jueves, 19 de diciembre de 2019

Un Real Madrid en ascenso y un Barcelona en claro declive (Interia)




Si algo dejó en claro el Clásico español pendiente de la primera ronda de la Liga y aunque los dos equipos compartan el liderato, es que uno de ellos, el Real Madrid, se encuentra en franco ascenso, luego de que por fin su entrenador, Zinedine Zidane, fue encontrando un funcionamiento, y el otro, el Barcelona, hace tiempo que está en un pronunciado declive, disimulado por un empate como local que puede haber disimulado importantes carencias en el juego colectivo.

Hacía muchos años, por lo menos desde hace más de una década, antes de que el holandés Frank Rikjaard asumiera como entrenador del Barcelona, que en el Camp Nou el Real Madrid no tenía tanta posesión del balón, lo que refleja con claridad el momento que atraviesa cada uno de los dos equipos más fuertes de la Liga.

El Real Madrid viene de una temporada aciaga como la anterior, con jugadores desgastados y un público que en las últimas jornadas iba sin ganas al Santiago Bernabeu y que reclamaba una renovación urgente de la plantilla. Ni siquiera el regreso de Zidane, luego de meses fuera del equipo por decisión propia, parecía poder torcer el rumbo.

Sin embargo, el francés, con mucha paciencia y como si fuera un orfebre, fue moviendo piezas de a poco. Se dio cuenta de que Cristiano Ronaldo es irreemplazable pero que creció mucho, desde su salida a la Juventus, la figura de Karim Benzema como delantero global, al que fue acompañando de Eden Hazard, cuando comenzó a tomar forma luego de un inicio de temporada excedido de peso, y fue emergiendo la figura del joven Rodrygo, que le fue ganando la pulseada a su compatriota Vinicius Jr.

Y cuando se lesionó el belga, optó por una fórmula de 4-4-2, con Isco suelto por una de las bandas y con el despliegue del uruguayo Federico Valverde, jugando como mediocentro más ofensivo al lado de Casemiro, más atento a la contención.

Ya ante el PSG, en la revancha del Santiago Bernabeu por la Champions, si vio un Real Madrid muy mejorado y esos síntomas volvieron a aparecer en el Camp Nou, con un gran Gareth Bale, alfo que pocos hubieran previsto hace escasos meses, cuando parecía claro que su destino estaría fuera de los blancos. Y aún falta el regreso de Hazard. Esto, más la lenta pero segura recuperación de Luka Modric le va dando al Real Madrid certezas de su funcionamiento.

En cambio, el Barcelona, con Ernesto Valverde como entrenador, va de más a menos. Parece un equipo sin resto físico pero mucho peor que eso, sin demasiada idea táctica y entonces cuesta ver que a los 32 años, Lionel Messi deba retroceder tantos metros hasta el círculo central para buscar un balón que nadie le asiste, con tres volantes de juego parecido y entre los que el único con cierta visión de llegada es el holandés Frenkie De Jong, y en un ataque de a dos en el que Griezmann sigue sin terminar de adaptarse.

Antes de comenzar la temporada 2018/19, la anterior a la actual, ya Messi había otorgado una entrevista en la que se planteaba qué sería del Barcelona sin Andrés Iniesta, sin ese jugador que tuviera la chance de conducir las acciones del equipo y de jugar entrelíneas, y el crack argentino adelantó que creía que acaso él era, dentro de la plantilla que había, el mejor intérprete de Iniesta y que no veía mal retrasarse para jugar aquel rol, pero que eso necesitaría que el club fichara o tuviera en la cantera otro delantero que hiciera un rol como el que él mismo venía cumpliendo. Algo así como que Messi aceptaba jugar “de Iniesta” y que entonces alguien debería jugar, en el futuro, “de Messi”.

Pasados los meses, el Barcelona cuenta ahora con Griezmann, acompañando a Luis Suárez, y de la cantera tuvo una brillante aparición el jovencito Ansu Fati (por otra parte, representado por Rodrigo Messi, el hermano mayor del futbolista argentino). Es decir que el Barcelona bien pudo aprovechar esta ocasión para mantener aquel original 4-3-3, pero con Messi como organizador, acompañado por la dinámica de De Jong y un mediocentro como Sergio Busquets o Arturo Vidal o incluso, Iván Rakitic (pero siempre uno de los tres para un lugar, y el brasileño Arthur disputándole la plaza a De Jong).

Sin embargo, Valverde sigue enfrascado en un esquema que no le rinde frutos. Porque desguarnece el ataque, con un delantero menos, y porque puebla el centro del campo con jugadores, todos, de características parecidas, y obliga al genio a retrasarse, desesperado y como tuvo que hacer tantos años en la selección argentina, para buscar el balón, trasladarlo demasiados metros, y encontrar a algún compañero sin marca o que logre desmarcarse en el último instante. Pero no hay un esquema táctico que lo salve y son todas improvisaciones.

Ante el Real Madrid, en verdad, este Barcelona tuvo su primer gran compromiso “Champions” en serio de la temporada (acaso el otro fue ante el Inter en la fase de grupos) y no pasó la prueba. Es más, es evidente que jugando así, tiene muy difícil poder levantar la Copa de Europa al final de la temporada, aunque como alguna vez dijo Josep Guardiola, “un equipo que en sus filas tiene a Messi siempre es el principal candidato”. Puede ser, hoy, pero en todo caso, sólo por eso.

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