sábado, 10 de julio de 2021

Tite, el “Bianchi” brasileño con sobrenombre prestado que nunca perdió oficialmente después del Mundial de Rusia pero que tuvo que soportar un golpe en su contra antes de la Copa América (Infobae)


 

Cuando Tité asumió como director técnico de la selección brasileña el 21 de junio de 2016, el  “Scratch” venía de quedar eliminado en la fase de grupos de la Copa América Extra de los Estados Unidos y se encontraba sexta en el grupo clasificatorio sudamericano para el Mundial de Rusia. Nueve meses más tarde, en marzo de 2017, fue el primer equipo en el mundo en conseguir el boleto para Rusia luego de los locales ganando los ocho partidos que quedaban, además de los seis disputados hasta ahora para Qatar 2022 y desde que Bélgica lo eliminó en cuartos de final del Mundial, lleva invicto hasta hoy en partidos oficiales.

Es que Tite sostiene que se preparó por muchos años para ser director técnico de la selección brasileña con experiencia suficiente por haber recorrido todo Brasil para entrenar distintos equipos, leyó infinidad de libros, presenció entrenamientos de los equipos más importantes y consultó con los directores técnicos más famosos, en especial con su admirado Carlos Bianchi, y por eso llegó a manifestar públicamente su frustración cuando años antes de su designación, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) contrató a otros colegas y no lo tuvo en cuenta cuando era señalado como el principal candidato por todo el ambiente del fútbol. Hoy es el símbolo del cambio en el fútbol brasileño que logró revertir el desastre del 7-1 ante Alemania en su Mundial de 2014 y ya pudo ganar la Copa América 2019, también como local y en el Maracaná, escenario de la nueva final con Argentina.

Tite es el entrenador más laureado de la historia y el segundo con más partidos dirigidos en el Corinthians de San Pablo, uno de los clubes más populares de Brasil con el que fue campeón por primera vez de la Copa Libertadores en 2012, venciendo al Boca de Julio César Falcioni, y es el último equipo sudamericano en ganar, ese año, el Mundial de Clubes al Chelsea de Rafa Benítez, en Japón.

Tite se llama, en verdad, Adenor Leonardo Bachi y nació el 25 de junio de 1961 en Caxias, en territorio gaúcho, se crió en una casa en la que se respiraba fútbol a partir de su padre y fue cuando jugaba como volante defensivo en el Sao Braz de Río Grande do Sul, en el torneo regional, que comenzaron a llamarlo “Ade” hasta que el ahora entrenador Luiz Felipe Scolari –compañero suyo como jugador-  lo convenció para que cambiara de apodo y le sugirió que utilizara el de su amigo y también mediocampista del Caxias, Altemir Craver, “Tite”. “Ade no es un sobrenombre para triunfar en el fútbol”, le aconsejó “Felipao”, también gaúcho como él. “Cuando decían “Tite” ya no sabía si se referían a mí o al original”, bromeó.

En el Caxias debutó en 1978 y en 1984 fue transferido al Esportivo de Benito Gonꞔalves, donde jugó hasta 1985 para pasar al Portuguesa de San Pablo y en 1986 al Guaraní de Campinas  en uno de los mejores momentos del club, con el que fue subcampeón brasileño en 1986 y 1987 y finalista del torneo paulista de 1988 hasta que una lesión en el ligamento de su rodilla le ocasionó pérdida de movilidad (hasta el día de hoy) y tuvo que abandonar la carrera prematuramente, a los 28 años.

Inmediatamente después se dedicó a la dirección técnica. En 1990 asumió en Gremio Atlético Guarany, y recorrió el interior brasileño entrenando a distintos equipos como Veranópolis, Ypiranga, Juventude hasta llegar al Caxias, donde comenzó como futbolista, en 1999 y fue allí donde dio el primer golpe al ganar el torneo gaúcho en 2000 y eso le valió ser contratado en 2001 por el Gremio de Porto Alegre, donde ganó tanto el título regional como la Copa do Brasil en ese mismo año y permaneció allí hasta 2003 para seguir en Sao Caetano y Corinthians, donde pudo dirigir a Carlos Tévez y a Javier Mascherano y al irse fue reemplazado por Daniel Passarella, que ya era asesor del club.

“No se puede admitir la velocidad con la que acompañó las jugadas. En el fútbol de altísimo nivel, con esa intensidad, las mujeres no pueden dirigir”, dijo cuando su equipo perdió el clásico paulista ante San Pablo 1-0, ya en medio de la crisis que generó su salida, en referencia a la árbitra Silvia Regina De Oliveira, pero la jueza, que en ese entonces contaba con 40 años, realizaba los ejercicios de fuerza en el mismo tiempo que los varones y podía saltar hasta dos metros. Luego dirigió al Atlético Mineiro en 2005 y en 2006, al Palmeiras, de donde se fue después de una reunión con el director de fútbol, Salvador Palaia, quien o mandó a “callarse la boca y no quejarse más de los árbitros” y él dijo entonces que no había condiciones para permanecer en el club.

Por fin en 2007 tuvo la posibilidad de ir a dirigir al exterior cuando fue convocado por el Al Ain de Emiratos Árabes Unidos, pero duró muy poco, apenas seis partidos, con tres victorias y tres derrotas, y le rescindieron el contrato. “Estábamos haciendo un trabajo de calidad y el equipo estaba muy bien, mejorando en cada partido –explicó Tite- pero consideraron un cambio en la conducción porque no acepté su sugerencia para que jugara un futbolista de la selección al que había sacado”. Fue reemplazado por Winfried Schaefer, director técnico de Camerún en el Mundial 2002.

Volvió a Brasil para dirigir al inter de Porto Alegre entre 2008 y 2009, con el que ganó el torneo Gaúcho, la Copa Sudamericana y la Suruga Bank, y otra vez se fue a los Emiratos Árabes para dirigir al Al Wahda reemplazando a Laszlo Boloni, del que el club decía que no tenía buena relación con los jugadores.

En ese mismo 2010 recibió una oferta para regresar al Corinthians. El club estaba en horas bajas y sin embargo, terminó coronando un ciclo espectacular, ganando el brasileirao de 2011, la Copa Libertadores 2012 y de manera invicta, algo que no ocurría con ningún equipo desde el Boca de Juan Carlos Lorenzo en 1978 y con un estilo que muchos comparaban con otro Boca, el de Carlos Bianchi. Se decía entonces que el estilo del “Timao” no era el tradicional brasileño, más preciosista, sino utilitario, con un firme defensor como Leandro Castán (transferido a la Roma), Danilo, Alex y en especial, Emerson –estrafalario a quien logró mantener en caja-, la figura, más la solidez del medio con Ralf y Paulinho.

Tras el título de América llegó la chance de competir por el Mundial de Clubes en Japón y se quedó con el título al vencer al Chelsea de Rafa Benítez 1-0 con gol del peruano Paolo Guerrero (reemplazado a tres minutos del final por el “Burrito” Juan Manuel Marrtínez), en la última conquista sudamericana de ese torneo hasta hoy, y al año siguiente, en 2013, también ganó el torneo Paulista y la Recopa Sudamericana.

Cuando acabó el año y ya pensaba renovar el contrato al menos por un año más, se sorprendió cuando el club le comunicó que el nuevo entrenador iba a ser Mano Menezes, y se fue muy enojado y lo mismo ocurrió con los jugadores, que le tenían aprecio (siempre fue un buen gestor de grupos) y reclamaron que se quedara, aunque sin éxito. La decisión no había sido nada fácil para el Corinthians, que había apostado por él incluso cuando en 2011 había quedado eliminado por la Copa Libertadores en la primera fase al caer ante el Tolima, aunque luego llegaron los títulos.

Al poco tiempo, para 2015, y tras tomarse un año sabático al no concretarse su trabajo en el Shandong Luneng chino (donde jugaba el delantero Wagner Love), volvió a ser convocado por el Corinthians y volvió a ganar el Brasileirao, para transformarse de esta forma en el entrenador con más títulos de la historia del Corinthians y el segundo con más partidos dirigidos (270) detrás de Oswaldo Brandao (439, aunque en cinco etapas distintas).

“Qué lo parió, nunca imaginé esos números. Abel Braga dirigió trescientos partidos en el Inter pero estuvo allí seis veces. Yo estuve dos años y medio en el Gremio y si decían que iba a estar tres años y medio en otro club, yo habría dicho que me estaban cargando. En el fútbol brasileño quedarse tres años y medio en un club es una locura. De todos modos, debo decir que ninguna de esas conquistas con el Corinthians fue circunstancial. Nosotros le ganamos al Chelsea jugando mejor. En nuestro gol tuvimos antes 17 toques y la pelota pasó por todos los jugadores del equipo. En la Copa Libertadores nos hicieron cuatro goles en total, y fuimos invictos y estamos hablando de haberle ganado a Boca en una final, ¿se entiende? Es difícil que eso vuelva a pasar”, le dijo a ESPN Brasil en una entrevista.

En el año sabático que tuvo en 2014 le tocó sufrir a la selección brasileña de su amigo Felipao durante el Mundial, especialmente, el día del 1-.7 ante Alemania. “Prefiero no opinar como entrenador sobre lo que ocurrió porque no quiero herir a mi amigo, pero sí quiero decir que esa emblemática derrota tuvo una faceta inhumana cuando se enfoca toda la responsabilidad en el director técnico por perder un partido o un campeonato. Es algo de equipo. Yo pude estar presente en el entrenamiento táctico y recuerdo que Felipao se acercaba a los costados para pedirle a la gente que se quedara quieta porque quería dar instrucciones. Estaba preparando a un equipo y no tenía privacidad y estoy hablando de algo básico. Nosotros, cuando disputamos el Mundial de Clubes de 2012 con el Corinthians hicimos una planificación para cuando teníamos entrenamientos abiertos, con público y eso que hacíamos no exigía concentración porque en esos casos priorizaba el trabajo físico porque no se podía dar indicaciones tácticas con la hinchada y el periodismo presentes. La táctica necesita un momento de privacidad porque necesita una mayor concentración. Sin tener esa chance, las posibilidades de éxito son menores”, sostuvo.

Cuando finalizó el Mundial 2014, Tite pensó que era su momento y que lo iban a convocar a la selección brasileña luego de los éxitos recientes con el Corinthians, pero no fue así y la CBF anunció a Dunga. “Estuve frustrado, molesto, herido en ese momento”, confesó.

“Yo me preparé, y en la medida que salís a la calle y reconocen tu trabajo, invicto y campeón de la Copa Libertadores, ganando un Mundial de Clubes como se ganó, el Brasileirao, la Recopa…no es cuestión de ser el mejor, pero era un gran momento para mí. No se trata de decir quién es mejor que quién y por eso, no entendí lo que pasó”, recalcó en una entrevista con ESPN Brasil.

Tite recuerda que en el momento en que la CBF anunció que tenía la decisión tomada sobre el nuevo entrenador de la selección brasileña tras el Mundial 2014 “me di cuenta de que no era yo porque conmigo no habían hablado y ahí dije “se acabó” pero no conseguía entender cuál era la idea, cuál era el concepto de la búsqueda. Cuáles eran los requisitos…”.

Tite contó entonces todo o que hizo durante ese tiempo sin trabajo. “Leí libros de Guardiola, Simeone, Cruyff, visité las instalaciones del Arsenal, almorcé con Carlos Bianchi, me encontré con Carlo Ancelotti y hasta me sondearon para dirigir la selección de Portugal cuando dimitió Paulo Bento aunque no se concretó, pero habría aceptado porque cuando hay un proyecto de selección es siempre grandioso”.

El entrenador, en cambio, rechazó la idea de que pudo haber sido excluido por la CBF por su proximidad con el ex presidente del Corinthians Andrés Sánchez, enemigo político del entonces titular de la entidad futbolística brasileña, Marco Polo Del Nero. “No sé qué pasa por la cabeza de él ni de José María Marín (ex titular de la CBF) sino de las personas que son leales conmigo o con mi trabajo. Si esas personas no comprenden eso, el problema ya no es mío”.

“Se dice que se llega a la excelencia en torno a las diez mil horas de actividad profesional. Y eso implica unos diez años de actividad, es decir, diez años para adquirir el ‘know how’. Y yo creo mucho en las vivencias que yo tuve porque científicamente eso está comprobado –insistió Tite- y creo que esa búsqueda debería ser uno de los criterios pero compete al nivel de conocimiento de cada uno y por eso fui a conversar con Bianchi para saber qué fue lo que hizo él en Boca,  o quise leer sobre el perfil de liderazgo de Simeone. Tengo anotaciones de todos los 64 partidos de la Copa del Mundo de 2014: posicionamiento táctico, estrategia, marcación en presión alta. Hice una búsqueda de conocimiento, porque el técnico en Brasil es profesor de educación física y el resto es autodidacta y ese lado profesional fue mi objetivo y estaba unido a la perspectiva de dirigir a una selección, brasileña, japonesa o paraguaya –que me sondearon-, pero no lo conseguí y entonces cuando me quedo afuera me engullo en los libros y es la forma de estar en paz, tranquilo”, insistió en aquel momento.

Este había sido el segundo desencuentro con la CBF. El primero había ocurrido en 2012, cuando ya era favorito para dirigir a la selección brasileña al ser destituido Mano Menezes pero nombraron a Scolari con miras al Mundial 2014, hasta que en 2016, los malos resultados empujaron a Dunga a la puerta de salida por la muy mala posición en la clasificación para el Mundial de Rusia 2018 (sexto y fuera del torneo) y haber quedado eliminado en primera ronda en la Copa América Extra de 2016 en los Estados Unidos.

Recién allí fue nombrado seleccionador de Brasil el 21 de junio. No quiso asumir ni negociar nada hasta que Dunga se fuera y así se lo hizo saber a la CBF. Tite es conocido por cumplir de su parte a rajatabla los contratos y las dos veces que lo fueron a buscar en 2015 rechazó el convite porque había un DT trabajando, y terminó asumiendo en Corinthians en su tercera etapa.

Su situación se terminó de complicar cuando en esos meses firmó un manifiesto pidiendo la destitución del directorio de la CBF que incluía al presidente Del Nero, organizado por “Atletas pelo Brasil” y “Bom Senso FC”, que lanzaron la campana “Ocupa CBF” y respaldada por 127 personalidades del fútbol local, algo que contrastaba con su perfil mesurado, tranquilo y pausado, salvo en contadas ocasiones como cuando el gritó en 2011 a Felipao “usted habla mucho” en un clásico Corinthians-Palmeiras, o cuando en 2015 habló de “descaro, cinismo, inmunidad e impunidad” cuando vio por la TV el discurso de la ministra de la Corte Suprema, Carmen Lucía, cuando fundamentaba su decisión de no concederle el habeas corpus al ex presidente Lula Da Silva al desempatar el 5-5 de los votos del organismo. “El crimen no vencerá a la Justicia”, indicó.

“A mí me llamaron para ser DT de la Selección. Si estoy aquí es porque no se han dado los resultados y la mejor manera que tengo de contribuir es aplicar aquellas palabras que han guiado mi vida y mi carrera: transparencia, democratización, excelencia y modernidad” - afirmó cuando asumió-. Mi intención es que la Selección crezca y evolucione para el Mundial 2018 y esa es una responsabilidad muy grande. La prioridad es clasificarse para el Mundial y se puede lograr. Trabajaremos para eso”.

Apenas nueve meses más tarde, en marzo de 2017, Brasil estaba clasificado como primero del grupo y fue el segundo equipo en conseguirlo detrás de Rusia, el local, con los ocho triunfos en ocho partidos. La selección argentina llegó sin la clasificación asegurada hasta la última fecha y necesitaba que Brasil –ya con el boleto confirmado- le ganara a Chile, lo que generaba ciertas dudas. “Con otro DT no sé, pero con Tité, Brasil sale a ganar seguro”, dijeron unánimemente todos los periodistas de su país consultados en una encuesta. Brasil se impuso 3-0 y el equipo trasandino fue eliminado.

Ya en el Mundial llegó hasta los cuartos de final, cuando fue eliminado por Bélgica (2-1) en Kazán. Tres años después, de aquel equipo sólo quedan Thiago Silva, Firmino, Neymar, Alisson, y Gabriel Jesús.

Cuando finalizó el Mundial le renovaron el contrato. “La CBF está invirtiendo en un proyecto de largo plazo al garantizar la continuidad del técnico frente a la Selección por seis años y medio. Creemos que la planificación cuidadosa y su ejecución con criterios conducirán al fútbol brasileño a los resultados que esperamos”, afirmó entonces el director ejecutivo de la entidad y luego presidente, Rogerio Caboclo.

Terminó ganando como local la Copa América de 2019, no sin polémicas, como la permanente aparición en los estadios del presidente Jair Bolsonaro, el juego conservador del equipo y la utilización del VAR, especialmente en la semifinal ante Argentina en el Mineirao, el mismo escenario del 1-7 ante Alemania cinco años atrás.

Al terminar ese partido, ganado por Brasil 2-0, Lionel Messi afirmó que “se cansaron de cobrar boludeces durante toda la Copa América y hoy no le cobraron un penal a (Nicolás) Otamendi. Es para analizarlo. Ojalá que la Conmebol haga algo porque nosotros hicimos un sacrificio enorme. Igualmente, no creo que haga nada porque maneja todo Brasil. Todas las boludeces se cobraron a favor de ellos. Hubo penales pelotudos durante toda la Copa y hoy ni siquiera consultaron al VAR”.

Eso generó una respuesta de parte de Tite. “Así como siempre digo que como jugador Messi es un extraterrestre al que no se lo puede anular en una cancha, también digo que en estas circunstancias debe ser más respetuoso”. Meses más tarde, en un amistoso que Argentina le ganó a Brasil 1-0 en Arabia Saudita, el crack  argentino le hizo un gesto de que se callara la boca. Fue cuando el DT pidió que le sacaran la tarjeta amarilla haciendo entender que había simulado en el penal que le hizo Alex Sandro y que si bien atajó Alisson, Messi pudo convertir en el rebote. “Sólo me quejé pero ,e dijo que me callara y le dije lo mismo y se acabó. No quiero seguir con esto para no generar situaciones”, afirmó en ese momento.

Tite lleva 57 partidos dirigiendo a la selección brasileña con 45 ganados, 11 empatados y apenas 4 perdidos, dos de ellos ante Argentina en sendos amistosos en Australia y Arabia Saudita, con 128 goles a favor y 21 en contra.

En la actual clasificación mundialista lleva los seis partidos ganados y aunque faltan otros doce, la selección brasileña ya tiene un pie en Qatar 2022 y cuando preparaba al equipo para la Copa América de Argentina y Colombia de este año, se desató la tormenta por los casos de Covid que azotan al continente,

Tanto Tite como los jugadores, que se expresaron a través del capitán Carlos Enrique Casemiro, se manifestaron en contra de jugar el torneo en esas condiciones, justo cuando tanto Argentina como Colombia renunciaron a organizarlo y Brasil aparecía como el principal candidato a reemplazarlos. Fue allí cuando aparecieron cada vez más fuertes rumores de que el gobierno de Bolsonaro ejercía presión para que abandonara el cargo, que iría para Renato Portaluppi, identificado con el mandatario y hasta se dijo que contaban con la aceptación de Caboclo, el titular de la CBF, todo a días del inicio de la competencia. Pero todo quedó en la nada cuando al propio Caboclo le cayó una denuncia de acoso sexual y debió alejarse del cargo con una licencia y fue reemplazado por su vice, Antonio Carlos Nunes, conocido como “El Coronel”, ex oficial del ejército y funcionario durante la pasada dictadura.

Tite, como su amigo Felipao, es muy creyente y suele ir a misa y rezar solo o con su madre y dice tener “gustos sencillos” como la samba o la caipirinha.

Sus equipos son tácticamente sólidos y una de sus cualidades es la paciencia hasta encontrar el once ideal. Suele aconsejar a los entrenadores –incluso extranjeros_ que si vienen a dirigir a Brasil “no comiencen con el Brasileirao porque eso es extraordinariamente difícil porque el nivel de exigencia y competitividad es alto y se juega cualquier d´pia y se empieza a perder cuando los equipos se caen físicamente. Lo mejor es empezar el trabajo desde un torneo regional” y que por eso “cuesta tanto a un DT extranjero ganar algo acá”.

También le consultaron si Ricardo Gareca pudo haber sido boicoteado en su paso por el Palmeiras y si eso existe en el fútbol brasileño. “Existe el técnico que boicotea al atleta, el director deportivo que boicotea al DT, el atleta que boicotea al DT, el DT que boicotea al director deportivo. Eso no es cuestión del fútbol sino del medio social. Existe el periodista que boicotea al periodista, el asesor de prensa que boicotea, el médico que boicotea. El fútbol es un reflejo del medio social. Existen personas éticas y no éticas, conductas buenas y malas en todas las áreas”.

Tite no se quiere quedar ahí. “Ser ético cuando se gana, es fácil. Yo prefiero ser ético en un momento difícil. Procuro serlo fuera del mercado. Yo sé que soy un apellido fuerte ahora y que haciendo presión, un club me puede llamar pero no quiero hacerlo. Yo cometí errores. Una vez, por inexperiencia, negocié con los dirigentes cuando había un DT trabajando y eso me hizo mucho mal, y después me comuniqué con él y le pedí disculpas. Quiero sentirme bien conmigo mismo. Ponte colorado una vez pero no te quedes amarillo diez”.

Con los años y la experiencia, Tite tiene bien claro el rol y la importancia del entrenador. Cree que el tiempo ideal de trabajo en un club “es de tres años. Aunque yo me haya quedado alguna vez un poquito más” y cuenta una anécdota al respecto: “En un negocio había tres papagayos para vender. Uno arriba, otro en el medio y otro abajo. Al de abajo lo vendían por 500 reales. Cantaba el himno nacional y reproducía cualquier música que oía. El del medio daba la hora y despertaba y valía 1000 reales. Entonces, el comprador preguntó cuánto valía el de arriba que ni canta ni da la hora…”no, a ese no lo vendo, porque los otros cantan o dan la hora a causa del que está arriba, el que permanece ahí”.

“Esa fábula- comenta Tite- demuestra de una forma muy simple que la importancia del comando es fundamental para irradiar todo ese engranaje de trabajo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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