miércoles, 5 de junio de 2019

Infantino, reelecto por aclamación en la FIFA, entre la realidad y las promesas (Jornada)




                                                      Desde París



“Estoy en un mil por ciento de acuerdo con usted”, le respondió Gianni Infantino a este periodista de Jornada en una de sus dos preguntas durante la conferencia de prensa apenas minutos después de ser reelecto presidente de la FIFA por otros cuatro años y por aclamación (sin rivales a la vista).

La pregunta no era nada fácil. Se refería al historial de corrupción en las federaciones sudamericanas, por qué la FIFA hace la vista gorda con hechos graves como los que ocurren en Perú, y por qué, con el antecedente del FIFA-Gate, se permite que los grandes consorcios, involucrados en esta megacausa, siguen recibiendo los derechos de TV para luego hacer con ellos lo que quieren (básicamente, un monopolio).
Infantino prometió tomar cartas en el asunto y que las cosas no van a seguir igual. Incluso, nos permitimos sugerir que sea la propia FIFA la que administre per se esos derechos y los venda por su exclusiva cuenta, sin necesidad de intermediarios que revendan (o no) a terceros.

El ejemplo tal vez sea bueno como para mostrar cómo se desenvuelve Infantino, de manera muy distinta a como lo hacían sus antecesores Joao Havelange o Joseph Blatter. El actual mandatario del fútbol mundial es políglota, en sus conferencias va cambiando de idiomas (utilizó el inglés, francés, italiano y español) y va prometiendo que por fin llegaron los tiempos del fin de la corrupción y el inicio de una etapa de gran solvencia económica (“no puede estar el dinero en los bancos. Lo que llega para el fútbol debe ser invertido en el fútbol”).

Infantino se muestra ansioso por dar vuelta la historia de tantos años de cuestionamientos y los gráficos con los datos de los números de los ingresos parecen ser muy alentadores, pero da la sensación de que el mandamás de la FIFA va a chocar en cualquier momento con algunos golpes de la realidad.

Una de sus grandes batallas es, sin dudas, contra la UEFA, enfrascada como nunca con lo que se dio en llamar la Asociación de Clubes Europeos (ECA), que no es otra cosa que la agrupación de los más poderosos clubes de la élite, que desde hace años vienen amenazando con irse de las competencias continentales para organizar sus propios torneos y así asegurarse mayores ingresos de marketing y televisión.

Ahora, estos clubes pudieron conseguir que ante sus reiteradas amenazas a los dos anteriores presidentes de la UEFA (Lennart Johansson, fallecido justamente ayer, y Michel Platini, suspendido como dirigente hasta octubre por hechos de corrupción), quien ahora preside la entidad europea, el esloveno Aleksander Ceferin, aceptara sus condiciones a partir de 2024 con un nuevo formato de Champions League que puede acabar derrumbando a las ligas nacionales de tanto prestigio.

La nueva Champions League contempla, en vez de 8 grupos de 4 equipos como hasta ahora, 4 grupos de 8, por lo que cada equipo participante se asegura jugar un mínimo de 14 partidos y un máximo de 21, lo cual es, en promedio, media liga nacional. Por esto mismo, esos clubes tampoco aceptan la nueva idea de Infantino para 2021, la de jugar un Mundial de Clubes de 24 equipos cada cuatro años, porque al realizarse en diciembre, molestaría a la nueva Champions, a la que los clubes que no son ricos podrán acceder muy limitadamente porque sólo se abrirán cuatro plazas para decenas de clubes de Europa del Este o que no sean de élite.

Lo que se dio en llamar “Super Champions” ya llegó a ser un tema de Estado porque los preocupados dirigentes de cada federación nacional ya fueron a pedir ayuda a los presidentes de gobierno de sus países ante la amenaza europea y buscando respaldo político apelando a una cuota de nacionalismo. Y así fue que Emmanuel Macron le envió una durísima carta de respaldo al presidente de la Federación Francesa (FFF), Noël Le Graët, en la que le dice que luchará para que los clubes franceses no queden afectados y presionará en todo lo posible porque el camino de la Super Champions conduce al desastre.

Por eso mismo, tampoco fue casual que Infantino dijera que lo que la FIFA busca es la “mundialización”, la idea de que más clubes o más selecciones sin tanta historia puedan acceder a ganar torneos en el futuro y que eso va “en contra de la elitización”, y sorprendentemente lo declaró una vez que finalizó la conferencia de prensa y tanto en inglés como en italiano, para enfatizar la situación.

A propósito del Mundial de Clubes con 24 participantes desde 2021, la resistencia europea de los más ricos es tal que aún no pudo votarse (ni se conoce sede) pero nosotros hemos consultado al presidente de la FIFA desde un ángulo estrictamente deportivo, sobre que de jugarse un torneo con tanto espacio de tiempo y por las características vendedoras de los clubes sudamericanos, los equipos de la Conmebol tendrán poca chance porque ningún club podrá conservar sus jugadores por tan largo lapso.

Sin embargo, Infantino volvió a apelar al optimismo e indicó que los jugadores tienen que tratar de llegar al Mundial porque eso les dará prestigio y en el futuro, mucho dinero. Lo que acaso no entienda el presidente de la FIFA es que cuando llega una buena oferta, en moneda dura, el jugador es el primero que se quiere ir y no puede esperar porque siente que el tren puede pasar una sola vez en la vida.

Infantino se consolida como presidente de una FIFA que ahora tiene el VAR para solucionar muchos conflictos de un partido, y que trata de impulsar cada vez más a la mujer, con más torneos y posiciones dirigenciales dentro de la estructura.
Mientras todos aplauden a Infantino, a pocos metros, en la calle, un centenar de hinchas del Wydad Casablanca manifestaban con canciones y banderas contra los dirigentes de la Confederación Africana, que se alojaban en un hotel justo enfrente. El motivo es que su equipo se había retirado de la final de la Champions League continental ante el Esperanza de Tunez porque ante un reclamo, el VAR no funcionó por una hora.

Una vez más, las intenciones chocaban contra la realidad. Y ese es un gran desafío para la FIFA que viene.

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