El mercado de
pases en España recién termina el próximo 2 de setiembre y entonces sigue
habiendo tiempo para el culebrón de este verano, que sin dudas es el fichaje
del brasileño Neymar, con mil aristas, aunque la futbolística parece una de las
menos importantes. De hecho, un colega brasileño me decía durante la pasada
Copa América en su país que el todavía jugador del PSG “es mucho más una
celebridad que una estrella del fútbol” y así parece en este tiempo.
Tanto es así que
si nos basamos en lo que fue el verano del Real Madrid en cuanto a rendimiento
y a lo que ofreció en los partidos amistosos que disputó, dejó mucho que desear
y pareció una sombra de lo que alguna vez fue y con muy pocos jugadores para
destacar. De momento, ni siquiera Eden Hazard, sin dudas un galáctico a la
altura de esos que suele querer fichar el presidente blanco, Florentino Pérez,
ha dado en la talla.
Otros, como Luka
Modric o Toni Kroos, navegan en la desidia, Gareth Bale sigue sin comprender
por qué lo maltratan de esa forma, y al negarse a ir al fútbol chino sigue
allí, en una especie de limbo, y la defensa, especialmente cuando no está
Sergio Ramos, es una invitación a los ataques rivales y así como Atlético
Madrid le marcó siete en un solo partido, la Roma le hizo precio el pasado
domingo al perderse la misma cantidad o más de ocasiones que las que generaron
antes los rojiblancos de la capital española, porque de lo contrario estaríamos
refiriéndonos a otro resultado escandaloso.
Acaso por todo
esto y por el aire de cierto pesimismo que se respira alrededor del Real Madrid
y las duras críticas que el equipo recibe de la prensa, que no entiende que la
tan anunciada modernización de la plantilla no se haya producido, es que Neymar
podría operar como absoluto revulsivo de un equipo que no responde bien en
ninguna de sus líneas, confiando todo a que cuando se empiece a jugar por los
puntos, sus estrellas responderán de otra manera.
Acaso Neymar
podría, generar otra motivación en Hazard, o en Karim Benzema, o aunque más no
fuere, por el morbo que generaría su presencia en los blancos luego de ser tan
buscado por su ex equipo del Barcelona, al punto de que hasta su gran amigo
Lionel Messi lo estuvo llamando para tratar de convencerlo de que se vuelva a
vestir de azulgrana.
Sin embargo, la
llegada de Neymar al Barcelona ni siquiera pasa por la economía porque si
entrara Philippe Coutinho en la negociación (en el equipo catalán no tiene
lugar) y otros cien millones de euros, la transferencia podría tener buen fin.
El problema es que las relaciones entre el PSG y el Barcelona son pésimas desde
aquel conflicto de hace dos temporadas cuando los franceses depositaron la
cláusula de los 222 millones y se lo llevaron, casi arrancándolo de los
azulgranas, luego vino aquella increíble remontada de Champions en el Camp Nou
con el 6-1, los conflictos cuando el Barcelona quiso llevarse a Marco Verratti
y a Adrien Rabiot, y por si todo esto fuera poco, que Neymar padre sigue en
malos términos con los blaugranas cuando se produjo el pase de su hijo al club
francés y se le reclamó la devolución de 8,5 millones en comisiones, asunto que
sigue en la vía judicial.
Por todo esto,
aunque Neymar quiera ir al Barcelona, y el Barcelona quiera a Neymar, nada es
fácil. En fútbol, dos más dos no siempre es cuatro, especialmente en los
fichajes, porque juegan otros factores, como los agentes, los intereses y hasta
las buenas o malas relaciones. Y está claro que el PSG buscará por todos los
medios que el brasileño, que cada vez es más portada por cuestiones extra
futbolísticas que por lo que hace dentro de los campos de juego, no vaya a
tierras catalanas, y si lo puede provocar ofreciéndoselo al Real Madrid,
todavía mejor.
Lo que sigue sin
estar claro es si el Real Madrid lo toma en serio, lo considera necesario para
su equipo, o si sólo ve en la llegada de Neymar, una pequeña forma de pinchar a
su máximo adversario, sin considerar la parte futbolística y lo que podría
generar como movimiento y hasta de esperanza (y por qué no, morbo) en su gente.
Con Cristiano Ronaldo emigrado, Marco Asensio lesionado, Bale expulsado aunque
sin destino, Modric y Kroos desganados, el brasileño podría ser una carta
excepcional.
Por el contrario,
Messi y Luis Suárez viven de aquel recuerdo del Tridente sudamericano que fue
una máquina de marcar goles en el Barcelona, pero con el francés Antoine
Griezmann recién contratado, no aparece clara la posición de Neymar en un
futuro equipo azulgrana para esta temporada. En otras palabras, sí debería
estar claro: con Messi tirado un poco más atrás como creativo (alguna vez dijo
que no le molestaría jugar donde antes lo hacía Andrés Iniesta), el ataque
podría estar conformado con Griezmann, Suárez y Neymar, o incluso el francés
podría ir algo más atrás, y entonces el ataque podría partir con Messi, Suárez
y Neymar, pero conociendo la mentalidad conservadora del entrenador Ernesto
Valverde, esto entra en el terreno de la utopía.
Claro, Valverde
no es Johan Cruyff, que cuando llegó al Barcelona como entrenador, le pidió más
delanteros al presidente Josep Lluis Núñez, quien, extrañado, le recordó que en
la plantilla había muchos atacantes y pocos defensores y así podían sufrir
muchos goles. “Bueno, nos harán algunos, pero nosotros haremos más que los
otros. Somos el Barcelona, ¿verdad?”.
Por todo ello,
aunque en el Barcelona todos añoren a Neymar y en el Real Madrid no parecen
demasiado interesados y sus dirigentes ponen la mano a ver si cae el maná del
cielo, en verdad son los blancos los que lo necesitan más que los azulgranas,
si de fútbol hablamos.
Pero con Neymar,
en este tiempo, ¿quién osa hablar de fútbol?
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