viernes, 2 de agosto de 2019

Argentina ya imagina otra locura con el posible Boca-River de semifinales de Copa Libertadores, con el fantasma del escándalo de diciembre pasado (Interia)





La sociedad argentina, en su gran mayoría loca por el fútbol,- que a decir de Jorge Valdano, el ex jugador del Real Madrid, es “lo más importante de lo menos importante”-, ya palpita lo que puede llegar a ser un septiembre para el infarto, porque los dos clubes más poderosos del país, y encarnizados rivales, Boca Juniors y River Plate, pueden enfrentarse hasta en tres oportunidades tras nueve meses sin verse las caras.

River y Boca no se enfrentan desde el 9 de diciembre pasado en el estadio Santiago Bernabeu del Real Madrid y aunque parezca inverosímil, por la Copa Libertadores de América (la Champions League sudamericana) en lo que se denominó como “la final más larga de la historia”, a partir de los continuos escándalos que derivaron en que un partido que debía jugarse en Buenos Aires terminara disputándose en Madrid por decisión de la Confederación Sudamericana (Conmebol).

Hasta 2018, y tradicionalmente desde su primera edición en 1960, la final de la Copa Libertadores consistía en una serie de dos partidos, con ida y vuelta en las localías, y aunque inicialmente en caso de igualdad podían definir todo en un tercer partido en estadio neutral, en los últimos años se definía por penaltis en el partido revancha.

La final de 2018 tuvo el inédito partido entre los dos poderosos de la Argentina. La ida debía jugarse en el mítico estadio de Boca, “La Bombonera” (por su forma cuadrada, y con tribunas acantiladas y una tremenda acústica de los cánticos), y allí empataron 2-2 al día siguiente de la fecha prevista porque la intensa lluvia obligó a suspender el partido.

La vuelta se jugaba una semana más tarde en el Monumental, y al empatar 2-2 y no contar los goles de visitante como dobles, todo se definía allí, y sólo con los hinchas de River porque desde 2013, por razones de violencia, en el fútbol argentino se prohíbe el ingreso de hinchas visitantes y aunque esto no rige en la Copa Libertadores sino en la Superliga local, los dirigentes de ambos clubes decidieron continuar con la misma política en el torneo sudamericano.

Sin embargo, tampoco se pudo jugar en el estadio de River en la fecha prevista porque a pocos metros de llegar, el autocar de los jugadores de Boca recibió una apedreada de hinchas locales, que destrozó algunas ventanas y produjo daños oculares en algunos de los futuros protagonistas del partido, que debieron ser atendidos en un hospital, fuera del estadio.

Tras varias horas de incertidumbre, los dirigentes de River y Boca decidieron jugarlo al día siguiente, aunque primero Boca pretendía que se suspendiera y que la Conmebol le diera por ganada la Copa Libertadores pero el organismo sudamericano para que todo se dirimiera en el campo de juego.

Sin embargo, en esa misma noche, en el hotel de concentración de Boca, cientos de hinchas presionaron desde los alrededores a sus propios dirigentes para que no se jugara el partido al otro día, y que se insistiera en que la Conmebol le diera por ganado el partido a partir de la agresión sufrida por los jugadores.

No fue casualidad lo de la insistencia de los dirigentes de Boca. En 2015, debieron enfrentarse con River por los octavos de final de la Copa Libertadores. River había ganado 1-0 en la ida y empataban 0-0 al finalizar la primera parte en la “Bombonera” cuando un conocido hincha y socio de Boca roció el vestuario de los jugadores de River con gas pimienta y el partido se suspendió y luego la Conmebol se lo dio por ganado al visitante, que acabó siendo campeón del torneo. Boca, ahora, pretendía el mismo trato ante otra agresión a sus jugadores.

Finalmente, al notar que el ambiente no era propicio para jugar el partido, la Conmebol decidió postergar la segunda final, citó a los presidentes de los dos clubes a su sede de la ciudad de Luque, en Paraguay, y decidió trasladar ese partido a Madrid para mayor seguridad, aunque nunca quedó claro por qué no se pudo jugar en otra ciudad argentina o, en su defecto, en alguna importante ciudad de Sudamérica, tratándose de un torneo continental. Como si la UEFA decidiera jugar una final de Champions entre Real Madrid y Barcelona, en Río de Janeiro.

River le ganó 3-1 a Boca la final de Madrid, sin ningún problema de violencia el pasado 9 de diciembre, aunque Boca recurrió al máximo tribunal deportivo mundial, el TAS, con sede en Lausana, Suiza, y aún no se sabe la decisión final sobre la Copa Libertadores 2018, pese a lo cual, tanto Boca como River ya se encuentran en cuartos de final de la edición 2019 y si ambos pasan sus llaves, esta vez deberán enfrentarse el 24 de setiembre y el 1 de octubre, en semifinales (esta vez primero en el Monumental, y luego en la Bombonera).

En la actual edición, River eliminó al Cruzeiro de Brasil en los octavos de final, aunque sufriendo bastante, tras dos empates 0-0 y gracias a que su portero Franco Armani (mundialista con la selección argentina) pudo parar dos penaltis en la definición, mientras que Boca logró sacar una buena ventaja en Brasil ante el Atlético Paranaense (0-1) para rematar la faena en casa (2-0).

Por los cuartos de final, River deberá enfrentar al Cerro Porteño (Paraguay), primero como local y luego en Asunción, mientras que Boca deberá viajar a la altura de Quito para jugar la ida ante Liga de Ecuador, y tiene la opción de resolver la llave en casa.

Si ambos equipos argentinos pasan los cuartos, deberán enfrentarse entonces apenas tres semanas después de que lo harán por la Superliga argentina que acaba de comenzar (sólo se jugó una jornada) y en el estadio de River, por la quinta jornada, y hasta podrían volver a verse en un cuarto partido por la Copa Argentina, en semifinales, aunque River está recién en octavos de final y a Boca le resta jugar su partido para llegar a esa instancia (ante el Almagro, de la Segunda División, el 13 de agosto).

Por si fuera poco, y con las energías que generan las elecciones presidenciales, previstas para el 27 de octubre, y con las primarias el próximo 11 de agosto, la aparición de esta posibilidad de los “Superclásicos” argentinos de semifinal de Copa Libertadores, cuando ni siquiera está del todo resuelta la final de 2018, el fútbol argentino (y buena parte del sudamericano, que lo suele seguir de muy cerca) tendría una alta dosis de adrenalina y ya comienza a especularse con esta posibilidad en los medios, y en los cánticos de las tribunas de los hinchas de ambos clubes.


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