jueves, 14 de noviembre de 2019

Argentina-Uruguay, un partido amistoso organizado en Israel, que peligra por segunda vez en dos años, y que depende en parte de Polonia (Interia)




En mayo de 2018, la selección argentina iba a jugar un partido amistoso en Israel, a pocos días de llegar a Rusia para participar del pasado Mundial de fútbol. Sin embargo, desde Barcelona, donde estaba concentrada preparándose, de repente todo cambió y tras nerviosas negociaciones, el presidente de la Federación (AFA), Claudio Tapia, ofreció una breve rueda de prensa en la que comunicó que el partido se había suspendido, sin fecha prevista, para preservar la seguridad de los jugadores ante amenazas que habían recibido en caso de tomar parte de ese encuentro.

En esas negociaciones tomaron parte dirigentes de la AFA y un argentino enviado por la empresa israelí organizadora de aquel partido, Comtec, y tras ellas, Tapia dijo que dejaban la puerta abierta a jugar más adelante y que lo suyo era “una contribución a la paz mundial”, para sorpresa de los presentes, entre los que se encontraba este periodista.

Lo que sucedió días antes en aquella ocasión es que la Federación Israelí había aceptado la sugerencia de la política local acerca de que el partido se jugara en el estadio Teddy de Jerusalén y no en el “Ramat Gan” de Tel Aviv, que se encontraba en obras, y eso molestó a militantes de la causa palestina, que consideran como propia a la ciudad de Jerusalén y organizaron un boicot para que no se disputara el partido en esa ciudad y hasta manifestaron en la puerta del Hotel Sofía, donde estaba concentrada la selección argentina.

Por esta misma razón, el 25 de agosto de 2018, la FIFA decidió prohibir al presidente de la Federación Palestina (PFA), Yibril Rajoub, asistir durante un año a partidos oficiales y amistosos y una multa de 20.000 dólares “por incitar al odio y la violencia”, hechos penados en el artículo 53 del Código Disciplinario de la institución.

Ni siquiera prosperó la propuesta de la empresa israelí Comtec para que el partido se trasladara a última hora a la ciudad de Haifa, a 50 minutos de Jerusalén, y a la que treinta mil personas podían desplazarse sin mayor problema. Ya la situación política había invadido al fútbol y no había vuelta atrás. Con lo que sí se llegó a especular es con que hubo una promesa de la AFA de ir a jugar a Israel antes de que finalizara 2019, porque, entre otras cosas, la empresa habría adelantado el pago de los derechos de TV del partido.

Con esa promesa se llegó a fines de 2019 cuando a partir de que la Liga Europea de Naciones no permite jugar amistosos ante selecciones europeas, que tienen casi siempre cubiertas las ventanas FIFA con partidos oficiales entre equipos de ese continente, las federaciones de Argentina y Uruguay decidieron jugar un partido amistoso en noviembre y entonces, por fin, utilizar el escenario israelí para cumplir con aquella promesa de mayo de 2018 y además, realizar el partido en Tel Aviv, para evitar conflictos.

Pero cuando todo parecía arreglado, apareció un nuevo e impensado conflicto, ya que desde hace ya dos días que unos 200 cohetes diarios fueron disparados al territorio israelí desde la Franja de Gaza después de que en la madrugada del martes, Israel llevara a cabo una operación conjunta de inteligencia en la que mató, en un bombardeo selectivo, a Bahaa Al Ata, líder del brazo armado de la Jihad Islámica. En ese ataque, murió también su mujer.

El conflicto bélico va en aumento y corre serio peligro el partido previsto para el próximo lunes. Los llamados entre los dirigentes de las Asociaciones Argentina y Uruguaya no paran de cruzarse y lo mismo con la empresa organizadora israelí, que trata de continuar garantizando la seguridad del espectáculo aunque los cohetes siguen cayendo y ya hay un registro de veinticinco muertos del lado palestino.

Al mismo tiempo, este sábado, dos días antes del Argentina-Uruguay, deben jugar las selecciones de Israel y Polonia por la clasificación para la Eurocopa, en el estadio Teddy de Jerusalén. En este punto, la Federación Polaca ratificó su intención de disputar el partido, pero dejó en manos de la UEFA la decisión final, que puede ser determinante para la decisión acerca del amistoso entre Argentina y Uruguay (mientras militantes pro-palestinos manifestaron anoche en la puerta de las sedes de las Asociaciones Argentina y Uruguaya, en Buenos Aires y Montevideo, para que los equipos no jueguen el partido).

Si bien de manera extraoficial, ambas dirigencias, argentina y uruguaya, determinaron que una de las posibilidades para decidir si se juega o no el amistoso del lunes en Tel Aviv es esperar a que la UEFA determine primero qué ocurrirá entre Israel y Polonia: si se juega, dónde y cuándo se juega, y en el caso de realizarse, que también jueguen los sudamericanos y de no llevarse a cabo, tampoco disputarse el amistoso.

Por eso, el clásico sudamericano entre Argentina y Uruguay depende mucho de lo que pase antes entre Israel y Polonia. En la primera ventana de la FIFA, la selección argentina enfrentará a Brasil en Ryad, Arabia Saudita, mientras que Uruguay hará lo propio ante Hungría, en Budapest.

¿Deberán los israelíes seguir esperando para ver en el campo a Lionel Messi?



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