lunes, 30 de marzo de 2015

El Valencia busca retornar al primer nivel (Yahoo)



Ya parecen lejanos los títulos de Liga Española de las temporadas 2001/02 y 2003/04, y las dos finales de Champions League consecutivas (2000 y 2001) perdidas contra Real Madrid y Bayern Munich.

Sin embargo, los simpatizantes del Valencia FC recuerdan los datos de las dos ligas ganadas y ya hacen números con la calculadora: en aquellas dos ocasiones, a la misma altura de la Liga (jornada 28), el equipo, que luego fue campeón, reunía 50 puntos en 2002 y 57 puntos en 2004, en ambos casos, menos que ahora, que ocupa el tercer lugar (60).

El Valencia se encuentra, a diez jornadas del final, a ocho puntos del líder, Barcelona, a cuatro del segundo, Real Madrid, pero también es cierto que como tercero, le lleva un punto al Atlético Madrid y 5 al quinto de la tabla, Sevilla.

La gran diferencia con respecto a aquellas dos ligas ganadas pasa por sus grandes rivales de la parte superior de la tabla. En aquellos tiempos de principios del siglo XXI, es cierto que Barcelona y Real Madrid también eran muy poderosos, pero la Liga Española era muy fuerte y mucho más competitiva, con varios equipos en condiciones de ganarle varios partidos a los mejores.

Muchos seguidores del Valencia parecen haber olvidado rápidamente los muy malos años vividos recientemente por el club “Che”, que estuvo navegando al borde de la quiebra con deudas que no podía afrontar, y lejos de aquellos años de éxitos, teniendo que desprenderse de muchos cracks (David Villa, David Silva, Roberto Soldado y tantos más), para calcular si aún es posible ser campeón.

Claro, para eso, en las diez jornadas que quedan, el Valencia aún debe visitar la Catedral de San Mamés, el Camp Nou y el Santiago Bernabeu, nada menos. Por esta misma razón, todo indica que un cálculo medianamente optimista coloca al equipo peleando directamente con el Atlético Madrid por el tercer lugar para ingresar directamente en la fase de grupos de la Champions League 2015/16, algo que hoy, con mucho esfuerzo y basado en una gran campaña de local, está consiguiendo aunque en el próximo fin de semana espera nada menos que otro de los buenos equipos, el vecino Villarreal.

Este Valencia que viene entonado por un muy buen resultado, con el 0-4 ante el Elche en la jornada pasada, recién ahora, en el último semestre, fue encontrando su punto justo, luego de muchos cambios institucionales.

Desde lo futbolístico, hace poco más de un año era despedido el director deportivo Braulio Vázquez y el entrenador Miroslav Djukic y eran reemplazados por Rufete y el argentino Juan Antonio Pizzi, respectivamente. Tampoco funcionó, Rufete pasó a ser manager general deportivo, Roberto Ayala, un emblema de los primeros años del siglo XXI como jugador, como director deportivo, y de la mano del agente portugués Jorge Mendes , el caso desconocido entrenador luso, Nuno Espírito Santo.

Muy pronto, Nuno demostró muy buenas condiciones de entrenador, aunque nadie duda de que el origen pasó mucho más por la muy buena relación que existe entre Mendes, que tiene un amplio dominio de la Liga en cuanto a la cantidad de jugadores que representa y la llegada a las comisiones directivas de los clubes más importantes, y el nuevo dueño de la sociedad, Peter Lim Eng Hock, un multimillonario de Singapur, que en 2010 fue calificado como el octavo más rico de su país, con una fortuna equivalente a los 2500 millones de dólares.

Lim, que así abrió una nueva etapa en el Valencia, en la que se terminó de hablar de deudas con la estatizada Bankia, ya había intentado adquirir el Liverpool aunque su oferta fue rechazada, y también tiene en Asia una red de bares vinculada al Manchester United y hasta el “Hotel Football” junto a los ex jugadores de los “Red Devils” Gary Neville y Ryan Giggs en las inmediaciones de Old Trafford.

Lim tiene el 70,4 por ciento de las acciones del Valencia y colocó como presidenta de la sociedad a su mano derecha, la señora Lay Hoon, quien junto a otro alto directivo, el ex presidente Amadeo Salvo, ya comenzaron a estudiar el marketing ligado al Manchester United al tiempo que analizan los cambios que se propone la Liga de Fútbol Profesional (LFP) en cuanto a los derechos de televisión negociados en conjunto para todos los clubes desde la temporada 2015/16, que llevaría desde los 800 a los 1000 millones de euros desde la próxima temporada.

Esto significaría un salto importante de divisas para el Valencia, que pasaría a cobrar 60 millones desde los 48 que cobra ahora. Una situación muy parecida, en lo deportivo y en lo económico, a uno de sus grandes rivales de la actualidad en la Liga, el Atlético Madrid, en constante crecimiento.

En lo deportivo, esta nueva situación sin problemas económicos también terminó con la etapa de pérdida de jugadores, como Canales, Banega, Pabón, Postiga o Guardado y en la última temporada, se fueron veinte cracks para una renovación total con la llegada de otros quince, como el alemán Mustafi, los argentinos Orban, Otamendi, Enzo Pérez y De Paul o el español Alvaro Negredo.

El Valencia se hace fuerte de local, en un torneo en el que en Mestalla ganó casi todos los puntos, y los buenos resultados generaron que el equipo tomara confianza en sus fuerzas y que ahora todavía suspire por terminar entre los tres mejores, para regresar a la élite del fútbol español y europeo.

Hasta aquella promesa que parecía trunca, como el Nuevo Mestalla, ahora parece que puede ser realidad en no más de tres a cuatro años.


El Valencia lucha por regresar a los primeros años, y soñar no cuesta nada.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Un Barça utilitario, con algunos cracks (Jornada)


El Camp Nou suspiró aliviado con el pitido final. Lo que un mes atrás parecía una quimera, acaba siendo realidad en los números. El Barcelona, que llegó a estar a siete puntos del Real Madrid, ahora al ganarle 2-1 quedaba cuatro puntos arriba a sólo diez fechas del final de la Liga Española y sus chances de ser campeón son altas, aunque todos saben bien que no significa ninguna certeza.

El partido parecía, a priori, una mesa servida para los azulgranas: los blancos llegaban muy cuestionados, de capa caída por los flojos rendimientos de muchos de sus jugadores claves (Cristiano Ronaldo, de un mal 2015 hasta ahora, Gareth Bale, Toni Kroos), la ausencia de James Rodríguez en la creación, y las recientes vueltas de Sergio Ramos y Luka Modric, luego de sendas largas lesiones.

Por si todo esto fuera poco, la pérdida de fuelle en la Liga, en la que el Barcelona primero le dio alcance y luego superaba por un punto, y la inesperada derrota como local ante un flojo Schalke 04 alemán 3-4, por la Champions League, luego de ganar con comodidad en la ida de octavos de final 0-2, encendieron todas las alarmas y nadie pagaba dos pesos para el clásico.

Pero como decía el búlgaro Vujadin Boskov, “fútbol es fútbol” y cracks como Modric en el medio, o Ramos, atrás, no necesitaron mucho tiempo ni varios partidos para ordenar al equipo y sacarlo adelante al punto de terminar el primer tiempo empatados 1-1 pero demostrando absoluta superioridad y teniendo mucho más la pelota, y muy bien administrada.

¿Y el Barcelona? Ya todos aceptan que no es lo que fue, y que muy posiblemente aquellos años de esplendor que comenzaron con Frank Rikjaard y siguieron con Josep Guardiola y duraron un año más con Tito Vilanova como entrenadores, ya no existe más.

El director técnico Luis Enrique Martínez, a quien muchos respaldan por lo que fue como volante temperamental en los años noventa, optó por contar poco y nada con Xavi Hernández, uno de esos jugadores irrepetibles por su cintura, inteligencia, pegada y visión de juego, quien seguramente emigre en julio a otra liga menor, mientras que aunque cuenta con él. 

Andrés Iniesta, uno de sus socios en los años de esplendor, ya no rinde en los noventa minutos ni tampoco aparece tan decisivo como en sus primeros años. Apenas deslumbra en cuentagotas. Si le sumamos que en este caso no pudo entrar como titular Sergio Busquets,  que regresa de una lesión, puede decirse que este Barcelona tiene poco y nada que ver con aquél que tanto gustara en todo el planeta.

Hoy, el Barcelona tiene su fuerte en el tridente atacante del Mercosur, el MSN compuesto por Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar, pero el mediocampo no los abastece ya con la misma fuerza que en el pasado, con Javier Mascherano en el lugar ocasional de Busquets, con un Rakitic de gran despliegue pero menos cintura que Xavi, y con un lateral derecho como Daniel Alves que conserva su talento pero que cada año va bajando en su rendimiento físico y ya nunca más pudo concretar aquél 2-1 a su rival de la banda al que desbordaba hasta el fondo auxiliando a Messi.

Ya que estamos en Messi, el genio argentino siempre tiene alguna pincelada pero aún en un año de grandes números y algunas jugadas para el asombro, no apareció mucho en el clásico, bien contenido por Ramos y el lujoso lateral brasileño Marcelo.

Messi, insistimos en esta columna, siempre puede darnos un toque (o varios) genial, como los tres soberbios túneles en una semana, dos al Manchester City y uno al Real Madrid, pero en esa competencia que sólo puede tener con sí mismo, porque es incomparable a todos, tampoco es el que era, y una parte de lo que le ocurre al Barça también pasa por el rosarino, que ya no tiene (o no usa) aquella quinta velocidad de play station y que no suele utilizar más la gambeta desequilibrante y todo se remite a engañar en la posición inicial de ataque, ese estatismo que hace confiar al rival que lo rodea para aparecer en segundos cerca del área.

Este Messi tampoco tiene el mismo porcentaje de aciertos en los tiros libres ni en los penales incluso, pero aún así sigue siendo, lejos, el mejor jugador del mundo, aunque puede tener partidos como los del domingo.

Y si Gerard Piqué no hubiese vuelto al gran nivel como marcador central que tuvo en sus mejores tiempos de Guardiola y en la selección española, acaso el Barcelona tampoco habría resistido los ataques del Real Madrid y en especial, a partir del gran delantero que tienen los blancos, Karim Benzema (de soberbio Mundial en Brasil),  que siempre tuvo que luchar para ganar la consideración de su gente en comparación con Cristiano Ronaldo, Bale, o el muy querido por el Santiago Bernabeu, Isco.

Real Madrid jugó mejor que el Barcelona porque viene jugando mejor desde hace tiempo. Precisamente, desde que el italiano Carlo Ancelotti llegó como director técnico y terminó con la rigidez y los malos humores de José Mourinho, pero otra vez lo mató una circunstancia, que fue el excelente gol de Suárez, un delantero fenomenal que aparece en los grandes acontecimientos.

Desde ese momento, como viene sucediendo con la ciclotimia, el Real Madrid se cayó, como si intuyera que hay un sino fatal para esta temporada y que “no toca”, mientras que al contrario, el Barcelona, de andar inseguro, sin ser nunca un equipo sólido, se fue dando cuenta de que los hados le sonreían y hasta terminó tocando corto (ya con Busquets en el campo) rememorando viejos tiempos, aunque haya sido sólo por un cuarto de hora.


Los hinchas del Barcelona festejaron mucho esta victoria que los puede llevar a la Liga, pero no deberían engañarse. Este equipo no es el que era y muy bien lo resumió Mascherano, con su sabiduría, al borde del campo de juego, acaso recordando el tango “Naranjo en Flor”: “También hay que saber sufrir para ganar”. De eso se trata en esta etapa, tan lejana de aquella magia que alguna vez, no hace tanto tiempo, pudimos disfrutar.

lunes, 23 de marzo de 2015

Suárez definió un clásico para el que menos lo merecía (Yahoo)



Hay jugadores que claramente son para los momentos importantes. Uno de ellos, sin dudas, es el uruguayo Luis Suárez. Tras una larga suspensión, por los conocidos hechos del Mundial de Brasil, regresó jugando para el Barcelona pero parecía que no encontraba su mejor forma, e incluso el sistema táctico del equipo sigue sin favorecerlo demasiado porque no tiene los espacios suficientes.

Sin embargo, no sólo definió el clásico ante Real Madrid, sino que hasta el cambio en el segundo tiempo de Raphael Varane por Pepe se debió a la amenaza que el delantero uruguayo constituía ante un recio defensor que estaba amonestado y corría serios riesgos de irse expulsado.

El Barcelona ganó el partido 2-1 y alargó a cuatro puntos su ventaja sobre el Real Madrid en la recta final de la Liga y todo indica que para los blancos será muy difícil acortarlo. Sin embargo, fueron éstos los que demostraron superioridad en el juego y los que estuvieron en la mayor parte del tiempo más cerca del gol y administraron mucho mejor la pelota.

Es que el Real Madrid es otro cuando todos sus jugadores salen concentrados, están en una buena noche, y cuenta con su equipo de gala, como ocurrió en el Camp Nou.
Sorprendió que tan pronto los blancos pudieran recomponerse luego de un mal mes, y con sólo un partido en ascenso, que fue el anterior por la Liga ante el Levante, pero así son los cracks y ya las presencias de Sergio Ramos atrás y de Luka Modric en el medio, cambian mucho el panorama.

Enfrente, el Barcelona no cambió y fue el mismo de siempre, con lo bueno y lo malo de serlo. Sin un andar sólido, especialmente porque Luis Enrique no cuenta ya casi con un Xavi que debe ser el estratega, el que maneja los hilos, y porque además no contaba de entrada con un Sergio Busquets lesionado y en el banco.

Este Barcelona no tiene una conducción clara porque Rakitic no está para eso sino para acompañar, mientras que este Andrés Iniesta no tiene ni el peso ni la continuidad del pasado y aunque comience bien, al poco tiempo se va desinflando, y si todo el peso ahora reside en el tridente ofensivo, tuvo éxito la estrategia de Carlo Ancelotti de aislar a Lionel Messi entre Ramos y Marcelo, mientras que Neymar sigue peleado con el gol.

Fue un partido intenso, con muchas ocasiones de gol (aunque pocas intervenciones de los porteros, en proporción a las llegadas) y con un hecho que marca un cambio de tendencia de los últimos años: la posesión estuvo a cargo del Real Madrid, y el Barcelona tuvo que correr detrás de la pelota, algo que no sucedía desde hacía años.

Y esto no sólo ocurrió porque el Real Madrid haya ganado la disputa de la pelota sino porque este Barcelona ya no se siente tan cómodo con ella, salvo lapsos en los que, para retener por un triunfo parcial, sus jugadores tocan corto para que el tiempo pase.
Real Madrid también se encontró con una defensa azulgrana que no estaba bien plantada porque en verdad en toda la temporada no lo está en la marca y sólo un muy buen momento de Gerard Piqué ayudó a mostrar cierta firmeza.

En cambio, el Barcelona sí chocó contra una sólida defensa blanca que hasta se dio el gusto de algunas exhibiciones de lujo como las del lateral brasileño Marcelo, con movimientos de auténtico crack.

Pero los goles que perdió el Real Madrid, que no concretó porque el fútbol es impredecible y los palos juegan, y a veces los remates se desvían, los hizo el Barcelona del otro lado porque tiene a Luis Suárez, un jugador acostumbrado a definir los grandes partidos y que en este clásico del Camp Nou pudo demostrar por qué fue fichado como una estrella.

Lo que vendrá es difícil de pronosticar pero parece difícil para el Real Madrid remontar la diferencia. Para conseguirlo, debe apelar más a la memoria de los muy buenos noventa minutos en el Camp Nou, o al menos el gran primer tiempo jugado ante su máximo rival, cuando muy pocos lo imaginaban.

El Barcelona sigue vivo en las tres competencias, mucho más por la genialidad de Messi y a algunos momentos puntuales de algunos de sus cracks, que por su sistema colectivo que sigue en deuda, más aún cuando muchos de sus simpatizantes insisten en que hay una filosofía de juego que no debe cambiarse por nada del mundo.
Sólo cuando ingresa Xavi, al que se le da demasiado poco tiempo, el Barcelona  tiene alguna similitud, algún atisbo, de lo que fue. 


Hoy, Real Madrid, en un buen día, es capaz de brindarnos un espectáculo  espléndido. El Barcelona tiene jugadores que también. Su desafío, más allá de los puntos y los resultados, está en lo colectivo, en tratar de retornar a aquella filosofía que hizo feliz a tanta gente que ama el fútbol en el planeta..

sábado, 21 de marzo de 2015

Un Clásico que puede marcar la temporada



Cada vez que se acerca un Barcelona-Real Madrid, o un Real Madrid-Barcelona, se suele decir, en los últimos años, que se trata del “Partido del siglo”. Hay una necesidad de marketing que es la consecuencia de que los dos colosos de la Liga Española, por poderío económico y futbolístico, aún en un entorno de crisis social y organizativa, se convirtieron en el epicentro, sumado a la enorme rivalidad política que se fue construyendo ante la amenaza constante de la independencia catalana y aún más, alimentado por la tremenda rivalidad individual que los medios y algunas estadísticas forzaron entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

¿Este clásico del Camp Nou es definitorio? En principio, no. Porque aún luego del mismo quedará mucha Liga para jugar y matemáticamente no hay tanta diferencia entre uno y otro. De hecho, un empate dejaría la definición del torneo más abierta que en otras oportunidades y el Real Madrid podría irse fortalecido al no caer en campo rival y podría dejar algo tocado al Barcelona, que indudablemente llega al partido como candidato.

¿Por qué es candidato el Barcelona? Porque llega mejor anímica y futbolísticamente que su rival. El Real Madrid fue puntero de la Liga por una rueda entera, pero se fue desinflando entre lesiones, suspensiones y algún problema extra futbolístico de Cristiano Ronaldo, hasta dar con un equipo desganado, tibio,  sin ritmo, soso, con menos presión arriba, menos convicciones y todo eso le fue llegando a la tribuna hasta ir estableciendo una distancia con los protagonistas.

La pérdida del liderato a manos del Barcelona hace dos jornadas y la derrota de 3-4 ante el Schalke 04 en el Santiago Bernabeu iban tirando cada vez más hacia abajo al equipo, pero su entrenador, el italiano Carlo Ancelotti, había diseñado todo un programa para llegar al Camp Nou de la mejor manera y hubo en estos días una esperable reacción desde el juego y la postura con el importantísimo retorno de Sergio Ramos, fundamental en la transmisión de confianza, y de Luka Modric, para darle otra dinámica al mediocampo. Habrá que ver si esto alcanza para jugar en un Camp Nou hostil y que sabe que un triunfo azulgrana aleja a los suyos del alcance de su perseguidor.

¿Lleva mucha ventaja el Barcelona? No tanta como se cree. Sí llega mejor, sin dudas, con un Lionel Messi con algunos momentos brillantes, deslumbrantes, y con tranquilidad para definir con una eficacia tremenda, aunque, insistimos, no es el Messi de 2012. Aquél tenía otra velocidad, regate (que ahora casi no utiliza) y era casi infalible en los libres directos, muy a diferencia de hoy.

Pero sí es un gran Messi, de todos modos, capaz de definir los partidos en cualquier momento y se sabe que está lo suficientemente motivado y que tener al Real Madrid enfrente le da un plus a su rendimiento.

Seguimos creyendo que aunque los triunfos mejoran en lo anímico y fortalecen y dan seguridad a los equipos, este Barcelona no tiene el andar de aquél de 2012 y varios de sus jugadores no son lo que eran. No sólo Messi, sino tampoco Andrés Iniesta (quien conserva, claro, su excelsa técnica, pero participa mucho menos del juego decisivo), y mucho menos Xavi Hernández, a quien el entrenador Luis Enrique Martínez le va quitando paulatinamente el protagonismo en el equipo, hasta depositarlo, casi seguramente en julio, en otra liga menor para ir dando los últimos pasos de su carrera.

Lo cierto es que el punto clave del Barça se trasladó del mágico toque del medio hacia el tridente de ataque, el tío del Mercosur, con un Messi recostado a la derecha aunque con libertad para retrasarse por el medio a buscar el balón o sumarse por “sorpresa” (porque todos saben que lo hará pero nadie logra adelantársele en el campo) en los últimos metros para definir o ayudar a otros a que lo hagan.

Lo acompañan Neymar, algo peleado con el gol en los últimos partidos, y al contrario, el uruguayo Luis Suárez que recién ahora parece irle tomando la mano al juego y al esquema, aunque necesita de mayores espacios para moverse y ser el que brilló en el Liverpool o lo hace en la selección uruguaya.

Daniel Alves alterna buenas con malas, Gerard Piqué y Javier Mascherano dan seguridad a la zona e Iván Rakitic parece retomar su nivel del Sevilla aunque nunca será Xavi, el que mueve los hilos del equipo, el del pase justo o el manejador de los tiempos. Ese lugar parece vacío hoy, y el Barcelona juega a otra cosa, a veces muy buena, otras, no tanto, pero ya no es aquél que deslumbraba sino otro capaz de ofrecer buenos espectáculos que llegan a un clímax en determinados movimientos del genio, Messi.

¿Cuánto influye lo anímico? Mucho. Cada vez más, en el fútbol. Los dos vienen de clasificarse a cuartos de final en la Champions y los dos saben que les tocarán rivales duros en la fase siguiente, tal vez algo peor el Real Madrid aunque en un nivel parejo, y los catalanes remontaron las posiciones en la Liga y acaban de eliminar al Manchester City en un gran partido, apenas cuatro días atrás y en el mismo escenario. No es poco como para llegar a una gala con el mejor vestuario.

Los blancos no llegan tan bien, aunque ya mejorados de aquellos insulsos partidos de Liga y de su muy mala imagen ante el Sckalke. Pero es un clásico.

Y en los Clásicos, es muy difícil basarse en la lógica. Por suerte es fútbol, dinámica de lo impensado, como diría Dante Panzeri. Y esa picazón que sentimos todos los que amamos este deporte cuando está por comenzar el partido, es lo mejor que nos puede pasar.


¿Puede marcar la temporada este Clásico? Claro que sí, pero sólo si alguno de los dos triunfa de modo contundente, porque seguramente desatará una mini crisis (o algo más) en el otro. En el resto de los casos, habrá que esperar más tiempo hasta la definición.

Gino Valente (Un cuento de Marcelo Wío)



Va a ser futbolista. De los buenos, sentenció la matrona que trajo al mundo al hijo de Graziana Gentile. Al purrete lo bautizaron Gino Valente, no porque el padre apellidara Valente, sino para ocultar el hecho de que no había padre en el horizonte inmediato ni remoto.

El recién nacido, ni bien salió de las entrañas maternas, le pateó el pecho izquierdo de la comadrona con su piernita derecha. Fue con comba, anunció la partera. Si lo hubiese mantenido un instante más en esa posición, le habría pateado el otro pecho con su otra piernita con la misma precisión: Gino Valente pateaba, desde el día en que nació, como si tuviera un guante blanco en cada uno de sus pies.

Comenzó en las inferiores del Palermo, pero no duró mucho allí, un ojeador se lo llevó al Milan, donde Valente jugó toda su carrera, en la que no marcó ni un solo gol.

Ettore Viscontti, un periodista romano le preguntó en una ocasión, cuando Valente ya se había retirado y vuelto a Sicilia, cómo era posible que nunca hubiera marcado un gol un tipo con su habilidad, con su pegada exacta – otro periodista, Massimino Portobello, solía escribir que Valente violaba el azar: “De sus pies, sólo nace la certeza” -, nunca hubiera marcado un gol.


El gol es una obviedad, Ettore, respondió Valente. A mí me gustaba participar de la creación de la serie de causas inexorables que llevan a esa instancia inequívoca. Sabe qué lindo era esa conjura de pases, de gambetas, de engaños sanos… El gol… eso se lo dejaba a los patadura, a los que carecían de la finura para participar de su elaboración.

miércoles, 18 de marzo de 2015

La AFA, un asunto de Estado (Jornada)



“Nunca el Estado le bajará la cortina al fútbol”. No es una frase de ahora, sino de los años sesenta. Y no la pronunció ningún dirigente de los que ahora recorren los pasillos de la AFA y de la zona aledaña al viejo edificio de la calle Viamonte, en la zona tribunalicia de Buenos Aires.

La pronunció Valentín Suárez, un ex dirigente de Bánfield, ya fallecido, a quien se le atribuyen los cambios tácticos en la selección argentina que participó del Mundial 1966, dirigida por Juan Carlos Lorenzo.

Suárez fue premonitorio y si viviera ahora, seguramente tendría una sonrisa permanente cuando en los medios se insiste con el dinero estatal (y sin control) que llega a la AFA, aunque los clubes sigan endeudándose y hayan aceptado el torneo largo que con motivos electorales, se les propuso, aunque esto signifique años de esfuerzos y de temblores hasta retornar a cierta normalidad de veinte equipos, como era hasta ahora.

Es que la AFA pasó del Perón del fútbol, como sin dudas fue Julio Grondona, (no sólo por su total manejo de cada una de las relaciones sino hasta por su característica de líder y por no dejar un heredero claro), a su reemplazo por el propio Estado, por la sencilla razón de que nadie estaba en condiciones de ocupar su lugar y no sólo esto, sino que en la esfera internacional, la Argentina perdió casi todas sus posiciones desde el fallecimiento de “Don Julio”: adiós a los privilegios en la FIFA y hasta tuvo que resignarse en el programa de clasificación para el Mundial de Rusia 2018. Ahora manda (o lo intenta) el Pacífico, por primera vez.

Si en alguien pensó Grondona para el futuro no fue precisamente en sus hijos sino en el showman Marcelo Tinelli,  a quien comenzó a introducir en el mundo de la dirigencia del fútbol, porque siempre supo que era quien mejor podía gambetear al Poder político, su gran virtud. Cuando los políticos argentinos iban, Don Julio ya había vuelto no menos de cinco veces. Así es que salía indemne de interpelaciones en el Congreso, o citaciones en la Casa Rosada o en Olivos.

Pero ni bien falleció Grondona, el Gobierno entendió que era el momento soñado para intervenir de una vez por todas, y se produjo el choque entre Tinelli y La Cámpora, apartando al dirigente de San Lorenzo de cualquier sueño de llegada al Poder de Viamonte 1366.

Eso puede haber cambiado desde hace una semana, cuando antes de viajar a Europa para ver partidos del primer Mundo, Tinelli fue citado por Máximo Kirchner para hacer las paces y para retomar antiguos proyectos como AFA TV y uno de los más buscados por Grondona desde los últimos años: el llamado “Prode bancado”, el asunto del juego, que con la cercanía del conductor de TV y Cristóbal López, va camino de convertirse en uno de los ejes del futuro próximo.

Pero eso requiere de un hecho fundamental: asegurarse de que Tinelli, o alguien de su confianza (¿Matías Lammens, el presidente de San Lorenzo?, ¿Juan Sebastián Verón, actual titular de Estudiantes de La Plata?) y que tenga buena llegada a Olivos, pueda quedarse con el preciado sillón, para lo cual, sería necesario posponer las elecciones de presidente de la AFA hasta los primeros meses de 2016, cuando los principales candidatos cumplan con el requisito de la antigüedad.

Claro que para conseguir esto, se necesitarán movimientos de pinzas con los clubes de ascenso, que pesan a la hora de los votos, y sortear al propio grondonismo, que ahora se quedó sin líder y con escasos argumentos (pérdida de poder internacional, y en el ámbito nacional, debe contraponer su manejo de caja con el del Estado, un asunto imposible).

Este “Grondonismo sin Grondona” (José Luis Meiszner, José Lemme, Alejandro Marrón, acaso el actual presidente de la AFA, Luis Segura) necesita dos pasos claves: que no se posponga la elección presidencial en la AFA, y luego, sentarse a contar los porotos ante los candidatos que provengan de alianzas con la política nacional, que no parecen pocos.

Mientras esto sucede, el estado sigue haciéndose cargo del vacío de poder dejado por Grondona desde su fallecimiento en el pasado 31 de julio. ¿Que los clubes están en una muy mala situación económica pese a la fortuna recibida? ¿Que la violencia del fútbol no cesa aunque desde hace años que no concurren a los partidos los hinchas visitantes?

Este Estado no pretende, en un año electoral, ponerse a controlar justo ahora el uso de los fondos, por más suculentos que sean, ni tampoco controlar a fondo a los barras bravas, al punto de desempolvar en el Congreso, hace días, aquello de los “buenos muchachos del paraavalanchas” con la excusa de la “estigmatización sciolista”, más allá de que parece puro oportunismo político pretender impulsar una ley con nuevas penalidades, cuando hasta hoy ni siquiera se utilizó casi nunca la de “Asociación Ilícita”. ¿Y si empezaran por allí?

Ya lo dijo Valentín Suárez cuando Grondona aún era un joven dirigente que no había llegado a los primeros planos: “Jamás el Estado le bajará la cortina al fútbol”.


lunes, 16 de marzo de 2015

¿Quién llega mejor al Clásico? (Yahoo)




Será una semana corta, esta que nos lleva al Clásico del domingo en el Camp Nou.  En el medio, el Barcelona estará distraído con un importante partido de Champions League ante el Manchester City, en el que lleva ventaja pero que deberá atravesarlo, mientras que el Real Madrid no tiene compromisos y en todo caso, su recuperación anímica, y el acondicionamiento físico de algunos jugadores claves, parecen ser su eje.

Pero, ¿quién llega mejor de los dos al Clásico? Sin dudas, en principio, el Barcelona. 

Pero cuando decimos “en principio” lo hacemos en base a esa gran frase de un periodista argentino ya fallecido a fines de los años setenta, Dante Panzeri, quien definió al fútbol como “la dinámica de lo impensado”, algo que lo hace tan hermoso, por lo impredecible, y más aún, cuando hay fuerzas tan parejas de un lado y del otro del campo de juego.

Y si todo indica que el Barcelona llega mejor es porque no sólo sigue en competencia en los tres frentes (Liga, Copa del Rey y Champions League) sino que ha podido adquirir cierta solidez y buenos resultados, aunque el funcionamiento siga estando muy lejos de lo que fue hace tres temporadas.

El hecho de haber recuperado la punta luego de haber perseguido desde atrás al Real Madrid, y el gran momento goleador de Lionel Messi, que ya supera por dos tantos a Cristiano Ronaldo luego de haber estado muy lejos hasta finales de 2014, son dos de los aspectos que muestran con claridad la diferencia anímica y de rendimiento entre uno y otro.

Es cierto que el Barcelona no jugó un gran partido en su visita al Eibar, pese al triunfo, y que Real Madrid, en cambio, encontró un funcionamiento que hacía tiempo no tenía, con el regreso a la titularidad de Luka Modric en el medio, y de Sergio Ramos en la defensa, los dos, luego de prolongadas lesiones.

Modric es un jugador fundamental en la conexión entre la línea media y el ataque, mientras que Ramos representa un condimento anímico de gran impacto y de hecho, fue quien con sus goles definió partidos trascendentes de los blancos. Si a eso le sumamos que el galés Gareth Bale llevaba ocho partidos sin convertir y pudo concretar los dos ante el Levante en el Santiago Bernabeu, puede concluirse en que hay ya tres jugadores que llegarán al Camp Nou en posibilidades de darle frescura al andamiaje del conjunto.

Aún así, el Real Madrid ya tiene el panorama claro para el Clásico del domingo, pero no es lo mismo para el Barcelona, porque hasta el jueves a la mañana estará concentrado en un muy importante compromiso previo, el del Manchester City de la Champions, que además generará un desgaste físico que puede pasar factura después aunque del mismo modo, en el caso (muy probable) de clasificación del Barcelona a cuartos de final de la competencia europea, influirá positivamente en lo anímico.

Desde lo puramente estadístico, el Real Madrid también llega clasificado a los cuartos de final de la Champions, pero la imagen que dejó tras caer sorpresivamente derrotado 3-4 ante el Schalke 04 en el Bernabeu, y el vacío del estadio el domingo pasado ante el Levante, son dos muestras de que a veces los números no lo son todo y que el funcionamiento del equipo es lo que cuenta.

En este sentido, los blancos no estaban jugando nada bien. Sin confianza y sin demasiado compromiso colectivo, cada línea pareció desinflada durante 2015 y el propio Cristiano Ronaldo parece torcido a la hora de definir, sumado a la racha que atravesaba Bale, y serios problemas defensivos.

Pero no hay mejor ocasión que el Clásico en el Camp Nou para revertir la situación y el regreso de Ramos y Modric, el retorno de Bale al gol, y la chance de volver a la punta de la tabla de posiciones con una victoria, parecen motivaciones suficientes.

El Barcelona no ha encontrado un funcionamiento, con el agregado de que salvo dos o tres jugadores al margen de los once titulares, el resto del plantel no reúne el mismo nivel y el entrenador Luis Enrique Martínez no siempre encuentra las piezas necesarias para algunas ocasiones importantes.

¿El resultado del partido es definitorio? Todo indica que sólo podría serlo, parcialmente, si gana el Barcelona o si lo hace por un resultado contundente. Porque ya la brecha entre los dos se agrandaría demasiado, a poco del final, y lo anímico jugaría también su partido extra.

En caso de empate, el torneo seguiría sin definición y tal vez, con el envión anímico de los blancos de saber que ya han superado el principal escollo, y sin haber sido derrotados, como para buscar la ocasión propicia para alcanzar o pasar a su gran rival.
Y un triunfo de los blancos, si bien tampoco define la Liga, sí sería un duro golpe para su rival y en su propio campo.

¿Está en condiciones el Real Madrid de dar el golpe en el Camp Nou? No parece nada fácil en estas horas, pero ¿quién duda de que con esa calidad de jugadores lo puede conseguir? Claro que si el Barcelona pasa a cuartos de la Champions ante el Manchester City, la fortaleza anímica de otro buen resultado, y ante su público, lo hará casi inexpugnable.

Ya falta poco para que se enfrenten los dos colosos en el que se ha convertido, por estos tiempos, como el partido más esperado del planeta. Ojalá ambos estén a la altura del acontecimiento y vivamos una gran fiesta del fútbol.


lunes, 9 de marzo de 2015

El Barça y los estados de ánimo en el fútbol (Yahoo)



Y un día, la tabla de posiciones de la Liga Española cambió, y lo que parecía muy difícil hacía sólo un mes, terminó siendo realidad cuando se inicia la recta final del torneo.

Aunque no se puede decir que se esperaba, tampoco podría afirmarse que fue una sorpresa que este Real Madrid, modelo 2015, cayera en el Nuevo San Mamés ante un Athletic de Bilbao que llegaba fortalecido en lo anímico luego de conseguir en Corneliá, ante el Espanyol, en la semana, el pase a la final de la Copa del Rey.

No lo vamos a descubrir ahora pero nunca está de más recordar que aquella frase acerca de que el fútbol “es un estado de ánimo”, tiene mucho de verdad y especialmente en estos tiempos, porque si los vascos llegaron con una mentalidad positiva a un partido que siempre les costó mucho ante los blancos, éstos justamente no están en una buena etapa.

Más de un medio citó que el promedio de gol de un Real Madrid que parecía que comenzaba la temporada para arrasar todos los récords en ataque, disminuyó sensiblemente desde la ausencia de Luka Modric en el medio, y ya otros se plantean que su entrenador, Carlo Ancelotti, podría, por fin, acabar con el triplete de la llamada BBC (Bale, Benzema, Cristiano Ronaldo), para sacar a Gareth Bale y volver a un 4-4-2 con el retorno de James Rodríguez, acentuado si también se produce el del croata en el medio.

Bale no es el único que no está funcionando desde hace varias jornadas. Quien más se nota que no está en su plenitud, aquejado acaso por problemas personales que podrían afectar su andar en el césped, o tal vez se trate de apenas una mala racha, es nada menos que Cristiano Ronaldo,  y no sólo por la pólvora mojada para llegar al gol, sino que prácticamente no ha rematado al arco en cuatro partidos consecutivos, algo muy extraño para su trayectoria y sus características.

Todo esto fue aprovechado por el Barcelona, también en un buen momento anímico, que se fue a dormir el sábado sabiendo que si ganaba al día siguiente su partido ante Rayo vallecano en el Camp Nou, podía retomar un liderazgo perdido casi una rueda atrás.

Y los azulgranas no sólo consiguieron la punta que tan trabajosamente persiguieron, sino que en apenas unos días, dieron vuelta un panorama completo, superando al Real Madrid en goles a favor (76-75), en puntos, y hasta Lionel Messi, con otro hat trick que lo coloca como el récord en la historia de la Liga, logró dar alcance a Cristiano Ronaldo como goleador (30 tantos) cuando llegó a encontrarse a nueve de distancia.

Pero también para el Barcelona puede aplicarse el concepto del estado de ánimo en el fútbol, si bien no alcanza sólo con eso. Porque los de Luis Enrique, que vienen mejorando en algunas cuestiones de juego aunque siguen sin terminar de redondear un funcionamiento parecido al de otros tiempos, sí vienen empujados por buenos resultados, como el del regreso a la final de la Copa del Rey tras dos temporadas, al eliminar al Villarreal en semifinales en El Madrigal.

A los pocos días, este Barcelona se encontró con la punta de la Liga en bandeja con la derrota del Real Madrid en Bilbao, y no sólo goleó al Rayo sino que, por fin, Luis Enrique decidió salir a buscar el partido con Xavi e Iniesta juntos, para mejorar en la posesión del balón y en la claridad para transportarlo hacia las posiciones de ataque, aunque faltara Neymar y su reemplazante, Pedro Rodríguez, no es ni por asomo el que fue hasta 2012 y hoy es una máquina de desperdiciar posibilidades.

En cambio, el Barcelona cuenta con un Luis Suárez que, al fin, va explotando y comienza a mostrar su mejor cara y su genio, Lionel Messi (del que se hicieron encuestas alrededor del Camp Nou en el que se le preguntaba a los socios del Barcelona si lo venderían y por cuánto dinero), no necesita demasiados minutos (como bien dijo su compatriota Javier Mascherano tras el partido) para concretar en la red adversaria, lo cual no significa que atraviese su mejor etapa y aparece con cierta discontinuidad, aunque sus definiciones sean exquisitas y hasta haya tenido más oportunidades.

Nada es casual en este fútbol en el que lo anímico juega un papel decisivo. El Barcelona sacó demasiado rédito en esta semana. No sólo por su clasificación a la final de la Copa, o la recuperación del liderazgo en la Liga justo a dos semanas del clásico ante Real Madrid y con buena chance de pasar a cuartos de final en la Champions League, sino que tampoco el Atlético Madrid pudo sacar provecho de acercarse en la tabla, y apenas empató como local ante el Valencia.

En una larga temporada, los equipos atraviesan distintos momentos. El que capitalice mejor las rachas es el que, al final, tendrá mayores réditos, si los planteles son parejos. Hoy, el aspecto psicológico es demasiado importante como para no tomarlo en cuenta como un factor influyente en los resultados.


miércoles, 4 de marzo de 2015

¿El Estado no tiene nada que decir sobre el deporte? (Jornada)


El discurso de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, inaugurando las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, duró más de cuatro horas y sin embargo, poca o nula fue la referencia al deporte en ese lapso.

No se pretende que en tiempos revueltos y con tantas prioridades, el deporte quede a la altura de las máximas prioridades de la política nacional, pero llama poderosamente la atención que pasan los años, la Argentina está atravesando las tres décadas consecutivas de democracia, y el deporte no parece ocupar el lugar que debería, como herramienta transformadora de la sociedad a partir de tantos beneficios que genera su práctica.

Justamente los años de esplendor del deporte en la Argentina fueron los de los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, especialmente el primero (1946-1952), en el que se sumó a una gran cantidad de niños y jóvenes a las distintas actividades y el impulso que se gestó en ese tiempo tuvo como consecuencia lógica (y no forzada para conseguir publicidad gubernamental) la obtención de medallas y títulos que, no casualmente, tuvieron un freno a partir de 1955 con el golpe militar de entonces.

Desde ese momento, nunca más la Argentina pudo recuperarse o aspirar a ser una potencia, ni desde los éxitos con sus representantes, ni en el sentido de la actividad de sus habitantes, lo que se considera desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) como lo más coherente: que se llegue a conquistas del vértice de la pirámide como lógica consecuencia de la actividad de su ancha base.

Al contrario, en el Estado argentino no parecen abundar los datos, las estadísticas, las mediciones como para saberse a ciencia cierta dónde se está ubicado tanto en la práctica como en cuanto a la violencia que envuelve no sólo al fútbol sino ya a otros deportes, como el basquetbol. Un fenómeno que debería preocupar a quienes sienten a la política como construcción desde lo cotidiano.

Al contrario, en cuanto a la violencia del fútbol, se puede describir al Estado, primero como ausente y luego ya como cómplice de la violencia, entendiendo a la suma de las administraciones nacionales, provinciales o municipales, legislaciones y hasta el Poder Judicial.

Lo cierto es que desde 2003 hasta hoy han muerto en la Argentina 88 personas, según estadísticas de la ONG Salvemos al Fútbol (www.salvemosalfutbol.org) sobre los 301 fallecidos en la historia del fútbol local, algo que no sólo no debe enorgullecer al Gobierno sino que debería haber tenido aunque más no fuere un lugarcito para alguna propuesta superadora y por qué no, para la correspondiente autocrítica, de la que tampoco se salva gran parte de la oposición.

Tampoco aparecieron referencias al programa “Fútbol Para Todos”, que desde 2009 transmite los partidos en forma gratuita por la TV y que bien podría servir para que el Estado exigiera rendiciones de cuenta a la AFA y a los clubes que reciben un dinero muy importante y pese a ello, se endeudaron, en muchos casos, más que nunca.

¿Cómo se preparan las distintas delegaciones argentinas para los próximos Juegos Panamericanos de este año? ¿Y qué perspectivas aparecen para los Juegos Olímpicos de la vecina Río de Janeiro para 2016? ¿Cuánta es la proporción de argentinos que realizan actividades físicas sobre el total de los habitantes?  Nada de esto parece ser relevante por estas horas en el país.

Como si el deporte no contribuyera al bienestar físico y psíquico, o a alejar a muchos jóvenes de las drogas, o contribuir a practicar más la solidaridad, el compartir vivencias dentro de un equipo, o la posibilidad de superarse a sí mismo.

Sin embargo, parece que nada tienen para decir sobre el deporte, con lo cual están diciendo demasiado.

lunes, 2 de marzo de 2015

En la Liga, ninguno de los líderes ofrece garantías (Yahoo)



El sábado, aunque sin entusiasmar demasiado, el Barcelona había triunfado en Granada y se ilusionaba apostando a la no muy posible idea de acercarse, aunque fuera algo, al líder Real Madrid. El domingo a la tarde, el Atlético Madrid ya se sentía casi fuera de la chance de repetir el título de la temporada anterior, pero se iba a dormir con una media sonrisa, luego de que los blancos no pasaran del empate ante el Villarreal en el Santiago Bernabeu, que no sólo los volvía a meter en la lucha, sino que los mantenía a la misma distancia de siete puntos.

Esta Liga, que ya entra en sus diez jornadas finales, ha tenido esta característica: dos equipos luchando palmo a palmo, el Real Madrid y el Barcelona, con los blancos casi siempre arriba, salvo al principio, y con el Atlético, tercero, y acercándose o alejándose de acuerdo a cada momento, aunque mostrando, en el enfrentamiento cara a cara contra ambos, una enorme paridad con ellos.

¿Esta alta competencia implica un gran nivel en el juego de los tres equipos? Si bien sigue siendo muy atractiva para el mundo entero, esta vez, o al menos en estos meses, la respuesta es rotundamente no. Ninguno de los tres equipos que encabezan la Liga están jugando como lo han logrado en tiempos pasados, aunque por distintas razones.
Esto no es alarmante en este momento, pero sí podría serlo en diez días, cuando deban enfrentar los partidos de vuelta de la Champions League, en algunos casos, o en el partido casi decisivo de la Liga, el Clásico, dentro de tres jornadas, cuando el Barcelona reciba en el Camp Nou al Real Madrid y tenga, tal vez, la chance de alcanzarlo o de pasarlo.

De los tres, el que menos sorprende, puede decirse, es el Barcelona. Al contrario, algunas cuestiones individuales se fueron modificando en el último mes y el uruguayo Luis Suárez ha ido creciendo en peso y en gol, desechando los primeros rumores acerca de que su nivel no era el esperado, cuando regresaba de una larga suspensión, y el sistema de ataque del equipo de Luis Enrique Martínez no era el que más le convenía, porque necesita de espacios como en el Liverpool, que en este caso no los tiene, apretado entre los volantes con llegada y los otros dos compañeros de ofensiva, Lionel Messi y Neymar.

Justamente el brasileño es el que ha bajado ahora su nivel, acaso desgastado por una seguidilla de partidos o por las altas y bajas anímicas que atraviesan todos los jugadores en algún momento, pero el Barcelona sigue ganando por algunas individualidades mucho más que por la labor del equipo, como pudo notarse en Granada o en Manchester, donde, de todos modos, llegó a tener algunos buenos pasajes de juego asociado.

Lo cierto es que el Barcelona ya no tiene su eje en el medio, como en la última década, sino en el ataque, donde encuentra su punto más fuerte, en su contundencia y en el peso de sus atacantes ahora que Xavi Hernández comienza a declinar físicamente y Andrés Iniesta alterna pizcas de genialidad con otros momentos de invisibilidad en el campo de juego. Así es que Iván Rakitic fue clave en los partidos de la semana pasada.

Atlético Madrid tampoco es el mismo por estos días. Si bien sus dos delanteros han sido efectivos, especialmente Griezmann, aunque también Mandzukic, es claro que está fallando especialmente en la creación, dejando demasiado solo a Arda Turán, pero no ha tenido la efectividad ni la constancia de la pasada temporada y tampoco su andar es tan seguro como hace un año y de aquél pico ante Real Madrid y el 4-0 en el Vicente Calderón por la Liga, parece haberse aflojado con la eliminación ante el Barcelona por la Copa del Rey.

Su partido ante el Sevilla, como el anterior ante el Bayer Leverkussen por la Champions League, cuando sólo fue derrotado por 1-0 por el enorme respeto de los alemanes por la historia, la camiseta y el nombre del club español, son una muestra de este momento en el que necesita más llegada y adelantar un poco más las líneas, sumado a algunos extraños cambios desde el banco de suplentes por parte de su muy cotizado entrenador, Diego Simeone.

En cuanto a Real Madrid, más allá de tener encaminada la eliminatoria de la Champions ante el Schalke 04 y su prácticamente segura clasificación a cuartos de final, y de seguir como líder en la Liga, aunque ahora con el Barcelona cerca, a dos puntos, también es claro que no viene rindiendo de acuerdo a su potencial.

Los blancos no están funcionando en el ataque con la potencia de hace un mes porque ni cristiano Ronaldo ni Gareth Bale están cerca de su nivel, la larga ausencia de Luka Modric ha ido generando problemas de engranaje en el medio, en el que el reciente fichaje, Lucas Silva, se encuentra en proceso de adaptación, y cuando no juega Sergio Ramos, aunque dispone de una gran plantilla, se nota demasiado la diferencia.

Lo concreto entonces es que la Liga sigue siendo competitiva, que cualquiera de los tres representantes españoles pueden llegar lejos en la Champions, pero en estos momentos, ninguno de los tres puede ofrecer garantía de buen fútbol.

Ojalá que esto dure muy poco.