La Liga Española
de fútbol vive días turbulentos y no es casualidad. A apenas días de comenzar
la temporada 2019/20, los clubes, nucleados en la Liga, analizan la posibilidad
(remota, de momento) de organizar un Lock Out para postergar el inicio de los
dos torneos (Primera y Segunda) a partir de la disputa de su entidad con la
Federación Española (RFEF) sobre si se debe jugar o no los lunes y los viernes,
además de sábados y domingos.
Hace apenas días
que el juez Andrés Sánchez Magro determinó que sí se jueguen partidos los
viernes pero que no deberá jugarse los lunes, lo que para el presidente de la
RFEF, el ex jugador y presidente del sindicato de futbolistas españoles (AFE),
Luis Rubiales, se trato de “un día histórico porque se ha cumplido con la
posición de la Federación y mi compromiso con las aficiones de desterrar los
lunes de nuestro fútbol”.
Esta batalla por
los días de juego de los partidos de los torneos españoles de primera y Segunda
entre la RFEF y la Liga (LFP) hay que enmarcarla en un duro enfrentamiento
político que vienen sosteniendo desde la asunción de Rubiales como presidente
de la RFEF días antes del Mundial de Rusia 2018, luego de que ya en la campaña
electoral, el titular de la LFP, Javier Tebas Medrano, dijera que no veía al
finalmente ganador como “un dirigente capaz” aunque luego, por una cuestión de
gobernabilidad, tuvo que modificar su discurso.
Uno de los
primeros enfrentamientos ocurrió a partir del partido Girona-Barcelona por la
pasada Liga Española, cuando Tebas intentó que se jugara en Miami, Estados
Unidos, y Rubiales se opuso, argumentando que había ya un compromiso con los
abonados a las entradas para los partidos del Girona como local y que llevar el
partido a Miami significaría un fraude hacia ellos, “a no ser que el Girona o
la LFP se hicieran cargo de pasajes y estadías para todos”.
El argumento
actual, sobre la batalla por los días de partidos de los nuevos torneos
españoles para la temporada 2019/20, es que, según Tebas Medrano, es la LFP la
que decide el calendario y que un quite de días (la RFEF no quería que se
jugara ni viernes ni lunes aunque para el viernes estaba dispuesta a conversar)
significaría una pérdida de 300 millones de euros por enojar y cambiar las
reglas de juego a los teleoperadores de TV cable y la pérdida de credibilidad
del fútbol español en el mundo.
Por el
contrario, Rubiales insiste en que el calendario es resorte de la RFEF y no de
la LFP y que los lunes son un día pernicioso para los espectadores de fútbol y
por eso festejó el fallo judicial.
Pero el fallo no
logró apaciguar los ánimos, especialmente de 38 de los 42 clubes que componen
la LFP (20 de Primera y 22 de Segunda), que se reunieron y que analizaron la
posibilidad de un Lock Out, es decir, no comenzar la Liga al quitar el apoyo
organizativo, si se mantiene el respeto al fallo judicial, una especie de
desacato a la legalidad vigente.
Apenas cuatro
clubes, el Real Madrid, el Barcelona, el Athletic de Bilbao y el Espanyol se
mostraron, en esa reunión, dispuestos a tender puentes con la RFEF, pero la
mayoría cree que no hay nada que dialogar pese a que Rubiales quiere establecer
algún tipo de contacto con los clubes pero saltando a la LFP como interlocutora.
“Nosotros
funcionamos nucleados en la LFP y entonces ella nos representa”, dijeron varios
dirigentes tras la reunión. De todos modos, los clubes deben, forzosamente,
relacionarse con la RFEF por sí mismos y sin la LFP para determinar todo lo
referente a la Copa del Rey, que organiza la RFEF y no la LFP.
Rubiales no sólo
está enfrentado a Tebas sino también a Javier Lozano, presidente de la Liga
nacional de Fútbol Sala (LNFS) e incluso, ambos viven una tensión parecida a la
del fútbol porque el presidente de la RFEF convocó a los clubes, sin pasar por
la LNFS para proponerles otro modelo de gestión y cedieran los derechos
audiovisuales de la competición, aunque los clubes respondieron respaldar a
Lozano, pero la RFEF reivindicó su derecho a reunirse con los clubes “sin
necesidad de pasar por intermediarios”.
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