domingo, 28 de julio de 2019

Antoine Griezmann, el francés que aprendió los secretos del fútbol y las costumbres uruguayas en la Real Sociedad, fue rechazado en el club de sus amores, y que terminó siendo estrella y sex symbol en su país (Infobae)





Durante la temporada que se inicia en la Liga Española, Antoine Griezmann tendrá nuevas sensaciones y seguramente vivirá fuertes experiencias en distintos estadios. Con la camiseta 17 del Barcelona en su espalda, esperará aplausos de los hinchas en el Camp Nou, alguna reprobación en el Wanda Metropolitano por parte de los simpatizantes del Atlético de Madrid, por irse luego de cinco temporadas tras haber comunicado en su video de 2018 que se quedaría en ese club, y probablemente una ovación de parte de la gente de la Real Sociedad de San Sebastián, entidad a la que le dejó en sus arcas 54 millones de euros por las dos transferencias de las que fue protagonista en este tiempo.

Griezmann nació en Macon, en la zona de la Borgoña francesa, el 21 de marzo de 1991. Su padre es de origen alemán y su madre, portugués, y de hecho su abuelo materno, Amaro Lopes, fue futbolista del Pacos de Ferreira, y no fue extraño que él mismo comenzara en un club vecino, la Union du Football Maconnais (UF Macon). Mientras tanto, se probó en varios equipos, entre ellos el del cual era hincha, el Olympique de Lyon, pero era rechazado por su físico pequeño y esmirriado.

Sin embargo, a sus 13 años fue reclutado por la Real Sociedad de San Sebastián a través de su ojeador Erik Olhats, quien peinaba la zona de los juveniles de Iparralde (la zona vasco francesa), quien lo vio moverse en un torneo infantil.

Iñigo Taberna, periodista de Radio Onda Cero de España y gran conocedor de todo lo referente a la Real Sociedad, afirma que lo que le ocurrió a Griezmann en este club es “un auténtico cuento de Disney porque nadie pensaba allí que llegaría a ser lo que fue”. Para convencer a sus padres para que aceptaran que el chico se fuera a jugar del lado español, Olhats les prometió que seguiría estudiando en Bayona, del lado francés, y que lo alojaría en su casa.

Llegó entonces a la categoría Cadetes pero estaba lejos de brillar. Muchas veces era suplente de los equipos, tanto en esa categoría como en Juveniles. Los que más se destacaban en esos tiempos eran Iñigo Martínez (hoy en el Athletic de Bilbao y la selección española), Jon Gastañaga y Txomin Barcina, pero todo cambió repentinamente en un torneo internacional de 2009, que cada año organiza la Real Sociedad para Semana Santa, en el que se consagró goleador y mejor jugador.

Consiguió así llamar la atención puertas adentro del club, que se encontraba en una profunda depresión, en Segunda por tercer año consecutivo luego de haber jugado cuarenta años consecutivos en Primera, en la que llegó a ganar dos Ligas y una Copa del Rey. Antes de comenzar la tercera temporada en Segunda, asumió como director técnico el uruguayo Martín Lasarte, quien lo convocó para un partido amistoso en Azcoitia (Guipúzcoa) contra el Anaitasuna. Se había lesionado el juvenil que iba a utilizar por la izquierda, Bingen Erdozia, y entonces recurrió a Griezmann, quien debía jugar esa próxima temporada en Tercera división, con el “Sanse”, como se conoce a la Real Sociedad B.

Griezmann marcó dos goles en ese partido, y su funcionamiento gustó a Lasarte, quien defendió que siguiera entrenándose con el primer equipo aunque en la comisión directiva no lo veían. “Dijimos ‘este se tiene que quedar seguro, al menos como suplente’, y el suplente, al cuarto o quinto partido ya era titular”, recuerda Lasarte. Era un desconocido para los hinchas, acababa de cumplir 19 años, y terminó siendo muy importante para el ascenso de la Real Sociedad a la Primera con goles importantes y relegando al banco de suplentes al colombiano Jonathan Estrada.

Esa temporada, la 2009/10, sería fundamental en la carrera de Griezmann y no sólo por los éxitos deportivos. Llamaba la atención por su eterna sonrisa y por los extraños festejos en cada uno de sus goles (tirarse de cabeza en la nieve, meterse dentro de un coche que estaba como publicidad en la pista de atletismo del estadio de Anoeta, apoyarse en el hombro de un guardia de seguridad), aunque su primer contrato profesional lo firmó recién en abril de 2010.

Lasarte, el DT que lo hizo debutar en la Real Sociedad, había hecho lo propio antes, en Nacional de Montevideo, con un jovencito “y con mucho hambre de éxito” Luis Suárez, quien ahora será su compañero de ataque en el Barcelona. Una de las claves del suceso posterior de Griezmann se debió a que “aprendió mucho los movimientos corporales, en ataque, de Carlos Bueno”, ex jugador de Peñarol, San Loremzo y Boca, que llegó siendo veterano a la Real Sociedad para intentar el ascenso a Primera.

“Bueno le enseñó especialmente a moverse en el juego aéreo porque Griezmann era bajito y en cambio, Carlos era alto, fornido, y se quedaban horas practicando, y cuando hoy se ve saltar a Griezmann, uno se acuerda de Bueno”, comentó hace poco Lasarte en el programa de la TV uruguaya “La Caja Negra”.

Bueno era todo lo contrario que Griezmann, experimentado y de fuerte carácter, y terminó siendo su guía, ejerció sobre él una gran influencia y desarrollaron una larga amistad que llega hasta hoy. “El presidente del club decía que necesitaba un hombre que me revolucione el vestuario, guapo” y Lasarte me eligió aunque él era de Nacional y yo, de Peñarol, pero me fui unos días a Artigas, se armó un kilombo y caí en cana y eso salió en los diarios españoles. Pensé que se caía todo, pero eso le gustó tanto al presidente que al otro día viajé para fichar por la Real. Después el presidente se portó bien, fuimos campeones de Segunda. El día que ascendimos íbamos en el micro y no había música, nada. Todos callados. Me miró Lasarte y me levanté y pregunté qué pasaba, si tenían miedo. Les dije que no se preocuparan, que ganaríamos, que acá estaba yo para salvarlos. Veníamos de una mala racha, pero metí tres goles. El primero, un centro de Griezmann de tiro libre, gol de cabeza. El segundo, otra jugada de Antoine, y en el tercero, la empujé después de un rebote”, rememora Bueno.

Bueno recuerda que “Lasarte se enojaba con nosotros porque nos quedábamos mucho y terminábamos cansado los entrenamientos y Antoine me decía ‘dale, vamos a patear centros, a practicar. Lasarte ya se iba con el auto y nosotros seguíamos ahí y nos tocaba la bocina desde el coche para que paráramos”.

El ex delantero de Peñarol admite que “por un lado fui docente, pero también me encantaba estar con él porque tenía la edad que tenía pero era un chico muy maduro para lo que se le venía. A él le encantaba entrenarse. Y es difícil encontrar a un pibe que a los 17 años le gustara entrenarse así. Yo le explicaba que por mi tamaño, me basaba en el juego aéreo porque se me complicaban los mano a mano. Nos fuimos haciendo amigos, yo lo pasaba a buscar porque vivíamos a 3 cuadras y siempre iba con el mate. Él, como buen francés, no tomaba. Incluso al principio no le gustó cuando lo probó. Tomaba mucho agua, pero ahora, veo con alegría que va con el termo y la bombilla a todos lados”.

Con Bueno, no sólo Griezmann aprendió a tomar mate sino a desayunar con dulce de leche y se hizo hincha de Peñarol. Incluso llegó a bromear que Lasarte “es un gran director técnico aunque sea Bolso (como se apoda a los hinchas de Nacional)”. Las costumbres uruguayas adquiridas continuaron con otros compañeros de ese país que tuvo en la Real Sociedad hasta 2014, como Chory Castro o Diego Insfrán y que luego continuarían con Diego Godín y José María Giménez en el Atlético de Madrid.

El vínculo de Griezmann con Uruguay creció cuando Godín se convirtió en el padrino de su hija y se estrechó aún más cuando visitó Uruguay meses atrás para el casamiento del defensor. No gritó, de hecho, el gol que le convirtió a los “celestes” en el Mundial  2018 “porque siempre hubo un uruguayo para ayudarme en el fútbol y en la vida y amo a los uruguayos”. y tras ser campeón en Rusia, recibió una bandera uruguaya en la conferencia de prensa, y se la puso en los hombros (https://www.youtube.com/watch?v=Iyl6loc8MLs). Al ser presentado en el Barcelona días pasados, dijo que esperaba “cebarle mate a Luis Suárez y a Lionel Messi”.

Sin embargo, no todas son rosas y hasta se llegó a decir que en el vestuario “Celeste”, durante el último año, no se hablaba de Griezmann para no generar una grieta porque si Godín es el padrino de su hija, Suárez estaba molesto con su decisión de continuar en el Atlético Madrid y no pasar al Barcelona en 2018.

En la primera temporada en Primera (2010/11) marcó 7 goles y otros 7 en 2011/12. Su gran explosión fue en la 2012/13. En Primera, en la primera temporada, Lasarte lo llegó a sustituir contra el Atlético Madrid porque le dio un par de indicaciones y no le hizo caso y le hizo un gesto que no le gustó, y así fue que el DT uruguayo lo fue moldeando en su carácter.

Cuando la Real se clasificó para jugar la previa de Champions League 2013/14, Griezmann integró una gran dupla de ataque con el mexicano Carlos Vela, del que se hizo muy amigo dentro y fuera de la cancha, e inseparables de la noche y las discotecas de San Sebastián, así como antes lo fue de Carlos Bueno. En esa previa de Champions, en agosto de 2013, Griezmann se dio el lujo de marcar un golazo de chilena ante el Lyon, el club que lo había rechazado y del que era hincha en Macón. Fue su última temporada en la Real.

Para la temporada 2014/15 fue trasferido al Atlético Madrid, que acababa de ser campeón de Liga, y que pagó por su pase 30 millones de euros, pero la Real Sociedad terminó recibiendo por él 54 millones porque se había quedado con un 20 por ciento de un futuro pase y el Barcelona acaba de pagar su cláusula de 120 millones, de los que entonces otros 24 ingresarán en la cuenta del club vasco.

El hecho de haberse destacado en la Real Sociedad le permitió también llegar a la selección francesa. Primero fue convocado para el sub-19, que ganó la Eurocopa de la categoría como local, y posteriormente siguió en el sub-21, pero puso en riesgo su futuro cuando antes de jugarse la clasificación para la Eurocopa en París ante Noruega, en octubre de 2012, se escapó de la concentración con dos de sus compañeros en un taxi para recalar en una discoteca de París y fue suspendido por un año por la Federación Francesa (FFF).

Desde 2014 en el Atlético Madrid, tuvo que adaptarse a las indicaciones y al sistema táctico de Diego Simeone y reconoce que “me costó mucho al principio adaptarme a su filosofía de marcar y correr, pero con la ayuda de Godín, me hice un jugador más completo”.

En la Real Sociedad había partido desde la banda izquierda pero siempre tendía a irse hacia el medio (algo parecido a lo que le ocurrió a Messi en el Barcelona pero desde la derecha) y sentía que otra vez tenía que luchar para que se le entendiera su forma de jugar.

Lo había explicado bien en su libro autobiográfico “Antoine Griezmann, detrás de una sonrisa”: “Si hoy me encuentro entre los mejores del mundo en cuanto a jugar a un toque, eso se lo debo a la Real. De todos modos nunca he sido un gambeteador, ni siquiera cuando me divertía con mis amigos en Macon. Me quedaba un poco en un segundo plano, dándole preferencia a la visión de juego”.

Su juego necesita de un “nueve” puro a su lado, como luego fueron Diego Costa en el Atlético Madrid u Olivier Giroud en la selección francesa, y como probablemente ahora Luis Suárez. Lo suyo es jugar en entrelíneas y llegar con libertad a la zona de mediapunta para rematar sorpresivamente o meter una estocada hacia el definidor.

En el Atlético tuvo algunos momentos de crisis con Simeone cuando lo quisieron llevar a la banda o cuando algún compañero quiso ajustar sus movimientos. Eso terminó en una charla de vestuario donde Griezmann logró expresar lo que sentía: “No me estoy divirtiendo en la cancha”, les dijo. El problema que puede tener Griezmann en el Barcelona es el que ya tuvo Coutinho en la temporada pasada: no sentirse cómodo por banda o en otra posición porque suele jugar en los mismos espacios que Messi. Su compatriota Eric Abidal, director de Fútbol del Barcelona, lo describió en la presentación: “Puede jugar rápido, pero también contemporizar o guardar la pelota. Técnicamente es superior a lo normal, muy inteligente en el campo de juego”.

En el Atlético Madrid vivió una etapa brillante de cinco años, que le permitió consolidarse como una estrella mundial al mismo tiempo que fue creciendo en la selección francesa. Ambos ciclos los comenzó en 2014. Con el “Aleti” fue campeón de la Supercopa de España en 2014 y de la Supercopa de Europa y de la Europa League en 2018, y finalista de la Champions League en 2016, año en el que fue premiado como el mejor jugador de la Liga Española y nominado para el Balón de Oro de ese año.

En ese mismo 2016 también perdió otra final, la de la Eurocopa, como local, ante Portugal pero fue el máximo goleador del torneo y fue elegido como mejor jugador y ya dos años más tarde pudo ser campeón mundial en Rusia 2018, Balón de Bronce como tercer mejor jugador, Botín de Plata como goleador y Jugador del Partido ante Croacia, en la final, cuando convirtió el segundo gol de la victoria de Francia por 4-2. También alcanzó a jugar todos los partidos de su selección en el Mundial de Brasil 2014, hasta que en cuartos de final fue eliminada por Alemania.

Antes de comenzar el Mundial de Rusia, Griezmann atravesó un momento de dura crisis. El Barcelona acechaba para ficharlo y se llegó a plantear la salida del Atlético de Madrid, lo que tuvo en vilo a su afición durante los últimos meses de la temporada.

Finalmente, en un video, a muy poco de comenzar el Mundial (https://www.youtube.com/watch?v=2JGX8SddIXQ)  el delantero francés anunciaba que se quedaría en el Atlético Madrid, aunque el nuevo arreglo incluía una cláusula de 200 millones de euros hasta el 30 de junio de 2019, pero que bajaría a 120 desde el inicio de la nueva temporada 2019/20.

Griezmann reconocía entonces las dificultades que había tenido para tomar la decisión. De hecho, al clasificarse para la final de la Europa League con el Atlético en 2018,  no sabía aún qué hacer: “Irme sería sacarme un peso de encima. Mi entorno quiere que me vaya y en el Atlético creen que yo ya tengo todo hecho y que me voy, y yo estoy esperando un mensaje de ellos” y Simeone, tras el 3-0 en la final al Olympique de Marsella, afirmaba que “yo todavía creo que hay situaciones que lo pueden acercar a seguir con nosotros”. El jugador dijo entonces que “le afectaron, a mí y a mi familia” el grito “Griezmann quédate” de los hinchas en aquella final de Lyon y la ovación en los festejos en la Fuente de Neptuno en Madrid. “Entendí que me silbaran porque la prensa decía que yo tenía todo firmado y arreglado, ahí me sorprendió ver al Cholo en la puerta de mi casa junto a Godín cuando bajé a abrirles. Habíamos quedado en que venía Diego pero cuando le pregunté al Cholo “qué haces aquí” me dijo “vamos a charlar un poquito”.

Dijo tener “mucha confianza con el Cholo Simeone, aunque de nada vale lo que pase fuera del campo porque adentro me va a exigir y lo que tenga que decir, me lo va a decir. Citaron dos veces a mi hermana para saber mi futuro, pero hasta abril no tenía ni idea de lo que iba a hacer y mi esposa decía que nunca me había visto así. No me salían los goles en la cancha aunque sí en los entrenamientos, y el Cholo me prometía que para la temporada siguiente vendrían jugadores competitivos para reforzar el equipo”, seguía afirmando en el video presentado antes del Mundial de Rusia.

En 2018, Griezmann se convirtió en el deportista francés mejor pagado, según una lista difundida por “L’Equipe”: 23 millones netos por temporada, que es lo mismo que 63.000 euros al día. A esto hay que sumarle primas y sponsors (Puma, y Huawei). Además de gran estrella del deporte francés, es un sex symbol en su país.

Con muchas pretendientes, sin embargo, eligió un camino mucho más difícil para conquistar a su mujer, Erika Choperena, vasca, de 28 años, estudiante de pedagogía y apasionada de la moda, de bajo perfil aunque tiene 373.000 seguidores en Instagram y colabora con la firma “Aqüe Apparel” de trajes de baño.

La conoció en San Sebastián cuando era futbolista de la Real Sociedad, cuando el plantel comía en el mismo salón que los estudiantes universitarios y ella no tenía ni idea de quién era él ni lo recordaba, aunque él pasaba permanentemente por la residencia de estudiantes en la que ella (es de Vera de Bidasoa, Navarra) vivía, cerca del campo de entrenamiento del equipo.

Su hija Mía nació en Madrid en 2016, cuando ya estaban instalados allí porque Griezmann jugaba en el Atlético. Se casaron en 2017 en el Palacio de Galiana, un edificio mudéjar del siglo XI a orillas del río Tajo y con las vistas privilegiadas de la ciudad de Toledo. “Ella maneja todo. Las cosas de la casa, las obras, la papelería y del club. Yo me olvido del papeleo, así sólo pienso en el fútbol y me viene muy bien”, dice siempre. Incluso, se refiere a ella cariñosamente como “la jefa”. Se complementan a la perfección. El pasado 8 de abril nació la segunda hija, Amaro, el mismo día que Mía, pero tres años más tarde.

Finalmente, una vez que llegó el mes de julio y su cláusula bajó a 120 millones de euros, fue fichado por el Barcelona, lo que generó un litigio con el Atlético, que considera que las negociaciones comenzaron cuando el pase valía 200 millones, algo que desmiente el presidente de los azulgranas, Josep María Bartomeu.

Con el Barcelona firmó con una cláusula de 800 millones y un contrato por cinco temporadas y es el tercer fichaje más caro de la historia del club, sólo superado por Philippe Coutinho y Ousmane Dembélé.

Cuando le preguntaron las causas por las que decidió quedarse otro año en el Atlético antes de pasar a los catalanes, lo justificó diciendo que “tengo una familia que mover, una hija que estaba en el cole, con amigos y amigas. A mi mujer la veía bien allí, yo estaba bien y no estaba preparado para dar ese paso. Pensaba que todavía me faltaba algo por hacer en el Atlético, pero este año ha sido diferente”, y trató de mirar hacia adelante: “Espero que si hay algún problema, se destrabe con asistencias y goles en el campo” y comparó a Messi con Le Bron James. “Si éste es la cara del basquetbol, Messi es la del fútbol”.

Griezmann sabía bien que si al terminar la temporada 2017/18, Messi y Suárez le habían dado la bienvenida, un año más tarde, el propio Messi como Gerard Piqué sólo se remitieron a la dirigencia del club cuando les consultaron por la posible llegada del francés.

Lo primero que hizo cuando fue presentado en el Barcelona fue agradecer a la Real Sociedad y al presidente que le hizo el primer contrato, a los entrenadores de la cantera y a los profesionales, y dijo que lo que vivió entre los 14 y 16 años en ese club lo ayudó mucho a ser fuerte mentalmente. Griezmann es el segundo jugador de las divisiones inferiores del club vasco en ser campeón del mundo, luego de Xabi Alonso (con España, en Sudáfrica 2010) y se dice que cuando pase con el Barcelona por Anoeta recibirá una ovación y será homenajeado por el club.

Al tiempo que vive sus primeras experiencias como jugador del Barcelona y a la espera de que Messi regrese de sus vacaciones para compartir entrenamientos y partidos con él, fue contratado junto a su compatriota Samuel Umtiti (uno de sus mejores amigos y compañero del Barca) para la tercera parte de la serie “Stranger Things”. En sus redes sociales, Griezmann preparó un montaje en el que aparecen él y Umtiti con Dustin y Lucas, con quienes tienen un gran parecido físico. El cabello de Griezmann es idéntico al de Gaten Matarazzo, el actor que encarna a Dustin, mientras que Umtiti se parece mucho a Caleb McLaughlin (Lucas).

Con 184 goles en459 partidos de clubes desde 2009 y 213 en 531 contando los de la selección francesa, Griezmann espera seguir creciendo, y sonriendo, en la selección francesa y en el Barcelona.


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