jueves, 28 de febrero de 2019

Goleada del Barcelona en el Bernabeu y demasiado castigo para el Real Madrid (Interia)




Hay una frase del fútbol, especialmente latina, que dice “goles son amores” y más que nunca puede aplicarse en lo ocurrido en este partido jugado en el estadio Santiago Bernabeu, donde el Barcelona se impuso por una amplia diferencia de 0-3 al Real Madrid y logró la clasificación a la final de mayo de la Copa del Rey.

Para cualquier aficionado desprevenido, o que no haya podido observar el partido y se entera del resultado final, lo primero que seguramente aparece es la idea de que, como en tantas otras veces que se enfrentaron en el último tiempo, especialmente en este mismo escenario, el Barcelona sacó a relucir ese juego de toque corto en el medio que suele volver locos a los jugadores blancos, desesperados por no encontrar el balón.

Sin embargo, esta vez no sólo no fue así, sino que el Real Madrid había hecho los méritos suficientes, en la primera parte, para irse al descanso con una ventaja que permitiera esperar tranquilo el desenlace. La estrategia de los blancos fue acertada y se enfocó en una presión muy fuerte en el medio, en el que se destacó el brasileño Casemiro, con tiempo hasta para meter dos pases profundos a sus compañeros de ataque, que no pudieron resolver las claras ocasiones que tuvieron.

En este punto, hay que detenerse en un hecho fundamental. Este Real Madrid juega su primera temporada sin uno de sus grandes goleadores de las últimas décadas, el portugués Cristiano Ronaldo, traspasado a la Juventus, y si hubo un partido de este ciclo en el que se notó su ausencia, fue precisamente este.

Porque el joven brasileño Vinicius Junior tiene velocidad y regate, pero no reúne la madurez para finalizar las jugadas, y porque Karim Benzema es un jugador fino, pero tiene noches en las que la portería se le cierra, sumado todo esto a la gran actuación –una vez más- del portero alemán Ter Stegen, que sacó todo lo que le remataron.

El Barcelona, que no venía jugando bien y que necesitaba marcar como mínimo un gol para no quedar eliminado del torneo (en la ida habían empatado 1-1 y el 0-0 clasificaba al Real Madrid), no encontraba variantes, tampoco le duraba mucho el balón por la presión del rival, y costaba entender, con un Messi apagado, cuál iba a ser la vía que podía encontrar el equipo para la segunda parte, porque el reloj le jugaba ya en contra.

Pero el fútbol tiene estas cosas. Un célebre periodista argentino ya fallecido, Dante Panzeri, definió a este deporte como “dinámica de lo impensado”, porque en pocos segundos, a partir de cualquier tipo de circunstancias, todo puede cambiar. Y lo que casi no había podido realizar en toda la primera parte, eso de acelerar y centrar con precisión, lo consiguió el francés Ousmane Dembélé a los cinco minutos, y el uruguayo Luis Suárez, gran goleador, pudo marcar el primer tanto, que ya le daba a su equipo otro cariz.

Quedaban cuarenta minutos, pero ya era otro partido. Real Madrid, ahora, necesitaba empatar, como mínimo, para forzar un alargue de treinta minutos, con un Barcelona que, como en tantos partidos pasados, ahora podía congelar el balón, hacerlo circular y que el tiempo jugara a su favor.

Y en pocos minutos llegó la segunda estocada con la misma fórmula. Otra vez centro de Dembélé desde la punta derecha, y esta vez llegó Suárez para empujar el balón junto con los dos defensores centrales del Real Madrid y uno de ellos, Raphael Varane, empujó la pelota a la red y con este autogol, ya la distancia era de 0-2 y parecía ya inexorable, porque si los blancos no habían podido llegar a marcar en su momento cumbre, ya con el ánimo desmoronado y el Barcelona tranquilo, ahora ya sonaba casi imposible.

El partido se rompió, porque las urgencias del Real Madrid así lo indicaban. Los locales se enfocaron en atacar como fuese (el entrenador Santiago Solari hizo ingresar a Gareth Bale por Lucas Vázquez y a Marco Asensio por Vinicius Junior, buscando variantes desesperadas) pero ya chocaba con el rombo del medio en el Barcelona (Iván Rakitic, de gran partido, Sergio Busquets, Sergi Roberto y Lionel Messi), que esperaba cualquier hueco para el golpe final.

Y así llegó el penalti de Casemiro a Suárez, que para sorpresa de todos, terminó ejecutando el uruguayo (gentileza de Messi), con magistral golpe de “Panenka”, dejando sin reacción al portero costarricense Keylor Navas, que paradójicamente, tuvo menos trabajo en los noventa minutos que su colega Ter Stegen y acaso esto indique mucho de lo que pasó.

¿Jugó tan bien el Barcelona para un resultado tan amplio a su favor? No, sólo fue efectivo y luego supo manejar el resultado manteniendo el balón. ¿Fue tan flojo el Real Madrid para caer eliminado por tan abultada diferencia? Tampoco. De hecho debió irse al descanso en ventaja.

Pero el fútbol es así y gana el que marca más goles, para bien o para mal. Entonces, el Real Madrid queda eliminado y su gran foco estará puesto ahora en la Champions, porque en la Liga está muy lejos y su última oportunidad será este sábado, otra vez en el Bernabeu y ante el Barcelona.

Los catalanes, en cambio, líderes en la Liga Española, esperan ahora en su sexta final consecutiva de Copa del Rey, en mayo, en el estadio Benito Villamarín de Sevilla, al ganador de la otra semifinal que se dilucidará mañana entre el Valencia y el Betis.


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