jueves, 31 de marzo de 2016

Todo pasa, Torneos vuelve




Carlos Bilardo moviendo los muñequitos, los abrazos del público en los estadios mientras en las canchas llegaban los goles, la imagen a rayas justo cuando el partido estaba por empezar, por pasarse al PPV. Los pizarrones con las fichitas, los “homenajes a Don Osvaldo Zubeldía”, la espera hasta el domingo a las 22 para contemplar dos míseros minutos de los resúmenes de los goles de los equipos chicos, las apologías de los directores técnicos defensores del “resultado”. Todo eso que parecía parte del paquete de los recuerdos lamentables de los noventa parece ir volviendo como una catarata que se nos vuelca día a día con el regreso a la palestra de Torneos (ex Torneos y Competencias).

Pero ni siquiera todo lo escrito, sumado a aquel contrato nunca publicado en el que se dejaba a los clubes a la intemperie, cuando muchos de sus dirigentes firmaron abajo sin saber lo que se decía, o la asociación con el Grupo Clarín para quedarse con canales de todas las ciudades del país para a partir de ellos fundir a los competidores para obligar a todos los amantes del fútbol a asociarse al suyo,  fue suficiente.

Mucho peor aún: no lo es, siquiera, que el CEO de Torneos, Alejandro Burzaco, haya tenido que pagar una fianza de 20 millones de dólares en Estados Unidos al quedar involucrado en el FIFA Gate por participar en coimas a dirigentes de la Conmebol para obtener los derechos de TV de los partidos de las Copas América 2011, 2015, 2019 y 2023.

No importa nada, porque a la AFA casi nunca le importó nada, al menos, en las últimas décadas de grondonismo. Si fue capaz de responder al pedido de informes de la defensora del pueblo de Buenos Aires Graciela Muñiz por unos incidentes en el ascenso con el envío de las formaciones de los equipos y los goles, ¿qué esperar acerca de la impunidad de esta entidad?

Por eso, porque Todo Pasa es una fórmula tan utilizada por el fútbol argentino y específicamente por la AFA, a esta altura ya no extraña que Torneos (con el maquillaje de un cambio de CEO, Ignacio Galarza por el mencionado Burzaco) esté de regreso, y que muy posiblemente a partir de julio, con la nueva temporada a la usanza europea (para vender jugadores a los clubes de allí), ya se quede con todo el negocio televisivo, porque de todos modos el actual es prácticamente inviable.

Tampoco es aceptable lo de hoy porque con el macrismo, el Fútbol Para Todos pasó a ser en verdad “Fútbol Para Bobos” (tres canales ponen el 10 por ciento del total de lo que gasta el Estado, y se quedan con las transmisiones de los clubes grandes y el canal estatal, que proviene del inversor mayor, se queda con las sobras).

La burla del fútbol al Estado argentino es tan vieja como la práctica profesional en el país. Si siempre el fútbol vivió del Estado, de gastar mucho más de lo que tiene porque luego “papá Estado” se hace cargo (ya lo decía el ex presidente e interventor de la AFA Valentín Suárez, “jamás el Estado le bajará la cortina al fútbol”), lo de estos años ya pasa todo límite.

A tal punto, que así como en su momento la AFA se burló de la defensora del pueblo, tampoco parecen tener peso los tres veedores judiciales designados por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal número 1 a partir de la denuncia de la diputada Graciela Ocaña (Confianza Pública), el abogado Alberto Piotti y los contadores Horacio della Rocca y Alicia Beatriz López.

Si ya durante los años de “Fútbol Para Todos” los camiones de exteriores eran los de Torneos pero pintados de estatales, ¿qué decir de estos, en los que no importó siquiera el FIFA- Gate?

En este blog se escribió en muchas oportunidades, cuando AFA rompió el contrato con TRISA, que el problema era con el Grupo Clarín pero jamás con Torneos, a la que se le pidió paciencia hasta que las aguas se aclararan (o sea, aplicar otra vez la doctrina del ·Todo Pasa” grondoniano) y así fue como de a poco, la empresa que fue modelo cultural de los noventa, volvió por las suyas.

Claro que para eso tiene que haber alguien que la deje volver. Y para eso, está la AFA. De nada valió que apareciera una oferta de CMN Sports (Cárdenas Marketing Network Sports), con sede en Estados Unidos, con una oferta de 28 millones de dólares por 20 partidos de la selección argentina.

Tampoco, que se haya prometido, durante los días del FIFA-Gate y de la lucha eleccionaria de Marcelo Tinelli vs Luis Segura hasta el bochornoso 38-38, que habría licitación para grupos mediáticos internacionales, que desde hace tiempo quieren transmitir los partidos argentinos.

La AFA, sin importarle su imagen, sin mirar hacia atrás, seguramente para no quedar convertida en estatua de sal como la señora Lot de la Biblia, optó por aceptar la vieja modalidad de Torneos de adelantarle un 30 por ciento del pago  de los derechos del nacional B, la Primera B, la Copa Argentina, los partidos de la selección argentina en la clasificación mundialista, los amistosos de la selección y los derechos internacionales del fútbol local así como el e-commerce, necesitada como está de los morlacos por la pésima administración de sus fondos.

Es decir,  de nada valieron estos seis años y medio. Otra vez, de a poco, volvemos a lo mismo que parecía superado: la AFA necesitada de dinero, la AFA rechazando nuevas ofertas para optar por lo ya “conocido”, Torneos que le adelanta dinero, Torneos que se va quedando con casi todo…Torneos que, magnánima, renuncia al reclamo judicial por la rescisión del contrato de la AFA en 2011 por la B Nacional (cuando River la iba a jugar).

Sólo le falta a Torneos la Primera A….por una cuestión de pocos meses. Porque ya se rumorea que para el torneo largo siguiente, el 2016/17, los derechos de TV los tendrá…Torneos. Ya se habla de transmisiones pagas en Full HD, de un partido los domingos a las 11 de la mañana porque DirecTV (propietaria del 40% de Torneos) tiene los derechos internacionales vendidos a Europa, es decir, que los partidos empiezan a moverse de días y horas por los derechos de TV. ¿Les suena?

Nos preguntamos si el modus operandi relatado por la fiscal Loretta Lynch en Nueva York acerca de las coimas del FIFA-Gate consistía en que por más que hubiera ofertas iguales o mejores de otras empresas por los derechos de TV, siempre ganaban los mismos, y por ellas, el ex CEO de Torneos tuvo que pagar semejante fianza, ¿por qué no pensar que al ceder los derechos la AFA a Torneos ahora, no sigue con sl mismo modus operandi? ¿Qué es lo que hace pensar que no ocurre?

Evidentemente, Todo Pasa, y como era de imaginarse con esta AFA, que es la misma de siempre (y por eso compitieron en las pasadas “elecciones” el grondonismo de Segura contra el grondonismo de Tinelli), no era de extrañar que Torneos volviera.

Y aquí lo tienen, vivito y coleando.  Una pintura del fútbol argentino.


miércoles, 30 de marzo de 2016

La selección argentina avanza pero no convence (Yahoo)



Apenas una semana atrás, la selección argentina se encontraba fuera de los equipos clasificados para el Mundial 2018 en su grupo sudamericano, y gracias a sus dos victorias consecutivas del jueves (1-2 a Chile) y el martes (2-0 a Bolivia) ya está tercera, a dos puntos de los líderes Uruguay y Ecuador, cuando son cuatro las plazas fijas para Rusia y hasta hay una quinta para jugar una repesca ante un equipo de Oceanía.

Hasta aquí, la parte positiva, lo numérico o lo estadístico. Sin embargo, el fútbol no pasa sólo por allí. Hay que analizar el juego, cómo se llegó a esta circunstancia, y también los rivales.

Y lo cierto es que la selección argentina no le ganó precisamente a la mejor selección chilena posible sino a una que, para empezar, justo había cambiado su entrenador, luego del notable paso del argentino Jorge Sampaoli, con el que había ganado la Copa América por primera vez en su historia, dando paso a su compatriota Juan Antonio Pizzi.

Pero además, Chile, como local, dio la ventaja de no contar con Jorge Valdivia, Arturo Vidal y Eduardo Vargas, tres jugadores muy importantes del medio hacia adelante, y ni bien comenzó el partido, antes de los primeros quince minutos, ya se le habían lesionado Matías Fernández (reemplazante de Valdivia) y Marcelo Díaz (el de Vidal), y tuvieron que salir.

A ese equipo chileno es al que Argentina, con todas sus figuras disponibles, le ganó sin poder tener el dominio de la pelota en toda la segunda parte y sólo por su contundencia y por tener en sus filas al mejor jugador del mundo, Lionel Messi.

Otra vez, cinco días más tarde y en un campo de juego en malas condiciones como el de Córdoba (insólitamente cambió el escenario del Monumental de Buenos Aires por considerar que no se siente alentada por la gente), la selección argentina venció 2-0 a una muy pobre Bolivia, que si en general no suele tener grandes figuras, algunas pocas que tiene están enfrentadas al entrenador Julio Baldivieso (como por ejemplo, Marcelo Martins).

Aún así, el equipo argentino, dominador de campo y pelota, apenas si le pudo convertir un solo gol de jugada elaborada y el otro fue de un penal que no existió y que sirvió para que Messi, su mejor jugador como siempre, marcara su gol 50 y quedara a cuatro de Gabriel Batistuta como goleador histórico del conjunto albiceleste. Pero muy poco más.

¿Qué es lo que le pasa al equipo que dirige Gerardo Martino? Que no consigue una estructura que lo contenga. Tiene muy buenos jugadores en la mayoría de las posiciones, pero lo cierto es que no en todas.

Marcos Rojo, lateral izquierdo de destacada actuación en el Mundial de Brasil, no se encuentra en su mejor forma. En el medio, si bien Javier Mascherano tiene solidez como mediocentro, el problema aparece por los costados porque los otros dos componentes de la línea (el sistema que usa es el 4-3-3) tienden a cerrarse por sus funciones en sus equipos actuales (Lucas Biglia en la Lazio y Ever Banega en el Sevilla), mientras que se nota mucho la ausencia de Javier Pastore, más cercano a los delanteros y quien conecta mejor con Messi.

Como para Martino, Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín son centrodelanteros (también Carlos Tévez, no convocado esta vez), deben pelear por un lugar cuando antes, con Alejandro Sabella, podían jugar juntos, también ha cambiado el panorama del ataque.
Messi juega por la derecha, y si bien tiende a irse hacia el medio, se trata de que en lo posible conserve su presencia en la zona, mientras que Di María, por la izquierda, muchas veces debe bajar para cubrir el espacio del costado, que no utilizan los volantes por lo ya mencionado.

Así es que el equipo argentino, con la táctica de conservar la posesión del balón, que es una saludable idea original, se fue deshilachando, fue perdiendo forma, los nombres fueron cambiando, ya no pudo retener aquel once que se sabía casi de memoria y comenzó a practicar un fútbol irregular, que no transmite la misma confianza que antes.

Con Sabella, aún jugando al error del adversario con el contragolpe de Di María, Messi, Higuaín y Agüero, al menos estaba la garantía del gol, aunque  la pregunta era si efectivamente el balón iba a ser recuperado, la clave para luego crear y marcar.

Ahora es al revés: la tenencia del balón parece casi asegurada, pero no se encuentran las vías para llegar al gol y menos, cuando el rival se cierra, y hasta puede ocurrir, 
como en el debut del grupo clasificatorio ante Ecuador en Buenos Aires, que el rival tenga espacio para el contragolpe, delanteros rápidos, y la defensa albiceleste tenga que regresar de espaldas, pagándolo muy caro.

Por todo esto, el equipo argentino parece cada vez más dependiente de Messi, de lo que haga Di María en un arranque suyo de velocidad y remate preciso a la portería, o un regate de Agüero, o una definición oportuna de Higuaín, o una situación de coraje de algún defensor (como reiteradamente ocurrió esta semana con el lateral derecho Gabriel Mercado, reemplazante de Pablo Zabaleta), y no de lo que haga el conjunto.
Claro que los resultados muchas veces engañan y permiten descansar en cierto optimismo, que es lo que le sucede ahora a la selección argentina.

Es bastante poco usual que su entrenador, Martino, haya manifestado que el partido ante Bolivia resultaba fundamental para poder viajar tranquilos a la Copa América Extra de los Estadios Unidos, en junio, sin tener que estar pensando en el regreso de la clasificación mundialista en setiembre, cuando en la doble jornada reciban a Uruguay y luego viajen a Venezuela.

Ya otras veces, Martino elogió partidos de la selección argentina en los que el equipo tuvo, como máximo un desempeño correcto, sin lucir. En este caso, ante Bolivia, manifestó que el juego de su equipo había sido sólido y que había anulado a su rival, algo que resulta elemental, por la debilidad del mismo.

Se supone que Argentina es uno de los serios candidatos a ganar la Copa América por su historia y por los jugadores que tiene, más allá de lo que pase en el camino a Rusia, que no debería peligrar.


lunes, 28 de marzo de 2016

Reunión de memorias (Por Marcelo Wío)





ahora la plaza
y esas calles iguales y
tan distintas
que le nacen como
desahucios
o huidas

ahora, decía, la plaza
para recordarte
recordarlos
sin tumba
                   nombres
                   memorias
                   edades
paralizados en un instante
sin tiempo
ahora la plaza
a la que le arriban calles
como abrazos
y reencuentros

y vosotros

viernes, 25 de marzo de 2016

La suma de jugadores no da un equipo



Pasan los partidos, de hecho el jugado ante Chile en Santiago es el quinto de la clasificación para el Mundial 2018 y en cuatro más acabará la primera rueda sudamericana, y el seleccionado argentino sigue sin ser un equipo que tenga un determinado juego colectivo.

Si algo se puede valorar del triunfo ante la selección chilena 1-2 es el resultado, la posibilidad de colocarse en la tabla de posiciones entre los cinco primeros para aspirar a llegar con mayor tranquilidad a la segunda rueda, y bastante poco más.

De momento, Gerardo Martino, el seleccionador, no ha encontrado un funcionamiento colectivo cuando nos acercamos a los dos años de trabajo, lo que puede anteponer algunas excusas corrientes (la falta de tiempo de trabajo, los lesionados, algunos rendimientos en baja) pero no alcanzan a conformar dada la calidad de jugadores que integran el plantel y que por lo general y salvo excepciones, los rivales tienen bastante menos.

Ante Chile pudo observarse con nitidez. Un rival que no sólo afrontaba un cambio de entrenador (Juan Pizzi por Jorge Sampaoli, dos argentinos) nada menos que luego de ganar por primera vez en su historia la Copa América y de cambiar algunos ejes de funcionamiento de “La Roja”, sino que le faltaban, por suspensión, nada menos que “las tres V”: Eduardo Vargas, Jorge Valdivia y Arturo Vidal, pero como si esto fuera poco, en menos de la mitad del primer tiempo se quedó sin dos cambios porque debieron salir Matías Fernández y Marcelo Díaz.

Con todas esas bajas, en especial quedándose como local sin un creativo y teniendo que apelar a Alexis Sánchez como único punta (cuando no es un jugador para esa función), el seleccionado argentino tuvo que luchar, transpirar y padecer a su rival porque nunca encontró orden en su mediocampo (se notó demasiado la ausencia de Javier Mascherano) y porque no suele hacer pie cuando se lo presiona mucho (ya le pasó en la derrota inaugural en Buenos Aires ante Ecuador).

Nunca el seleccionado argentino pareció un equipo en Santiago. Desde Sergio Romero, que no juega en el Manchester United y que se las arregla pero no parece del todo aceitado (especialmente en los saques, porque tampoco fue demasiado exigido), pasando por una defensa que salvo Nicolás Otamendi, pegó demasiado (Gabriel Mercado logra emerger en cierta medida por su garra), con una línea media desordenada porque Matías Kranevitter suple con correr algunos problemas de ubicación y experiencia, Lucas Biglia necesita a Mascherano para alinearse y se lo vio perdido, y Ever Banega no soporta la marca y la presión y tampoco tenía referencias ofensivas.

Y adelante, en donde efectivamente le sobran jugadores a Martino, tampoco pudo sacar partido de tres cracks como Lionel Messi, Sergio Agüero y Angel Di María, muy presionados pero además, cada uino intentando la suya individual, sin combinar con los demás.

Perdido Banega, el jugador eje para tener la pelota, al caer Messi en un extremo en el que lo ahogan y pierde protagonismo, el seleccionado argentino no fue protagonista, fue dominado tácticamente, y apenas sacó partido de mejores jugadores a la hora de definir, pero no parece ser éste el camino correcto.

Pueden engañar los números y probablemente le gane a Bolivia el martes y ya quede mejor colocado, pero no es aceptable que un seleccionado como el argentino sea tan dominado, y tenga tan pocas nociones de fútbol colectivo.

En la segunda mitad, Martino hizo un cambio correcto, con Augusto Fernández por Banega, aunque sonó muy tarde, cuando ya quedaba poco tiempo.

Tampoco se entiende el concepto del entrenador de que habiendo tantos cracks arriba, considere a Higuaín, Agüero y hasta Tévez como “nueves”, generando competencia entre ellos pero luego, no sacando partido de los extremos.

El 4-3-3 del dibujo inicial es una buena idea que siempre hemos apoyado, pero ese esquema necesita de conceptos bien definidos, y en lo posible, de jugadores acordes para las posiciones y de no renunciar a jugar al fútbol.

Con un 4-3-3 y sin la pelota, o sin un interés concreto por tenerla a sabiendas de que los de arriba en algún momento van a definir, es algo parecido al “Dios proveerá” y en fútbol, esto no es muy aconsejable y se paga caro ante rivales más fuertes.

Tampoco es aceptable que Messi sea tan poco aprovechado y que no haya forma de revertir una situación táctica desfavorable. Si está demasiado estacionado en una punta, no puede ser que el mejor jugador del mundo tenga como objetivo ayudar a Mercado en sus corridas. Lo suyo es magia, creatividad, inventiva.

De una vez por todas, el entrenador debe lograr que Messi brille todo lo posible y no que “trabaje” tácticamente.


El seleccionado argentino puede ganar o no, pero por ahora, sigue sin ser un equipo.

Cruyff, revolución y carácter




Desde que lo supo, a este escriba siempre le impresionó que en Holanda hubiera desde hace años una revista (muy buena, por cierto) llamada “Johan”. Como si en la Argentina pudiera haber otras llamadas “Diego” o “Leo”. Un homenaje que desde siempre, y pese a haber vivido muchos años en Barcelona, le hizo su país por todo lo que le dio desde lo futbolístico.

Para los argentinos, Johan Cuyff comienza a ser conocido un poco con el Ajax, mucho más cuando le ganó la final de la Copa de Europa al Panathinaikos de Grecia en 1971 que antes, cuando ya había perdido una definición contra el Milan, en 1969.

Y terminamos de saber de él, claro, cuando comenzaron a llegar noticias de la “Naranja Mecánica” de Rinus Michels y destrozó a la selección argentina 4-0 en el Mundial 1974 tras aquella frase que puede verse en la película “Fútbol Argentino” de Víctor Dinenzon, en la que Carlos Squeo le advierte a Enrique Macaya Márquez tras un amistoso pocos meses antes en Amsterdam (4-1) ante el mismo equipo, que “si algo puedo decir es que no nos meten cuatro nunca más”…

Cruyff ya era un jugador endemoniado desde mucho antes,  y aquel Ajax que integraba lo padeció Independiente en una Copa Intercontinental, la de 1972. Fue el jugador emblema de Holanda, y el que encabezó aquella revolución del “Fútbol Total” que llegó a enfrentarse a nuestro “fútbol, total….” De aquellos tiempos tan desorganizados.

“El Flaco” parecía que no podría desplegar toda esa gama de recursos con ese físico, y sin embargo…pudo y de sobra. Hijo de familia obrera, que tenía una fritería cerca del mítico estadio De Meer, sufrió la pérdida de su padre Hermanus cuando sólo contaba con doce años de edad y seguramente eso tanto a él como a su hermano Henny, que pateaban la pelota todo el día por la calle, les forjó el carácter.

Tal vez desde esos tiempos, cuando se hizo incondicional del cuidador del césped de De Meer y conocía como pocos las instalaciones del Ajax hasta que entre Michels y Stefan Kovacs entendieron que tenían entre manos una joya que había que pulir y por eso lo dejaron pasear por todas las divisiones inferiores  se impregnara de la filosofía “ajacid”, Cruyff entendió que las cosas había que decirlas sin pelos en la lengua y defendió por siempre el mejor fútbol, el más vistoso, el ofensivo.

Cruyff tiene dos libros extraordinarios como “Mis jugadores y yo” y “Me gusta el fútbol” y en ellos manifiesta toda su filosofía del fútbol, desde que la verdadera velocidad para moverse en un campo de juego es el trote porque es “un deporte de vagos” (lo que, creemos, hacían Pelé, o Juan Román Riquelme), aunque Ricardo Bochini, con su lengua filosa natural, llegó a decir de él antes de la Copa Intercontinental que “corre mucho, pero juega bien”.

Cruyff debutó con la camiseta número 8 ante el Groningen el 15 de noviembre de 1964, pero su número mítico fue el 14, usado desde otro día mítico, el 30 de octubre de 1970 (justo el día en que Maradona cumplía 10 años).

No pudo ganar el Mundial 1974 por esas cosas de la vida, por una mala final en la que el equipo holandés se sintió demasiado seguro de sus condiciones y acaso sobró un poco a su peligroso rival, la selección de Alemania Federal (que además era local), en tiempos en los que justamente el Ajax y el Bayern Munich peleaban por el reino europeo.

En ese Mundial, aunque ganaron los alemanes con los Maier, Breitner, Beckenbauer, Overath y Müller, todos recuerdan la brillante actuación de Holanda, que venció sin problemas a Uruguay (Ladislao Mazurkiewicz fue el héroe que evitó una goleada estrepitosa y sólo finalizó 2-0), Brasil y Argentina (con una paliza memorable, bajo la lluvia) pero dejó en especial aquella imagen de máquina casi perfecta de jugar, con todocampistas de talento.

En la final, ocurrió otro de los hechos mágicos cuando llegó el gol naranja al minuto, por Johan Neeskens, de penal, tras una jugada colectiva en la que ningún jugador alemán tocó nunca la pelota desde el saque de inicio del partido, y fue Cruyff (¿quién si no?) el que se internó en el área germana para que Berti Vogts le hiciera falta.
Ya para ese entonces, y desde 1973, Cryff jugaba en el Barcelona y desde el primer día, impuso su fuerte carácter: si fue al club catalán y no al Real Madrid fue cuando se enteró de que el Ajax negociaba con los blancos el traspaso a sus espaldas. Eso lo rebeló y lo hizo ir al bando contrario (una historia casi opuesta a la de su admiradísimo Alfredo Di Stéfano).

Ya en la primera temporada fue campeón de Liga, algo que el Barcelona no conseguía desde hacía 14 años, con un recordado gol a Miguel Reina o el notable 0-5 a los blancos en un Santiago Bernabeu que se paró para aplaudirlo.

Ya por ese entonces, imponía su frase de que “A Cruyff se lo trata de usted” y muchos creen que su estado físico y algunas de sus actitudes cambiaron tras la derrota en aquella final del Mundial de 1974. Comenzó a fumar en los entretiempos y ya aceptaba distinto los masajes.

Ya para el Mundial de Argentina 1978 y sin algunos de los jugadores más brillantes, Cruyff no participó y aunque muchos lo atribuyen a la dictadura, en verdad la decisión no fue por ninguna cuestión política sino personal y familiar.

Cruyff había comenzado una transformación en el Barcelona que seguiría una década más tarde, cuando en 1988 regresaría como entrenador tras irse en 1978 al fútbol estadounidense (Los Angeles Aztecs) y luego regresar primero al Levante (diez partidos) y a terminar su carrera en el Ajax primero y luego, por desacuerdos con sus dirigentes, en el Feyenoord.

Si algo le faltaba a la brillante carrera de Cruyff era transformar la mentalidad del Barcelona mucho más que como club, como filosofía de juego y de vida.

Conocedor de la mentalidad catalana desde los tiempos de jugador,  y con su fuertísimo y seguro carácter, Cruyff llegó para terminar con el victimismo, con el pensamiento siempre orientado a lo que sucediera en Madrid, con un fútbol que giraba en torno de los blancos, para pasar a ser el centro de la acción y que todo mirara hacia Cataluña.

Devolvió golpe por golpe, opinión por opinión, mucho más fútbol-juego que sus rivales, atacó con casi todos sus jugadores dejando atrás, como líbero, a su compatriota Ronald Koeman, respaldó a un joven Pep Guardiola como medio centro,  y no sólo llegaron cuatro ligas (algunas, beneficiado por la suerte, que siempre hace falta, como aquella del penal fallado por Djukic en el Deportivo-Valencia, y que él desde su banco de suplentes, le advirtió que ocurriría a sus ayudantes) sino que el Barcelona ganó su primera Champions en la final de Wembley en 1992 en la que dijo a sus jugadores el simple “salid y disfrutad”.

También, es cierto, ese equipo perdió una segunda final y de manera contundente ante el Milan en Atenas 4-0, porque más de una vez, Cruyff se pasó de seguro (como en la final del Mundial 1974).

Por más que en 1991 dejó el tabaco tras promocionar una campaña organizada por el Ayuntamiento de Barcelona, ya habían comenzado sus problemas físicos, si bien él los minimizaba: “Tengo unos enemigos adentro de mi cuerpo pero ya me están inyectando amigos para sacarlos”.

Cruyff siguió viviendo en Barcelona, aunque atento a lo que ocurría en el fútbol del mundo. Creó una fundación que ayudó a mucha gente, ocupó siempre su palco en el Camp Nou en el que fue venerado por sus hinchas, y dijo siempre lo que tenía que decir, sin tapujos, como cuando se quejó amargamente a finales de los noventa por la contratación de su compatriota Louis Van Gaal como director técnico en tiempos de Josep LLuis Núñez, de quien fue vehemente opositor.

Apoyó a su amigo Joan Laporta desde que éste constituyó el “Elefante Azul” con el que llegó a la titularidad del club y comenzó un nuevo ciclo brillante con Frank Rikjaard primero pero especialmente con Josep Guardiola más tarde, un emblema de Cruyff, que fue nombrado presidente honorario, cargo al que renunció cuando Sandro Rosell, enfrentado con Laporta, llegó al poder azulgrana.

Cruyff era partidario del fútbol que él jugaba cuando niño y su padre llegó a ver: el callejero. No entendía el fútbol sin pelota que muchos quieren implementar hoy, ni mucho menos cederla a los rivales.

Cruyff fue fútbol puro, del mejor, y forma parte de la galería definitiva de los elegidos, unos pocos, que se cuentan con los dedos de una mano: Alfredo Di Stéfano, Pelé, Maradona y ahora Messi.

Se lo va a extrañar, pero deja un enorme legado.




miércoles, 23 de marzo de 2016

En la Champions, el azar y el fútbol no fueron de la mano (Yahoo)




Finalmente, y tras el parón que supondrán las dos fechas FIFA de selecciones nacionales, volverán los cuartos de final de la Champìons League con algunos partidos de alto impacto y otros, gracias a la fuerza del azar, que no se condicen con la realidad del fútbol que se vive en Europa en esta temporada.

Los dos partidos que concitarán mayor interés, por la paridad existente entre los rivales, son los que enfrentarán al Manchester City con el París Saint Germain (PSG) y al Barcelona con el Atlético Madrid.

En cambio, los otros dos partidos, si bien hay que jugarlos, a todas luces favorecen a priori al Bayern Munich ante el Benfica y al Real Madrid ante el Wolfsburgo. De hecho, en los momentos previos al sorteo, que tuvo a Gianluca Zambrotta  a cargo de sacar las bolillas, es decir, un ex jugador del Barcelona, todos querían como rivales al Benfica y al Wolfsburgo, por considerarlos rivales de menos fuste que el resto de los seis equipos clasificados.

Los afortunados fueron, precisamente, dos equipos que llegaron a cuartos de final con muchas dudas en sus producciones.  Real Madrid, que tendrá la posibilidad de definir la serie contra el Wolfsburgo como local en el Santiago Bernabeu, llega a esta instancia con la única competencia en la que tiene chances de vencer, al quedar fuera de la Copa del Rey y prácticamente lo mismo con la Liga Española, en la que se encuentra a diez puntos del líder, el Barcelona, cuando restan jugarse veinticuatro, y tiene un average en contra demasiado grande en caso de empate en puntos.

Real Madrid pasó bien ante la Roma si es por los números, pero no tanto en cuanto al juego. Ganó más fácil en la ida en Roma 0-2 y esta ventaja le dio una gran comodidad en el Bernabeu en el regreso y aún así, no lo pasó nada bien con italianos, que desperdiciaron varias posibilidades de gol.

El Real Madrid pasa de muy buenos partidos a otros muy malos con Zinedine Zidane como entrenador, y luego de dejar una mala imagen en su visita al Las Palmas, goleó de manera inapelable a un Sevilla que parecía un equipo de principiantes, pero nunca hay garantías de continuidad en el juego y hoy los blancos se basan mucho en el tridente ofensivo desde la vuelta de Karim Benzema, y en su gran arquero costarricense Keylor Navas, una muy grata sorpresa a partir de que en el inicio de temporada, el presidente Florentino Pérez quería contratar a David De Gea, del Manchester United.

Zidane también parece haber corregido a tiempo la situación del medio del campo con la incorporación de Casemiro entre los titulares, liberando a Toni Kroos a un juego más ofensivo, que es lo que realmente siente el alemán, y con esto, el equipo blanco viene sufriendo bastante menos.

Aún así, en una temporada que no estuvo a la altura de su historia y con un rápido cambio de entrenador (Zidane por Rafa Benítez), pocos lo daban como candidato en la Champions (pese a que la prensa madrileña fogonea con que los blancos, siempre que ganaron el título europeo, nunca obtuvieron la liga).

Pero el sorteo se encargó de encarrilarle las cosas, eludiendo a los cinco rivales más complicados, y definiendo la serie en Madrid. Y un equipo como este en semifinales, por historia y plantilla, ya cambia la ecuación. El Wolfsburgo, presidido por un español (Francisco Javier García Sanz, íntimo amigo de Florebtino Pérez) es una incógnita pero cuenta con jugadores capaces de complicar a los blancos, pero Real Madrid es, sin dudas, el favorito.

El Bayern Munich estuvo a segundos de quedar eliminado ante la Juventus en una serie extraña en la que parecía que pasaba fácilmente a cuartos luego de sacar un empate 2-2 en la ida en Turín ante la Juventus (que le remontó porquie los alemanes ganaban 0-2) pero se complicó y el partido se presentó totalmente al revés. Los de Guardiola estuvieron cerca del 0-3 pero resistieron, fueron masivamente al ataque, empataron en el final y completaron la hazaña de revertir el resultado ante los italianos marcándoles cuatro goles, dos de ellos en la primera parte de la prórroga.

El Bayern venía atravesando una etapa de depresión desde el instante en el que se enteró que Guardiola se iría al final de la temporada, perdió peso hasta en la Bundesliga, en la que permitió que el Borusia Dortmund se acercara peligrosamente, y casi queda eliminado en la Champions, pero esta clase de partidos y de equipos son los que una vez que sortean estas situaciones límite, pueden llegar muy lejos porque se suelen potenciar.

Por más que debe jugar primero en Alemania y luego en Portugal, el Bayern ahora asoma como claro favorito ante el Benfica.

Una gran serie será la que jugarán Barcelona y Atlético Madrid. Los de Simeone son siempre muy molestos y si bien desde que Luis Enrique dirige al Barcelona le ha ganado los seis partidos, todos fueron muy duros y sin tregua.

En este caso, la realidad es que el Atlético no está en su mejor momento del año, lo que puede certificarse no sólo con la derrota ante Sporting de Gijón del fin de semana, sino lo que les costó pasar al PSV incluso en el Vicente Calderón.

Al Atlético le está costando marcar goles y ahora se suma que no parece tener a ninguno de sus tres defensas centrales más fuertes para los partidos ante el Barcelona, todos lesionados (tal vez Diego Godín llegue con lo justo y Savic es un misterio) y eso es mucha ventaja ante una delantera como el Tridente sudamericano de los azulgranas, que además llegan en una impresionante racha de partidos invictos.

Finalmente, PSG y Manchester City aparece como una serie de notable paridad, con una mínima ventaja para los ingleses, por definir en el Etihad. PSG cuenta con la posibilidad de dedicarse a full a la Champions al haber ganado ya la Liga Francesa pero los de Manuel Pellegrini tienen cada vez más complicada la llegada a la Champions siguiente desde la Premier League y es muy importante avanzar en Europa.

El Manchester City también se ha desinflado desde que el plantel supo de la llegada de Guardiola para la temporada 2016/17 y que tampoco Pellegrini seguirá, y muchos jugadores desconocen su futuro y esa incertidumbre (que también podría llamarse “pesadumbre”), se está notando en el campo de juego.


domingo, 13 de marzo de 2016

Nunca hubo Liga (Yahoo)




Desde hace varias semanas, Atlético Madrid y Real Madrid se disputan el segundo lugar, mientras que este pasado fin de semana, Sevilla y Villarreal animaron la jornada con un buen enfrentamiento por un lugar en los cupos europeos.

Sin embargo, lo que se relaciona con la lucha por ganar la Liga Española, lo que siempre fue el punto más importante de todos, esta vez no tuvo mucha indefinición casi desde el principio.

Puede decirse que en el Clásico de la ida, en el Santiago Bernabeu, y cuando el Barcelona goleó al Real Madrid 0-4 dándose el lujo de que Lionel Messi entrara al final y con todo definido, comenzó a terminarse la temporada.

Demasiado pronto y no sólo por el lapidario resultado o por el juego azulgrana desplegado, tan superior a los blancos (y no sólo este año), sino porque además, provocó un desastre en el club de la capital española, que comenzó a tener que pensar en un recambio para su recientemente contratado entrenador, Rafa Benítez.

El golpe de saber que a poco de comenzar su trabajo, el Real Madrid ya no creía en un entrenador de aquilatada experiencia (y madrileño) como Benítez fue un golpe muy duro. Porque demasiado temprano obligó a Zinedine Zidane a hacerse cargo de la Primera División cuando el proyecto era que el francés llegara sin tanta urgencia, y lo estaba preparando para un largo recambio, al punto de tener contrato hasta 2018 y aún cuando no se sabe (él mismo lo manifiesta en cada conferencia de prensa) si continuará en el puesto, ya se le está ofreciendo alguno con poder de decisión pero la idea es que permanezca en el club.

Si el Real Madrid se había quedado fuera de la Liga y se marginó solo de la Copa del Rey por la mala inclusión de Cheryshev, el Atlético sí que hizo todo el esfuerzo para pelear lo más arriba posible y de hecho, su campaña es de campeón en cualquier otra competencia futbolística de ligas europeas.

Incluso, muchos recordarán el gran partido que los albirrojos le plantearon al propio Barcelona en el Camp Nou aún cuando se fue expulsado primero Fillipe Luis y ya quedó demasiado tiempo con inferioridad numérica. Pero tampoco puede contra los catalanes.

Es que más allá de ir batiendo todos los récords (“un momento dulce”, lo define su entrenador Luis Enrique, de incidencia relativa en el juego azulgrana, basado en la excelsa técnica de muchos de sus jugadores, y un momento de extrema confianza en sus fuerzas), el Barcelona es, hoy, el mejor equipo del mundo, aparezcan o no los resultados numéricos que lo corroboren al final de temporada.

Es tanta la diferencia que el Barcelona establece con el resto de los equipos de la Liga (y hasta podría decirse que de todo el mundo) que ésta, con tantos buenos jugadores, tantos fichajes, tanto interés internacional, hasta puede llegar a parecer aburrida y si es por los puntos, mucho más aún:  a nueve jornadas del final, el Barcelona lleva 8 puntos al segundo (Atlético) y 12 al tercero (Real Madrid) y además, les lleva diferencia de gol a los dos en los enfrentamientos entre sí, por lo que en realidad les lleva 9 y 13 puntos.

Es decir que el segundo, Atlético de Madrid, debe descontarle un punto por jornada hasta el final, y Real Madrid necesita que el Barcelona pierda 14 puntos de los 27 en juego (es decir, más de la mitad) para aspirar a ser campeón, y cuando aún le queda ir a jugar al Camp Nou. No parece nada fácil.

Entonces, con estas enormes distancia en juego y en puntos, cuando no hay Liga desde hace tanto, aparecen cuestiones secundarias como principales. En el Barcelona, muchos se centran en cosas como si Gerad Piqué debe o no usar la red social Periscope, o si Neymar (que regresa y marca dos goles) debe o no irse a ver a su hermana al Brasil en la semana, para lo cual se habría hecho amonestar para llegar a la quinta tarjeta amarilla y reglamentariamente,  pagar con una jornada de suspensión.

También la falta de Liga genera que en el Real Madrid se plantee que ahora el galés Gareth Bale ha comulgado con la plantilla blanca, se le ofrecerá renovar el contrato y la tribuna del Bernabeu lo quiere tras una buena temporada, afectada por lesiones en el sóleo.

Las especulaciones también pasan por la próxima temporada, si va a continuar Zidane, si el Real Madrid por fin se va a enfocar en un mediocentro sin que importe si vende o no camisetas, y la lista de los jugadores que se irían supera, por ahora, a los que quedan (James Rodríguez, Toni Kroos, Arbeloa y hasta Cristiano Ronaldo entra en las variables, desde que fue silbado por un sector del estadio hace algunos partidos).

Ni siquiera el presidente Florentino Pérez se salva con los rumores sobre su renuncia al estilo de aquella crisis de principios de siglo en la Casa Blanca. Y todos prefieren apuntar a lo que queda, que no es poco, la Champions League, aunque auto convenciéndose de que más de una vez se la ganó cuando el equipo no tuvo una buena temporada en Liga. No parece ser lo mismo que en aquellos años.

Y por si faltara poco, el Atlético también vive de rumores: que su entrenador Diego Simeone ya no miraría tan mal una gran oferta de algún club de la Premier League, que Fernando Torres ya no tiene para mucho más o que con el dinero que el club recibirá por mudarse al estadio de la Peineta, sumado al que le queda en caja por avanzar en la Champions, llegó la hora de un súper equipo.

¿Será verdad? Lo seguro es que cuando no hay liga, los rumores le suelen ganar a un fútbol cuyo resultado se puede acertar. Y esta temporada,  en España, no hay liga desde hace rato.



viernes, 11 de marzo de 2016

La estampa del Mariscal




Dicen que ayer falleció, a los 73 años, Roberto Alfredo Perfumo. Imposible. Los cracks como Perfumo, acaso el mejor defensor de la riquísima historia del fútbol argentino, no mueren. Quedan en el enorme recuerdo de la gente.

Más aún, en quienes tuvimos la suerte, aunque parcial, de haberlo visto jugar en directo, en una cancha, o de haber sido contemporáneos de un jugador tan notable.
En nuestro caso, nos tocó ver al Perfumo de mediana edad en adelante, por una cuestión generacional. Eso, de todos modos, no impidió conocer sus hazañas y su despliegue en sus primeros tiempos (también gloriosos) del Racing de “José” (por Pizzutti), campeón argentino en 1966, de la Copa Libertadores 1967 y primer campeón intercontinental argentino en ese mismo 1967 en Montevideo.

En aquel equipo de Racing era natural que casi todos se volcaran al ataque. Perfumo, cuevero (como se decía en aquel tiempo al que se quedaba como último hombre atrás, en la “cueva”), se las arreglaba para ir a los cruces, rechazar y hasta si era necesario, salir jugando con elegancia.

Esa suma de defensor recio, elegante, fuerte, técnico, que iba bien de alto y aún era mejor de abajo, sumado a esa cara de eterno niño, le daba todos los condimentos para erigirse pronto en ídolo y llegar a la selección argentina.

Por todo eso, los años 1966-67 fueron gloriosos para Perfumo, ya convertido en “Mariscal”. Se destacó en el Mundial de Inglaterra, en un equipo albiceleste armado para la guerra, para estar alerta a cualquier detalle, pero que contaba con jugadores notables en todas las posiciones (Silvio Marzolini fue destacado como mejor lateral izquierdo del torneo, Ermindo Onega, Oscar Más, Luis Artime, Rafael Albrecht).

También le tocó vivir una dura etapa con la selección, en tiempos de crisis institucional e intervenciones permanentes de la AFA, como aquel durísimo golpe (en la opinión de este columnista, uno de los tres o cuatro más duros de la historia) como la eliminación del Mundial de México 1970.

Pero Perfumo jamás comió vidrio. Y eso también lo ayudó porque a todos sus atributos de futbolista les sumó su visión de la realidad como cuando al regresar de Inglaterra 1966, con el cinismo de buena parte del mundo del fútbol argentino, llegó a decir con simpleza y un toque de ironía “Nos fuimos al Mundial con un gobierno civil y volvimos ensalzados por los militares”.

Perfumo aprendió de esa realidad. La supo leer y comprender como pocos, y por eso lentamente fue yendo del campo de juego hacia la calle. El asesinato de Daniel Souto en 1967 por la violencia del fútbol incipiente, que se llevó a un familiar suyo, le fue agregando elementos para su toma de consciencia de lo que estaba viviendo y del fenómeno y el negocio que ya era el fútbol a mediados de los sesenta.

Fue protagonista y crítico al mismo tiempo de las injustificables batallas contra el Estudiantes de Bilardo y Zubeldía por aquellas Copas Libertadores como la de 1968, en las que todo valía (y cuando decimos “todo”, decimos todo). También tuvo que sumar picardía al tener que marcar a goleadores como Artime, Rojas, Bianchi y tantos otros.

Pero nunca nadie osó discutir su clase. En tiempos en los que emigrar no era fácil, los intermediarios no tenían el peso de hoy, y la mayoría de los pases era de club a club, Perfumo fue contratado por el Cruzeiro para compartir equipo con Wilson Piazza o el genial Tostao, Nelinho, Palinha y tantos otros cracks, pero también otros enormes enfrente desde Pelé a Rivelino, pasando por Gerson o Leivinha.

En esos niveles se movía Perfumo, siempre con esa estampa argentina del aquellos defensores que lo sabían todo, que resolvían todo y que cuando había que jugar, jugaban también.

El Mundial de Alemania 1974, en el que fue capitán de la selección argentina, marcó el final de una etapa. Se encontró con un equipo que exteriorizaba la enorme crisis institucional argentina, desde el Gobierno hasta el fútbol, con tres directores técnicos que gritaban a los jugadores indicaciones contradictorias.

Un gran equipo en cuanto a nombres, pero muy poco en lo colectivo. Pasó la primera rueda por los pelos y con una incentivación reconocida a los polacos (poniendo dinero de su bolsillo para una vaquita con el objetivo de que le hicieran fuerza a los italianos en la última fecha de la fase de grupos) hasta que llegó la segunda fase, y aquella durísima derrota con Holanda (4-0) que la sintetizó como nadie cuando bromeaba con Quique Wolff: “Ese partido fue como aquel bolero de Armando Manzanero. La otra tarde vi llover, vi gente correr, y no estabas tú”.

Ya veterano, nos tocó verlo mucho más en River Plate cuando Angel Labruna armó aquel equipo de grandes estrellas para ganar, por fin, un título luego de 18 años en 1975. Primero jugaba al lado de Oscar Artico, un grandote que provenía del gran Talleres de Córdoba de esos tiempos, pero acabó haciendo una notable dupla con otro pichón de crack de entonces, un tal Daniel Alberto Passarella.

Somos de la idea (acaso compartida por muchos) de que el Kaiser fue mucho de lo que fue por ese azar que tanto juega en nuestras vidas. El contar siendo muy joven con semejante compañía a su lado en la zaga central, terminó por hacerle aprender todos los condimentos para convertirse en crack.

Perfumo y River llegaron a la final de la Copa Libertadores 1976 eliminando primero en  tres batallas tremendas al Independiente tetracampeón consecutivo del torneo y la suerte hizo que le tocara nada menos que su ex equipo, el Cruzeiro, en la final, en la que su picardía hizo que en la vuelta, en el Monumental, lograra que expulsaran a Jairzinho, la gran figura rival, a sabiendas de que una lesión, de cualquier modo lo iba a privar del tercer partido, decisivo, en Santiago de Chile. Él también salió, pero sabiendo que de todos modos quedaba excluido por la dolencia.

Picardías al margen, Perfumo paseaba su elegancia y su presencia por los estadios argentinos. Nos tocó verlo ya muy en el final de su carrera, allá por 1978, en un partido ante Gimnasia en el Monumental, en el que River salió con todo a buscar el gol y él con sus 35 años quedaba solo atrás, apenas con Ubaldo Fillol en el arco, aguantando a los tres delanteros rivales preparados para el contragolpe.

Perfumo, con sus brazos atrás, paraba el balón con el pecho, lo bajaba y salía jugando entre los rivales para asistir al “cinco” o a los marcadores de punta (cuando aún no había aparecido la sanata de los laterales volantes que ni defienden ni atacan).
Fue psicólogo social de la escuela de Enrique Pichón Rivière, tuvo negocios, fue comentarista y hasta secretario de deportes del gobierno de Néstor Kirchner.
Pero ante todo, Perfumo fue un crack, un jugador excepcional, elegante, técnico, fuerte, sólido.

Era tal su aureola, que también ya veterano, le tocó enfrentar a un joven Diego Maradona en un Argentinos Juniors-River. El “Pelusa” iba apilando gente, cuando a Perfumo no le quedó otra que ponerle el pie a la altura del pecho para frenar al genio. Ambos rodaron por el suelo, aunque uno lesionado y el otro, por efectos de la jugada.

Tras ser atendido por los médicos y antes del tiro libre para los “Bichos Colorados”, Maradona, ya recuperado, se acercó a Perfumo y le dijo al oído “Mariscal, ¿su pie está bien, verdad?” “Sí, pibe, quedáte tranquilo”.  “Ah, menos mal”, dijo Diego.

Esa misma reverencia, ese respeto eterno es el que se lleva el Mariscal. Un crack que lo tuvo todo. Una gloria del fútbol argentino que se fue ayer. Bah, es una forma de decir. Nunca se puede ir.


martes, 8 de marzo de 2016

La gran idea de Cardenio (Un cuento de Marcelo Wio)



Las grandes ideas, proponía Platón, suelen surgir de momentos mínimos, de indicios exiguos que desatascan una vía de razonamiento que, tienendo todos los elementos necesarios, por un entrar en una resonancia monomaníaca, no podía progresar en ver lo que ante los ojos ya se le insinuaba.

De donde nacen las grandes ideas, advertía el filósofo, también suelen nacer otras que, fingiéndose tales, conducen por caminos muy distintos de aquéllas. Suelen darse en sujetos que no disponen de los ingredientes de la razón necesarios para desempeñarse correctamente en el área que ejercen.

Este último, era el caso de Cardenio Pliego Mancebo. Cardenio había deambulado por la vida como director técnico de fútbol. Había dirigido en la mayor parte de los pequeños equipos de la estepa patagónica, disimulando su ineficencia a base de kilómetros, areniscas y falta de comunicación entre las varias ligas que entonces había por allí. Llegaba portando un currículum mentido que hablaba de experiencias europeas y porteñas.

Así anduvo años, de un lado a otro, durando en un equipo lo que tardaban en desengañar a directivos y público los resultados, y a los jugadores sus métodos – o, más bien, la falta de éstos -. Viajaba en un DeSoto S8 de color marrón, bastante castigado.

Fue en esos interminables viajes entre la última decepción y la siguiente oportunidad, que, surcando esas inmensidad de nadas, se le ocurrió el método. Su método. Una ganzúa para entrarle a la posteridad del fútbol por donde menos se lo imaginara.

El fútbol, comenzaron a andar y aparearse sus razones o lo que fuera que habitaba en el intelecto de Cardenio. Se refería, pues, que esos elementos del raciocinio, fueron coagulando una idea: el fútbol era una cuestión de espacios, de saber usufructuarlos, de manejarlos, de administrarlos. 

El fútbol era como el Go, se dijo en un arranque de lo que tomó por genialidad, mientras orinaba al costado de la ruta, protegido del viento por el De Soto, y dibujaba, con el chorro tembleque, una “c” sobre la arenisca. El fútbol era territorio: posesíón y defensa del terreno, de zonas, regiones. Pero, conjeturó, si uno entrena en estas canchas mínimas en las que se dirime el partido, jamás podrá llegar, ya no sólo a aprehender la noción territorial del juego, sino que no podrá adqurir las condiciones físicas y técnicas que se requieren para jugar al fútbol como hay que jugarlo.

En su camino – hubo de adentrase hacia la región pampeana, pues no quedaban muchos clubes que hubiesen prescindido de sus servicios - se cruzó un pueblo al que le habían puesto el nombre del equipo de fútbol que fundaron sus primeros pobladores – de hecho, dicen sus vecinos, que el pueblo vino después, que unos viajantes se cruzaron con otros en la ruta y se desafiaron (o ya venían desafiándose de hace años) y jugaron allí un partido y vaya a saber cómo, o por qué (la versión más extendida dice que luego del partido descubieron acuerdos y fraternidades y esas cosas que seguramente llegaron por mediación de algún brebaje, y que para festjar) fundaron el Atlético Coincidencia. A medio kilómetro del pueblo un cartel que desafiaba el ridículo, anunciaba: Coincidencia.

Hacía años que el equipo no tenía entrenador. Así que a todos les pareció razonable lo que pedía Cerdenio (incluso, visto el currículum que traía, lo juzgaron un pingüe acuerdo) – que se había acostumbrado a requerir un cuarto y dos comidas al día -. Sólo tenía una exigencia (nueva) que no admitía discusión: precisaba utilizar una gran porción de algún campo razonablemente plano. Quería trazar un terreno de juego unas dos veces mayor que el reglamentario para entrenar física, técnica y tácticamente a los jugadores, en el uso, utilización y ocupación del espacio, del terreno y el balón.

Al tiempo comprendió que para que los jugadores tuvieran una visión más acabada de su idea, había que ampliar, nunca mejor dicho, los horizontes. Trazaron las líneas de cal que delimitaron un campo de juego unas cinco veces mayor que el reglamentario. 

Los jugadores deabulaban en soledades incomprendidas. El balón, un elemento inútil, impotente. Quien cree haber tenido una idea brillante – y cuando esta es la última carta que le antepone al destino -, es difícil, o imposible, caerse del lecho que ésta ofrece. 

Así, a todo contratiempo, Cardenio sólo veía como solución una huída hacia adelante: aumentar los límites, aumentar la idea. Cada vez fue trazando líneas que contenían un territorio mayor. Hasta el momento en que fue incapaz de regresar al pueblo – norte y sur eran conceptos ridículos en esas inmensidad monótona. 

Hacía días que no veía a ninguno de los jugadores (no lo sabía, Cardenio, pero hacía días que ninguno de los jugadores tampoco veían a ningún otro miembro del equipo: absurdos, ora caminaban, ora se sentaban sobre el pasto rudo, dormitaban, ensayaban algún trote, desesperados, ya no por regresar al pueblo, sino por controlar terreno).


Tuvo Cardenio la tentación de pensar que había fracasado antes de quedar dormido. 

Pero no cayó en ella. Antes bien, alcanzó a vislumbrar (más sueño que reflexión), que en realidad no había encontrado un método, meramente, sino el juego absoluto, que se juega toda la vida con uno mismo.