sábado, 9 de octubre de 2021

La primera prueba de buen nivel para la Selección (Jornada)


 

La selección argentina marcha invicta en la clasificación mundialista cuando ya jugó la mitad de los partidos (nueve), se mantiene en el segundo puesto cuando son cuatro los equipos que van directamente al Mundial de Qatar y un quinto al repechaje, acaba de ganar la Copa América a Brasil en el Maracaná, pero queda apenas un año y un mes para la máxima cita y necesita enfrentarse con equipos fuertes para saber dónde está parada y entonces el compromiso de las próximas horas en el Monumental ante Uruguay asoma como una primera prueba en este sentido.

Los “celestes” de Oscar Tabárez se encuentran en una fase de transición en su camino de renovación que se completará seguramente después del Mundial de Qatar cuando vayan saliendo, por veteranía, los Diego Godín, Luis Suárez o Edinson Cavani, pero la continuidad de trabajo y las buenas performances como la de Rusia 2018, lo convierten todavía en un equipo complicado y que supo sacar buenos resultados de escenarios complejos.

En este momento, en el contexto sudamericano, Uruguay, como Colombia y en especial Brasil –que ganó todos sus partidos en la clasificación- son los equipos que pueden dar una medida de la situación del conjunto argentino, pero queda la gran duda, luego de jugarse las semifinales de la Liga de las Naciones de la UEFA en Italia, sobre dónde se ubica la selección nacional respecto de los europeos, con los que cada vez es más difícil medirse entre Mundial y Mundial debido a que se fueron cerrando entre ellos para evitar viajes largos de sus jugadores, como reclaman los clubes poderosos, que son los que mandan en estos tiempos en los que circulan millones desde los maletines fáciles.

Lo visto en las semifinales de la Liga de las Naciones, tanto en el Italia-España como en el Francia-Bélgica, reafirma el sentido de lo ocurrido apenas cuatro meses atrás en la Eurocopa, acerca de que se trata de otra dinámica, otro tipo de juego más ofensivo, otro marcaje, y será fundamental, una vez consumada la clasificación para Qatar, ir a enfrentar a esta clase de equipos.

El conjunto italiano dirigido por Roberto Mancini decidió desde hace un largo tiempo un saludable cambio en su juego. Así como en 2004 Luis Aragonés tomó la fuerte medida de ser torero y no toro con la selección española, lo que luego derivó en los años dorados entre 2008 y 2012 completados desde el banco por Vicente del Bosque, ahora los “azzurri” parecen haber aprendido la lección tras haber tocado fondo con la ausencia en el Mundial de Rusia, e intentan tener el mayor porcentaje posible de posesión de pelota pero para administarla bien, con un criterio estético, y a partir de contar con jugadores como Lorenzo Insigne (su mayor estrella), o delanteros como Federico Chiessa o goleadores como Alessandro Belotti o Ciro Immobile y nacionalizando a un jugador de gran categoría en el medio como Jorginho, acaso la máxima figura de la Eurocopa.

Claro que Italia había sufrido ante España en la semifinal de aquella Eurocopa que ganó en Wembley, incluso más que en la final ante los ingleses, que fueron locales. Ante los de Luis Enrique Martínez habían tenido que correr detrás de la pelota, algo a lo que últimamente no habían estado acostumbrados, y terminaron sacando adelante el compromiso por penales.

Esta vez, en el San Siro de Milan, fue igual pero quedaron pronto con un jugador menos, algunas ausencias los perjudicaron en su andamiaje, y los dos goles de Ferrán Torres (más nueve fijo que en el Manchester City) le alteraron completamente los planes y aunque descontaron al final, siempre fueron a remolque y acabaron perdiendo un invicto de 37 partidos.

La selección española, por su parte, es una de las más completas, con una nueva generación que apenas se apoya en muy escasos pilares del pasado como Sergio Busquets, su capitán, pero ni siquiera Sergio Ramos es convocado (más allá de su lesión actual que impidió por ahora su debut en el PSG) y en todo caso, acompaña Jordi Alba, pero se trata de un equipo joven, lleno de figuras que insiste con su plan de tener siempre la pelota y atacar todo lo que se pueda, y su talón de Aquiles parece su zaga central, que por ahora no encontró a los dos marcadores definitivamente titulares y en cualquier momento puede ser vulnerable.

Pero si se tiene en cuenta que en la semifinal de la UEFA Nations League no estuvieron ni Álvaro Morata, ni Pedri, ni Daniel Olmo, ni Alba, entre otros, es claro que España será un rival a vencer en el Mundial. Más allá de que pudo haber tenido un bache en la clasificación mundialista y que fue ayudado por resultados fortuitos luego de caer ante Suecia en su grupo, no hay que olvidar que “La Roja” llegó a semifinales de la Eurocopa (en la que cayó por penales), a la final de los Juegos Olímpicos ante Brasil y ahora a la final de la Liga de las Naciones.

De Francia, con señalar que es la actual campeona del mundo, ya podría alcanzar, pero hay más. Didier Deschamps, su entrenador, más allá de una Eurocopa en la que el equipo no acabó de dar la talla y fue eliminado por una creciente Suiza en un enorme partido, reemplazó a un más estático y pivoteador Olivier Giroud por un crack de la talla de Karim benzema, líder del ataque del Real Madrid, que sumado a Antoine Griezmann y a Kyllian Mbappe, pueden hacer estragos.

Los “Bleus” tienen cracks, y de los mejores del mundo, en todos los sectores. Pueden atravesar algunos baches pero ante Bélgica, en la remontada de 3-2 tras ir perdiendo 2-0, demostraron que cuando se concentran y todos dan el máximo, es muy difícil ganarles, y sin N’Golo Kante, una de sus grandes figuras, con Covid y por eso reemplazado por Rabiot, volante de la Juventus.

En cambio, la selección belga parece desperdiciar una y otra vez la oportunidad histórica de ganar un título con una magnífica generación que cuenta con jugadores de la talla de los Lukaku, de Bruyne, Hazard, Mertens, Witsel o Courtois.

Decepcionó en el Mundial de Rusia, cuando tras eliminar a Brasil en cuartos de final alimentó el sueño de muchos, luego de un enorme partido, y volvió a caer en la pasada Eurocopa ante Italia cuando la excepcional dupla Chiellini-Bonucci maniató a Lukaku, a quien conocen de tiempos en la Serie A, y volvió a perder una oportunidad ante Francia en la semifinal de la Nations League en Turín, cuando estaba 2-0 adelante y se durmió una larga y pesada siesta para despertarse con la pesadilla del 2-3.

Más allá de las circunstancias de cada una de estas cuatro selecciones, cada una aporta una riqueza especial, así como Inglaterra (de muy buena Eurocopa), Portugal (con grandes individualidades en todas sus líneas y con Cristiano Ronaldo y Bruno Fernandes en sus líneas), Países Bajos (en este caso, con más jugadores que equipo, luego de algunas experiencias colectivas negativas aunque ahora encontrando un orden con el regreso del veterano Louis Van Gaal), Alemania (que comienza una nueva etapa con el ex entrenador del Bayern Munich Hans-Dieter Flick tras muchos años con Joakim Low), República Checa (con muchas figuras de las ligas inglesa y alemana) o Croacis (con un estilo más cercano al sudamericano).

Será necesario cotejar con estos equipos para no suponer algo que acaso sea distinto y que tantas veces ocurrió con los equipos argentinos en el pasado: creerse los mejores sin haberlo probado en el campo, y en cambio tener la certeza a partir de una suposición, del producto de la imaginación.

Por eso, es tan importante esta posibilidad de la nueva Copa Euroamericana que se jugará en Wembley ante Italia, campeona de Europa, en junio de 2022, aunque a ese partido habrá que agregarle todos los que se puedan, si se quiere llegar al Mundial de Qatar 2022 con más certezas que ilusiones.

Quiénes son Mohammed bin Salmon, el príncipe árabe que compró el Newastle y tiene once veces más fortuna que el jeque Mansour del Manchester City, y Amanda Staveley, la multimillonaria que destrabó una madeja de derechos de TV (Infobae)


 

Desde el jueves pasado, cuando se conoció que por fin se concretó la operación de la compra de la mayoría del paquete accionario del Newcastle por parte de un fondo árabe saudí por alrededor de 350 millones de euros, los hinchas de “Las Urracas” salieron a festejar su euforia por los alrededores del estadio Saint Jame’s Park, sin importar todas las polémicas que giran alrededor de esta operación que encierra dudas desde la competitividad de la liga inglesa así como alteraciones en la puja de poder entre Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, con el fútbol como uno de los tantos intereses en disputa.

Si el opulento París Saint Germain que le arrebató al Barcelona a Neymar y a Lionel Messi es controlado desde 2011 por el fondo qatarí de Nasser Al-Khelaifi, quien también maneja los hilos de la poderosa cadena BeInSports, el Manchester City es propiedad de la familia Zayed Al-Nayhan, dueña del Abu Dhabi Group, vinculado a Emiratos Árabes Unidos y con clubes en todos los continentes, pero ahora se suma al ruedo el príncipe heredero del reino de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman bin Abdulaziz Al-Saud a través del Fondo de Inversión Pública (PIF) de su país, lo que representa una amenaza a la competitividad desde el próximo mercado de pases de diciembre.

También en 2020, la Premier League dio luz verde para el ingreso de un fondo árabe en el Sheffield United, adquirido por el príncipe Abdullah bin Abdulaziz bin Mosaad Al Saud, que le compró el 50 por ciento de las acciones de Blades Leisure LTD para asociarse con el antiguo propietario del club, Kevin Mc Cabe.

El PIF, del que es presidente el príncipe heredero árabe-saudí Mohammed bin Salman- dueño de una fortuna calculada en 320.000 millones de euros-, adquirió el 80 por ciento de las acciones del Newcastle en una operación de alrededor de los 350 millones de euros, en tanto que el otro 20 por ciento se dividirá en partes iguales entre PCP Capital Partners, de la multimillonaria Amanda Staveley, y la empresa Reuben Brothers.

Lejos de los tiempos de uno de los máximos goleadores de la Premier League de todos los tiempos, Alan Shearer, el Newcastle sólo había logrado clasificarse una vez a los torneos europeos en los últimos catorce años y a diferencia de otras inversiones de su anterior dueño  en Disney (unos 900 millones), Live Nation y Carnival Cruiselines, la empresa que manejó el club hasta esta semana registró pérdidas por 30 millones de euros en 2020.

Sin embargo, aunque ya desde hacía varios meses que el PIF venía tratando de adquirir el paquete accionario de Newcastle, no había podido conseguirlo por trabas relacionadas con intereses económicos y geopolíticos, y ahora se enfrenta a otro problema, que no parece interesar demasiado a los hinchas, ilusionados con fichajes rimbombantes y títulos que cambien la historia de los últimos años: la relación entre Mohammed bin Salman y el asesinato del periodista Jamal Kashoggi, cuyo cadáver habría sido despedazado luego de que su último paso fuera por la embajada saudí en Estambul.

El Newcastle se sumaría a los clubes involucrados en lo que se describió como “doping financiero”, por el que Manchester City o el PSG reciben solapados fondos ilimitados por parte de los Estados vinculados con la administración de las empresas que controlan sus capitales, y que viene motivando quejas de distintas personalidades del ambiente del fútbol, como el titular de la Liga Española (LPF), Javier Tebas, o los dirigentes del Bayern Munich.

“La casa real está utilizando el poder blando del fútbol, que tiene un atractivo global para tratar de cambiar la narrativa en torno a Arabia Saudita” -explicó a “Foriegn Policy” Kristian Ulrischen, experta en asuntos del Golfo del Instituto Baker de la Rice University-. Ahora se habla del país por algo que no es Yemen, derechos humanos o Kashoggi” y confirmó el estrecho vínculo entre Riad y el fondo PIF, que, de hecho, “es la parte más significativa del Estado, porque es el medio que usa Mohammed bin Salman para implementar su visión y convertirla en realidad”.

En Inglaterra, la mayor referencia negativa de la operación de compra del Newcastle por parte de Mohammed bin Salman –conocido como MBS- pasa justamente por el asunto Kashoggi. “The Telegraph” afirmó que “ni Qatar ni los Emiratos han autorizado jamás el asesinato y el desmembramiento de un periodista”. “The Guardian” directamente calificó a Arabia Saudita como “Estado asesino” y al uso del deporte “como vehículo para el reciclaje internacional de la imagen”, mientras que “The Times” fue más pragmático y se preguntó por qué un equipo de fútbol debería estar sujeto a valores morales cuando el país al que pertenece “comercia armas con los sauditas por 10 mil millones de euros al año” y sostuvo que “es por eso que desde la política no hay una cruzada anti saudí ni desde los laboristas ni desde los tories, sino sólo pedidos genéricos de intervención de organismos independientes del mundo del fútbol, como una forma elegante de eludir el asunto”.

Según la Organizaciones de Naciones Unidas (ONU), Kashoggi –periodista opositor al régimen- fue asesinado por orden del reino wahabita. “En lugar de permitir a aquellos implicados en la violación de los derechos humanos entrar en el fútbol sólo porque tienen dinero, instamos a la Premier League a que cambie sus políticas de dueños y presidentes”, llegó a sostener Amnistía Internacional, que hizo referencia al “terrible historial” en la materia, por parte de Arabia Saudita.

El otro punto conflictivo de la compra del Newcastle por parte de los capitales árabes-saudíes es el del bloqueo que por meses llevó a cabo la compañía qatarí BeInSports Media Group, poseedora de los derechos de emisión de la Premier League inglesa en Oriente Medio, que llegó a enviarle a los otros diecinueve equipos del torneo y a su director ejecutivo, Richard Masters, una carta firmada por su director ejecutivo, Yousef Al-Obaidly, en la que explicaba la necesidad de evitar la operación al acusar a Arabia Saudita de dar sustento a una red de piratería que desviaba su señal de transmisión y que violaba un contrato por tres años con la Premier League por el que pagó 500 millones de dólares, el segundo más grande acuerdo internacional vinculado al torneo inglés.

Qatar y Arabia vienen protagonizando una disputa diplomática con momentos de mayor tensión política en Oriente Medio, aunque el pico fue en 2017 cuando Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EUA), secundados por Bahrein y Egipto, cortaron relaciones con Qatar, al que acusaban de financiar el terrorismo vinculado con el integrismo islamista, algo negado por la contraparte, que de todos modos sufrió un golpe económico y salió a buscar nuevos socios como Turquía o Irán, grandes adversarios del polo que acerca a Estados Unidos y el reino saudí. De hecho, Qatar llegó a presentar una queja de que Arabia Saudita  estaba bloqueando su participación en la organización Mundial de Comercio (OMC).

La operación de piratería en Arabia Saudita contra BeInSports se la conoció como “beoutQ” y para muchos investigadores independientes se trató de la más grande de la historia del deporte, porque englobó a los acontecimientos  de distintas disciplinas llevados a cabo en todo el mundo debido al poderío de la cadena, que es habitual compradora de derechos de transmisión.

Según esta operativa, que fue el motivo de queja de BeInSports a la Premier League para bloquear la compra del Newcastle, las transmisiones de la cadena qatarí habrían pasado a través de Arabsat, un operador satelital regional del que Arabia Saudita es la mayor inversora, y la imagen de cada acontecimiento deportivo llegaba con un logotipo con el lema “beoutQ”.

“¿Por qué esto es importante? El potencial comprador del Newcastle Unitred no sólo ha causado un gran daño a los ingresos comerciales de su club y de la Premier League sino que el legado del servicio ilegal continuará impactando en el futuro”, manifestó Al-Obaidly en el texto remitido a los clubes de la Premier League inglesa.

Según el “New York Times”, una investigación auspiciada por la FIFA, dos de sus confederaciones y un grupo de las principales ligas europeas, incluida la Premier League, concluyó “sin dudas” que Arabsat desempeñó un papel clave en la operación de piratería y los esfuerzos para litigar contra la operación fracasaron cuando las firmas de abogados en Arabia Saudita se negaron a representar a las organizaciones afectadas, que llegaron a intentar reclamar hasta por mil millones de euros.

No fue casual que la operación de la compra del Newscastle a Mike Ashley pudo concretarse apenas días después de que Arabia Saudita decidiera dejar de bloquear las transmisiones de BeInSports, aunque para esto fue fundamental la participación de Amanda Staveley, socia con el diez por ciento de las acciones junto con el PIF, el fondo soberano árabe saudí que tiene acciones en Disney, Facebook, British Petroleum (BP) y en el Bank of América.

Staveley ya había jugado un papel fundamental para que las familias reales de Qatar o Abu Dhabi invirtieran en Barclays, y su compañía, PCP Capital Partners, también había ayudado al jeque Mansour a comprar en su momento el Manchester City.

“El Newcastle es una joya fantástica que necesita pulirse “, viene afirmando Staveley desde hace cuatro años, cuando quedó cautivada al ir al Saint Jame’s Park a ver cómo el equipo local, dirigido por Rafa Benítez,. Empataba 1-1 ante el Liverpool. “Me enamoré locamente”, admitió.

En ese momento, ella y su esposo, Mehrdad Ghodoussi exploraban la idea de conformar un consorcio para comprar un club de fútbol. “Miramos al Liverpool pero no funcionó, pero luego de este partido en Saint Jame’s Park fui a ver a nuestros amigos de PIF y les dije que éste era el único club que debíamos adquirir”.

Nacida en Yorkshire hace 48 años, Staveley fue fundamental para acercar a qataríes, Premier League y árabes saudíes para que el pasado jueves por la tarde,  regresara a Tyneside y en los sofás de una lujosa suite en el hotel boutique  cinco estrellas “Jesmond Dene House”, se brindara por el acuerdo final junto con su colega Jamie Reuben (que se quedará con el otro diez por ciento), de 34 años y con una historia particular: sus abuelos iraquíes huyeron de Bagdad hacia la India en 1950 cuando se intensificó la persecución de judíos en el Medio Oriente. Ahora se convertirá en una figura clave en el Newcastle.

“El fútbol incluye a todos. Entiendo y aprecio todos los mensajes sobre derechos humanos y los tratamos con mucha seriedad –insiste Staveley-, pero no incorporaría socios al consorcio si no tuvieran un historial adecuado y el PIF es autónomo e independiente del gobierno saudí. Es el dueño del Newcastle, no del estado saudí”, aclaró, en medio de las dudas que genera otro club que pueda estar posiblemente ligado a solapados fondos estatales en la Premier League y rompa la competitividad en Inglaterra. Ya se habla de una inversión del PIF no sólo en fútbol sino cientos de millones de libras en proyectos de regeneración en todo el noreste londinense y como presidente no ejecutivo del club quedará Yasir Al-Rumayyan, administrador del PIF.

El PIF toma al Newcastle cuando se ubica en la anteúltima posición en la tabla de la Premier League, cuando hay tres descensos a la Championship (Segunda) aunque apenas se disputaron siete fechas y quedan treinta y una en juego y ya los medios especulan con fichajes de renombre para el próximo mercado invernal de diciembre.

“Estaremos en el mercado para traer jugadores de clase mundial, pero necesitamos la infraestructura adecuada, lo que significa campo de entrenamiento en condiciones, instalaciones médicas y hasta un poco más de amor para el estadio (con capacidad para 52.000 personas)”, advirtió la dirigente, que hasta dio a entender que se podría tirar abajo el actual campo de entrenamiento, al que calificó como “horrible”.

Staveley aclaró que el PIF “tiene una gran ambición, pero se trata de una inversión a largo plazo. Para llegar a la cima de la Premier League no sólo se necesitan grandes jugadores sino cimientos sólidos y tenemos que construirlos. Se necesitan divisiones inferiores fuertes. Nosotros queremos ver a muchos chicos locales con nuestra camiseta”.

La dirigente también busca tranquilizar el ambiente que ya habla de la salida del actual entrenador del equipo Steve Bruce, que a su vez pidió una oportunidad a los nuevos dueños, cuando el domingo llegará el Tottenham Hotspur al estadio de Saint Jame’s Park. Mientras tanto, no perdió el tiempo y ya ofreció el cargo de embajadores a dos estrellas históricas como Kevin Keegan y Alan Shearer, así como se comunicó por teléfono con el capitán del equipo, Jamaal Lascelles.

Staveley admite que aunque vaya a tener un asiento en el palco, no puede ver los partidos sentada y en cambio, tiene rituales como correr en la zona o saltar en determinadas situaciones en los partidos. “No sé cómo voy a reaccionar ahora –cuenta- y revela que “no puedo ver al Newcastle por televisión, me pongo muy nerviosa”.

Según un relevamiento, el 93 por ciento de los hinchas del Newcastle apoyan la operación, aunque las preguntas más complicadas que formulan giran en torno del historial en derechos humanos de Arabia Saudita o del lavado de dinero en el deporte (Sportwashing), pero aprueban la salida del anterior dueño del club, Mike Ashley, y de su compañía “Saint Jame’s Holdings Limited”.

Más allá de los hermanos Reuben o del imprescindible rol de Staveley, el rostro de la operación de la compra del paquete accionario del Newcastle es el del príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS), que maneja la fortuna de 320.000 millones de euros (once veces más que el jeque Mansour, del Manchester City)

Pero MBS también tiene una mancha en su trayectoria y es que un informe de inteligencia de los Estados Unidos lo implica en el asesinato de Khashooggi en 2018 cuando ingresó a la embajada saudí en Estambul para un trámite mientras su novia lo esperaba afuera pero nunca más salió y su cuerpo no volvió a aparecer. La BBC dice que el reporte del presidente Joe Biden sostiene que el príncipe aprobó un plan “para capturarlo o matarlo”. La hipótesis apunta a que fue descuartizado vivo dentro de la dependencia saudita.

De hecho, la viuda de Khashoggi, Hatice Cengiz, condenó la venta del Newcastle cuando apareció la primera versión de la posible operación en abril de 2020, luego postergada hasta la semana pasada. “Arruinaría la buena reputación de la Premier League, ya que esta adquisición repararía la posición de las autoridades saudíes en el panorama internacional”, sostuvo en una carta enviada a la entidad que organiza el torneo inglés.

MBS asumió el poder en Arabia Saudita en junio de 2017 y fue aclamado por un sector como un posible reformador. De 36 años, fue tomando el control del poder debido al mal estado de salud de su padre, Salman, de 84 años, y es conocido por gastar fortunas y darse todo tipo de lujos.

En 2015 compró el Chateau Louis XIV en las afueras de París, la vivienda más cara del planeta (230 millones de euros), un castillo que cuenta con tres piletas, 30 habitaciones, un spa, cine, discoteca, dos viñedos y el único acuario subterráneo privado de Europa.

También adquirió el cuarto yate más caro del mundo, al que rebautizó como “Serene”, y por el que pagó 485 millones de euros y cuenta con 133 metros de eslora y dispone de pileta, teatro, rocódromo, helipuerto y hasta un garaje en el que puede guardar hasta un submarino.

Pero su mayor ostentación es el cuadro más caro de la historia, desde que en 2017 adquirió el “Salvatore Mundi”, de Leonardo Da Vinci, por 389 millones de euros y lo trasladó al yate.

Se le atribuye, entre sus muchos excesos, una fiesta sin límite en una isla privada en Maldivas en 2015 a la que habría trasladado a 150 mujeres procedentes de Brasil y Rusia a las que previamente sometió a un examen médico para descartar enfermedades de transmisión sexual, y para la que contrató artistas como el rapero Pitbull, el DJ Afrojacko o al famoso Psy (Gangnam Style), mientras que pagó 5mil dólares extra a los trescientos empleados del “Velaa Private Island” para sellar un silencio que no se concretó.

Quien investigó a fondo a MBS es el periodista Ben Hubbart en su minucioso libro “El ascenso al poder de Mohammed bin Salman” en el que aparecen escalofriantes detalles, como el arresto en Riad de altos miembros de la familia real, parientes cercanos suyos como un tío y un primo, Mohammed bin Nayef, el anterior príncipe heredero y favorito de Estados Unidos y de Reino Unido por su papel como jefe antiterrorista tras el 11 de septiembre de 2001 y a quien reemplazó en 2017.

Es el sexto hijo del rey Salman y siempre se diferenció  de los miembros más sofisticados de la dinastía Al Saud: no había servido en el ejército, su inglés era pobre y se educó solo. Hubbart –que lee y habla el idioma árabe y trabaja en el New York Times- da cuenta en el libro de su estilo maquiavélico y de sus grandes ambiciones, como por ejemplo la guerra continua lanzada en Yemen cuando era ministro de Defensa, el secuestro y la renuncia forzada del primer ministro libanés Saad Hariri y la anunciada “Visión 2030” para la transformación de la economía saudita muy dependiente del petróleo o permitir que las mujeres conduzcan por primera vez.

Hubbart realizó decenas de entrevistas para su libro y así pudo reconstruir la detención en el hotel Ritz Carlton en Riad de 350príncipes y empresarios pero ni siquiera el entorno lujoso habría podido impedir la intimidación o la tortura. MBS lo calificó como una batalla contra la corrupción y fue respaldado en Twitter por el ex presidente de los Estados Unidos Donald Trump. En esa redada “consiguió”  86.000 millones de euros para su causa.

En otro capítulo del libro, Hubbart describe con precisión la gira de tres semanas de MBS por los Estados Unidos en 2018 en la que se codeó con ejecutivos de Silicon Valley, incluido el titular de Amazon, Jeff Bezos (hasta hubo acusaciones de que el teléfono del magnate de las comunicaciones había sido pirateado) y de hecho, Saud A-Qahtani, el jefe de gabinete del príncipe heredero y considerado jefe del siniestro grupo de “intervención rápida”, es sindicado como el autor intelectual de una campaña de vigilancia digital. Según el periodista estadounidense, MBS puede ser socialmente liberal pero opera sobre una base autocrática.

A la espera de lo que pueda ocurrir a partir de ahora en la Premier League, los clubes ingleses, con temor a que se infle el mercado de pases y salarios, convocaron a una reunión de emergencia para la semana próxima para considerar los pasos a seguir, con la idea de que la marca del torneo fue dañada con esta operación.

Los clubes recibieron la comunicación de la compra del Newcastle por el consorcio árabe saudita PIF el pasado jueves a las 17,18, cuando les llegó un texto por correo electrónico que decía que el acuerdo estaba cerrado y que la Premier League recibía “garantías legalmente vinculantes de que el Reino Unido de Arabia Saudita no controlará el Newcastle United”.

La compra del Newcastle también provocó reacciones políticas. El partido laborista, si bien argumenta que el acuerdo “molestará a muchos fanáticos”, no pidió que se detenga, y en cambio, exige un nuevo sistema de regulación “lo antes posible” probablemente basado en la actual revisión de la gobernanza del fútbol a cargo de la ex ministra de Deportes Tracey Crouch.

Pero Downing Street y el Departamento de Cultura, Medios y Deportes del gobierno de Boris Johnson mantuvieron un enfoque deliberadamente no intervencionista e insisten en que en todo caso, es un asunto de la Premier League y que dado que el Reino Unido comercia con Arabia Saudita, sería anómalo prohibir la compra de un paquete accionario de un club de fútbol.

Mientras los hinchas de las “Urracas” esperan ilusionados un cambio de rumbo y la prensa especula con las estrellas que vendrán en los mercados que vienen, ya se habla del próximo 18 de diciembre, cuando el nuevo Newcastle se enfrente al Manchester City, en lo que se avecina como un futuro choque de potencias.

“¿No vendría mal un Montevideo City Newcastle, no?”, se preguntó en estas horas en Twitter el experimentado periodista uruguayo Jorge Savia, jugando con el futuro acerca de la chance de que en el fútbol de su país haya otro equipo que forme parte de un grupo internacional, como el de Montevideo City Torque, fundado en 2007 y ya una década después se convirtió en sociedad anónima y fue adquirido por el City Group, que también cuenta con el New York City, el Melbourne City, el Girona FC y el Yokohama Marinos de Japón.

 

 

 

 


viernes, 8 de octubre de 2021

Carlos Muguruza, el dueño del restaurante argentino “Volver” que es furor en París, atrae a todo el ambiente del fútbol y que también representa a la peña de Boca en Francia (Infobae)


 

En la década de los ochenta, Carlos Muguruza era un veinteañero que daba clases de tenis en Lomas de Zamora y se encontró con una encrucijada: su novia, bailarina del Teatro Colón, se fue contratada para bailar en la Ópera de París. Lo que iba a ser un viaje de acompañamiento se transformó en un ultimátum luego de meses de distanciamiento, y decidió instalarse en la capital francesa. Años más tarde, luego de pasar por distintos trabajos y gracias a su conocimiento del ambiente del fútbol ya desde su juventud en la Argentina, pudo comenzar con un chiringuito en la zona de la Bastilla, para estar a cargo ahora del restaurante que es furor en París y al que asisten jugadores, directores técnicos e hinchas, además de funcionar como sede de la peña de Boca Juniors, del que se dice fanático.

- ¿Cómo comenzó todo?

- A mis veinte años, yo daba clases de tenis y jugaba también, pero no a un nivel para ser profesional. Mi novia de entonces (la que luego fue mi esposa) era bailarina del Teatro Colón y le salió la posibilidad de ir a bailar a la Ópera de París y con eso, la chance de irme con ella para acompañarla. Una vez allí, ya me fue bien porque me fui con dos tarjetas de recomendación que me dio Osvaldo Piazza –el padrino de mi hijo-, aquel formidable defensor que fue baluarte en el Saint Etienne que llegó a la final de la Copa de Europa ante el Bayern Munich de Franz Beckenbauer, Gerd Müller y Sepp Maier, y que ya había regresado a la Argentina y dirigía en ese entonces a Almirante Brown. Una de esas tarjetas era la de Bernard Caiazzo, que hoy es presidente del club, y con el que luego desarrollamos una amistad, al punto de que fue testigo de mi casamiento.

- O sea que usted, dando clase de tenis y con una novia bailarina, conocía  gente del mundo del fútbol…

- Sí, yo siempre estuve cerca de la gente del fútbol, más allá de que mis amigos tenistas que se iban a jugar a Europa por dinero me decían que me fuera a París. Yo era de Lomas de Zamora, vivía cerca de donde está Los Andes y me hice amigo de Pedro Marchetta, que dirigió a ese equipo, y a través de él, de Alfio “Coco” Basile así que conozco bien a toda la banda que se reúne siempre en el restaurante “La Raya” en Buenos Aires, al “Bambino” Veira, a todos. Marchetta me decía que no me fuera del país, que me quedara, porque mi novia se fue más temprano y estuve cuatro meses solo en la Argentina, pero al final me terminé yendo porque me dieron el “ultimátum” (risas).

- ¿Y fue duro al principio?

- No, a mí me fue bien, fui ejecutivo de una empresa de fotocopiadoras, después puse un chiringuito en la zona de la Bastilla, pero siempre vinculado al mundo del fútbol, y ya luego pensé en abrir un restaurante con idiosincrasia argentina y en 2010 junto a mi socio, Enrique, monté “Volver” en la 18 Rue Delphine, en el que todo es argentino, somos cultores de la marca país, con cerveza, vinos, carne y hasta personal argentino, y por suerte tenemos siempre mucha gente del fútbol, rugby, polo, tenis, artistas. Es un lugar de encuentro de los argentinos y a veces cerramos la calle que da al Pont Neuf, como en ocasión de los Mundiales o cuando festejamos la última Copa América o cuando se produjo la llegada de Lionel Messi al PSG.

- Así que se fue corriendo la voz de que en París hay un restaurante argentino y futbolero.

- Así es, todo comenzó con el uruguayo Diego Lugano, que fue quien empezó a venir, luego siguió Javier Pastore, que fue el primer gran fichaje del PSG desde que lo compró el grupo qatarí. Enseguida se sumó el “Pocho” Ezequiel Lavezzi –al que le encanta París-, y ya luego comenzó a frecuentar el grupo de jugadores del equipo que componían el brasileño Maxwell, Zlatan Ibrahimovic, Thiago Silva, Claude Makelele, el arquero Xirigu.

- ¿Y los jugadores del actual PSG?

- Viene una banda: Kyllian Mbappe, los brasileños, el vasco Ander Herrera, Keylor Navas, Mauro Icardi, Leandro Paredes, Ángel Di María y espero que una vez que se recupere de la rodilla venga Sergio Ramos. Son gente muy agradable. Vienen con sus esposas y hablamos pero yo trato de molestarlos lo menos posible. Por ejemplo, a Icardi y a Navas les gustan los caballos. Ellos no beben, se cuidan, pero se divierten, lo pasan muy bien.

- No debe ser fácil tenerlos en el restaurante. ¿Cómo hace con la seguridad?

- Cuando ellos vienen, van al salón de arriba, que lo cierro para que estén cómodos. Me toca hacer de policía para que nadie los moleste (risas). Me ocupo de que puedan estacionar bien los coches. Hay que tratar de desestresarlos.

- Entonces me imagino que sabe que llega la pregunta clave…

- (risas) sí, cuándo viene Leo Messi a comer al restaurante…

- Así es. Acertó.

- Y sí, es la pregunta de todos. Pero hay que esperar que se adapte bien a la ciudad y ya va a venir. No es fácil ahora porque a donde va, se llena de gente y no puede desplazarse tranquilo. Él llegó al PSG en agosto, que es un mes de vacaciones. Yo ni siquiera estaba en París cuando él vino. Pero ya hablé con los muchachos de la Selección que juegan en el PSG para festejar todos la Copa América, ya les dije que los quiero agasajar, y si es con Messi, mucho mejor. Claro que ese día cerraré el restaurante para ellos. La gente no se tiene que enterar.

- En el restaurante también se puede ver los partidos de la selección argentina.

- Sí, de hecho, para el partido contra Paraguay vino Juampi Sorín, que andaba por acá y fue jugador del PSG. Y todavía no vino Mauricio Pochettino ni su cuerpo técnico, que es todo “argento” con el agregado del español Jesús Pérez. Yo conozco a Pochettino de 2003/04 cuando era jugador del PSG. También vienen muchos hinchas del PSG a ver partidos acá, cuando no asisten a los partidos en el estadio, por el ambientazo que se forma.

- ¿Y Carlos Bianchi?

- Bueno, a Carlos lo conozco desde hace muchos años, no de ahora, a través de su amigo Piazza, de cuando dirigía al Stade de Reims, antes de volver a la Argentina para dirigir a Vélez y a Boca. Tenemos amigos en común. Él no es muy salidor, pero cada tanto, viene. Además, está ligado a Boca como yo, que soy súper fanático y acá también se reúne la peña oficial de Boca, reconocida por el club.

- ¿Vienen a ver los partidos?

- Sí, son setenta miembros reconocidos y también se acercan muchos franceses por lo que significa Boca en el mundo. Vemos los partidos acá y cuando se hace muy tarde por la diferencia horaria, nos vamos a un bar con el que tenemos un acuerdo y se llevan los bombos y todo hacia allá y vamos a cualquier hora. En el restaurante hay colgado un cuadro con una camiseta firmada por Juan Román Riquelme que es previa a que asumiera en la conducción actual. Mis dos hijos varones son enfermos hinchas de Boca, aunque a mi hija no le interesa el fútbol.

- ¿Nota un cambio en el restaurante desde la llegada de Messi?

- Lo que se nota es que hay un furor especial que fue en ascenso desde que los qataríes compraron el PSG en 2011. El club evolucionó un montón con todas las contrataciones y una de ellas fue el uruguayo Edinson Cavani, que estuvo muy pero muy cerca de ir a Boca en el verano pasado. La gente no sabe lo cerca que estuvo, pero arregló con el Manchester United. Él es un crack y una persona a la que quiero mucho y seguiré insistiéndole para que vaya a Boca y se trepe a los alambrados a gritar los goles como hacía Sergio “Manteca” Martínez. Pero volviendo al PSG, ¿cómo no va a ver un estado de excitación cuando tiene en sus filas a tres de los mejores cuatro jugadores del mundo? El único que le falta es Cristiano Ronaldo.

- Su restaurante se llama “Volver”. ¿Suele volver a la Argentina?

- Sí, voy siempre para las fiestas de fin de año, para Navidad. Tengo un departamento en el barrio “Las Cañitas” en Buenos Aires y luego suelo irme de vacaciones unos días a Punta del Este, donde me cargo de energía con mis amigos uruguayos, aunque últimamente estuve impedido de hacerlo por la pandemia.

 

 

 


viernes, 1 de octubre de 2021

En la competencia de clubes, Brasil domina en Sudamérica (Jornada)


 

 

Flamengo fue el campeón de la Copa Libertadores de América en 2019, Palmeiras lo sucedió en 2020, y ahora se enfrentarán en noviembre, en el estadio Centenario de Montevideo, para dirimir quién se lleva el título de esta temporada.  Por la otra competencia continental, Bragantino y Atlético Paranaense definirán en la misma sede, una semana antes, cuál de ellos se queda con la Copa Sudamericana.

No sólo Sudamérica tendrá en 2021 a los dos campeones brasileños, sino que los dos ganadores de las copas se enfrentarán en 2022 para determinar quién se queda con la Recopa sudamericana, que entonces también quedará en manos de Brasil. Y en 2020, los dos finalistas de la Copa Libertadores, en el Maracaná, fueron Palmeiras y Santos, dos paulistas en tierras cariocas.

Si tomamos en cuenta el desarrollo de las dos copas continentales de este año, cinco de los ocho semifinalistas fueron brasileños. El quinto es Atlético Mineiro, la tercera economía de clubes de su país, detrás de Flamengo y Palmeiras. Si el fútbol dentro de la cancha es “la dinámica de lo impensado”, como sostenía hace medio siglo el periodista Dante Panzeri, fuera de ella parece cada vez más un producto de la lógica pura.

Si entre la primera edición de la Copa Libertadores en 1960 y 1991, los equipos brasileños ganaron 5 veces contra 15 de los argentinos y 8 de los uruguayos, desde 1992 a la actualidad la situación se invirtió y los brasileños ganaron 16 veces contra 10 de los argentinos y ninguna de los uruguayos.

Eso no es todo: debido a los cupos por haber ganado los títulos de este año, habrá quince clubes brasileños en las competencias sudamericanas de 2022, sobre veinte que disputan el mayor torneo local de este país, el Brasileirao, un verdadero campeonato federal, estable, con equipos fuertes y de enorme tradición, que cobran en su conjunto 275 millones de dólares de derechos televisivos, contra 45 de los argentinos, que tienen una liga inestable que cambia las reglas cada semestre y que suman veintiséis clubes. Esto significa que con seis clubes más que los brasileños, los argentinos cobran seis veces menos.

Esos quince clubes brasileños que participarán en los torneos continentales en 2022 se dividirán en los nueve de la Copa Libertadores (cinco directos, dos en fase preliminar más los campeones de las Copas Libertadores y Sudamericana), y los seis de la Sudamericana.

Las explicaciones acerca de este notable dominio brasileño en Sudamérica, que logró atraer de regreso a muchos cracks que se fueron al fútbol europeo (Diego Costa, el ex delantero del Atlético Madrid y el Chelsea, cobrará doscientos cincuenta mil dólares mensuales en Atlético Mineiro para ser compañero de ataque de Hulk, ex mundialista con la selección brasileña y con una larga trayectoria en el Viejo Continente), y que cuenta con muchos de los mejores jugadores de todo el continente, pasan por varios puntos.

Uno de ellos es la situación económica de Brasil, que si bien es cierto que es complicada, no tiene los niveles de inflación de la Argentina y permite no sólo una mayor planificación dirigencial sino que tampoco se diluye el dinero en moneda local (el real) que perciben los clubes. No es casualidad que para el sitio web especializado en negocios y fútbol “Transfermarkt”, la liga brasileña está cotizada en 1100 millones de euros y la argentina, en 770, cuando hace una década la relación era la inversa.

Otro hecho para destacar es que en Brasil la ley permite que los clubes se abran al manejo del capital privado, lo que permitió una fuerte inyección de dinero, aunque este es un tema de cuidado porque allí ya tienen experiencias como las de Parmalat en Palmeiras (la empresa sacó partido para promocionarse usando al club y luego se retiró) o la del grupo Berezovsky en el Corinthians, cuya consecuencia fue el descenso a la Segunda categoría en 2007.

Si a esto se le suman los fuertes ingresos por TV, o el caso del Flamengo, que tiene su propio canal, “Fla TV”, con más de 1,5 millones de abonados, o lo que perciben como premios los que ganan los torneos continentales o la Copa do Brasil, la diferencia con el resto de las economías de los clubes de los demás países es demasiado grande y abre una brecha tal vez como nunca antes había ocurrido.

El tercer motivo, aunque indirecto, es la salida desde 2017 de los equipos mexicanos, que jugaban como invitados (por pertenecer a la CONCACAF, la Confederación del Norte,. Centro y el Caribe de Fútbol), que acaso hoy serían de los pocos, junto con los argentinos, que podrían generar algún tipo de competencia mayor por la tradición futbolística y la situación económica del país.

Por fin, la ecuación les termina de cerrar a los clubes brasileños porque sus torneos y su tradición de fábrica de cracks son tan fuertes, que logran vender por auténticas fortunas a sus jóvenes valores, en muchos casos por el doble que los argentinos y con las ventas de Gabriel Jesús (Manchester City), Vinicius Junior y Rodrygo (Real Madrid), Neymar (Barcelona), Oscar (Chelsea), Richarlison (watford), Arthur (Barcelona) o Gerson (Olympique de Marsella), por poner algunos ejemplos, luego consiguen, por muchísimo menos, adquirir a jugadores argentinos como Ignacio Fernández, Matías Zaracho, Gabriel Mercado o Víctor Cuesta, paraguayos como Gustavo Gómez o Mathías Villasanti, chilenos como Mauricio Isla o Eduardo Vargas, colombianos como Miguel Borja, uruguayos como Giorgian de Arrascaeta o Joaquín Piquerez – a quien Palmeiras contrató luego de vender a su compatriota Mat´ías Viña a la Roma por 13 millones de euros-, venezolanos como Jefferson Soteldo o Jefferson Savarino o peruanos como Paolo Guerrero.

En este contexto, alcanzarlos parece complicado al menos para los argentinos, mientras las estructuras económicas y futbolísticas sean las actuales, y menos aún para los uruguayos, que no consiguen ganar una Copa desde que Nacional la obtuviera en el ya lejano 1988.

Por si fuera poco, de ganar Palmeiras la próxima Copa Libertadores, será la tercera consecutiva que gane un director técnico portugués, porque ya Abel Ferreira la había conseguido en 2020 y Jorge Jesús fue el primero en ganarla en 2019, para Flamengo.

Si la selección argentina consiguió quitarse de encima una pesada mochila de 28 años sin títulos al vencer a Brasil en la final de la Copa América del Maracaná, los clubes viven una situación completamente diferente si tenemos en cuenta que cada semana pueden ver cómo David Luiz marca a Diego Costa, o los remates potentes y la clase de Hulk o Fred, las proyecciones como lateral de Felipe Luis, los goles de Gabriel Barbosa, o las atajadas de Diego Alves y seguramente continuarán degustando la calidad de Daniel Alves, el jugador con más títulos en la historia (42) que se tomó unos meses de descanso tras pasar por el San Pablo, para meditar dónde continuar en 2022, cuando cumplirá 39 años.

 


jueves, 30 de septiembre de 2021

Las grandes estrellas del fútbol brasileño (Infobae)


 

El fútbol brasileño repetirá este año una final de Copa Libertadores con dos equipos propios –Palmeiras y Flamengo- al igual que en la Copa Sudamericana –Red Bull Bragantino y Atlético Paranaense- en una total demostración de poderío que le viene permitiendo contar con figuras de excelencia, muchas de ellas de regreso de Europa y otras, de las principales ligas de sus países vecinos.

Flamengo fue campeón de la Copa Libertadores de América en 2019, Palmeiras se consagró en 2020, y ahora ambos jugarán la final en el estadio Centenario de Montevideo el próximo 26 de noviembre. Según uno de los sitios ligados al marketing y al fútbol, Flamengo tiene el plantel más cotizado del país por valor de 147 millones de dólares, seguido por el Palmeiras con 143, y por Atlético Mineiro, con 98 millones. Los tres semifinalistas brasileños de la actual competencia continental fueron estos tres, a los que se sumó el Barcelona de Ecuador.

Si el valor total de los equipos brasileños ronda los 1100 millones de dólares –según estimaciones del sitio web “Transfermarkt”-, la totalidad del fútbol argentino tiene un valor estimado en 770 millones (River es el que más cotiza con 103), es decir que con seis equipos más en su torneo de Primera que el Brasileirao (26 contra 20), el fútbol nacional gana 330 millones de dólares menos y ni hablar de la liga colombiana, tasada en 243 millones para 20 clubes (Junior de Barranquilla es el más caro con 23 millones),  la chilena vale 164 para 17 equipos (la Universidad Católica vale 20 millones) y la ecuatoriana se cotiza en 158 para 16 clubes (Independiente del Valle es el más alto del país con 18).

Si por ganar la Copa Libertadores de 2016, Atlético Nacional de Medellín se llevó 7,75 millones de dólares en premios, cuatro años más tarde, el Palmeiras embolsó 22,5 millones, lo que sumado a otros ingresos, le permitió reforzar su plantel, y mientras que el fútbol argentino recibe poco menos de 45 millones de dólares anuales (tomando el valor del dólar oficial) por los derechos de TV (sumando nacionales e internacionales), el brasileño recibe 275 millones, casi siete veces más. Sólo Flamengo recibió este año 55 millones de dólares por su canal temático “Fla TV” y tiene un banco digital con 1,5 millones de clientes, que le permitieron gastar cerca de 200 millones de dólares con los que pudo traer a varios jugadores de pasado europeo.

Si bien es cierto que el PBI de Brasil, un país con 211 millones de habitantes, es de 1430 millones de dólares contra 388 millones de Argentina, también es cierto que en 2010, la liga argentina era la más cotizada en Sudamérica con un valor de 845 millones de dólares contra los 424 millones de Brasil, es decir que la liga argentina, que hoy se cotiza a 770 millones,  fue decayendo mientras la brasileña (hoy en 1100 millones) tuvo un enorme crecimiento. De hecho, en la última década, los clubes brasileños gastaron 800 millones de dólares en contrataciones y los argentinos, 400.

Entre los analistas hay una coincidencia casi total en que hay varios factores que influyeron en esta realidad: la estabilidad del gran torneo brasileño, el Brasileirao, de carácter federal y con equipos fuertes, que además abrieron su economía a capitales privados (lo que también en otro tiempo les ocasionó graves consecuencias, como los casos de Palmeiras con “Parmalat” o Corinthians con el grupo Berezovsky, que trajo como consecuencia el descenso de 2007),  el dinero de la TV, una situación económica de menos sobresaltos con la inflación, el círculo virtuoso de los premios ganados por los títulos continentales, y la gran posibilidad de transferencias al exterior por grandes sumas.

El fútbol brasileño se dio el lujo de que un club como el Flamengo llegara a pagar más de 20 millones de dólares por el pase de Gabriel Barbosa (Gabigol), porque también logra transferir, siendo muy jóvenes, a jugadores como Neymar (Barcelona) en 88 millones, Lucas Mouta (PSG) en 40, Lucas Paquetá (Milan) en 38, Gabriel Jesús (Manchester City) en 32, Oscar (Chelsea) en 32, Arthur (Barcelona) en 31 o Gabigol (Inter, desde el Santos) en 29,5.

De los 30 equipos sudamericanos que más futbolistas vendieron en la última década, 13 de ellos fueron brasileños y seis de ellos, entre los diez primeros y7 de los 10 planteles más caros de los equipos participantes en esta Copa Libertadores fueron de Brasil contra 3 de la Argentina (River, Boca y Vélez), lo que también marca el desnivel con el resto de las ligas sudamericanas.

Esto ayudó para que los clubes brasileños también se nutrieran de los mejores jugadores de Sudamérica. Palmeiras consiguió contratar al lateral uruguayo Joaquín Piqueres, de Peñarol, por 3.200.000 euros, pero antes había  transferido a otro uruguayo, Matías Viña, a la Roma y por 13 millones, y si pudo atraer al delantero Luiz Adriano (ex Shakthar Donetsk, Milan y Spartak de Moscú) es porque antes vendió al colombiano Miguel Borja a Gremio por 1.500.000 dólares, lo mismo que pagó por recuperar a Matheus Fernandes desde el Barcelona (estuvo a préstamo en el Valladolid), así como logró el retorno del delantero Deyverson tras su paso por Portugal, Alemania y España.  En la defensa, desde hace unos años uno de sus símbolos es el paraguayo Gustavo Gómez, capitán de la selección paraguaya, pero el líder natural es el experimentado volante Felipe Melo, que regresó en 2017 tras jugar en España, Italia y Turquía.

Flamengo, por su parte, consiguió atraer al experimentado arquero Diego Alves (de larga trayectoria en el Valencia), al marcador central David Luiz (libre del Arsenal, y que pasara por el Benfica y el Chelsea), al lateral izquierdo Felipe Luis (ex Atlético Madrid y Chelsea), A Andreas Pereira (a préstamo por un millón de euros desde el Manchester United), a Kennedy (a préstamo del Chelsea por 500.000 euros)  o a Diego Ribas (de largo recorrido por España y Alemania), y tiene en sus filas a “Gabigol”, Gabriel Barbosa, que es el jugador de más valor en el fútbol local, cotizado en 26 millones de euros.

Claro que para eso, el equipo más popular de Río de Janeiro, y con la hinchada más grande del mundo (unos 40 millones de hinchas), se desprendió del volante Gerson, que fue a jugar al Olympique de Marsella de Jorge Sampaoli, en 25 millones de euros, y que había regresado de Italia (jugó en la Fiorentina, a préstamo de la Roma) en 12 millones.  Antes también habías regresado de Europa el lateral Rafinha, tras muchos años en la Bundesliga, y en condición de libre, pero volvió a marcharse al Olimpiakos de Grecia.

 

 

Todo esto no hizo más que derivar en la actualidad, en la que por segundo año consecutivo, Brasil tendrá dos equipos en la final de la Copa Libertadores (en 2020 fueron Palmeiras y Santos), pero además, otros dos en la definición de la Copa Sudamericana, por lo que tendrá a los dos campeones de las competencias y se aseguró que también uno de sus clubes se llevará la Recopa sudamericana y por si fuera poco, nueve plazas en la próxima edición de la Copa Libertadores: las cinco plazas habituales para la fase de grupos, dos para la fase 2 preliminar, y dos para los campeones de las copas continentales de este año, en lo que será ya una presencia abrumadora, con casi la mitad de los equipos participantes en el Brasileirao.

Un doblete como el de que un  mismo país tenga a los dos campeones continentales no ocurría desde 2015, cuando San Lorenzo fue campeón de la Copa Libertadores y River, de la Sudamericana y los millonarios se quedaron con el trofeo.

El dominio de los equipos brasileños en la Copa Libertadores queda evidenciado con datos históricos. Hasta 1991, tras las primeras 32 ediciones, habían ganado apenas 5 títulos contra 15 de la Argentina y 8 de Uruguay. Desde 1992 hasta ahora, se llevaron 16 títulos contra 10 de Argentina y ninguno de Uruguay.

Para poder contratar jugadores, el Flamengo primero logró transferir por grandes sumas a jugadores como Vinicius Junior al Real Madrid en 45 millones de dólares, a Lucas Paquetá al Milan en 38, a Renier al Real Madrid (está a préstamo en el Borussia Dortmund) por 30, con lo que consiguió 113 millones de euros.

Todos esos factores hicieron que fuera posible terminar de generar un plantel repleto de estrellas en el que la mayoría de sus jugadores pasó por el fútbol europeo, aunque también cuenta con sudamericanos de peso como el lateral de la selección chilena Mauricio Isla o el armador uruguayo Georgian de Arrascaeta.

El Atlético Mineiro, eliminado ajustadamente en semifinales por el Palmeiras, es otro de los clubes que más invirtió en jugadores, generando el retorno desde Europa de figuras como Hulk o Diego Costa (que acaba de llegar por 350.000 dólares mensuales en condición de libre) pero también consiguió a los laterales Guilherme Arana (Sevilla) y Mariano (Galatasaray), y completan los argentinos Matías Zaracho e Ignacio Fernández, el paraguayo ex Boca Junior Alonso, el chileno Eduardo Vargas y el ecuatoriano Alan Franco.

Con este nivel de contrataciones, los demás equipos no se han quedado atrás y así es que por ejemplo Gremio de Porto Alegre contrató al delantero de Tolima Jaminton Campaz en 3.800.000 euros, al volante paraguayo Mathias Villasanti (cerro porteño) en 2.800.000, al delantero ex Bayern Munich y Juventus, Douglas Costa. Y al experimentado Rafinha, de largo paso por la Bundesliga, entre otros.

El Inter, su rival de ciudad, para no ser menos, se hizo de los pases de Taison (tras más de una década en Ucrania), el argentino Gabriel Mercado (libre de Al Sadd de Qatar), y ya contaba con los argentinos Leandro Fernández y Víctor Cuesta y con el delantero peruano Paolo Guerrero, aunque se desprendió de su atacante Thiago Galhardo, a préstamo al Celta de Vico, y del lateral Vinicius Tobías, al Shakthar Donetsk, en 6 millones de euros.

Mientras Corinthians consiguió el regreso de Willian, libre del Arsenal, Daniel Alves, el jugador con más títulos en el mundo y reciente ganador de la medalla dorada olímpica, se tomará unos meses para decidir dónde jugar en 2022 luego de quedar libre del San Pablo, que contrató a Jonathan Calleri y hace meses, al experimentado zaguero Miranda, ex Inter y Atlético Madrid.

En el actual Brasileirao participan 76 jugadores extranjeros que representan el 11,6 por ciento del total de 656 jugadores.

 

 

 


miércoles, 29 de septiembre de 2021

Enzo Ferrero, el gran “wing” de aquel Boca de los setenta que pudo jugar dos Mundiales, su sueño de jugar en la Juventus y su participación en una película que ganó un Oscar (Infobae)


 

- Usted era considerado uno de los mejores extremos en los años setenta…

- Sí, i historia en el fútbol es muy bonita. Mi debut en la Primera de Boca se produjo muy pronto, tuve mucha suerte. Yo fui un producto de “La Candela”, donde se formaban las divisiones inferiores. Llegué muy chico, a los once o doce años y después ascendí a la Primera en una especie de dupla con Osvaldo Potente y con mi gran amigo Roberto Mouzo. Solemos coincidir en un gripo de Facebook en el que rememoramos viejos tiempos y hablamos de los asuntos actuales de Boca.

- En una reciente entrevista, Carlos María García Cambón dijo que Potente fue el mejor jugador que vio en su vida. ¿Era tan así?

- Osvaldo fue un jugador de un talento tremendo, tenía ojos en la nuca. “El Cabezón” veía el fútbol de otra manera, tenía una tremenda facilidad para jugar. De García Cambón de acuerdo siempre su debut en un Superclásico en el que metió cuatro goles y en la Bombonera. Le ganamos a River 5-2 y yo metí el otro gol.

- Ese equipo jugaba un fútbol muy agradable pero nunca salió campeón. ¿Por qué cree que pasó?

- El fútbol que generamos fue espectacular, incluso tuvimos una racha de muchos partidos sin perder. A mí me tocó debutar en 1970 en un equipo que fue campeón del Nacional de ese año pero después, otros títulos no llegaron aunque estuvimos varias veces cerca. A mí me aconsejaban mucho grandes estrellas de Boca como Silvio Marzolini, Antonio Rattín, el peruano Julio Meléndez o Ángel Rojas. Creo que nos faltó suerte, Incluso tuvimos a un gran goleador como Hugo Curioni, Raóm Ponce y yo éramos los dos punteros,  Potente de diez, una gran defensa. Era un equipo muy completo.

- Se recuerda mucho un gol de taco que usted le hizo a Huracán en Mar del Plata. Una especie de escorpión…

- Sí fue en el torneo de verano y en el estadio San Martín, tirado hacia adelante y como llegué antes que la pelota, le di de taco entrando en diagonal, y la pelota se elevó y se le metió al arquero por arriba. Fue por simple recurso y terminó siendo uno de los goles más recordados y seguro que uno de los mejores que hice en mi vida.

- Era una época en la que abundaban los extremos.

- Así es, había grandes “wines” como Santiago Santamaría en Newell’s Old Boys, que podía jugar por los dos costados, estaba Ponca, compañero mío en Boca, o también Oscar Ortiz, que era un jugadorazo y fue campeón mundial en 1978.

- Usted formó parte de la primera selección argentina de César Luis Menotti en 1974, pero no pudo jugar ningún Mundial, ¿por qué?

- Sí, yo formé parte de aquella selección argentina que empató 1-1 contra España el 12 de octubre de 1974 en el Monumental y que fue el inicio de su ciclo, pero ya había estado en otros equipos anteriores, como por ejemplo en la Minicopa de 1972, que se organizó por los 150 años de la independencia de Brasil  y en la que salimos terceros. Aquel equipo brasileño, con Pelé y en México 1970, creo que fue el mejor de todos los tiempos. Tambén tuve a varios compañeros que luego fueron campeones del mundo en 1978 en el torneo de Cannes de 1972, que ganamos. No estuve en el Mundial 1978 aunque Menotti me quería, porque en aquellos tiempos sólo uno o dos jugadores podían venir desde afuera, no era como ahora. Los únicos que más o menos formábamos parte éramos Mario Kempes, que estaba en el Valencia, o yo, que jugaba en el Sporting de Gijón. Luego pude estar para España 1982, e incluso formé parte de algunos partidos de ese segundo ciclo, pero hubo un problema con una cláusula de mi contrato, que decía que el club podía no cederme a la Selección hasta que terminara la temporada en mayo si me necesitaba, y César quería concentrar a los jugadores desde mucho antes.

- Entonces que estuvo bien cerca de jugar el Mundial 1982.

- Así es, incluso Menotti fue uno de los mejores directores técnicos que tuve, pero fue un problema de tiempos y de necesidades. Hoy todo cambió y los clubes están obligados a ceder a los jugadores, pero antes no era así. Recuerdo que una vez Boca no le quiso ceder a los jugadores a la Selección porque los necesitaba para determinados compromisos.

- O sea que en esos años, usted coincidió con Diego Maradona.

- Claro, yo jugué con Diego. Venía a buscarme a mi casa para ir juntos a los entrenamientos de la Selección en esos años porque él venía de Devoto y yo, cuando venía a Buenos Aires, vivía en la zona de Avenida San Martín cerca de la General Paz. Incluso me llevó más de una vez a La Candela, donde se entrenaba Boca. Me generó mucho dolor su muerte.

- Siendo usted un ex “wing”, extrañará que ahora haya tan pocos…

- Sí, el fútbol mundial cambió mucho. Los wines se convirtieron en carrileros, en interiores, pero los wines siguen siendo muy importantes para desequilibrar en el uno contra uno.

- Le gusta la idea de la nueva forma de entrenarse en La Masía del Barcelona, desde ahora, buscando extremos que desarrollen el uno contra uno, entonces…

- Claro que sí, La Masía tuvo la suerte de haber tenido al mejor jugador de todos los tiempos, Lionel Messi, así como a Andrés Iniesta y a Xavi Hernández. Junto a “La Fábrica” del Real Madrid, son los grandes formadores de jugadores de España. Sacan jugadores de mucha calidad y hoy hay muchos clubes que se preocupan por el estado de las canchas. Antes jugábamos con canchas muy poceadas.

- ¿Le gusta el fútbol que se juega hoy?

- Hay equipos que practican un fútbol espectacular como el Bayern Munich, que es una máquina, o el Manchester City que conduce Pep Guardiola, un filósofo del fútbol que quiere jugar a un toque.

- ¿Sigue al fútbol argentino?

- Sí, especialmente a Boca. Veo los partidos importantes y me entero de cosas leyendo la prensa argentina por internet. Lo que noto es que hay un problema con la falta de continuidad de los jugadores. Boca anda con altibajos en estos tiempos. Pero como River, es un club ganador. Son los dos clubes más importantes de la Argentina, como Real Madrid y Barcelona aquí en España, aunque ahora se sumó el Atlético de Madrid. Yo veo muchos partidos por TV y aquí voy bastante a “El Molínón”, el estadio del Sporting de Gijón, que se encuentra en Segunda, una categoría muy difícil y competitiva porque hay nos diez a doce equipos que ya jugaron en Primera y todos quieren ascender y por temporada hay sólo tres ascensos.

- Usted es un auténtico ídolo del Sporting.

- Creo que sí, creo que me quiere todo el mundo aquí. Yo llegué desde Boca para la temporada 1975/76 con la idea de quedarme uno o dos años porque mis padres querían que yo fuera a la Juventus, por ser hijo de italianos.

- Pero no jugó allí…

- No, pese a que tanto mi padre como el presidente de Boca de entonces, Alberto J. Armando, quería que jugara en Italia, y estaba haciendo los papeles para ir, aunque mi pasión siempre fue Boca. En esos tiempos no era fácil ir a Italia porque sólo había dos cupos de extranjeros por equipo, los llamados “oriundos” pero tuve la desgracia de que yo llegué en agosto a España y el 27 de septiembre, un día antes de que mi padre iba a venir para acá y tenía todos lo contactos, falleció de un infarto. Entonces me quedé en Gijón, que me abrió las puertas de par en par, con una calidad humana impresionante tanto en sus dirigentes como en su afición y hoy me considero un hijo de esta ciudad y además, tengo la suerte de estar en el Once Ideal del equipo de todos los tiempos.

- Compartió equipo con varios argentinos.

- Así es. Los dos centrales eran Ricardo Rezza y Víctor Doria, y conmigo llegó Mario Killer, que también era jugador de la selección argentina. En la temporada 1975/76 estuvimos a punto de ganar la liga pero hubo manos negras que lo impidieron por ser un equipo chico y fuimos segundos, y por aquellos años también jugamos dos finales de Copa, que perdimos una ante el Barcelona en el Vicente Calderón y la otra ante el Real Madrid, en Valladolid, las dos veces por la mínima. También tuve de compañero a mi hermano Oscar, que después de dos años se fue al Levante, luego al Castellón y regresó a la Argentina, aunque luego se volvió a vivir a España.

- Raro que no lo hayan querido contratar desde los equipos grandes españoles con sus desempeños.

- No, sí que me querían,  se hablaba mucho del Real Madrid y también se habló del Barcelona, pero al ser de los socios, ellos se manifestaban siempre en contra de que me transfirieran y no había caso de salir. El único que salió, fue Enrique Castro, “Quini”, que se fue al Barcelona.

- Aquél centro delantero que fue secuestrado en 1981…

- Sí, aquello fue una conmoción, ya estaba jugando en el Barcelona cuando ocurrió. Fue un gran goleador, en una época en la que los había excepcionales, como (Carlos) Santillana, del Real Madrid. De los mejores de la historia. Tengo la suerte de haber sido el mayor asistente de goles de Quini, sólo que en aquellos tiempos eso no se contabilizaba. Hoy esas asistencias se contarían de otra manera.

- Su condición de ídolo llegó a tal punto que usted aparece en la película que ganó el primer Oscar para el cine español, “Volver a empezar”. Con Antonio Ferrandís y Encarna Paso y en la que el protagonista regresa del exilio y asiste a un partido del Sporting, donde había sido volante.

- Sí, es una película de José Luis Garci en la que se ve un partido del Sporting y salimos…

- Así es, pero a usted se lo menciona especialmente.

- Tuve esa suerte, sí.

- ¿Cómo fue si vida una vez que dejó el fútbol?

- Tenía unas tiendas de deportes y me dediqué por unos años a dirigir a juveniles. Saqué el carnet de entrenador, que luego se convirtió en un título superior. Siempre trabajé en Asturias aunque tuve la posibilidad de ir a Granada o Valencia pero no nos pusimos de acuerdo. También hago asesorías sobre fútbol para ojeadores de distintos clubes de Italia y el sur de España y escribo artículos para el diario “El Comercio” de Gijón, el más antiguo de la ciudad. Estoy jubilado desde hace más de una década porque tuve un infarto de miocardio.

- ¿Cómo está hoy el fútbol español?

- Se está reformando y en especial, la selección. Luis Enrique hizo un cambio to9tal por un recambio generacional porque muchos terminaron su ciclo por una cuestión de edad y los nuevos son muy jóvenes aunque muchos ya son titulares y les falta experiencia. Muchos equipos en Europa se están renovando. Lo más brutal fue lo de Italia, que dejó a los dos centrales, Bonucci y Chiellini, pero el resto es muy joven y ganó merecidamente la Eurocopa. A Francia también la veo como gran candidata por los jugadores extraordinarios que tiene, entre ellos Mbappé.

- Después de haber visto la Eurocopa, ¿qué lugar le asigna a la selección argentina en el próximo Mundial de Catar?

- Muy alto. Creo que también Argentina dio en la clave para la renovación de jugadores con un director técnico que supo hacer el cambio pese a la prensa, en la que todos son entrenadores. Este equipo no es “Messi y diez más” y aunque Lionel sea súper importante, se puede recostar en un conjunto en el que todos trabajan y él colabora, además de que en cualquier momento puede encender la lámpara. Después de conseguir la Copa América y nada menos que en el Maracaná ante Brasil, ahora sí se puede sentir más poderosa, sin sacar los pies del suelo, claro.

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