martes, 26 de noviembre de 2019

Zidane parece volver a encontrarle la vuelta al Real Madrid (Interia)





Cuando a pocas semanas del final de la Liga Española pasada se anunció el regreso de Zinedine Zidane al banquillo del Real Madrid, la mayoría se cansó de repetir aquel dicho que sostiene que “segundas partes nunca fueron buenas” y no le faltaba razón: el equipo aparecía cansado, aburguesado, lento y viejo.

Los resultados no llegaron y tampoco el inicio de la temporada nueva 2019/20 auguraba algo distinto. Todo lo contrario: el ruido que había hecho la salida de Cristiano Ronaldo era tan grande que no se encontraba manera de suplirlo. La llegada del belga Eden Hazard, la gran esperanza blanca por encontrar un camino diferente, no contribuyó demasiado. El extremo ex Chelsea volvió de las vacaciones muy excedido de peso y no hablaba su forma tradicional, mientras que tampoco se consolidaba el joven delantero Vinicius Junior.

Pero como suele ocurrir con Zidane, éste apeló a su habitual perfil bajo. Pocas declaraciones, aunque su equipo aparecía, por fin, peleando por ganar la Liga, y con resultados sólo normales en la Champions League, donde quedó ya segundo de grupo por detrás del poderoso PSG francés, con el que debutó cayendo mucho más que por el 3-0 final en París.

Zidane pudo sacar partido de una situación de tensión con el galés Gareth Bale, un gran delantero muy resistido por la prensa española y parte de la afición por su aparentemente escaso compromiso con el club, que derivó en la pancarta mostrada antes de su último compromiso con su selección nacional: “Gales, golf, Madrid, in that order”. En el Santiago Bernabeu no se lo perdonaron.

Pero Zidane no necesitó llegar a tanto y es más, relativizó su oposición a la titularidad del galés. En el final de la temporada pasada había chocado tanto con el agente del jugador que ahora no necesitaba tanta guerra y menos, si la propia dirigencia no se lo recomienda. En cambio, lo que hizo fue ir diseñando un esquema a partir de los jugadores que veía en mejor forma.

Entonces, el francés fue dándole cada vez menos espacio a Isco Alarcón y a Lucas Vázquez, tampoco pudo consolidarse Vinicius Junior aunque fue ascendiendo su compatriota Rodrygo, y entendió que era momento de jugar con un 4-4-2 en vez de hacerlo con el anterior 4-3-3 con el éxito de tres títulos de Champions League. Leyó bien que este tiempo requería otra cosa, y consistía en ayudar al brasileño Casemiro a recuperar el balón para poder liberar a Toni Kroos (a quien nunca vio como mediocentro, como era colocado por Rafa Benítez) y eventualmente a Luka Modric, de muy bajo nivel en el inicio de temporada.

Apoyado en la capacidad jugadora (y especialmente goleadora) de un Karim Benzema, muy crecido desde la salida de Cristiano Ronaldo, y la recuperación física de Hazard, que fue perdiendo peso, la clave de este Real Madrid es el uruguayo Federico Valverde, gran complemento de Casemiro en la recuperación y en la liberación de Kroos, Modric o Isco, los volantes ofensivos.

Así es que en los dos últimos partidos,  y más allá de que el PSG consiguió empatarle 2-2 en el final, el Real Madrid volvió a mostrar ese fútbol jugado con técnica, intensidad y estética como en sus mejores tiempos y promete grandes espectáculos como la mejor forma de ir hacia el camino del  retorno a la gloria.

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