con los aldeanos de Navalacruz, el pueblo de sus abuelos. Sin ambición de poder, le huyó siempre a las cuestiones burocráticas. Con los sobrenombres de “El Santo”, o “San Iker”, es considerado oficialmente “Hijo Predilecto” de esta localidad y de Móstoles. Su nombre, como el de su hermano (Unai) se debe a que sus padres son vascos. Durante dos años, la familia regresó a Bilbao aunque luego volvieron a tierras madrileñas.

Casillas ingresó desde muy pequeño en las divisiones inferiores del Real Madrid, en el que debutó en Primera División en 1999 y fue capitán entre 2010 y 2015, siendo el segundo jugador con más partidos de la historia del club blanco (725) detrás de un ex compañero suyo, el delantero Raúl González (741). Es el jugador que más veces vistió la camiseta española (167) y es el séptimo en el mundo en partidos internacionales con una selección nacional. Con “La Roja”, además del Mundial 2010, ganó las Eurocopas de 2008 y 2012, completando un ciclo dorado, con tres títulos consecutivos.

Entre 2008 y 2012 fue elegido mejor arquero del mundo por la FIFA y por la máxima organización de Historia y Estadísticas, la IFFHS, y entre 2007 y 2012 estuvo siempre en la lista de los candidatos al Balón de Oro. Sus dos tapadas al holandés Arje Robben en la final del Mundial 2010 y las otras dos ante Italia en los cuartos de final de la Eurocopa 2008, cuando luego fue el héroe de los penales al atajarle a Daniele De Rossi y a Antonio Di Natale, forman parte de las jugadas más recordadas de la historia del fútbol español.

Casillas ingresó al Real Madrid en la categorías infantiles en la temporada 1990/91 y cuando aún jugaba en la categoría Juvenil A (cuarta), con sólo 16 años fue convocado para ir al banco de suplentes de la Primera en un partido de la Champions League 1997/98 ante el Rosenborg de Noruega, ante las lesiones del alemán Bodo Illgner y de Pedro Contreras, por lo que el titular fue Santiago Cañizares- Para poder conseguirlo, los dirigentes tuvieron que hablar con el director del instituto donde estudiaba. Posteriormente, los blancos ganarían su séptima Copa de Europa tras 32 años de sequía.

Ya en la temporada 1998/99 ingresó en el Real Madrid C y con sólo 17 años, formó parte de la selección española sub-20 que ganó el Mundial de Nigeria, con Xavi como figura central. Para el inicio de la temporada siguiente, la 1999/2000, se produjo su debut oficial en Primera en “La Catedral de San Mamés”, el estadio del Athletic de Bilbao, cuando sólo tenía 18 años y 115 días (el partido finalizó 2-2) y ya integró el equipo que le ganó la final de la Champions al Valencia (3-0) y consiguió la octava Copa de Europa para los blancos y Casillas se transformó en el arquero más joven en jugar y ganar una Champions, y recibió también el premio “Bravo” al mejor jugador juvenil de Europa.

Ya era reconocido como uno de los arqueros de mayor futuro del mundo, especialmente, tras consagrarse campeón mundial sub-20 en el Mundial de Nigeria 1999 integrando un gran equipo que dirigía Iñaki Sáez, que le ganó a Japón la final por 4-0 y en el que alternaba el puesto con Dani Aranzubia, y tuvo también de compañeros como Orbaiz, Yeste, Marchena, Gabri, Aganzo, y especialmente, la gran figura, Xavi Hernández, con quien forjó una gran amistad más allá de la rivalidad entre Real Madrid y Barcelona. “Ese Mundial coincidió con la sentencia Bosman que eliminó los cupos de extranjeros europeos por lo que ese título nos permitió reivindicar el futuro de los españoles”, reflexionó Casillas – que jugaba con el 13 en la espalda- años más tarde. “Iker era como ahora, igual de responsable”, recuerda Xavi. El arquero ya había sido campeón europeo sub-16 en Alemania 1997.

Desde 2000, cuando asumió Florentino Pérez como presidente del Real Madrid, comenzó a hablarse de un plantel compuesto por “Zidanes y Pavones”, en referencia a los llamados “Galácticos”, las mega-estrellas que comenzó a contratar el club, y a los jugadores surgidos en sus divisiones inferiores, como el defensor Francisco Pavón, aunque Casillas siempre sostenía “Yo no soy Galáctico, yo soy de Móstoles”.

Cuando ya parecía indiscutible en el arco del Real Madrid, el entrenador Vicente Del Bosque decidió quitarle el puesto en la temporada 2001/02 para dárselo al más experimentado César Sánchez pero sorpresivamente, éste se lesionó justo durante la final de la Champions League 2002 en Glasgow ante el Bayer Leverkusen y Casillas ingresó y se convirtió en figura junto con Zidane, autor de una espectacular volea que le dio el noveno título europeo a los blancos. Cuando meses atrás parecía una temporada nada agradable, se supo que uno de los arqueros que iba a ir al Mundial de Japón-Corea del Sur en 2002, Cañizares, tuvo una lesión en su pie y el joven arquero del Real Madrid terminó siendo uno de los convocados y también tuvo destacadas actuaciones.

Consolidado por años en el Real Madrid, indiscutible en el arco de los blancos, tuvo una de las más grandes atajadas el 4 de octubre de 2009 ante el Sevilla, cuando se arrojó de un palo a otro para sacar un remate a gol del argentino Diego Perotti en el  estadio Sánchez Pizjuán. El legendario arquero inglés Gordon Banks dijo entonces: “Los reflejos de Casillas son increíbles. Si sigue jugando así,  se convertirá en uno de los mejores arqueros de la historia”.

“¿Eres argentino?” – preguntó Casillas a este periodista en una larga entrevista para la revista de la FIFA- “te envidio, porque ustedes le dan a su selección nacional el lugar que merece. El día que nosotros hagamos lo mismo, tal vez tengamos alguna chance de ganar algo importante”, se lamentó a principios de siglo XXI. No muchos años más tarde, en 2008, la selección española inició una época dorada primero con la dirección técnica de Luis Aragonés, con el que ganó la Eurocopa 2008, y luego con Vicente Del Bosque, cuando se llevó la Copa del Mundo 2010 y la Eurocopa 2012.

 “Es increíble lo que pasó en tan pocos años, un milagro. No caigo de tanta felicidad”, comentó el arquero al reencontrarse con este interlocutor años más tarde en la noche del 11 de julio de 2010 en Johanesburgo, tras levantar la Copa del Mundo como capitán español.

En esa final, Casillas tuvo dos impresionantes tapadas al holandés Arje Robben, a los 62 y 81 minutos, que impidieron que su rival ganara el título en los noventa minutos, antes de que en el alargue. Andrés Iniesta desatara la euforia con su gol.

 “Da la casualidad que éramos compañeros en el Real Madrid por dos temporadas y entonces yo sabía por dónde se podía mover. Como él es un jugador súper rápido, yo me voy moviendo hacia mi lado izquierdo. Yo pensé que me iba a eludir porque no lo molestaba de atrás ningún jugador y venía en carrera y con pelota dominada y la ventaja la tenía él. Aguanté hasta el final y cuando él remata, sacas la pierna derecha por instinto y tienes la suerte de que te pega ahí. Yo creo que esa jugada la tiene diez veces y posiblemente mete nueve y más con su calidad, pero ese día tuve fortuna, tuvimos fortuna los españoles y quizá con el pie, que no es lo normal para que un arquero pare una pelota, conseguí desviarla”, contó años más tarde, con un relato demasiado humilde en el que ni siquiera se refirió a sí mismo como protagonista. Tras su rechazo al córner, Robben permaneció segundos tomándose la cabeza por la ocasión perdida y Puyol lo alentó como si hubiera metido un gol. “Cuando lo veo, se me ponen los pelos de punta”, admitió el delantero.

Pero Robben volvería a tener una chance veinte minutos más tarde. Muy cerca del final, cuando ganó las espaldas de los defensores, se fue, quiso eludir a Casillas en velocidad pero éste se quedó con la pelota. El holandés se vengó cuatro años después, en el 5-1  que Holanda le encajó a España en la fase de grupos de Brasil 2014. La jugada fue casi idéntica. El delantero se fue solo, pero esta vez prefirió girar hacia el medio, dejarlo en el suelo, y definir de media vuelta, al ángulo, arriba.

Casillas había sido fundamental, también en 2010, cuando en cuartos de final le contuvo un penal al paraguayo Oscar Cardozo cuando iban 0-0 y que pudo significar el pase a semifinales del equipo tricolor que dirigía entonces Gerardo Martino.

Justo con la llegada de José Mourinho como DT del Real Madrid, en la temporada 2010/11, Casillas se convirtió en el capitán del equipo, ante las salidas de Raúl y de Guti. Más allá de que al terminar esa temporada, los blancos ganarían la Copa del Rey tras una larguísima sequía, en poco tiempo comenzarían los problemas entre el arquero y el entrenador, en un ambiente de enorme crispación general y en el contexto del reinado absoluto del Barcelona de Josep Guardiola.

En la temporada siguiente, la 2011/12, por fin los blancos ganaron la Liga con cien puntos y 121 goles aunque la dicha no fue completa porque fueron eliminados en semifinales de Champions por el Bayern Munich en los penales (Casillas tapó los de Toni Kroos y Philipp Lahm), pero la temporada más difícil para el arquero sería la tercera y última del entrenador portugués, la 2012/13, cuando le quitó la titularidad y lo llegó a acusar de ser el topo que revelaba a la prensa lo que ocurría puertas adentro.

Mourinho había sido contratado para la temporada 2010/11 para frenar al Barcelona de Guardiola, especialmente después de que en 2009/10 consiguiera eliminarlo en semifinales, dirigiendo al Inter de Milán, en dos partidos muy duros, especialmente el segundo en el Camp Nou. El portugués fue generando un clima de guerra que fue envolviendo a los jugadores blancos, buena parte de la prensa madrileña, que se hizo adicta, y dividió las tribunas del estadio Santiago Bernabeu, y Casillas fue una de las víctimas de la situación.

El 18 de septiembre de 2011, por la cuarta fecha de la Liga 2011/12, el Real Madrid perdió 1-0 ante el Levante en el estadio Ciutat de Valencia en un partido muy accidentado y entonces un año más tarde, otra vez en el mismo contexto, el 11 de noviembre de 2012 (esta vez ganó el Real Madrid 1-2), la situación empeoró y hubo muchos incidentes, especialmente en el vestuario, tras el partido, entre el local Ballestero y el zaguero blanco Pepe. Casillas hizo de mediador imposible.

Cuenta el periodista Diego Torres en su libro “Prepárense para perder” que antes de terminar la primera temporada, el presidente Florentino Pérez reunió a los capitanes Sergio Ramos y a Casillas, y les pidió que respaldaran al DT y que en lo posible, lo hicieran públicamente. Casillas dijo entonces en “Onda Cero”: “Mourinho es un grandísimo entrenador. A día de hoy, probablemente sea el mejor del mundo. Lo que ves por la TV te puede gustar o no. Era raro verle por la tele, pero claro, ahora lo veo, lo conozco, estoy con él todos los días y te puedo decir que lo defenderé, daré la cara por él porque creo que como persona es un 10 y como DT, ahí están las pruebas”. 

Sin embargo, tras un 1-1 en el Bernabeu ante el Barcelona, cuando el equipo se fue aplaudido porque los dos partidos anteriores había caído en el Clásico (0-2 y 2-6), Mourinho esperó en el vestuario a sus jugadores para decirles que eran “traidores e hijos de puta, el plantel más traidor que tuve en mi carrera”, porque según él, alguien había dado la alineación a la prensa, pero Casillas se fue a la ducha sin decir nada. La final de la Copa del Rey de 2011 en Mestalla, resuelta en el alargue por Cristiano Ronaldo, se festejó de una manera especial. Casillas fue el héroe al tapar tres impresionantes jugadas de gol de Lionel Messi, Pedro e Iniesta, todas en el segundo tiempo, y luego, en los festejos, se envolvió con una bandera española. Varios jugadores del Barcelona se sorprendieron porque algunos colegas del  Real Madrid ni los saludaron. El DT había dado charla previa con mucho contenido político e histórico para marcar las diferencias entre Madrid y Barcelona (que dijo que conocía bien por haber vivido allí).

Llegó un momento en el que el vestuario estaba dividido entre los que apoyaban a Mourinho (Pepe, Di María, Xabi Alonso, Granero), los indiferentes (Adebayor, Carvalho, Lass y Khedira) y los indignados (Casillas, Ramos, Arbeloa, Higuaín y CR7).

Hasta ese momento, las cosas eran diferentes. Mourinho había pedido el Balón de oro 2010 para Casillas y su entrenador de arqueros, Silvino Louro, repetía que nunca había visto una atajada como la del arquero a Iniesta en la final de la Copa del Rey 2011. El cerebro del Barcelona llegó como diez y sacó un remate fuerte y con efecto al segundo palo, pero el arquero juntó las dos piernas con una velocidad increíble, quedó flotando en el aire y alcanzó a sacar la pelota con la punta de los dedos. En el banco de Mestalla, Mou comentó esta jugada con admiración ante sus colaboradores Faría, Louro, Chendo y Karanka, y llegó a decir que esta atajada lo salvó de una temporada miserable.

El primer choque importante fue por la capitanía. Mourinho, ya manager también al lograr la salida de Jorge Valdano como dirigente, pensó en quitársela a Casillas para dársela a alguien de campo con la idea de que el arquero suele estar lejos de las jugadas, yendo contra una tradición blanca de que el capitán siempre es el más veterano en partidos. Se la ofreció a CR7 pero éste la rechazó con desdén,  Finalmente no se concretó pero aumentó el clima de desconfianza entre ellos.

La temporada 2010/11 tuvo, además, otros dos tremendos partidos entre el Barcelona y el Real Madrid por la semifinal de la Champions. Los de Guardiola habían ganado 0-2 en la capital española, cuando el DT azulgrana dijo que su colega portugués era “el puto amo” de Madrid, y Mourinho se quejó abiertamente del arbitraje y de la UEFA, lo que le costó una suspensión para el partido de vuelta, al que directamente no acudió y se quedó en el hotel para verlo por TV. En el autobús que llevaba a los jugadores blancos hacia el Camp Nou, sólo Aitor Karanka, ayudante del DT, se sentó adelante y entonces Casillas tomó la palabra como capitán para pedirles a sus compañeros que respetaran el esquema táctico pero que se olvidaran de tomar tantas precauciones y se atrevieran a atacar al Barcelona sin inhibiciones. “¡Vamos! ¡Hay que salir a ganar! ¡Se tiene que ver que vamos a por el partido! ¡Que se nos vea!” Fue 1-1 pero el Barcelona se clasificó a la final por el 0-2 de la ida.

Pocos meses más tarde, otra vez llegaron dos Clásicos para iniciar la temporada 2011/12, por la Supercopa de España. Empataron 2-2 en el Bernabeu y el Barcelona venció 3-2 en el Camp Nou con una gresca final por un patadón de Marcelo a Cesc frente a los bancos de suplentes. Fue cuando el DT portugués le puso el dedo en el ojo al fallecido ayudante de Guardiola, Tito Vilanova. Le había dicho a sus jugadores que si perdían, no se quedaran para la entrega del premio. En ese contexto, Casillas se dejó llevar en un arrebato contra Cesc creyendo que su caída era una simulación, y Xavi no alcanzó a persuadirlo, aunque el arquero, ya más tranquilo en su casa, vio el video y descubrió la patada de Marcelo y se dio cuenta de la grieta ridícula que estaba resquebrajando a la selección española y decidió llamar a Xavi y a Puyol para disculparse por todos esos meses, un acto de una grandeza inusual. Y lo hizo público, aunque tomó desprevenidos a Mourinho (que lo consideró una traición) y a Florentino Pérez.

Ante el Galatasaray, por el trofeo Bernabeu, Casillas fue al banco y sabía que era un castigo. Decidió ir a buscar a Mourinho al centro de entrenamiento de Valdebebas y le dijo que se sacaran las caretas, que no se soportaban pero que en la cancha daría todo lo mejor por el equipo.- Desde ese momento, el DT comenzó a erosionar su imagen toda vez que pudo.  En una oportunidad, Mourinho sugirió al plantel comenzar a hablar mal de los árbitros y Casillas (que ya le pedía como Ramos a Florentino Pérez que echara a Mourinho al final de la temporada porque ya pocos lo soportaban), lo interrumpió: “Mira, aquí cada uno puede hacer lo que quiera. Ya somos todos mayores, así que quien quiera hablar mal de los árbitros, que lo haga y el que no, no. Yo lo que pienso es que en vez de estar pensando en los árbitros, lo que tenemos que hacer es dejarnos de historias e ir partido a partido porque si no, nos vamos a despistar. Para mí sería una equivocación y así vamos a perder la Liga seguro”.

Cada vez que era consultado, Casillas decía en los medios que él venía “de otra escuela”. “Inculco los valores que me enseñaron gente como Hierro, Raúl, Redondo, Roberto Carlos, Guardiola, Abelardo o Luis Enrique”, aunque despotricaba cuando veía que algunos medios le cortaban esa parte en la edición.

En diciembre de 2012, llegó el gran escándalo cuando Mou dijo a Marca que había “tres ovejas negras” en el plantel y colaboradores del presidente Pérez dijeron que en el equipo había jugadores que preferirían perder con tal de que se fuera el DT. Pérez se reunió entonces con Casillas y Ramos y les pidió que se autogestionaran para ganar la Champions y se olvidaran del entrenador. Como Mourinho tomó pésimamente que Casillas hiciera las paces con Xavi, lo envió al banco contra el Málaga y entró Adán y el Madrid perdió 3-2. En el partido siguiente ante la Real Sociedad, Casillas fue nuevamente al banco y Adán entró como titular pero para sorpresas de la vida, a los 8 minutos le hizo penal a Xabi Prieto, fue expulsado y tuvo que entrar el arquero de la selección española en medio de un clima hostil del Bernabeu hacia Mourinho, pero especialmente por su enfrentamiento con CR7, con quien ni se hablaba.

Justo cuando a principios de 2013 Casillas recuperó el puesto, ante el Valencia por la Copa del Rey, en enero, chocó contra su compañero Álvaro Arbeloa y se fracturó su mano izquierda. El Real Madrid contrató entonces al gallego Diego López, que tuvo muy buenas actuaciones y cuando Iker tuvo el alta médica, no jugó ninguna de las tres competencias. Mourinho primero dijo que tenía “el alta médica pero no la competitiva” y luego reconoció que le gustaba más el juego de López y el debate en los medios fue alto y con mucha crispación.

Las eliminaciones en semis ante el Borussia Dortmund de Jürgen Klopp y en la final de la Copa del Rey ante el Atlético Madrid precipitaron la renuncia de Mourinho el 20 de mayo. Torres cuenta que en la fecha 36 ante el Málaga en el Bernabeu, Mou ya estaba harto de todo y decidió no acompañar al equipo en el bus. Acusaba a los jugadores de traición ante el presidente y fue recibido por los Ultras Sur con una pancarta de 20 metros en la entrada del Hotel Sheraton que decía “Mou, te queremos”. 

Al bajar los jugadores, uno de los fanáticos gritó “Casillas, ¡deja de filtrar y vete a tomar por el culo!”. Era una campaña del DT tratando de hacer creer que  era un topo y saboteador y fue tomado por algunos medios, ante el silencio del club y el del propio arquero, que no buscaba enfrentarse. Ese mediodía, Mourinho dio una conferencia de prensa: “Del mismo modo que Casillas puede llegar y decir “a mí me gusta un entrenador como Del Bosque, un entrenador como Pellegrini, un entrenador más manejable como no sé quién, ¡es legítimo que lo diga! Yo, como entrenador, tengo legitimidad para decir ¡me gusta más Diego López! Y conmigo, mientras yo sea entrenador del Madrid, va a jugar Diego López. ¡No tiene historia!”. Pepe, que antes era considerado un lugarteniente del DT, pidió “respeto” para Casillas y fue enviado a la tribuna, reemplazado por Raúl Albiol, que casi no jugaba, y aunque no estaba como titular Varane, que fue la excusa para perderle el puesto.

Ya con el italiano Carlo Ancelotti como DT en la final de la Champions de 2014 ante el Atlético Madrid en Lisboa, Casillas cometió un error en el gol de Diego Godín aunque el empate final de Ramos lo dejó atrás. Pero tras otra derrota por goleada ante los de Diego Simeone, la afición lo culpó y lo silbó y él respondió con enojo. Ya desde ahí comenzó a haber cierta división, sumado a la pérdida de la titularidad en el arco de la selección española a manos de David De Gea.

Para la temporada 2015/16 emigró al porto luego de 17 temporadas como jugador del Real Madrid y para leer el comunicado de despedida estuvo ocho minutos, entrecortado por las lágrimas de emoción.  “Defendí los colores del club más importante del mundo por 25 años, en los que no sólo me formé como deportista sino como persona educándome en los valores que indican su escudo: el respeto, el compañerismo, el compromiso y sobre todo, la humildad. Por sobre todas las cosas, más que por ser un buen o mal arquero, quiero que la gente se acuerde de mí por ser buena persona”, alcanzó a balbucear.

Tras tres temporadas y media en el Porto, decidió retirarse en febrero pasado. Primero se lo comunicó al presidente del club, Jorge Nuno ¨Pinto da Costa, que lo elogió. “Antes de anunciar su candidatura a la presidencia de la RFEF vino a almorzar conmigo para contármelo”. El 1 de mayo de 2019 había sufrido un infarto agudo de miocardio en un entrenamiento. Tenía obstruida la arteria coronaria derecha.
Casillas se retiraba del fútbol con un envidiable palmarés de 24 títulos:  6 ligas (5 en el Real Madrid y una en el Porto), 2 Copas del Rey, 5 Supercopas  (4 y 1), 3 Champions, 2 Supercopas de Europa, 3 Mundiales de Clubes, 1 Mundial con España y dos Eurocopas . Es al arquero que más goles le hizo Messi, 17.

Tuvo tan fenomenales actuaciones que llegó a ser calificado por el diario deportivo madrileño “As” con cuatro ases, cuando el máximo son tres. Su fama se extendió por el mundo, y llegó a participar de la película “Torrente 3”, con Santiago Segura, junto con sus compañeros de entonces Guti e Iván Helguera.

Está casado con Sara Carbonero, presentadora de TV, a quien conoció en la Copa Confederaciones 2009 y se hizo famosa por un beso en cámaras durante el Mundial 2010. Tienen dos hijos, Martín y Lucas. De hecho, una agencia de publicidad que promociona se llama “Recuerdos de Sudáfrica SL”. Casillas abrió en 2015 una agencia de representación de futbolistas. La revista “People” le calculó una fortuna de 245 millones de dólares.

“Yo no soy Galáctico, yo soy de Móstoles”,  es una frase que lo caracteriza y que  encabeza la tribuna en el estadio de la ciudad, acaso uno de los mejores homenajes que pudieron hacerle.

River, enfrentado a la AFA, no se presentó por prevención del coronavirus en el debut de la Copa de la Superliga de un muy caótico fútbol argentino (Kicker)




Si el fútbol argentino vive de cambios permanentes, lo de la actual temporada rompe todos los récords. En medio de su transcurso, el presidente de la AFA, Claudio Tapia aumentó los ascensos de Tercera a Segunda, y decidió bajar de cuatro descensos a tres desde la Superliga a Segunda.

En este caos vive el fútbol argentino desde que Julio Grondona, presidente de la AFA entre 1979 y 2014, decidiera, por una cuestión electoral del país, acceder a que el máximo torneo argentino pasara de tener los tradicionales veinte equipos para pasar a treinta, pero una vez que falleció, al terminar el Mundial de Brasil, los nuevos dirigentes se comprometieron a ir bajando la cifra de participantes otra vez a veinte, con cuatro descensos y dos ascensos por cada temporada.

Lo que no tuvieron en cuenta es que al quedar con veintiséis equipos, o ahora con veinticuatro, jugar un torneo largo de todos contra todos en dos rondas se hacía interminable (cincuenta fechas en la temporada pasada y cuarenta y seis en ésta), por lo que decidieron jugar una sola rueda, y como terminaba demasiado temprano (principios de marzo) decidieron crear la Copa de la Superliga para que abarque dos meses más y no estar tanto tiempo sin fútbol.

Pero el fútbol argentino, organizativamente, siempre puede estar peor. En una disertación cerrada, para alumnos de una universidad, el presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio, llegó a sentenciar el 28 de septiembre de 2015 que “hay que poner una bomba en la AFA” aunque luego minimizó sus dichos, si bien quedó clara la visión de su club y la propia como dirigente. Tres meses después, en la votación para presidente de la AFA, las elecciones terminaron con el escándalo de un empate en 38 votos cuando sufragaban 75 dirigentes, y la entidad fue intervenida por la FIFA por poco menos de un año.

En 2018, los dirigentes del fútbol dieron otra vuelta en el aire y aceptaron sacar el torneo de la AFA y accedieron a formar parte de una estructura separada que se llamó “Superliga”, con su propio reglamento, mientras que la AFA se quedó con los campeonatos de ascenso y la selección nacional.

Pero en 2020, los dirigentes se dieron cuenta que podían elegir otra cosa, no estuvieron conformes con el dinero de la TV y la publicidad y decidieron abandonar la Superliga y volver a la AFA, por lo que la Copa de la Superliga que comenzó este fin de semana, será la última (con apenas dos ediciones, la anterior fue en la temporada 2018/19, ganada por Tigre, que pese a haber descendido en la Superliga y jugando en el Nacional B, está participando de la Copa Libertadores por haber conseguido una plaza para el torneo sudamericano).

En otras palabras, en la Argentina, hasta ahora y por dos temporadas, se jugaron tres torneos de equipos. La Liga (con el nombre de Superliga), de apenas veintitrés fechas (todos contra todos en una ronda, sin revanchas), en la que Boca, reciente campeón, ya se clasificó para la Copa Libertadores 2021, la Copa de la Superliga, con una plaza para el campeón, y la Copa Argentina (que se juega con el formato de la Copa Alemana) con la otra plaza para la Copa Libertadores.

Pero todo no termina allí. Cuando ya se había conseguido llegar a veinticuatro equipos, la dirigencia del fútbol argentino decidió pararse en ese número y no seguir bajando hasta veinte, y que en vez de cuatro descensos hubiera tres, luego dos y una promoción para estacionarse nuevamente en tres. Pero agregó otro elemento conflictivo: si hasta la temporada 2018/19 los descensos se calculaban por un promedio de las tres últimas temporadas, ahora decidieron sumar los partidos de la Copa de la Superliga. Es decir que a los veintitrés partidos de la Superliga, se le suman los once que cada uno disputará en la Copa que comenzó este fin de semana. Y lo mismo, para calcular las plazas a la Copa Libertadores: para calcular las otras tres plazas que se suman a la de Boca, se sumarán los puntos de la pasada Superliga y los que obtengan en esta Copa de la Superliga.

En esta Copa de la Superliga que acaba de comenzar, juegan los mismos veinticuatro equipos de la pasada Superliga 2019/20, divididos en dos grupos de doce equipos cada uno y repartidos por rivalidad tradicional en algunos casos, y por cercanía geográfica, en otros. Es decir que si Boca va a un grupo, River va al otro y no se cruzan en esta fase. Se clasifican los dos primeros de cada grupo a la semifinal y luego habrá una final para determinar el campeón.

Pero por si faltaba poco, el temor al avance del coronavirus hizo que River, enfrentado a la AFA al punto de que no forma parte de su Comité Ejecutivo desde que el presidente Claudio Tapia fue electo en marzo de 2017, decidió cerrar sus puertas y no presentarse, por la primera fecha, ante Atlético Tucumán. “Si no juega, perderá los puntos y será sancionado”, dijo el conductor televisivo Marcelo Tinelli, presidente de la Superliga. “Soy de Boca, pero en ésta banco a River a muerte”, afirmó Diego Maradona, entrenador de Gimnasia, mientras que su colega rival, Julio Falcioni, DT de Bánfield,  se quejó de haber tenido que jugar este partido (empataron 0-0, los dos pelean por no descender): “Cuidamos a la gente pero no cuidamos a los jugadores, a los cuerpos técnicos y médicos. Yo quisiera saber dónde están los sindicatos de jugadores y entrenadores a los que dicen proteger”.

Los dirigentes del fútbol ya decidieron que la Superliga sea reemplazada desde 2020/21 por otra entidad, ahora dentro de la AFA: la Liga de Fútbol Profesional,  y revisarán los contratos con la TV, como ya ocurrió en 2009, cuando rompieron con los canales privados y firmaron contrato con el estatal, o como se fueron de la AFA en 2015 para crear la Superliga.

“No funcionó el doble comando (AFA y Superliga) en el fútbol argentino. La Superliga nació para ordenarnos pero la manejaban los clubes más grandes y nosotros salimos perjudicados y entonces mejor volver a la AFA”, dijo en estos días el presidente de Lanús,  Nicolás Russo.