martes, 31 de diciembre de 2019

Para los DT de Boca, segundas partes casi nunca fueron buenas (Infobae)





Salvo muy contadas excepciones, para la gran mayoría de los directores técnicos que Boca tuvo en su historia, volver a sentarse en el banco de suplentes luego de haber conseguido el éxito en su primera etapa, no trajo la misma suerte y no pudieron conseguir buenos resultados en sus gestiones.

Miguel Ángel Russo será el duodécimo director técnico que se sentará al menos por segunda vez en el banco, tras haber dirigido al equipo entre el 10 de febrero y el 16 de diciembre de 2007, cuando consiguió la sexta y última Copa Libertadores de América para el club, aunque no logró el Mundial de Clubes (en el que no pudo contar con Juan Román Riquelme, al que la FIFA no autorizó a jugar) al perder la final ante el Milan de Kaká en Japón por 4-2.

El primer director técnico de Boca que volvió a dirigir al equipo fue Mario Fortunato, que primero fue jugador del club desde 1925, luego de pasar por Sportivo Barracas y Huracán, e incluso disputó siete partidos con la camiseta de la selección argentina. Con Boca llegó a ganar tres títulos hasta que se retiró muy joven por una lesión, y se convirtió más tarde en el entrenador que más títulos ganó en la década del Treinta (cuatro).

En la primera etapa, Fortunato dirigió a Boca desde el 30 de marzo de 1930 al 19 de diciembre de 1937. En ese lapso, se dio el gusto de ganar el último campeonato amateur en 1930, el primero del profesionalismo en 1931 y los de 1934 y 1935. Volvió en 1942 pero por muy poco tiempo, entre el 5 de abril y el 9 de mayo. Tuvo una tercera oportunidad entre el 28 de junio y el 28 de diciembre de 1946, cuando Boca terminó segundo, y una cuarta chance del 15 de abril al 2 de diciembre de 1956, pero sin éxito.

Al poco tiempo de finalizar su primer período como DT Mario Fortunato, asumió Enrique Sobral entre el 7 de agosto y el 18 de diciembre de 1938, pero el campeón fue Independiente. Sin embargo, como una de las muy escasas excepciones históricas, a Sobral (masajista y entrenador de boxeo) le fue mejor en su segundo ciclo del 5 de mayo de 1940 al 4 de enero de 1941, cuando consiguió el título luego de cinco años en los que el club no lo conseguía y también ganó la Copa Ibarguren al vencer a Rosario Central por 5-1. 1940 fue un gran año para Boca porque además, inauguró la Bombonera y debutó el quinto máximo goleador de su historia, Jaime Sarlanga. Sin embargo, protagonizó un hecho inusual al desistir de seguir jugando contra Nacional de Montevideo por la Copa Ricardo Aldao por desacuerdos con el arbitraje de Tejada. No sólo fueron expulsados el defensor Pedro Arico Suárez y el propio Sobral sino que Atilio García (un ex jugador xeneize) empató 2-2 a dos minutos del final y se desató el escándalo. El título quedó vacante.

El tercer director técnico que pudo repetir en el cargo, en Boca, fue Ernesto Lazzati, “el Pibe de Oro”, estrella como jugador entre fines de los Treinta y mediados de los Cuarenta. Dirigió en su primera etapa del 30 de abril al 10 de diciembre de 1950, pero tuvo más éxito en su regreso (la otra excepción), entre el 4 de abril y el 14 de noviembre de 1954, cuando obtuvo el único título del club en 18 años (entre 1944 y 1962).

Justamente, en el título siguiente de Boca, en 1962, el DT fue José D’Amico, quien estuvo sentado en el banco entre el 25 de marzo de 1962 y el 9 de junio de 1963 y pudo dirigir al equipo que venció a River en la anteúltima fecha cuando Antonio Roma le atajó uno de los penales más decisivos de la historia al brasileño Delem. Sin embargo, no llegó a sentarse en el banco para los dos partidos de la final de la Copa Libertadores de 1963 que Boca perdió ante el Santos de Pelé. D’Amico tuvo una segunda oportunidad de dirigir a Boca entre el 14 de abril y el 15 de diciembre de 1968, pero no tuvo el mismo éxito.

Al año siguiente de la segunda experiencia de D’Amico, el entonces presidente de Boca, Alberto J. Armando, fue a España buscar a Alfredo Di Stéfano, ex jugador de River. La “Saeta Rubia” asumió el 6 de febrero y se fue del cargo el 14 de diciembre de 1969, al coronarse el equipo campeón del torneo Nacional al empatar ante River en el Monumental. Ese mismo año, Boca ganó también la Copa Argentina. Muchos años más tarde, Di Stéfano regresó como DT entre el 17 de febrero y el 10 de noviembre de 1985, pero esta vez, sin sucesos para destacar.

Para 1976, y tras ganar River el bicampeonato (Metropolitano y Nacional) un año antes, el presidente Armando fue a buscar al excéntrico entrenador que había logrado ascender a Primera con Unión de Santa Fe, y había ganado varios títulos con San Lorenzo e incluso había dirigido a la selección argentina en dos Mundiales, Juan Carlos Lorenzo, quien asumió el 15 de febrero de ese año y llegó a construir un imperio que consistió en el bicampeonato de 1976, las Copas Libertadores de 1977 y 1978 (ese año casi gana también el Metropolitano, quedando a un solo punto de Quilmes), fue campeón intercontinental en1977 y llegó a la final de la Copa Libertadores de 1979, cuando fue derrotado por Olimpia de Paraguay. Su último partido del ciclo fue el 2 de diciembre de 1979, cuando empató ante San Lorenzo 0-0 en el último partido de la historia del Viejo Gasómetro de Avenida La Plata. Volvería a ser DT de Boca entre el 4 de octubre y el 18 de diciembre de 1987, pero sin buenos resultados.

Otro ex crack de Boca de los años Sesenta y principios de los Setenta, el ex lateral izquierdo Silvio Marzolini, dirigió al equipo siendo campeón en el torneo de 1981, cuando llegaron Diego Maradona y Miguel Brindisi, entre otros. El también ex defensor de la selección argentina en el Mundial 1966 pudo reencontrarse con Maradona, como DT, al regreso de Europa del astro en 1995, otra vez en Boca, entre el 24 de febrero y el 16 de diciembre. Esta vez, Maradona estuvo acompañado, entre otros, por Claudio Caniggia, pero no consiguió ningún título y en el final del año, Mauricio Macri venció a Antonio Alegre en las elecciones presidenciales del club y Marzolini acabó alejándose.

A principios de 1987, la comisión directiva de Boca apostó por el ex DT campeón mundial con la selección argentina, César Luis Menotti, quien asumió el 25 de enero y provocó un importante cambio en el juego que colocó al equipo en los puestos de vanguardia, pero sorpresivamente renunció el 14 de junio, sin conseguir el campeonato. Tuvo una segunda oportunidad entre el 28 de noviembre de 1993 y el 11 de diciembre de 1994, pero tampoco pudo lograr títulos y no logró pasar del grupo inicial de la Copa Libertadores, en el que llegó a caer por 6-1 ante el Palmeiras en Brasil.

La misma comisión directiva que contrató dos veces a Menotti fue a buscar al uruguayo Oscar Washington Tabárez en 1991. El “Maestro” dirigió a Boca entre el 24 de febrero de 1991 y el 25 de abril de 1993 y en ese período logró ganar el Torneo Apertura de 1992 (hacía once años que Boca no salía campeón) y la Copa Master de la Supercopa en 1992. En 1991 ganó invicto el Torneo Clausura pero sólo era válido el título anual, que perdió ante Newell’s Old Boys, ganador del Apertura, en la final. Tabárez regresó en 2002, entre el 5 de febrero y el 1 de diciembre, pero no pudo repetir los éxitos, aunque estuvo muy cerca cuando en la anteúltima fecha vencía a Independiente y un cabezazo de Lucas Pusineri, en el final, empató para los rojos y mantuvo la diferencia para éstos en la tabla del Apertura.

Carlos Bianchi, por su parte, tuvo tres períodos como director técnico de Boca. El primero, entre el 5 de agosto de 1998 y el 16 de diciembre de 2001, fue pleno de éxitos, con tres torneos locales, dos Copas Libertadores y una intercontinental. Regresó en 2003, del 16 de febrero hasta el 1 de julio de 2004, y otra vez, con mucho suceso (ganó un torneo local, una Copa Libertadores y una intercontinental) y se alejó luego de perder la final sudamericana por penales en Colombia ante Once Caldas, tras eliminar a River en semifinales. El “Virrey” volvió a sentarse en el banco xeneize por tercera vez en 2013, entre el 9 de febrero y el 27 de agosto de 2014, pero esta vez no obtuvo los mejores resultados.

Otro director técnico que tuvo mucho éxito en su primera experiencia en Boca fue Alfio Basile, quien asumió el 7 de agosto de 2005 y llegó a ganar los cinco torneos que disputó, Apertura 2005, Clausura 2006, la Sudamericana 2005 y las Recopas Sudamericanas 2005 y 2006) hasta que el 14 de septiembre de 2006, en base a los éxitos, fue convocado por el presidente de la AFA, Julio Grondona, para dirigir a la selección nacional. En el momento de alejarse de Boca, el equipo iba puntero en el Apertura 2006 con los seis partidos ganados y camino al primer tricampeonato consecutivo de su historia, aunque luego lo perdió en el final ante Estudiantes, ya dirigido por Ricardo La Volpe. “El Coco” Basile tuvo una segunda oportunidad entre el 20 de agosto y el 13 de diciembre de 2009, pero los resultados no lo acompañaron.

¿Podrá Miguel Russo quebrar esta racha histórica y volver a ser campeón como DT de Boca, como en 2007?









El VAR nació como una gran idea pero va camino de desvirtuar la esencia del fútbol (Interia)




La Premier League inglesa es una de las más prestigiosas del mundo, sino directamente la más prestigiosa, pero en la última jornada de 2019 hubo acciones que rozaron el ridículo a partir del uso del VAR durante el Boxing Day, lo que viene a demostrar, de manera creciente, que su uso está causando enormes problemas para dirimir situaciones extremas durante los partidos.

El VAR nació como una idea final de que, por fin, el fútbol se sirviera de la tecnología y de esta manera se modernizara, aunque tarde, como ya lo han hecho la mayoría de los deportes, aunque aún entiende de pocas situaciones concretas (goles, penaltis, expulsiones, confusiones de identidad), después de que desde distintos sectores se presionara a su dirigencia para que abandonara el criterio de que todo pasara por el ojo humano y de la idea de que cuanto más polémicas alrededor de una jugada, mejor, porque así la pasión seguía en alto.

Así fue que nos fuimos acostumbrando a gritar goles muchos minutos después de concretados, o a meter nuestras cabezas dentro de la chaqueta o el jersey luego de haber gritado un gol que nunca subió al marcador, y en ambos casos, no sólo esperando, a veces, hasta siete minutos antes de que en la cabina se determinara a nuestro favor o en contra, sino que luego esos minutos se trasladaron al descuento luego de la primera o segunda etapa y acabamos llegando a casa mucho después de lo imaginado.

Si hubo muchas jugadas confusas y en algunos casos, hasta esperpénticas, las esperanzas renacieron tras el Mundial de Rusia 2018, cuando desde la FIFA, en una conferencia de prensa en la que estuve, en Moscú, nos contó a través de sus dirigentes de la Comisión Arbitral Pierluiggi Collina y Massimo Busacca que el margen de error fue escasísimo y la experiencia del uso de la tecnología, más que exitosa.

Claro que la FIFA dispone, por su poderío, de un caudal de elementos tecnológicos y técnicos con la formación suficiente como para que las resoluciones finales en las cabinas fueran las mejores posibles pero…¿esto era posible de repetir con la misma eficacia en las ligas locales, en muchos casos, con menos recursos o menos tiempo de formación? Parece que no, y que los fallos aberrantes posteriores lo confirmaron, e incluso se terminó abriendo una brecha sobre si la reglamentación actual no es confusa o no se debería cambiar para poder utilizar la tecnología como corresponde.

Uno de los primeros hechos llamativos fue que durante la citada conferencia de prensa de Moscú, Collina y Busacca fueron taxativos a la hora de que se produjera un fallo pasible de ser juzgado por el VAR. Los dirigentes señalaron que el árbitro principal debe ser quien debe dirigirse a la pantalla y por sus propios medios determinar el fallo, y no estar esperando que se lo digan a través de la cucaracha al oído. Collina explicó el motivo, cuando dijo que esto es necesario por una cuestión psicológica, para que el árbitro sienta que la principal autoridad es él y que no depende de otros que, en todo caso, están sólo para asistirlo. Por eso, quienes se encuentran en la cabina llevan el nombre de AVAR (Asistente del VAR).

Pero fueron apareciendo otras cuestiones, como que muchas veces, cuando el fallo llega desde la cabina, no parece haber gran acuerdo entre los asistentes, se demora mucho, y no siempre se condice con la realidad y desde el sentido común, todo el sistema queda expuesto.

En la primera jornada de la segunda rueda de la Premier League, algunos aspectos de la polémica aparecieron de una forma muy dura. De hecho, el Norwich pudo ponerse 2-0 arriba ante el Tottenham cuando le fue anulado por el VAR un gol al finlandés Teemu Pukki, pero el VAR detectó, a través de sus píxeles milimétricos, que su hombro estaba en fuera de juego.

En la última jugada de la primera parte del partido ante el líder absoluto de la Premier League, el Liverpool, le fue anulado un gol a Neto, del Wolverhampton, por un fuera de juego casi imperceptible (otra vez por una mano) y cuando todos, los jugadores y entrenadores de los dos equipos y los hinchas de ambos, aceptaban la jugada como válida, que le daba el empate 1-1 a los “Wolves” y que seguramente hubiera podido cambiar el trámite. Y aquí cabe la pregunta acerca de la legitimidad (no de la legalidad) de un fallo que cambia lo que era aceptado por todos. ¿Tiene sentido que el VAR se entrometa cuando nadie protesta un fallo y todos lo acatan? ¿No debería ser el VAR un instrumento para dirimir una disparidad de criterios o para aclarar una duda?

Finalmente, y en la misma jornada, le fue anulado un gol al Sheffield United cuando empataba en Manchester ante el City que había anotado el francés Lys Mousset, esta vez correctamente, luego de airadas protestas de los jugadores locales y de su entrenador, Josep Guardiola. Y aquí llega una nueva pregunta que nos formulamos: ¿No sería más lógico que como en el basquetbol, por ejemplo, cada entrenador, o capitán, tuviera la chance de pedir unas dos veces máximo el uso del VAR por cada tiempo, para situaciones confusas? Porque no parece que se fuera a perder nada y en cuanto al tiempo, se puede luego descontar.

Lo que queda claro es que el fútbol nació y se expandió gracias a la pasión pero si ésta va dejando todo en manos de una “razón” que se basa en una tecnología tan estricta, y en manos de los hombres, que no siempre tienen la preparación para ello, el experimento podría terminar mal.

También debe tenerse en cuenta el factor cultural. Hay sociedades más desconfiadas que otras y así como en Europa se suelen acatar los fallos del VAR aunque no siempre se esté de acuerdo con ellos, en Sudamérica, por ejemplo, no siempre se cree que los fallos son estrictos y se sospecha de favorecer a unos u otros, aunque con tendencia a que se ayuda mucho más a los locales, como se intuye que pudo haber ocurrido en la semifinal de la pasada Copa América 2019 entre Brasil y Argentina, cuando ni siquiera se utilizó el VAR en dos oportunidades en las que  Brasil, el local, hubiera sido perjudicado por la tecnología.

Dirigentes cercanos a la Conmebol reconocieron que el uso del VAR aún no estaba preparado para ser usado en Sudamérica y que tampoco se dispone de la mejor tecnología para ello. ¿Tiene sentido el uso del VAR en estas condiciones? ¿No sería mejor comenzar a usarlo cuando la tecnología sea la más apta y cuando quienes la aplican se hayan podido formar lo suficiente y los criterios no fueran dispares y la tecnología no termine siendo una intromisión al espectáculo?

El VAR dispara cada vez más preguntas, ávido de respuestas antes de que el fútbol entre en una definitiva confusión.


sábado, 28 de diciembre de 2019

Los cada vez más agitados días de Maradona (Interia)




En los pocos días libres que tendrá por las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y antes de someterse al desgaste de las últimas siete jornadas del torneo de la Superliga argentina, que en gran parte decidirá, además del campeón, los tres equipos que bajarán a Segunda entre los que se encuentra el suyo, Gimnasia y Esgrima La Plata (el último entre los tres), Diego Armando Maradona, en vez de descansar, aprovechó para visitar al nuevo presidente del país, Alberto Fernández, en la Casa de Gobierno.

Maradona, que simpatiza desde hace años con el actual partido gobernante, aunque especialmente con la nueva vicepresidente (y antes, dos veces presidente entre 2007 y 2015), Cristina Fernández de Kirchner, también construyó una buena relación con el nuevo presidente, Alberto Fernández, quien es un declarado fanático de Argentinos Juniors, club en el que Maradona comenzó su carrera (entre 1976 y 1981) y cuyo estadio lleva el nombre del ex astro del balón y campeón mundial en México 1986.

Pero lo de Maradona no puede describirse como una visita estrictamente protocolar, porque su personalidad lo impide. En sus alrededores siempre hay mucha gente, y su informalidad transforma hasta la Casa de Gobierno y lo que pudo ser un saludo cordial, un momento de distensión en medio de los gravísimos momentos que vive el país, en una situación grotesca, con el ídolo subido al balcón de la “Casa Rosada” (la casa de Gobierno) saludando a centenares de fanáticos ubicados en la tradicional Plaza de Mayo del centro de Buenos Aires, y mostrando una pequeña réplica de aquella Copa del Mundo, de la que supuestamente bebía (aunque se desconoce si dentro había algo o no).

No es casualidad que a menos de veinte días de haber asumido la presidencia y con una enorme crisis que no permite tomar deuda de bancos privados pero tampoco emitir moneda, Fernández haya recibido a Maradona. El primer mandatario contó entre risas en una entrevista a poco de asumir, que no podía concentrarse en la corrección de su discurso de investidura en el Congreso Nacional porque la noche anterior estaba distraído mirando por TV a Argentinos Juniors, el líder de la Superliga, que no podía vencer a Estudiantes.

Maradona sigue siendo presidente honorario del Dínamo Brest de Bielorrusia, sin que se le conozca actividad alguna y cuyo mandatario suele ser muy generoso con él y le llegó a regalar coches de alta gama, mientras estuvo a muy poco de dejar el cargo en Gimnasia porque el presidente del club, quien le había ofrecido el cargo, Gabriel Pellegrino, no iba a presentarse como candidato a las elecciones del club, aunque finalmente, y por presiones de los socios, que no querían perder al DT, terminó aceptando y ganando los comicios.

Mal que mal, Gimnasia, aún en una gran crisis que lo puede depositar en Segunda en pocos días, sumó más de tres mil nuevos socios y vendió miles de camisetas con el número diez en la espalda y la inscripción “Maradona”, mientras que el canal de TV que tiene los derechos de transmisión del fútbol argentino toman más tiempo su rostro y sus expresiones durante el partido en el banco de suplentes, que lo que ocurre en el césped, al mismo tiempo que los estadios están repletos para ver al ex crack sentado en el banco y con muchísimos kilos más que cuando jugaba.

No sólo eso, sino que uno de sus rivales, Newell’s Old Boys de Rosario (donde Maradona jugó menos de una decena de partidos en 1993), en su homenaje, le preparó para sentarse una silla especial, como si fuera un rey, con un acolchado distinto para que se sintiera más cómodo, mientras que en su debut como entrenador de Gimnasia, mientras era conducido atravesando el césped con el carrito que suele llevar a los lesionados, el conductor aprovechó esos quince segundos a solas…para pedirle que le firmara una camiseta.

El día de la presentación oficial de Maradona como entrenador de Gimnasia, al terminar una conferencia de prensa en la que mostró evidentes problemas para hablar y en la que lloró más de una vez, justo cuando el acto terminaba se escuchó en el fondo un grito de una mujer, que resultó ser la hermana de la ahora vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, fanática de Gimnasia, que le pedía al astro apenas un minuto para pasar al frente y que él estampara su firma en la camiseta que llevaba puesta.

Entre los miles de espectadores presentes en el viejo estadio de Gimnasia, la TV lograba descubrir nada menos que a Ignacio Fernández, volante de River Plate y ex jugador del club, que para muchos es hoy el mejor jugador del torneo local.

Pero Maradona, quien acapara títulos en diarios y revistas y primeros planos en la TB en programas del corazón que hablan sobre sus romances, sus peleas y amistades posteriores con sus hijos, o de los litigios judiciales con su primera esposa, no descansa. Aparece invitado, un sábado, a participar de un partido a beneficio de la familia de un reconocido periodista fallecido por una enfermedad, y en el estadio de Argentinos Juniors que lleva su propio nombre. Como no puede jugar, aparece con la camiseta de su primer equipo y habla al público con un micrófono desde la mitad de la cancha y les agradece por haber venido y les adelanta que “un día voy a dirigir aquí” y canta como un hincha, siempre al micrófono, algunas canciones que los simpatizantes le cantaban a él cuando era muy joven en los años setenta. “Si andan por la Paternal, y lo quieren conocer, él es Diego Maradona, el hermano de Pelé”.

Tampoco tiene problemas en cantar desde el césped con los hinchas de Gimnasia “el que no salta, es un inglés” (Inglaterra lleva un largo litigio con Argentina por las Islas Malvinas –Falklands-), en referencia a su ex compañero y luego su dirigido (en el Mundial 2010) Juan Sebastián Verón, ex jugador de Sampdoria, Parma, Lazio, Inter y Manchester United y ahora presidente del otro club de la ciudad de La Plata, Estudiantes, y con quien está enfrentado desde hace años. “Yo camino solo por la calle, hablar al púbico es fácil”, respondió Verón días más tarde.

Ante el presidente argentino Alberto Fernández, Maradona tampoco tiene intenciones de saludarlo y dialogar. Lo abraza fuerte, no lo suelta por minutos, hasta que le lanza una propuesta: la de recrear aquellos potreros de los años setenta en los que él jugaba, pequeños espacios de tierra donde el balón bota caprichosamente para cualquier lado y hay que aprender a dominarlo. La idea de Maradona es que haya muchos en todo el país para contener a los jóvenes y descubrir a los nuevos cracks.

La gran incógnita es el grado de receptividad del presidente ante la propuesta, y si el ex genio del balón tendrá tiempo, en sus agitados días, para llevar a cabo semejante proyecto.

Quién es Vicente Boluda, el poderoso empresario naviero que quiere desbancar a Florentino Pérez de la presidencia del Real Madrid (Infobae)




Parece que por fin, tras tres elecciones presidenciales sin ningún aspirante opositor, Florentino Pérez tendrá, después de doce años en el máximo lugar en el Real Madrid, un contrincante en 2021. Se trata del poderoso empresario naviero valenciano Vicente Boluda, quien justamente le entregara el poder en 2009 cuando quedó interinamente a cargo del club ante la renuncia de Ramón Calderón.

La historia de Boluda como presidente interino del Real Madrid comienza el 13 de enero de 2009, cuando se descubrió que en una asamblea del club, el entonces presidente Calderón había infiltrado a socios que no reunían la condición de compromisarios, y a personas que ni siquiera eran socias y muchos de ellos, íntimos del mandatario, como su hermano Ignacio y su hijo Jaime. Pese a la primera rotunda negativa sobre estos hechos, Calderón se vio obligado a renunciar.

Tres días después, Boluda llegaba a la presidencia blanca como interino, en un mandato que duraría menos de seis meses porque el 1 de junio le entregó el cargo a Florentino Pérez, quien asumía por segunda vez en su vida (había renunciado el 27 de febrero de 2006 luego de casi seis años como mandatario), tras imponerse en las elecciones como único candidato. En aquel acto, Boluda le deseó “de corazón, la mejor de las suertes” y le ofreció “ayuda y apoyo”.

El Real Madrid, a mediados de 2009 cuando Boluda le entregó la presidencia a Pérez, no se encontraba en el mejor momento. El Barcelona acababa de ser campeón de Europa con Josep Guardiola de entrenador y poco antes le había propinado una tremenda goleada a los blancos en el estadio Santiago Bernabeu por 2-6.

Ese Real Madrid, en el que atajaba Iker Casillas y ya defendían Sergio Ramos y Marcelo, y atacaba Raúl, contaba con los argentinos Gabriel Heinze, Fernando Gago y Gonzalo Higuaín, y había sido derrotado por el Real Unión de Irún, de la Segunda B (Tercera División española) en dieciseisavos de final de la Copa del Rey, tras empatar en el global de los dos partidos 6-6 y por el gol de visitante, y tampoco había logrado pasar de los octavos de final de la Champions League, dirigido por Juande Ramos, al caer ante el Liverpool por un global de 5-0. Antes de enfrentar a los ingleses, Boluda recorrió los programas radiales y realizó una de sus pocas declaraciones recordadas, cuando aventuró que su equipo le ganaría a los “reds” 3-0 en Madrid y 2-1 en Inglaterra “porque necesitarán ganar, ellos se van a abrir y les vamos a chorrear”. Pero las cosas fueron muy diferentes.

Boluda anunció su candidatura a la presidencia del Real Madrid para las próximas elecciones de 2021 en una cena de la Asociación de Empresarios Valencianos (AVE), que preside. Se trata de un lobby que viene reivindicando un corredor ferroviario mediterráneo y la reforma del modelo de financiación autonómica en España.

En ese ágape, Boluda manifestó que reúne el dinero para poder presentarse en los comicios, que tiene en mente tres fichajes de jugadores estrella y dijo que “hay franceses que son muy buenos”, lo que muchos vincularon con un intento por traer al Real Madrid al joven delantero campeón mundial del PSG, Kyllian Mbappé.

Pero además, el empresario naviero dio interesantes definiciones políticas sobre el Real Madrid, cuando sostuvo que se presenta para garantizar que haya un proceso electoral en el club y un candidato alternativo a Florentino Pérez tras doce años sin oposición. “Tiene que haber un presidente diferente al que está” –afirmó- porque es un cargo que lo multiplica todo. Vas a muchos sitios y creen que la capital de España se llama Real Madrid” y llegó a unir sus actividades privadas con lo que ocurre hoy en los partidos del Santiago Bernabeu: “pareciera que los problemas de la financiación de la comunidad valenciana pudiera solucionarse en los palcos”, en referencia a que se suele comentar que en la zona noble del estadio, muchos empresarios y políticos van durante los partidos a hacer negocios o pactos.

“No sé si ganaré pero se puede intentar. Habrá que tener opción porque antes no hubo opción”, indicó Boluda en la comida de los empresarios valencianos. “Yo ya lo tenía decidido desde antes, pero al cambiar el estatuto, cambiaron la edad para ser presidente pero me gustaría porque al Madrid lo llevo en el alma y en el corazón. Lo que más me duele es que hay que devolver el club a sus socios y el club se ha distanciado de los socios”, señaló luego al programa “El Larguero” de la Cadena SER.

Se refiere a los importantes cambios que introdujo Florentino Pérez al estatuto del club el 30 de septiembre de 2012: se modificó uno de los requisitos para ser candidato a presidente de los diez a los veinte años de antigüedad como socio, y si la Ley del Deporte español decía que en los clubes que no son SA, los candidatos deben avalar con el 15 por ciento del presupuesto,  se agregó “con el patrimonio personal como única y exclusiva garantía” (según Pérez, para blindarse ante el intento de que cualquier magnate o jeque entre al club, avalando a otro desde afuera). La otra gran modificación fue la introducción del voto por correo ante notario al margen del correo público (Correos).

“La modificación de los estatutos persigue enredar para alejar del club a los socios. No entiendo por qué hay que tener más de veinte años de socio para ser presidente porque en ningún club del mundo existe una exclusión semejante. Excluye así a 90.000 socios.

No hay ningún motivo para poner este requisito, salvo que Florentino quiera eliminar competidores en las próximas elecciones. No me imagino quién podrá hacerle oposición, pero la poca que puede cumplir con las condiciones ya impuestas, estará muerta. Yo, que he sido presidente y además, ratificado por la asamblea, no podría volver a ser presidente ni ahora ni dentro de cuatro años porque en 2017 me faltará un mes para los veinte años como socio. Si cualquier ciudadano español mayor de edad puede ser presidente de todos los españoles, ¿por qué el Real Madrid impone esta exclusión?”, se preguntaba ya en ese entonces Boluda, muy distanciado de Pérez a tres años de entregarle el mandato.

Pérez, que fue presidente del Real Madrid entre 2000 y 2006, regresó en 2009 como único candidato, y desde entonces no tuvo contrincante en las otras dos elecciones, en 2013 y en 2017.

La modificación del voto por correo privado y ante notario, en tanto, proviene de 2000, cuando sorpresivamente Pérez se impuso al entonces presidente Lorenzo Sanz gracias a este sistema, pero Boluda se opone tajantemente. “En 2009 “yo impuse ajustar el voto por correo a la Ley General Electoral para hacerlo a través de Correos, que es universal, barato y fácil de usar para todos. Si vale para elegir al presidente español, ¿cómo no va a valer para elegir al del Real Madrid? ¿Y los que viven en los pueblos? Así se pueden manipular muchas cosas porque quien recibe y custodia los votos no es Correos, que es un organismo oficial”.

Boluda nació en Valencia el 31 de marzo de 1955 (64 años) y es doctor en derecho por la Universidad Complutense de Madrid y tiene varios másters en derecho marítimo y posee la segunda flota en el mundo en remolcadores, así como es el presidente de la Asociación Naval de remolcadores de España, miembro de la Academia Española de Jurisprudencia y Legislación, patrono de la fundación "Mujeres por África” y miembro de la Real Academia del Mar.

La sede de Boluda Corporación Marítima está ubicada donde se alzaba el edificio de oficinas de Unión Naval, destruida durante la Guerra Civil española por la aviación alemana e italiana y luego, reconstruido.

Su imponente despacho está decorado con pinturas marinas, maquetas de barcos, maderas nobles, y a la izquierda de la entrada, en un estante, pueden observarse algunas réplicas de trofeos del Real Madrid. Su grupo es un gigante naval que también se dedica al transporte de mercancía y gestión de terminales, como el suministro de combustible en 29 países y 118 puertos. En el jardín de la entrada hay un busto de su abuelo (Vicente Boluda Mari 1904-1998), que heredó una fábrica de curtidos al morir su padre por una epidemia de gripe, pero vendió su parte a sus primos y invirtió en el puerto y a los 16 años ya se había quedado con todos los remolcadores de la zona. Tan sólo en 2019, su grupo facturó alrededor de 800 millones de euros.

Es amigo del ex rey español Juan Carlos I, a quien llegó a alojar en su residencia de Navajas de Castellón. También es el dueño de las Bodegas Fos (“un capricho”), y posee el 6,8 por ciento de las acciones de la Cadena radial Cope (donde dejó en el directorio a Esther Pastor, su pareja).

Vicente Boluda se hizo cargo de la empresa en 1982 con 28 años, luego de haber estudiado derecho en Madrid, cuando la compañía tenía los puertos de Valencia y Cartagena, el 50% de Castellón y 15 remolcadores de los que 12 eran de madera. En Libia puso la primera base internacional del grupo y en pocos años, ya poseía sociedades, que luego se redujeron por fusiones y extinciones.

Fue rico desde la cuna, como su padre y su abuelo, pero a diferencia de ellos, hizo crecer exponencialmente a la empresa porque si bien en 1989 facturaba 21 millones de euros, pasó a los 800 millones cuando su grupo adquirió a la holandesa Kotug Smit Towage, con ganancias anuales de 60 millones.

Opera en nueve de los mayores diez puertos de Europa (“el que nos falta es Barcelona”, dice) y se expandió a gran parte de América Latina y África (“En EEUU no,  porque la consideran industria estratégica, sólo podríamos tener el 27% de una compañía y los directores y consejeros tienen que ser norteamericanos, aunque ellos sí pueden venir y comprar lo que deseen”).

Boluda admitió su preocupación por la guerra comercial entre Washington y Pekín que se refleja también en su industria. “Tienen que llegar a un acuerdo porque ninguno de los dos tiene toda la razón. No se puede despedir a la gente de la industria en EEUU y Europa y que luego, en algunos sectores, te invadan con lo que todos sabemos que es dumping. Si queremos tener los hospitales que queremos tener, los niveles salariales y el sistema de vida occidental, habrá que protegerlos un poco ante países tan voraces”.

En 1999, Boluda compró Unión Naval de Levante, para especializarla en la fabricación de remolcadores pero la cerró una década más tarde ante la imposibilidad de competir ante la falta de subvenciones públicas vetadas por la UE. “La única construcción naval que queda en Europa es la de buques de pasaje, grandes cruceros, en Alemania y Francia pero el día que consigan carpinteros y ebanistas, eso también se acabará”, le comentó al diario El País, en una entrevista.

Durante cinco años formó parte del Comité de Transparencia del Instituto para las Obras de Religión, el Banco Vaticano. “Uno en la vida hace cosas porque quiere un mejor coche, una casa mejor, vivir mejor. En el Vaticano, si pasas a un grado superior, pueden cambiarte el color de los botones pero sigues igual, con lo cual, ¿por qué esas luchas intestinas para subir? Allí vi lo que es el poder por el poder”.

“No me gusta la política de Florentino Pérez –se vuelve a distanciar-. Ganar más o menos títulos, a veces es lo de menos, pero con sus posicionamientos y sus maneras, ha conseguido que sea el club más odiado de España y a eso no hay derecho. En la vida hay que ser humilde”, concluye Boluda, decidido a ir por la presidencia del Real Madrid.

















lunes, 23 de diciembre de 2019

Las enormes diferencias entre Europa y Sudamérica que esta vez no se vieron en el Mundial de Clubes (Interia)





Las estadísticas son contundentes: desde que se juega con el formato actual del Mundial de Clubes que organiza la FIFA, los clubes europeos se impusieron en doce de las quince ediciones (sólo en 2005, 2006 y 2012 ganaron el torneo tres equipos sudamericanos) y la diferencia de presupuestos entre unos y otros va en aumento y desde allí, en principio, pareciera que no podría haber competencia seria.

Sin embargo, no fue lo que ocurrió en la última edición, que acaba de finalizar en Qatar. Tanto en semifinales ante los Rayados de Monterrey (México), como especialmente en la final ante el Flamengo (Brasil), al poderoso Liverpool de Jürgen Klopp - campeón vigente de la Champions League y abrumador líder de la Premier League inglesa, en la que apenas cedió un empate en 17 partidos, casi toda la primera rueda- le costó muchísimo superar esos escollos raros, con rivales que juegan de una manera completamente diferente a los europeos y que vuelven a instalar el debate futbolístico y marketinero: ¿hacia dónde va el fútbol mundial de élite?

El alemán Klopp, sin dudas uno de los mejores entrenadores del mundo (ya instaló al Liverpool en tres finales europeas, dos de Champions y una de Europa League, tras su gran campaña en el Borussia Dortmund), se dio el lujo, en Qatar, de decir con tono arrogante que jamás había visto un partido de los Rayados de Monterrey, su rival en semifinales, y que le importaba más la Carabao Cup inglesa que el Mundial de Clubes, pero que había que afrontar el compromiso.

Sin embargo, Klopp se dio cuenta de que aunque comenzó con suplentes ante los Rayados, no le alcanzaba con eso para ganar el partido aunque lo haya dominado en líneas generales y recién pudo asegurar su pase a la final cuando tuvo a casi todo su once habitual a excepción de Virgil Van Dijk y Georginio Wijnaldum, y ni siquiera con el defensor holandés y su elenco principal pudo imponerse al Flamengo hasta el alargue de la final para, allí sí, llevarse el trofeo que lo acredita como campeón mundial por primera vez en su historia.

Tanto Rayados como especialmente Flamengo, plantearon partidos muy serios y parejos, lo que lleva a debatir cuánta es la distancia real entre europeos y sudamericanos si pudieran jugar en igualdad de condiciones, como más o menos ocurriera con el formato anterior de Copa Intercontinental entre 1960 y 2004 (se imponían hasta ese entonces los sudamericanos 22-21 y no se disputó en 1975 y 1978 y la distancia se acortó en la última década porque entre 1995 y 2004, apenas Boca Juniors de Argentina ganó dos veces entre ocho de los europeos.

Nada de esto es casual: 1995 fue el año en el que comenzó a aplicarse la Ley Bosman, por la cual los clubes europeos podían contratar libremente a jugadores de todo el continente, llegándose a la aberración de equipos sin ningún jugador nacido en el país en el que jugaban entre los once titulares como en el Inter de Milán o el Arsenal de Londres.

Si a esa posibilidad le sumamos que también los sudamericanos o africanos con pasaporte europeo podían jugar libremente, la diferencia que se generó con los clubes de los otros continentes fue cada vez mayor hasta llegar al formato del Mundial de Clubes desde 2005, para darle participación a los clubes de todos los continentes, en el que ya los presupuestos europeos se habían disparado y los jugadores sudamericanos más importantes ya habían emigrado hacia el fútbol más poderoso.

El mejor ejemplo de lo que sostenemos es el gol que definió este último Mundial de Clubes: un brasileño, Roberto Firmino, terminó siendo el verdugo, con una camiseta de un club inglés, ante sus propios compatriotas del Flamengo.

De cualquier forma, las cosas no van a quedar así y con la idea de “adaptarse” a los tiempos que vienen, la FIFA ya anunció para 2021 un Mundial de Clubes de 24 equipos en China, que se jugará cada cuatro años y cuyo método de clasificación es, por lo menos, polémico, dado que acepta equipos provenientes de la Europa League y de la Copa Sudamericana (su par del otro lado del océano), que son torneos jugados por equipos que en sus ligas ocupan desde la cuarta, quinta o sexta posición, es decir, por debajo de otros que hicieron más méritos para clasificarse a la Champions League o la Copa Libertadores, los máximos campeonatos de sus continentes, por lo que la FIFA le otorga más chances de jugar un Mundial de Clubes al que se clasifica quinto de una liga nacional que al que se clasifica tercero, por dar un ejemplo. Y todo por el poderoso marketing. Porque siendo quinto en la clasificación final de una Liga se tiene más chances de ganar la Europa League que siendo tercero, de ganar la Champions League.

Lo que se observa cada vez más es que la FIFA no impone una lógica deportiva en sus decisiones sino una puramente comercial y posibilista a partir de “lo que hay”, como si resignadamente hubiera que aceptar lo que ocurrió a partir de cuestiones muchas veces ligadas con presiones de los poderosos.

Si las grandes ligas nacionales, gracias al poder de la TV y otros sponsors, o de economías nacionales de sus países en mejor estado, tienen más fuerza que las otras, la FIFA “estudia” ahora que las ligas de dos o tres países puedan unificarse para poder competir.

O si las Federaciones Nacionales de la UEFA terminaron aceptando estructurar una tercera competición continental, la Copa de las Naciones, por presión de la Asociación Europa de Clubes (ECA) para que sus jugadores no carguen con el “Virus FIFA” de los amistosos por todo el mundo, ahora la FIFA lo que quiere no es debatir si la fuerza de los clubes poderosos es mayor que el de las selecciones nacionales, sino que busca apropiarse de una Liga Mundial que amplíe al resto de  las selecciones del planeta. Posibilismo puro, basado en “lo que hay”, nada de discutir medidas más justas o tratar de acercar las enormes distancias existentes.

Aún así, y con el indiscutible liderazgo europeo y mundial del Liverpool, todavía hay clubes como Rayados o Flamengo que siguen luchando, en inferioridad de condiciones económicas, para que las futbolísticas no se noten tanto, como ocurrió en Qatar. Es que lo que aún nadie pudo cambiar es que a la hora de comenzar el partido, en la cancha sigan siendo, todavía, once contra once.



La maldición del Liverpool que ilusiona al Flamengo (Infobae)




Pese a haber ganado ya seis Copas de Europa (dos de ellas, las más recientes, con el formato de Champions League), el Liverpool nunca pudo ganar el Mundial de Clubes y tendrá la ocasión de conseguirlo justamente ante un equipo sudamericano, el Flamengo, que lo venció en 1981, cuando todavía se jugaba la Copa Intercontinental en Japón.

Liverpool enfrentará al Flamengo en la final del Mundial de Clubes de Doha, en la cuarta oportunidad en la historia de esta competición en la que se repetirán los rivales. En 1964 y 1965, Inter de Milán e Independiente se enfrentaron por la vieja Copa Intercontinental, cuando todavía dirimían el título mundial entre los campeones de Europa y Sudamérica, y en ambas oportunidades se impusieron los italianos. En 1960 (la primera edición) y 1966 se enfrentaron Real Madrid y Peñarol. En la primera oportunidad se impusieron los españoles y en la segunda, los uruguayos. Finalmente, Boca y Milan se enfrentaron en 2003 por la Copa Intercontinental, con triunfo argentino, y en 2007 por el Mundial de Clubes, con victoria de los italianos.

“A mucha gente de Europa no le interesa para nada el Mundial de Clubes. La situación es diferente para ellos que para nosotros. Flamengo fue enviado con la orden clara de ganar el Mundial y regresar como héroes. A nosotros nos dijeron “quédense acá y ganen la Carabao Cup. Esa es una gran diferencia y no podemos cambiar eso, pero mi equipo quiere ganar el torneo, aún cuando la opinión de Europa es diferente de la de Sudamérica”, dijo el alemán Jürgen Klopp, director técnico del Liverpool, en la conferencia de prensa previa a la final, acaso abriendo el paraguas.

El Liverpool fue campeón de la Copa de Campeones de Europa de 1977, 1978, 1981 y 1984, y luego, de la UEFA Champions League de 2005 y 2019. En el caso de las dos primeras, le correspondía jugar en ambos casos por la Copa Intercontinental ante Boca Juniors, que fue bicampeón de la Copa Libertadores de América en esos años, cuando lo dirigía Juan Carlos Lorenzo, pero el club inglés desistió en ambas ocasiones por “razones de calendario”.

Así es que pese a que en 1977 venció a Borussia Möchengladbach en la final de la Copa de Europa en el Estadio Olímpico de Roma por 3-1 con un equipo que dirigía el legendario Bob Paisley y en el que atajaba Ray Clemence, y tenía a Phil Neal como defensor, a Ray Kennedy como volante, pero especialmente a su máxima estrella, Kevin Keegan en el ataque (los goles los marcaron Terry McDermott, Tommy Smith y Neal), el que terminó enfrentando a Boca por la Copa Intercontinental fue el club alemán, subcampeón,  que contaba con figuras como Bertie Vogts, Rainer Bonhof, Uli Stielike y Jupp Heinckes y que dirigía Udo Lattek (luego entrenador de Diego Maradona en el Barcelona), y cuya figura era el danés Allan Simonsen, que había llegado a empatar provisoriamente la final ante los “Reds” de Anfield.

En 1978, otra vez el Liverpool de Paisley se coronó campeón de Europa al vencer 1-0 al Brujas de Bélgica (que dirigía el holandés Ernst Happel) en Wembley con gol de quien sería uno de sus máximos referentes históricos, el escocés Kenny Dalglish, aunque también se había agregado Graeme Souness. Esta vez, el “problema de calendario” para jugar contra Boca lo tuvieron tanto los Reds como los belgas, por lo que la Copa Intercontinental quedó desierta y no se disputó, tal como había ocurrido en 1975, cuando Independiente ganó la Copa Libertadores pero el Bayern Munich, campeón de Europa, no quiso jugarlo, ni tampoco el subcampeón, el Leeds United.

El dominio del Liverpool de Bob Paisley en Europa, por aquellos años, era muy grande, y apenas tres años más tarde, en 1981, volvió a ser campeón, esta vez ganándole la final de la Copa de Campeones al Real Madrid por1-0 en el estadio del Parque de los Príncipes en París con un gol de Alan Kennedy a apenas ocho minutos del final y ante un equipo blanco que no conseguía el título continental desde 1966.

Los blancos estaban dirigidos por Vujadin Boskov y contaban en sus filas con el arquero Agustín, con José Antonio Camacho y Uli Stielike en la defensa, Vicente Del Bosque en el medio, y con Juanito, Carlos Santillana y Laurie Cunningham en el ataque.  Esta vez, los ingleses decidieron jugar por la Copa Intercontinental porque desde el año anterior, 1980, Japón se había impuesto como sede para atraer a los equipos europeos que durante la década de los Setenta se habían negado en muchas oportunidades a viajar a Sudamérica, argumentando cuestiones “de calendario” cuando en realidad, temían padecer episodios de violencia como le ocurriera al Milan ante Estudiantes en 1969, o a Johan Cruyff ante Independiente en 1972, jugando para el Ajax.

El 13 de diciembre de 1981 en el Estadio Nacional de Tokio, Liverpool tuvo que enfrentar a un muy fuerte Flamengo -el mismo rival que ahora-, que estaba dirigido por Paulo César Carpegiani y que contaba con Zico como máxima estrella, pero también con jugadores como Mozer, Junior, Andrade, Tita o Nunes. Los brasileños liquidaron el partido en el primer tiempo y se impusieron 3-0 con dos goles de Nunes y uno de Adilio, pero en los tres intervino Zico, “El Pelé Blanco”, con dos pases milimétricos y un tiro libre que alcanzó a rechazar a medias el arquero Clemence (al que poco antes Maradona había gambeteado en Wembley en un amistoso Inglaterra-Argentina aunque la pelota acabó rozando el palo y todo el estadio se puso de pie para aplaudir al argentino).

Tres años más tarde, en 1984, el Liverpool ganaría su cuarta Copa de Europa al vencer a la Roma en su estadio Olímpico de la capital italiana tras empatar 1-1, por la vía de los penales (4-2). Ya el director técnico Paisley había sido reemplazado por Joe Fagan, el arquero era Bruce Grobbelaar, y ahora a Dalglish lo acompañaba en el ataque un poderoso goleador galés, Ian Rush. Los “Reds” había logrado vencer a una gran Roma dirigida por el sueco Nils Liedholm, un defensor del fútbol vistoso, y con jugadores como el arquero Tancredi, los brasileños Roberto Fakcao y Toninho Cerezo en el medio, y un ataque compuesto por Bruno Conti, Roberto Pruzzo y Franco Graziani, casi todas figuras del Mundial de España 1982.

Este triunfo le dio la chance al Liverpool de disputar otra vez la Copa Intercontinental en Japón, ahora ante el Independiente de José Omar Pastoriza, campeón de la Copa Libertadores. Se enfrentaron el 9 de diciembre de 1984 y Liverpool salió a la cancha con Grobbelaar; Neal, Gary Gillespie (escocés), Alan Kennedy, Hansen; Nicol, Craig Johnston, Jan Melby (danés)), John Wark (escocés), Dalglish (escocés) y Rush (gales), mientras que Independiente alineó a Carlos Goyén; Nestor Clausen, Hugo Villaverde, Enzo Trossero, Carlos Enrique; Ricardo Giusti, Claudio Marangoni, Jorge Burruchaga, Ricardo Bochini; José Percudani y Alejandro Barberón.

Pese a que los ingleses tuvieron más tiempo la pelota, se impusieron los argentinos con un tempranero gol de Percudani a los 6 minutos del primer tiempo. El Liverpool quedaría cerca de jugar otra vez la Copa Intercontinental en 1985 (le habría tocado ante Argentinos Juniors) pero fue derrotado en la final de la Copa de Campeones de Europa por la Juventus de Michel Platini en el contexto de los luctuosos episodios de Heysel en los que muchos hinchas ingleses murieron o fueron gravemente heridos en las tribunas.

Tras ese glorioso período de entre fines de los Setenta y mediados de los Ochenta, el Liverpool tuvo que esperar dos décadas para volver a los primeros planos europeos, cuando ya se disputaba la Champions League. Fue en la temporada 2004/05 cuando, dirigido por el español Rafa Benítez, levantó en la final de Estambul ante el Milan de Carlo Ancelotti uno de los partidos más increíbles de la historia de la competición.
Al terminar el primer tiempo, perdía 3-0 ante un equipo que contaba en sus filas con el arquero brasileño Dida, su compatriota Cafú integrando una defensa con el holandés Jap Stam, Alessandro Nesta y Paolo Maldini, un mediocampo con Andrea Pirlo, Gennaro Gattuso, el holandés Clarence Seedorf y Kaká, y el ataque con el ucraniano Sevchenko y el argentino Hernán Crespo. Maldini había marcado el primer gol al minuto de juego, y Crespo, otros dos. Pero en el segundo tiempo, los “Reds”, con los españoles Xabi Alonso y Luis García en el medio, y con Steven Gerrard como gran estrella, lograron empatarlo 3-3 en una ráfaga de seis minutos por Gerrard, el checo Vladimir Smicer y Alonso. Tuvieron que ir a los penales, en los que el polaco Jerzy Dudek se convirtió en la figura, y eso le valió pasar luego al Real Madrid. El Milan se desquitaría dos años después y le ganaría la final de 2007.

Esa Copa le dio al Liverpool de salir a buscar otra vez el título mundial en Japón, esta vez ante el San Pablo de Paulo Autori, que contaba con un gran arquero como Rogerio Ceni, con un lateral como Cicinho, un marcador central como el uruguayo Diego Lugano y figuras como Danilio y Aloisio.  En los Reds el español Pepe Reina se había adueñado del arco y su compatriota Fernando Morientes se había sumado al ataque para lo que se dio en llamar el “Spanish Liverpool”. El San Pablo terminó imponiéndose 1-0 en Yokohama con gol de Mineiro, a los 27 minutos del primer tiempo.

Tras haber perdido una chance en 2018 luego de caer en la final de Kiev ante el Real Madrid por la final de la Champions League, esta vez, en Doha, el Liverpool tendrá su sexta oportunidad de coronarse campeón mundial de clubes cuando vuelva a enfrentarse al Flamengo 38 años más tarde, y tras haber ganado la final de la Champions League al Tottenham de Mauricio Pochettino en junio pasado en el estadio Wanda Metropolitano del Atlético Madrid por 2-0, con goles del egipcio Mohamed Salah a los 2 minutos del primer tiempo, y del belga Divock Origi a tres minutos del final. ¿La sexta será la vencida?


Carles Rexach, quien fichó a Messi en el Barcelona: “Creo que tiene para varios años más y es el mejor de siempre” (Infobae)




Carles Rexach, 72 años, sigue trabajando en el Barcelona y tiene una columna en el diario “Mundo Deportivo” que se titula “Correr es de cobardes”. Es un crack histórico del club, al que llegó a los doce años y en el que luego también fue DT , y necesitó segundos de ver en acción a un Messi adolescente para decidir su fichaje.
Rexach dialogó en exclusiva con Infobae.

-         ¿Qué pasó por su cabeza cuando vio a Lionel Messi levantando su sexto Balón de Oro como mejor jugador del mundo, siendo que usted fue quien lo hizo fichar para el Barcelona?
-         Una gran alegría porque se trata de alguien que cada día se supera a sí mismo y cuando le va bien, me hace salir en todos los medios, así que me preparo (risas) pero lo entiendo y estoy encantado de la vida, pero más que para mí, es una gran satisfacción para él porque la foto de ahora es hermosa y vive un momento espectacular pero la gente no conoce todos los sacrificios y los malos tiempos que tuvo que atravesar cuando llegó a vivir a Barcelona siendo un adolescente.

-         Usted lleva años trabajando en el Barcelona, descubriendo talentos. ¿Cómo fue con Messi?
-         Ahora es fácil porque es demasiado evidente su superioridad pero cuando lo vi, me dije “este tío es un fenómeno” y lo primero que pensé es que si no le pasaba nada raro, que no se volviera loco, que no tuviera un accidente, que creciera en estatura, tenía que llegar muy lejos. Incluso una vez que lo fichamos, le hacíamos “partidos trampa”…

-         ¿”Partidos trampa”?
-         Sí, le hacíamos jugar ante equipos compuestos por gente mucho mayor pero la pelota la tenía siempre él y aquella timidez que tenía fuera de los campos de juego, se iba una vez que comenzaba a jugarse y era otra persona.

-         Aún así, se dice que no fue tan fácil ficharlo porque había quienes se resistían en el Barcelona.
-         Es que había muchas trabas que manifestaban algunos dirigentes, porque decían que era muy pequeño, extranjero (y por lo tanto, no podía jugar las ligas locales), pero yo confiaba en lo que me había dicho mi contacto en Argentina y el dirigente Josep María Minguella, que aunque tenía 12 años “tienes que verlo”. Pero con esa edad y viniendo de tan lejos, yo no podía irme hasta allí a verlo. Les dije “hagamos algo, que venga una semana a Barcelona con su familia y lo vemos en Barcelona” pero hubo un problema inesperado, que me tuve que ir de viaje justo en ese momento.

-         ¿A dónde se fue?
-         Me fui como ojeador de jugadores para el Barcelona en los Juegos Olímpicos de Sydney y cuando regresé, me dijeron que la familia ya no aguantaba más de esperar, e incluso me decían “es un jugador de metegol”, entonces al llegar dije “bueno, mañana montamos un partido y lo veo” y ni bien lo vi, me di cuenta de que era un fenómeno, pero es que si uno no lo ve, en este caso, debe irse a casa y dejarle el puesto a otro (risas).

-         ¿Es cierto que hubo una situación de equívoco porque el padre de Messi pensó que como usted se fue rápido del entrenamiento, parecía que no le había interesado?
-         Lo que sucedió es que yo llegué y cuando el partido comenzó, estaba en un córner y fui pasando por detrás del arco hasta llegar a la mitad de la cancha y allí me fui, pero era porque no había nada para ver. En todo el rato que estuve mirando, la pelota la tenía siempre Messi.

-         Pero tampoco fue fácil después.
-         No, porque ya sabes cómo es un club tan grande. Yo estaba en el primer equipo y llegaba el chico con el padre al club y no había nadie para recibirlos, los días iban pasando, se enojaron y allí fue cuando Minguella me dijo “hagan algo porque lo van a perder” y entonces yo me comprometí ante su padre tomando una servilleta de un bar y comprometiéndome allí a llevar a cabo todo lo prometido y así es que me puse al frente de todo, incluso, para tratar de solucionar la situación del padre, que era extranjero y necesitaba la residencia, pero era complicado porque el chico tenía que jugar por libre, sin un torneo regular por su situación, aunque a la larga, yo creo que todos estos problemas lo hicieron mucho más fuerte. No es fácil estar en La Masía siendo tan pequeño.

-         ¿Por ejemplo?
-         Cuando oscurece, los niños se ponen tristes, extrañan a sus familias, hay que estarles encima diciéndoles que ya los visitarán, que ya vendrán tiempos mejores. Messi ha pasado momentos duros.

-         ¿Cuánto de Messi hay en el Barcelona y cuánto de Barcelona hay en Messi?
-         Para fichar a un chico, hay que entender de fútbol: si tiene visión de campo, si se coloca bien, pero en un caso como el de Messi, eso no fue necesario y me sobró el tiempo. Yo puedo entender lo que le pasó porque jugué toda mi vida en el Barcelona, desde los 12 años, casi como él, hasta que me retiré. Y cuando un chico es fichado por un club como el Barcelona u otro grande de Europa, es porque juega a un toque, no es morfón. Lo que hay luego es una academia que le agrega cosas. Messi tiene el don de la calle y gambeteaba muy bien pero a eso le agregó que luego aprendió a entender el fútbol en lo colectivo y acaso esa sea una diferencia con Diego Maradona.

-         ¿A ver?
-         Mire, el partido homenaje que me hicieron cuando me retiré fue hacer jugar al Barcelona contra la selección argentina (por cierto, ganamos 1-0) y estaba Maradona. Fue un jugador excepcional, fuera de serie, pero jugaba mucho para él. Messi hace lo de Maradona y trabaja también para el equipo. Hoy Messi sabe todo lo que tiene que hacer para jugar bien. El Barcelona le debe mucho a Messi, pero creo que también Messi le debe mucho al Barcelona.

-         Usted fue compañero del fallecido holandés Johan Cruyff. ¿Cuál es la diferencia con Messi?
-         Jugué cinco años con él en el Barcelona y luego integré por años su cuerpo técnico.  Fue un gran jugador, pero en especial en lo táctico. Sabía cuándo había que jugar adelante, cuándo más atrás, le gustaba mandar. Era un poco como Alfredo Di Stéfano. Que iba por todos lados.

-         ¿Dónde rinde más Messi? ¿Jugando por la banda derecha y volcándose hacia el medio, de falso nueve, por todo el campo sin posición fija?
-         Que Messi juegue por la banda derecha de vez en cuando, está bien- Es como hacer cada tanto una excursión hacia allí. Pero creo que la posición de Messi es de interior derecho, como media punta, y si su equipo juega sin un nueve fijo, que entre libre por allí, y si juega con un nueve fijo, que se apoye en él para definir. Creo que debe jugar a 15 metros del área, un poco hacia la derecha, porque en la banda puede llegar a estar unos minutos sin intervenir. Él aprendió ahora que no siempre se puede hacer una jugada genial y descarga y regresa y lo intenta otra vez.

-         ¿Tal vez esa sea la principal causa de que no le haya ido como soñaba en la selección argentina?
-         Lo de la selección argentina es una de las cosas más raras en el fútbol porque tuvo y tiene demasiados buenos en el ataque: Dybala. Higuaín, Agüero, Di María y quisieron tener a todos y cada uno quiere hacer su gol. Lo que le faltó es otra clase de jugador. En el Barcelona todos lo buscan a él pero tiene tanta calidad, que terminó generando eso pese a que había jugadores de todo tipo. Además, el Barcelona se para distinto y eso lo ayuda.

-         ¿Cómo es eso?
-         Claro, el Barcelona juega al ataque, y cuando Piqué se instala en el centro del campo, la distancia entre líneas es muy corta y entonces Messi necesita moverse en 15-20 metros, mientras que con la selección argentina tiene que bajar a buscar la pelota y hacer un sprint de 50 metros. En el Barcelona no tiene que bajar tanto y hay espacios más reducidos.

-         Durante la gala de la entrega del Balón de Oro en París apareció el tema de que se acerca el retiro- ¿Qué futuro le ve usted a Messi? ¿Para cuántos años?
-         Una muestra la tuvimos el pasado fin de semana ante el Atlético Madrid, que es un equipo duro, difícil, complicado, y sin embargo, puso todo y acabó definiendo el partido magistralmente. Además, tuvo pocas lesiones, se cuida, sabe correr la cancha. Creo que tiene para algunos años más.

-         ¿Puede decirse que es el mejor jugador de la historia?
-         Mire, yo he visto a casi todos. A Di Stéfano, a Kubala, a Puskas, a Charlton, a Pelé, a Cruyff, pero uno mira las estadísticas y Messi batió todos los récords. Le queda la guinda del Mundial pero puesto todos en una bolsa, es el mejor de siempre y además, no tenemos tantas imágenes de los otros. También hay que decir que ahora todo ayuda: pelotas más livianas, campos que parecen alfombras. Pero Messi lleva 14 años al máximo nivel sin haber tenido casi altibajos y es completo. Hay jugadores muy buenos pero que están arriba 3-4 años y desaparecen, como le ocurrió aquí a Ronaldinho.

-         Usted que está al tanto de lo que pasa en las divisiones inferiores del Barcelona- ¿Se ve abajo algo así para el futuro?
-         No hay nadie así en el club pero también los tiempos cambiaron. Cuando yo jugaba, en el Barcelona todos gambeteábamos y en el Real Madrid, también. Messi hace mucho la diferencia allí porque crea superioridad para el 2-1 al rival. En cambio, Cristiano Ronaldo tiene empuje, potencia, gol, pero no es habilidoso.

-         El presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, comenzó a hablar de preparar “La Era Post-Messi”. ¿Se está preparando ya el Barcelona?
-         Hay que acertar en los fichajes. En los últimos años, desde los tiempos de Cruyff como jugador, siempre había en el club entre 8 y 10 jugadores importantes surgidos de la cantera, pero ahora…¿cuántos hay en el primer equipo? Piqué, Sergio Busquets, Sergi Roberto, y nada más. Este es el tema. Los jugadores tienen que surgir con el concepto, hay que ganar siempre, pero a nuestra manera. No se puede descansar.

-         ¿Usted cree que Messi se retirará en el Barcelona o en la Argentina?
-         Creo que acabará aquí porque está demasiado acostumbrado a jugar ante cien mil personas, por copas de Europa, y bajar el nivel cuesta mucho- Creo que cuando se retire, ya se tomará el fútbol para divertirse porque ahora tiene que marcar goles, ser efectivo, y eso no se disfruta tanto.

-         Usted jugó el Mundial 1978 de la Argentina con la selección española. ¿Se hablaba algo de lo que ocurría en el país?
-         Bueno, no se olvide que yo venía del Barcelona y jugaba en Cataluña, donde hay mucha intelectualidad y había muchos argentinos exiliados. En Cataluña, muchos intelectuales no siguen el fútbol en detalle pero preguntan cómo salió el Barcelona en cada partido. En lo futbolístico, la selección española no interesaba casi nada. Veníamos de los mejores equipos, y nada. En Chile 1962 jugaban en el ataque Kubala, Luis Suárez, Di Stéfano, Puskas y Gento, y no pasó nada. Cada uno iba a su bola.

-         Usted conoció mucho a Cruyff. ¿Por qupe cree que no jugó ese Mundial?
-         Siempre me lo he preguntado, pero creo que él, tras perder la final de Alemania 1974, quedó tocado y no pensó que cuatro años más tarde ese equipo iba a volver a tener protagonismo, y no viajó.