jueves, 27 de febrero de 2014

Martino y el Barça tratan de capear el temporal (Jornada)



Se suele decir que cuando un presidente ratifica a un entrenador, éste tiene los días contados. Si es por eso,  que el titular provisorio del Barcelona, Josep María Bartomeu, haya salido a respaldar a Gerardo “Tata” Martino, no genera la mejor sensación, si bien todos los dirigentes del club y su director deportivo Andoni Zubizarreta repiten hasta el hartazgo que ya se está planificando la temporada siguiente y el rosarino tiene contrato hasta mediados de 2015.

Lo cierto es que Martino, y el Barcelona, atraviesan una de las peores semanas del último tiempo. Uno, por el muy mal resultado en Anoeta ante la Real Sociedad (3-1 y pudo ser mucho peor) por la Liga, y no sólo por primera vez el equipo quedó segundo y a tres puntos del Real Madrid a trece jornadas del final, sino que, mucho más extraño, renunció a su habitual juego de toques y posesión para probar por otro más recto y con muchos suplentes, algo que es visto casi como un sacrilegio para los defensores de otra filosofía que hizo que el club tuviera fanáticos en todo el planeta.

Otra regla máxima de la liga española y de la prensa cercana a los clubes grandes pasa por “vender ilusión” a sus aficionados en los momentos más aciagos ya sea en resultados o institucionales, y no es casualidad entonces que se promocionen las llegadas posibles de la joven perla croata Alen Halilovic, de apenas 17 años, o que se intentará fichar a Tomas Müller, estrella del Bayern Munich que difícilmente los bávaros dejen marchar, y que el arquero alemán Marc André Ter Stegen ya habría pasado revisación médica azulgrana ante la segura salida en junio de Víctor Valdés, posiblemente al PSG o al Manchester City.

Martino venía siendo aceptado por los medios y la afición culé, al punto de que se consideró clave el partido que el Barcelona le ganara por los octavos de final de la Champions League al Manchester City nada menos que en el Etihad Stadium y por un 0-2 que hace difícil la remontada inglesa en el Camp Nou.

Una vez finalizado ese partido, llovieron elogios para el “Tata” por cómo planteó el juego desde lo táctico y el clasificarse casi para cuartos de final, con el liderazgo de la liga hasta entonces, y el pase a la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid, al punto de darlo casi por consagrado, lo que forma parte del exitismo ya conocido, sea a favor o en contra.

Apenas días después, Martino reconocía su error en el planteo ante la Real Sociedad, en un extraño partido en el que además fue expulsado por decirle cosas inapropiadas al segundo entrenador rival, de banco a banco.

Pero a Martino, que sabe que llegó al Barcelona en un momento difícil, en el final de la carrera de algunos que sostuvieron un ciclo brillante y a los que nadie quiere encargarse de darles el adiós (de hecho, Carles Puyol ya dio a entender que se marchará al final de temporada), no es el único que atraviesa turbulencias.

El club mismo vive horas difíciles desde lo institucional cuando fue obligado a pagar otros 13 millones de euros a Hacienda por el fichaje del brasileño Neymar, que parecía de 57,1 euros al principio, y hoy ya pasa los 100, entre comisiones y obligaciones, mientras sigue la polémica sobre lo que hay que hacer con el Camp Nou, si venderlo o si remodelarlo y con qué dinero.

Ni Bartomeu, el presidente que tuvo que reemplazar al renunciante Sandro Rosell está seguro en su cargo. Podría caer si la Justicia avanza en el Caso Neymar, porque formó parte de su fichaje.

Mientras todo esto pasa, en el Real Madrid se regodean. No sólo el propio Atlético de Diego Simeone lo ayudó a quedar solo como puntero de la liga, al caer por un sorpresivo 3-0 en Pamplona ante Osasuna,  mientras los blancos van encontrando la mejor forma y golearon de manera implacable por 1-6 al Schalke 04 en su visita por la Champions con la máquina de hacer goles de Cristiano Ronaldo, Karim Benzema y Gareth Bale.

En Barcelona, rezan por un triunfo del Atlético en el derby del fin de semana ante Real Madrid en el Vicente Calderón, y que vuelva, por fin, la calma para el lado de los pirineos.

 


sábado, 22 de febrero de 2014

La semana agridulce del Barcelona (Yahoo)



Un gran periodista argentino entre las décadas de 1950 y 1970, Dante Panzeri, al que seguramente Gerardo “Tata” Martino leyó, acuñó una frase que luego sería retomada por muchos hasta transformarse en un clásico del fútbol mundial: “Dinámica de lo impensado”.

Con esto, el fino analista fallecido en 1978, apenas un mes y medio antes de comenzar el Mundial de su país, con el que era ácidamente crítico, se refería a que en cierto modo, en el fútbol resulta inútil preverlo todo, porque el azar juega su propio partido y hay cuestiones que ni los deportistas ni los entrenadores pueden cambiar ni aún con todo estudiado.

Seguramente Martino sufrió esto que hace tantos años sostenía su compatriota Panzeri cuando tras la lectura de periódicos deportivos o generales en referencia a su participación como entrenador del Barcelona en la presente temporada, lo dieron como triunfador por primera vez en forma casi definitiva, luego de mirarlo de reojo en el primer semestre por ser alguien llegado allende los mares, desde el otro lado del Océano Atlántico.

Martino fue recibido con cordialidad por la prensa catalana o española pero con una advertencia: esto no es el fútbol argentino ni sudamericano, se juega de otra manera, hay otros valores en juego, se ficha distinto, se piensa más en el mercado, se habla mucho más de los “alrededores” del torneo y hay demasiado show.

Al argentino, de buen hablar y de un notable sentido común, enseguida se le hizo saber que “no conoce” la liga y que debería adaptarse a las nuevas reglas, pero Martino fue obteniendo buenos resultados, rápidamente se amigó con el núcleo duro del vestuario, es decir, los capitanes y jugadores veteranos (Puyol, Xavi, Valdés, Iniesta) y no aparecieron problemas internos.

Sin embargo, con el correr de los meses, el juego del Barcelona comenzó a resquebrajarse. Las rotaciones, las lesiones (Iniesta, luego dos meses sin Messi, a la vuelta de éste, la de Neymar), la regularidad del Atlético y el mejoramiento del andar del Real Madrid, fueron generando algunas dudas en determinados partidos, en los que el equipo ya no se parecía tanto al de los últimos años que deslumbrara al planeta. Pero en otros, de repente, volvía a su cauce.

La atención se enfocó mucho (como es lógico en un club como el Barcelona) en lo que pudiera pasar en los octavos de final de la Champions League. Los dos partidos de la eliminatoria ante un durísimo rival como el Manchester City, ya con el grueso del plantel en condiciones físicas, darían la pauta real del equipo y al mismo tiempo, lo colocaría entre los finalistas, o por primera vez en más de seis años, lo dejaría en casa.

Como se sabe, aunque sufriendo, el Barcelona eliminó a la Real Sociedad en la Copa del Rey y descansa hasta esperar la final de abril en Mestalla ante Real Madrid, y aunque perdía gas en la liga, mantenía el liderato junto a los blancos y al Atlético Madrid, con la Supercopa de España ganada. Todo, entonces, apuntaba a la Champions.

Y allí, el Barcelona sacó el partido adelante nada menos que en el Etihad Stadium ante un Manchester City que no pudo contar con su principal estrella, el argentino Sergio Agüero, y que al encontrarse con un dudoso penal de Demichelis a Messi, con la expulsión del defensor, el panorama se abrió, y los azulgrana jugaron uno de los partidos más sólidos dejando casi cerrado su pase a cuartos de final.

Martino se encontró, a mitad de esta semana pasada, con que el mundo le sonreía. Para muchos, el escenario de una final de Copa, una Supercopa, un liderato parcial en la liga y un pase a cuartos casi cerrado equivalía a triunfo definitivo y rápidamente el presidente Josep Maria Bartomeu salió a hablar de renovación de contrato, sin darse tiempo para más.

Sin embargo, en medio de toda esa euforia, en el seno del Real Madrid se barajaba justamente este fin de semana para dar el zarpazo en la liga porque se sabía del difícil escenario que siempre fue Anoeta para el Barcelona, mientras los blancos tenían un partido accesible ante el Elche en el Santiago Bernabeu.

Así fue, y el triunfo de 3-0 de los blancos ante el Elche dejó al Barcelona ante la única chance de ganar a la Real para seguir arriba. Y Martino, en una semana dulce, optó por una nueva y demasiado fuerte rotación, dejando tres de los cuatro defensas titulares fuera del equipo, con un Neymar recién regresado, dentro de los once.

No sólo no alcanzó, ni siquiera cuando Messi, muy fuera del partido, pudo empatar parcialmente gracias a su genialidad, que le permitió superar al mismísimo Raúl en la historia de los goleadores del torneo. El Barcelona fue ampliamente superado por los locales, como ya había sucedido apenas días atrás en el mismo escenario por la Copa del Rey, aunque sin el mismo resultado final.

El Barcelona se quedaba atrás del Real Madrid por primera vez en la temporada, le marcaban tres goles y un remate en el palo, le generaron muchas situaciones de peligro y en ningún momento le permitieron dominar el partido a pleno, en tanto que Martino no sólo se fue expulsado en el entretiempo por una descarga verbal hacia un integrante del banquillo de la Real (algo extraño en una persona tan medida y educada) sino que en la conferencia de prensa reconocía con hidalguía que se había equivocado en el planteo.

Es decir, una vez más, cuando parecía que Martino atravesaba una semana triunfal, que lo colocaba en el podio de los exitosos, terminó de la manera que menos esperaba, como bien lo hubiera podido anticipar Panzeri, al que nos referíamos al principio.

Lo cierto es que este Barcelona es cada vez más desconcertante. Pasa por momentos lujosos y otros que se pierde en los partidos y hay algunos signos de que aquél juego que tanto nos deleitó, se va apagando de a poco, dejando aún algunas luces brillosas que aún nos hacen dudar, pero que cada vez se muestran menos.

Sigue siendo el tiempo el mejor instrumento para medir hacia dónde conducirá esta etapa tan extraña del Barcelona.


miércoles, 19 de febrero de 2014

La coherencia está en la confirmación (Jornada)



Con el entrenador del seleccionado argentino, Alejandro Sabella, se podrá debatir jugador por jugador, posición por posición, sistema por sistema, pero si hay algo que no se le puede negar, y que hasta ahora le dio resultado, es la coherencia para mantener su plan, su idea de cómo tiene que confeccionar la lista definitiva de veintitrés futbolistas para el Mundial de Brasil.

Con apenas cuatro meses de distancia del máximo acontecimiento, la lista de convocados de las ligas del exterior, que había generado tanta expectativa por ser prácticamente la última importante antes de la definitiva -debido a que se puede sostener que el partido amistoso ante Rumania en Bucarest del 5 de marzo es el más trascendente hasta el debut mundialista-, pone claridad ante todas las especulaciones previas.

Si comparamos con el ciclo anterior, el de Diego Maradona como entrenador para Sudáfrica 2010, el seleccionado argentino navegaba, a esta altura, en un mar de dudas. Ahora, la situación es otra, diametralmente opuesta, con la que se puede coincidir o disentir.

Uno de los elementos constantes de estas convocatorias, que volvió a repetirse ahora, es la presencia mayoritaria de una base de jugadores, que se fue haciendo definitiva y que ya llega a veinte, una cifra tranquilizadora en cuanto a que es evidente que Sabella no parece tener demasiadas dudas.

Los tres arqueros, por ejemplo, ya parecen estar fijos y serán, nomás, Sergio Romero, Mariano Andújar y Agustín Orión, que aunque juega en el fútbol local, es el que menos dudas parece generar por sus actuaciones, al menos comparado con sus dos colegas del mismo puesto, que no atraviesan, desde hace tiempo, un buen momento en sus equipos, Mónaco y Catania, respectivamente.

Había una expectativa por si Sabella optaba por una prueba final con otros arqueros como Willy Caballero, de gran presente en el Málaga, o Sebastián Saja, en la misma situación en Racing Club, pero el entrenador parece optar por mantener la base y brindar su absoluta confianza a sus tres arqueros de casi todo el ciclo.

Para sorpresa de muchos, si en la convocatoria de los futbolistas del torneo local no aparece ningún defensor, puede decirse que todos los de la lista para enfrentar a Rumania ya serían los que irán al Mundial, porque serían dos por puesto y si para Sabella, los cuatro del fondo titulares siempre fueron pablo Zabaleta, Federico Fernández, Ezequiel Garay y Marcos Rojo, sumados a Hugo Campagnaro y José Basanta como recambios, si sumamos a Nicolás Otamendi (ratificado tras el llamado anterior ante Ecuador y Estados Unidos) e Italo Peruzzi, de buen pasar en el Catania, tendríamos las dos líneas defensivas.

Tal vez la situación más complicada está en el medio de la cancha. Si bien no parece haber problemas para el recambio de Javier Mascherano con Lucas Biglia, no parece que Sabella vaya a dejar de lado en este momento a Fernando Gago y su reemplazante natural es Ever Banega, mientras que tampoco resulta fácil que salga Maxi Rodríguez, como volante externo.

Por esta razón, las convocatorias de José Sosa, Augusto Fernández y Ricardo Alvarez parece indicar que los tres se disputarán el único lugar disponible en la lista, con Erik Lamela ya casi fuera de la competencia.

Y el ataque, también aparece cerrado, con Lionel Messi, acompañado por Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín, Angel Di María (que también podría ser tomado como volante), Rodrigo Palacio y Ezequiel Lavezzi.

Así es que pese a tanta presión mediática y del propio jugador en el último tiempo, y aún con su muy buen presente en la Juventus, en la liga italiana, Carlos Tévez parece ya definitivamente excluido del Mundial.

Tampoco en este punto se puede negar la personalidad de Sabella. Sin ruido, sin frases altisonantes, pero con una firmeza poco habitual para ni siquiera abrir una mínima hendija a las chances del “Apache”, negándose a cualquier polémica y a cualquier intento de presión dirigencial o empresarial.

¿Qué puede haber injusticias? Seguramente la mayoría tiene alguna objeción que hacer. Este periodista, por ejemplo, sigue sosteniendo que lo que más importa es “a qué se juega”, para luego determinar “con quién”. Y hubiera preferido otro arquero (Willy), dos centrales con más salida y técnica como Martín Demichelis y el propio Mascherano, un lateral con más juego con Emanuel Mas, por la izquierda, a Javier Pastore en la elaboración y a Tévez al menos en el banco.

Pero hay que comprender que se trata de un equipo que el entrenador debe ir armando paso por paso, administrando un grupo de estrellas mundiales, en muchos casos, con cuestiones internas que nadie conoce mejor que él mismo, y en todo caso, es su decisión a partir de las experiencias que ha tenido en el ciclo.

Es evidente que para la elaboración de la base estable del seleccionado, Sabella tomó dos ejes: los seleccionados sub-20 de 2005 y 2007, y el Estudiantes de La Plata que llegó hasta la final del Mundial de Clubes 2009, con el agregado de los grandes cracks, que son indiscutidos y dándole el liderazgo absoluto al mejor jugador del mundo, Messi.

Con la unión de estos dos grupos de base es que Sabella fue armando un seleccionado que cada vez dio mayores muestras de coherencia en la repetición de los nombres y no se jugó con la ilusión de tantos que anduvieron dando vueltas en otros tiempos más caóticos.

Los resultados, por ahora, le dieron la razón al entrenador. Lo grupal parece resuelto y los nombres también. Ahora que el seleccionado está a punto de convertirse en selección, es cuando llega el momento del examen final.

Los resultados, y el propio funcionamiento en el Mundial, son los que darán el veredicto.

 

 


lunes, 17 de febrero de 2014

Messi regresa en un momento crucial (Yahoo)



Cuando aparecían las primeras preguntas sobre su estado anímico, su comodidad en el esquema del Barcelona, su necesidad de cuidarse a poco de que comience el Mundial acaso más importante de su carrera, un día Lionel Messi regresó en todo su esplendor y dejó definitivamente aparcadas las dudas sobre su presente y su potencial.

Si jamás estuvo en cuestión su excelsa técnica y sus maravillosas condiciones, desde el regreso de su última lesión, que le llevó una recuperación de dos meses, nunca antes Messi se había visto tan pletórico de fútbol y si para muchos pareció una respuesta a los apuntes de su compatriota, el entrenador Ángel Cappa, para el supercrack eso ni siquiera contó y simplemente, se trató de la evolución del tiempo y la paciencia hasta conseguir su mejor forma.

Es que Messi apareció con todo lo mejor que puede dar en una cancha en el momento justo, cuando al Barcelona se le aparece el Manchester City en el horizonte para los dos partidos de octavos de final de la Champions League, y cuando tuvo que definir el pase a la final de la Copa del Rey ante la Real Sociedad.

Pero no todo termina allí. Messi sabe bien que al mismo tiempo, la selección argentina debe jugar en Bucarest, Rumania, el próximo 5 de marzo, el último partido con cierta validez internacional antes del Mundial y la lista que en las próximas horas entregue el entrenador Alejandro Sabella, para los jugadores convocados para ese amistoso, será prácticamente la confirmación de la definitiva de veintitrés que irán al torneo de Brasil en junio.

No parecen casual, entonces, las declaraciones que formulara en estas últimas horas, acerca de que el grupo de jugadores de la selección argentina “está mejor que nunca”, dando a entender, con simpleza pero no sin astucia, que no se necesita “nada nuevo” que altere la armonía y la tranquilidad.

Esto puede leerse como un mensaje por elevación a la posibilidad de que se convoque a Carlos Tévez (¿tal vez hacia alguien más?), presión que vienen realizando distintos medios poderosos de comunicación en Argentina tal como ya lo habían hecho para Sudáfrica 2010 y muy especialmente para la Copa América de 2011. Si con Diego Maradona de entrenador, el delantero de la Juventus pasó de suplente a titular, ya al año siguiente con Sergio Batista, en el Sudamericano llevado a cabo en la Argentina, ni siquiera contaba entre los componentes del plantel y de un día para el otro apareció jugando, y como titular.

Pasados los años, Batista admitió en entrevistas que tuvo que ceder ante la presión y que se arrepentía de ello. Tal vez por eso mismo, en estas horas, y nuevamente consultado por las chances de Tévez, Sabella afirmó con tranquilidad pero no sin rotundidad, que “no hablo de los jugadores que no convoco”, como una manera de aventar cualquier atisbo de diálogo y de mantener a raya al anciano presidente de la Federación Argentina, Julio Grondona.

Volviendo a la situación del Barcelona, Messi tampoco ahorró palabras para referirse a su actual entrenador y compatriota, Gerardo Martino, cuando dijo que “no se parece a Tito Vilanova ni a Pep Guardiola”, aunque con los días corrigió y agregó que “es muy inteligente, y se va adaptando a este mundo”.

Lo cierto es que hasta aquí, muchos se preguntan por si el Barcelona acabará recuperando aquel juego que deslumbró a todos y que hoy no siempre aparece en los partidos, y si lo hace, es más probable que sea en el Camp Nou y ante rivales más débiles (como por ejemplo el Rayo Vallecano del pasado sábado), que ante otros de una categoría similar, como podría ser, ahora, el Manchester City, aún sin Sergio Agüero y con otros jugadores recién recuperados pero sin mucho fútbol.

Este Barcelona no ha logrado la continuidad de un equipo titular por las rotaciones que ha determinado Martino, y que ha pagado especialmente Andrés Iniesta, aunque en los últimos minutos se haya visto una buena complementación con el propio Messi y el lento retorno de Neymar (en medio de un largo conflicto que generó su fichaje hasta con la renuncia del presidente Sandro Rosell).

La clave, nuevamente, está en Messi, que no tiene problemas, mientras tanto, en seguir batiendo cuanto récord se le cruce por el camino, ahora superando en goles de la historia de la liga a Alfredo Di Stéfano y alcanzando nada menos que a Raúl González con 228, salvo que necesitó casi de la mitad de los partidos del ex delantero del Real Madrid para conseguir lo mismo, y se sitúa ya a seis tantos del mexicano Hugo Sánchez para llegar al segundo lugar.

Messi todo lo hace con simpleza, como si nada lo afectara, como si no hubiera debates a su alrededor, como si le diera lo mismo que lo critiquen por no exponerse demasiado a los golpes, por jugar un poco más atrás, como asistente, como si hubiera partidos que jugara hasta con desinterés.

Messi sigue su camino, sabiendo que entra en semanas cruciales, en meses fundamentales, y que posiblemente ya no pare más hasta el Mundial. Sabiendo, en su fuero íntimo, que los tiempos de los partidos fáciles comienzan a acabarse y llegan los de la definición.

Pero Messi sigue jugando, batiendo récords, diciendo lo justo y necesario. Sin mirar para atrás.

 


domingo, 9 de febrero de 2014

Messi y las polémicas inevitables (Yahoo)

A esta altura de su carrera, con más de una década en Primera División de la Liga Española, aún siendo muy joven, Lionel Messi ya sabe desde hace mucho tiempo, pero lo comprueba día a día, que debe convivir, como mejor jugador del mundo que es, con la eterna polémica sobre su voluntad o no de jugar, y ante tres o cuatro partidos bajos, o en los que se esperaba más de su parte, que ya no es el mismo o que no volveremos a verlo en aquél nivel deslumbrante que mantuvo demasiados años como para dudar de su producción.
Eso no significa que Messi no sea humano, que no le pasen cosas como a cualquiera (estar en un mal día, haber sido padre y tener más preocupaciones, temer una lesión a pocos meses de un Mundial que marcará buena parte de su carrera y tal vez, su imagen definitiva para los aficionados de su país) y que no esté inmerso en un contexto complicado, como es por estos días el entorno del Barcelona.
Es que si bien es cierto que resultaba inusual la poca cantidad de goles de Messi desde que volvió de su última lesión, sumado al hecho de que comenzó a jugar de asistente para los atacantes de su equipo, esto es, detrás de Pedro y Alexis, también hay que recordar que el Barcelona estuvo muy cerca de perder no sólo el liderato en la Liga, luego de mucho tiempo, sino también el segundo lugar, si se toman en cuenta los primeros veinte minutos en el estadio Sánchez Pizjuán, dominado bajo la lluvia por un Sevilla que extrañamente le llegó tantas veces al área, con balón dominado, como tal vez nunca le llegaron en tantos años.
Y en muy buena parte, si el Barcelona acabó un partido que tenía para perder, goleando 1-4, se debe fundamentalmente al genio argentino, que apareció en el segundo tiempo con todo su esplendor, no sólo con dos goles de muy buena factura, sino con una asistencia en el primer tiempo a Alexis Sánchez (aunque éste se encontraba fuera de juego) y participando e interactuando en muchas otras jugadas que pudieron aumentar el marcador.
Hay que recordar también el contexto que mencionábamos del actual Barcelona, que vive una crisis institucional desde lo dirigencial, no sólo por la salida de su anterior presidente Sandro Rosell (al fin de cuentas, el que resultó electo con un altísimo porcentaje de votos), reemplazado por Josep María Bartomeu, sino porque éste también podría tener que irse si la Justicia aumenta la presión por el polémico contrato de fichaje de Neymar.
Pero el Barcelona atraviesa otra crisis que es la futbolística, porque hasta el partido del domingo ante el Sevilla, y aún con él mismo, se ha transformado en un equipo que, a diferencia de los cinco años anteriores, no pesa en las dos áreas, que son justamente los “espacios de la verdad” en el fútbol: de nada vale tener una larguísima posesión de balones si luego, a la hora de establecer las diferencias, no se concreta o no se mantiene lo conseguido.
En esta columna venimos dando cuenta desde hace tiempo de esta crisis en el juego, que fue generando un equipo cada vez más “normal” y menos espectacular, con jugadores que no parecen estar en su máximo nivel en muchos casos, lejos de sus tiempos de esplendor, y entonces resulta muy difícil que Messi pueda ser el que era si no tiene un acompañamiento acorde en el resto del equipo.
Uno de los especialistas en estadísticas de la Liga Española, el reconocido “Mister Chip” daba a conocer, en medio del partido y tras un pase recibido de Andrés Iniesta, en profundidad, que esto mismo, que parece una simpleza, no ocurría desde hacía poco más de un año. Reiteramos: pasó poco más de un año para que se pudiera ver que Messi recibía un pase en profundidad de su compañero Iniesta. Todo un indicio.
¿No hay nada, entonces, de responsabilidad en el propio Messi? Claro que sí. Aún con lo relatado y con la ausencia del Brasileño Neymar, uno de los que más lograba congeniar con el argentino en el último tiempo, es cierto que también habrá que revisar si es aceptable, o posible en una alta competencia, que alguien que llegó a marcar más de noventa goles en una temporada, un día decida jugar retrasado, cuando el equipo no tiene un goleador de área que lo reemplace.
Pero también hay que preguntarse qué podría hacer Gerardo “Tata” Martino, el entrenador del Barcelona, si un genio como Messi le pide jugar en esa posición, sea porque quiere cuidarse y no participar de roces físicos que le puedan truncar el Mundial, o sea porque retorna de una lesión y quiere darse el tiempo justo para recuperarse.
Bastó entonces que aparecieran tres o cuatro declaraciones de aquellas que gustan tanto a personajes que no pueden dejar de hablar en los medios, atraídos por ellos patológicamente, para despertar en el genio la sed de demostración de que nada le ocurre, que sólo atraviesa grados, etapas de recuperación, que no juega precisamente en un edén en este momento, pero que tiene su talento y su voracidad intactos, como si hiciera falta saberlo.
No necesitó muchos minutos, Messi, para demostrar que no tiene ninguna dificultad y que si juega más retrasado por momentos, es porque lo necesita en ese momento en particular, y nada más.
Eso sí: la genialidad de Messi, sus goles y sus asistencias no alcanzan para disimular que este Barcelona sigue lejísimo de aquel que hizo enamorar al planeta futbolístico.
El fútbol, aún con genios como Messi, sigue siendo un deporte colectivo.

lunes, 3 de febrero de 2014

Se nos murió Luis (Por Fernando Vara de Rey)



En una de las tardes más conmovedoras de su Historia, el Estadio Vicente Calderón rompió en un hondo estallido de melancolía. La afición del Atlético había despertado huérfana el sábado, tras el fallecimiento de Luis Aragonés. Incomprensiblemente, inaceptablemente, se devanecía el jugador más legendario de cuantos han vestido la zamarra rojiblanca. “Zapatones”, el “Sabio de Hortaleza”, el legendario dorsal 8 y el técnico más laureado en la historia rojiblanca.
 
Como futbolista aún se le recuerda por diez años de éxito. Su inteligencia en el campo y su espléndido toque contribuyeron a la conquista de tres ligas y dos copas. En primera división jugó 265 partidos, y marcó 123 goles, entre ellos el primero que se logró en el entonces flamante Vicente Calderón. Suyo fue además el gol frente al Bayern en la desdichada final de Copa de Europa de 1974, neutralizado por el gol de un tipo de nombre impronunciable.

Como entrenador destacó en los banquillos de Betis, FC Barcelona, Valencia, Sevilla, Mallorca,… y desde luego Atlético de Madrid donde en una sola noche pasó de futbolista a técnico. Fue la rampa de lanzamiento de una carrera que le llevó a ser el entrenador con más partidos de Liga –un total de 757- con un nutrido palmarés de títulos entre ellos una Copa Intercontinental. Fue Luis además el hombre que cambió la trayectoria fatal de la selección española, aportando al fin un estilo de juego propio y más acorde a los tiempos que la primitiva “furia”; su apuesta por la alineación de jugadores técnicos en el centro del campo supuso para España la conquista de la Eurocopa de 2008 y la horma de un patrón de juego que Vicente del Bosque respetó y consolidó.

Y más allá del futbolista y del entrenador Luis Aragonés quedará como el hombre de carisma, como el vencedor infatigable, como el padre capaz del reproche y de la ternura –así lo vivieron insignes como Romario, Futre, Torres, o Etoo’o-, como aquél que nos hizo vivir el fútbol y  a vivir de fútbol.

El fin de semana futbolístico se empapó en España de artículos, de reportajes, de anécdotas repetidas cientos de veces. En todos los campos se detuvo el balón para honrar al Sabio, y vimos llorar a hombres hechos y derechos como Xavi Hernández y Diego Pablo Simeone.

En el Vicente Calderón hubo flores, hubo velas, hubo imágenes que nos lo devolvieron, hubo un silencio de sacristía que se mantuvo hasta el simbólico minuto 8. En el once que alineaba el Atlético sólo David Villa estuvo a las órdenes de Luis, pero ningún futbolista podría haberse sustraído del aire compungido que ascendía del Río Manzanares. Y en la linde de la tristeza, el anhelo de que el homenaje se completara con un triunfo que pondría líder en solitario al Atlético por primera vez en dieciocho años. El FC Barcelona había caído en el Nou Camp frente al Valencia, de modo que la cabeza de la Clasificación se alcanzaría de ganar ante la Real Sociedad.

Comenzó el partido en elocuente silencio, y entre las extrañamente audibles voces de los jugadores Diego Costa se fue de unos y de otros y a punto estuvo de abrir el marcador. El Atlético jugaba con los habituales salvo los lesionados Arda Turan y Filipe Luis, más la inclusión de los argentinos Insúa y Sosa. Como de costumbre el equipo rojiblanco impuso su poderío táctico y físico, conteniendo el ingenio de dos excelentes jugadores como Griezmann y Carlitos Vela. Y en el declinar de la primera parte, una rauda triangulación Insúa-Costa-Villa culminaba con el gol del 9 asturiano.

La segunda parte trajo algunos momentos de apuro para los locales. Se produjo entonces la salida al campo de Diego Ribas, el talento brasileño que deslumbró dos temporadas atrás y que en el momento menos esperado ha sido rescatado de la tibieza de Wolfsburgo. Sin haber participado en un solo entrenamiento, Diego demostró que su habilidad en la colocación y en el pase reforzará las opciones de un Atlético que vive y colea en tres competiciones.

Transcurría la segunda parte y Raúl García conectaba en magnífico pase con un Diego Costa que marcaba el 2.0. Poco después Koke botaba un córner espléndidamente rematado de cabeza por Miranda que suponía el 3.0. Y finalmente Cebolla Rodríguez encontraba a Diego Ribas en los rincones del  área grande: centro, remate, y 4.0.

Dos horas después el Real Madrid no pasaba del empate en San Mamés, lo que deja al Atlético de Madrid líder en solitario con tres puntos sobre sus acaudalados perseguidores. En un día de llanto y de memoria el Atlético divisaba la cima que tantas veces alcanzó en su historia, la cima donde ya reposan el verbo franco y las botas de terciopelo del maestro Luis Aragonés.


domingo, 2 de febrero de 2014

Por los caminos de Luis Aragonés (Yahoo)



En el minuto ocho del partido ante la Real Sociedad, se desahogó, por fin, la hinchada del Atlético Madrid en el estadio Vicente Calderón, en el recuerdo de uno de sus protagonistas más célebres, Luis Aragonés, fallecido el pasado sábado a los 75 años.

Aragonés, hacedor de la última gran selección española (luego continuada con éxito y humildad por Vicente Del Bosque), y del cambio cultural que significó pasar de “La Furia” a “La Roja”, dejó una gran estela en el Atlético, el club con el que siempre se identificó desde sus tiempos de jugador hasta sus varias etapas como entrenador, con el lema de “no parar de ganar”.

Y parecería que el Atlético Madrid actual, el de Diego Pablo Simeone, sigue exactamente sus pasos, como hace muchos años que no sucede.

Acaba de quedar como único líder de la Liga Española, y a tres puntos de distancia de sus perseguidores, nada menos que el Real Madrid y el Barcelona, cuando ya estamos en la segunda rueda, aprovechando los distintos traspiés de sus rivales, a priori, únicos dos candidatos a ganar el torneo, como cada año desde hace más de un lustro.

El Atlético tampoco lo tenía fácil porque recibía en el Calderón nada menos que a una empinada Real Sociedad, próximo rival del Barcelona en semifinales de la Copa del Rey, pero no tuvo problemas, luego de establecer su típico dominio territorial, para acabar goleando 4-0, beneficiándose de la inesperada derrota del Barcelona en el Camp Nou ante el Valencia 2-3 y del discreto empate (expulsión de Cristiano Ronaldo incluida) del Real Madrid en San Mamés 1-1 ante el Athletic de Bilbao.

Sin embargo, desde la llegada de Simeone, el Atlético sigue demostrando, partido a partido, que no es casual haber llegado hasta donde se encuentra hoy, líder en la Liga, semifinalista en la Copa del Rey, y en octavos de final, con buen pronóstico, ante el Milan.

El Atlético no sólo sigue consolidándose como equipo, con un funcionamiento de reloj en todas sus líneas desde la seguridad del arquero belga Courtois, sino que ha encontrado la forma de reemplazar a los titulares, como ha sucedido con Emiliano Insúa por Filipe Luis, con Adrián, cuando fue necesario (y tal vez lo vuelva a ser por la lesión de David Villa ante la Real Sociedad), con Cristian “Cebolla” Rodríguez para oxigenar el medio, con Raúl García, y hasta con las dos nuevas incorporaciones, que representan un importante salto de calidad hacia el futuro, en la gestación de juego: el argentino José Sosa, pero especialmente el brasileño Diego, quien ya pasara exitosamente por el club.

Parece lejano ahora el recuerdo de lo que era el Atlético Madrid en el momento de la llegada de Simeone, y tras la salida de Gregorio Manzano como entrenador: un equipo gris, sin luz en el final del camino, entregado a su suerte, aunque con un buen potencial en el plantel.

El entrenador argentino, ya laureado en su país e ídolo de la afición atlética (aparece en el himno moderno del club que compuso el genial cantautor madrileño Joaquín Sabina, al igual que su ayudante de campo y compatriota, el ex arquero Germán Burgos), supo reinventar al plantel y de a poco fue armando un grupo muy seguro de sí mismo, que a medida que pasa el tiempo más se acerca a aquél de la temporada del “Doblete” (los títulos de Liga y Copa) de 1995/96, cuando el entrenador era Radomir Antic.

Simeone parece seguir el espíritu de Aragonés, el no amilanarse ante ninguna circunstancia. No hay rivales inaccesibles, ni hay partidos imposibles, se jueguen donde se jueguen, ante el rival que toque.

Muchos apostaron por el final del ciclo cuando por razones económicas, el Atlético tuvo que desprenderse de Radamel Falcao, que marchó hacia el Mónaco, pero nuevamente Simeone reinventó el ataque a partir de Diego Costa, que se lanzó no sólo a la selección española, sino que gheneró una disputa con la brasileña por su concurso.

Luego, echó mano de un Villa sin espacios en el Barcelona, para que ya haya marcado más goles en poco más de media temporada, que los que marcó en la pasada entera con los azulgrana y así puede verse en tantos casos de jugadores que individualmente fueron evolucionando y enriqueciendo el plantel.

¿Hasta dónde puede llegar este Atlético? No parece tener límites establecidos. Si al comenzar la temporada la pregunta era si algún equipo podría mantenerles el pulso al Real Madrid y al Barcelona, una rueda después, hay que reformularla e interrogarse si uno de los dos colosos de España podrán alcanzar, finalmente, a este Atlético que no se detuvo con el paso del año, ni con los distintos obstáculos, ni con la cantidad de partidos.

Todo lo contrario. Parece marchar por el camino de Aragonés, el de ganar, ganar y ganar.