lunes, 29 de marzo de 2021

Eufemiano Fuentes, el médico involucrado en los más resonantes casos de doping, reapareció en la TV con más declaraciones y desató un nuevo terremoto en el deporte español (Infobae)


 

Eufemiano Fuentes, el médico que estuvo involucrado en los casos más resonantes de doping en el planeta a fines del siglo pasado, volvió a causar un terremoto en el deporte español al reconocer su participación en la campaña de la Real Sociedad cuando quedó segundo en la Liga 2002/03, afirmó que trabajó con “al menos doce, y tal vez hasta quince” medallistas olímpicos de su país en Barcelona 1992 y hasta dejó dudas sobre una posible colaboración suya en el Real Madrid.

Fuentes, del que se rumorea que se encuentra en una mala situación económica, fue entrevistado por Jordi Évole en su reconocido programa del canal español “La Sexta”, en el que también llegó a involucrar a Fermín Cacho, medalla dorada de los 1500 metros en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, al decir que trabajó con él y que fue este deportista quien lo contactó en 2004, una vez que el PSOE ganó las elecciones generales, para trabajar en el Estado con miras a la cita de Pekín cuatro años más tarde.

Fuentes, de 66 años, es un médico canario que fue protagonista principal de la llamada “Operación Puerto” llevada a cabo en 2006, que fue la mayor redada de la historia para perseguir casos de doping a partir de prácticas para mejorar el rendimiento deportivo desde el suministro de hormonas (EPO, testosterona y otros anabolizantes), medicamentos y transfusiones sanguíneas en ciclistas, atletas, tenistas y futbolistas, pero la investigación no tuvo el éxito deseado porque las sustancias no estaban dentro de las prohibidas y España no tenía aún una ley para estos casos y sólo pudo ser acusado como un delito contra la salud pública.

Tanto Fuentes, como su colaborador José Ignacio Labarta, fueron condenados con penas leves en 2013 pero el 10 de junio de 2016, la Audiencia Provincial de Madrid dictó sentencia firme por la cual se absolvía a todos los imputados –además, Manolo Saiz, Vicente Belda y Yolanda Fuentes, hermana de Eufemiano- de los delitos por los que habían sido acusados.

Según distintas versiones, la “Operación Puerto” nació por el positivo de doping por EPO y luego descalificación del español Roberto Heras en la Vuelta de España 2005 y por la denuncia del ex ciclista Jesús Manzano al diario deportivo “As” en 2004, acerca de que el doping era una práctica extendida y generalizada en el ciclismo profesional , explicó en detalle cómo se realizaba en su equipo, “Kelme”, y suministró direcciones tanto  donde se llevaban a cabo los análisis por parte de la red, y que en la habitación 101 del hotel Aida de la localidad de Torrejón de Ardoz (cerca de Madrid) tenía su estudio el propio Fuentes.

Manzano también contó el procedimiento, por el que se congelaba la sangre extraída a los deportistas para conservarla a bajas temperaturas y reinyectarla para mejorar el rendimiento deportivo, en tiempos en los que no se identificaba al ciclista al guardar las bolsas y eso provocaba reacciones de rechazo y problemas de salud cuando la sangre reinyectada no resultaba compatible, algo que él habría experimentado. También se refirió a fármacos y sustancias prohibidas en el deporte como EPO, el HGC Lepori o el Andriol, entre otros, y contó que durante la concentración en la competición, los médicos de su equipo realizaban análisis en el hotel para asegurarse de que los ciclistas no0 dieran positivo en  los controles.

Si la “Operación Puerto” no fue exitosa judicialmente –la investigación siguió luego en Italia, Alemania y Francia-, tampoco puede decirse que lo fue en lo deportivo porque aunque lograron identificar a algunos de los dueños de las bolsas incautadas (sólo siete de más de treinta sospechosos), la Agencia Mundial Antidoping (AMA) no pudo encontrar muestras de ADN pese a librar distintas batallas judiciales debido a que los casos prescribieron y ni siquiera se pueden hacer públicos los nombres de los involucrados.

Durante la entrevista que aceptó Fuentes (que no hablaba desde hacía más de un lustro) en el programa “Lo de Évole”,  el conductor le mostró un documento incautado al médico durante la “Operación Puerto”, publicado por el diario “El País” el 5 de febrero de 2013, y que se refiere a enero de 2002, en el que aparece el texto “Cuentas Asti” (el presidente de la Real Sociedad era entonces José Luis Astizarán, luego titular de la Liga de Fútbol profesional en España), con un valor de 7 millones de pesetas (42.070 euros al cambio) - el mismo valor que consta en una contabilidad en negro del club-, y la palabra “Medic”.

Fuentes reconoció su letra en el documento mostrado por Évole (aunque dijo ver “por primera vez” la contabilidad B” de la Real Sociedad aunque admitió que “me vale”) , en el que también aparece el monto de 5382 euros en la compra de “medicamentos alemanes”. “Medic no es por medicinas porque para ese momento, ése es un valor  muy caro para medicinas, pero ‘Medic’ debe ser por médico, porque yo tenía reuniones con ellos, con el médico del plantel”, afirmó.

En esa anotación de Fuentes aparece otra cifra, 12.765 euros y al lado, la palabra “sueldo”, que coincide una vez más con la contabilidad en negro de la Real Sociedad en la que aparecen valores de 12.020 euros y 742 euros por otro lado, que entre los dos totalizan prácticamente la misma cifra. Consultado entonces si él tuvo que ver con aquel tiempo del equipo del club vasco, se limitó a responder “Yo le digo que blanco y en botella, leche. Yo no fui médico de la Real Sociedad pero habría que pensar que asesoré de alguna forma, ¿no?”.

 “¿El buen resultado de la Real Sociedad esa temporada tuvo que ver con el granillo de arena que usted puso?”, le preguntó entonces Évole.  “Es posible, aunque en fútbol no siempre gana el mejor. Quiero pensar que sí”, respondió Fuentes, en referencia al subcampeonato obtenido por el equipo vasco en la temporada 2002/03, detrás del Real Madrid de Vicente Del Bosque, cuando fue dirigido por el francés Raynal Denoueix y contaba con jugadores como el argentino Gabriel Schurrer, Agustín Aranzábal, Aitor López Rekarte, Xabi Alonso, Javi De Pedro, Oscar de Paula y el ruso Valery Karpin.

Iñaki Badiola –quien luego abandonó el cargo envuelto también en polémicas- y que asumiera la presidencia de la Real Sociedad en enero de 2006, llegó a sostener en una Junta Extraordinaria del club que “hemos estado comprando medicinas raras por 442.000 euros al año en la época de Astiazarán”  y que Fuentes formaba parte “de una banda con Eduardo Escobar y Antxon Gorrochatagui (experto en fisiología que también trabajó en el ciclismo), médicos del plantel en ese entonces” y que suministraban sustancias prohibidas a sus jugadores entre 2001 y los primeros días de 2008, cuando él asumió la presidencia (Astiazarán fue titular del club desde el 23 de marzo de 2001 hasta el 30 de junio de 2005 y luego le sucedieron Miguel Fuentes, María De la Peña, y Juan Larzábal). Badiola sostuvo que en ese período “hubo gastos no contabilizados, sin factura o soporte documental, en compra de medicamentos, y que no se pueden justificar”.

Consultado Fuentes por Évole sobre aquellos tiempos de la Real Sociedad, recordó a Astiazarán y a Badiola y sostuvo que “oficialmente, no he trabajado para más equipos” cuando apareció la pregunta sobre si tuvo alguna conexión con Las Palmas o Elche. “Extraoficialmente a veces era contratado o requerido, mejor dicho, porque no se firmaban contratos, para asesorar a sus técnicos o médicos en el control, seguimiento, recuperación, ayuda. Y por expreso deseo de ellos, no me pagaban a mí, le pagaban a otra persona, a un testaferro mío que no voy a mencionar y que no pertenece al mundo del deporte, y percibía unas diez millones de pesetas (60.000 euros) por reunión. Eso ocurrió dos años, y con el mismo equipo”, desveló.

Si bien Fuentes no dio nombres propios, reveló que asesoró a atletas, ciclistas, boxeadores y en cuanto al fútbol, su participación se produjo a principios de los años 2000 pero aclaró que a este deporte “se lo protegió”. “Lo mío era un doping diferente. Me adelanté a mi época”, sentenció, aunque aclaró que “tengo miedo de que me procesen de nuevo por decir las cosas claras”. “No puedo responder. Me amenazaron de muerte. Me dijeron que si decía ciertas cosas, mi familia o yo podríamos tener serios problemas. Me amenazaron tres veces y no me van a amenazar una cuarta vez”, respondió.

Más allá de dar la sensación de responder con medias verdades y de ocultar una parte de la información, Fuentes cambió la gestualidad cuando Évole lo consultó sobre su posible participación en el Barcelona y el Real Madrid. “No te voy a contestar a esa pregunta –dijo tras un largo silencio-. Tuve que declarar en un juicio sobre este tema y dije que no. Si eso te vale…o me callo o te digo que no. Elige la respuesta”.

En diciembre de 2006, el periodista Stéphane Mandart publicó en el diario francés “Le Monde” que equipos españoles como Valencia, Betis, Barcelona y Real Madrid estaban implicados en casos de doping, pero Fuentes desmintió que él tuviera que ver con aquello, aunque admitió que del Barcelona lo contactaron y no llegaron a un acuerdo.

“El Real Madrid se querelló contra L’Equipe (N de la R: en realidad, fue contra Le Monde) y también lo hizo el médico del club, Alfonsito (luego aclaró que lo llamó así ‘porque lo conocí y porque era menor que yo’) Pérez del Corral, porque su nombre había quedado en entredicho al vincularlo conmigo. Yo fui, declaré y creo que ganaron el juicio”. Ante la pregunta de si en algún momento Del Corral le pidió ayuda, dijo que “no” pero agregó que “a un médico ofendido conmigo, no le podés preguntar, ¿verdad que no? No hay nadie más como testigo de eso que yo he dicho que no ocurrió”.

“Durante el juicio de la Operación Puerto, le pedí a mi abogado, Tomás Valdivieso, que recuperara un dinero que me debía el Real Madrid. ¿Y por qué me debía dinero el Real Madrid? Porque en esa querella contra el medio francés, Barcelona y Real Madrid pidieron mi comparecencia como testigo para aclarar si era verdad o no y yo, encantado, acepté. El trato en Barcelona fue exquisito, fueron unos caballeros. Yo les dije que vivía en Las Palmas y me dijeron que me pagaban todo, viaje, un hotel y que diga en la Justicia lo que hay. Fui y lo hice. El Madrid me llamó e hice lo mismo. Pero el caso es que pasaron un mes, dos meses, un año…y no me pagaron nada así que le dije a mi abogado que ya que estábamos en Madrid, reclamara el pago del hotel, el billete de avión y me dijo que había estado hablando con alguien y que el Madrid no me paga el dinero y ahí todos los que escucharon se acercaron a preguntarme qué era eso del dinero y yo dije que no hacía comentario del tema, y fue peor. Hubo que aclararlo al día siguiente, fuimos a un juicio con el Madrid y me pagó el dinero pero hay gente que pudo interpretar eso como que el Madrid me debía por otro concepto y me debía sólo por eso”, intentó aclarar.

La reacción del Real Madrid fue tan rápida como contundente. A la mañana siguiente, el programa “Jugones” del canal de TV “La Sexta” confirmó que el club presidido por Florentino Pérez iba a tomar acciones legales por las insinuaciones de dopaje que involucran tanto al equipo madridista como al que fuera su jefe de servicios médicos entre 1994 y 2007, Alfonso del Corral.

El juicio de Real Madrid contra “Le Monde” se llevó a cabo en 2009 en el Juzgado de primera Instancia de la Audiencia Provincial de Madrid y en el fallo se consideró que el diario francés cometió una “intromisión ilegítima” en el honor del club con una información “no veraz” publicada por el periodista “presentando como ciertos y comprobados unos hechos que podían suponer un grave descrédito para el Real Madrid Club de Fútbol, dejando entrever una vinculación con la operación Puerto, cuando no disponía de pruebas para ello”.

Tanto el medio galo como Stéphane Mandard reafirmaron la veracidad de la información que relacionaba al Real Madrid, Betis, Valencia, Barcelona y Real Sociedad con la “Operación Puerto” y llevaron el caso al Tribunal Supremo, que ratificó la condena previa: 300.000 euros de indemnización al Real Madrid, y 30.000 a su ex jefe de servicios médicos, Alfonso del Corral. 

En el caso del litigio con el Barcelona, la indemnización final fue de 15.000 euros a pagar al club azulgrana, una cifra mucho menor que previamente había reducido la Audiencia Provincial de Barcelona, y que confirmó el Tribunal Supremo.

Fuentes también fue consultado por otros trabajos suyos en el ámbito deportivo, como cuando en 1984 fue contratado como médico de la Federación Española de Atletismo presidida por Juan Manuel de Hoz y con Carlos Gil como director técnico y según cuenta, recibió el mandato de que los deportistas españoles compitieran con sus rivales en igualdad de condiciones. ‘Haz lo que tengas que hacer’, me dijeron. ‘No queremos positivos pero sí resultados’ “ y que el entrenador Manuel Pascua le pasó entonces sus contactos con el atletismo de Europa del Este, y hacia allí se fue. “La Federación sabía que yo no iba sólo como técnico sino para aprender técnicas para mejorar el rendimiento. Lo sabía. Que eso quede claro” y relató cómo les pagaba a los entrenadores de Europa del Este unos 500 dólares por sus informaciones.

Fuentes también salpicó a la delegación española de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 al señalar que “sé de cosas que pasaron allí que si las contase serían perjudiciales” y reconoció que fue médico “de una docena de atletas, tal vez unos quince” y que fueron ellos los que lo vinieron a buscar para que los preparara durante cuatro años “para estar bien un día, o dos, o una semana. Lo pagaban los atletas y yo trabajaba en ese entonces en una clínica privada y durante los Juegos me encontré con dos atletas dos veces. A uno de ellos lo vi en una cafetería y al otro, en la grada del estadio olímpico (hace la aclaración que esos dos atletas son aparte de su mujer, Cristina Pérez- que dijo en 2008 “yo sé lo que ocurrió en Barcelona 92 y soy una caja de pandora que como me abra un día, el deporte español se viene abajo”, aunque Fuentes dice que no sabe por qué dijo eso-, que también es atleta.

Fuentes  no podía acceder a la villa olímpica porque la Federación, desde que cambió de presidente en 1989, lo había vetado. “Los atletas que se atendían conmigo me decían que tenían autorización de la Federación para tratarse con cualquier médico y era cierto pero no del todo porque a mí  ellos me pedían privacidad, que no revelara sus nombres, cosa que yo no hacía por secreto profesional, pero era raro. Mi satisfacción era hacer bien el trabajo y cobrar por ello”.

Cuando el conductor de la TV le consultó si los atletas españoles utilizaron EPO durante los Juegos de Barcelona, Fuentes respondió “creo que sí (no daba positivo en esa época) pero no lo puedo asegurar, pero los que yo no preparaba. Los que preparaba yo, no lo necesitaban. Hay cosas que pasaron en Barcelona 92 que si las contara serían muy perjudiciales para el deporte español pero que no las pienso contar por coherencia profesional porque guardé eso por tantos años. Dije muchas cosas pero no estoy dispuesto a entrar en una guerra sin cuartel con los que se sientan aludidos pero si otra parte ya reconoció su relación conmigo, no tengo problemas en extenderme, y caerían medallas, por eso no quiero decirlo y por eso creo que hubo doping en Barcelona 92 por parte de atletas que ganaron medallas pero no lo puedo demostrar”

Ante la pregunta sobre a qué atletas llevó durante los Juegos de Barcelona, respondió que “es difícil, debería romper el secreto profesional”. Dijo “No” cuando le mencionaron a Daniel Plaza (marcha), Antonio Peñalver (decatlón), Javier García Chico (salto con garrocha). En cambio, sorprendió cuando le consultaron por Fermín Cacho (1500 metros). Allí se produjo un largo silencio y señaló que no se acordaba pero dio pie para que el conductor insistiera y cuando le preguntó si era “el de la grada o la cafetería”, afirmó “el de la cafetería” y también agregó que el tipo de entrenamiento que hacía con él era” Como los que hacía para la época: expansores de plasma, reductores del ácido láctico, estimulación natural de las hormonas naturales: testosterona, aminoácidos”.

Pero lo de Cacho no quedó allí sino que avanzó hacia otro hecho fuerte. Cuando volvió a mencionarlo como contacto del nuevo gobierno del PSOE, de José Luis Rodríguez Zapatero, ni bien asumió en 2004, para proponerle que regresara para realizar el mismo trabajo que en los años ochenta con miras a los Juegos de Pekín 2008  -preocupados por el descenso de medallas olímpicas- volviendo a la Federación y al Comité Olímpico Español pero que él no aceptó, y dio a entender que la “Operación Puerto”, por la que cayó en 2006 y le fueron incautados documentos y todo tipo de implementos, aunque luego fue sobreseído, estuvo relacionado con su negativa a regresar al trabajo desde la propuesta estatal dos años antes.

Sin embargo, el secretario de deportes español de esos años, Jaime Lissavetzky, recordó que cuando él asumió en 2004, el nombre de Fuentes ya aparecía en los titulares por las acusaciones de doping del ciclista Manzano y que entonces en lo último que podía pensar era en ofrecerle tal responsabilidad estatal, siendo que fue este funcionario el que popularizó la expresión “Tolerancia Cero con el Doping” y el impulsor en 2006 de la primera ley que lo penalizó y que recién entró en vigor meses después de la “Operación Puerto”.

Por su parte, Cacho, medallista de oro en Barcelona y concejal en Andújar (Jaén) como independiente en la lista del PSOE, se preguntó “¿cómo me van a encargar a mí una misión así? Ni que fuera tan importante para hacer de agente secreto. Si hubiera colaborado, ahora seguramente estaría en algún puesto importante y no aquí, en Andújar. De todas maneras –aclaró- el atleta que diga que no conoce a Fuentes, miente porque nos trató a todos cuando era médico de la Federación. Y como médico, tengo que decir que no era malo. Otra cosa es la historia negra”.

En verano de 1988, la atleta Cristina Pérez, esposa de Fuentes y entrenada por Pascua –aquél de los contactos en Europa del Este- dio positivo en un control aunque la Federación de Atletismo intentó ocultar el caso pero en enero de 1989, Odriozola, recién electo presidente de la entidad, despidió a Fuentes de su cargo a tres años de los Juegos de Barcelona.

En grabaciones policiales se conoció que Fuentes se hacía llamar “El Importante” y hasta alguno lo calificó de “genio táctico”. El ex ciclista Tyler Hamilton, que lo llamaba “Ufe”,  lo acusó directamente, en un documental, de idear burlas a la competencia eludiendo controles con todo tipo de ardides. “Yo utilizaba sustancias dopantes cuando no estaban prohibidas –respondió Fuentes-, me adelanté a mi época con sustancias que mejoraban el rendimiento pero no estaban prohibidas como podría ser hoy con la creatina, con la bromelina, y en el momento en el que lo prohíben, a otra cosa mariposa”.

“Te serviste de las sombras de nuestro mundo para conseguir tus objetivos, como un maestro”, dice Hamilton en el documental, que le muestran. “Evitar poner el pie en países donde el doping era ley, transfusiones en habitaciones de hotel, trabajar clandestinamente para el fútbol”, le enumera Évole.  “La palabra ‘clandestina’ suena a delito, cambiémosla por ‘discretamente’, propuso Fuentes, quien ensayó una justificación: “utilicé sustancias dopantes cuando no estaban prohibidas, y cuando las prohibieron recurrí a otras para estar siempre en el lado externo o fuera de la línea que era peligrosa y además, me lo pidieron a mí, el sistema me lo pidió. Yo trabajaba y hacía esas cosas para el gobierno en los años 80. Que no haya querido hacerlo en el 2004, no quiere decir…ya lo había hecho y me pagaban por ello. No estoy ocultando nada. Estoy diciendo que sí, que sería un adelantado y quizá por eso, era tan solicitado. Me quiero quedar fuera de mencionar a algunas personas, equipos, porque tengo miedo y porque no quiero que me procesen por decir las cosas más claras de lo que estoy diciendo”.

“¿Ha jugado sucio alguna vez?”, le pregunta Évole. “En consciencia no, en consciencia nunca. A veces he pensado que  podría hacer una trampa gorda, jugar sucio y liarla. Se me ha pasado por la cabeza, pero mi ética no me lo ha permitido. He hecho trampillas, trampas que a cambio han  reportado un gran beneficio a los deportistas que ya se castigan lo suficiente con la forma en que entrenan y compiten. ¿Por qué no le han dicho al organizador que el Tour, en vez de meterle etapa de 200 km y con siete puertos seguidos, hacen un día duro, un día suave? ¡Porque no hay espectáculo! En el fútbol ahora están jugando sábado, miércoles, lunes…eso pasa factura y si eso es un año, otro año…este año por el virus. Es decir, el desencadenante del perjuicio, del daño que sufre el organismo del deportista es el calendario competitivo y la exigencia que él se impone para ser el mejor en ese calendario”.

Fuentes sorprendió cuando dijo que no tiene sus documentos de la época y que está  “loco por recuperarlos” porque en la “Operación Puerto” y en esos tiempos le fueron “incautados” (y pone esa palabra entre comillas, haciendo el gesto con sus dedos de arriba hacia abajo), expoliados, por la guardia civil y parece ser que me los van a devolver y creo que allí sí habría pruebas de lo que digo. Allí hay resultados de análisis, de pruebas que yo hacía, tratamientos, prescripciones. Y antes de decirlo, consultaría a mi abogado”.

El 25 de noviembre pasado, el juez Eduardo González del Campillo decidió ponerle el definitivo punto final a la “Operación Puerto” luego de que el caso durmiera por cuatro años en su juzgado y para ello ordenó que devolvieran a Fuentes y a los otros absueltos todos los bienes que les habían incautado aquel 23 de mayo de 2006 y por eso ordenó al Juzgado 31 de Plaza de castilla que les enviara todo lo que se conservaba –maletas con documentos, agendas, un calentador de agua, un sellador de bolsas de sangre, un neceser con cien jeringuillas, una heladera portátil, tarjetas con anotaciones y tres llaveros con diez llaves y dos controles remotos de garaje, preguntó a la sede del laboratorio antidoping de Barcelona si ya habían destruido las 219 bolsas de sangre como se había resuelto, y también a la Guardia Civil, para que le devolvieran lo que quedó en sus dependencias: tres teléfonos celulares y la joya: la máquina para congelar hematíes que le permitió a Fuentes multiplicar sus ganancias porque permitía que la sangre extraída a los atletas podía permanecer allí tres meses antes de ser reinyectada y no tres semanas, como ocurría con las bolsas simplemente refrigeradas.

Tras la entrevista a Fuentes, Évole se comunicó por teléfono con Fermín Cacho, Jaime Lissavetzky (ex secretario de Deportes), José María Odriozola (presidente de la Federación Española de Atletismo 1989/2016), José Luis Astiazarán (presidente de la Real Sociedad 2001/05) para su descargo, pero todos declinaron.

Fuentes disfruta de su jubilación y toma clases de piano. Vive en Portugal sin dinero, lo perdió todo en Suiza. Y espera, aún, que la Justicia española le devuelva sus pertenencias..

 

 

 

 

 

 

 

Ramón “Cacho” Heredia, el ex defensor que fue bicampeón con San Lorenzo, tuvo como partero a Arturo Illia, jugó con Bianchi en el PSG, protegió a exiliados políticos argentinos en España y es secretario técnico de Atlético Madrid (Infobae)


 

- ¿Es cierto que su partero fue el ex presidente argentino Arturo Illia?

- Así es. Yo nací en Cruz del Eje, Córdoba, y me contó mi mamá que él llegó a la casa con una de esas valijas que se usaban antes para ir al colegio primario y en un sulky, y no es broma lo que le digo. Él no era de allí sino de Pergamino, pero llegó a vivir a donde estaba mi familia y allí ejercía la medicina. Con los años, cuando ya nos fuimos a vivir al Gran Buenos Aires, mi mamá me llevó un día a conocerlo a la Casa Rosada y él ya era presidente.

- O sea que usted viene de una familia radical…

- Mi madre lo era, sí. Le tenía admiración a don Arturo Illia.

- ¿A qué se dedicaban sus padres?

- Los dos trabajaban en una imprenta y querían que yo los siguiera, pero lo mío era el fútbol. Me la pasaba jugando a la pelota con Rubén “Ratón” Ayala, que desde chico fue mi compadre y vivía a una cuadra de mi casa cuando nos fuimos  a Buenos Aires. Yo me crié en Lanús, en la calle Bustamante, que en aquella época era la que se usaba para salir hacia Mar del Plata porque se doblaba a la izquierda para tomar Avellaneda. En esa cuadra había una aceitera muy grande y un potrero en el que jugábamos despreocupadamente y luego, en un equipo de la zona que se llamaba “Magán”. Esto era a siete cuadras de la cancha de Lanús.

- ¿Y cómo llegaron a San Lorenzo?

- Un día que estábamos jugando, nos gritó desde lejos un señor que andaba a caballo y venía de vender carbón y nos vio jugar. Yo tenía 12 años y el “Ratón”, 13. Nos decía que nos iba a llevar a San Lorenzo y a nosotros nos parecía gracioso. No entendíamos como alguien así podía llevarnos a un club grande argentino. Primero nos llevó a un club de papi fútbol, “Amor y Lucha”, donde ya nos sorprendió que había ropa limpia. A la vuelta nos llevaba a nuestras casas con su carro para que nuestros padres lo vieran y supieran quién era. Era vasco, de La Coruña. Un día nos precisó que el martes nos llevaría, por fin, a San Lorenzo, en colectivo. Llegamos al Viejo Gasómetro de Avenida La Plata y vimos lo que era todo eso: canchas de fútbol sala, basquetbol, piscinas, y quedamos sorprendidos. Nos hicieron firmar un papel y recuerdo que nos dieron un carnecito que nos permitía ver los partidos de Primera. Teníamos que ir los martes y jueves.

- Aquello debe haber sido un cambio enorme para ustedes…

- Tuvimos la inmensa suerte de que nos tocó el mejor DT del mundo, don Ernesto Duchini. Ya desde las categorías de divisiones inferiores nos decía que íbamos a jugar en Primera y nosotros nos reíamos y le decíamos ‘Cómo nos miente, don Ernesto’. Nos entrenábamos en el club Comunicaciones y un día nos dijo que íbamos a ir con la Tercera, que fuéramos a la cancha de Atlanta pero al llegar, nos dijeron que nadie sabía nada de nosotros, que no habían recibido ninguna indicación. Decidimos irnos con la idea de no volver más. Después de un mes, Duchini llamó a mi casa para hablar con mis padres para convencerlos, y a mí, para que volviera. Él era como Jorge Griffa: donde ponía el ojo en un pibe, ése era crack seguro. Un día estábamos sentados con Ayala en unas sillas de madera y llegaron cinco chicos para probarse, cuatro con buenos bolsos e indumentaria y otro morochito, con un bolso ya muy gastado y ropa que no estaba en las mejores condiciones, y nos dijo ‘¿Ven ese negrito con el bolso destartalado? Ese es el mejor. Este tiene hambre y los otros, no’. y así fue”.

- ¿Cómo se produjo el salto a la Primera?

- Un día estábamos jugando en la cancha de Estudiantes de La Plata (además de Ayala y yo, estaban otros chicos como Salinas o Maletti), vino Duchini, que jamás iba a estos partidos, ganamos y cuando nos íbamos al colectivo para regresar, nos llamó y nos dijo que íbamos a ir con la Primera. En San Lorenzo, el DT era el brasileño Tim, con el que “Los Matadores” habían sido campeones invictos en el Metropolitano de 1968 y por ese tiempo se fue y al poco tiempo vino Pedro Dellacha. Para nosotros era increíble porque nunca habíamos visto algo así: había un vestuario para Tercera, otro para Reserva y otro distinto para Primera. Un día, después de un entrenamiento, Ayala me dijo “¿Te fijaste en la lista de los que están para la Primera?” y pensé que estaba bromeando. Cuando me vi, casi me desmayo de la alegría. Dellacha me hizo debutar ante Newell’s Old Boys, que en ese tiempo era un equipazo, como lateral izquierdo porque el que jugaba en ese puesto, Antonio Rosl. Estaba lesionado. Aquella vez atajó (Agustín) Irusta, y en la defensa jugamos (Sergio “Sapo”) Villar, (Oscar) Calics, (Rafael) Albrecht, que me dio toda la confianza, y yo, en un puesto que no era el mío, pero no me importaba en absoluto.

- Y se pudo consolidar en Primera

- Sí, tuve entrenadores como Rogelio Domínguez, que era muy burrero y que nos hablaba de las apuestas y los caballos y no entendíamos nada (risas), y le gustaba siempre tomarse el cafecito, el faso siempre en la boca. y ,e decía que él había sido campeón de Europa con el Real Madrid y yo me reía, ¡ni sabía lo que era el Real Madrid! Después vino Miguel Ubaldo Ignomiriello, que tomó un equipo en transición.  En ese tiempo, la defensa era con Villar, (Ricardo) Rezza, yo y Rosl.  Hubo un partido que fue muy fuerte para mí, contra Bánfield. Me dijo que siguiera al nueve por toda la cancha (encima era Juan Taverna, que era muy bueno). Le dije ‘Yo lo hago hoy pero otro partido así no lo juego porque yo no siento ese fútbol’.

- Vaya carácter…

- Recuerdo que (Roberto) Telch me apoyó. Ni bien empezó el partido me enredé y Taverna metió el gol. Me sorprendió que me insultó la barra de San Lorenzo, porque no era habitual pero terminamos ganando 3-1 porque yo dejé todo, me fui a la banda derecha del ataque y de allí nació el gol de (Rodolfo) Fischer y lo grité colgándome del alambrado, con los hinchas. El DTl  me decía ‘Usted acá va a hacer lo que yo diga’. Ignomiriello cambió todo, profesionalizó el  plantel, puso una sala de masajes en el vestuario, y ya dividía el campo de entrenamiento con sogas y hacía los cuadrantes que luego se vieron con otros entrenadores mucho más adelante. Recuerdo que Telch o (Victorio) Cocco, que eran los capitanes, decían ‘este está loco’. Los trabajos de rutina nos dejaban muertos, Después quedamos amigos.

- Y fueron bicampeones con Juan Carlos Lorenzo…

- Un equipazo, era una máquina. Fue el año en el que venía de hacer el servicio militar y estuve un mes encerrado y cuando volví, ganamos todo, Metropolitano y Nacional. En éste, le ganamos la final a River con un golazo del “Lele” (Luciano) Figueroa en el alargue, en cancha de Vélez, luego de que (Enrique) Chazarreta fallara un penal sobre la hora.

- Y llega su pase al Atlético Madrid, en un tiempo en el que no muchos se iban.

-  Para junio de 1973 veíamos que en los entrenamientos había siempre un señor fumando y sentado al lado del entonces presidente (Osvaldo) Valiño. No sabíamos quién era. Un día, ya nos íbamos y escuchamos que nos gritó “chavales, vamos a tomar un café”. Se presentó como el secretario técnico de Atlético Madrid. Nosotros –con Ayala- conocíamos, como mucho, al Barcelona y al Real Madrid porque no llegaba a la Argentina el fútbol español, eran otros tiempos. Nos dijo que nos quería llevar a España y no le creíamos, nos reíamos. Incluso, nos dijo que se tenía que ir a Paraguay, a ver otros jugadores. Al final, nos fuimos los dos por 1.200.000 dólares por ambos pases. Que era una fortuna y por eso, Valiño compró todo el terreno.

- O sea que ahí agarraron plata grande…

- Sí, gracias a la huelga de futbolistas de 1971 porque desde allí, empezamos a cobrar las comisiones. Antes, eso se perdía por el camino. Ya en Madrid vi lo que era el Atlético. Se respetaba todo y conocí el mundo. Yo no sabía lo que era Rusia, Rumania, Bulgaria y enfrenté a grandes equipos que nunca iban a Sudamérica. Era difícil jugar en Europa. Hoy, vienen muchos por dos buenos partidos. A nosotros, el fútbol europeo nos educó. Cuando llegamos en verano, vimos lo que era el campó de juego del estadio Vicente Calderón y recuerdo que le dije a Ayala ‘Rata, si acá le pegamos mal a la pelota, nos tenemos que ir’. Fuimos a buscar la ropa, y el utilero nos dijo ‘ya tengo todo acomodado para ustedes, con el número de cada uno. Díganme si quieren usar camiseta fina o gruesa’”.

- Era una diferencia muy grande con el fútbol argentino.

- Ni se imagina. No les daban importancia a los grandes jugadores. Los premios que cobrábamos en la selección argentina lo repartíamos en el vestuario con los jugadores de San Lorenzo porque nos llegaron a deber seis meses. Nosotros llegamos a España y fuimos a ver al Español de Barcelona, en el que jugaba un argentino, Ramón Martínez. Eran todas torres pero por eso mismo, confiaba en nuestra capacidad técnica. Debuté en Vigo, contra el Celta, en un campo muy regado. Entré como suplente y recuerdo que le daba fuerte a la pelota porque se me quedaba. También recuerdo que cuando llegué le dije al “Toto” Lorenzo, que dirigía al Atlético “Yo juego como soy y si no, me vuelvo a Buenos Aires”.

- Integró uno de los mejores equipos de Atlético Madrid de la historia.

- Sí, estuvimos a segundos de ser campeones de Europa, cuando aún era la Copa de Campeones y no la Champions League y la jugaban sólo los campeones de cada país, no como ahora que van hasta cuatro por país.  Nos tocó jugar la final ante el Bayern Munich, que era la base de la selección alemana que inmediatamente después ganó el Mundial 1974 con jugadores como (Franz) Beckenbauer, (Uli) Hoeness, (Sepp) Maier o (Gerd) Müller y yo venía de estar parado seis meses por una lesión. Me había roto la pierna contra el Real Madrid y era un pichoncito en una jaula de lujo.  Sobre la hora, ellos aprovecharon un descuido nuestro y nos  vacunaron, y lo peor es que la pelota me pasó por al lado y se metió. Nos empataron 1-1 y hubo que jugar otro partido más y ahí sí, nos pasaron por encima.

- Aquello fue una gran decepción y quedó muy marcado en la historia del Atlético Madrid.

- Así es, aunque en lo personal, no me puedo quejar. Un periodista de la revista “France Football” me contó que yo estaba peleando con Beckenbauer por ser el Balón de Oro de esa temporada y yo ni sabía qué significaba el “Balón de Oro”. En esa época sólo votaba el periodismo. El Bayern ganó tres Copas de Europa seguidas.

- Inmediatamente después le tocó jugar el Mundial de Alemania Federal en 1974 con la selección argentina.

- Aquello fue desastroso. Yo no jugué la clasificación de 1973 y un día, José María Muñoz me llamó por teléfono desde Buenos Aires y me dijo que me pasaría la comunicación con alguien que me quería hablar y era Enrique Omar Sívori, que era el DT para convencerme de volver.  Él nos había ayudado a Carlos Guerini y a mí con el contrato para irnos a jugar a España y dirigía a la Selección, pero acababa de nacer mi hijo y me quería ir de vacaciones y ni siquiera quería jugar la final de la Copa del Rey contra el Athletic de Bilbao, pero el presidente Calderón (multimillonario, dueño de dos bancos) me decía que tenía que ir a jugar por el equipo de mi país porque eso le daba prestigio a su club. La cuestión es que jugué incluso contra el Athletic, aquella vez me salió todo bien y fue cuando Sívori me comunicó que nos citaba a Ayala, a Quique Wolff (que jugaba en el Real Madrid) y a mí.  Pero cuando por fin me sumé para un amistoso con Inglaterra en Londres, que empatamos 2-2, resulta que no estaba más Sívori y había tres entrenadores, Vladislao Cap, José Varacka y Víctor Rodríguez.

- Un caos…

- Tremendo. Fui al banco aquella vez. Recuerdo que cada uno decía algo distinto. Cap me dijo “Vamos a atacar a Holanda” en un amistoso en Amsterdam a poco del Mundial. Yo le dije ‘Maestro, mire que ellos juegan’…me dijo ‘nosotros somos Argentina’. Yo había visto jugar a (Johan)  Cruyff en el Barcelona –una vez me pidió la camiseta cuando les ganamos 2-1 con el Aleti y me salieron todas- y sabía lo que podía pasar. Nos metieron cuatro y nos pudieron meter cuarenta, y en el Mundial, otra vez. Recuerdo que ya en el Mundial le volví a decir a Cap ‘Maestro, tome la decisión que sea pero por favor, que lo haga uno solo de ustedes, no los tres a la vez’. Insólitamente nos daban como favoritos del grupo inicial porque le ganamos un amistoso a Alemania como visitantes en el que llegamos a estar 3-0 y terminó 3-2 y casi nos empatan”.

- Les tocó Polonia en el grupo, que era un equipo muy complicado y terminó tercero.

- Sí, y nos mandaron a una persona para arreglar el partido un día antes…

- ¿El del debut mundialista que perdieron 3-2?

- Ese…

- Siempre se dijo que ustedes hicieron una vaquita para que los polacos le ganaran a Italia en el último partido así ustedes podían pasar ganándole a Haití (N de la R: En ese grupo, compuesto por Polonia, Argentina, Italia y Haití, Polonia llegó al tercer partido ya clasificada al haber ganado  los dos anteriores –los puntos se contaban de a dos para el vencedor- y si vencía a Italia, a la selección argentina le alcanzaba con vencer a Haití por tres goles para clasificarse a la segunda fase, cosa que ocurrió).

- Eso lo organizaba un argentino que había jugado en España. El nuestro era un buen equipo en cuanto a nombres, pero muchas manos en un plato…y Polonia debió jugar la final contra Holanda porque Alemania Federal, que terminó siendo campeón, no jugó bien.

- Después se fue a jugar al PSG…

- Así es. Lorenzo siempre nos decía ‘Jugar en la Selección es como tener un cartelito que dice “se vende”. Es como los tachos encima de los techos de los coches’. Cuando él se fue del Atlético, lo reemplazó Luis Aragonés, con el que tenía muy buena relación y había sido compañero mío en el equipo. Una vez me citó en su despacho para preguntarme cómo jugarle a Independiente por la Copa Intercontinental (la tenía que jugar el Bayern Munich pero no quiso y lo reemplazamos nosotros). Él sabía mucho de fútbol argentino porque era amigo y admirador de Alfredo Di Stéfano y le advertí de lo que era (Ricardo) Bochini y de la manera de jugar de ellos, que tenían muy buen equipo con el “Chivo” (Elbio) Pavoni, el “zurdo” (Miguel) López, o (Daniel) Bertoni. Nos ganaron 1-0 en Avellaneda pero les ganamos bien en Madrid. El problema era que Aragonés quería que jugara de volante y yo no quería esa posición porque había que correr mucho y pensé, y le dije, que lo mejor era irme a otro equipo. Me querían el Real Madrid y el Barcelona pero yo en España no iba a jugar en otro lado y apareció una oferta buena del PSG y me fui. Pagaron mucho por mi pase. Recuerdo que el presidente del Atlético me dijo que con lo que recibieron tenían para gastar por 5-6 años.

- Allá coincidió con Carlos Bianchi.

- Sí, bien, una relación normal. Pero me costaba mucho por el idioma, el frío, nevaba mucho y me dolía mucho un tobillo recién operado. Los jugadores llegaban en bicicleta. No era el PSG de ahora. El dueño era Daniel Hechter, el diseñador de indumentaria. Era ganar dinero  pero el resto…mi familia tampoco se hallaba. Los periodistas entraban al vestuario, incluso las periodistas ingresaban cuando nos estábamos bañando (risas). Un día mi mujer fue al entrenamiento y salió del vestuario un compañero mío completamente desnudo. Ellos tomaban champagne cuando ganaban, pero también cuando perdían, así que empecé yo también a tomarlo. El fútbol francés era frío, eran pechitos de lata, no como ahora que tienen cantidad de jugadorazos y ganan muchas cosas.

- También compartió momentos con Jairo.

- ¡Claro! Él ves de Cruz del Eje, como yo. En mi primer año en Madrid, vino a mi casa y también venía a veces a verme en los entrenamientos. Tuvo buena aceptación allí y yo me fui acostumbrando a tratar con artistas.

- ¿Estuvo vinculado al mundo de la cultura?

- En cierta forma. En mis tiempos hubo muchos artistas argentinos exiliados por razones políticas y yo tenía a varios en un pub que tuve, entre ellos Horacio Guaraní. En una oportunidad, estando en París. Me chistó un argentino que tocaba el bandoneón para decirme que un agente que lo había traído lo dejó tirado sin pagarle y que había dormido toda la noche en un banco.  Lo invité a comer, me lo llevé a un hotel, le di dinero para que comprara cosas para su familia y comenté su caso en el PSG y así pudo regresar a la Argentina. Me dijo que se llamaba Rubén Juárez pero yo no lo conocía ni sabía si él era realmente importante. Él me decía que en Buenos Aires haría un concierto para mí pero lo rechacé. Más adelante fui de vacaciones a la Argentina y mi papá estaba mirando un programa de tango por la TV, lo conducía Silvio Soldán y el invitado contó lo que pasó aquella vez en París y cuando dijo mi nombre, mi papá se largó a llorar y ahí descubrí lo que era Juárez.

- Usted se retiró joven…

- Sí a los 29 años porque se agravó la lesión en el tobillo. Me habló gente de Sarmiento de Junín para terminar allí mi carrera pero no se dio aunque llegué a hacer la pretemporada. Luego fui entrenador por un tiempo, incluso dirigí interinamente al Atlético, hasta quedar en la secretaría técnica.

- El Atlético tiene a un argentino, Diego Simeone, hace una década. ¿Qué tal lo lleva?

- Muy bien. Es un club en el que todas las partes están bien ensambladas, tanto el director general, Manuel Gil Marín, como el presidente, Enrique Cerezo, y el cuerpo técnico. Este es otro mundo y el jugador acá vive en una burbuja y tiene lo que quiere. Hace unos años, Marcelo Tinelli me ofreció ser director deportivo de San Lorenzo, pero yo estoy muy bien acá.

- Usted lleva años en España, ¿qué piensa de Lionel Messi?

- Es lo más grande que se ha visto. Diego Maradona fue un crack pero Messi….además, es muy buen chico. Hice amistad con su familia. Aquí nadie habla mal de él, ¡y las cosas que hace! Maradona habrá ganado una Copa del Mundo pero Messi se impuso en un fútbol global y donde están los mejores jugadores. Se es injusto con él en las críticas que le hacen en Argentina cuando él dice que cambiaría todo por ser campeón del mundo. Si yo jugara con Messi, se la daría siempre a él, pero en la selección argentina, le pasan la pelota al lateral derecho.


sábado, 27 de marzo de 2021

Sudamérica y la ñata contra el vidrio para Qatar 2022 (Jornada)


 

Éste parece ser un fin de semana futbolero más. La Copa de la Liga continúa con sus trece partidos mientras los argentinos observamos, por televisión, cómo las selecciones europeas comenzaron a disputar la clasificación para el Mundial de Qatar 2022 en lo que debió ser una ventana FIFA para todo el mundo, Sudamérica incluida, pero por primera vez, esto no ocurrió.

Sucede que a pocos días de iniciarse esta ventana, que desde hace años forma parte de lo que se dio en llamar “Calendario (Michel) Platini”, a partir de que siendo éste secretario general de la entidad de Zurich, se implementó la idea que consiste en que en determinadas fechas durante la temporada anual mundial se suspenden los torneos locales para que sólo jueguen las selecciones nacionales, los clubes más poderosos de Europa decidieron no ceder a sus jugadores fuera de su continente basados en la pandemia del coronavirus, un hecho inédito que amagaba con producirse ya en meses anteriores, pero que se terminó de generar ahora.

¿Cómo es que se llegó a esta situación? Por una razón que cambió las relaciones de fuerza existentes hasta hace pocos días, y es que justamente basado en los extraños tiempos de pandemia y los temores existentes de posibles contagios, la FIFA permitió por primera vez a los clubes europeos que no deban atenerse al reglamento anterior, por el cual si no ceden sus jugadores a las selecciones nacionales son pasibles de multas económicas y sanciones deportivas, al punto de no poder utilizar a esos jugadores en partidos oficiales posteriores. Esto fue llamado siempre por el fútbol europeo y su prensa, defensora de sus intereses, como “Virus FIFA”, un problema que generaba que los jugadores que “se iban” con sus equipos nacionales, volvían cansados o lesionados a sus ligas y se perdían compromisos por estas razones.

Esta excepción conseguida por los clubes poderosos ante la FIFA difícilmente hubiera sido posible en conducciones anteriores en Zurich. Si bien la dirigencia anterior al ítalo-suizo Gianni Infantino, actual mandatario desde febrero de 2016, puede ser criticada por muchísimas cosas (la más importante, la corrupción que derivó en el sonado caso del FIFA-Gate, también hay que resaltar que tanto Joseph Blatter, ex presidente hasta 2015, como Julio Grondona, vicepresidente senior hasta su muerte en julio de 2014, trataron siempre de equilibrar el poder del fútbol mundial tironeado entre los intereses de los ricos europeos y la pasión nacional ligada a las selecciones de cada país, al punto de que la FIFA llegó a tener más países afiliados que la propia ONU. No por nada, Blatter llegó a decir alguna vez que su trabajo era complicado porque él debía “administrar pasiones”, palabras que parecen contradictorias.

En esa “administración de pasiones”, la dirigencia anterior no aceptaba una imposición de los poderosos europeos a sabiendas de que en caso de hacerlo produciría un desequilibrio de poderes de difícil retorno partiendo de una base de aceptación general: todo jugador de élite comparte dos camisetas, la de su club, que le paga el sueldo y con el que establece una relación contractual y cotidiana, y la de su selección nacional, a la que lo une mucho más su pasión y un sentido de pertenencia, que una cuestión meramente económica.

Pero Infantino, quien en su discurso parece defender cierto progresismo futbolero, cedió a los intereses de los poderosos y bastó la situación de pandemia para que blanqueara para qué lado juega y aunque en dos zoom la dirigencia de la Conmebol le pidió que intercediera ante los poderosos europeos para que Sudamérica no perdiera estas dos fechas del torneo clasificatorio para el Mundial de Qatar 2022, no hubo nada que hacer y el titular de la FIFA no pudo (¿no quiso?) mediar para que, como ocurrió en las fechas anteriores, cuando amagaban lo mismo, los clubes europeos aceptaran ceder a sus jugadores.

Si bien es cierto que todo cambió cuando Infantino aceptó esta modificación reglamentaria, hay que dejar unos párrafos aparte para la Conmebol. Más allá del poder económico en contra, llama poderosamente la atención el grado de genuflexión de los dirigentes sudamericanos ante tamaño cambio de relación de poder sin plantarse con la suficiente autoridad que dan los años de éxitos y de competencias internacionales y jugadores de tanto prestigio, que siguen siendo pretendidos por los europeos, que, además, no dejan de contratarlos aún sabiendo a prori que en muchos momentos de cada año serán citados a sus selecciones nacionales. ¿O no aumentan su cotización internacional cuando se destacan con sus equipos en un Mundial o una Copa América y hasta una muy buena actuación en una clasificación al Mundial?

Es decir, en otras palabras, que los clubes europeos sabían al contratar a estos jugadores, u otros jóvenes que pueden llegar a edades juveniles y luego destacarse en sus ligas, que muy probablemente serán convocados a sus selecciones nacionales y eso, a su vez, los ayudará a que su patrimonio aumente en forma indirecta. En síntesis, no estamos ante unos pobres inocentes a los que les fuera arrebatada su pureza.

Mientras los europeos, entonces, juegan de dos a tres fechas de clasificación, los sudamericanos miran esos partidos, con la ñata contra la pantalla de la TV o la computadora lo que pasa del otro lado del océano sin poder contar con los suyos y hasta sin saber cuándo se jugarán las catorce fechas que quedan hasta octubre de 2022, porque al menos hay que reservar noviembre para los repechajes (el quinto del grupo sudamericano debe jugarlo), y cuando al menos no hay otra fecha FIFA hasta junio y quién sabe lo que ocurrirá con la pandemia en los meses siguientes, teniendo en cuenta, además, que luego de junio vendrán las vacaciones de verano en Europa y el fútbol se parará por tres meses y hasta septiembre difícilmente puedan volver a jugar las selecciones nacionales, y que entre junio y julio debe disputarse la Copa América entre Argentina y Colombia.

Que teniendo un Mundial en diciembre de 2022, con cuatro años y medio desde que finalizara el anterior de Rusia 2018, Sudamérica empiece a quedarse corta de fechas para la clasificación y por no plantarse a los clubes poderosos europeos, es un peligroso antecedente para el futuro, porque indica que la sumisión, por intereses económicos, comienza a hacerse patente (tal como ocurre ya en lo deportivo, porque se tiende a copiar el sistema del centro del mundo del balompié para venderles jugadores y porque éstos, en las élite, juegan todo el año de aquella determinada manera y no de la original) y la identidad comienza a perderse definitivamente.

El lema adoptado por la Conmebol durante los cada vez más cuestionados años de presidencia del paraguayo Alejandro Domínguez (el mismo que llevó la final de la Copa Libertadores 2018 entre River y Boca a Madrid) dice “Creer en Grande”, pero por lo visto, nunca la mentalidad fue más chica y sumisa que ahora.

 


La familia de Néstor De Vicente, recordado por los hinchas de Racing y Platense, e hijo de otro importante futbolista, reclama Justicia a diez años de su muerte, cuando su coche fue chocado cerca de Nordelta (Infobae)


 

Eran aproximadamente las ocho de la mañana del 20 de marzo de 2011 cuando el coche de Félix José Divito circulaba a trescientos metros del cruce con la ruta 27 de la localidad de Rincón de Milberg y allí embistió al del ex jugador de River, Racing y Platense Néstor Adrían De Vicente, que venía del Camino de los Remeros, cerca del country Nordelta, y le ocasionó la muerte, muy lamentada en el mundo del fútbol argentino.

Divito, de quien la familia de De Vicente dijo que tenía “conexiones con el Poder Judicial” -es hijo de José Luis Divito, vicedecano del Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional, y sobrino de Mauro Divito, camarista de la Sala VII da la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional- fue condenado en 2017 (seis años más tarde) a cuatro años de prisión efectiva y diez de inhabilitación para conducir  por el delito de “homicidio culposo” pero la pena no se cumplió al no tener sentencia firme de la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires.

Divito conducía un Volkswagen Fox, dominio ETP-588 por la arteria Camino de los Remeros, en sentido de la localidad de Tigre y hacia Benavídez, cuando aproximadamente a trescientos metros antes de llegar al cruce con la Ruta 27 de la localidad de Rincón de Milberg y viajando a 140 kilómetros por hora (cuando el máximo permitido es de 60), invadió el carril contrario en una zona con señalamiento vial que prohibía el paso, y embistió contra el Peugeot 206, dominio ENR-795 conducido por De Vicente, que circulaba por Camino de los Remeros en dirección a Tigre, y quien falleció de manera instantánea.

Divito se negó al examen de alcoholemia y recién se presentó a declarar diez horas después del hecho –está acusado de haber sido sacado de la escena y entregado limpio varias horas más tarde- y fue rápidamente puesto en libertad y nunca le fue quitado el registro. El 7 de junio, casi tres meses más tarde, comenzó el juicio en el que Claudia, la viuda de De Vicente, detalló que Divito –que estuvo a punto de no sentarse en el banquillo de los acusados porque la instancia del juicio “lo estresaba”, según hizo el pedido su defensa- “venía a 140 kilómetros por hora por una curva”.

Tras conocerse que el fallo no tiene aún sentencia firme, tanto Claudia, la viuda de De Vicente, como su hijo Lucas –representante de futbolistas- manifestaron que sentían “vergüenza del Poder Judicial” y que el fiscal Mariano Magaz afirmó que Divito “tiene que cumplir prisión efectiva por los agravantes que hay en el caso, como venir a contramano”, una prueba que, dijo, la familia posee gracias a una fotografía del imputado tomada “unos trescientos metros antes”. El Tribunal de Casación 6 había rechazado la denegación de la probation que había pedido el fiscal Magaz y se espera el fallo definitivo de manera inminente.

De Vicente había nacido el 6 de abril de 1964 y es recordado su paso por Platense y Racing (justo el día de su muerte, La Academia jugaba en el Cilindro ante otro ex club suyo, Estudiantes de La Plata). Era hijo de otro ex jugador de Racing, Néstor Antonio, que fue campeón en 1958 y 1961 como lateral derecho de esos equipos.

Su padre lo llevaba a ver a Racing. “Me quedó grabado un clásico de 1975. Esa tarde, el “Pampa” (Alberto Mario) Jorge hizo cuatro goles, Y otro que no me podré olvidar fue la vuelta de (Norberto) Alonso, el día que Racing le ganó 3-0 a River en 1977”, contó en una entrevista. Es que “El Beto” era su ídolo. De Vicente es descripto por ex compañeros suyos como habilidoso y con una poderosa zurda pese a su gran estatura.

Pese a nacer y vivir en Sarandí durante su infancia, sus comienzos en el fútbol fueron en las divisiones inferiores de River. Hugo Neira (ex jugador de Quilmes, Defensa y Justicia y Atlanta, entre otros, contó que conocía a De Vicente desde sus doce años (era dos años menor), cuando jugaba en Arsenal e incluso recuerda que en una oportunidad pudo compartir equipo cuando el entrenador Arnaldo Pardini lo trajo en 1978 para jugar ante Estudiantes de La Plata en el estadio de 1 y 57 en la capital bonaerense, reemplazando a uno de sus compañeros, García, lesionado. “Se acostumbraba a jugar con el documento de otro, pequeñas trampitas de esas categorías”.

“Ese día- recuerda Neira, hasta hace meses director técnico de Deportivo Águila en El Salvador y que hoy trabaja en academias de fútbol entre este país centroamericano y los Estados Unidos- empatamos 3-3 con dos goles de Adrián y uno mío, de tiro libre. Esa fue la primera vez que compartí  equipo con el zurdito, que jugaba bien. Luego, ya cuando yo jugaba en Quilmes, lo seguía a él en las divisiones inferiores de River. Después de mi partido, me quedaba a ver a la clase 1964, que tenía un mediocampo de lujo: ‘Locura’ (Mariano) Dalla Líbera, ‘Pipo’ (Néstor) Gorosito’ y ‘Tano’ (Adrián De Vicente, que luego se destacaron en el torneo ‘Proyección 86”’jugado en 1983 y que fue televisado a todo el país”.

Neira formaba parte de un grupo de amigos de Quilmes Oeste, compuesto por familiares de futbolistas o ex futbolistas. “Nuestro lugar de reunión era el club Cooperarios. Mi papá tenía un bazar, ‘Tú y yo’, que era también juguetería, librería, un poco de todo, sobre la avenida Calchaquí, que era parte de la Ruta 2 que iba a Mar del Plata. Enfrente estaba la casa de mi tío, (el ex entrenador y jugador de Racing y Quilmes, ya fallecido), José Santiago, al lado estaba el quincho del club y al lado del club, la casa de José Manuel Ramos Delgado (ex defensor de River y Santos de Brasil). Nos reuníamos con sus hijas Marisa, Ivana y Vanesa y en las vacaciones, se sumaba Adrián, que creo que hasta llegó a conocer a Pelé cuando venía a los cumpleaños de Vanesa, que es su ahijada, aprovechando que tenía que venir a Buenos Aires por algún viaje promocional”. Recordó.

Hugo Neira recuerda los tiempos de Cooperario cuando jugaba al papi fútbol con De Vicente. después de horas en la piscina. “Era un tirador de caños terrible y tenía un poderoso remate de zurda, que escondía. Siempre jugábamos en contra y hacíamos apuestas por un helado o lo que sea. Con nosotros estaba un chico Alejo Capano, que ahora colabora en las inferiores de Quilmes”.

El 14 de febrero de 1981,  De Vicente debutó en primera enfrentando a Nueva Chicago en la cancha de Huracán, aunque luego tuvo un poco más de continuidad en 1983 cuando un grupo de jugadores de su generación –Adrián Rodríguez, Carlos Karabín, Sandro Andreani , y Jorge Tévez, entre otros- pudieron tener una cierta continuidad de siete partidos consecutivos por una huelga de futbolistas profesionales contra la dirigencia.

Sin poder consolidarse en River, pasó a Instituto de Córdoba para la temporada 1985/86 y a Talleres en 1986/87 hasta llegar a Platense en 1987/88, donde se convirtió en ídolo al lograr la clasificación para la Liguilla Pre-Libertadores de la temporada siguiente en un minitorneo que terminó ganándole la final a Boca 2-1 en un tercer partido en cancha de Ferro, que significó la despedida de Alejandro Alfaro Moreno del equipo de Saavedra, como autor de los dos goles. Los “Calamares” eran dirigidos por un viejo conocido suyo, Ramos Delgado. Justamente un año antes de su fallecimiento, el 9 de marzo de 2010, De Vicente había sido homenajeado en la cancha de Platense en el entretiempo de un partido oficial.

https://www.youtube.com/watch?v=YTpZfKXHJU8&ab_channel=PlatensealoAncho

Posteriormente tuvo la chance de jugar en el fútbol europeo al pasar al Grasshopper de Suiza, donde obtuvo cuatro títulos, dos copas nacionales y dos ligas nacionales, para regresar a Racing en 1993, y donde también fue muy querido por los hinchas, especialmente luego de que un gol suyo le diera la victoria ante Independiente en el Clásico de Avellaneda (1-0) del 21 de octubre de 1993 aunque también tuvo una destacada actuación ante Boca en la Bombonera cuando su equipo se impuso como visitante 6-4, con Diego Maradona enfrente, el día en que Mauricio Macri fue electo presidente por primera vez, el 3 de diciembre de 1995.

Tras su paso por Racing, vistió la camiseta de Estudiantes para retirarse en “La Academia” en 1998 con 34 años y 214 partidos, para pasar a ser representante de jugadores junto a la empresa de Jorge Cyszterpiller, especialmente dedicado al mercado alemán y fue el padrino de Bastian, el segundo hijo de Martín Demichelis, ex jugador y actual entrenador del sub-19 del Bayern Munich.

Lucas, el hijo de Néstor De Vicente, continúa con la representación de jugadores, a la espera de que se haga justicia con el caso que terminó con la vida de su padre hace una década.

 

 

 

 

 

 

 

 


jueves, 25 de marzo de 2021

La fecha FIFA, la culpa y el cerdo (Dosis Futbolera)


 

Por estas complicadas horas de pandemia en todo el mundo, con el interrogante sobre la segunda ola, la tercera y vaya a saberse si no la cuarta también, depende en qué países, llegarán otras de las llamadas “Fechas FIFA” por la que las selecciones nacionales volverán a enfrentarse.

En principio, estaba previsto que fuera en todo el mundo, pero no será así. En Europa, Asia y en el ámbito de la Concacaf sí se jugará pese a la situación sanitaria descripta, pero no en Oceanía ni en África ni en Sudamérica.

En el caso de la relación entre los dos continentes que hasta hoy albergan a las mayores potencias del mundo, Europa y Sudamérica, se ha producido recientemente un caso que sienta un precedente muy peligroso, porque por primera vez, la Conmebol debió suspender las dos fechas previstas en el calendario porque los clubes poderosos europeos, en los que juegan la mayoría de las estrellas, rechazaron ceder a sus jugadores por temor a contagios, o para no privarse de ellos al tener que confinarse catorce días al regreso de esos partidos.

Podría ser entendible la situación por parte de los clubes ricos europeos. Al fin y al cabo, son ellos los que pagan los salarios y los que disponen de sus jugadores durante la mayor parte del año. Como solemos decir en la Argentina, la culpa nunca es del cerdo, sino de quien le da de comer. Porque sólo con haber continuado la regla de la FIFA por la que los clubes están obligados a ceder a sus jugadores a las selecciones nacionales, bastaba que sólo el presidente Gianni Infantino advirtiera no sólo de posibles sanciones a los incumplidores sino de que, de todos modos, no podrían contar con ellos en sus partidos.

Sin embargo, la FIFA actual, cuyo discurso endulza los oídos de los que pretenden el juego limpio aunque luego sus acciones no tengan demasiada relación con él, aprovechó la pandemia para hacer política y la vista gorda ante los poderosos y aprovechó la ocasión de la excepción sanitaria mundial para agregar un inciso en el reglamento por el que “por ahora” se permite no ceder a los jugadores si las condiciones no son las ideales.

Joseph Blatter, el suizo que precedió a Infantino en la presidencia de la FIFA, llegó a decir que él tenía que “administrar pasiones”, en cuanto al eterno tironeo entre clubes ricos europeos y selecciones nacionales, especialmente de los países que tienen jugadores en los torneos más importantes del mundo (sudamericanos y africanos, aunque ahora se agregan cada vez más estadounidenses y mexicanos).

Con todos los errores y casos de corrupción que rodearon a las gestiones anteriores, es innegable que la idea de la pasión (si es que podemos asociar a ésta con los equipos nacionales) disputó paso a paso a la de la administración o el dinero, pero todo indica que los tiempos cambiaron para Zurich.

Claro que para que esto no pase a mayores se necesita de la colaboración de la contraparte, rol que en este caso cumple la Conmebol, del otro lado del Océano Atlántico. Porque pocas veces se ha visto tanta genuflexión desde la justificación de la pandemia como motivo para que la FIFA no moviera un dedo en el arbitraje cuando la semana pasada, por zoom, los dirigentes sudamericanos le pidieron que actuara para interceder ante los poderosos europeos, pero en Zurich se lavaron las manos, y a otra cosa, mariposa.

Así es que la Conmebol dio a entender que era “lógico” que se suspendieran sus partidos previstos para esta semana correspondientes a la quinta y sexta fecha de la clasificación al Mundial de Qatar, que si bien debe comenzar a fines de 2022, ya no aparecen tantas opciones para que el calendario de los 21 meses que quedan hasta el máximo certamen acepte tan fácilmente los 14 partidos que cada selección nacional debe disputar, y dejar aún libre un mes, por lo menos, para los repechajes, teniendo en cuenta que además, debe haber vacaciones a mitad de cada uno de los dos años, y que aún la Conmebol aspira a jugar “sí o sí” la Copa América entre el 13 de junio y el 10 de julio entre Argentina y Colombia, por más que estos países tengan hoy sus fronteras cerradas, y en cualquier momento esperan la llegada de la segunda y hasta tercera ola del coronavirus.

O sea que la Conmebol, que conoce que la situación en pandemia puede que se repita con respecto a la negativa de los clubes europeos, que no tiene fechas para disputar partidos de selecciones nacionales hasta junio próximo, que sabe que luego hay vacaciones hasta septiembre, pretende jugar a como dé lugar la Copa América (con o sin público, con o sin periodismo, coincidiendo casi en el tiempo con la Eurocopa y posiblemente con la cuarentena obligatoria) y al mismo tiempo, evalúa hasta tres partidos por fecha FIFA desde septiembre, en vez de dos, para paliar su déficit de calendario, pero permitió y no protestó que la FIFA cambiara el reglamento mientras los equipos nacionales europeos juegan sus partidos vivitos y coleando. ¿Los clubes europeos van a ceder a sus jugadores casi por dos semanas? Suena a utopía.

Pensándolo bien, poco se puede esperar de una dirigencia sudamericana que hizo jugar la final de su mejor torneo continental, la Copa Libertadores de América, entre Boca Juniors y River Plate en Madrid, en 2018, cuando si no le parecía bien el estadio de River tenía otros en Buenos Aires, en  otras provincias argentinas, o en cualquier capital del continente, o en cualquier ciudad que ofreciera ser sede si pagara una buena suma por los derechos.

Pero no, se entregó a los negocios con España y su banco auspiciante, generando el traslado oneroso de muchos hinchas y una final a miles de kilómetros de distancia.

El problema de estas fechas FIFA, que se juegan en unos lugares, mientras los otros miran por la TV mientras tratan de pensar una solución que saben muy complicada, sigue pasando por el poder, de los que tienen el dinero y de los que en vez de arbitrar, miran para otro lado.

La culpa, entonces, sigue sin ser del cerdo.


miércoles, 24 de marzo de 2021

El fútbol argentino, a 45 años del Golpe de Estado (Jornada)


 

Faltaba saber el día y la hora. Los diarios venían anunciándolo en sus títulos catástrofe. El 24 de marzo de 1976 se produjo, finalmente, el último Golpe de Estado que derrocó a la entonces presidente María Estela Martínez de Perón e instaló, de facto, a Jorge Rafael Videla en el inicio de la dictadura cívico-eclesiástico militar que devastó a la Argentina hasta diciembre de 1983.

La Argentina comenzaba a padecer la noche más oscura que traería miles de desaparecidos, una deuda externa multiplicada por siete, una guerra a la que fueron enviados jóvenes en muchos casos librados al azar y que resultó un manotazo de ahogado cuando la situación económica hizo eclosión.

Aquel nefasto golpe 24 de marzo de 1976 se produjo en el contexto de marchas militares que sonaban a toda hora por la cadena nacional con las proclamas leídas por el locutor Juan Vicente Mentesana y para los futboleros, ilusionados con el pequeño cambio de rumbo que ya se empezaba a notar en el juego de la selección argentina que dirigía César Luis Menotti, implicaba perderse el amistoso programado para esa tarde y que se jugaría en el estadio Siaski de la ciudad industrial de Chorzow, ante Polonia, como parte de una gira que había comenzado en Kiev ante la Unión Soviética con un triunfo por 1-0 y con el “Loco” Hugo Gatti, atajando con un gorrito con pompón y una petaca de whisky contra el palo, para paliar el frío en medio del partido.

No sólo los jugadores argentinos, a trece mil kilómetros de distancia, se habían enterado del golpe y hasta algunos lloraron y otros, preocupados, se preguntaban por sus familiares y no sabían qué hacer (les dijeron que todo estaba cerrado y no quedaba otra que jugar) sino que hasta el periodista Fernando Niembro  recibió la recomendación del experimentado Enrique Macaya Márquez de que se limitara a decir los nombres de los jugadores durante la transmisión.

El ex director de la revista “El Gráfico”, Héctor Vega Onesime, contó en su libro “Memorias de un periodista deportivo” que el primero que se enteró del golpe en Polonia y lo dio a conocer fue el enviado de radio Rivadavia, José María Muñoz, quien tuvo como comentarista de ese partido a Julio César Calvo, hermano de Adriana, detenida-desaparecida durante la dictadura.

Repentinamente, cuando ya era inminente el inicio del partido, se detuvieron las marchas militares y se comunicó que “Se ha exceptuado de la propagación programada para el día de la fecha el partido de fútbol que sostendrán las selecciones de Argentina y Polonia” y se pudo emitir el amistoso, que terminó ganando Argentina con goles de René Houseman y Héctor Scotta.

Esa gira de la selección argentina continuaría con una derrota 2-0 ante Hungría en Budapest, otra 2-1 ante el Hertha en Berlín y un 0-0 ante el Sevilla en Andalucía, pero ya los últimos dos partidos ni siquiera se televisaron.

Así como el fútbol fue acaso lo único que pudo generar algún cambio en los medios en un día tan particular, también apareció en otras instancias. Quienes conocieron de cerca los detalles del Golpe indican que por esas horas se produjo un intenso debate entre dos de las tres fuerzas armadas para quedarse con la organización del Mundial 1978.

No era casual este interés, que era completamente distinto al del fútbol doméstico, en el que, de todos modos, también se metió la dictadura al colocar a Alfredo Cantilo –quien, de todos modos, sostendría a Menotti como DT al entender que la preparación de la selección argentina era la correcta- por orden de quien se constituiría en el “Hombre Fuerte” del balompié de esos años, el vicealmirante Carlos Lacoste.

Organizar el Mundial 1978 implicaba un importante botín, no sólo por el presupuesto (luego inflado sin límite) sino por los auspiciantes, ventas de derechos de TV y merchandaising (el cambio de Canal 7 a ATC, llegaría justamente para esos tiempos, aunque se transmitió en color solamente para el exterior), y especialmente, por la posibilidad de ser usado políticamente para mostrar al mundo “un país feliz” ayudado por algunos medios de comunicación afines.

Ese debate entre las fuerzas, especialmente el Ejército y la Marina, sería ganado por ésta última, al punto de que terminó proyectando a Lacoste a la presidencia de la Nación de manera interina a fines de 1981 entre las presidencias de facto de Roberto Viola y Leopoldo Fortunato Galtieri.

La llegada de Lacoste al poder del fútbol implicaría, además, quedarse con el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78), que estaba a cargo de Omar Actis, general ascendido en democracia, viejo amigo de Videla, y al que se reconocía como eficiente, austero y sin aspiraciones políticas, y que sería asesinado el 19 de agosto de ese 1976 cuando salía de su casa en Wilde y se disponía a anunciar sus proyectos. Enseguida corrió la versión de que la autoría había sido de Montoneros porque alrededor de su cadáver aparecieron panfletos que rápidamente los medios se encargaron de mostrar, aunque la organización guerrillera lo negó de plano. Una investigación posterior de Eugenio Méndez, en 1984,  dio a entender que fue la propia Armada bajo un sugestivo título “Almirante Lacoste, ¿quién mató al general Actis?”.

Pero el fútbol tuvo una tercera instancia por esos días del golpe, y es que en las vísperas, dirigentes de la FIFA que presidía un joven belga-brasileño Joao Havelange, sostenían que como iban las obras de los estadios en la Argentina, el Mundial era inviable. Sin embargo, apenas días más tarde, ya con la dictadura, una delegación de la entidad de Zurich ratificó con bombos y platillos todo lo relacionado con la organización. Apenas años más tarde, Lacoste ocuparía una de las vicepresidencias.

El fútbol, desde el mismo 24 de marzo de 1976, se convertiría en una herramienta fundamental de la dictadura para intentar mostrar al mundo una realidad disfrazada, como cuando diseñó, durante el Mundial 78 un sistema para ocultar las torturas y las desapariciones (periodistas extranjeros llegaron a cambiar los nombres de los funcionarios argentinos por los de jugadores de fútbol para no ser censurados en los envíos de los télex en los centros de prensa, y fueron duramente perseguidos si iban a conocer la realidad de las Madres de Plaza de Mayo) y se llegó a convocar, desde los medios afines a que la gente saliera a las calles a festejar el título mundial juvenil de Japón en 1979 “para demostrarle a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA”, de visita de inspección en el país, que “los argentinos somos derechos y humanos”, para lo que el entonces ministro del Interior, Albano Harguindeguy, ordenó comprar 250.000 calcomanías donde inscribir el slogan, ideado por la empresa Burson Masteler, ya contratada un año antes para mejorar la imagen de Videla.

En aquellos tiempos, muchos de los medios de comunicación más seguidos insistían en que no había que mezclar el fútbol con la política, pero fue imposible. El fútbol, como todas las actividades del hombre, es también político.