martes, 27 de agosto de 2019

La noche en la que Tévez fue campeón mundial ante Liga de Quito (Infobae)




Carlos Tévez y Liga Deportiva Universitaria de Quito ya se enfrentaron, y no fue un partido más para el “Apache” sino una especial, de gloria, porque ese 21 de diciembre de 2008 se consagró por segunda vez campeón mundial en Japón, en ese caso, vistiendo la camiseta del Manchester United.

Liga de Quito había sorprendido en Sudamérica al ganar por única vez en la historia del fútbol ecuatoriano, la Copa Libertadores, por penales, y nada menos que en el estadio Maracaná, al Fluminense de Río de Janeiro, que perdió una ocasión histórica de quedarse con el trofeo, que nunca había ganado y que hasta hoy, nunca consiguió.

Por el lado del Manchester United, la situación fue muy parecida. En la final de la Champions League de Moscú, había empatado 1-1 con el Chelsea y tuvieron que definir la Copa por penales. Tévez fue el encargado de rematar el primero de toda la serie, y no tuvo problemas en convertir ante Peter Cech, aunque el checo contuvo el tercero, de Cristiano Ronaldo, y cuando sólo quedaba el del capitán “blue”, John Terry, para quedarse con “la Orejona”, el defensor se resbaló y su remate salió desviado. 

Terminaron empatados y tuvieron que seguir con la serie, hasta que el holandés Edwin Van der Sar se convirtió en héroe al parar el del francés Nicolás Anelka.

El día anterior a la final del Mundial de Clubes, este periodista había estado merendando con el entrenador argentino de Liga de Quito, Edgardo Bauza, quien resaltó a su rival y no hizo diferencias entre Tévez, Cristiano Ronaldo y Wayne Rooney, los componentes de la temible delantera de los “Diablos Rojos” ingleses y trazaba una comparación con aquel partido que dos años antes habían jugado por los octavos de final del Mundial 2006 Inglaterra y Ecuador, en el que los británicos se impusieron por un ajustado 1-0 con gol de David Beckham.

 “Ahora es distinto, porque en todo caso, allí eran dos selecciones nacionales y ahora ellos son una selección del mundo”, señaló “El Patón”. Liga, por su parte, contaba en el plantel con cuatro extranjeros, los argentinos Claudio Bieler, Damián Manso y Norberto Araujo, y el delantero chileno Ricardo Navia.

Este periodista también le había hecho una entrevista exclusiva a Tévez el día previo al debut de Diego Maradona como DT de la selección argentina en Escocia, apenas un mes antes de la final del Mundial de Clubes, y ante la pregunta sobre cómo se sentía compartiendo ataque con Cristiano Ronaldo y Rooney, manifestó que “los tres estamos a un mismo nivel”.

Dos meses antes, Liga había jugado contra Boca por los octavos de final de la Copa Sudamericana. En Buenos Aires, los argentinos ganaron 4-0 y empataron 1-1 en la vuelta.

Ya en el Mundial de Clubes, la Liga había vencido en semifinales 2-0 al Pachuca mexicano en el Estadio Nacional de Tokio con goles del argentino Claudio Bieler y de Luis Bolaños, mientras que el Manchester United había mostrado todo su poderío ante el Gamba Osaka, en Yokohama, por 5-3 (Tévez no marcó ninguno de los goles).

“La noche anterior estuve pensando qué le iba a decir a (sir Alex) Ferguson, y razoné: si me golea, lo mando a la c…de su madre, total, no creo que se dé cuenta. Y si le gano, ¿qué le digo si le gano? Ya está…”good team”, así, de forma arrogante. La cosa es que perdimos 1-0, nos acercamos y me arrebató, Me dijo “good team”. Me recagó”, recordó años después Bauza, en un sabroso diálogo con el periodista Diego Borinsky, en la sección “Las Cien Preguntas” de la revista El Gráfico.

Bauza sabía que esa final era muy complicada pero en la arenga del vestuario a sus jugadores, apeló al orgullo: “Más allá de lo que sabemos que valen, más de 300 millones de dólares, qué se yo, somos once contra once. Lo importante es que cuando termine el partido entremos por esa puerta con la cabeza bien alta”.

Sin embargo, el partido fue mucho más equilibrado de lo que muchos se imaginaban. El Manchester United alcanzó rápidamente a mostrar su poderío ofensivo con distintas llegadas, pero chocaba contra el veterano arquero José Cevallos, que, por ejemplo, tuvo que arrojarse contra un palo para contener una buena palomita de Tévez.

Pero se fueron al descanso sin goles y apenas a los seis minutos del segundo tiempo, el árbitro uzbeko Ravshan Irmatov expulsó al marcador central Nemanja Vidic por una muy dura entrada al “Taca” Bieler. Desde ese momento, el Manchester United quedó con diez jugadores, y a su entrenador, Ferguson, se le ocurrió hacer ingresar a otro marcador central, Johnny Evans, para lo cual decidió sacar a Tévez, a quien no le gustó nada salir, y acaso fue el principio de sus problemas con el DT, que determinarían su pase al Manchester City medio año más tarde, después de que no contaran con él en la final de la Champions League contra el Barcelona en Roma.

Recién a los 28 minutos del segundo tiempo llegó el gol del Manchester United a través de Rooney, minutos después de que Van der Sar sacara en el ángulo un espectacular remate de otro argentino, “El Piojo” Damián Manso.

Poco tiempo después de esa final, Liga de Quito ganaría una Copa Sudamericana (2009), dos Recopas sudamericanas (2009 y 2010) y llegaría a otra final de la Copa Sudamericana (2011) ante la Universidad de Chile de Jorge Sampaoli.

Manchester United (1): Edwin Van der Sar;  Rafael (Gary Neville), Rio Ferdinand, Nemanja Vidic, Patrice Evra; Anderson (Darren Fletcher), Michael Carrick; Park Ji-Sung; CR7, Wayne Rooney y Carlos Tévez (Johnny Evans, 51m). DT: Alex Ferguson.

Liga Deportiva Universitaria (0): José Cevallos;  Norberto Araujo, Renán Calle (Paul Ambrosi), Diego Calderón, Jairo Campos; Neicer Reasco (Pedro Larrea), Luis Bolaños (Reinaldo Navia), Patricio Urrutia, William Araujo; Damián Manso, Claudio Bieler. DT: Edgardo Bauza.








lunes, 26 de agosto de 2019

Cuando Tévez fue Martínez en All Boys, y fue a buscar a Maradona a su casa (Infobae)




Hubo un tiempo en el que Carlos Tévez fue Carlos Alberto Martínez, o “El Manchado” (por la enorme cicatriz que tiene en su cuello desde los diez meses de vida), hasta que en 1997, a sus trece años, pasó de All Boys a Boca Juniors.

Aunque no lo mencione mucho, a Tévez lo descubrió, antes que nadie, el “Tano” Propatto, quien trabajaba con los juveniles de All Boys y fue quien se tomaba el trabajo de ir con una Estanciera modelo 1975 a buscar chicos que pudiera llevar al club y para eso, solía meterse en los barrios más difíciles, como siempre fue el “Ejército de los Andes”, más conocido como “Fuerte Apache”.

Carlos Norberto Propatto tenía entonces 43 años y ganaba un buen sueldo en All Boys, entre 2500 y 3000 pesos/dólares aún en la época de la Convertibilidad. Wing derecho truncado por una lesión, e hincha de Argentinos Juniors, también había sido bombero de la Policía Federal, repartidor de vinos finos, y a los 35 años comenzó a dirigir a chicos en el Círculo Penacho Azul de Villa Urquiza, para pasar por Reconquista, Brisas del Plata y All Boys. Luego, su carrera seguiría en El Alba, Racing, Sportivo Buenos Aires, comunicaciones, Independiente, América del Sud, Arg Jrs y Jorge Newbery.

Aquel día que se metió en el Nudo 1, su idea era ingresar a la canchita pero sin apagar el motor pudo divisar a un chico morrudito, que parecía tener menos edad de los que jugaban, y que pateaba, descalzo, una piedra a un costado. Creyó que vio “algo” en ese pibe y se acercó para preguntarle cómo se llamaba, pero Carlos, temeroso, no quiso hablarle, aunque pidió que le dieran una pelota (“jugaba bien en serio”, recordó) y gracias a los datos aportados por otros chicos (“no sabés cómo juega el pendejito”, le insistían), fue hasta la casa en el primer piso del Nudo 1, pero el padre no estaba y la madre, sin abrirle del todo la puerta, le dijo que regresara cuando volviera su marido.

Lo cierto es que Tévez tenía allí cinco años, aunque jugaba con chicos de catorce, y Propatto se llevó ese día de Fuerte Apache al “Chueco” Almada, al paraguayo Brizuela y a “Cabañas” Coronel.

Tras dos intentos fallidos, al tercero lo atendió Segundo Tévez, albañil, quien se hizo cargo de la crianza de Carlos junto a su esposa Adriana (hermana de la madre natural, Fabiana), quien le dijo que no se lo podía mandar porque no tenía zapatillas, a lo que el ojeador y entrenador  le dijo que le podía conseguir algunas prestadas. “Dejámelo llevar, yo vengo todos los días a buscar a los chicos para llevarlos a All Boys, y te lo vuelvo a traer”, le pidió. Lo único que no le gustaba para nada a Segundo es eso de las zapatillas. Se sentía herido en su orgullo porque las quería comprar él, con su trabajo. 

“No fue fácil. Tuve que convencerlo. Pero finalmente me lo dio. De todos modos, con quien más trato tuve fue con Adriana, su mamá. Generamos una buena relación. El Gordo (Segundo) era introvertido, no daba mucha bola. Pese a eso, nos respetábamos mucho”, cuenta Propatto en “Tévez, la verdadera historia”, el libro de Diego “Chavo” Fucks.

Hasta ese momento, Carlos Martínez, que así se llamaba, utilizando el apellido de su tía, jugaba en el Santa Clara los domingos  y la mayoría de sus conocidos jugaba los sábados en el Villa Real (club en el que también se inició Carlos Bianchi) pero él allí jugó unos pocos partidos no oficiales. Los sábados eran los días indicados para jugar en All Boys, en el caso de que aceptara jugar allí.

El Santa Clara es un club que se había fundado con la Iglesia del Fuerte Apache y una radio comunitaria. En ese equipo, que era imbatible, jugaba también su amigo Darío “Cabañas” Coronel, de trágico y prematuro final.

En 1992, Santa Clara debía enfrentar en la final al poderoso Parque, que era dirigido por el prestigioso detector de talentos Ramón Maddoni, pero el temor de los padres de los chicos era el de una goleada y le pidieron a los dirigentes no jugar para no bajonear a los chicos. El DT era Roger “Didi” (sobrenombre que le pusieron en referencia al brasileño Valdir Pereira, campeón mundial en 1958 y 1962, que luego dirigió a River a principios de los Setenta) Ruiz. “Nosotros no tenemos miedo, Didi. Le vamos a jugar igual”, le dijo Martínez, con apenas ocho años. A ese partido lo vieron cerca de 600 personas, y ganó Santa Clara 6-4 y Carlitos no sólo fue la figura, sino que ese partido lo elevó a la categoría de muy buscado por All Boys porque le veían cosas que pocos tenían.

No se trataba sólo de talento, de cuestiones técnicas, sino cómo protegía la pelota, cómo poner el cuerpo, su enjundia, su fuerza mental, su carácter ganador. La categoría 1984 de All Boys se había convertido en sensación por cómo jugaba. Propatto traía y llevaba a todos los pibes casa por casa con su camioneta llevaba a todo el plantel, cuerpo técnico y algunos padres, y dejaba para el final a los que vivían en Fuerte Apache. Sabía que estos chicos  no comían bien así que solía parar la camioneta sobre un almacén de la avenida Lope de Vega y Lescano y compraba pan, salchichón, queso, y se metía en el Fuerte.

Al poco tiempo que Carlos jugó en All Boys ya empezó a ser tanteado por el poderoso Parque (en la serie se ve cómo Diego Pérez, que hace de Maddoni, se sienta en la tribuna al lado de Carlitos y de Alberto Ajaka  (Segundo) para ir tomando contacto con ellos, de manera informal primero., pero el chico, decidido,  le dice que sólo quiere jugar en Boca).

Pese a las ofertas, Martínez se mantuvo dos años en All Boys y llegó a debutar ante Almagro en cancha de once, con la categoría 1983, aunque ya lo hacía desde los siete años en categorías más recreativas que competitivas (“Todos me preguntaban “¿de dónde sacaste a este pibe?, porque era un disparate lo que jugaba”, le contó Propatto a Diego “Chavo” Fucks en su libro). Ese partido tiene algunas copias de VHS y se ve a un joven de gran carácter, que se pone el equipo al hombro pero al mismo tiempo, un diez sacrificado, que se tira atrás cuando es necesario. All Boys ganó 6-2 con dos goles suyos, ambos desde fuera del área. Era común que  jugara con gente mayor que él, y a veces se ponía mal porque lo dejaban en el banco pero cuando los partidos parecían imposibles de remontar, el DT le decía “entrá y salvanos”.

Fue en ese tiempo, cuando jugaba en All Boys y ya experimentaba en cancha de once, que tuvo una ocurrencia poco común. Sebastián Varela del Río cuenta en su libro “Tévez, corazón apache” lo que aconteció tras el domingo 7 de octubre de 1995, el día de la vuelta de Diego Maradona a Boca tras casi catorce años en Europa con la victoria 1-0 ante Colón con el gol de Darío Scotto.

Un Maradona con el mechón rubio por su rabia contra la decisión de Daniel Passarella de que los jugadores de la selección argentina se cortaran el pelo, había discutido muy fuerte con su entonces rival (Luego compañero dos años más tarde) Julio César Toresani, a quien citó a su casa: “Segurola y Habana 4310 séptimo piso. Y vamos a ver si me dura 30 segundos”. Al día siguiente, alguien en el entrenamiento de All Boys repitió esa dirección, que vio por la TV o escuchó por la radio, y a Carlos se le ocurrió irle a tocar el timbre a la casa.

Era un fanático de los autógrafos y le solía pedir a su tío Segundo que lo llevara a los entrenamientos para pedirlos. Así fue que junto con Leo, El Rulo y el Colorado se subieron al colectivo 85 y se fueron al barrio de Villa Devoto, caminaron seis cuadras, tocaron el portero y ante la voz de Claudia Villafañe, Carlos dijo tímidamente “¿Está Maradona? Queremos hablar con Maradona”. Claudia los amenazó con llamar a la Policía por lo que Carlos optó por decir la verdad, que eran chicos que jugaban en All Boys, que lo tienen como ídolo. Pero Claudia les dijo que no estaba, que se había ido a la casa de un amigo. Esta frustrada pero decidida visita tendría sus frutos muchos años más tarde.

Carlos Martínez llevaba dos años en All Boys, que parecen poco pero eran demasiados en ese contexto. Propatto (tal como se muestra en la serie de Netflix) buscaba retenerlo por todos los medios posibles, pero sabía que la historia tendría un final muy corto. 

“Honestamente, pensé que Carlos se iba a ir más rápido de lo que se fue. Aunque nuestro equipo era invencible, Carlos no era para All Boys. Siempre estuvo claro que estaba para algo mucho más grande”, admitió más tarde el entrenador.

Ramón Maddoni insistía en llevarse a Tévez ante la negativa de éste, pero las cosas cambiaron cuando se supo que Mauricio Macri, entonces presidente de Boca, había comprado Parque, que estaba ligado a Argentinos Juniors, y ya se conocía que Boca se había llevado a Juan Román Riquelme y a Cesar La Paglia un año antes, pero al prestigioso ojeador le había resultado difícil convencerlo y hasta fue ninguneado más de una vez.

Incluso desde All Boys le decían a Carlos que no se dejara engañar, que cuando necesitó zapatillas, fue este club el que se las dio, y tantas otras cosas. Algo que pudo haber terminado con todo fue cuando All Boys enfrentó a Boca y en los festejos de los goles, Tévez imitó a un perro que orinaba el banco de suplentes xeneize. Pero con el tiempo, Maddoni terminó convenciéndolos a él y su familia (hinchas de Boca desde siempre), y ante la rotunda negativa de los de Floresta, Boca sugirió cambiarle el apellido para la ficha nueva, para que no hubiera problemas, y pasó a llamarse Carlos Tévez, utilizando el apellido de su tío Segundo. En 1997, cuando Tévez llegó a Boca, contaba con 13 años y fue entonces que Propatto perdió su contacto.

Jorge Bernardo Griffa, que coordinaba las divisiones inferiores de Boca, definió de esta forma al Tévez adolescente: “Me dijeron que había un pibe que jugaba como Maradona, que lo fuera a ver. Pero era mentira, cuando fui y lo vi, ese chico era mejor que Maradona”, y Maddoni dio más precisiones sobre cómo jugaba: “Lo más llamativo era su técnica y la agresividad que le agregaba a esa técnica. Era único en eso”.

All Boys lo terminó dejando libre porque de todos modos, Boca amagaba con usar los derechos por la Patria Potestad y al club de Floresta le quedaron al final diez mil dólares por derechos federativos. Era eso, o nada.

“Cuando llegamos a Boca no teníamos para morfar. Una vez, mi viejo volvió con huevos e hizo huevo duro para todos. Eso me quedó grabado”, dijo Tévez en 2003, en una declaración al programa “El Sello”, de TyC Sports. Ayudaba a Segundo con los ladrillos al sol en los veranos, cuando no se entrenaba. Ya en Séptima, Bianchi lo llevó con la Primera en 2001, aunque alcanzó a jugar en Reserva.

Boca le alquiló a Tévez una casa en Versalles y así comenzó a cambiar su vida. La mudanza de barrio había sido una experiencia complicada. Tanto, que dijo que no se iría a vivir al exterior, en 2004, por miedo a que sus padres se deprimieran.

Su debut en la Reserva fue ante Unión en Santa Fe en agosto de 2001, Boca ganó 4-0 y Tévez jugó de entrada y fue reemplazado por  ArielCarreño en el ST. Dos meses más tarde ya se entrenaba con la Primera y el Sunderland había hecho una oferta que fue desestimada. En ese Apertura 2001, Bianchi dio las últimas indicaciones antes de jugar ante Rosario Central. Tévez se dirigía, tímido, al mingitorio en el vestuario y el Virrey se puso a su lado: “Mirá que el domingo que viene jugás vos”. Debutó en el Chateau Carreras el 21 de octubre en el Chateau Carreras (hoy estadio Mario Kempes) de Córdoba ante Talleres, Boca perdió 1-0 y coincidencias de la vida, volvió a ser reemplazado por Carreño a los 16 minutos del segundo tiempo.








Tévez y Gago son ahora mucho más simpáticos (Jornada)



En los últimos días crecieron las muestras de simpatía para dos grandes jugadores que, de todos modos, habían pasado a ser discutidos por muchos aficionados al fútbol. Nada menos que Carlos Tévez y Fernando Gago. El primero de ellos, por la empatía que produjo la serie de Netflix que muestra su complicadísima vida rodeada de carencias en el barrio bonaerense de Fuerte Apache, y el segundo, por haber regresado, una vez más, a las canchas, luego de una enésima lesión, en la pasada final de Copa Libertadores de Madrid entre Boca y River, en diciembre de 2018.

La vida de Tévez en el Nudo 1 del Barrio Ejército de Los Andes, más conocido como “Fuerte Apache”, parece, efectivamente, una novela. El propio jugador de Boca, nacido en 1984, suele reconocer que de no haber sido por la contención familiar de sus tíos Segundo y Adriana, quienes se hicieron cargo de él desde su nacimiento, probablemente habría terminado en la cárcel, como tantos chicos con talentos varios pero que no encuentran un mínimo apoyo del sistema para sobrevivir y desarrollarse.

Así como la historia de vida de Tévez nos muestra a un triunfador, no sólo desde lo económico sino por todos los logros conseguidos en lo deportivo en los clubes de más alto nivel mundial, también es cierto que constituye una excepción a la regla, y la contracara es la de su amigo desde la infancia y la adolescencia, Darío “Cabañas” Coronel, quien para muchos, era mucho mejor jugador, incluso, que “El Apache” (hasta fue aceptado en una prueba en Vélez Sársfield mientras que el actual jugador de Boca fue rechazado), pero que acabó suicidándose con apenas 17 años cuando ya estaba rodeado por la Policía luego de protagonizar varios delitos que lo alejaron del fútbol.

Lo de “Cabañas” no fue casualidad sino, al contrario, causalidad. Abandonado por su madre, que se llevó a sus hermanos para no regresar nunca más, y con un padre golpeador, al chico sólo le quedó apoyarse en un grupo cercano, los llamados “Back Street Boys”  (BSB), que además de imitar a los verdaderos, artistas de Orlando, Estados Unidos, cometían delitos varios pero en especial, robos de distinto tipo.

Los BSB adoptaron a “Cabañas”, quien fue creciendo en la estructura en la medida que sus jefes fueron encarcelados o asesinados, y los vecinos cuentan que con buena parte del botín, ayudaba a su vez a niños a los que veía vulnerables.

El círculo pareció cerrarse de manera perfecta en 2001. Tévez había prometido traerle la camiseta argentina de su debut en el Mundial sub-17 de Trinidad y Tobago, pero al regresar, su tío Segundo le contó lo ocurrido apenas días antes con su amigo, y su suicidio para no ser entregado a la Policía.

En los últimos años, en especial cuando tras ser recibido de manera impactante por los hinchas de Boca en una Bombonera repleta y en un día sin partidos, cuando decidió dejar la Juventus para regresar al club de sus amores para luego partir hacia China ante una irresistible oferta, Tévez había perdido buena parte de la simpatía que siempre generó desde el exterior hasta ser reconocido como “El Jugador del Pueblo”.

Muchos creyeron que todo aquello que Tévez representaba cuando regresó desde la Juventus en 2015, se había desmoronado. Ya no era creíble en aquella imagen de que el cariño de la gente estaba por encima de cualquier otro interés, y tras un año en Asia, a su regreso fue mirado de reojo. Gran parte de los hinchas lo aplaudieron respetuosamente pero ya el idilio parecía terminado.

Sin embargo, la crudísima serie de Netflix dirigida por Israel Adrián Caetano, que en su primera temporada muestra la dificilísima vida del “Apache” en su infancia y adolescencia hasta ser rescatado por el fútbol, volvió a reconciliarlo con buena parte de la gente y ya el recibimiento en los últimos partidos fue muy superior a la de los meses anteriores.

Algo similar, aunque por otras causas, fue lo de Gago, que arrastra una vida futbolística de lesiones durísimas, pero también de una formidable capacidad de resiliencia. Su regreso a las canchas para jugar (por segunda vez en su carrera) en Vélez, dirigido por su amigo Gabriel Heinze, ante Newell’s Old Boys,  es visto con una enorme simpatía porque tras su cuarta larga recuperación tras la final de la Copa Libertadores de Madrid, muchos lo dieron por terminado, al punto de que él mismo se puso de acuerdo con su ex club, Boca, para rescindir el contrato, a sus 33 años.

Ya en el Real Madrid, una serie de desgarros lo fueron marginando de la titularidad en los tiempos del portugués José Mourinho como director técnico, especialmente a partir de un esguince severo del ligamento lateral de la rodilla izquierda. Terminó en la Roma de Gianfranco Totti, donde a los pocos meses, sufrió una torcedura de su rodilla derecha.

Volvió al fútbol argentino en 2013 para jugar en Vélez pero sólo pudo estar presente en nueve partidos de los 29 que jugó el equipo en el semestre por distintos desgarros y problemas musculares, y al regreso a Boca se rompió dos veces el tendón de Aquiles, aunque antes, en abril de 2014, había sufrido una distensión de ligamento en su rodilla izquierda que casi lo deja afuera del Mundial de Brasil.

A su regreso del Mundial, ya en noviembre y por el Superclásico de la Copa Sudamericana, tuvo que salir a los 41 minutos del primer tiempo de la revancha, cuando Boca quedó eliminado, por una distensión en el aductor derecho, lo que le impidió jugar hasta 2015. Cuando ya parecía regresar sin problemas y recuperaba su nivel, en setiembre y ante River y otra vez en el Monumental, tenía que retirarse a los 28 segundos por la rotura de su tendón de Aquiles izquierdo. Debió ser operado y necesitó otros cinco meses de recuperación.

Sin embargo, en abril de 2016, y otra vez ante River, tras un forcejeo con Lucas Alario, se confirmó que se había vuelto a romper el tendón de Aquiles izquierdo. Gago volvió a operarse, estuvo otros seis meses sin jugar en noviembre y a los pocos meses, en 2017, se había convertido en figura, al punto de que Jorge Sampaoli lo convocó para los partidos finales de la clasificación para Rusia 2018. Entró en el decisivo partido ante Perú en el mejor escenario posible para él, la Bombonera, pero a los pocos minutos, intentó girar y quedó en el suelo, y alcanzó a decirle a Lionel Messi “me rompí los cruzados”. Otra vez al quirófano, afuera de otro Mundial, pero regresó a los cuatro meses y medio. Volvió a los entrenamientos el 1 de marzo de 2018, pero cinco días más tarde tuvo un desprendimiento en las adherencias del ligamento operado. Volvió a las canchas en mayo.

Sin embargo, no logró demasiada continuidad y aún así, viajó a Madrid para jugar la decisiva final de la Copa Libertadores ante River, pero duró pocos minutos cuando ingresó como suplente. Volvió a romperse el tendón de Aquiles, y ante la imposibilidad de realizar más cambios y con su equipo en desventaja, nada pudo hacer. Pareció que allí sí, casi con 33 años, todo se terminaba, pero Gago persiste. Su amigo Heinze lo convenció de regresar, con tiempo, y con la camiseta de Vélez y allí está, Fernando Gago, otra vez den las canchas, contra viento y marea, desafiando todas las reglas de resistencia al dolor. Un enorme ejemplo de amor al fútbol y de fuerza interior.

Darío “Cabañas” Coronel, la otra cara de Tévez, el crack que no tuvo contención, jugaba mejor que el “Apache” y fue un pequeño Robin Hood pero terminó suicidándose antes de que lo atrapara la Policía (Infobae)




Aunque más corta en el tiempo, puede decirse que la historia de Darío “Cabañas” Coronel, que duró muy poco, hasta su adolescencia, cuando decidió suicidarse antes de que lo atrapara la Policía, es la contracara de la de su amigo Carlos Tévez, futbolista reconocido en el mundo y que tuvo cerca a su familia para contenerlo y permitirle triunfar en su carrera.

“Cabañas” era el mejor amigo de Tévez desde niños, con una vida llena de dificultades como la que siempre rodeó al Nudo 1 del barrio Ejército de los Andes, más conocido como “Fuerte Apache”, en un clima de tensión permanente y acaso con el fútbol como única vía de salida para el ascenso social.

Así como alguna vez Tévez se declaró “cien por ciento villero” y reconoció que de no haber sido futbolista, “me habría dedicado al crimen y seguramente habría terminado muerto o en la cárcel”, “Cabañas” no pudo evitar su destino aunque para la gran mayoría de los testigos de su participación en los partidos de fútbol, jugaba mejor que el actual delantero de Boca, con la diferencia de que éste siempre estaba rodeado de su familia. Sus tíos Segundo y Adriana Martínez resultaron fundamentales para darle un marco afectivo (“Segundo, maestro mayor de obra, me insistía con que había que estudiar”, destacó siempre “El Apache”).

Tévez, conocido en el barrio como “El Manchado”, y “Cabañas” fueron juntos a la Escuela 50, de Fuerte Apache.  Carlos solía invitar a su amigo a su casa, pero resultaba muy difícil sostenerlo entre tantos inconvenientes.  A los 11 años, fue abandonado por la madre, que al verlo regresar de uno de los tantos hechos delictivos, se fue al Paraguay y se llevó a sus hermanos, y el chico quedó solo, viviendo con su padrastro, que era golpeador. Allí, su mundo se derrumbó. 

Comenzó entonces a acercarse a los llamados “Back Street Boys” (BSB), un grupo de fanáticos del rapero estadounidense Vanilla Ice. Cometían distintos delitos, y casi nadie de esa banda sobrevivió. Algunos integrantes fueron asesinados por la Policía y otros, por otras bandas rivales. Se los llamaba “Los Guachos” y se dice que de alrededor de 24 integrantes, 20 terminaron muertos o presos.

Usaban pantalones anchos, gorras con visera, cadenas de oro, y como la famosa banda musical de Orlando, Florida, grafiteaban sus nombres y practicaban coreografías en las terrazas de los edificios derruidos de la zona, y realizaban piruetas o acrobacias sobre las bicicletas que robaban en Devoto o Villa del Parque. También se llevaban autos, a los que les encantaba manejar sin reparar en posibilidad de choques, los que les generaba lesiones y accidentes graves que a veces los derivaba a los hospitales de la zona, y copaban  los departamentos de los vecinos inmigrantes, a los que acechaban hasta quedarse con sus viviendas, aprovechando que pocas, en Fuerte Apache, cuentan con escrituras.

También viajaban a Córdoba y Tucumán para robar bancos (su líder era buscado por la Policía por una fuga) y hasta se dice que llegaron a tirotear una comisaría, todos juntos, para vengar la muerte de uno de sus capos). Una vez que los más grandes de los BSB quedaron presos o muertos, los más chicos, entre ellos “Cabañas”, fueron ascendiendo en la estructura.

En la serie recién estrenada de Netflix, Matías Recalt hace magníficamente el papel de “El Uruguayo” Danilo, una referencia a Darío “Cabañas” Coronel. Como Tévez,  había nacido en 1984 y a los 10 años, a ambos, al igual que a varios de sus compañeros del baby, los llevaron a una prueba en Vélez de la que sólo quedó Cabañas, aunque en la versión de la ficción hay una primera etapa en la que ambos pasan un primer tamiz aunque los entrenadores se olvidan de mencionar al “Uruguayo” y él, muy seguro de su condición de crack, les insiste en que se fijen porque no puede ser y efectivamente, se les había traspapelado. “Yo represento al mejor amigo de Carlitos, pero no es el mismo Cabañas por temas de respeto a la familia. Es un tema muy delicado”, le había manifestado Recalt al Canal de Boca, cuando se estaba filmando.

Pese a su condición de crack, algo que el propio “Cabañas” intuía, no le era posible tener una constancia en el fútbol y terminaba yéndose de todos los equipos, especialmente cuando comenzó a aspirar pegamento (el paco de los años Noventa). Su vida transcurría entre algún entrenamiento, el consumo y luego, la adicción, los delitos, y algunas entradas en institutos de menores, aunque insistía en tratar de jugar. De nada sirvió que lo ficharan luego en Bánfield y en Argentinos Juniors (allí llegó a pintar con corrector sus botines negros, porque siempre soñó con tener un par de blancos, aunque luego se los cambió a un colombiano que a los pocos remates se dio cuenta de que la pintura se salía con facilidad).

Solía ayudar a grupos de pibes a los que veía solos. Los acompañaba a un kiosco y les compraba lo que quisieran con una parte del botín de los robos, algo que también habían con él los de la banda BSB, al principio, cuando era muy chico y necesitaba protección. Aparecía, por momentos, como un Robin Hood moderno, según describe en su libro “Tévez, la verdadera historia”, Diego “Chavo” Fucks. Con otra parte de la plata que robaba, se solía comprar zapatillas caras, joyas de oro o ropa.

Le decían “El Guacho Cabañas” por su parecido a Roberto Cabañas, el paraguayo jugador de Boca. Jugaba de “ocho” y era morocho y robusto. Con Tévez, habían compartido equipo en Santa Clara y en el Baby de All Boys, donde se dice que formaron parte de uno de los mejores equipos de la historia de la categoría. “El Guacho” de diez, “El Manchado”, de nueve.

Con Tévez, cuentan los que jugaron con ellos o contra ellos, se insultaban en la cancha, y más de una vez discutieron afuera. Iban a los entrenamientos con guardapolvo para pagar el boleto escolar.

En su libro “Tévez, corazón apache”, Sebastián Varela del Río cuenta que todos en Ciudadela sabían que “Cabañas” era el chico con mayor futuro, que nadie le podía sacar la pelota cuando entraba a gambetear. “Tiene picardía, clase y sacrificio. Es, sin dudas, el mejor producto futbolístico que el barrio alumbró en mucho tiempo. Todo el que haya visto un partido de Estrella del Uno sabe que en este pibe habitan las condiciones deportivas que garantizan un futuro promisorio en la élite del campeonato argentino…Mientras, a cinco metros de sus gambetas, su mejor amigo, Carlitos, lo insulta por morfón y le pide la pelota. El diez sale gambeteando entre los insultos de Tévez y remata cruzado. A esa altura de la década del 90, Darío Coronel es la joyita del potrero. Es el jugador por el que se piensa que pagaran millones”. Darío con la 10, Carlitos con la 9. Iban juntos en la camioneta del “Tano” Norberto Propato, que los llevaba a entrenarse.

Eduardo “Pino” Hernández,  ex jugador de Vélez y San Lorenzo, que estaba vinculado al Villa Real, club también cercano a Fuerte Apache, cree que “El Guacho” era el mejor de aquel grupo de pibes que llegaron a jugar allí, como David Alaniz (marcador central),  Gonzalo Escobar (por la izquierda), Yair Rodríguez (llegó a jugar en la Primera de Independiente), Gerardo Rodríguez, Ariel Galeano y el arquero Jorge “Patu” Cardozo. Todos eran de Fuerte Apache y jugaban en el Santa Clara, que estaba a dos o tres categorías abajo del Villa Real, la más alta del Baby.

“Pino” Hernández los convenció para que fueran al Villa Real cuando aún estaban en el Santa Clara y les dijo que pasarían a una liga más competitiva, y tampoco quedaba lejos de sus casas. Los llevaba el padre de Escobar con la chata, tanto para entrenarse como para jugar. Otro gancho de ir al Villa Real era que Vélez miraba a muchos chicos de allí. Por eso los llevó a probarse en marzo de 1994, pero para jugar en cancha de once y eso lo padeció Tévez. Pino cree que eso fue perjudicial para el actual jugador de Boca porque “El Guacho” “tenía otro porte y Carlos era chiquito”. Sólo quedaron Darío y, por un tiempo, Alaniz. Carlos apenas si jugó algunos amistosos en Villa Real y un torneo que ganaron en Córdoba, pero no quiso participar en los torneos de Baby.

De todos modos, “Cabañas” quedó libre a los 15 años, en la Octava División.  “Era un buen proyecto de jugador. Pintaba bien para la Primera. No sólo jugaba bien con la pelota en los pies, sino que era muy luchador”, lo recuerda Hernández. Lo querían Boca y River, pero se decía que él prefirió Vélez porque es un club en el que desde las divisiones inferiores es más probable llegar a Primera. También se dice que, una vez robó un bolso en el club y ya no lo buscaron más, se cansaron.

En 2001, mientras Tévez ya jugaba en las divisiones inferiores de Boca y había formado parte de la selección argentina sub-15 y se encontraba en Arequipa, Perú, para afrontar el Sudamericano sub-17, Cabañas aparecía sentado en el cordón de la vereda con una foto de Carlitos con la selección argentina en una mano y una bolsa con pegamento en la otra. Didí Ruiz lo vio llorar y se sentó a su lado.

“Cómo puede ser, explicame. Yo no puedo entender cómo ese pelotudo llegó a Primera y a mí me está buscando toda la Policía…me quieren matar, Didí. Si yo jugaba mejor que él. Vos sabés cómo jugaba yo, no hace falta que te lo cuente. Y mirame como estoy ahora. Todo el día con esta mierda”, según relata el libro de “Chavo” Fucks.

El Viejo Propato, quien lo tuvo en All Boys junto a Tévez. Y el mismo que los llevaba en la camioneta a los entrenamientos, se lo encontró una vez en Comunicaciones, después de que en Vélez se cansaron de ir a buscarlo por los monoblocks y de abandonar también Bánfield y Argentinos Juniors. “¿Qué hacés acá, con tantas chances de ir a clubes más grandes?”, le preguntó. “Llevaba mucho tiempo sin verlo. Sabía que no jugaba más, que afanaba, que se había peleado con todo el mundo y que estaba mal.
Yo estaba dirigiendo a Comunicaciones y una mañana se me apareció. No lo podía creer. Ya tenía 15 años. Era la temporada 1999/2000. Carlitos llevaba dos años jugando en Boca y las cosas le iban muy bien, según sabía. Pero a Darío no, todo lo contrario. ‘Tano, el único que me puede salvar, sos vos’, me dijo. ¿Qué podía hacer yo más que llevarlo y traerlo?...lo miré desconcertado. Darío podía jugar donde quisiera. Su nivel de juego era demasiado alto para el promedio de los pibes que yo tenía en Comunicaciones. Le ofrecí llevarlo a Argentinos, a Boca mismo con Maddoni, a River con Gabriel Rodríguez, pero insistió en fichar por Comu. Debe haber jugado dos meses y en esa categoría era como tener el as de espadas en todas las manos, Jugaba de todo…En ese momento, tal vez haya sido mejor que Carlitos, pero el contexto en el que se desenvolvió Tévez fue mejor. Y eso lo ayudó. Después, nos encontramos dos o tres veces más, charlamos de cualquier cosa. Yo veía que no estaba bien. Me enteré de que había muerto unos días después, cuando me lo contaron los chicos de El Fuerte”, relata en “Tévez, la verdadera historia”.

Propato se enteró de que se había suicidado luego de matar a un policía y regresar a Fuerte Apache con un disparo en la nariz. Estaba sentenciado y se sabía que tenía “Carta Blanca” de la Policía para lo que fuera.

Habían robado en el bingo de Ciudadela, pero habían logrado escapar. Faltaba una cuadra para llegar a Fuerte Apache y “Cabañas” sabía que una vez allí, ya no lo iban a poder atrapar. Llegaron entonces a la calle Besares y doblaron. Cabañas ayudó a varios a trepar una pared pero se escuchó el ulular de las patrullas de la Policía. Cuando vio que giraba hacia su lado, se dio cuenta de que no había chances, que estaba rodeado y que le había llegado el momento.

Meses antes, cuando se despedía de él porque se iba al Mundial sub-17 de Trinidad y Tobago con la selección argentina, Tévez le había prometido traerle la camiseta que usara en el debut.  Los dos tenían, entonces, 17 años. El equipo nacional fue cuarto en ese torneo. Al regresar, su tío Segundo le dio la noticia de que “Cabañas” se había suicidado de un disparo en la sien, al estar rodeado tras una persecución policial y él siempre había dicho en Fuerte Apache que antes que entregarse a la Policía o que ésta matara “a un chorro”, prefería suicidarse.

“Estábamos todo el día juntos. Íbamos al club, a la canchita de barrio, al colegio, a todos lados. Fue un golpe muy duro para mí. La última vez que lo vi, presentí que era nuestra despedida”, le confesó una vez a Susana Giménez en su programa de televisión.

Los BSB le escribieron una canción, “Cuando un amigo se va”. Ese videoclip está en su tumba y también pueden contemplarse varios homenajes del barrio.

 “Siempre me decías que ningún policía/ te quitaría la vida/ siempre en tu rostro convivía una sonrisa/ pero con picardía/ porque en todo momento sabías lo que hacías/ recuerdo a tu hermano recibiendo la noticia/ guacho Cabañas se ha quitado la vida/ terminaron las buenas jugadas/ sólo nos has dejado/ una lluvia de balas/ cuando un amigo se va/ tu corazón va a guardar/ esos recuerdos que en el alma/ para siempre van a quedar”.





domingo, 25 de agosto de 2019

Kubo, el Messi japonés (Interia)




Tiene 18 años recién cumplidos (nació en Kawasaki el 4 de junio de 2001) y ya concita el interés de todo Japón. Con 1,73 metro de estatura y sin haber marcado goles en la Liga Española, Takefusa Kubo es toda una celebrity y haga lo que haga (como cambiarse el peinado, un baile ante las cámaras o mucho más aún, unas palabras para una entrevista) será viralizado para que lo sigan millones de personas en todo el mundo.

Si tuviéramos que tomar la frase del ex entrenador campeón mundial con Argentina en 1978 acerca de que si en este país apareció Lionel Messi “fue porque antes hubo un Diego Maradona, y antes un Mario Kempes y antes un Alfredo Di Stéfano”, entonces la posibilidad de que Kubo fuera un genio del fútbol sería nula, por haber nacido en Japón, pero la realidad indica que no es así y que por primera vez, el continente asiático está en presencia de un jugador particular, llamado, acaso, a cambiar la historia del fútbol de esa parte del planeta.

Kubo comenzó jugando en Japón a los 4 años, incentivado por su padre, que es entrenador, en el Sakahama Football Club y en agosto de 2011, a los 10 años, ya se había incorporado a La Masía del Barcelona en la categoría alevín, luego de destacarse en varios torneos internacionales. Para tener una idea de su juego, en la primera temporada completa de azulgrana, la 2012/13,  marcó 74 goles en 30 partidos, pero como sucede tantas veces, se descubrió que el Barcelona había incumplido la norma FIFA de contratación de menores, y hubo que esperar hasta que Takefusa cumpliera 18 años y fuera mayor de edad para que siguiera jugando en el club.

Estuvo casi un año sin jugar por esta controversia, y en marzo de 2015 acabó firmando por el Football Club Tokyo, donde, tras comprobar su talento y con apenas 15 años, fue promovido al equipo de la Reserva sub-23 y ya el 3 de mayo de 2017 estaba debutando en la Primera en la Japan League (J-League) frente al Hokkaido Cionsadole Sapporo, siendo el segundo jugador más joven de la historia jugando en la máxima división.  Tras un breve paso por el Yokohama Marinos, volvió a su equipo con el pase en su poder, mientras ya se especulaba con su regreso al Barcelona al acercarse a la mayoría de edad, pero para sorpresa de muchos, acabó firmando con el Real Madrid.

Tras firmar un contrato de seis años, todos los caminos lógicos conducían al segundo equipo blanco, conocido como el Real Madrid Castilla, o Real Madrid B, pero sorpresivamente, el entrenador Zinedine Zidane lo incorporó al primer equipo para el stage de verano en Canadá, lo que generó un gran impacto mediático en todo el mundo.

Rápidamente, Kubo deslumbró a todos en los entrenamientos, desde la prensa a sus compañeros, jugadores todos ya consagrados. Era la primera vez que un nipón jugaba en la Primera del Real Madrid y comenzó entonces el debate sobre qué debía hacer el club con él, si mantenerlo en el Castilla, cuyo entrenador, además, es el reconocido ex delantero del club, Raúl González, o cederlo a otro equipo de Primera de la Liga Española para que fuera tomando experiencia y regresar ya con otro peso.

Algunos recordaron entonces lo importante que es el marketing para el presidente del club blanco, Florentino Pérez, quien siempre se inclinó por lo que a principios del siglo XXI se denominó “jugadores galácticos”, futbolistas que, además de ser cotizados y de tener muy buena técnica, tuvieran capacidad de “venta” para el gran público.

Así fue como pese a ganar la Liga 2002/03 con un gran equipo, que venía de obtener desde su base tres Champions Leagues (1998, 2000 y 2002), acabó expulsando a su entrenador, Vicente Del Bosque (con tripa por exceso de peso, y con una incipiente calva) y al gran mediocentro francés Claude Makelelé, quien seguramente vendía pocas camisetas alno dar el tipo físico del gusto de los españoles. En cambio, llegó el inglés David Beckham, un ícono de la metrosexualidad, con todo el glamour que implicaba estar casado con una “Spice-Girl” como Victoria Adams.

Lamentablemente, la temporada siguiente, la 2003/04, resultó nefasta para los blancos. No ganaron ni la Liga ni la Champions, y cuando parecía que ganaban la final de la Copa del Rey (que hubiese sido solo un pequeño consuelo), el Zaragoza levantó sobre el final un 0-2 para vencer 3-2 y dejarlo sin nada.  El Real Madrid tardó años en encontrarle un reemplazante a Makelele, y ya se conoce el destino de Del Bosque, campeón europeo y mundial con la selección española y hoy reconocido como marqués de Salamanca.

¿Cuál es, entonces, la idea de Pérez, el mismo titular del Real Madrid de aquel tiempo, respecto de qué hacer con Kubo?¿Retenerlo en el Castilla o aceptar que se consolide en otro equipo y se fortalezca allí, dejando de lado el glamour y la venta de camisetas?
Cuando apareció el Valladolid, que ahora cuenta como dueño al brasileño Ronaldo Nazario, ex jugador blanco, parecía que iría cedido hacia allí, pero sorpresivamente apareció el Real Club Mallorca, en el final, y el japonés irá hacia allí, con la idea de dar un paso atrás para dar dos para adelante y es más, a los cinco días de haber cumplido los 18 años, ya debutaba en la selección mayor nipona ante El Salvador.

“Los japoneses entienden mejor las estrategias y las siguen estrictamente. Los españoles tienen un amplio repertorio pero desde una mayor imaginación”, describió hace poco la diferencia entre unos y otros, desde la experiencia de haber jugado con ambos.

Cuando fue contratado, el Real Madrid emitió un comunicado en el que describió a este centrocampista ofensivo como “uno de los jugadores jóvenes más prometedores del fútbol mundial” y entre sus virtudes, destacó que tiene “excelente técnica, muy habilidoso, con visión de juego, gran regate y gol”.

No habría que extrañarse que en pocos días se agoten en Japón las camisetas del Mallorca con la palabra “Jubo” en el dorsal. El tiempo dirá si su juego podrá superar a estrellas compatriotas que marcaron un hito, como Nakata, Nakamura, Kagawa, Endo, Miura o Honda, hasta convertirse en el “Messi” nipón.


jueves, 22 de agosto de 2019

La vida de Carlos Tévez, desde la extrema pobreza en la “Villa Miseria” al estrellato mundial, se convierte en una exitosa serie de Netflix (Interia)





Haber nacido y ser inmediatamente entregado a sus tíos porque su padre moriría en una balacera y su madre no estaba en condiciones de criarlo, vivir entre los tiroteos de los delincuentes como si fuera algo natural, o que su mejor amigo haya muerto a los 17 años siendo parte de una banda que robaba y que escapaba permanentemente de la policía, forman parte del contexto de la vida inicial de Carlos Tévez, quien gracias a una contención especial de su familia pudo ser una de las escasas excepciones para salir adelante y convertirse luego en una estrella mundial, gracias al poder del fútbol en el mecanismo de ascenso social entre los más pobres en los alrededores de Buenos Aires, la capital argentina.

Tévez sigue reconociendo hoy, incluso en sus visitas a los programas de TV más glamorosos, que sigue siendo “cien por ciento villero”, reivindicando sus terribles orígenes, cuando se crió hasta su avanzada adolescencia en el llamado Nudo 1 del barrio Ejército de Los Andes, más conocido como “Fuerte Apache” y uno de los lugares de mayor carencia entre sus habitantes por el acceso oeste a la ciudad de Buenos Aires, donde las construcciones son muy precarias y los que tienen la suerte de encontrar trabajos, en su mayoría son “changas”, pequeños recursos para cobrar algo para sobrevivir.

Tévez se destacaba jugando al fútbol, y pudo tener estudios básicos gracias a que su tío, Segundo, de quien tomó su apellido (el original era Cabral), pudo ayudarlo gracias a su trabajo de maestro mayor de obras y contenerlo afectivamente, cosa que no ocurrió con su mejor amigo, conocido como “Cabañas”, por el parecido físico a un jugador paraguayo de Boca Juniors, que fue internacional con su selección, Roberto Cabañas.

Darío “Cabañas” Coronel, de la misma edad que Tévez (ambos nacidos en 1984) era un crack. Para la mayoría de quienes los vieron jugar, primero en los infantiles del Santa Clara, luego ya de adolescentes en los juveniles de All Boys (club que ahora milita en la Segunda División), “Cabañas” era superior, con más categoría, y además, por su físico morrudo, ancho, tenía más fuerza física y soportaba más tiempo de juego, y así fue que ambos se fueron a probar al Vélez Sársfield (club que llegó a ser campeón mundial en 1994 ante el Milan en Japón), pero el actual jugador de Boca Juniors no quedó entre los elegidos, y en cambio su amigo fue seleccionado para continuar.

Paradojas de la vida, “Cabañas” abandonó pronto los entrenamientos de la Octava División, muy lejos aún de llegar a la Primera, porque ya le habían ganado la delincuencia y la droga. Con un padre pegador (se cuenta que su madre recibía tremendas palizas), comenzó a frecuentar a los llamados “Back Street Boys” (BSB), una grupo que imitaba a la banda musical de Orlando, en los Estados Unidos, tanto en grafittis como en pruebas artísticas en las terrazas de los derruidos edificios de la zona, pero que también se dedicaban a los asaltos.

Los BSB cuidaron de “Cabañas”, que era uno de los más pequeños, y ya había comenzado a drogarse aspirando pegamento, y tras uno de los primeros asaltos en los que el chico participó, su madre se llevó a sus hermanos y se fue de “Fuerte Apache” para no regresar nunca más.

En Vélez creían que Cabañas estaba para llegar a ser una estrella, y cada tanto se tomaban el trabajo de ir a buscarlo a los monoblocks, los edificios de cemento, todos iguales, y sin ninguna estética, de la “Villa Miseria”. Sabían cómo era su vida y pensaban que lo podían reconducir en su vida, pero una vez que faltaron bolsos en los entrenamientos, se dieron cuenta de que era imposible y así fue que el chico alternó delincuencia con intentos de regenerarse en el fútbol y de formas intermitente, volvía a probarse a otros clubes como Bánfield o Argentinos Juniors, pero siempre sin regularidad.

En enero de 2001, cuando ya Tévez había ingresado a los juveniles de Boca Juniors, había viajado con la selección argentina sub-17 al Sudamericano de Perú y se lo vio a “Cabañas” sentado solo, en el cordón de la vereda, hablando con uno de sus amigos, llorando. “¿Por qué, si yo soy mejor que él, no tengo esas posibilidades?”, se preguntaba, amargamente.

Cuando “Cabañas” veía a un grupo de chicos solos, en “Fuerte Apache”, iba hacia a ellos para acompañarlos a un kiosco y comprarles bebidas y golosinas, o con parte del botín robado, le encantaba comprarse zapatillas de marcas caras, o cadenas de oro.

A los pocos meses, Tévez fue convocado para jugar el Mundial sub-17 en Trinidad y Tobago, y antes de partir, le prometió a “Cabañas” que le traería como recuerdo su camiseta del partido debut en el torneo, pero no se la llegó a dar. Cuando regresó, fue su tío-padre Segundo el que le tuvo que dar la triste noticia: “Cabañas” se había disparado en la sien, perseguido y rodeado por la policía tras un asalto. En la jerga, los BSB repetían que antes de morir en manos de un policía, preferían suicidarse.

Netflix, a través del reconocido director de cine Israel Adrián Caetano, vio atractiva la posibilidad de ficcionar esta historia de las dos caras de la moneda de la pobreza y el fútbol. Los que pudieron ser estrellas mundiales y no pudieron llegar, porque las condiciones no los ayudaron, y los que fueron la excepción, como Tévez, que sí alcanzaron un mundo que no imaginaban ni en sueños. De allí surgió “Apache”, la exitosa serie que puede verse en todo el mundo.

Con Tévez, luego, vino lo conocido. Sus éxitos en Boca Juniors, Corinthians (en tiempos en los que el presidente brasileño, Lula, era fanático de este equipo, que consiguió el título nacional justo en ese año, 2005), la Premier League en el Manchester United y luego, en el Manchester City, su paso por la Juventus y su impactante regreso a Boca, cuando sesenta mil personas asistieron a la Bombonera, el mítico estadio del club, solo para recibirlo, sin ningún partido que se jugara, y televisado a todo el continente americano.

El mismo Tévez que para estupor de los hinchas de Boca, a los dos años abandonó el club y se fue a la Superliga china siendo el jugador que más cobraba en el mundo, pero al año, había regresado, sin éxito, al club de sus amores, donde todo indica que se retirará.

Lejos está hoy a los 35 años, y con tres hijos, de aquel Carlitos al que le decían “El Manchado”, en su “Fuerte Apache” original, porque por un descuido, cuando apenas tenía diez meses, su familia tomaba mate (infusión con yerba) y se le cayó agua hervida en el cuerpo, tuvo quemaduras de tercer grado, y le quedó una importante cicatriz que no se quiere operar, como signo de identidad.



Carlos Tévez, de Fuerte Apache a Netflix, el “Jugador del Pueblo”, amado o mirado de reojo por los hinchas de Boca, con decenas de títulos y polémicas, golf, cumbia y contactos con Macri (Infobae)





¿Quién es Carlos Tévez? Esta pregunta puede abarcar un muy amplio espectro de posibilidades, si depende de quién o en qué momento se responda. Se trata de un futbolista de un excepcional palmarés, que estuvo en el centro de polémicas que llegaron a tener alcance nacional, que llegó a ser fuente de encuentros con el presidente Mauricio Macri, ídolo del cantante inglés de “Oasis” Noel Gallagher, caddie del golfista Andrés Romero en un torneo inglés, pero al mismo tiempo, es el chico que puso salir de un entorno violento en el barrio conocido como “Fuerte Apache” y que de no haberlo hecho, lo reconoce él mismo, probablemente habría terminado en la cárcel.


Como si fuera una premonición, Carlos Alberto Tévez Martínez nació un 5 de febrero, coincidiendo con el de muchos jugadores importantes como Cristiano Ronaldo, Neymar, Rodrigo Palacio o Rubén Cano. En su caso, fue en 1984, en Ciudadela y si bien sus padres biológicos son Juan Albertro Cabral y Fabiana “Trina” Martínez, fue criado por sus tíos maternos, Adriana Martínez y Segundo Tévez.

En una oportunidad declaró ser “cien por ciento villero” y reconoció que de no haber sido futbolista, “me habría dedicado al crimen y seguramente habría terminado muerto o en la cárcel”. Su padre, Carlos, murió en una balacera cuando su madre llevaba seis meses de embarazo de él. En 2010, su hermano Juan Alberto Martinez, fue detenido junto con su cuñado en un presunto robo de un camión blindado en el camino al aeropuerto de Cordoba y condenados a 16 años de cárcel. Diego, otro de sus hermanos,  fue descubierto por la Policía en 2006 con un revólver calibre 38 especial y 14 municiones.

A los 10 meses de vida,  le cayó agua hirviendo por el descuido de su familia tomar mate en la cama, y eso le generó una cicatriz que nunca se quiso operar para no perder identidad (“es parte de lo que soy”). Tuvo quemaduras de tercer grado. “Nunca tomé dimensión sobre si corría peligro o no. Creo que la muerte o el problema que tuve con la quemadura. Nunca tomé consciencia de que la pasé muy cerca”. “No quiero que sea ficción, quiero que cuente mi vida”, dijo cuando se estaba guionando la serie de Netflix sobre su vida, que acaba de estrenarse, con dirección de Israel Adrián Caetano, el mismo de la reconocida película “Pizza, Birra, Faso”.

Los primeros capítulos de la serie logran narrar con excelente clima lo que significaba vivir en el Nudo 1 del Barrio Ejército de Los Andes, son las gravísimas dificultades sociales para este colectivo y para un chico que entraba en la adolescencia cuando también aparecían sus primeras oportunidades para, acaso, poder salir de esta situación gracias al fútbol. De hecho, ya siendo un futbolista consagrado, le tocó vivir un hecho dramático en 2014 cuando Segundo, su tío a quien considera su padre, fue secuestrado en el acceso oeste de la ciudad y él tuvo que pagar para su liberación, ocho horas más tarde.

Pese a que primero se negaba, porque siempre quiso jugar en Boca, el equipo de sus amores, terminó aceptando la oferta de un descubridor de talentos como Ramón Maddoni, quien lo ubicó en el baby fútbol de All Boys.  Allí todavía usaba el apellido de su madre y su tía, Martínez, pero cambió por el de Tévez cuando apareció, por fin, la chance de ir a Boca, para que no hubiera problemas por su ficha entre los dos clubes.

Su mejor amigo, por aquellos tiempos, era Darío “Cabañas” Coronel. Hasta se decía que jugaba mejor que él, lo que para muchos, seo significa que fue “Tévez antes de Tévez”. Cuando se despedía de él, porque se iba al Mundial sub-17 de Trinidad y Tobago con la selección argentina, le prometió traerle la camiseta que usara en el debut.  Los dos tenían, entonces, 17 años. El equipo nacional fue cuarto en ese torneo. 

Al regresar, Segundo le dio la noticia de que “Cabañas” se había suicidado de un disparo en la sien, al estar rodeado tras una persecución policial y él siempre había dicho en Fuerte Apache que antes que entregarse a la Policía o que ésta matara “a un chorro”, prefería suicidarse. Lo que acaso ni Tévez registre es que la selección sub-17 estuvo a punto de viajar en uno de los aviones derribados en el atentado a las Torres Gemelas. De hecho, tomó el del día anterior, rumbo a Trinidad y Tobago.

 “Estábamos todo el día juntos. Íbamos al club, a la canchita de barrio, al colegio, a todos lados. Fue un golpe muy duro para mí. La última vez que lo vi, presentí que era nuestra despedida”, le confesó una vez a Susana Giménez en su programa de televisión. Compartieron equipo en All Boys, Villa Real y Santa Clara. “Cabañas” usaba la camiseta 10 y Carlitos, la 9.

A Tévez lo salvó su propio entorno familiar (“Segundo, maestro mayor de obra, me insistía con que había que estudiar”) pero “Cabañas” no tuvo las mismas posibilidades: se juntó con los “Back Street Boys”, un grupo de fanáticos del rapero estadounidense Vanilla Ice. Cometían distintos delitos, y casi nadie de esa banda sobrevivió.

Para Tévez, su grupo de amigos de Fuerte Apache sigue vigente, a tal punto que los llegó a llevar con él a Europa y a China, y apoyó a “Piolavago”, grupo de cumbia de su hermano Diego. Los ayudó a tunearse, les compró instrumentos, pagó sus clases de música, y hasta bailó con ellos en el video clip “Déjala”.

Acaso por este origen, por su estilo franco y directo, y por su categoría como jugador, rápidamente se convirtió en ídolo de la hinchada de Boca y más tarde, de muchos otros hinchas argentinos a través de su participación en la selección argentina, hasta ser bautizado como “El Jugador del Pueblo”.

En Boca debutó en 2001 en el final del primer ciclo de Carlos Bianchi pero fue tomando mayor notoriedad en 2002, con Oscar Tabárez Tabárez, cuando ya alternaba mucho más en Primera, si bien no consiguió títulos. Quedó eliminado ante Olimpia en los cuartos de final de la Copa Libertadores y perdió la gran chance de ganar el Apertura 2002 el día del cabezazo casi en el final de Lucas Pusineri cuando siendo muy inexperto, perdió varios goles en compañía de Guillermo Barros Schelotto en el decisivo partido ante Independiente en Avellaneda. Ese año lo terminó con 8 goles.

2003, con la vuelta de Bianchi como DT, fue el año de la consolidación, junto a Guillermo Barros Schelotto y Delgado en el ataque, ganando de forma brillante la Copa Libertadores ante el Santos de Robinho y Diego en Brasil pero además, con una tremenda efectividad como visitante en los cuatro partidos finales.

Ese año iba a jugar el Mundial sub-20 de Emiratos Arabes Unidos junto a Javier Mascherano y Fernando Cavenaghi, pero por razones políticas, el torneo se aplazó a diciembre y coincidía con la Copa Intercontinental de Japón que Boca debía jugar ante el Milan. Fue una polémica nacional si Boca o la Selección. Se decía que la AFA le impediría jugar por Boca aunque no aceptara jugar el Mundial sub-20 y el día que los xeneizes ganaron el título del Apertura 2003 en Racing, en los festejos en el vestuario, Tévez cantó junto a sus compañeros “la selección, la selección, se va a la puta que lo parió”. Boca le pidió una medida de excepción al Comité Ejecutivo de la AFA, que al final accedió.

De todos modos, casi se queda afuera del partido contra el Milan por arrastrar una dura lesión. Los medios italianos titularon que Tévez jugaría igual porque Boca no se privaría de su mejor jugador, pero recién ingresó promediando segundo tiempo, por Guillermo Barros Schelotto, para poder estar en el alargue y consagrarse campeón en los penales. Ese año marcó 18 goles y el Bayern Munich ofreció 13 millones de dólares por su pase, pero Boca no aceptó. Ya era una estrella internacional.

2004 comenzó con una polémica porque Bianchi lo veía fuera de peso. Era muy joven y el Virrey parecía tratar de ponerle límites a sus primeras veleidades de crack reconocido mundialmente. Meses más tarde, y siempre en un Boca protagonista de los torneos más importantes, participó de aquel partido para el infarto ante River en el Monumental por la revancha de la  semifinal de la Copa Libertadores, cuando por primera vez se jugó sólo con hinchas del equipo local. Boca había ganado 1-0 en la Bombonera, River ganaba 1-0 en la vuelta y con un jugador de más, y en pocos minutos, Boca pasaba a tener 10 jugadores contra 9 de River. Allí llegó el empate de Tévez, que parecía determinante, pero el Apache festejó haciendo el gesto de las gallinas, y fue expulsado por el árbitro Héctor Baldassi, los dos quedaron con 9 jugadores, River lo ganó en el final y Boca terminó pasando por penales. Tévez pidió disculpas a los hinchas de River pero su suspensión terminó incidiendo en la final ante los colombianos de Once Caldas porque empataron los dos partidos, y Boca perdió el título en una nueva definición desde los doce pasos.

Ya sin Bianchi, reemplazado por Miguel Brindisi, Boca perdió otro trofeo, la Recopa Sudamericana, a manos del Cienciano de Perú en Miami. Justamente Tévez anotó en el gol con el que Boca ganaba la final, pero llegó el gol peruano a un minuto del cierre y los xeneizes perdieron por penales, en los que el Apache fue uno de los que no pudo convertir. Sin embargo, antes de terminar el año Boca pudo ganar la Copa Sudamericana en el regreso de Martín Palermo, autor de uno de los goles, en tanto Tévez hizo el otro, en la final ante el Bolívar boliviano, ya con Jorge “Chino” Benítez como DT.

Para finales de 2004 se anunció su pase al Corinthians, que en ese momento estaba financiado por el Grupo Berezovsky, uno de los multimillonarios como resultado de la desaparición de la Unión Soviética, y en el momento en el que mucho dinero de origen ruso apareció en el fútbol de todo el mundo (Román Abramovich, en ese momento enemigo de Berezovsky, puso mucho en el Chelsea y se compraban clubes enteros). 

También Javier Mascherano y Sebastián Domínguez fueron al club de San Pablo que tenía como entrenador a Tité (hoy en la selección brasileña) aunque se anunciaba ya la llegada de Daniel Passarella como reemplazante, e incluso sabiendo esto, Tévez se cortó el pelo. La cifra del pase nunca estuvo clara. De hecho, Boca (cuyo presidente era Mauricio Macri) jamás dio a conocer la cifra exacta, aunque desde Brasil se dijo que el pase rondó los 24 millones de dólares.

Terminaba así su primer ciclo en Boca con 110 partidos, 38 goles y 4 títulos. Se había transformado en ídolo del club, justo después de que se había ido Riquelme al Barcelona en 2001, y a quien él conoció como alcanza pelotas, aunque luego tuvieron una etapa de discusiones que los fue alejando. Tévez pareció llegar en el momento justo. En esa etapa, también había conseguido ser campeón olímpico en Atenas, con Bielsa, y goleador del torneo con 8 tantos y antes había ganado el Preolímpico en Chile.

No era fácil llegar como ídolo argentino al fútbol brasileño. Tenía apenas 21 años, la expectativa era muy grande aunque el presidente del gobierno, Lula Da Silva, fanático corinthiano, manifestó sus dudas por lo que podía producir y dijo que no lo conocía. Al poco tiempo,  participó de una escena de pugilato en un entrenamiento, tras una dura discusión con el volante Carlos Alberto, que había sido adquirido al Porto de Portugal.

“Nos enojamos un poco. Tévez se enojó con Dinelson porque no recibía la pelota, y le dije que las cosas no son así. El es un jugador que siempre quiere la pelota pero debe respetar a sus compañeros”, le dijo Carlos Alberto a la TV local. O Estado de Sao Paulo contó entonces que Tévez le hizo una dura entrada a Dinelson y recibió la dura reprimenda de Carlos Alberto, a quien, según el diario, escupió. También se trompeó con Marquinhos en otra práctica, y debieron separarlos los compañeros. Tévez se convirtió en capitán del equipo. Marquinhios fue cedido al Atlético Mineiro.

Se explicó que todo era parte de la tensión en el grupo por la salida del DT Tité y la llegada de Passarella. Poco antes, en la derrota en el clásico ante el San Pablo, ya Tévez había discutido con algunos compañeros porque no le pasaban la pelota. Tanto Tévez como Caerlos Alberto habían llegado por pases muy caros pagados por el grupo de inversión MSI (Media Sports Investments).

Tévez se terminó convirtiendo en ídolo del club, con el que ganó el Brasileirao y fue el tercer goleador del torneo, con 20 tantos. Lula, entonces, lo recibió en el Palacio de Planalto, y fue galardonado por  tercera vez consecutiva como el mejor jugador de América por el diario uruguayo “El País”.

Se iba del Cotinthians con 77 partidos y 46 goles, y sin haber hablado jamás con la prensa brasileña en una entrevista exclusiva. Periodistas de la revista “Placar” le contaron a este periodista que en el club siempre había temor a que el “Apache” derrapara con sus declaraciones cuando la convivencia entre el grupo MSI y los viejos dirigentes del club, que no veían con buenos ojos a los nuevos empresarios, generaba un delicado equilibrio.

Tévez ya era manejado por el agente iraní Kía Joorabchián, que tenía pasaportes de cinco nacionalidades, y lo acompañaba a todos lados.Los malos resultados del equipo en 2006, y enfrentamientos con la barra brava, “Gavioes da Fiel”, determinaron su intención de salir, y junto con Mascherano, fueron ubicados en agosto en el West Ham United por 15 millones de euros. El equipo peleaba por no descender y en lo que quedaba del año, Tévez no encajó ni marcó goles y terminó en el banco. La campaña era mala y el equipo estaba cada vez peor y había asumido como DT Alan Cubishey. 

Además, tanto él como Mascherano estaban envueltos en un gran problema porque la Premier League investigaba los fondos utilizados por el West Ham para adquirir sus pases y por esta razón, en abril de 2007, el club fue multado en 5.5 millones de libras. Desde el banco, sentado atrás suyo, le tocaba el hombro al DT y le decía “mister, mister, eso que cantan en la tribuna es que están pidiendo que yo entre”. Lo puso ante el Tottenham y pese a la derrota 3-4 marcó un gol de tiro libre e hizo las otras dos asistencias. En la anteúltima fecha, hizo un doblete ante el Bolton  en el 3-1 y así logró quedar al borde de la salvación para su equipo. Necesitaba un empate ante el campeón, Manchester United, en la última fecha, pero ganó 1-0 con otro gol suyo. En los Hammers, jugó 29 partidos y metió 7 goles y hoy es uno de los grandes referentes de su historia moderna. Fue allí que comenzó con la moda de ir a abrazarse con los hinchas en la tribuna, aprovechando que no hay foso.

En la temporada 2007/08 pasó al Manchester United que dirigía Fergusson, y que era campeón de la temporada anterior, a préstamo por dos años por 13 millones de euros. Ya tenía un nombre y había jugado el Mundial 2006 con Pekerman,. Con Lionel Messi, habían jugado como dupla integrando la segunda delantera argentina detrás de Javier Saviola y Hernán Crespo. Le tocó vivir la amargura de la eliminación por penales ante Alemania en los cuartos de final.

En el Manchester United jugó al lado de Cristiano Ronaldo y Rooney y ganaron todo en una temporada espectacular: la Premier League, la Community Shield al Portsmouth,  la Champions League en la final de Moscú al Chelsea en la que John Terry se resbaló y pifió el último penal, y el Mundial de Clubes a la Liga de Quito de Edgardo Bauza, en Japón.  Allí jugó 51 minutos porque salió reemplazado por John Evans al quedar el su equipo con diez hombres por expulsión del marcador central Nemanja Vidic.  Ante la pregunta de este periodista sobre qué se siente jugando al lado de Cristiano Ronaldo y Rooney, en aquel momento, Tévez respondió que “los tres estamos al mismo nivel”.

Sin embargo, perdió la titularidad en la temporada siguiente, la 2008/09, marcada por sus desavenencias con Fergusson (“se cree el presidente de Inglaterra”). Aún así ganaron la Carling Cup, en la que fue el goleador del torneo con 6 tantos, pero Tévez no estaba contento porque el Man U. no se decidía a comprar su pase. Se demoraba mucho la decisión, aunque la hinchada lo quería. Cuando por fin el presidente David Gill acordó el precio del pase definitivo con el West Ham en 25,5 millones de libras a finales de junio, ya los asesores de Tévez dijeron que no aceptaban, que él se quería marchar. Se fue del Manchester United al Manchester City en un movimiento muy controvertido que lo enfrentó a los hinchas de los “Red Devils” desde entonces. Se iba con dos Premier Leagues, una Copa de la Liga y una Community Shield, la Champions y el Mundial de Clubes, con 99 partidos, 34 goles y 17 asistencias, números excelentes. “Era imposible discutir con el viejo –por Ferguson- porque siempre salías perdiendo. Cometió un error al dejarme en el banco en Roma contra el Barcelona. Fue la única final que perdió el equipo desde que llegué yo”, manifestó una vez que se marchó de Old Trafford.

Pero también pasó por momentos complicados como cuando el 6 de febrero de 2009 fue detenido por la policía de Manchester y su coche fue confiscado por tener los vidrios polarizados de manera ilegal y no tenía licencia británica de conducir.

Con el Manchester City firmó por cinco temporadas por 45 millones de euros, siempre luciendo la camiseta 32, como en el West Ham. Uno de los motivos del enojo de Tévez era que primero, Ferguson le dijo que no le podía garantizar la titularidad pero a los pocos días, cuando CR7 se fue al Real Madrid, cambió de opinión, aunque ya era tarde.

Todo quedaba en la misma ciudad, con un enorme enfrentamiento entre los dos clubes, uno poderoso desde siempre y el otro, en ciernes, y las expectativas eran las máximas para el 19 de enero de 2010 cuando se enfrentaron por la ida de la Carling Cup.  Ferguson declaró en la semana “No me preocupa si juega Tévez, en absoluto., El mejor jugador del Manchester City es Adebayor, que hizo goles en todos los partidos”. 

Ganaba el United 1-0 pero Tévez marcó dos goles, lo vio vuelta, y se los gritó especialmente a Gary Neville (había dicho que Tévez “no vale 25 millones de dólares”) e hizo el Topo Gigio de Riquelme. Sin embargo, en el partido de vuelta el MU ganó 3-1 y aunque Tévez hizo el gol, no le alcanzó para pasar de ronda.

En la primera temporada, marcó 23 goles en 35 partidos en un equipo en el que estaban además, en el ataque, Adebayor, Edin Dzeko, Robinho y Mario Balotelli. Eran cifras espectaculares y Noel Gallagher, de la banda “Oasis”, y reconocido hincha “Ciudadano”, si hizo fanático de él, al punto de decir que impugnaría su voto en las elecciones británicas para votarlo. Era su preferido en el equipo. Meses después, para la temporada 2010/11,  el DT italiano Roberto Mancini lo nombró capitán del equipo  y dos meses más tarde, el 17 de octubre, con sus dos goles al Blackpool, se convirtió en el jugador sudamericano que más goles había convertido en la Premier League (56) superando por dos al uruguayo Gustavo Poyet. Sin embargo, las cosas no marchaban bien en lo personal, y para diciembre, Tévez mandó una carta al club solicitando irse por razones familiares y hablando de una “ruptura de relación con ciertos ejecutivos del club” pero fue rechazado diciendo el club que esos argumentos eran “absurdos” y “sin sentido” y que en el caso de negarse a jugar, debería indemnizar a la entidad pero fue convencido por Mancini, su compatriota Pablo Zabaleta y el dirigente Brian Marwood.

 A los pocos días, Tévez retiró su solicitud y expresó su "compromiso absoluto” con el Manchester City. De todos modos, entre la forma en la que se había ido del Manchester United y este intento de marcharse del Manchester City, lo habían colocado en una situación complicada y su perfil ya aparecía con cierta imagen de conflictividad en el fútbol inglés que contrastaba con su inmensa categoría como jugador.

Llegó a diciembre de 2010 con 50 goles en 73 partidos y terminó la temporada ganando la FA Cup ante el Stoke City y como capitán, le tocó levantar ese trofeo.En esa temporada compartió el primer lugar en la tabla de goleadores junto al búlgaro Dimitar Berbatov con 20 tantos, siendo el primer argentino en conseguirlo. Terminó la temporada con 31 goles en 31 partidos y quedó como cuarto mejor jugador del mundo para la FIFA.

Sin embargo, la primera parte de 2011 no había sido tranquila. No entendía cómo no era tenido en cuenta por el nuevo DT de la selección argentina, Sergio Batista luego de haber hecho un buen Mundial en Sudáfrica con Diego Maradona, pero ante la salida de éste, hizo unas declaraciones en Irlanda, en uno de los primeros amistosos del ciclo nuevo, en el que parecía respaldar al DT anterior, muy enfrentado con Batista. “Yo estoy del lado de los que siempre me apoyaron y por eso estoy con Maradona” y también que  “(Julio) Grondona no cumplió con su palabra de renovarle el contrato. El día que nos quedamos afuera, en el vestuario, le dijo a Maradona que iba a seguir. Si se lo puedo decir en la cara se lo diré. Nunca se nos consultó a quién queríamos como DT”. Eso finalmente ocurrió en Dublin, cuando se encontró con el presidente de la AFA. “Le dije lo que pensaba y él hizo lo mismo. Todo quedó como debe estar”. 

Sin embargo, a cuatro dias del amistoso ante Brasil en Qatar, Tevez adujo una lesión y no fue,. Pero el domingo siguiente jugó ante el Fulham y le hizo dos goles. Ya no volvió a ser convocado. “Creo que su ausencia es por la actitud que tuvo cuando no vino a jugar y después sí lo hizo en su club. Al cuerpo técnico no le gustó esa forma de actuar. Era mucho más fácil decir que no quería venir”, señaló sin tapujos Grondona.
Batista viajaba a Europa a visitar jugadores pero no tomaban contacto con él cuando se acercaba nada menos que la Copa América de Argentina de mediados de 2011. 

“Entendo que no sea del gusto futbolístico del DT, pero al menos, que me llame por teléfono”, se quejaba Tévez desde Inglaterra y Maradona redobló la apuesta: “hay que estar alcoholizado para no llamar a Tévez”. La prensa hizo mucha presión, se dijo que también hubo movimientos desde el Estado, y el “Apache” fue citado a último momento, luego de reunirse horas con el “Tata” José Luis Brown, ayudante de Batista, pero justo su penal ante Uruguay en Santa fe fue atajado por Fernando Muslera y no sólo Argentina no pudo pasar los cuartos de final sino que Batista tuvo que dejar su cargo a manos de Alejandro Sabella.

Ese año estuvo teñido por su relación amorosa con la actriz y cantante Brenda Aniscar, siendo buscados por infinidad de medios de comunicación, aunque luego regresó con su pareja de toda la vida, Vanesa Mansilla, con la que tiene tres hijos y con quien se casó en una fiesta a todo lujo en Uruguay, en diciembre de 2016.

Con Sabella, el problema se agudizó. Tévez no parecía aceptar con simpleza el nuevo liderazgo de Messi en la selección argentina y no sólo no era citado en ninguna convocatoria, sino que era el único caso en el que cuando se le preguntaba al DT por qué no lo citaban, respondía que “el grupo está cerrado”. Cuando en 2012 comenzó la prensa a tratar de tocar el tema, en un amistoso en Estocolmo ante Suecia, los jugadores cantaron tras el partido en el vestuario “Hay que alentar/hay que alentar/estamos todos, no llamen más”.

Para colmo, al regresar de la Copa América al Manchester City, ni bien comenzó la nueva temporada, el 2 de setiembre de 2011, por la Champions, ante el Bayern Munich, Tévez se negó a entrar como suplente a los 20 minutos del segundo tiempo, aunque él insiste en que lo que pasó es que Mancini le dijo que fuera a calentar y él le dijo que ya había calentado y se fue a sentar al banco. Los jugadores suplentes negaron que Tévez le hubiera dicho que no a entrar a Mancini pero tras el partido, el DT italiano dijo que no iba a jugar más en el club y fue suspendido por dos semanas. Eso produjo una situación muy dura con los hinchas, que tiraron a la basura sus camisetas y quemaron otras y ya se hablaba del regreso a Boca por la lesión de Lucas Viatri, pero no prosperó, aunque en noviembre regresó sin permiso a la Argentina y estalló el debate: otra vez como en el Manchester United, Tévez entraba en conflicto. El club lo multó con 1,2 millones de libras.

En la Argentina, Tévez se dedicó a cantar con la Mona Giménez, y jugaba al golf en Tucumán. Ya para diciembre se volvió a hablar de Boca, y luego del Milan e Inter y hasta del PSG  ofreció 37 millones por su pase. El Milan había estado más cerca porque se iba a ir Alexandre Pato, pero al final se quedó. Tévez, entonces, Se quedó varios meses sin jugar y acabó pidiendo disculpas al club, a Mancini, a sus compañeros y a los hinchas y pudo ingresar en algunos pocos partidos desde marzo, pero a fines de junio se anunció su pase a la Juventus luego de ganar en el Manchester City una Premier League, una FA Cup y una Community Shield y en sus 148 partidos marcó 73 goles e hizo 37 asistencias.

Con la Juventus firmó por tres temporadas y se le otorgó el dorsal 10 que usaba uno de los ídolos del club, Alessandro Del Piero, si bien Tévez declaró que “en Boca usé la 10 de Maradona, así que eso no es problema” y a los pocos días ya era la camiseta más vendida con el 70 por ciento de las ventas de las del club. Pese a tener de compañeros a jugadores como Andrea Pirlo, Arturo Vidal o Gianluiggi Buffon, fue elegido como mejor jugador de la Juventus de la temporada 2013/14 en la que “La Vecchia Signora” consiguió el tricampeonato y un récord de 102 puntos.

Sus buenas actuaciones en la Juve le valieron ser otra vez convocado a la Selección, ahora con Gerardo Martino, quien lo consideraba “nueve” por lo que debería pelear el puesto con Sergio Agüero y con Gonzalo Higuaín y una de las claves pasaba por cómo sería recibido en el mismo grupo en el que no tenía cabida hasta el Mundial de Brasil. En Chile llegaron a la final de la Copa América, en la que cayeron por penales ante los locales. Pero antes de llegar a la selección reconoció el liderazgo de Messi. “¿Quién no va a querer jugar al lado del mejor jugador del mundo?”, dijo en ese momento. Nunca antes había manifestado nada semejante.

En 2014/15 se fue Antonio Conte y llegó como DT, en su lugar, Massimiliano Allegri y Tévez fue fundamental en el cuarto título seguido para el club con 20 goles en 32 partidos, y el equipo hizo doblete al ganar la Copa Italia, aunque perdió la final de la Champions ante el Barcelona de Messi en el Olímpico de Berlín, luego de 12 años sin jugarla. Sería su último partido porque regresaría a Boca, dejando una campaña de 50 y 20 asistencias en 96 partidos con 4 títulos, 2 de Serie A, una Copa Italia y una Supercopa italiana.

Pese a que tenía multiples ofertas y le quedaba un año de contrato (lo querían el Atletico Madrid, el PSG y el Shanghai Donghai le ofrecía 20 millones de dólares anuales), se anunció la llegada a Boca que parecía desinteresada y por el pase del juvenil Guido Vadalá, aunque en verdad, Boca pagaba unos 5 millones de euros por distintas vías.

La presentación que organizó Boca fue impactante. La Bombonera repleta en un 13 de julio ante 60,000 personas para recibir al ídolo, televisado a todo el continente. Intentó poner paños fríos a algunos desencuentros con Riquelme, a quien definió como “el máximo ídolo. No vengo a superarlo, vengo a hacer mi propia historia” y reconoció que a los 20 años “el Mundo Boca me devoró, ahora estoy más preparado”. Boca lideraba el torneo anual y también iba camino a ganar la Copa Argentina con Rodolfo Arruabarrena de DT, y la llegada del hijo pródigo parecía salida de un libreto mágico.
El 19 de setiembre, Boca visitaba a Argentinos Juniors y le ganó 3-1 con dos goles de Tévez, pero un planchazo suyo le generó a Ezequiel Ham fractura expuesta de tibia y peroné, generando un escándalo porque el jugador de Argentinos luego dijo que el “Apache” no se había interesado en él.

Cuando parecía que Tévez estaba destinado a terminar su carrera en Boca, a fines de 2016 anunció que se iba a jugar al Shanghai Shenhua de China por dos años de contrato por 80 millones de dólares, que lo convertían en el futbolista mejor pago del mundo. Desde el punto de vista económico no cabían muchas discusiones discusión, pero parecía  roto el contrato con los hinchas, que apenas un año y tres meses antes habían llenado la Bombonera conmovidos con una estrella que había renunciado a todo, incluso a mucho mejores ofertas económicas, para ir al club de sus amores, y ahora todo eso parecía desmoronarse.

Sin embargo, el paso de Tévez por China fue mediocre aunque sus partidos se televisaron en la Argentina y solo convirtió cuatro goles, siendo muy pobre su actuación allí. Se desvinculó un año después para regresar a Boca para un tercer ciclo, con su ex compañero Guillermo Barros Schelotto de DT, pero con River en los primeros planos y con muchos hinchas mirándolo de reojo y criticándolo mucho. De hecho, el entrenador no lo tuvo demasiado en cuenta, lo relegó muchas veces al banco de suplentes, y a su salida, reemplazado por Gustavo Alfaro tras perder la final de la Copa Libertadores en Madrid ante River, el “Apache” fue muy duro con él. “Si seguía, no me veía otro año en Boca. Sentía que no iba a jugar, pasara lo que pasara. Sentí que me faltaron el respeto”.

 Para muchos, ya se trataba de una estrella mundial con otras prioridades (el golf, el mundo del espectáculo, sus apariciones televisivas) y ni siquiera el título 2016/17 pudo superar una mirada más escéptica desde un alto porcentaje de hinchas de Boca, aunque se lo aplaude con respeto y pelea por la titularidad con Mauro Zárate en una relación profesional, siendo el capitán del equipo cuando juega.

Se conoce su gusto por el golf y su amistad con el profesional Ángel Cabrera, y en el Campeonato Abierto de Inglaterra de 2012 fue caddie del golfista argentino Andrés Romero. En las últimas horas, con uno de los pocos con los que se reunió el presidente Mauricio Macri a horas de las PASO fue con él, a quien conocía de los tiempos de Boca.

El pibe que escuchaba el ruido de las balas como un sonido natural en Fuerte Apache, había llegado demasiado lejos.