miércoles, 30 de octubre de 2013

El fútbol en la Ley de Medios

Con la histórica decisión de la Corte Suprema de Justicia de ayer, se cierra una etapa de impresionante concentración de medios por parte del Grupo Clarín y se abre una nueva que si bien incluye muchas incógnitas, también genera muchas ilusiones por la puerta abierta a la pluralidad y diversidad, lo cual constituye un claro triunfo de la Democracia en la Argentina.
Es en este momento cuando resulta pertinente recordar el rol que cumplió el fútbol durante este largo y nefasto período que acaba de finalizar y que da paso al período de “Adecuación” ya en manos del AFSCA.
El fútbol, y especialmente la AFA, desde ya que con la absoluta anuencia del Estado, cómplice y actor concreto en aquel momento, permitieron, desde 1986, el crecimiento de la empresa Torneos y Competencias (TyC) hasta la creación de TRISA (Tele Red Imagen SA) en 1991 y con ella, la llegada del monopolio de las transmisiones de los partidos en la Argentina por TV de una manera aberrante y que no se replicó de esta manera en ninguna parte del mundo.
No sólo resultó una aberración desde el punto de vista de la minimización de los minutos de fútbol en sí (los hinchas de muchos equipos que no eran los “grandes” directamente contaron con algunos segundos en el programa central de los domingos, “Fútbol de Primera” por Canal 13, y los goles no se repetían una vez concretados, en algunos casos, hasta dos o tres días después de producidos, ni siquiera en noticieros) sino que progresivamente, el fútbol resultó la herramienta principal del monopolio futuro, al ser utilizado para comprar canales de TV por toda la extensión del país, para luego ahogar a la competencia.
Aunque hoy parezca la prehistoria, hay que recordar que desde 1991, quienes por ejemplo eran hinchas de algún equipo “chico” y su partido se jugaba el viernes por la noche, en el caso de no llegar a verlo, ya no tenían acceso a las acciones ni los goles de ese equipo hasta el domingo a las 22 en “Fútbol de Primera” en el que apenas se televisaban segundos, debido a que el programa era de fútbol en general, y se centraba en los equipos “grandes”.
En el trayecto del fin de semana, ningún canal, bajo ninguna circunstancia, podía transmitir acciones de los partidos hasta llegar al domingo a las 22 por Canal 13, llegando a situaciones como que un noticiero mostrara imágenes de las tribunas, los vestuarios, pero no lo ocurrido durante los noventa minutos de cada partido.
Este dislate se complementaba los domingos con transmisiones desde los canales de TV cable de jornadas enteras de torneos de fútbol mostrando sólo las tribunas para comentar lo que ocurría en el campo de juego. Muchos recordarán a Carlos Bilardo y compañía con muñequitos o pizarrones para tratar de “simular” la jugada.
No sólo eso: como muchos de esos partidos sólo podían verse por TV de pago (canal TyC Max), mediante abonos o pagos por partido (sistema Pay Per View), el no poder hacer frente a esos pagos determinaba la humillación de tener que quedarse con las simulaciones de los canales sin partidos, que de esta manera, siendo de los mismos dueños del canal del PPV, generaban la necesidad de comprar:
Por ejemplo, ustedes podían sintonizar TyC Sports media hora antes de comenzar el partido que pretendían ver, observar las tribunas, el clima, la salida de los equipos a la cancha, los vestuarios, pero cuando iban a mover desde el medio para comenzar el partido….se cortaba la imagen y le quedaba la única opción de pagar o tragarse la simulación hasta que llegaran las 22 y Canal 13 le diera el “pedazo” de partido que más quisiera, y editara como quisiera. No había otra opción.
Siempre dentro de esta aberración comunicacional, que duró un cuarto de siglo, nada menos, también hubo lugar para la manipulación conceptual del fútbol desde el mismo relator que paradójicamente sigue hoy con el sistema abierto y el fútbol que llega a todos por los canales abiertos.
Algunos aprovecharon el monopolio del fútbol para hundirlo con conceptos futbolísticos que fueron forjando una forma de pensarlo y de sentirlo ligados al eje “éxito-fracaso”, típico de los años noventa en la Argentina neoliberal. Todo valía si era en pos de ganar. No importaba la forma. Hasta el discurso fue bajando de nivel con palabras soeces, que a fuerza de ser repetidas, especialmente por los niños y jóvenes, se hizo común.
Es en esos años en los que se profundizó la necesidad de jugar sin punteros, achicar en el campo de juego fue, por años, “un homenaje a Don Osvaldo Zubeldía”, había que “tener cuidado” contra todo rival, había que “reventar” la pelota (término que no casualmente usan los relatores jóvenes, formados en aquel período), a la pelota “se le entra”, ya no se la patea o acaricia, son “partidazos” los que tienen muchos goles…¡y expulsados! Y tantas otras cuestiones que fueron generando una pérdida de noción de la técnica de juego en desmedro de cuestiones cercanas al negocio, ni hablar de especulaciones concretas sobre arreglos de partidos y corrupciones varias.
Pero seguimos quedándonos cortos. También hubo edición de imágenes, y el público comenzó a especular con torneos arreglados para tal o cual, se enfatizó hacia la gloria de tal y hacia el fracaso de cuál, muchos protagonistas del fútbol se quedaron sin aire por un cuarto de siglo y fueron “mala palabra” por decisión suprema, avalada por la AFA, y festejada por el Estado.
Eran tiempos en los que el presidente Carlos Menem se hacía acompañar por protagonistas e ídolos del deporte para mirar los partidos en pantalla gigante desde su Residencia de Olivos.
Carlos Avila, amo y señor de aquellos tiempos de la TV, aunque aliado al Grupo Clarín (ahora derrotado en la Corte), ahora anuncia su presentación como candidato a presidente de River Plate para las elecciones de diciembre, lo cual puede ser legal, pero a todas luces resulta extraño siendo que supuestamente era neutral en aquellos años monopólicos, algo que no parece ser tema de interés a la prensa deportiva actual, como si lo pasado ya fuera “pisado”.
Siguiendo con la imposibilidad de ver partidos sin pagar, llegamos a lo que fue, más allá de todo lo citado anteriormente, el tema principal durante estos años. Porque si fue grave en Buenos Aires y alrededores, el mal llamado “Interior” del país lo pagó con creces, llegando a situaciones increíbles, propias del realismo mágico.
Porque desde fines de los ochenta, el Grupo Clarín fue comprando canales de TV cable en cada pueblito, en cada ciudad, hasta llegar a totalizar más de doscientas licencias (cuando la ley ahora permite 24, es decir que deberá desprenderse del resto) y aunque en muchos casos, compitió con los canales de cada ciudad, el hecho de disponer de los derechos del fútbol hizo que lo usufructuara en cada lugar para ahogar a su rival hasta destruirlo y a su vez, recomprarlo o dejarlo morir.
Esto aumentó a su vez la monopolización en todo el país y unificó el discurso aberrante, y generó que en todo el interior hubiera que comprar la mayoría de los partidos, o ir a algún bar con TV y pagar una consumición para poder verlos, siempre, claro, con la única voz que se los contaba, con el resultadismo a ultranza.
Así ocurrió, por ejemplo, que muchos argentinos jamás (literalmente) hayan visto a la selección argentina de Marcelo Bielsa o José Pekerman, por lo que su opinión pasaba por la de sus amigos, o los comentaristas de radio o TV, o los periódicos o revistas, pero no por sus propios ojos. Por no poder pagar los cánones que exigía la TV monopólica.
Y por supuesto. No sólo sirvió para cobrar por el fútbol en todo el país (que fue el gran negocio), ni siquiera para esclavizar a los clubes, obligados a firmar por una AFA que por un cuarto de siglo trabajó cómplicemente para los dueños del negocio (aunque ahora se tenga el discurso contrario), y necesitó en cada entidad de algún dirigente que les respondiera y que firmara los contratos a ojos cerrados (muchos dirigentes no conocían siquiera párrafos enteros de los contratos que habían firmado con la TV y llegaron a gastar hasta tres partidas futuras de pago, dejando pesadas herencias a sus sucesores).
El fútbol sirvió, que fue muchísimo peor, para unificar también el discurso político, para presionar al poder político, para que los televidentes no tuvieran demasiada escapatoria y tuvieran que sintonizar los canales del multimedio forjado en los noventa, cuando se le adaptó el artículo 45 para acceder a la TV desde los medios gráficos y la radio, y en los 2000, cuando se le autorizó a la fusión entre Cablevisión (que ya se había tragado a VCC) y Multicanal.
Todo aquello tuvo ayer su último capítulo, cuando la Corte Suprema determinó que habrá que recular y que el Grupo Clarín, que fue torciendo el brazo de cada canal del interior, que impidió ver a la selección argentina en tantos puntos del país, que manipuló y formó opinión a partir de una situación de privilegio, deberá adecuarse como uno más y cumplir con la ley como cualquier hijo de vecino.
Cuál será la política de Estado a futuro, si será equitativa o no, si las licencias serán otorgadas a los que las merecen, si habrá la pluralidad declamada, si habrá suficientes oferentes, si la calidad informativa o mediática será la buscada, son todos temas a debatir desde hoy, pero en todo caso, son otros temas.
Lo claro, lo nítido, es que la decisión de la Corte Suprema de ayer le abre las puertas a una mayor democracia en la Argentina y se hizo Justicia a un hecho largamente esperado: la democratización de los medios de comunicación. Y por eso, el de ayer fue un gran día.

lunes, 28 de octubre de 2013

150 años después (Por Fernando vara de Rey)

150 años se cumplen en estos días desde el feliz día en que los representantes de ocho clubes se reunieron en la Freemason’s Arms Tavern de Londres para aprobar las catorce primeras reglas del denominado “Football” y fundar la consiguiente Football Asociation. Difícilmente pudo anticiparse en aquel entonces que además de un deporte se sentaban los cimientos de una pasión, de una expresión de civilización y de cultura, y de un resorte de unión entre los pueblos. Gracias en mi nombre y en el de todos los que se adhieran a esos ocho talentos, que ojalá descansen en alguna región celestial en la que naturalmente se jugará todos los días al fútbol.
 
Los clubes Barnes y Richmond jugaron en diciembre de 1863 un primer partidote football. El resultado fue de 0-0 así que los espectadores –me los imagino con gorra y con mostacho- no pudieron conocer el gozo de gritar gol. Afortunadamente cada semana, y así pasó un siglo y medio, se citan los equipos y corre el balón y vibran los espectadores de los estadios más eminentes del planeta.
 
Como un homenaje involuntario, el sábado se disputó el Clásico español. Con un FC Barcelona más eficaz que estético respecto al modelo de Guardiola, con un R.Madrid un tanto frágil en el primer cuarto de Liga. Y con dos entrenadores veteranos y noveles –canta así el himno merengue- en el partido de máxima rivalidad de nuestra Liga. En un rincón Tata Martino, apenas conocido en España por su breve paso como jugador por el Tenerife, y a quien con visión más bien crítica se señala su paulatino distanciamiento del fútbol de toque que canonizó al equipo culé. Y en el otro rincón Carlo Ancelotti, en la siempre hercúlea misión –pregunten a Benítez, lo sufrió en el Inter de Milán- de sustituir al omnipresente Mourinho. También el italiano se ha granjeado algunas críticas de la vigilante prensa española, que cuestiona entre otros asuntos su extraña solución para la rivalidad entre Diego López y Casillas y su empeño en alinear a un Bale lejos muy lejos de su mejor forma.
 
Tímidas eran hasta hoy las críticas hacia el sentido táctico y al instinto de precaución propios de la escuela italiana. Hasta hoy, porque la prensa escrita amaneció feroz contra los ingenios tácticos que el preparador madridista urdió en el Nou Camp. Principalmente la ubicación de Sergio Ramos en el centro del campo, la posición de Bale como delantero centro no sé sabe si verdadero o falso, la ausencia de la convocatoria del pujante Morata. “Miedoso”, le dice Marca; “puso grilletes al Madrid”, denuncia As.
 
La obsesión de Ancelotti se cifraba en maniatar el centro del campo adversario. Desplegar a Khedira y Ramos para contrarrestar la virtud creativa de Iniesta y Xavi, encomendar a Modric la misión de tapar la salida de balón de Busquets. Y esperar las subidas de los laterales –solvente Marcelo, más que prometedor Carvajal- como soporte y trampolín de los explosivos Di María y Cristiano.
 
Los forasteros parecían tomar la iniciativa, los locales se rebelaban con la calidad mayúscula de Iniesta y con el comienzo figurante de Neymar. Precisamente el encuentro entre ambos propició el primer gol, ayudado por un rebote en el muslo del propio Carvajal. Corría el minuto 18, y hasta el fin de la primera parte el gris prevaleció sobre el azulgrana y el blanco.
 
Sin embargo en la segunda parte el color de moda fue el amarillo, el mismo que vestía el árbitro Undiano Mallenco. 150 años después los arbitrajes siguen siendo el ingrediente que da picante o que da amargor a la salsa suculenta del fútbol. Una mano aparentemente voluntaria de Adriano en el área chica fue reclamada como penalty, y sobre todo un derribo que no pareció inocente del Jefesito Mascherano a Cristiano Ronaldo.
 
Podrían haber sido la vía de un empate que no hubiera extrañado ni desalentado a nadie. Para entonces el FC Barcelona aguantaba el marcador con más oficio que talento, a imagen de un Messi insólitamente ausente y un Cesc más batallador que otra cosa. Y el R.Madrid mejoraba con una fórmula muy poco mágica: colocar a un medio centro puro (Illarra) en vez de un medio centro de ocasión (Sergio Ramos), colocar un delantero centro puro (Benzema) en vez de un medio centro de ocasión (Bale).
 
Rectificó Ancelotti, erró al menos una vez Undiano Mallenco, y de repente el protagonismo recayó en el más insospechado: Alexis. En el minuto 77’, el chileno –que había suplido a Cesc ocho minutos atrás- sorprendía a Varane y Diego López con un primoroso toque que se convertía en el 2.0. Poco tiempo para la reacción madridista, que se produjo a medias en una bonita combinación entre Cristiano Ronaldo y Jesé: 2.1, resultado final.
 
Marcelo, Ramos, Jesé, desde luego Ancelotti, denuncian el penalty a Cristiano que pudo cambiar el desenlace del Clásico. Busquets, Xavi, Tata Martino, se centran en la presunta superioridad culé y en el rédito de seis puntos con respecto a su rival. Dudas y reproches, euforias y desafíos. Leal a sus comienzos palpita el fútbol, ciento cincuenta años después.
 
  

sábado, 26 de octubre de 2013

El Barça gana un clásico de transición (Yahoo)



Más allá de las noventa y siete mil personas que colmaron el Camp Nou el pasado sábado, de las estrellas que presentaron los dos equipos, de la expectativa mundial por el partido, de los dos mejores jugadores del mundo en el campo de juego, incluso del resultado a favor del local por 2-1, el Barcelona y el Real Madrid certificaron, por si no quedaba claro, que son hoy dos equipos en transición.

¿Hacia dónde van? Es difícil saberlo. Aparece, tal vez con algo más de luz, el largo túnel del Barcelona. Porque los resultados a favor (once partidos ganados y cuatro empatados, ninguno perdido en toda la temporada) siempre ayudan a atravesar mejor los cambios tácticos, en este caso introducidos por el entrenador argentino Gerardo Martino, que sigue insistiendo, aunque con una falsa modestia, en que su incidencia en el equipo “sigue siendo mínima”.

En cambio intuimos que el Real Madrid, luego de esta derrota ante su máximo rival (aún cuando reclama que el árbitro Undiano Mallenco ignoró un penal de Javier Mascherano a Cristiano Ronaldo), tendrá mayores urgencias y que se acentuará el reclamo al italiano Carlo Ancelotti que sigue por mejor camino en el grupo de la Champions League que en el torneo local cuando ya había caído en el Santiago Bernabeu ante el Atlético Madrid y había cedido algunos puntos de esos que los blancos no pueden darse el lujo de perder.

Sin embargo, unos y otros, los que sonríen o los que atravesaron un fin de semana más triste, siguen hablando de resultados y no tanto de juego. Porque desde este punto de vista, el clásico del sábado fue descolorido, con demasiados errores y con algunos titulares en el campo, por parte de los dos equipos, que creemos que no tuvieron acertada elección por parte de los dos banquillos.

Claro, un clásico en el que ni Lionel Messi ni cristiano Ronaldo lucen, ya parte de una baja en su generación de espectáculo, pero seguimos creyendo, como sostenemos desde hace tiempo en esta columna, que Cesc Fábregas no es un “falso nueve” sino un mediocentro con cierta capacidad ofensiva y que no suele rendir demasiado cuando se adelanta en el campo, como ocurrió el sábado una vez más, y que el chileno Alexis Sánchez volvió a demostrar que se encuentra en gran forma en esta temporada tanto en su equipo como en su selección, y que es quien debe ocupar una de las tres posiciones del ataque azulgrana.

La baja producción de Messi podría deberse a que, se supo luego del partido, había estado con vómitos antes de jugarlo, porque sorprendió verlo partir desde la derecha en el ataque, como en sus inicios con Frank Rikjaard (para darle lugar a Cesc por el medio), pero se observa en el Barcelona, mucho más allá de la merma en este caso de su mejor jugador, un problema que se va haciendo crónico y pasa por su sistema de juego y por la disposición de los jugadores.

No parece casual que Víctor Valdés se vaya convirtiendo en una super-estrella cuando siempre fue un muy buen arquero. El salto de calidad está dado porque al Barcelona le llegan más y con mayor claridad pero no porque sus defensores marquen peor, sino porque ya no regresa igual que antes y eso se debe a que, primero que todo, no administra el balón como antes.

Alguien dijo, en forma de síntesis, que el Barcelona pasó de la posesión de balón como filosofía, a la posesión de balón sólo para que no la tenga el otro y no lo administre mejor. Es decir, apareció una especie de temor a perderlo, a descuidar al adversario, a “cerrar los partidos” como con la entrada de Song por Andrés Iniesta, que no estaba presente con anterioridad, sumado el abuso de los pases largos (que antes se dosificaban y enriquecían el juego de toque) y cierta falta de coordinación del medio hacia atrás y hacia adelante.

En el caso del Real Madrid, en cambio, el problema parece de desaprovechamiento, hasta aquí, de su riqueza individual. Ancelotti aún no pudo sacar partido de sus cracks, debido a que por un lado se produjo una renovación en sus filas, con la salida de Mesut Özil como la de mayor incidencia en la creación, y en cambio, la llegada del galés Gareth Bale, que más allá de la fortuna que se pagó, también ocupa la banda y eso obliga a pasar al centro  a Cristiano Ronaldo, o a quitar a Angel Di María.

Como Ancelotti quiso que jugaran los tres, sacrificó a Karim Benzema y terminó anulando la fuerza de las bandas y el portugués se quedó sin espacios ni balón para poder utilizar su juego, y el entrenador italiano, ya en desventaja, terminó retrocediendo y colocando en el segundo tiempo al Real Madrid original, sin Bale, con extremos y un centrodelantero.

Tampoco funcionó en los blancos el experimento de Sergio Ramos como mediocentro, por delante de Rafael Varanne y Pepe, porque el defensor de la selección española no se siente cómodo allí, pero es evidente que el equipo necesita con urgencia el regreso de Xabi Alonso en esa posición, un jugador que por su precisión en los pases y su excelente colocación, no tiene reemplazo.

Es cierto que el propósito enunciado por Ancelotti desde el inicio de la temporada es el de adelantar unos metros al equipo y tener una mayor posesión de balón, algo para lo que necesitará de cierta adaptación, pero las derrotas van minando la confianza y los rendimientos y habrá que ver cómo se sobreponen los blancos a esta situación.

El Barcelona va dependiendo cada vez más de lo que hagan algunos de sus grandes cracks y aunque conserva cierta estética del pasado, los próximos meses, antes rivales de fuste por la Champions, darán la clave sobre si estos cambios van en el camino correcto.

De momento, nos quedamos con las ganas de disfrutar de uno de esos clásicos que paralizaban los corazones, como hasta la pasada temporada. ¿Los volveremos a ver?

 


martes, 22 de octubre de 2013

¿Puede irse Casillas del Real Madrid? (Yahoo)



Si bien el conflicto data de varios meses, desde los tiempos de José Mourinho como entrenador del Real Madrid, esta semana recrudeció con las declaraciones del laureado portero internacional Iker Casillas acerca de que si en unos meses no cambia su situación en el club, evaluaría marcharse luego de catorce temporadas.

Casillas cree, aunque no lo manifiesta, que la pérdida de la titularidad en la portería del Real Madrid no tiene relación con su juego sino con razones extra deportivas, por lo que coloca su situación en el nivel de la injusticia, desde que primero fue reemplazado por Jesús Adán y luego, ya de manera constante en la Liga Española, por Diego López.

Casillas no es un portero más sino uno de los mejores (acaso el mejor) del mundo y todo su entorna apunta a que la idea de su permanente suplencia no parte de su actual entrenador, el italiano Carlo Ancelotti, ni del todo por Mourinho, sino desde el mismísimo presidente del club, Florentino Pérez, desde que fue sindicado como una de las fuentes de conocimiento de la mala relación entre el plantel y el portugués en la pasada temporada.

Mourinho, enfrentado con casi todos los estamentos de la Liga y del propio Real Madrid, llegó a señalar a Casillas, a través de su pareja, como uno de los responsables de que se difundiera el conflicto y la relación entre ambos no tuvo vuelta atrás, mientras que en esos días calientes, que hoy parecen tan lejanos, el diario deportivo Marca llegó a informar de una reunión fuera del club entre los capitanes y Pérez, absolutamente desmentida por el dirigente hasta enfrentarse con el legendario periódico, en la que se le exigió la salida del portugués para junio de 2013, cosa que finalmente ocurrió.

Aún así, Pérez siguió manifestándose contra varios medios, ya con Mourinho fuera del plantel e incorporado al Chelsea, lo cual indica el nivel de enfrentamiento que sigue teniendo por aquello que sucedió con los capitanes y que provocó la salida de un entrenador con el que se había jugado mucho y había apostado a futuro y hoy mismo sigue diciendo que con él, el equipo dio “un salto cualitativo”.

Lo cierto es que Casillas lleva meses sin continuidad, y pese a estar en una élite de porteros, va perdiendo lugar como titular en la propia selección española a pocos meses del Mundial y cuando ya finalizó la etapa clasificatoria, por lo que desde ahora no son muchos los partidos amistosos que restan hasta la hora de comenzar en Brasil la Copa del Mundo.

Este factor, sumado a la incomodidad que tiene el propio Casillas con buena parte de la dirigencia del Real Madrid y que no toda la grada está con él porque aquellos que sostenían a Mourinho prefieren a Diego López, aunque sean minoría, han generado por primera vez en su trayectoria, siempre ligada a los blancos, un deseo de cambiar de aires ya sea para diciembre o para junio.

¿Puede ir Casillas al Barcelona? Aunque parezca una locura, no lo es y el impedimento pasa mucho más por la historia del portero y su afectivo vínculo con el Real Madrid, que por el presente y otros factores.

Uno de ellos es que el portero titular del Barcelona, Víctor Valdés, seguramente saldrá al final de la temporada para emigrar al Mónaco o a algún equipo de la Premier League, por lo que el camino queda abierto para un jugador de su nivel.

Otro es la gran relación existente entre Casillas y los referentes del Barcelona como Xavi Hernández y Carles Puyol, que fue lo que abrió la compuerta del conflicto en los tiempos de Mourinho, cuando el arquero los llamó por teléfono luego de la seguidilla de clásicos calientes que ya estaban generando un clima de guerra, para encontrar juntos una solución y aplacar los ánimos, algo que no gustó para nada al portugués, que vive de esos enfrentamientos. Son parte de sui juego.

Y el tercer elemento que podría jugar a favor es el de la estocada de Casillas a Florentino Pérez, al pasar a jugar en el archirrival, que si bien no sería una movida ajedrecística como la de la contratación de Luis Figo en aquella campaña electoral de 2000, no estaría lejos y produciría un notable daño al dirigente.

Por cierto, una encuesta difundida este fin de semana mostró que el cuarenta y cinco por ciento de los simpatizantes del Real Madrid cree que Casillas pasará a jugar en el Barcelona, es decir que sea así o no, hay una construcción en el imaginario del madridismo, y un real temor a que el hecho se concrete y a tener que soportar las consecuencias.

Por todo esto, tanto el Real Madrid como Ancelotti se juegan mucho en estos meses y los resultados de este fin de semana, que justo lo acercan a la punta gracias a su triunfo ante el Málaga y al empate del Barcelona en Pamplona ante Osasuna y la derrota del Atlético Madrid en Cornelía ante el Espanyol, generan una enorme expectativa para el gran clásico del próximo sábado ante los blaugranas.

Allí también, tal vez, haya alguna posibilidad de medir cómo el barcelonismo recibe a Casillas, aunque seguramente vuelva a sentarse en el banquillo, siguiendo nerviosamente las alternativas del partido. Algo a lo que un gran portero como él, no termina de acostumbrarse.


Liberen a Willy (a la selección) (Jornada)



“Sabella, Willy es argentino”. El cartel permanece, desde hace ya muchos meses, en el estadio de “La Rosaleda”, en el que el Málaga oficia como local en la Liga española, y es en referencia a Wilfredo Daniel caballero, nacido en Santa Elena y con 32 años recién cumplidos, considerado hoy uno de los mejores arqueros del fútbol europeo.

Distintas versiones indican que tras su brillante actuación del pasado sábado en el Santiago Bernabeu ante Real Madrid, pese a la derrota por 2-0 de su equipo, cuando tuvo nueve tapadas en una extraordinaria jornada, Caballero editó los mejores momentos en un video y se lo envió al entrenador de la selección argentina, Alejandro Sabella, con la frase “es todo lo que puedo hacer”. El propio arquero lo manifestó a la emisora “Onda cero” de Madrid.

Otros destacan una frase elocuente, emitida a poco de finalizado el partido ante Real Madrid. “No hay mejor mensaje para Sabella que éste. Jugando así puede que tenga una oportunidad en la selección aunque si no la tengo, no me voy a hundir porque he pasado cosas peores”, refiriéndose a un problema familiar que lo afectó en su carrera temprana.

Caballero no fue por el camino esperado para quien se consagra campeón mundial sub-20, como fue su caso, en 2001 como local, en un equipo que contaba como máxima figura a Javier Saviola pero que además albergaba a Maxi Rodríguez, Nicolás Burdisso, Fabricio Coloccini, Leandro Romagnoli Leonardo Ponzio o el “Chori” Alejandro Domínguez.

En Boca, participó del gran ciclo de Carlos Bianchi como suplente de Roberto Abbondanzieri hasta que en 2004 decidió emigrar al fútbol español, aunque fuera al modesto Elche, regresó en 2006 por un corto lapso para atajar en Arsenal, volvió a España para llegar al gran Málaga del ingeniero Manuel Pellegrini, y también le tocó vivir el desarme de la gran ilusión para permanecer en un conjunto apenas aceptable, ahora dirigido por el alemán Bernd Schuster.

A tal punto llegó la actuación de Caballero, que tras el partido del Bernabeu, hasta su ocasional rival y compatriota Angel Di María consideró que tiene nivel para jugar en la selección, aunque, diplomático, dijo que su deseo “es que sea Sabella el que decida convocarlo”.

La frase de Di María, sin dudas, ayuda desde adentro del conjunto nacional para abrirle las puertas al que es hoy, sin dudas, uno de los mejores arqueros que tiene Argentina en el mundo, junto con Sebastián Saja, Agustín Orión, Marcelo Barovero y Guillermo Sara (en el Betis).

Antes de cada Mundial, como si fuera una constante en un público tan futbolero como el argentino, siempre aparecen polémicas por lo que muchos consideran injusticias por jugadores que no terminaron participando del Mundial siendo los favoritos de  la mayoría.

Ya había ocurrido para el Mundial de Suecia en 1958, cuando la selección concurrió, y fue eliminada estrepitosamente en la primera rueda, sin sus grandes estrellas de Europa como Humberto Maschio, Antonio Angelillo, Enrique Sívori y Alfredo Di Stéfano, lo que repitió para Chile 1962 e Inglaterra 1966, cuando tampoco estuvo Angel Clemente Rojas.

Para Alemania 1974, una tripleta de técnicos decidió no convocar a los cracks emergentes como Norberto Alonso, Osvaldo Potente, Ricardo Bochini, Marcelo Trobbiani, Juan José López o Daniel Bertoni, que llenaban de colores los domingos argentinos, y la mayoría de ellos, y ni siquiera Diego Maradona, participaron de Argentina 1978, como tampoco Miguel Brindisi, Carlos Bianchi, Angel Bargas u Osvaldo Piazza, del exterior, o Mouzo, Pernía y J.J. López, del torneo local.

Alberto Brailovsky se quedó misteriosamente afuera de la selección en España 1982, y Ramón Díaz, por motivos más conocidos, en México 1986 y en Italia 1990 al igual que Alberto Márcico, así como Juan Román Riquelme y Fernando Redondo se quedaron sin Mundial en 1998 y 2002.

Siempre faltó alguno y siempre el imaginario colectivo pidió por el crack que no está. ¿Será ahora el caso de Caballero, sumado al de Carlos Tévez?

La cuestión será que si Caballero, en un acto de arrojo y de amor por la selección argentina, le envió efectivamente su video de atajadas a Sabella, éste tenga, como parece, el suficiente equilibrio para comprender que sólo se trata de eso, de alguien que deja todo por estar, y quiere que quede claro que se muere de ganas de jugar el Mundial, y tiene con qué.

 


martes, 15 de octubre de 2013

Los queridos vecinos del Plata



“Si ustedes no quieren tener más problemas, tienen que estar cerca de Grondona”. Esta lapidaria frase la escuchó un encumbrado dirigente uruguayo cuando se le acercó a uno de los popes de la FIFA, durante el Mundial de México 1986, para ensayar una protesta por la demasiado pronta expulsión, por parte del árbitro francés Joel Quinou, del lateral José Batista ante la selección escocesa, en el último partido de la fase de grupos en la ciudad de Nezahualcoyotl.
Ese partido finalizó 0-0 y con dos empates, y como uno de los mejores terceros, la selección uruguaya pudo clasificarse a los octavos de final tras un partido caliente que tuvo como fondo “musical” a la voz de un joven entrenador escocés, Alexander Chapman Ferguson, quien dijo luego, en la conferencia de prensa, que Uruguay era una “bloody nation”, que puede leerse como “maldita” o “sangrienta”, según las distintas acepciones, según cuenta el periodista Angel Ruocco en un artículo sin desperdicios en el diario “El Observador” (http://www.elobservador.com.uy/noticia/219538/ferguson-el-verdadero-villano-de-la-pelicula/).
La selección uruguaya quedaría eliminada ante la argentina pocos días después, en un dramático partido en Puebla con un gol de Pedro Pablo Pasculli cuando parecía que todo se ponía oscuro para los albicelestes de Diego Maradona, desde el partido, dominado por Enzo Francéscoli y Rubén Paz, hasta el cielo encapotado.
Grondona había sido el veedor del Uruguay-Escocia, cuando ya se sabía desde la FIFA que era posible un clásico rioplatense en octavos de final pero aquellos tiempos no eran los actuales.
Desde siempre, Uruguay y Argentina compartieron demasiadas cosas y se miraron con recelo, tal vez desde que el gran caudillo oriental José Gervasio Artigas pronunciara en la Asamblea de 1813 las dos palabras malditas para muchos de los allí presentes: “Reforma Agraria”.
Desde ese momento, su salida del territorio argentino para conformar la Banda Oriental, marcó diferencias sustanciales, con un país pequeño entre dos gigantes, nada menos que Argentina y Brasil, que se las arregló siempre como pudo desde la diplomacia hasta las finanzas, teniendo que ser testigo de algunos dislates, como los del entonces canciller albiceleste Manuel José García, quien enviado por Bernardino Rivadavia procedía a devolver sigilosamente a su gran adversario tierras conquistadas en enfrentamientos armados días antes.
Desde la nacionalidad de Carlos Gardel hasta el conflicto por la pastera de Fray Bentos, las vacaciones en Punta del Este o los miles de argentinos que viajan continuamente al país vecino por sus depósitos en dólares, o los pedidos de disculpas entre llantos del ex presidente Jorge Batlle hasta las batallas futbolísticas de los años sesenta y setenta en las Copas Libertadores, hay una historia rica en común.
Pero si en algo son buenos vecinos Argentina y Uruguay, desde aquellos días de México 1986, es en el fútbol. No casualmente, están ambos países a punto de obtener el sí definitivo a la organización del Mundial 2030, que no tendría siquiera competencia entre los miembros de FIFA.
Aquel dirigente preocupado de los días de México 1986 hoy respira tranquilo, desde una posición de poder tal, que la gran preocupación de los colegas de los países sudamericanos de la costa del Pacífico es tratar de romper lo que dan en llamar “la mafia del Atlántico”.
Fixtures inalterables, árbitros con tortícolis, ausencias llamativas en controles antidoping en partidos decisivos, clubes prestanombres para triangulación de jugadores como Sud América, Fénix, Progreso, Bella Vista, Cerro, Boston River y Rampla Juniors, según datos oficiales dados a conocer por el titular de la AFIP argentina, Ricardo Echegaray, generan demasiadas sospechas.

 

“Hace quince años vendía autos usados y ahora es multimillonario” dijo días pasados, con su dureza habitual, el ex arquero paraguayo José Luis Chilavert, en referencia a Figueredo, quien acaba de reemplazar a Nicolás Leoz como presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol).
“Cuando empieza a reunirse con el grupo que lidera la televisión y que siempre gana las licencias, manifiesta allí que los jugadores son un mal necesario. No puedo permitir que ellos hablen así de nosotros y vivan a costillas de los jugadores de manera fastuosa, entonces hay que parar la mano”, dijo a Radio Cardinal de su país.
Chilavert, junto con ex futbolistas muy importantes como Diego Maradona, Enzo Francéscoli, Oscar Ruggeri y Romario, participó de la reunión que se llevó a cabo días atrás en San Pablo para denunciar que la Conmebol es cada vez más rica, y los clubes son cada vez más pobres.
“Les molesta nuestra reunión pero buscamos transparentar el fútbol. Es bueno que sepamos a dónde van los ingresos de la TV, o de Adidas, que se renovó hace poco, o sumas millonarias de publicidad, y que los clubes nuestros son cada día más pobres. Transparentar no puede molestar a nadie”, sostuvo Chilavert.

De cualquier modo, muchos de los jugadores reunidos en San Pablo tienen un vínculo ya sea con los empresarios Francisco "Paco" Casal o con Daniel Vila, quienes han tenido o tienen intereses propios con la televisación de los partidos de fútbol sudamericano.
Desde que el calendario sudamericano de clasificación al Mundial es de todos contra todos en dos ruedas, desde el correspondiente a Francia 1998, las selecciones de Uruguay y Argentina siempre se han enfrentado en la última fecha, lo que da lugar a enorme cantidad de suspicacias, sumadas a algunos hechos pasados que llaman poderosamente la atención.
En esa primera clasificación, el partido jugado en River, que finalizó 0-0 es recordado por este cronista que estuvo presente, y en el que un muy joven delantero local, ya consagrado en Europa, no llegó a una pelota que estaba más cerca de él que del veterano arquero visitante, o qué decir de las tribunas del Estadio Centenario gritando “Ar-gen-ti-na, Ar-gen-ti-na” en el desenlace para Corea-Japón 2002.
Cuando se acercaba el partido final para Alemania 2006, con los celestes siempre necesitados, en la cornisa, este periodista pudo conversar con un influyente jugador del equipo argentino, que segundos antes se molestó porque un colega, con un grabador, quiso hablarle de lo ocurrido cuatro años antes. Ya en confianza y a solas con quien esto escribe, el jugador se quejó por la pregunta, lo que motivó el siguiente ofrecimiento: “hagamos algo. Yo pongo Rec y vos sólo afirmás que en 2002 no hubo arreglo de ninguna clase”, ante la negativa rotunda del interlocutor.
Para 2010 todo fue más lógico. Los dos equipos se jugaban la clasificación, y finalmente ganaron los albicelestes con aquel gol de Mario Bolati, el abrazo de oso de Carlos Bilardo a Diego Maradona, y los exabruptos de éste en la conferencia de prensa posterior.
Es cierto que para esta noche, la selección argentina no se juega nada, y que la uruguaya depende en exceso de un partido para observar con una lupa enorme entre Chile y Ecuador, para clasificarse directamente al Mundial, pero ganar le significará quedarse, muy probablemente, entre los ocho mejores del ranking FIFA y de esta manera, se aseguraría ser cabeza de serie en el caso de llegar a Brasil 2014, y así evitar en la fase de grupos a otra potencia.
Del lado argentino, por las dudas, no estarán ni Mascherano, ni Messi, ni Agüero, ni Di María, ni Coloccini y aún puede que haya menos bajas. La explicación, en este caso, es que alguna tarjeta roja puede tener influencia en el primer partido del Mundial.
 
 
 
 

domingo, 13 de octubre de 2013

La primavera del Pacífico en Sudamérica (Yahoo)


El Crown Plaza Hotel de Santiago de Chile estalló. Los dirigentes locales y los colombianos, representantes de dos de los cuatro seleccionados en el cuadrangular final de la Copa América de 1991, que luego le daría el título de campeón a la selección argentina, se quejaron amargamente de la decisión de la Conmebol de suspender por sólo un partido a Claudio Caniggia tras una expulsión, lo que le permitía jugar en el decisivo partido final, cuando correspondían dos. Ya en ese momento, más de veinte años atrás, se refirieron a “la mafia del Atlántico”.
Verdad o no, desde hace poco menos de medio siglo que el fútbol sudamericano es manejado por los países de la costa atlántica del continente, los tres que tienen la mayor trayectoria en la historia, Argentina, Brasil y Uruguay, aunque por mucho tiempo haya presidido la institución el paraguayo Nicolás Leoz, denunciado por maniobras fraudulentas en varias ocasiones por distintas investigaciones periodísticas y casi obligado a irse por la FIFA en estos últimos meses, siendo reemplazado por el uruguayo Eugenio Figueredo.
Es por esta razón que el presidente de la Federación Ecuatoriana Luis Chiriboga, llegó a solicitar que para las dos jornadas finales de la clasificación sudamericana (un solo grupo de nueve equipos debido a que Brasil, el décimo, ya está clasificado para el Mundial por ser local en 2014) en su partido clave ante Uruguay en la altura de Quito, la terna arbitral fuera europea, algo que fue desestimado por la Conmebol.
Los ecuatorianos tenían motivos para estar nerviosos. En la clasificación anterior, Ecuador fue despojado de un triunfo merecido por pésimas actuaciones arbitrales y esta vez pudo vencer 1-0 y poner un pie y medio en el Mundial de Brasil, con un gol de Jefferson Montero, aunque otra vez pudo estar más tranquilo si le convalidaban el legítimo gol de Joao Rojas, que habría significado un más cómodo 2-0 si no era anulado por fuera de juego a instancias del juez de línea.
Ecuador, así como Colombia, regresa a la fase final de un Mundial, dirigido por el colombiano Reinaldo Rueda, luego de atravesar duros momentos por el sorpresivo fallecimiento del delantero Cristian “Chucho” Benítez, pero haciéndose fuerte como local en Quito, a donde terminó invicto, y con un estilo técnico atrás, y potente arriba, encontró un sistema propio que retoma aquél que lo llevara hasta Alemania 2006.
Colombia, también del Pacífico sudamericano, recuperó con el argentino José Pekerman, gran parte de ese estilo que lo consagró y deslumbró al mundo en Italia 1990 y en la  clasificación para el Mundial de Estados Unidos 1994, donde su actuación fue decepcionante y generó un sinfín de polémicas, aunque nadie olvida a esa generación dirigida por Francisco Maturana y Hernán “Bolillo” Gómez y ese juego estético de los Rincón, Redín, Valderrama, Valencia, Asprilla, Alvarez, Valenciano o el arquero Higuita.
Esta selección colombiana pretende recuperar ese juego pero es algo distinta. Tal vez menos brillante que aquella, pero basada siempre en el “tiki-taka”, sin tanta velocidad sino apoyada en la precisión de jugadores como Juan Cuadrado, Carlos Sánchez y especialmente James Rodríguez, y la potencia de un excepcional goleador como Radamel Falcao, junto a Teófilo Gutiérrez y Jackson Martínez.
Su comienzo en el grupo clasificatorio no había sido bueno, ya muchos pensaban que llegaría otra frustración como en las últimas veces, porque desde que se extinguió aquella generación dorada no había aparecido un recambio y Colombia había estado ausente en los mundiales desde Francia 1998, y se tocó fondo de local contra Argentina, cerca de promediar la primera rueda.
Allí fue que Leonel Alvarez fue reemplazado en la conducción técnica por Pekerman, quien decidió cambiar, tranquilizar el juego, asociar a sus jugadores, dar prioridad a la técnica y por momentos, el juego del equipo fue exquisito y lo coronó con un increíble empate como local ante Chile, luego de estar 0-3 hasta los 25 minutos de la segunda parte, cuando aprovechó la expulsión del volante rojo Carmona, para revertir la situación y conseguir su regreso mundialista.
Chile es el tercer equipo del Pacífico que se encuentra, como Ecuador, a punto de llegar a otro Mundial, tras su buena participación en Sudáfrica 2010 de la mano de Marcelo Bielsa. Ahora, dirigido por otro argentino exitoso en su paso por la Universidad, Jorge Sampaoli, quien proviene de la rama de su compatriota en cuanto a concepción de juego), y luego de que reemplazara a otro argentino con el que comenzó el grupo, Claudio Borghi, “La Roja” pudo encontrar una mecanización de muchos movimientos, una fuerza especial y una gran calidad en algunos jugadores que se destacan mucho en sus ligas como Alexis Sánchez (Barcelona) y Arturo Vidal (Juventus), muy bien acompañados por otro delantero talentoso como Eduardo Vargas y con la riqueza del armador Jorge Valdivia.
A Chile y Colombia les bastará un empate en Santiago, el martes próximo, para clasificarse ambos para el Mundial, ocupando las últimas dos plazas directas tras el ya líder definitivo (Argentina) y el segundo (Colombia). De todos modos, la diferencia de goles hacia el quinto clasificado, Uruguay, es tal que casi no hay chances ya de que los celestes eviten jugar la repesca de noviembre a doble partido ante Jordania.
Uruguay, siempre dirigido por Oscar Tabárez, pudo superar los muy malos resultados de finales de la primera rueda y al menos volvió a la situación casi permanente de los últimos tiempos, en los que ha tenido que jugar ya tres repescas (dos contra Australia y una contra Costa Rica) en las que debió sufrir hasta el final y en una de ellas, para Alemania 2006, no la pudo superar.
Esta clasificación sudamericana deja también la caída, luego de dos décadas en los puestos de privilegio del seleccionado paraguayo, tras obtener el subcampeonato en la Copa América de Argentina 2011, pero allí se produjo la salida del entrenador argentino Gerardo Martino (ahora en el Barcelona) y no pudo recuperarse, mientras que Venezuela, mucho más competitivo que en el pasado, se ilusionó con llegar en el lote de los punteros, pero su producción bajó mucho en el momento clave.
Perú y Bolivia siguen siendo los seleccionados más flojos, sin poder encontrar una vuelta a la situación. El primero no participa en un Mundial desde España 1982 y el segundo, desde Estados Unidos 1994.

Un nuevo mapa se dibuja en el fútbol sudamericano. Es ahora el Pacífico, con Colombia, Ecuador y Chile, el que comienza a emerger. Con Argentina y Brasil como potencias instaladas, Uruguay debe luchar en una repesca y Paraguay afuera, las cosas han cambiado mucho.

sábado, 12 de octubre de 2013

La creciente necesidad de solidez



Sin problemas de clasificación, y con un rival endeble, la ocasión de anoche en el Monumental daba para florearse, para jugar bien, para ofrecer un agradable espectáculo a los que se acercaran hasta el estadio cuando ya había poco en juego y ante la falta del gran artista, Lionel Messi.

Y la selección argentina, en cuanto a llegadas, ocasiones de gol y calidad ofensiva, no defrauda nunca en esta etapa, porque cuenta con el mejor ataque del mundo y como pocas veces en estos últimos años, todo lo genera con mucha naturalidad.

Si algo puede destacarse, en este aspecto, es que el entrenador Alejandro Sabella tiene ya la certeza de que cuenta con un excepcional recambio arriba, y que Ezequiel Lavezzi y Rodrigo Palacio son dos suplentes de lujo, apenas un escalón debajo de los titulares.

Ya sin tanta eficacia y con mayor atención, aparece el tema de la elaboración del juego en la mitad de la cancha. No tanto por Ever Banega, casi en la misma condición que Palacio y Lavezzi para la lista definitiva, incluso Maxi Rodríguez, si llegara a plantearse el caso de tener que cerrarse con una línea de cuatro volantes, para jugar por afuera. Sino porque Lucas Biglia, de aceptable nivel, aún no termina de cerrar (aunque tal vez para Sabella, sí), no tanto por intensidad de juego sino por presencia y talento.

La gran dificultad está, sin dudas, atrás. Y cuando decimos “atrás” no nos referimos tanto a la calidad técnica de los defensores, solamente, sino a la coordinación entre ellos en la marca, y en el muy flojo momento que desde hace rato atraviesa el arquero Sergio Romero, que no ofrece la seguridad necesaria.

No puede, una selección como la argentina, tener como titular un arquero como Romero, al menos “este” Romero. No es titular en su equipo, el Mónaco, lo que más allá de circunstancias puntuales determina que no tiene la regularidad necesaria para la alta competencia (si Vicente del Bosque excluyó a Iker Casillas de la titularidad en la selección española, no hace falta agregar nada) y por otro lado, es notable su falta de autoconfianza en el momento de resolver si embolsar, despejar, salir o quedarse.

Sin un arquero sólido, habiendo tantos mejores (desde los dos del plantel, Mariano Andújar y Agustín Orión, como Marcelo Barovero o Sebastián Saja), y a pocos meses del Mundial, llega el tiempo de probar otras opciones, algo que parece propicio este martes ante Uruguay en Montevideo.

Los defensores titulares no son técnicamente malos, e incluso es un acierto de Sabella el haber dado continuidad como centrales a Federico Fernández y Ezequiel Garay, pero éstos (especialmente el primero) parecen mejores cuando atacan que cuando defienden, es decir, con el balón que sin él, pero el problema es que la función primordial, y más con semejante ataque, es marcar.

Sabella debe resolver este dilema. Fernández es importante en el juego aéreo y anoche, gracias a su cabezazo, Lavezzi pudo empatar inmediatamente el partido. Garay es pretendido por los mejores equipos europeos y no puede ser casualidad, mientras que Zabaleta es un destacado lateral en el Manchester City, aunque pasa al ataque continuamente y es muy superior en esa función que en la del retroceso.

El tema, entonces, pasa por la coordinación entre los defensores y los volantes, y por supuesto, el arquero.

No quisimos entrar en el debate que ya nuestros lectores conocen sobre otros aspectos que le hubiesen dado otra cara al lineamiento general, como definir primero “a qué se quiere jugar”, porque con una determinada filosofía, como por ejemplo salir jugando desde atrás con pelota al pie, tal vez habría generado otra seguridad, pero es apenas una hipótesis que hoy ya no tiene demasiado tiempo de resolverse.

Este equipo argentino es vertiginoso, lo cual hace que en ataque sea imparable una vez que aceleró, pero que también sigue generando algunos interrogantes como qué sucede cuando hay que parar un poco la pelota (como Sabella pidió en el final, aunque no había un número diez clásico entre los titulares), o, la pregunta del millón, qué sucedería en caso de enfrentar a un equipo con mucha posesión (Holanda, Colombia, España, Alemania, por citar algunos) que no deje jugar a los albicelestes, y que los cuatro fantásticos se cansaran de esperar que alguna vez les llegue “el juguete”.

Por eso, es hora de definiciones. Por un lado, resulta fundamental elegir muy bien los rivales de los amistosos hasta junio de 2014, que sean adaptables a comprobar distintas variantes del esquema táctico argentino, y no ocasionales derrotados que aumentan la autoestima pero que no otorgan demasiado (recordar el eufórico 1-0 a Alemania en el inicio de 2010 en Munich, con gol de Higuaín).

 

Por otro lado, llegó el momento de afinar la lista definitiva para el Mundial y en este aspecto, pareciera que Sabella está muy bien rumbeado y que de esta serie de dos partidos quedarían como mucho tres a cuatro plazas a cubrir. Tres arqueros casi seguros (con la mínima esperanza de una reconsideración), seis defensores (los cuatro titulares, Coloccini y Campagnaro), seis volantes (los titulares más Banega, Biglia y Maxi Rodríguez), y cinco delanteros.

La solidez en el aspecto defensivo, entonces, es la clave para llegar casi en un estado ideal (dependiendo del azar de lesiones y otros detalles) al Mundial de Brasil.


martes, 8 de octubre de 2013

Un Superclásico a la medida de Boca (Jornada)



Hace casi ocho años, en la tranquilidad de Madrid, Carlos Bianchi le decía a este periodista que suele necesitar el “hambre futbolístico” para poder llegar a grandes conquistas. Y precisamente este Superclásico, con toda la cancha en contra, con una enfermería en su plantel, con cuarenta partidos sin ganar dos veces consecutivas y hasta con un fallecimiento en la semana (el suegro del “Cata” Daniel Díaz), pareció hecho a su medida, para su filosofía como director técnico.

Bianchi maneja como pocos el vestuario, aunque para eso necesitó siempre limpiarlo a fondo. A fines de los noventa, del recordado “cabaret”, y ahora, de las divisiones entre falcionistas y riquelmistas, lo que le costó zafar in extremis de la última posición en el torneo anterior.

Liberado de estas ataduras, se encontró en el actual torneo con el problema de la imposibilidad de contar con cierta regularidad por la enorme cantidad de lesionados, que muchos asocian con una preparación física al límite de las posibilidades de cada jugador, y un plantel rico en individualidades terminó diezmado y con la necesidad de pensar un nuevo esquema para cada fecha.

River lo tenía todo a su favor. Hace tiempo que su director técnico, Ramón Díaz, dispone de sus jugadores, casi sin bajas, pero con una calidad irregular dependiendo de las posiciones. Un excelente arquero en Marcelo Barovero, una zaga central firme, dos laterales que van mucho al ataque, un delantero de mucha jerarquía como el colombiano Teófilo Gutiérrez, pero un mediocampo sin peso y un Lanzini que puede pasar de la magia al humo en cuestión de segundos.

Por eso es que de las doce llegadas en noventa minutos intensos pero de baja calidad técnica, a tono con la actualidad del fútbol argentino, River tuvo el doble, incluso dos tiros en los palos, pero Boca las usufructuó mejor y en las cuatro veces que merodeó el arco rival, siempre pudo haber convertido.

Emmanuel Gigliotti ya había tenido muy cerca una primera oportunidad en un rebote ante Barovero que no pudo conectar bien, y en cambio sí pudo enganchar desde el sector derecho un centro hacia atrás del “Burrito” Juan Manuel Martínez, de aceptable partido.

Y fue desde ese momento, todavía en el primer tiempo, que si Boca tenía motivos para ir con todo a la hazaña en el Monumental, contra 66.000 personas, al igual que la gesta de aquella semifinal de Copa Libertadores de 2004 con el mismo Bianchi en el banco, ese triunfo parcial lo motivaba para defenderlo con uñas y dientes ante un River impotente, que dispuso de campo y pelota casi hasta tres cuartos del terreno, pero que no pudo pasar el vallado azul y oro.

La sensación fue siempre que River, más allá de dos tiros en los palos aunque en ambos estuvo siempre atento el arquero Agustín Orión (muy bueno bajo los palos aunque exaspera el tiempo que hace y sus saques a dividir, cuando no altos y afuera del campo de juego), no le iba a empatar a Boca ni aunque le dieran la posibilidad hasta la mañana siguiente.

Los de Bianchi llegaron con un equipo remendado, con tres de los cuatro defensores suplentes (ni Marín, ni Ribair Rodríguez ni Insúa, ni siquiera Guillermo Burdisso), con Ledesma suspendido, Erbes lesionado, Gago en puntas de pie (se desgarró ahora y tiene para tres semanas), Riquelme, con un solo partido previo luego de una larga ausencia, y Cata Díaz regresando antes del tiempo estimado.

Por eso, puede entenderse (aunque no justificarse, porque jugó a no jugar, a anular a River, como si fuera un voceador que se sabe ganador por puntos que evita el knockout), que Boca se haya replegado tanto tras el gol.

Menos puede comprenderse lo que quiso hacer River. Los nervios pueden jugar su partido, junto con la ansiedad por dar vuelta un resultado adverso ante su gente y su máximo rival, pero no generó el peligro como para grandes merecimientos, con la demostración de que aún necesita reforzar algunos puestos, especialmente en el medio, y más punch adelante.

No pareció acertado por parte de Ramón Díaz el reemplazo del chico Andrada por el uruguayo Mora, sino que debió haber sacado a algún volante, bien para juntar a Lanzini con Teo y con dos puntas, o bien que saliera Lanzini y que Mercado y Vangioni se pararan como volantes ofensivos.

Boca terminó demasiado cerca de Orión, y con un equipo lleno de juveniles, si se suman los ingresos de Bravo y Escalante y hasta Riaño, que si bien jugó en San Martín de San Juan, reúne muy poca experiencia en su nuevo equipo.

Pero los de Bianchi tuvieron el hambre que tanto recalca su técnico, en el contexto ideal para revertir una racha, sobreponerse a tantas lesiones, y ganar en un terreno tan adverso.

River pareció chocar más contra su propia impotencia y sus fantasmas históricos que con este Boca que Bianchi debe volver a reconstruir como cada semana cuando el domingo reciba a Rosario Central.

¿Qué River lo pudo haber empatado? Tal vez, pero el fútbol no se lleva demasiado bien con el potencial. Y el presente le indica que algunas cosas deberán cambiar si aspira a regresar a tiempos de mayor gloria.

 

 

 


domingo, 6 de octubre de 2013

¿El Barcelona está en un gran momento? (Yahoo)


Pocas veces en su historia, el Barcelona tuvo un arranque de temporada tan demoledor, si nos basamos en los resultados. Ha jugado oficialmente doce partidos, de los cuales dos de ellos, empatados ante el Atlético Madrid, sirvieron para ganar la Supercopa de España en agosto, y en los otros diez se impuso, dos de ellos por la Champions League y los otros ocho, por la Liga Española.
Si el fútbol fuera una ciencia exacta, si todo se basara en resultados, la actuación de este Barcelona modelo 2013/145 sería indiscutible, y en pocas oportunidades se ha dado el caso de un entrenador debutante y más aún, prácticamente desconocido, como el argentino Gerardo “Tata” Martino, y que de entrada gane todo lo que tiene en sus manos.
Sin embargo, este Barcelona está lejos de ser indiscutible. Desde el punto de vista estético, desde su juego, su creatividad, su belleza, que es lo que lo ha encumbrado como el equipo referencia del mundo entero, no ha vuelto a repetir nunca, salvo pequeños pasajes de algunos partidos y todos ellos en el Camp Nou, aquellas jugadas que tanto han deleitado en el pasado.
Al mismo tiempo, ya la posesión no es abrumadoramente favorable como era durante todo el ciclo, y si bien es cierto que la posesión de balón no garantiza buenos resultados, en el caso del Barcelona sí era una vía para obtenerlos, cuando ahora da algunas ventajas defensivas en huecos que se producen y recibe goles desde movimientos que en otro tiempo hubieran sido impensados.
¿Por qué ocurrió semejante cambio? Es algo que aún no se termina de dilucidar porque el propio Martino no lo ha explicado, si bien sí suele decir, en las conferencias de prensa, que la situación no podía seguir como en años anteriores y él fue el encargado del trabajo más pesado, que ya tanto los dirigentes como los jugadores veían como inevitable.
En otras columnas citábamos las extrañas declaraciones de algunos jugadores que son referentes del plantel sosteniendo que no se podía seguir con el juego del toque y parecería que hay dos opciones para el trabajo de Martino en el mediano plazo: o bien busca “esconder” el juego del Barcelona, al menos fuera de casa, para hacerlo más imprevisible al rival, debido a que los partidos se estaban transformando ya del fútbol al hándbol (en el sentido de que eran todos pases de un costado al otro al borde del área rival, sin poder penetrar en ella para convertir), o bien hay una renuncia explícita a la posesión para buscar otras variantes, para enriquecerlo tácticamente para dar distintas respuestas, pero con una búsqueda más orientada al juego propio, al sistema táctico, más que burlar al adversario.
De momento, no se sabe el rumbo, pero sí hay ya algunos elementos del juego del Barcelona muy interesantes para analizar. Desde algunos saques largos de Víctor Valdés, como salida desde el arco, una menor posesión del balón, la apuesta a jugar a veces de contragolpe, los remates de media distancia (se vio nítidamente el pasado sábado ante el Valladolid en el Camp Nou), las rotaciones de jugadores y los cambios posicionales (Cesc no más de “falso nueve” y ahora de volante central, Neymar, de “falso nueve” cuandio no está Lionel Messi).
De cualquier forma, el Barcelona sigue teniendo algunos problemas estructurales, como su plantilla demasiado corta (ya lo era y sólo fichó a Neymar y se excedió en la cesión y venta de pases de jugadores), y la excesiva dependencia de Messi para el gol, así como una necesidad de reafirmar un defensa central sólido para la segunda parte de la temporada, especialmente desde febrero a junio.
Es evidente que todo está centrado en el ya próximo regreso a los campos de juego del veterano Carles Puyol, cuyas actuaciones van a determinar la necesidad de fichar o no a un defensor en su posición, sumado a que viene recuperándose Marc Bartra, luego de un comienzo de temporada dubitativo.

En estos meses Martino deberá seguir profundizando sus búsquedas para encontrar un equilibrio en las rotaciones y en la relación con un Messi que ya pesa demasiado en todos los órdenes mientras va impulsando el crecimiento de Alexis Sánchez, antes muy cuestionado en el Camp Nou, y acomodando a Neymar entre los titulares.

jueves, 3 de octubre de 2013

El Bayern, la otra joya de Guardiola (Jornada)




Este cronista debe admitir que Josep Guardiola volvió a conquistarlo. Si en 2008 creyó que no duraría demasiado, tras un mal comienzo de Liga en su primera experiencia como entrenador de Primera División, luego acabó en la cima con un Barcelona espectacular, que para muchos puede llegar a ser el mejor equipo de la historia del fútbol.

Nuevamente, para el inicio de la temporada 2013/14 en el Bayern Munich, intentando cambiar los esquemas de un equipo tan ganador, que en la anterior se llevara el triplete (Liga Alemana, Copa Alemana y  Champions League) de la mano de un gran entrenador y de mucha experiencia como el veterano Jupp Heynckes, no sonaba muy bien intentar una variación en el juego e importando un esquema como el que podía aportar el  catalán.

Los primeros magros resultados, como la derrota ante el gran rival alemán de este tiempo, el Borussia Dortmund, por la Supercopa Alemana, al mismo que venció apenas tres meses antes en una excelente final de Champions League, y el empate sobre la hora, con triunfo por penales, contra el Chelsea de José Mourinho en la Supercopa de Europa, parecían corroborar la hipótesis.

En síntesis, el Bayern Munich, con la decisión de contratar a Guardiola en vez de hacer la plancha con la certeza de los éxitos de Heynckes, se parecía mucho a aquél Boca Juniors que con la salida de Alfio Basile a la selección argentina y sus cinco títulos con la camiseta azul y amarilla, fue a buscar a quien terminó siendo la contracara, Ricardo Lavolpe, que consiguió el milagro de perder un campeonato que parecía imposible perder en el Apertura de 2006.

Tampoco era una situación fácil. Hoy se sabe que fue el propio Guardiola quien buscó a los dirigentes bávaros Uli Hoeness y Karl Heinz Rummenigge, para decirles que quería dirigir al Bayern, enterado de que Heynckes se encontraba próximo a jubilarse.

Todos se disputaban a Guardiola y las casas de apuestas pagaban por las distintas posibilidades en la Premier League. Tanto es así, que ni el Chelsea, ni el Manchester City, ni el Manchester United contrataban entrenadores a la espera de la decisión de Guardiola, que sin embargo dejó a todos boquiabiertos cuando se anunció su fichaje por el Bayern y su acelerado aprendizaje de alemán en su año sabático en Nueva York.

Y poco a poco, el Bayern fue cambiando de modo de jugar, y sus aficionados fueron perdiendo el miedo y entendiendo que se podía practicar un fútbol mejor, un modelo superador el tan ganador de la temporada anterior, y comenzaron a verse los resultados en los marcadores, y en los partidos.

Pero lo visto ayer en Manchester, ante un poderoso equipo como es el City del ingeniero chileno Manuel Pellegrini, fue para el asombro. El Bayern se paseó por la cancha, arrasó con los “ciudadanos” y jugó un partido perfecto, de toques, posesión y juego efectivo, en el que llegó a tener una posesión del 79 por ciento, y una diferencia de 0-3 que pudo ser muchísimo mayor si no es porque los alemanes desperdiciaron una y otra vez sus posibilidades en las cercanías del arquero rival Hart.

El Bayern es un equipo compacto, con cracks en cada una de sus líneas, y que fue perfeccionando la técnica a partir de la base de la temporada pasada, desde un gran arquero como Neuer, uno de los mejores laterales del mundo como Lahm, volantes con gran ductilidad, y tres atacantes, todos de excelente pie, como los dos wines (con perdón de los “modernos”) como Ribèry y Robben, y un nueve que también sabe con la pelota, que ayer fue Thomas Müller pero que muchas veces es Mandzukic.

Los alemanes no sólo pueden estar con la pelota en sus pies durante muchos minutos sin perderla y haciéndola correr por todo el campo, sino que cuando llegan de contragolpe, lo hacen en serio, con superioridad numérica, hasta reducir a la nada misma a equipos como el City, que hace apenas unos días había vapuleado al United, su clásico rival de la ciudad, por la Premier League.

Una vez más, Guardiola parece reírse de las predicciones de este cronista y derrumbar varias ideas del fútbol, como que cuando un equipo gana tanto, lo mejor es hacer la plancha y dejar todo como está.

Tal vez siga siendo así, pero puede haber hermosas excepciones como ésta de Guardiola. Siempre que sea para jugar mejor, un cambio es bienvenido.  Y hoy, este Bayern parece insuperable, salvo que se encuentre con algún genio en el camino, o una mala tarde, porque por suerte, el fútbol sigue siendo (mal que le pese a unos cuantos) “la dinámica de lo impensado”, como maravillosamente lo definiera, visionario, el periodista Dante Panzeri.