viernes, 18 de octubre de 2019

El Clásico español, la seguridad y los problemas de calendario (Interia)





El siempre tan esperado Clásico entre el Barcelona y el Real Madrid por la Liga Española estaba previsto para el sábado 26 de octubre. Sin embargo, los sucesos de violencia tras el fallo de la Justicia contra el movimiento independentista del 1 de octubre de 2017, en toda Cataluña, provocaron un cambio y la intención del Gobierno nacional, la Federación Española y la Liga, de postergar el partido para diciembre, esperando que la situación se calme un poco, algo que no tiene ninguna garantía.

El fallo de la Justicia determinó la prisión de 9 a 13 años para la mayoría de los líderes independentistas catalanes, lo que a su vez derivó no sólo en un estallido de violencia en muchos sectores de Cataluña, sino también marchas de todo tipo, huelgas y colapso en sitios emblemáticos, entre ellos, el aeropuerto de El Prat, en Barcelona.

El partido entre Barcelona y Real Madrid debe jugarse en el Camp Nou y además, a las 13 horas, por esta nueva costumbre de establecer horarios acordes con otros mercados mundiales, pero en este caso, eso dificulta mucho las cosas porque obligaría al Real Madrid a dormir la noche anterior en Barcelona, cuando se conoce que el club blanco representa justamente todo aquello que el independentismo aborrece, y eso traería mayores problemas de seguridad.

Por este motivo, más allá del Gobierno, que teme muchos mayores problemas apenas a dos semanas de las nuevas elecciones presidenciales en España, previstas para el 10 de noviembre, Federación y Liga, que tienen muy malas relaciones, han buscado soluciones para aplazar el partido o para que, al menos, no se juegue el 26 de octubre en el Camp Nou.

Primero se pensó en alterar la localía y que se juegue esta vez en el Santiago Bernabeu, el estadio del Real Madrid, y recién en la revancha, ya para avanzado el 2020, en el Camp Nou, pero ambos clubes lo rechazaron de plano porque les cambia la organización. Luego se buscó aplazarlo para diciembre, pero los distintos dirigentes van viendo que la única fecha disponible sería el 18 porque hay dos jornadas de Champions League en el medio y la gala del Balón de Oro de la France Football.
Por su parte, el entrenador del Barcelona, el siempre tranquilo Ernesto Valverde (al que muchos creen que ya el Barcelona le busca sucesor para 2020 y hasta sondearon a un argentino a tal efecto), insistió en estas horas en que “falta mucho” para el 26 de octubre “y las cosas pueden mejorar en la ciudad hasta ese día”.

Mientras tanto, desde la Argentina se ironiza sobre ese partido y muchos, en las redes sociales, preguntan por qué no se juega el Barcelona-Real Madrid en Buenos Aires, si en diciembre de 2018 hubo que jugar una final de Copa Libertadores, el máximo torneo sudamericano, en el Santiago Bernabeu, entre River Plate y Boca Juniors, argumentando motivos de seguridad.

Entre esas ironías, se dicen algunas grandes verdades, como que si el fútbol español y sus grandes anunciantes pudieron usufructuar una final de una Copa que no les pertenecía, y hasta con algún sponsor que también se encuentra en Sudamérica, ¿por qué no devolver gentilezas ahora del otro lado del Océano Atlántico?

Aquel partido de diciembre de 2018 entre River y Boca se trasladó a Madrid (además, del calor casi veraniego al frío casi invernal) cuando se podía jugar sin problemas en Buenos Aires porque esa definición, a doble encuentro, tuvo en la ida, en la mítica Bombonera, el estadio de Boca, un espectáculo sin ningún problema, y la vuelta se complicó por los piedrazos al bus en el que los jugadores de Boca llegaban al Monumental, el estadio de River.

Tal vez era correcta la decisión de no jugar ese partido en River pero…¿no era posible jugarlo en otro estadio argentino, por ejemplo en otra ciudad? Suponiendo que la Conmebol quisiera castigar a la Federación Argentina (AFA) por los incidentes, ¿no había otra buena sede en todo el continente sudamericano, siendo la Conmebol la Confederación Sudamericana de Fútbol? ¿No era posible jugarlo en el Maracaná de Río de Janeiro, en San Pablo, en Santiago de Chile, en Lima, en Bogotá?

No, se llevaron el gran clásico argentino, en una final del máximo torneo sudamericano, a España, bien lejos, en otro contexto, otro clima, para favorecer a los sponsors y los negocios. ¿No sería hora, entonces, de que si hay problemas de seguridad en Cataluña, el Clásico español, con algunos sponsors coincidentes, se juegue en Buenos Aires?

Aún así, no es el único problema que tiene el fútbol español respecto a fechas y lugares. Ya en 2018, el presidente de la Liga de Fútbol profesional (LFP), Javier Tebas, intentó, por esto de seguir buscando mercados, llevar el partido entre Girona y Barcelona a Miami, Estados Unidos, pero cuando parecía que tenía todo arreglado, chocó con el presidente de la Federación Española (RFEF), Luis Rubiales, quien explicó que no se puede defraudar a los abonados a los asientos en el estadio de Girona, que pagan por todo el año y en gran medida, para ver partidos contra el Barcelona, Real Madrid, Atlético Madrid, Valencia o Sevilla, y que en el caso de trasladar el partido a Miami, se debía asegurar pasaje, estadía y entrada a cada abonado al club.

Ahora, Tebas insiste en jugar en Miami otro partido de Liga, el del Villarreal ante el Atlético Madrid del 8 de diciembre, y el conflicto es el mismo que en 2018 con el Girona-Barcelona. Tebas se defiende sosteniendo que Rubiales acepta que la Supercopa de España (en la que ahora participan cuatro equipos y antes eran dos) pueda jugarse en otro país, como está previsto en Arabia Saudita. La diferencia, insiste Rubiales, es que en la Supercopa no cuenta el abono ya que no se trata de un torneo regular, sino uno corto y que solo en ese caso puede cambiar de sede a otro país.
Más allá de todas estas especulaciones, si hay algo claro es que el fútbol sigue un camino cada vez más asociado a los negocios y si no, que lo diga la UEFA, que va cediendo ante el reclamo de los clubes más poderosos, combatiendo por todos lados al llamado “Virus FIFA”.

Ya no alcanza con la implementación de la Liga de las Naciones para terminar con los amistosos contra selecciones nacionales de otros continentes y que ellas se arreglen como pueden y pierdan la chance de competir con la élite, sino que le agregaron que en las llamadas “ventanas FIFA” de partidos de selecciones nacionales, éstas no pueden jugar el segundo partido de la serie en un destino que implique más de cinco horas de viaje en avión, cosa de que los jugadores, la mayoría de ellos en el fútbol más poderosos, no se cansen y lleguen mejor a las ligas de los fines de semana, aunque si pudieran (y es el deseo a futuro) también cambiarían el calendario de Liga y Champions, pasando la competencia europea para los fines de semana, y el de las ligas, para los miércoles.

Por eso, lo que se comienza analizando como tema de seguridad, se deriva siempre en el negocio, que es lo que termina prevaleciendo.

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