jueves, 9 de enero de 2020

La tensión entre la AFA y la Superliga: los clubes y la vuelta a la “normalidad”





En estas últimas horas se conoció un muy duro, así como extemporáneo y no del todo bien escrito comunicado de la AFA contra la Superliga por aquello de la superposición de las cuatro fechas (17 a 21) del torneo oficial actual de Primera División del fútbol argentino con el Torneo Preolímpico de Colombia, que genera un conflicto de intereses entre los clubes y la selección nacional, como producto de la eterna improvisación del balompié nacional.

La pregunta sería por qué ahora, y no durante todos estos meses, desde que a principios de agosto pasado los clubes consensuaran el calendario con la Superliga. ¿Por qué, a pocos días de comenzar el Preolímpico, y con el pescado ya casi enteramente vendido, y con la lista definitiva ya confirmada, los clubes protestan por las fechas y piden un cambio y atrasar una semana el reinicio del campeonato oficial?

Por una sencilla aunque molesta razón: porque recién el pasado 10 de diciembre se produjo un cambio de poder en el país, con el triunfo del peronismo, y al mismo tiempo, en el club más rico y poderoso, Boca Juniors, con la caída doble en desgracia de quien fuera el “Hombre Fuerte” del macrismo en el fútbol (y no sólo en él, por supuesto), Daniel Angelici.

La idea de la conformación de la Superliga, ya lo dijimos en nuestro libro “AFA, el fútbol pasa, los negocios quedan” (2016) nació contra natura, y como intento de los grandes intereses (especialmente de los derechos de TV aunque no sólo) por separarse y manejar los negocios a su antojo, tratando de copiar el esquema del fútbol español, que como tantas veces insistimos, es inviable para estos lares.

Partimos de la base de que el presidente de la Liga de Fútbol Profesional español (LFP), el franquista y vendedor de peces de colores Javier Tebas Medrano, sólo pudo pisar suelo futbolero argentino una vez que muriera Julio Grondona porque antes estaba absolutamente vetado por haber estado enfrentado por años al “Don Julio” transoceánico, Ángel María Villar, casi un hermano mellizo del ex cacique de Sarandí.

Beneficiado incluso por la propia caída de su acérrimo enemigo, que tuvo que pagar una fianza para salir de la cárcel por corrupción y hacer lo propio con su hijo Gorka (también abogado y gracias a los oficios de “Don Julio”, incrustado por años en las finanzas de la Conmebol donde llegó a cobrar por año más que clubes como Nacional o Peñarol), Tebas Medrano cruzó el Atlántico, y llegó a nuestras costas a vendernos que el fútbol argentino podía emular al rentable balompié español si conformaba una estructura aparte y dejaba a la AFA con la selección nacional y las categorías menores de ascenso, cosa que ocurrió.

Muchos dirigentes, entonces, miraron la idea de reojo. Porque la mayoría de los clubes argentinos, sociedades anónimas sin fines de lucro, cumplen funciones sociales que los españoles ni imaginan, y eso, en gran parte, se sostiene gracias a lo que reditúa el fútbol, pero sólo Mario Gianmaría, presidente de la Asociación Rosarina, pudo advertir que el documento que los clubes firmaron no había sido siquiera leído y que muchos estamparon su rúbrica sin saber de qué se trataba, tanto como en los años noventa firmaron otro a los Torneos sin Competencia de la misma forma.

Si al conformarse la Superliga por fuera de la AFA, para Claudio Tapia, el nuevo presidente desde 2017 tras la intervención de FIFA-Conmebol, resultó un alivio, porque eso le implicaba desligarse de los asuntos domésticos de primer orden, eximirse de las críticas y poder viajar para ampliar su radio de contactos y tratar de insertarse en la política internacional del fútbol con los asuntos de la Selección, todo cambió desde el pasado 10 de diciembre.

Los clubes, en el fondo, y la AFA, aunque con más dudas, nunca tragaron la idea de mudarse a Puerto Madero y dejar el viejo edificio de Viamonte, por más vaciado que hubiera sido con el Grondonato. Es como con los intermediarios en los pases. ¿Dos clubes necesitan de un tercero para concretar la compra o venta del pase de un jugador? Lo mismo podría preguntarse de la Superliga. ¿En serio que la AFA necesita un organismo intermedio en su relación con los clubes? Desde ya que no, y lo saben todos.

Es por eso que recién desde el 10 de diciembre, el nuevo presidente (y ex vicepresidente) de San Lorenzo, Marcelo Tinelli, osó quejarse del calendario en un tweet, cuando su club es protagonista de la Superliga, y su nuevo mandatario, que llegó a burlarse de la acción de Jorge Capitanich cuando rompíó en público un diario “Clarín” y apareció riéndose en una visita al entonces presidente Mauricio Macri, ahora forma parte de la comisión de lucha contra el hambre, más cerca del presidente Alberto Fernández. ¿No cambió nada en el medio para este súbito cambio de opinión del conductor televisivo?

Ni hablar del nuevo presidente de Boca, Jorge Amor Ameal, más cerca de Fernández que de Macri (no tanto por él sino por otros dirigentes que lo rodean y que tuvieron históricamente peso político interno), quien dijo con claridad que no puede haber una conducción con dos cabezas, lo que traducido al castellano futbolero, implica que debe haber una sola, o sea…la AFA.

Y tampoco hace falta reparar en el cambio de discurso de otro dirigente con peso en la Superliga y como San Lorenzo, nulo en la AFA, el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, que pasó de ser opositor a la comisión directiva de Tapia, a callarse respecto de esta tensión entre Viamonte y Puerto Madero, cuando se sabe que está más cerca de Fernández que de Macri. ¿Casualidad? De ninguna manera. Como tampoco que Independiente (Hugo Moyano) se alinee con el movimiento de retorno a Viamonte.

Lo que sucede, entonces, es que desde los clubes y la AFA leen la realidad y entienden que con los cambios políticos nacionales y la caída de Angelici y de Macri, llegó el momento de “volver a la normalidad” y terminar con un invento del sistema, el negocio y los poderosos medios de comunicación para regresar al redil del que nunca debieron irse y es más, aprovechar para revisar los contratos de derechos de TV, que siguen siendo bajos y mal explotados por los mismos de siempre (porque por más que se vista de seda con el nombre de ciertos medios nuevos que parece que juegan distinto, los que mueven los hijos son los de siempre, los involucrados en los sobornos del FIFA-Gate).

Esto recién comienza y se conoce bien a la mayoría de los dirigentes del fútbol argentino, capaces de decir una cosa hoy y hacer otra esta misma noche o mañana a la mañana. Por eso Tinelli primero dijo que no cedería a sus jugadores al equipo olímpico, luego sí, para pasar enseguida a pedir un cambio de fechas de reinicio del torneo. O por eso se pautó cuatro descensos para cambiar en el camino a tres.

Esto recién comienza, pero la virulenta carta de la AFA contra la Superliga, no casualmente escrita por Pablo Toviggino, secretario ejecutivo de la presidencia de la AFA, se parece mucho a aquella del año pasado en el final de la Copa América de Brasil contra la Comisión de Arbitraje de la Conmebol, que tantos problemas regionales le trajo a Tapia, al punto de perder la representatividad de la entidad ante la FIFA, y que obligó a redoblar esfuerzos diplomáticos por revertir tamaño desastre.

Nada es casual, entonces. Como siempre, el fútbol en la Argentina se sigue moviendo al compás del poder político nacional. Otra vez sopa. Y esto recién comienza.




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