domingo, 8 de noviembre de 2015

Las dos formas de llegar al Clásico (Yahoo)



Se dice, y la historia lo demuestra, que los Clásicos suelen ser partidos aparte, en los que no suelen contar, muchas veces, los antecedentes.

En muchas oportunidades, el que parece que lleva las de ganar, cae sorpresivamente y sin atenuantes, y el que parece que venía muy mal, se repone y a partir de ese partido comienza una levantada importante.

Sin embargo, no se pueden soslayar las tendencias. Y si nos basamos en los últimos partidos del Real Madrid y del Barcelona, veremos que llegan al Clásico del Santiago Bernabeu de dentro de dos semanas, de manera muy diferente.

Es cierto que en esta clase de partidos, la condición de local juega un papel muy importante, aunque en la última década, los azulgranas han sacado muy buenos resultados en Madrid.

Con la llegada de Rafael Benítez, a principios de temporada, parecía que éste mejoraría el sistema táctico y le daría la típica solidez que recibieron siempre los equipos del entrenador español. De hecho, los blancos no sólo venían sacando resultados más que aceptables sino que una de sus principales características era la falta de goles en su propia portería, un aliciente para la larga temporada que aún resta jugar.

En este punto, la llegada a la titularidad de Keylor Navas por la salida de Iker Casillas al Porto parecía un gran acierto, gracias al excelente trabajo del costarricense, sumado al crecimiento de Raphael Varanne, que cada vez más aparece alternando la titularidad con Pepe, al lado de Sergio Ramos.

Sin embargo, esa solidez cada vez se emparentó más con lo defensivo y no con el resto de las líneas. Lentamente, en los últimos partidos de la temporada, tanto en Liga como en Champions, apareció una incesante rotación de jugadores, ya sea por lesiones, cambios tácticos y otros motivos y por ejemplo, ya el Real Madrid no repitió más aquella temible delantera con la BBC (Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo), sumado a la larga lesión de James, que dio lugar mayor a Isco.

Esa discontinuidad pudo comenzar a palparse a mediados de semana en el partido del Bernabeu ante el PSG por la Champions, en el magro 1-0 que sonó casi a milagro porque era un partido para que el Real Madrid perdiera por más de un gol y acabó ganando con un remate de Nacho que pareció más un intento por desprenderse del balón en movimiento y sin un compañero cerca para pasarlo.

Si había quedado alguna duda, el domingo se acabó de corroborar en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla y mucho más allá de perder 3-2 y quedar ya a tres puntos del Barcelona, como escolta.

Salvo unos primeros veinte minutos en los que el Sevilla apareció nervioso y sin timón y en los que Real Madrid tomó el mando del partido, que fue cuando los blancos se pusieron en ventaja con un gran gol de Sergio Ramos, y en el que se acabó lesionando otra vez en el hombro, sembrando dudas de su participación en el Clásico, la sensación fue que el Sevilla fue un absoluto dominador, y que si no fuera por el ingreso final de James Rodríguez y su descuento fuera de contexto en el minuto final, la distancia debió ser de dos o tres goles para los andaluces.

Pocas veces se pudo observar a un Real Madrid tan superado en todos los aspectos, desde el futbolístico, con una abismal diferencia en el juego, hasta lo físico, por la falta de reacción de los blancos en todos los sectores de la cancha, y especialmente en lo anímico, por la escasa capacidad de lucha.

Es decir que tanto ante el PSG como ante el Sevilla, ocurrió algo parecido: Real Madrid obtuvo resultados en los que el marcador no reflejó en absoluto lo ocurrido en el césped, antes con Navas y sin James, luego sin Navas (reemplazado por Kiko Casilla) y con James ingresando en el final.

El Barcelona, en cambio, viene acabando con dudas que sí se habían suscitado al comienzo de la temporada, con una plantilla muy corta, jugadores que en algunos casos no estuvieron a la altura,  poco recambio, a lo que desde hace ya más de un mes se sumó nada menos que una importante lesión de su mejor jugador, Lionel Messi.
También Luis Enrique Martínez tuvo muchas dificultades para encontrar un equipo base, ausente por muchos partidos Andrés Iniesta y con algunos partidos muy flojos en lo táctico, que acababa resolviendo su tridente sudamericano.

Incluso en esta fase de grupos de la Champions League hubo partidos en los que el Barça no convenció, aunque siempre mantuvo su punto fuerte en Neymar y Luis Suárez, aunque nunca, por supuesto, encontró un tercer atacante que reuniera un nivel al menos aceptable.

Sin embargo, poco a poco varios jugadores fundamentales, más aún con la salida de Xavi Hernández, el cronómetro del equipo hasta la temporada pasada, fueron recuperando su tono, como Sergio Busquets (de excelente partido ante el Villarreal), Iván Rakitic, y el regreso de Iniesta.

Acaso sea la defensa el punto con más dudas, y cómo se asentará ante los grandes atacantes del Real Madrid en el Clásico, pero del medio hacia adelante, ha logrado suplir de buena manera a Messi, hasta que éste comience lentamente su regreso y ya logre equilibrar definitivamente al equipo.

Es claro que el Barcelona irá mejorando con la llegada en enero de sus dos fichajes ya asegurados, Arda Turan y Aleix Vidal, pero que algunos se planteen hasta no fichar en invierno, es una muestra del momento tan diferente que los azulgrana viven respecto de los blancos.

Pero esto es fútbol y los Clásicos pueden ser diferentes. Es lo más lindo que tiene este deporte: que los resultados nunca están asegurados.


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