lunes, 31 de diciembre de 2018

Anécdota, nostalgia o símbolo (Un cuento de Marcelo Wio)





El fútbol está repleto de historias sobre tipos que no tenían más virtud que la contundencia de una personalidad, la coacción de una rudeza, la ventaja de un físico. Plagado de estas historiasque suelen crear alguna curiosidad momentánea, una emoción que muchas veces tiene mucho de voluntariosa.

Mas, de tanto en tanto, el hecho se emparenta más con lo fantástico. O, acaso, no el hecho en sí – del que generalmente sólo se conocen elementos vagos, remotos -, sino el producto de la incorporaciónde ingredientes ajenos al mismo. Leves trozos de exageración que terminan por convertirse en credo, en hecho. De manera que cuando se recibe esa narración, ya pasado un tiempo de su andadura, es imposible separar un tejido del otro sin dañar la integridad del que se cree original.

A propósito de esto, el filósofo y sociólogo brasileño Geraldo Ferreira Lima comentó, en el simposio de Folklore, leyenda y fútbol que tuvo lugar en 1968, en Encarnación, Paraguay, que es prácticamente imposible separar a dicho deporte de la mistificación: “El fútbol es a la vez ámbito para la manifestación de lo simbólico, para su acontecimiento,y lo simbólico propiamente dicho. Es, por tanto, ya no inviable separarlo de lo legendario, lo místico, lo mitológico, lo religioso – la comunión para la exégesis y la catarsis -; sino peligroso, puesto que es altamente dable que devenga política (lo peor de esta), y no entretenimiento, como pretenden algunos”. Ferreira Lima sostenía que las historias (genuinas)relacionadas con el fútbol no podían ser otra cosa que el relato de lo fabuloso, a lo espiritual, o, en su defecto, una manera de aludir a ello.

Arquimio Nieto me recordó las observaciones de Ferreira Lima. O, más bien, acaso las haya memorado para justificar la pertinencia de la anécdota – o, lo que es lo mismo, para desestimar la probable imputación de una mera debilidad por los relatos inverosímiles y, a la vez, descartar el engorro de intentar siquiera rastrear el origen del relato, es decir, de emprender una verificación (algo que, por lo demás, efectué leve e inopinadamente). Y también porque la crónica de Nieto comienza en Paraguay, en algún lugar del Chaco, donde seguramente la vegetación haya borrado los rastros de actividad, de presencia. Los primeros dichos sobreNieto, se afirma, llegaron a Mariscal Estigarribia alrededor de finales de 1939, principios de 1940. Alfredo Messina, que entonces tenía quince años, asegura haber escuchado, dos o tres semanas antes de la navidad de 1939, a un hombre de campo narrar la historia en el bar Viejas Glorias, sito en la avenida del mismo nombre. Miranda Salvatierra, que ayudaba a su padre tras la barra del bar, no recuerda nada de lo que había sido dicho, pero sí recordaba el día porque las palabras pronunciadas causaron mucho murmullo y porque las mentaron muchísimo posteriormente. La cuestión es que Miranda asegura que el día fue el 3 de enero de 1940. “Como para no recordarlo; ese día cumplí trece años”. Afinar una fecha no es prioritario – acaso sea una pedantería accesoria. Sí lo es, en cambio, su contenido. “El relato era nuevo; a lo sumo, lo había contado una vez antes, pero con un público conocido y muy reducido – me atrevería a decir que el receptor había sido él mismo. Se notaba en las palabras. Tenían ese lustre que sólo tienen una vez. Ya sabe, luego están cansadas, como estiradas; anticipadas. Mecánicas. El tono ultrajado entre sus intersticios…”, explicó Messina. Del hombre no recordaba más que el castigo del sol y el polvo en el rostro. Nada más. La atención de los parroquianos, después de todo, estaba en lo que decía.

Y lo que decía, claro está, era la historia de Arquimio Nieto. O la anécdota que representaba el evento mínimo en el paño de leyendas, mitos, embustes, veracidades y sinceridades sobre el que se asienta toda biografía colectiva, toda necesidad de referir, de vincularse. Aquel relato, puede decirse, es el menos contaminado por las añadiduras de cada repetición. Según éste, Nieto era de una altura tan mezquina que en cuanto el césped del terreno de juego estaba apenas un poco más largo de lo corriente, tenía serias dificultades para desplazarse – según con los testimonios reproducidos, se movía como si corriera en mar, cerca de la orilla, con el agua hasta las rodillas.

Parece natural y hasta apropiado evocar hechos o circunstancias inusuales (al menos en el presente) como las de Nieto, en tiempos en que los jugadores se quejan hasta de variaciones de milímetros en la altura de un césped que recuerda más a una alfombra persa de lo más prosaica, que a un campo de juego. Son, aquellos, sucesos que revelan un fútbol de balones como castigos, de campos de juego que parecían más bien un muestrario de selvas y laberintos e impiedades; de partidos que no se suspendían por lluvia o por pelea de cuchillos entre los jugadores más bravos. Una época, aquella (in illo tempore), en que los jugadores no caían en la abyecta utilización de guantes y calentadores para resguardarse del frío (la copa Interamericana de 1937coronó al desaparecido Deportivo Gerais, de Brasil, en cancha del alasqueño F.C. Inuk a -27ºC; los jugadores brasileños, además, para demostrar sus agallas, jugaron en zunga). En definitiva, un tiempo en que el fútbol era sólo un deporte; es decir, una ceremonia en que los hombres se vinculaban sobre todo simbólicamente.

Se cuenta que Nieto desapareció en una cancha del norte chaqueño, cerca de la frontera con Bolivia. De hecho, algunos ubican el terreno de juego en pleno límite – medio campo de un lado, medio del otro. El césped estaba altísimo. Como nunca – hecho que, según algunos, hace pensar en que ni siquiera jugaban dentro de los límites de un campo de juego, sino en la espesura de los bosques. Nieto sencillamente despareció apenas entrar al campo. Cuentan que un compañero suyo mencionó que lo oyó pidiendo un balón y alejándose hacia el noreste, como quien tira una diagonal. Este testimonio, junto al hecho de que no se extravió ningún otro jugador, desmentiría a quienes proponen que el partido tenía lugar en una frondosidad natural.

Dos ingenieros agrónomos han calculado que entonces, en aquella región, la altura del césped de los campos de juego rondaba los 5-10 centímetros (contra los 2-3 actuales). Una altura anormal podía andar entre los 12-15 centímetros. Lo cual haría pensar en un Arquimio Nieto que habría medido unos 30-40 centímetros. Algo que resulta prácticamente imposible o, cuanto menos, sumamente increíble. Lo que sí resulta tajantemente inviable es la desorientación de Nieto en tal terreno – incluso si se aceptara la altura ridícula de 30 centímetros, Arquimio se habría alzado por sobre la hierba, anulando la idea de un hombre en un laberinto o en la espesura de la desorientación.

A todo esto, Alfredo Messina fue entrevistado nuevamente (cinco años después de la primera entrevista), y su testimonio ofrecía incongruencias manifiestas. La más reveladora databa la escena de la primera narración en 1986 en un hotel de Florianopolis. En dicha ocasión, quien narraba era un colombiano.

Investigaciones posteriores descubrieron que, en la Serranía de Baudó, existe la misma narración. En el caso colombiano, el personaje de la misma se llama Arquimio Uribe. Luego de este hallazgo se realizaron pesquisas en Ecuador, Perú, Brasil y Argentina. El resultado fue idéntico – leves variaciones del nombre, pero nada más.Todo ello hace conjeturar que el relato no pertenece a ningún lugar en concreto, y que Nieto es una figura inventada, una hipérbole diseñada para reprochar contemporáneamente crecientes caprichos y teatralidades en el marco del balompié. Pero no sólo eso. Sino también, y sobre todo, creada con el fin de reinstaurar el espacio de comunión, el santuario, donde el símbolo ha de ser presentado, comprendido y, eventualmente, dar el salto a la razón.


¿Es la Liga Española la más fuerte del mundo? (Yahoo)




Mientras Luka Modric recibía todos los premios al mejor jugador del mundo del año, Cristiano Ronaldo ya se ubicaba como máximo goleador de la Serie A italiana, acumulando 49 conquistas en 2018 y Lionel Messi, por octava vez en diez años superaba los cincuenta goles en los doce meses y se consagraba como goleador mundial para la FIFA con 51 tantos.

Los tres jugadores, en gran parte, están relacionados con una liga como la española, que también generó todos los campeones de la Champions League en las últimas cinco temporadas y siete de las últimas diez (cuatro veces el Real Madrid y tres, el Barcelona), en tanto que dos de esas últimas cinco finales las disputaron los dos equipos de Madrid, Real y Atlético (2014 y 2016).

Además, seis de los últimos diez campeones de la Europa League también fueron españoles (tres veces en Sevilla y tres, el Atlético Madrid).

Por si esto fuera poco, desde 2014, el campeón mundial de clubes fue siempre español y tal como con la Champions, de los últimos diez Mundiales de Clubes, siete fueron de la liga española.

Son datos muy contundentes pero…¿eso significa que la Liga Española es, efectivamente, la mejor del mundo? Es algo que permanece en la polémica y que millones de personas están dispuestas a sostener que no es así y que la Premier League la supera en una cantidad de puntos que vamos a tratar.

Si bien los equipos españoles han sido, con mucha distancia, los protagonistas de los torneos europeos, no han conseguido, al mismo tiempo, ni el orden, no la prolijidad, ni la puntualidad ni la claridad de objetivos del torneo inglés, que sigue contando con una mejor infraestructura de estadios, un reparto mayor de dinero de la TV y especialmente, una mayor justicia en la forma de distribuir ese dinero.

De nada vale a España que el Real Madrid y el Barcelona tal vez perciban más dinero que los top-seis de la Premier League si luego, estos tienen unos ingresos más parejos entre sí que hacen mucho más competitivo al torneo sajón.

Tampoco es lo mismo que cada año, las ligas españolas sean peleadas por los mismos dos equipos, el Barcelona y el Real Madrid, a los que, afortunadamente (en cuanto a la competitividad del torneo) se los fue sumando en las últimas temporadas el Atlético Madrid de Diego Simeone, pero aún así, siete de los últimos diez títulos fueron para el Barcelona, apenas dos, para los blancos, y una sola, para los rojiblancos.

En cambio, si tomamos los últimos diez años de la Premier League, el Manchester United ha ganado tres (siendo la última en 2013, hace cinco temporadas y media), tres el Manchester City, tres el Chelsea, y la restante el Leicester City, mientras que en la actual competición marcha como líder el Liverpool de Jürgen Klopp, que nunca ha ganado un torneo largo nacional desde que se juega con el formato de la actual Premier League.

Así como en el torneo español se puede delimitar un “Top-Tres”, compuesto por el Barcelona y los dos equipos de Madrid, en Inglaterra se podría definir un “Top-Seis” (Manchester United, Manchester City, Chelsea, Arsenal, Liverpool y Tottenham) y cuando ya el nivel de los seis equipos más fuertes es parejo, el nivel de la competición, aumenta.

No resulta casual que para los octavos de final de la actual Champions League hayan ingresado tres equipos españoles (los mismos a los que hicimos referencia anteriormente) y los cuatro clubes ingleses provenientes de los grupos clasificatorios (Manchester City, Manchester United, Liverpool y Tottenham), en una alta dosis de competitividad entre las dos ligas.

En los últimos tiempos, la Liga Española ha intentado salir a competir con la inglesa penetrando en los mercados más recónditos para lo cual ha intentado cambiar algunos horarios de partidos, o penalizar a los clubes cuyas tribunas aparezcan con poco público ante las imágenes tomadas por la TV, en tanto el presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), Javier Tebas Medrano, ha intentado, en vano, por las resistencias internas de los clubes y la Federación Española, que algunos partidos, como el Girona-Barcelona, se jueguen fuera de los límites españoles para “vender” la competencias hacia el exterior.

Sin embargo, ha chocado una y otra vez contra la penetración cultural inglesa durante tantos años y no parece que la invasión española a esas sociedades emergentes pase sólo a través de una idea futbolística sino que deberá atravesar complicadas cuestiones relacionadas con años de costumbres y con un público que ya toma partido por los clubes ingleses.

Desde el punto de vista del ritmo y de las riquezas tácticas, aún con esmero de la Liga Española, todo indica que es muy difícil rivalizar con la inglesa, con entrenadores completamente distintos que provienen de países diversos y aunque esto es completamente subjetivo, hay una coincidencia acerca de que los espectáculos del lado británico están garantizados bajo ciertas normas de cumplimientos reglamentarios que no son tan estrictos del lado español, aunque la falta del uso del VAR en la Premier League es un claro déficit por corregir.

En cualquier caso, asistimos a un intenso debate entre las dos ligas claramente protagonistas del fútbol mundial de clubes.


lunes, 24 de diciembre de 2018

La distancia del Real Madrid y la negación de River (Jornadaonline)




                                         Desde Abu Dhabi




El Mundial de Clubes ya es historia. El Real Madrid volvió a consagrarse campeón por tercera vez consecutiva y por séptima vez desde que se disputa este tipo de torneos (1960) que comenzaron con el nombre de “Intercontinental” y definían sudamericanos y europeos hasta que la FIFA amplió a este formato que incluyen los vencedores de cada continente y un equipo invitado, el local (desde 2005).

Mucho más allá de la estadística, el dominio del Real Madrid, y en todo caso de los poderosos clubes europeos representados por los blancos (ganaron cuatro de las últimas cinco ediciones) es abrumador y a partir de varias premisas pero básicamente hay dos que sobresalen: la diferencia de presupuestos en los planteles y la continuidad y calidad del trabajo realizado.

El actual formato, en estas condiciones, cada vez se sostiene menos porque si la Intercontinental respondió hasta 2004 a un modelo planetario del fútbol en el que Sudamérica y Europa mantenían una preminencia, ahora queda claro que las diferencias económicas fueron alejando a los europeos, al punto de que ya se llevan a los jóvenes del otro lado del Océano Atlántico que en muchos casos, ni siquiera acabaron su formación y la terminan en el alto nivel, pagando muchas veces muy caro esta situación.

En los últimos ocho años, cuatro veces (la mitad de los torneos) los equipos sudamericanos ya no es que perdieron la final, sino que ni siquiera llegaron a disputarla, eliminados en semifinales, a las que acceden directamente por antecedentes que ya hoy parecen demasiado lejanos y que hacen, tal vez, replantear a la FIFA sobre esos merecimientos (Inter de Porto Alegre en 2010, Atlético Mineiro en 2013, Atlético Nacional de Medellí en 2016 y River Plate en 2018). No parece casualidad, y menos, que desde 2012, cuando Corinthians venció a un Chelsea en transición, ningún equipo sudamericano ha podido levantar la Copa en seis ediciones.

Claro que la FIFA marcha hacia una dirección aún peor, si es que se confirma la versión de que desde 2021, se jugarían los Mundiales de Clubes cada cuatro años, y con equipos clasificados desde distintas ediciones de las Copas Libertadores hasta su disputa, porque es bien sabido que un equipo sudamericano que gane una Copa en 2018, llegaría desplumado a 2021, sin ningún sobreviviente de aquellos tiempos de gloria, y en cambio los europeos llegarían fortalecidos por más fichajes.

El problema está en ese desequilibrio que da la continuidad cuando el presupuesto ayuda. Real Madrid cobra desde la UEFA, o por derechos de TV o por marketing sumas que ni pueden siquiera soñar sus rivales de turno, y aún cuando llegaba al Mundial de Clubes en cierta crisis por algunos malos resultados, pero especialmente porque luego de tres temporadas y las salidas del entrenador Zinedine Zidane y de su gran figura, Cristiano Ronaldo, todo parecía desdibujado y con varias de sus estrellas con aparentes ganas de marcharse.

En ese contexto, y con la resonante victoria en la interminable final de la Copa Libertadores en Madrid ante Boca Juniors, River parecía, esta vez, un rival de cuidado. Entonado porque por fin el campeón sudamericano llegaba al Mundial de Clubes apenas días después de su conquista sin perder jugadores que en junio solían ser fichados por el Primer Mundo ante un éxito importante, el Al Ain, que milagrosamente había pasado dos eliminatorias (remontando un 0-3 ante el Wellington neocelandés y venciendo 3-0 al Esperance de Túnez), sólo parecía un obstáculo en la carrera del equipo argentino hacia la final ante el Real Madrid.

Sin embargo, pese a haber estado entrenándose desde hacía varios días en tierras emiratíes, River se dio un duro golpe ante el Al Ain, un entusiasta equipo dirigido por el croata Zoran Mamic, que tuvo algunos jugadores destacables como su arquero Eisa, el volante egipcio El Shahat, y el delantero brasileño Caio.

Este partido dio la pauta de lo que, a priori, se podía especular vagamente y es que los equipos argentinos (extensible a los sudamericanos) están muy lejos en juego, en velocidad, en preparación y en cierto modo, desde lo futbolístico cuando son presionados por los rivales o la exigencia es mayor.

River forzó un alargue y penales pero el VAR le había anulado antes un gol válido y un penal al equipo árabe, que consiguió el triunfo más importante de sus cincuenta años de historia. Por el contrario, River, a pocos días de una victoria inolvidable ante Boca, generó acaso uno de los cinco resultados más duros de la historia del fútbol argentino, al caer ante un conjunto árabe, invitado al torneo, en semifinales sin poder llegar siquiera a la final.

Lo llamativo de River fueron las justificaciones posteriores. Su entrenador, Marcelo Gallardo, afirmó que había jugadores “desenfocados” tras el desgaste por la final de la Copa Libertadores y que “sólo” esperaba al domingo, el día siguiente a la finalización del certamen, para festejar con sus hinchas en el Monumental, y el presidente del club, Rodolfo D’Onofrio, se refirió a “la mochila que se quitaron” con este torneo de Emiratos Árabes Unidos, como si jugar un Mundial fuera, ahora, un peso, una molestia. ¿Y los miles de hinchas que pagaron pasajes y estadías en cuotas para seguir al equipo y encontrarse con varios suplentes en el partido ante Kashima Antlers por el tercer puesto?

Pero a nadie parece importarle. El fútbol argentino ha llegado a un punto en el que los hinchas aceptan todo, desde no poder concurrir de visitantes a los torneos, hasta viajar miles de kilómetros para ver a sus suplentes por el tercer puesto. No hay amparo, ni parecen buscarlo.

En ese contexto, si River no pudo llegar al objetivo de la final, peor panorama hay para los tunecinos de Esperance, campeones de África, que cayeron 3-0 ante Al Ain en los cuartos de final, o qué decir de las Chivas de Guadalajara, sextos en el final, cuando nunca un equipo mexicano llegó a la final desde 2005 hasta hoy. Y decepcionante también la actuación de los japoneses del Kashima, que le habían peleado la final al Real Madrid en 2016 y ahora sucumbieron a los quince minutos de la semifinal ante el mismo rival y fueron goleados por River por el tercer puesto.

El Real Madrid, sin apretar el acelerador, se llevó la Copa con demasiada facilidad, lo que le da tranquilidad para trabajar a Santiago Solari, el director técnico argentino que había asumido de forma interina y que ya comenzó a facturar con Marcos Llorente, un volante que conocía de las divisiones inferiores y que fue considerado el mejor jugador de la final.

La diferencia entre los blancos y el resto parece casi irremontable. Al menos, con este modelo de Mundial, y lo será mucho más si se aplica el que la FIFA piensa desde 2021.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Una distancia sideral entre el Real Madrid y el resto (Yahoo)




                                                  Desde Abu Dhabi



Una vez más, la séptima en su larga lista de conquistas, y casi sin despeinarse, el Real Madrid se coronó campeón mundial de clubes, al derrotar con mucha facilidad en la final al Al Ain local sino que aprovechó cada una de las circunstancias, incluida la inesperada caída en semifinales del que todos consideraban como el rival a batir, el argentino River Plate.

Si algo quedó claro en este Mundial de clubes, es que con este formato, salvo que cambien las condiciones económicas, la diferencia entre los poderosos equipos europeos y los del resto del planeta no sólo seguirá siendo enorme, sino que tenderá a aumentar.

No es que el Real Madrid haya jugado a un fútbol de gran nivel, sino que el equipo que dirige ahora el argentino Santiago Solari, de quien la prensa española estuvo pendiente porque consideró que este torneo serviría como apoyo a su gestión o limitaría su continuidad en el puesto, pudo constatar que no tendría oposición real, especialmente una vez que, en uno de los inesperados resultados, River cayó por penales en semifinales ante el Al Ain.

Salvo por el lado del Real Madrid, se trató de un torneo extraño. Pocas veces un conjunto local, que debe comenzar desde los octavos de final y que accede por invitación, logra llegar tan lejos como le ocurrió al Al Ain, pero que además iba perdiendo 3-0 en el debut ante el débil Wellington de Nueva Zelanda.

Sin embargo, el equipo de los Emiratos Árabes Unidos, dirigido por el croata Zoran Mamic, no sólo se repuso para empatar 3-3 y luego ganarlo por penales, sino que esta circunstancia anímica lo ayudó para avanzar muy lejos, gracias a algunos soberbios rendimientos como el de su portero Eisa (también de la selección nacional), el volante Hussein El Shahat, y el delantero brasileño Caio.

Con un juego intenso, de mucho despliegue físico y gran presión al rival en todos los sectores, pero con mucha decisión una vez recuperada la pelota y un aceptable uso de ella, Al Ain pudo superar con cierta facilidad, y en forma sorpresiva, al Esperance de Túnez por 3-0 para llegar ya en semifinales a enfrentar a uno de los equipos considerados como candidatos a ganar el torneo, River Plate.

River venía de ganarle a su gran rival argentino, Boca Juniors, una desgastante final de la Copa Libertadores de América en Madrid, luego de casi un mes de discusiones, quejas, tironeos entre los dos clubes, lo que terminó derivando una definición sudamericana en Europa y todo terminó tan tarde, que apenas una semana después ya debía debutar en el Mundial de Clubes.

Según su dirigencia, eso desgastó al equipo en lo físico pero en especial, en lo anímico, aunque eso no es un justificativo para el mediocre partido realizado ante el Al Ain que no sólo le ganó por penales luego del 2-2 final tras el alargue, sino que le anularon un gol válido (por mal uso del VAR) y no le concedieron un claro penal (otra vez por mal uso de la tecnología).

River pudo reivindicarse en cierta forma en el partido por el tercer puesto ante el Kashima Antlers (4-0) pero el o haber llegado a la final (la primera vez que un equipo argentino no llega a esa instancia) y el haber quedado eliminado ante un rival que no era campeón continental, lo deja en deuda con el fútbol internacional aunque el propio club insista en que lo único que le importaba era haberle ganado a su clásico rival el torneo continental.

El fútbol sudamericano deberá realizar un importante replanteo luego de este nuevo fracaso de su equipo campeón, siendo la cuarta vez en nueve años, casi la mitad de las veces, que el equipo campeón de la Copa Libertadores no llega a la máxima definición (como en 2010, 2013 y 2016).

Otro equipo que quedó en deuda ha sido el mexicano Chivas. Otra vez, los clubes de la CONCACAF se quedaron fuera de los cuatro primeros, y esta vez, aunque por penales, terminaron en la sexta posición, demasiado poco para la tradición que tiene esta entidad en Norteamérica, si bien atraviesa un momento de transición.

Algo parecido puede decirse del Kashima Antlers. Luego de aquella final tan equilibrada ante el Real Madrid de Cristiano Ronaldo en 2016, se pensaba que los japoneses llegarían a forzar mucho la semifinal ante los blancos, pero en cambio se vio una diferencia muy grande y apenas hubo un dominio de diez minutos pero cuando los españoles se asentaron en el campo, ya todo se acabó muy pronto, y Gareth Bale hizo una demostración de potencia como para aventar cualquier tipo de duda.

Al Kashima Antlers se lo vio algo falto de fútbol, pero además, chocó ante un Real Madrid más fuerte de lo que se pensaba, y sin que le pesara la responsabilidad de ganar el torneo, aún en crisis en el ámbito local, y ya sin el gol de Cristiano Ronaldo.

Aún así, la sensación es que con este formato, el Real Madrid tiene muchas facilidades para imponerse porque la categoría de sus jugadores, la preparación y el contexto difieren demasiado de los de sus rivales y se notó demasiado.




viernes, 21 de diciembre de 2018

Con la gesta del Al Ain, Croacia completa su año de gloria (Infobae)




                                                   Desde Abu Dhabi



Los medios de Emiratos Árabes Unidos realzan en estas horas, además de los rendimientos del arquero Khalid Eisa, del veterano Ismail Ahmed, del talentoso egipcio Hussein Elshahat y del brasileño Caio, al director técnico croata Zoran Mamic, a quien consideran continuador del trabajo que en 2014 comenzara su el bosnio Zlatko Dalic, quien tuvo que dejar el equipo de Al Ain para pasar a entrenar a la selección croata en la parte final de la clasificación y luego, para el Mundial.

La clasificación del Al Ain ante River  Plate por penales en la semifinal del Mundial de Clubes y ante su propio público en el estadio Hazza Bin Sayed el pasado martes, justo cuando el club cumple medio siglo de vida y se transformó en el más popular del país, es considerada como el máximo logro en su historia.

Los medios escritos, radiales y televisivos consideran fundamental el aporte croata para haber concretado un año soñado, con la obtención  de la Liga Árabe del Golfo y la Copa Presidente de Emiratos Árabes Unidos, y aún sueñan con el título mundial de Clubes de la FIFA si Al Ain logra la hazaña de vencer al Real Madrid.

Sin dudas, 2018 ha sido el año del fútbol croata. Sumando el primer aporte de Dalic al final de Mamic desde enero de 2017, Al Ain pudo pasar tres etapas del Mundial de Clubes de las cuales dos fueron por penales (ante los neocelandeses del Wellington en octavos de final, y ante River en semifinales), tal como le ocurriera en el Mundial a la selección croata, que luego de sufrir para clasificarse al Mundial de Rusia (tuvo que jugar el repechaje, relegada por Islandia en la fase de grupos), también necesitó avanzar dos fases por los penales (ante Dinamarca y Rusia) para llegar, igual que Al Ain, a la final, y al igual que el equipo emiratí, eliminando a los argentinos (River en los clubes, Argentina en las selecciones).

“Estoy orgulloso de formar parte de este plantel, que ganó títulos históricos y remontamos partidos tremendos en el Mundial de Clubes. Somos catorce croatas que conformamos el cuerpo técnico y somos una familia y estamos muy cómodos trabajando en EUA”, sostuvo Mamic, quien bromeó tras el partido ante River al señalar que “es evidente que los periodistas saben más que yo porque me dijeron que podíamos realizar un gran papel y yo pensé que ante los argentinos iba a ser muy complicado. Ahora tenemos que salir a jugar como sabemos ante el Real Madrid, con la misma intensidad y sabiendo que tenemos capacidad para llegar muy lejos”.

Mamic afirmó que hasta el Mundial de Clubes “no teníamos real dimensión de lo que podíamos hacer en el contexto amplio internacional, más allá de Asia. Creo que ahora mis jugadores conocen bien su potencial y se inicia una nueva época en nuestro trabajo”.

Si bien ya en la parte final del año, la selección croata quedó tercera en su grupo que compartió con Inglaterra y España por la nueva Copa de las Naciones, quedó a un solo gol de clasificarse al Final Four de París luego de vencer como local a España y de haber estado adelante en el marcador ante Inglaterra en Wembley, pero terminó perdiendo ese partido sobre el final.

Si Croacia llegó a la final del Mundial de la mano del ex Al Ain Dalic, y los emiratíes lo consiguieron dirigidos por Mamic, otro croata se destacó ampliamente en los títulos individuales y colectivos, Luka Modric.

Modric, además de campeón de la Champions League por tercera vez consecutiva en el Real Madrid, y ahora finalista del Mundial de Clubes, fue el encargado de cortar con diez años consecutivos de premios individuales repartidos en partes iguales por Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

Modric obtuvo el Balón de Oro como mejor jugador del Mundial de Rusia 2018 aunque su equipo cayó en la final ante Francia, fue elegido como el mejor jugador del año en Europa según la UEFA, obtuvo el Balón de Oro de la revista France Football como mejor jugador del mundo del año, y también el The Best que otorga la FIFA, además de haber integrado los equipos ideales de 2018 de la UEFA y de la FIFA.

También Iván Rakitic hizo un gran aporte para el título de Liga Española conseguido por el Barcelona de Lionel Messi y Sime Versaljko (ahora en el Inter italiano) hizo lo propio con el de la Europa League para el Atlético de Madrid de Diego Simeone, y lo mismo Mario Madzukic con el scudetto ganado por la Juventus en Italia.  Mateo Kovacic (ahora en el Cheklsea), aún siendo suplente, formó parte del plantel del Real Madrid campeón de la Champions en Kiev ante el Liverpool, y el mismo rol tuvo Marko Pjaca en la Juventus. Todos los mencionados formaron parte de la lista de veintitrés jugadores que participaron en el pasado Mundial de Rusia.

2018 fue, sin dudas, el año del fútbol croata.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

La particular hinchada de Al Ain (Infobae)



                                                           Desde Al Ain


El cartel indicador y La Voz del Estadio anuncian, casi en el final de los noventa minutos, que hay 21.383 espectadores y se produce un griterío de aprobación que por un momento, desenfoca a los hinchas locales del Al Ain.

El estadio Hazza Bin Zayed, que costó 145 millones de euros, y que se estrenó el 23 de enero de 2014 luego de poco más de un año en ser construido, tiene capacidad para 25.000 espectadores pero raramente se llena y de hecho, tras la histórica victoria frente a River Plate, muchos creen que puede llegar a estar completo para la Asian Cup de enero próximo.

La disposición de los hinchas para la semifinal del Mundial de Clubes, aunque el estadio no tiene la forma cilíndrica del de Racing Club, se parece mucho a la vieja época, cuando en Avellaneda los locales iban a la bandeja de abajo y los visitantes a la de arriba, aunque al revés.

Los hinchas “millonarios” se fueron colocando en la mitad inferior tanto atrás de los arcos como en el medio, y en la parte superior los del Al Ain, que llegaron muy cerca del inicio del partido y cuando los argentinos pensaron que serían prácticamente locales y no tendrían oposición, pero fue todo lo contrario.

Con túnicas blancas hasta las sandalias, los hinchas del muy popular Al Ain (es el que más camisetas vende en los Emiratos Árabes Unidos y hasta es reconocido en toda la zona geográfica) cantaron durante todo el partido alentando a su equipo, y con tambores que generaban un sonido especial del que, con el paso de los minutos, se fueron colgando los argentinos al agregar un “River Plei” en el final.

En los momentos más fuertes, cuando su equipo atacaba o en las pelotas paradas (especialmente en los tiros libres ofensivos), los hinchas del Al Ain, que coparon casi toda su tribuna en una especie de continuidad blanca, copiaron en parte el modelo que hicieron famoso los islandeses en la Eurocopa de Francia en 2016, aplaudiendo una sola vez y dejando mucho tiempo hasta el aplauso siguiente y con el grito de “uh”, aunque a diferencia de los nórdicos europeos, encendiendo sus celulares al mismo tiempo, lo que aumenta la eficacia entre el sonido y la imagen hacia el campo de juego.

Cuando ya el partido se hizo complicado para River, los hinchas locales seguramente no entendieron el “siga siga siga el baile, al compás del tamboril, que esta noche los cogemos, a los putos de Al Ain”, pero algo habrán intuido porque desde el segundo tiempo, cada vez que River se acercaba a su arco hacían bullas y chiflaban en todo el estadio a los jugadores argentinos.

Tampoco faltó la versión árabe de “Decime qué se siente”, cantada en forma completa y reiterada durante el partido, y el aliento especial a Caio y el griterío de apoyo cada vez que el arquero local Khalid Elisa (también de la selección nacional de Emiratos Árabes Unidos) tomaba la pelota con sus dos manos ante remates de jugadores de River o cortaba, muy seguro, un centro aéreo.

También en ocasiones especiales, como cuando se acercaba el final del alargue, surgió desde las tribunas el “¡Al Ain, Al Ain!”.

Para sorpresa de los hinchas de River, muchas veces sus canciones fueron tapadas por los emiratíes, que parece que conocen muy bien del folclore del fútbol.

martes, 18 de diciembre de 2018

Duro golpe para River y para el fútbol sudamericano (Jornada)



                                                   Desde Al Ain



Y de repente, todo lo que parecía camino a la gloria eterna se desbarrancó definitivamente con el penal fallado por Enzo Pérez, atajado por el muy buen arquero (también de la selección de su país), Khalid Eisa.

De una manera absolutamente inesperada, River Plate, el reciente campeón de la Copa Libertadores de América en una durísima y prolongada final ante Boca Juniors, caía por penales (5-4), luego de empatar 2-2 en los 120 minutos, ante el Al Ain local, que apenas si llegó al Mundial de Clubes por invitación, sin haberse ganado el derecho por haber conseguido un título continental como el resto de los participantes del torneo.

River, en la muy fresca noche de Al Ain, quedaba eliminado de la final del Mundial de Clubes, siendo la primera vez en la historia, desde que se comenzó a disputar en 2005, que un equipo argentino no llega a la máxima instancia y justo cuando miles de hinchas “millonarios” se ilusionaban con presenciar la final ante el Real Madrid, que de todos modos debe sortear su partido semifinal de hoy ante los japoneses de Kashima Antlers en Abu Dhabi.

Más allá de que el partido fue parejo y que todos acertaron sus penales menos Enzo Pérez, quien justamente ejecutó el último de la serie, hay muchos elementos para analizar desde la actuación de River ante un equipo árabe que a diferencia del argentino, había disputado ya dos partidos en el torneo y en apenas una semana (debutó en octavos de final el 12 ante el Wellington neocelandés, al que le remontó un 3-0 para ganarle por penales, y el 15, por los cuartos, venció nada menos que por 3-0 al Esperance de Túnez, campeón africano).

River llegaba descansado, y entrenándose sin ninguna clase de molestias desde el pasado martes, es decir, una semana entera en tierras emiratíes y sin embargo, dio la sensación de ser ampliamente superado en lo físico por su rival, y en lo futbolístico, salvo el alargue, cuando dominó territorialmente, siempre padeció los ataques locales, especialmente por el lado izquierdo con el brasileño Caio, que tuvo a maltraer al chico Gonzalo Montiel.

¿Qué fue lo que le ocurrió a River? Más allá de la posible autocrítica que pueda hacer su director técnico, Marcelo Gallardo, hubo varios problemas que se sumaron o se superpusieron: una cierta desidia inicial, que le costó el primer gol casi al minuto y desde un córner, una exasperante lentitud general por el desacostumbramiento a los equipos que aprietan el acelerador y aumentan su intensidad en el juego, y fallas extrañas del entrenador desde lo puramente táctico.

Anoche en Al Ain y ante el equipo local, quedó en evidencia que una cosa es participar en torneos entre equipos sudamericanos, y otra diferente es cuando hay que cotejar contra conjuntos con otras características con mayor potencia física y movilidad. Ya le había pasado a Boca Juniors (bicampeón argentino y finalista de la Copa Libertadores) cuando en agosto visitó tierras catalanas para jugar ante el Barcelona por la Copa Joan Gamper, y ahora le ocurrió a River en el momento en que ya proyectaba una final de Mundial de Clubes ante el Real Madrid.

Quedó muy claro también que desde 2019, Gallardo deberá reconvertir su plantel ante las probables salidas de Juanfer Quintero (a China), Gonzalo Martinez (a la MLS de los Estados Unidos) y probablemente Santos Borré (debería regresar al Atlético Madrid), pero River tiene, más aún, un problema en su triángulo final, porque de ninguna manera parece que en un partido exigente pueden jugar juntos los dos centrales (Jonathan Maidana y Javier Pinola), y delante de ellos, Leonardo Ponzio. El juego termina siendo demasiado lento y ya padeció en la final contra Boca por esos sectores.

Finalmente, un gran estratega como Gallardo también se equivocó y varias veces en la noche. En el alargue, la entrada de Ignacio Scocco pudo sonar a salir a buscar con todo el partido y evitar los penales, pero nunca como en esos treinta minutos River se pareció tanto al Boca de Guillermo Barros Schelotto, con un equipo partido del medio hacia adelante, con un extraño 4-3-3 con tres “nueves” en la línea de la definición (Scocco, Borré y Lucas Pratto –quien al quedar sobre la izquierda se fue limitando en sus movimientos), mientras que la salida de Gonzalo Martínez le quitó conexión entre las líneas, más allá del penal errado y que varias veces perdió pelotas recostado a la derecha. Tampoco pareció lógico el ingreso de Pérez, quien no se encontraba bien físicamente, y menos que se decidiera por él para el último penal.

El fútbol, una vez más, demostró que puede brindar total felicidad pero la puede quitar muy pronto y ser muy cruel. En pocos días, River pasó de campeón que va a quedar en la historia para sus hinchas por lo ocurrido en el Santiago Bernabeu, a equipo que no estaba para mucho más y que será el primero de la Argentina en no haber podido llegar a la final del Mundial de Clubes. Y aún podría tocarle el Real Madrid por el tercer puesto.

Como la vida, como las máscaras del teatro griego, River conoció las dos caras en demasiado poco tiempo y de manera muy vertiginosa. Una lección para aprender pensando en el futuro del club y del fútbol argentino, que está más lejos del Primer Mundo, con los jugadores que dispone hoy, por una lógica económica, que lo que se pensaba.

No es que todo el fútbol argentino lo esté, pero sí el fútbol local, el de los planteos mezquinos, el de los jugadores que se van al exterior sin madurar, sin saber controlare bien la pelota en algunos casos, o sin el manejo de los tiempos en otros, o con jugadores demasiado lentos por estar de regreso tras haber hecho la diferencia en el exterior.

Esto se paga demasiado caro, y vaya si River lo acaba de notar.


La gran ocasión para River (Jornada)




                                                 Desde Al Ain



Si bien muchos hinchas de River llegaron en estas horas a Dubai y se los puede ver con variadas camisetas rojas y blancas por los fabulosos shoppings de esta magnífica ciudad emplazada en los alrededores del Golfo Pérsico, las diferencias entre los hinchas árabes entre esta zona del consumo internacional y la tranquila Al Ain, sede de la semifinal del Mundial de Clubes del próximo martes, son muy grandes.

Los seguidores del fútbol de Dubai, tal como lo muestran los malls, prefieren consumir los torneos extranjeros como la Premier League o la Liga Española antes que su propia liga, a la que no concurren más de cinco mil personas (en el mejor de los casos) pero distinto es Al Ain, cuyo equipo, invitado por la FIFA como local para el Mundial de Clubes, sorpresivamente ya pasó dos ruedas, tras levantar un 3-0 ante el Wellington de Nueva Zelanda para ganar por penales en los octavos de final y luego sorprender a todos con la muy buena victoria ante el Esperance de Túnez, campeón de la Champions League africana, por 3-0.

Ahora, Al Ain debe enfrentarse nada menos que a River por la semifinal, lo que, más allá de la hazaña de uno de los más populares conjuntos árabes, le da al equipo argentino la chapa de absoluto candidato de llegar a la final, en la que se supone que debería enfrentar al Real Madrid, y cualquier encuesta paga muy poco por esta definición. Pero…¿será realmente así?

Más allá de que el Real Madrid sigue teniendo un plantel con un potencial tremendo pese a la salida de Cristiano Ronaldo en el pasado verano europeo, es evidente que el plantel siente su ausencia, sumado a que otro durísimo golpe de los mismos días fue la abrupta rescisión de contrato de Zinedine Zidane, que había sabido manejar como pocos un vestuario con semejante pléyade.

Zidane fue reemplazado por Julen Lopetegui con todo lo que acarreó haber anunciado el Real Madrid una contratación del DT de la selección española a dos días del debut de “La Roja” en el Mundial de Rusia, y lo que empezó mal, acabó mucho peor.  Y así es que terminó asumiendo Santiago Solari, quien dirigía al equipo B.

Solari se encontró con un equipo destrozado por dentro, aunque siempre con un gran potencial. Esto le permitió ganar muchos puntos, especialmente en la Liga Española, pero los desempeños pocas veces fueron lucidos y hasta sufrió derrotas muy duras, como el 3-0 ante el Eibar, o el último 3-0 como local ante el CSKA Moscú por la Champions, aunque es cierto que ya estaba clasificado y el resultado no le cambiaba nada, si bien es uno de los peores de toda su historia en el Santiago Bernabeu.

El “indiecito” ex River, entonces, tiene varios frentes que cubrir: Isco, uno de los mimados por la hinchada blanca, llegó a encararse con la tribuna en la derrota ante el CSKA y tampoco tiene la mejor relación con el DT, mientras se critica a Gareth Bale por sus actitudes en partidos de menos relevancia, y varios jugadores se quieren ir como Keylor Navas (a quien le trajeron al belga Thibaut Courtois luego de haber ganado tres Champions en el arco blanco), Luka Modric y tal vez, Marcelo, de quien se dice que el club le pedirá que pase a ser volante y abandone el puesto de marcador de punta).

En medio de todos estos grises, el Real Madrid deberá enfrentarse el miércoles en Abu Dabi al Kashima Antlers, equipo japonés que lo tuvo a maltraer en aquella final del Mundial de Clubes de 2016 y en buena parte, los merengues se salvaron gracias a la potencia de Cristiano Ronaldo, que ya se fue.

El Kashima volvió a mostrar solidez el sábado pasado ante las Chivas de Guadalajara por los cuartos de final y parecen haber madurado aún más en estos dos años, al punto de que su director técnico se animó a decir que le pueden ganar al Real Madrid. ¿Tan fácil lo tendrán los españoles en semifinales? No parece, al menos a priori, aunque luego siempre puede aparecer Bale capitalizando un pelotazo o con la cabeza, o Sergio Ramos, o un remate de Isco. El potencial está, pero el fútbol blanco atraviesa zonas grises y no está en una etapa ganadora. Y prueba de ello es lo que sufrió para vencer al colista Huesca o al Rayo Vallecano.

¿Es entonces el momento para que River de el gran paso y se quede con el Mundial?  Desde lo anímico (por el gran triunfo de la final del Bernabeu y ante Boca), lo físico (desde el martes que está enfocado en la preparación para el torneo en Al Ain) y desde lo futbolístico (por poder contar ya con la mayoría de sus jugadores, con Santos Borré de regreso tras la suspensión, e Ignacio Scocco en recuperación), tiene argumentos para poder imaginarse en el escalón más alto del podio, aunque potencialmente, el plantel del Real Madrid siga siendo el más fuerte de todos.



El fútbol argentino debe aprovechar la experiencia del Mundial de Clubes para hacerse un replanteo general (Jornadaonline)




                                                          Desde Al Ain



Antes de comenzar el Mundial de Clubes de la FIFA escribíamos que así como llegaba al torneo el Real Madrid, a los tumbos en la Liga, desteñido en la Champions, en un tiempo de transición tras las intempestivas salidas de Cristiano Ronaldo y de Zinedine Zidane, esta era una gran oportunidad para un River en alza anímica tras ganarle la final de la Copa Libertadores a Boca y en Madrid.

Pero en diez días, el panorama se dio vuelta completamente. No sólo River no lo aprovechó, sino que su caída en semifinales ante el inexperto Al Ain local, que ni siquiera llegaba como campeón continental sino como mero invitado, constituye una de sus derrotas más duras en su larga historia, acaso la peor luego de su descenso al Nacional B de 2011.

Pero esta eliminación va mucho más allá de las estadísticas y del posible desenfoque que le pudo haber producido la reciente victoria histórica ante Boca en el Santiago Bernabeu, porque exige que analicemos lo ocurrido desde la mayor frialdad posible y más allá de los atenuantes que le podamos encontrar, hay temas recurrentes en el fútbol argentino y sudamericano que llevaron a que en los últimos ocho años, los equipos de Conmebol no han podido llegar a la final (ya no a ganarla) y en 2018 fue la primera vez que un conjunto nacional no llega a la máxima instancia.

Y también es claro que  este caso River, a la primera que tuvo enfrente a un equipo que lo presionó, que decidió romper el mediocampo para atacarlo sin piedad, que le imprimió otra clase de velocidad al juego, cuando apareció un jugador talentoso y con habilidad como el brasileño Caio, ya el equipo argentino reciente campeón de América sucumbió y si no perdió el partido y lo hizo en los penales, fue porque insólitamente fue favorecido dos veces por un extraño VAR que se equivocó con tiempo y especialistas en determinar los fallos fuera del campo.

Algunos de los errores de River son estructurales del fútbol argentino, como el haber perdido ese estilo inigualable que por años hizo temible y respetable al balompié nacional, como el haber perdido el organizador del juego, el Pablo Aimar, el Andrés D’Alessandro, para no ir más lejos a buscar a Norberto Alonso o a otros cracks del pasado. O también, la falta de un volante derecho con gol, para utilizar cada vez más gente que corra y delanteros que metan goles, sin demasiado interés por la creatividad.

Marcelo Gallardo, el ilustre DT que ha ganado muchas copas y enfrentamientos mano a mano pero que aún debe la materia de los torneos largos nacionales en ya cinco temporadas sentado en el banco, pero que es endiosado por buena parte de la prensa que no repara en el menor detalle, podría responder, con bastante posibilidad de acierto, que es lo que hay.

Pero lo que hay es una enorme falta de ideas para apuntar otra vez a las divisiones inferiores, que es lo que más rédito da, futbolística y económicamente (y si no, mirar al Barcelona), y a una línea de juego más ofensiva para volver a las fuentes, y al mismo tiempo, unirse a los adversarios ocasionales (Boca incluido) en la lucha de poderes ante una FIFA europeísta a la que poco le importa el continente sudamericano, y pruebas al canto fue el lavado de manos ante la determinación de la Conmebol de trasladar la final de la Copa Libertadores a Madrid (¿acaso no tuvo mucho que ver con eso los escupitajos recibidos por Gianni Infantino, el mandamás del fútbol mundial?).

Entonces, los Mundiales de Clubes vienen transformándose a pasos agigantados en torneos en los que los europeos llegan de taquito con planteles de muchas figuras altamente cotizadas y preparadas, algunas de ellas tomadas de los propios esquilmados clubes sudamericanos, que acaban siendo tristes partenaires, con jugadores mayores de treinta (como River, en su triángulo final o en dos de sus delanteros) o muy jóvenes a punto de salir.

La misma FIFA que aceptó que la UEFA organizara un segundo torneo continental de selecciones para evitar el virus FIFA de que a los clubes poderosos se les vayan muy lejos sus jugadores en amistosos sin sentido, aislando a Europa del resto del mundo y obligando a jugar en fecha FIFA a los del Tercer Mundo entre sí, ahora planifica una extensión del Mundial de Clubes desde 2021 que sea otra puesta en escena para que ganen los europeos, porque, ¿cuántos equipos sudamericanos pueden aguantar su plantel desde 2018 o 2019 hasta 2021 sin vender a sus estrellas? Entonces llegarán debilitados ante los que se las compraron y la FIFA será entonces legitimadora de otro éxito europeo y fracaso sudamericano.

Mientras las condiciones de poder económico no cambien, al Real Madrid sólo le faltará mentalizarse un poco en el charter de partida hacia el Mundial de Clubes siguiente y que el Gareth Bale del momento acelere y acabe con todo a los pocos minutos de comenzar.

Así es como River, que parecía que no debía escapar la oportunidad, deberá ahora cuidarse de no salir cuarto ante los japoneses del Kashima Antlers por el gris partido preliminar de la final, por el tercer puesto.

Luego sí, ya al regresar, le esperarán los festejos del triunfo frente a Boca, que a esta altura, ya parece que ocurrió hace medio siglo. De lo que pasa en el Primer Mundo, mejor no hablar y pensar a futuro, y de manera estructural, si no se quiere repetir esta historia de Emiratos Árabes Unidos de 2018.