jueves, 5 de septiembre de 2019

En la llegada de Maradona, la gran pregunta es para Gimnasia





Desde hace varios años, Gimnasia y Esgrima La Plata navega en la zozobra y coquetea con el descenso, que no sería tampoco el primero de estos últimos años. No parece un club previsor, y hasta el propio Diego Maradona, quien acaba de ser contratado como director técnico, quedó –según se informa- preocupado con el muy mal estado de sus divisiones inferiores, que no han sacado grandes figuras y que no parecen tener tampoco muchas apuntadas a futuro.

Que Maradona tenga un inmenso deseo de volver a dirigir en la máxima división del fútbol argentino tras las dos experiencias fallidas a mediados de los años Noventa, cuando por pocos partidos se sentó en el banco de Deportivo Mandiyú y de Racing Club cuando aún era jugador que, simplemente, cumplía una suspensión de la FIFA, es legítimo. De hecho, viene de ejercerlo en la Segunda división de México, sin que le haya ido mal.

La pregunta, entonces, pasa por la dirigencia de Gimnasia. Más que querer saber qué piensa Maradona, qué pretende, o cuáles son sus motivaciones, que en líneas generales, a esta altura, ya es claro que su capacidad de meterse en el mundillo y de revolucionarlo es enorme, lo que sería necesario conocer, por la salud mental de quien, sin dudas, es una personalidad especial en el fútbol argentino y mundial, es cuál es la pretensión del club contratante.

No es casual que Maradona haya vivido tantos años, prácticamente todo el siglo XXI, con algunos momentos excepcionales, fuera de la Argentina. Lo necesita como nadie por su tranquilidad, por el endiosamiento que tanto daño personal le hizo y que ya se nota en una prensa dispuesta a esquilmarlo si es preciso con tal de vender, como por el recibimiento que tuvo desde muchísimos clubes, Superliga y protagonistas del balompié nacional, todos dispuestos a venerarlo sin ningún atisbo de crítica o de duda sobre si en esta situación desesperada de Gimnasia, no puede acabar hundido con el club, y vapuleado por tantos que lo volverán a estar esperando en la vuelta misma de la primera esquina del pequeño fracaso.

Con la contratación de Maradona por Gimnasia, otra vez el medio encuentra una forma trucha de reinventarse desde aceptarse con canchas en pésimo estado, tribunas vacías que operan como “pulmones” que separen la nada misma porque en gran parte del país no hay hinchas visitantes porque en este fútbol enfermo, no pueden convivir en un mismo espacio social hinchas de colores distintos, o los hay que gritan “fracasado” desde el alambrado a partir de una vida vacía que al menos así imagina una auto justificación por un par de horas, o de jugadores poderosos que visitan en la cárcel a los barras bravas y eso es, apenas, una noticia más.

En esta Argentina de todo dado vuelta, Maradona sigue siendo más venerado que un Lionel Messi quebrador de todos los récords, atleta total, que ya en la veteranía tan bien llevada se dio cuenta de que sólo maradoneando podía acercarse más a quienes, en verdad, quieren la sangre que huelen, que se regodean con el trazo grueso de la raya roja que coloca a los propios de un lado y a los otros (como la “Brujita” Verón) del otro.

Por todo esto, la gran pregunta para los dirigentes de Gimnasia es, con la mano en el corazón apelando a una pretendida pero improbable sinceridad, cuál fue la motivación para contratar a una figura mundial que tiene tanto para perder (especialmente porque no parte de cero, sino que el club, hoy, está en menos diez) y si se les pasó por algún momento por la cabeza qué podría ocurrirle a Maradona en caso de no obtener un resultado medianamente aceptable y si, ese fuera el caso, no lo van a abandonar a su suerte, en esa picadora de carne que vuelve a insinuarse, que no parece lo más aconsejable para quien, al menos por intuición, optó por tomar distancia física del país que lo endiosó y que también lo hundió en el barro, según etapas y estados de ánimo.

Mucho más que Maradona, entonces, las preguntas van hacia los dirigentes de Gimnasia. ¿Estarán preparados para lo que viene? Y aún más: ¿Podrán estar a la altura de los acontecimientos? La bomba de tiempo comenzó a funcionar. Tic-Tac, Tic-Tac.

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