domingo, 25 de agosto de 2019

Kubo, el Messi japonés (Interia)




Tiene 18 años recién cumplidos (nació en Kawasaki el 4 de junio de 2001) y ya concita el interés de todo Japón. Con 1,73 metro de estatura y sin haber marcado goles en la Liga Española, Takefusa Kubo es toda una celebrity y haga lo que haga (como cambiarse el peinado, un baile ante las cámaras o mucho más aún, unas palabras para una entrevista) será viralizado para que lo sigan millones de personas en todo el mundo.

Si tuviéramos que tomar la frase del ex entrenador campeón mundial con Argentina en 1978 acerca de que si en este país apareció Lionel Messi “fue porque antes hubo un Diego Maradona, y antes un Mario Kempes y antes un Alfredo Di Stéfano”, entonces la posibilidad de que Kubo fuera un genio del fútbol sería nula, por haber nacido en Japón, pero la realidad indica que no es así y que por primera vez, el continente asiático está en presencia de un jugador particular, llamado, acaso, a cambiar la historia del fútbol de esa parte del planeta.

Kubo comenzó jugando en Japón a los 4 años, incentivado por su padre, que es entrenador, en el Sakahama Football Club y en agosto de 2011, a los 10 años, ya se había incorporado a La Masía del Barcelona en la categoría alevín, luego de destacarse en varios torneos internacionales. Para tener una idea de su juego, en la primera temporada completa de azulgrana, la 2012/13,  marcó 74 goles en 30 partidos, pero como sucede tantas veces, se descubrió que el Barcelona había incumplido la norma FIFA de contratación de menores, y hubo que esperar hasta que Takefusa cumpliera 18 años y fuera mayor de edad para que siguiera jugando en el club.

Estuvo casi un año sin jugar por esta controversia, y en marzo de 2015 acabó firmando por el Football Club Tokyo, donde, tras comprobar su talento y con apenas 15 años, fue promovido al equipo de la Reserva sub-23 y ya el 3 de mayo de 2017 estaba debutando en la Primera en la Japan League (J-League) frente al Hokkaido Cionsadole Sapporo, siendo el segundo jugador más joven de la historia jugando en la máxima división.  Tras un breve paso por el Yokohama Marinos, volvió a su equipo con el pase en su poder, mientras ya se especulaba con su regreso al Barcelona al acercarse a la mayoría de edad, pero para sorpresa de muchos, acabó firmando con el Real Madrid.

Tras firmar un contrato de seis años, todos los caminos lógicos conducían al segundo equipo blanco, conocido como el Real Madrid Castilla, o Real Madrid B, pero sorpresivamente, el entrenador Zinedine Zidane lo incorporó al primer equipo para el stage de verano en Canadá, lo que generó un gran impacto mediático en todo el mundo.

Rápidamente, Kubo deslumbró a todos en los entrenamientos, desde la prensa a sus compañeros, jugadores todos ya consagrados. Era la primera vez que un nipón jugaba en la Primera del Real Madrid y comenzó entonces el debate sobre qué debía hacer el club con él, si mantenerlo en el Castilla, cuyo entrenador, además, es el reconocido ex delantero del club, Raúl González, o cederlo a otro equipo de Primera de la Liga Española para que fuera tomando experiencia y regresar ya con otro peso.

Algunos recordaron entonces lo importante que es el marketing para el presidente del club blanco, Florentino Pérez, quien siempre se inclinó por lo que a principios del siglo XXI se denominó “jugadores galácticos”, futbolistas que, además de ser cotizados y de tener muy buena técnica, tuvieran capacidad de “venta” para el gran público.

Así fue como pese a ganar la Liga 2002/03 con un gran equipo, que venía de obtener desde su base tres Champions Leagues (1998, 2000 y 2002), acabó expulsando a su entrenador, Vicente Del Bosque (con tripa por exceso de peso, y con una incipiente calva) y al gran mediocentro francés Claude Makelelé, quien seguramente vendía pocas camisetas alno dar el tipo físico del gusto de los españoles. En cambio, llegó el inglés David Beckham, un ícono de la metrosexualidad, con todo el glamour que implicaba estar casado con una “Spice-Girl” como Victoria Adams.

Lamentablemente, la temporada siguiente, la 2003/04, resultó nefasta para los blancos. No ganaron ni la Liga ni la Champions, y cuando parecía que ganaban la final de la Copa del Rey (que hubiese sido solo un pequeño consuelo), el Zaragoza levantó sobre el final un 0-2 para vencer 3-2 y dejarlo sin nada.  El Real Madrid tardó años en encontrarle un reemplazante a Makelele, y ya se conoce el destino de Del Bosque, campeón europeo y mundial con la selección española y hoy reconocido como marqués de Salamanca.

¿Cuál es, entonces, la idea de Pérez, el mismo titular del Real Madrid de aquel tiempo, respecto de qué hacer con Kubo?¿Retenerlo en el Castilla o aceptar que se consolide en otro equipo y se fortalezca allí, dejando de lado el glamour y la venta de camisetas?
Cuando apareció el Valladolid, que ahora cuenta como dueño al brasileño Ronaldo Nazario, ex jugador blanco, parecía que iría cedido hacia allí, pero sorpresivamente apareció el Real Club Mallorca, en el final, y el japonés irá hacia allí, con la idea de dar un paso atrás para dar dos para adelante y es más, a los cinco días de haber cumplido los 18 años, ya debutaba en la selección mayor nipona ante El Salvador.

“Los japoneses entienden mejor las estrategias y las siguen estrictamente. Los españoles tienen un amplio repertorio pero desde una mayor imaginación”, describió hace poco la diferencia entre unos y otros, desde la experiencia de haber jugado con ambos.

Cuando fue contratado, el Real Madrid emitió un comunicado en el que describió a este centrocampista ofensivo como “uno de los jugadores jóvenes más prometedores del fútbol mundial” y entre sus virtudes, destacó que tiene “excelente técnica, muy habilidoso, con visión de juego, gran regate y gol”.

No habría que extrañarse que en pocos días se agoten en Japón las camisetas del Mallorca con la palabra “Jubo” en el dorsal. El tiempo dirá si su juego podrá superar a estrellas compatriotas que marcaron un hito, como Nakata, Nakamura, Kagawa, Endo, Miura o Honda, hasta convertirse en el “Messi” nipón.


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