jueves, 3 de junio de 2021

Alexis Sánchez, el “Niño Maravilla” que fue figura en la segunda Copa América seguida para Chile, y que festejó descalzo y lesionado (Infobae)


 

“Fue el futbolista más determinante de la Copa América”, resumió Juan Antonio Pizzi, su entrenador argentino, a pocos minutos de que su equipo, la selección chilena, se consagrara campeona del torneo por segundo año consecutivo y ante el mismo rival, nada menos que sus compatriotas, y en referencia a Alexis Sánchez, que no paraba de bailar y cantar con sus compañeros, en plena euforia aunque descalzo y renqueando por una lesión durante la final en el “Met Life Stadium de East Rutheford” en los Estados Unidos.

La selección chilena no había conseguido nunca un título sudamericano hasta 2015, cuando como local, y en definición por penales, pudo vencer al equipo argentino con el último remate, suave y acariciando apenas la pelota, de Sánchez, que con esa acción terminó de convertirse en ídolo y referente, pero su popularidad se incrementó exponencialmente en 2016, con la segunda Copa consecutiva y ante el mismo rival pese a no haber marcado goles en la definición.

Esta segunda vez, Sánchez ni siquiera había tenido la chance de ejecutar su penal tras otro 0-0 en los 120 minutos porque sufrió una fuerte pisadura de Gabriel Mercado en su tobillo derecho a los pocos minutos de comenzar el partido, por lo que tuvo que jugar el resto de la final con un vendaje especial y tuvo que tomarse luego una pastilla para el dolor y ya no pudo más y debió ser reemplazado por Francisco Silva a los 103 minutos. “Son cosas que uno tiene que hacer por su selección, pero que valieron la pena”, admitió después en una entrevista televisiva al borde del campo de juego.

“Cambiamos la historia del fútbol chileno y nada menos que ante Argentina, que es el subcampeón del mundo afirmó entonces- , y espero que esto sea un faro para las generaciones que vienen detrás nuestro y que haya mayor inversión para que se pueda trabajar bien con los jóvenes. Espero que lo nuestro sea un aporte. Es lo más lindo que me ha pasado en la vida. Ganarle a Argentina dos finales consecutivas no se gana todos los días”,

Sánchez había llegado a esa segunda final consecutiva contra Argentina siendo el futbolista que más ocasiones de gol creó en el torneo (14), el que más gambetas realizó (15) y el que más faltas recibió (16) y hasta había recuperado 33 pelotas para su equipo, en una espectacular producción., que completaba una temporada para el recuerdo en el Arsenal inglés.

Junto con su segundo título de campeón, completaba, además, seiscientos partidos como profesional y se encumbraba como segundo goleador histórico de “La Roja”, apenas un gol debajo de Marcelo Salas (a quien después superaría) y como máximo asistidor de todos los tiempos del equipo nacional transandino.

La Conmebol organizó en 2016 la Copa América Extra de los Estados Unidos para conmemorar su centenario, por lo que este torneo, disputado apenas un año después de la Copa América de Chile, contó con la presencia de seis selecciones de la Concacaf, que se sumaron a las clásicas diez sudamericanas, reunidas en cuatro grupos iniciales de cuatro equipos cada uno.

La selección chilena –con la misma base, aunque ahora sin el aporte del “Mago” Jorge Valdivia y con Pizzi en lugar de Jorge Sampaoli como director técnico- debió integrar el Grupo D junto con la argentina –su rival en la final anterior-, Panamá y Bolivia, aunque su mira real estaba en la Copa Confederaciones, que iba a disputar en Rusia en 2017, a un año del Mundial.

El debut del equipo chileno no fue muy auspicioso y cayó 2-1 ante Argentina en el “Levi´s Stadium” de Santa Clara. Ángel Di María y Ever Banega había puesto en ventaja al renovado equipo argentino que ahora dirigía Gerardo Martino en reemplazo de Alejandro Sabella, y ya en el final, descontó José Fuenzalida.

La recuperación inmediata llegó días más tarde al vencer a Bolivia 2-1 en el “Foxborough” de Boston, pero las actuaciones no parecían conformar ni a la afición ni a la prensa y el gol de la victoria llegó apenas en el tiempo extra y por un penal de Arturo Vidal gracias a un desborde de Sánchez, cuyo centro hizo que la pelota pegara en la mano del defensor Luis Gutiérrez. El propio Vidal había puesto en ventaja a los trasandinos y Campos empató transitoriamente.

El triunfo por 4-2 sobre Panamá en el “Lincoln Financial Field” de Filadelfia (aunque perdía 1-0 con gol de Camargo a los 4 minutos y luego desniveló con dos goles de Vidal y dos de Sánchez, que fue elegido figura del partido) le permitió a Chile avanzar a los cuartos de final del torneo, aunque sin mostrar aquella solidez de 2015.

El gran golpe llegó en los cuartos de final, cuando goleó en Santa Clara 7-0 a una selección mexicana que llegaba con un invicto de 22 partidos, con cuatro tantos de Eduardo Vargas, dos de Edson Puch y uno de Sánchez, autor, además, de dos asistencias).

Ya en semifinales, Chile venció 2-0 a Colombia en el “Soccer Field” de Chicago con dos tempraneros goles de Charles Aranguiz y Fuenzalida. Aquella vez, Sánchez jugó su centésimo partido con la camiseta nacional, siendo el jugador más joven en llegar a esa cifra (27 años y cinco meses) superando a Lionel Messi (28 años y un mes) desde su debut con “La Roja” ante la Universidad Católica el 1 de marzo de 2006.

La segunda final consecutiva ante Argentina por la Copa América Extra fue vendida por los medios como un enfrentamiento entre las dos figuras de los equipos, Messi y Alexis, que no sólo habían sido compañeros en el Barcelona, sino que el rosarino había sido su protector, tal como en sus inicios Ronaldinho había hecho con él.

Otra vez la definición terminó sin goles en los noventa minutos y en los treinta del alargue hasta que en los penales fallaron tanto Messi como Lucas Biglia en Argentina y Vidal en Chile, que terminó ganando otra vez el torneo.

Un Sánchez lesionado muy pronto, se las había arreglado –ayudado en la banda izquierda por Jean Bousejour- para dejar a Jara en una posición cercana al gol, o lo mismo con Fuenzalida ya en el segundo tiempo o para bajar hacia la mitad del campo para arrancar desde allí a gran velocidad, y hasta para hacerse cargo de los córners y los tiros libres.

Como un paralelo a lo ocurrido con Diego Maradona con su rodilla en el Mundial de Italia 1990, el lesionado tobillo de Alexis Sánchez, con el que disputó gran parte de la final, aparecía en todas las fotos de los medios y en las redes sociales y como no podía ser de otro modo, el entrevistador de la TV le pidió que, al borde del campo de juego y en plenos festejos, mostrara a la cámara la zona afectada.

Terminó marcando tres goles y generó dos asistencias, aunque el máximo anotador del torneo fue Vargas, su compañero de ataque, con seis. Alexis completó entonces una temporada espectacular. En los 59 partidos oficiales de 2016 con Arsenal y Chile, marcó 27 goles (0,46 de promedio).

Alexis Sánchez nació en Tocopilla, en el norte de Chile, el 19 de diciembre de 1988 y en un contexto de Mucha pobreza -“Vino del norte a la capital, soñando que en tu tierra lo podían ver triunfar”, le canta la banda de cumbia “Tomo como Rey”-. Tiene tres hermanos y es hijo de Martina Sánchez y de un minero que abandonó a la familia en su muy dura niñez, tanto que el propio alcalde de la ciudad le regaló sus primeros botines cuando lo vio jugar descalzo.

Habitante de una zona en la que los mineros hacen un trabajo sacrificado encerrados por semanas a 700 metros de profundidad, Sánchez intuyó que podía tener futuro con el fútbol y ya a los diez años, en 1999, se fue a Rancagua para integrarse a una filial de la Universidad Católica y dos años después, ya en Santiago, se incorporó a sus divisiones inferiores pero apenas dos semanas más tarde ya había regresado a Tocopilla y se sumó al equipo “Arauco” para jugar en torneos infantiles hasta que ingresó a las inferiores de Deportivo Antofagasta.

En 2004 se incorporó a la escuela de fútbol de Cobreloa, uno de los equipos más populares de la región, hasta que fue observado por el entrenador del equipo principal, el uruguayo Nelson Acosta, que lo pidió para integrarse al plantel que se entrenaba en Calama, en la zona del desierto de Atacama, a 150 kilómetros de su hogar. Su debut se produjo el 12 de febrero de 2005 en el Torneo Apertura y en un 5-4 al Temuco y ya allí, el periodista local Jaime Cortés lo apodó “El Niño Maravilla”. Esa misma temporada, con apenas 16 años, jugó en la Copa Libertadores y tras un buen desempeño en 2006 lo contrató el Udinese por tres millones de dólares, aunque lo cedió a préstamo al Colo Colo –allí tuvo de compañeros a Matías Fernández y a Humberto “Chupete” Suazo- para que tomara experiencia y acabó ganando el Clausura y llegó a la final de la Copa Sudamericana perdida ante el Pachuca mexicano.

Para la temporada 2007/08, su pase fue prestado por el Udinese a River, donde llegó a estar tres meses sin jugar por una rotura de ligamento de tobillo izquierdo provocada por una dura falta de Juan Blengio, de Tigre, lo que también lo marginó de los primeros cuatro partidos de la selección chilena para la clasificación al Mundial de Sudáfrica 2010. “Al delantero se le pega y hay que aguantársela, a los buenos siempre nos pegan”, dijo sin quejarse. Fue campeón del Clausura 2008, dirigido por Diego Simeone, y partió para incorporarse definitivamente al club italiano, en el que también jugaba su compatriota y compañero de la selección roja Mauricio Isla.

En el Udinese jugó tres temporadas y se recuerda especialmente su paso por la última, cuando formó dupla atacante con  Antonio Di Natale, con la que superó en producción goleadora a la que habían conformado Diego Maradona y Antonio Careca en el Nápoli y apenas a cuatro goles del récord de Alessandro Del Piero ny David Trezeguet en la Juventus. En 2010/11, el tradicional diario “La Gazzetta dello Sport” lo consideró como el mejor jugador de la temporada de la Serie A.

Tras la Copa América de Argentina, en 2011, fue contratado por el Barcelona por 26 millones de euros más otros 13 en variables y se sumó al gran equipo que entonces dirigía Josep Guardiola y en el que brillaban Lionel Messi, Xavi Hernández y Andrés Iniesta, aunque desarrolló mucho mejor vínculo con el argentino, y se recuerda especialmente un clásico ganado ante Real Madrid en 2013 cuando, entrando como suplente, marcó un gol de emboquillada que fue votado por los hinchas como el gol de la década.

En el Barcelona jugó con el número nueve en su espalda, el mismo que utilizó su ídolo Ronaldo Nazario y en su primera temporada la FIFA lo colocó entre los mejores cincuenta futbolistas del año.  Terminó su participación en el equipo catalán ganando una Liga, una Copa del Rey, dos Supercopas de España, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes, aunque no pudo conseguir estabilizarse como titular pese a su 47 goles y 32 asistencias en 141 partidos.

En 2014 buscó mejor suerte en el Arsenal, que pagó por su pase 38 millones de euros más 4,5 en variables y ya su comienzo fue promisorio porque ganó la Supercopa al Manchester City y al terminar la temporada fue el goleador del equipo “gunner” con 25 tantos y fue elegido como el mejor futbolista del año y según el “Daily Mail”, el mejor fichaje de 2014/15, que terminó ganando la FA Cup ante el Aston Villa. Ya era ídolo de la hinchada y una de las estrellas del plantel del entrenador francés Arsene Wenger.

Otra vez ganó la Supercopa inglesa en la segunda temporada con el Arsenal, esta vez al Chelsea, y aunque el equipo experimentó una caída, marcó 30 goles. Era claro que necesitaba nuevos horizontes cuando apareció una oferta del Manchester United para el mercado de invierno de 2018 y al incorporarse, como gran estrella, le otorgaron el legendario número siete que habían utilizado George Best, Bryan Robson, Eric Cantona, David Beckham y Cristiano Ronaldo. Sin embargo, no encontró un buen momento ni del club ni del equipo y no pudo lucir sus cualidades.

En la temporada 2019/20 se incorporó al Inter –donde se reencontró con su ex compañero del Manchester United, el belga Lukaku-, aunque le costó mucho ser titular, relegado por el entrenador italiano Antonio Conte al banco de suplentes, aunque fue campeón de la Serie A en 2020/21. En su trayectoria en distintos clubes marcó 189 goles en 663 partidos (0.28 de promedio).

En la selección chilena es el goleador histórico con 45 (seguido por Salas con 37) y ya tuvo destacadas actuaciones en el equipo sub-20 que fue tercero en el Mundial de Canadá 2007 que dirigía José Sulantay y en el que ya jugaban Gary Medel, isla y Vidal. Es también quien más partidos disputó con “La Roja” (136).

Sánchez es recordado, además de por sus actuaciones en las Copas América ganadas por Chile en 2015 y 2016, por haber sido el “héroe de Wembley”, en el histórico triunfo del equipo trasandino en un amistoso ante Inglaterra 2-0 (con dos goles suyos) el 15 de noviembre de 2013.

También disputó los Mundiales de Sudáfrica 2010 –dirigido por Marcelo Bielsa, cuando estuvo presente en los cuatro partidos de su equipo-, y Brasil 2014 –en el que le marcó a los locales el gol del empate 1-1 en el Mineirao aunque Julio César le atajó el penal en la definición en la que Chile quedó eliminado en los octavos de final- y en la Copa Confederaciones de Rusia 2017, cuando perdió la final ante Alemania.

Estuvo también en la Copa América de Argentina 2011 -en la que debutó ante México (2-1)-, cuando su juego generaba dudas y fue respaldado por su entrenador argentino Claudio Borghi, quien sostuvo que “Alexis está compitiendo con muchas cosas y está en juego su pase (al Barcelona) y hasta que no se concrete, va a estar en la mira de todos”. Y en la de Brasil 2019, a la que llegó sobre el final y con lo justo, por una lesión en el tobillo izquierdo.

Su estrella dio lugar a una película que se exhibió en los cines de todo Chile,  y que repasa sus momentos más importantes, “Mi amigo Alexis” (2019), dirigida por Alejandro Fernández Almendras.

 

 

 

 

 

 


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