sábado, 30 de mayo de 2015

La FIFA entre tensiones políticas y deportivas (Perfil)



El triunfo del suizo Joseph Blatter, de 79 años, para un quinto mandato que, de terminarse, totalizará veintiuno de su reinado y cuarenta y cinco con el “estilo Havelange”, más allá de las cuestiones espurias de siempre en el seno de la FIFA, demuestra que la muñeca política del políglota mandamás del fútbol mundial se mantiene intacta.

Blatter pudo sortear una crisis que lo dejó tambaleando como nunca y sometido a lo que desde las dos causas judiciales, pero en especial, la proveniente de los Estados Unidos por corrupción ligada a la compra de voluntades en los derechos de transmisión y marketing (la otra es la suiza, por la votación de las sedes de los mundiales 2018 y 2022).

Sin embargo, una vez más, hasta el momento esas causas lo rozan pero su cintura va tratando de esquivar el golpe, si bien sabe que se encuentra en medio de una lucha mucho más complicada que la del fútbol, que es la excusa tanto desde los Estados Unidos como de Rusia.

Desde hace años, Blatter fue tejiendo una estrecha relación con Vladimir Putin, el premier ruso, lo que determinó que hacia allí fuera la sede del Mundial 2018 y como Qatar, con acusaciones de explotación de mano de obra (con muertes incluidas), maltrato a las mujeres y vínculos oscuros con el terrorismo, obtuvo la sede del Mundial 2022, las federaciones de Inglaterra y Estados Unidos pusieron el grito en el cielo al ser derrotadas y se convirtieron en feroces opositores al presidente de la FIFA.

Pero quien crea que esta disputa es sólo futbolística, puede pecar de ingenuo. Desde hace meses se le exige a la FIFA que castigue a la federación rusa por la situación de tensión política con Ucrania y se presiona para que el Mundial 2018 “se juegue en un lugar más seguro del planeta” y ni hablar de Qatar, que suma el problema del calor, y que obligó a cambiar de calendario para noviembre, algo que molesta mucho al fútbol europeo, al que toma en la mitad de la temporada.

Hasta el primer ministro británico, David Cameron, llegó a pedir  una nueva votación para determinar las sedes de los Mundiales 2018 y 2022, y por si fuera poco, la cabeza de Blatter.  No resulta casual que salvo escasas excepciones como la Federación Española o la citada Rusia, la UEFA se haya volcado en contra del mandamás suizo, lo mismo que los Estados Unidos.

Un actor muy importante en cuanto a los temas de corrupción es el fiscal de Nueva York, quien en 2014 renunció a la Comisión de Ética de la FIFA que investigaba la votación de los mundiales 2018 y 2022, cuando la entidad madre del fútbol aparentaba luchar contra la corrupción y presentó un informe final con muchas menos páginas de las originales.

García colaboró con el informe de 164 páginas que establece un fraude total de 150 millones de dólares tras 21 años de trama, y de los que 110 corresponden a movimientos de la Conmebol.

Involucra nada menos que a bancos como JP Morgan Chase, Citigroup, Bank of America, la británica HSBC y la suiza UBS como canales de pagos ilícitos y por si fuera poco, tantos hechos de corrupción generaron la salida de sponsors como Castrol, Johnson y Johnson, Continental , Sony y Emirates, mientras que VISA lanzó una fuerte advertencia y hasta las amigas Adidas y Coca Cola presentaron, aunque suaves, propuestas de mayor transparencia.

Cuesta creer que toda esta movida desde los Estados Unidos no tenga relación con la pretensión de organizar un segundo Mundial, tras el fallido en 1994. La extraña Copa América Extra de 2016, cuando se trata de un país que no pertenece a la Conmebol, no es precisamente un detalle.

En medio de la tensión Rusia-Estados Unidos, asoma el problema extra de la relación FIFA-UEFA, que si se aleja políticamente, podría generar el cimbronazo de que los poderosos clubes europeos decidan no ceder los jugadores a los seleccionados nacionales. Es decir, que se pondría más complicado el conflicto “poderes económicos vs símbolos nacionales”.

Con los votos de la Conmebol, la cosa es diferente. Si bien muchos dirigentes dijeron que votaron en contra de Blatter, éste confía en el paso del tiempo y en las negociaciones para dar vuelta la situación a cambio de algunas concesiones, que no deberían sorprender a esta altura.


Claro, siempre que la Justicia no se entrometa en su camino.

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