lunes, 30 de marzo de 2009

El contrato de la mano de Dios

Pasó Venezuela y el 4-0 final en el Monumental implicó un suspiro de alivio. El seleccionado argentino pudo sacarse de encima la mochila de tener que ganar, golear y gustar ante un rival decididamente inferior (tanto, que tuvo pánico y sólo jugó con Giancarlo Maldonado en posición ofensiva, facilmente absorbido por una línea de tres defensores albicelestes), y su director técnico, Diego Maradona, podrá ahora utilizar la situación de no tener siquiera firmado su contrato con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para presionar sobre muchos temas aprovechando los inesperados vientos a favor, insospechados hace menos de medio año cuando las encuestas para asumir le daban totalmente negativo.
Hace escasas tres semanas, Maradona aparecía entre sus amigos de la TV por cable (que como la mayoría de la prensa nacional lo miran con ojos que entremezclan agradecimiento con idolatría) para decir que había llegado a la conclusión de que si Carlos Bilardo había sido designado manager de los seleccionados nacionales era para estar atento a una caída suya para ocupar su lugar (algo que tiene alterado al entrenador campeón mundial en México 1986, que jura y perjura que en los próximos tiempos demostrará que no es así). También dijo el ex astro futbolístico, que Bilardo hizo más fuerza por colocar en el plantel a Humberto Grondona, ( el hijo del presidente de la AFA de misteriosa trayectoria en el Corinthians de Kía Joorbachián, ligado al magnate ruso Boris Berezovsky, vinculado a la mafia, y luego como entrenador de Talleres de Córdoba, privatizado a Carlos Ahumada, un empresario buscado por la Interpol y huido de México) que a Oscar Ruggeri, vetado por la AFA, en buena parte (algo que no se suele decir, es un tema tabú), por haber encabezado la huelga contra el presidente de Deportivo Español, Francisco Ríos Seoane hace poco más de una década.
Maradona tiene ahora, tres partidos después de su incierto debut como DT argentino, un poder que antes no tenía para negociar, si cabe, la firma de su contrato. Cual Sergei Bubka con sus récords de a un centímetro para cobrar cada uno de los premios, el "diez" va subiendo peldaño a peldaño desde una posición que ni el más optimista esperaba: tres partidos jugados, tres ganados, siete goles a favor, cero en contra, más cerca del líder Paraguay en la clasificación para el Mundial, por arriba de Brasil y con buena sintonía con el público, que sólo en una parte pequeña silbó a Juan Sebastián Verón, o que aceptó resignado la división de la organización del partido ante la "vinotinto" entre las dos barras bravas más fuertes, ubicadas en las dos cabeceras (¿No era que habría derecho de admisión?). Fueron "Los borrachos del tablón" los que dedicaron el triunfo "a Riquelme que lo mira por TV" y fue "La 12" la que con su tachín tachín intentó tapar los cánticos de enfrente.
Este Maradona sin contrato aún con la AFA, puede ahora llegar a pedir mucho más, desde otra suma de dinero mayor a la acordada inicialmente, hasta con más fuerza la incorporación de Ruggeri, con el objeto de frenar un posible avance mafioso, el mismo que busca llevar a sus garras todos los negocios con los que se encuentra por estos días la familia Messi.
De momento, la camiseta número 10 otorgada al ya mejor jugador del mundo implica un reconocimiento que era fundamental para consolidarlo también en el equipo argentino, pero en el campo de juego, el astro del Barcelona sigue jugando por la derecha, como en su equipo, aún cuando ante la falta de Riquelme, el conjunto argentino evidenció la falta de un futbolista clásico que maneje los hilos y conecte al tridente atacante con los cuatro del medio. Difícilmente esa carencia se note mucho ante el débil panorama sudamericano, tal vez ante Paraguay o Uruguay pueda aparecer, pero ni siquiera parece importar ante un rival como este Brasil de Dunga, que dio pena en Quito ante Ecuador y que, todo indica, llegará a Buenos Aires a defenderse.
Sin mucha prensa nacional interesada en mantener una equidistancia del entrenador, la selección argentina sigue siendo un caos organizativo. La AFA informa en su web, el lunes, de la actividad semanal y coloca el jueves a la mañana como día y horario, pero a horas de lo prefijado, decide volver a cambiar la actividad para la tarde, con mucha prensa internacional esperando. Ni qué hablar de la disposición de las vallas tras el partido, y el impedimento de pasar hacia la conferencia de prensa de Maradona, mientras distintos cómicos y personajes de la TV acceden con mayor facilidad a los jugadores que los mismos periodistas.
La sensación que queda es que la AFA sigue siendo, en muchos sentidos, un coto cerrado en el que se toman las deciciones de manera autárquica, vaya a saberse hasta cuándo. Al menos, el Estado presiona con terminar con el monopolio de Torneos y Competencias desde el proyecto de Ley de Radiodifusión. No es sólo Maradona el que puede presionar para firmar su contrato, tal vez con la pluma en la mano de Dios.

lunes, 23 de marzo de 2009

Mejor no hablar de ciertas cosas

Parece que no perdemos nuestra pequeña capacidad de sorpresa. Encendemos la TV para ver "Fútbol de Primera" por Canal 13, con toda la idea de volver a apreciar, aunque sea compactado, el gran espectáculo dado por la tarde por Huracán, ante Lanús. Un soplo de aire fresco para tanta mediocridad futbolera, para tanto esquema, para tanto grito de locura desenfrenada desde el banco de suplentes reclamando una mano, un "orsay", un penal dudoso, un lateral. Para ver, por fin, aunque sea unos pocos minutos de toque, de juego asociado, de gambeta, de fútbol argentino del viejo, del nuestro que fue asesinado estos años por los destructores de una de las grandes fiestas populares que nos quedaban. Prendimos la TV con el pequeño propósito de divertirnos con el excelente juego del "globito", casi desahuciado hasta hace escasos meses, pero renacido ahora desde las mismas entrañas de apelar al viejo y querido fútbol de nuestro estilo, con tres cracks que están para grandes cosas. Uno de ellos, más conocido porque tiene una trayectoria más dilatada, Mario Bolatti, con un juego muy parecido a aquel del gran Claudio Marangoni, aunque más rápido en su despliegue, y tal vez con algo menos de peso en la marca. Los otros dos, Matías De Federico y Javier Pastore, menos conocidos pero que han cambiado mucho la cara a este equipo que no parece traicionarse, que siempre apela al buen juego, que no descarta nunca atacar y que tiene una premisa demasiado simple pero que también demuestra el pozo conceptual en el que ha caído nuestro fútbol: tratar de asegurar la pelota, de dársela a un compañero que tenga la misma camiseta, de no ponerla cerca de su rival, y luego, apelar al desequilibrio individual cuando las circunstancias así lo indiquen. No tener miedo de gambetear, de eludir, de levantar la cabeza para ver quién se encuentra más libre si juega para el mismo equipo. Todo eso hace ya desde hace varias fechas este Huracán que dirige Angel Cappa, y que apela a la tradición más rica de lo que fue el admirado fútbol argentino que exportó al mundo sus mejores exponentes, y que por todo eso llegó a ser admirado y respetado.
Pero no. Apenas podemos ver algunas imágenes por Canal 13 y se llegan a escuchar, de fondo de la transmisión original, los permanentes halagos del relator, Walter Nelson, y del comentarista, Alejandro Fabbri. Ninguna mención, desde "Fútbol de Primera" a lo ocurrido esa misma tarde en el Palacio Tomás A. Ducó. Nada. Un partido más, casi estadístico. Sí, perdió el puntero, Lanús, y aparece el entrenador, el joven Zubeldía, reconociendo hidalgamente que su equipo fue superado. Luego, sin embargo, aparecerá un abanico de explicaciones del conductor sobre otras cuestiones, y no perderá la oportunidad de preguntarle a Juan Sebastián Verón, si le molestaría que la selección argentina jugara con un esquema 4-4-2 (esto significa sin enganche, sin un número 10, la vieja usanza argentina) y "La Brujita" da muchos rodeos para explicar que si bien en Europa cada vez se juega más con la fórmula propuesta por el conductor televisivo, el fútbol argentino "tiene muchoa riqueza y variantes y se podría utilizar distintas fórmulas de acuerdo con cada caso". No hay lugar para Huracán, sí lo hay para propender al 4-4-2, o tal vez al 3-5-2. o lo que esté de moda en Europa. El programa cerrará, eso sí, también, con media hora destinada a emitir el fantástico triunfo de River Plate, como local y ante San Martín de Tucumán, por 2-1 con un penal en la última jugada del partido, que será festejado con fanatismo por el apasionado relator que cuando los tucumanos marcaron el primer tanto, apaciguará recordando que "falta mucho todavía" o que ante cada ataque de los norteños, gritará "cuidado" al jugarle una mala pasada su inconciente, ni qué hablar cuando ante cada ataque riverplatense pida "bomba, bomba" o "está solo fulano de tal" o "qué tiro libre que tenés, Muñeco!". Todo vale, y si esto ocurre es porque los que participan, saben que no hay, paradójicamente, competencia. Todo lo contrario al nombre del programa.
Por la mañana del domingo, leíamos con atención la publicidad oficial del proyecto de Ley de Radiodifusión y que proponía volver a ver los partidos por TV sin tener que pagar, como en tiempos añorados. Mientras las operadoras se llevan tres mil millones de dólares por año con el fútbol, los clubes, en su totalidad, apenas si se llevan 200 millones....de pesos.
El fútbol televisado pide a gritos su democratización en todos los sentidos. Desde un reparto equitativo de lo que el mismo fútbol produce hacia adentro, como de una necesidad evidente de cambio de discurso desde lo que el poder de los medios nos sigue transmitiendo, mientras lentamente se apaga la fiesta popular, apartándonos de nuestro placer. Huracán es, hoy, un símbolo de resistencia contra este poder. Una nueva Ley de Radiodifusión es mucho más que eso. Es una gran herramienta para defender nuestros derechos y una posibilidad de terminar, por fin, con esa impunidad.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Maradona-Riquelme, la nueva dualidad argentina (Jornada)

Los argentinos ya hemos encontrado una nueva dualidad con la que sumirnos en una de nuestras tantas miradas al ombligo y al tradicional verbo “dividir” trazando una raya que nos coloque de un lado o de otro entre dos grandes ídolos futboleros de los últimos tiempos y por si esto fuera poco, ex amigos: Diego Armando Maradona y Juan Román Riquelme. Tanto, que si en este párrafo se quitara los apellidos, el común de los lectores sabría a quiénes nos estamos refiriendo.

En este caso, a diferencia de algunas otras dualidades en los distintos ámbitos de la vida, como el literario (Escuela de Florida vs Escuela de Boedo), educacional (Laica vs Libre), político (peronismo vs antiperonismo), tanguero (Gardel vs Julio Sosa) y hasta automovilístico (Fangio vs Gálvez), o boxístico (Prada vs Gatica), no hay que olvidarse de que Maradona, entre todos los jugadores del mundo, decidió darle como herencia su camiseta número 10 al mismo Riquelme en su partido despedida en la Bombonera, allá por noviembre de 2001, con aquella mítica frase de que “la pelota no se mancha” y en su palco nadie osó descolgar aún la foto en la que ambos están abrazados y felices.

Se trata de un estrellato que todo lo complica. De Maradona, no hace falta aclarar lo que significa en el mundo entero, mientras que el propio “Diez” debe reconocer que al menos en la rica historia de Boca Juniors, Riquelme ha hecho muchísimo más que él, por continuidad, y títulos.

Sin embargo, no se trata de un enfrentamiento para saber quién es mejor, sino que se trata, una vez más, de un problema de procedimientos, que repite una vez más lo más preocupante de los argentinos. El instinto de la autodestrucción.

Hace pocos días, un colega europeo decía a este cronista a modo de reflexón que de no ser por los propios argentinos, en fútbol, nadie podría con ellos, pero que por suerte los propios compatriotas somos los encargados de generar climas y decisiones que terminan con nuestras posibilidades.

Lo cierto es que detrás del procedimiento de Maradona “rompiendo códigos” de comentar primero a la prensa el mal momento de Riquelme por el que jugando así “no me sirve para la selección”, todo indica que el volante creativo de Boca intuye, percibe, cree, que esas declaraciones, que no pasan de algo puramente técnico, encierran un deseo de que fuera el propio jugador el que renunciara, para no tener que cargar con el peso político y el antipático hecho de tener que dejar de convocarlo.

Esto lo corrobora la ingenuidad del entrenador de Boca, Carlos Ischia, quien días pasados manifestó que en aquel partido de la primera fecha del actual Torneo Clausura, estaba dispuesto a ceder sin dificultades a Riquelme para la selección, para el partido del 11 de febrero en Marsella ante Francia, si la AFA o Maradona se lo hubieran pedido, pero que al club no llegó ninguna solicitud.

Esto se contrapone con la supuesta amarga queja de Maradona en Marsella, acerca de que la AFA habría puesto trabas a su trabajo al colocar el partido de Gimnasia de Jujuy y Boca a las 19,30 del domingo, cosa de no dar tiempo a Riquelme a viajar e incorporarse a tiempo al seleccionado argentino. Hoy, ese argumento cae por su propio peso.

La otra pregunta que cabe formularse es si Maradona tomó esta decisión, o hizo estas declaraciones que sabía que molestarían a Riquelme, por su propia cuenta y conocimiento, o si fue influído por algunos jugadores que no quieren convivir con el volante de Boca, de supino talento como complicado carácter, y si fue cierto o no aquello de los posteriores llamados de algunos jugadores del plantel argentino para felicitar al inexperto entrenador.

Sea cual fuere la verdad, lo que es claro es que lo que ocurre fuera de los campos de juego con el equipo argentino está lejos de ser lo ideal, algo que muchos argentinos, amantes del fútbol, podían llegar a vislumbrar.

Porque sumado al nuevo culebrón con Riquelme, aparece como indescifrable el rol de Carlos Bilardo en este seleccionado, casi un dirigente, limitado por todos los costados, mientras que tampoco se define el ingreso de Humberto Grondona, quien parece ser moneda de cambio por Oscar Ruggeri en este litigio que Maradona tiene con el presidente de la AFA.

Y si en 2006 la imagen que quedó grabada fue la de un muy joven Lionel Messi en el banco de suplentes ante Alemania, o un genio como Ricardo Bochini casi no participó en Mundiales, o en Suecia 1958 se prescindió nada menos que de Sívori o Di Stéfano, ahora todo indica que vamos camino a que la historia se repita y que sea la Argentina la que le gane una vez más a la Argentina, si no se logra cambiar a tiempo.



¿Por qué amo y por qué odio al fútbol brasileño?

Estimados lectores:

Como ya saben quienes nos siguen habitualmente, solemos reproducir los artículos de colegas que, creemos, ameriten un espacio en nuestro blog. Este es el caso de Octavio Palazzo, gran periodista y amigo y con quien tuvimos el gusto de compartir el mítico programa radial "Palo y Palo". Invitamos a los lectores a enviar también sus consideraciones sobre el fútbol brasileño.

Octavio Palazzo
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1.- amo su fútbol porque son a este deporte como la NBA es al basquet.
2.-porque ningún pais expresa dentro del campo su espíritu bello y alegre como hace brasil con su futbol.
3.-porque tienen 5 titulos del mundo,y siguen esperando el mundial siguiente como si no hubieran ganado ninguno.
4.-porque aceptan con estoicismo el absurdo invento argentino de la comparación entre pelé y maradona,entre alguien que ganó 3 mundiales con alguien que ganó 1,entre alguien que convirtió 1300 goles contra alguien que hizo 300,que no cabeceaba,y que dominaba una sola pierna.
5.-lo amo porque demuestran que la belleza puede vencer en todo lugar,en todos los tiempos,en todas las superficies,en el césped,en la arena,en el salón.
6.-lo amo porque el jugador menos dotado tecnicamente de un equipo brasileño puede ser tranquilamente el número 10 de la mayoría de cualquier equipo argentino.
7.-lo amo porque son tan grandes que pueden ganar mundiales sin arqueros.
8.-lo amo porque nos perdonan hasta lo del bidón envenenado.
9.-lo amo porque son los mejores aun cuando pierden,como en el 82 y en el 86.
10.-lo amo porque cuando pasa al ataque un marcador de punta brasileño pareciera que un rayo surcara la línea lateral,mientras un sol con botines espera el momento de la habilitación en tiempo y espacio perfecto,para la entrada de algún meteorito que la guarda entre los piolines de la vía láctea del gol.
11.-lo amo porque son los mejores aún entre las mujeres,y les sobra tanta gloria que esconden ese argumento.
12.-lo amo porque solo brasil puede contener la mayor de las tragedias y la mayor de las comedias de la historias del futbol,comprendidas en el "maracanazo",y en méxico 70.
13.-lo amo porque si no existiera brasil,los mundiales serían como rio de janeiro sin playa.Si una catástrofe lo dejara afuera algún día,el mundo entero inventaría un "wil card" de necesidad y urgencia para el fútbol.
14.-lo amo porque me alcanzó un solo nombre propio para describir tantas emociones,tanto fútbol.....
15.-Y LO AMO,PORQUE EN CUALQUIER MUNDIAL,DAN CUALQUIER COSA CON TAL DE NO ENFRENTAR A ARGENTINA!!!!!!

martes, 17 de marzo de 2009

Blog do Menon: Mil artículos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


Amigos lectores: el colega y amigo Luis Augusto Simon, brasileño de pura cepa y compañero de tantos viajes, acaba de cumplir las primeras mil notas en su muy buen blog, el Blog do Menon, para lo cual tuvo la feliz idea de convocar a colegas y amigos de su país y de la Argentina, entre los que me cuento, para que escribiéramos algo muy interesante. Los argentinos, por qué amamos u odiamos al fútbol de Brasil, y a los brasileños, lo mismo pero sobre Argentina.

Felicitamos al amigo Luis Augusto Simon, recomendamos su blog blogdomenon.blogspot.com (aún cuando no nos caiga simpática su portada propalestina y nos llame Lewinski, imitando a la supuesta primita Mónica, la amiga de tío Bill), y a continuación, reproducimos tanto nuestro propio artículo como el que escribiera el colega y amigo Luis Augusto Monaco, del diario "O Estado de Sao Paulo".
AMO O SUPERCLÁSSICO, ODEIO BARRASBRAVAS
LUIS AUGUSTO MONACO
Não sou daqueles que, em nome da rivalidade, odeiam o futebol argentino e não enxergam nada de bom na bola jogada por nossos vizinhos. Nadando contra a corrente, torço para a Argentina em qualquer jogo que não seja contra o Brasil. E por que amo o futebol argentino? O primeiro motivo é o mais óbvio: porque os argentinos também jogam muita bola. Não têm a ginga nem a cadência do brasileiro, mas sabem tratar a bola como poucos. E quando começam a tocar de pé em pé, é duro tirar a bola deles... Imagine a seguinte situação: um argentino no meio de uma roda de bobinho, cercado por cinco italianos ou cinco alemães. Com sua obstinação, o argentino vai tomar a bola rapidinho. Agora coloque um italiano ou um alemão no meio de cinco argentinos. O cara vai correr até cansar... Amo a identificação que os argentinos têm com as camisas que vestem, a maneira como celebram cada vitória com seus torcedores. Amo o clássico, ou melhor, o “superclássico”. Boca x River é o maior jogo do mundo (e Brasil x Argentina é o maior confronto de seleções), com casa cheia e ambiente incomparável mesmo se o jogo não valer nada. Amo as músicas que as torcidas cantam nas arquibancadas, muito mais criativas e melódicas do que as “nem a PM vai se segurar” que se ouvem por aqui. Amo seus meias habilidosos, seus zagueiros raçudos. E amo Maradona.O que eu odeio no futebol argentino? Seus “barrabravas”, bandidos ainda mais violentos do que os de nossas torcidas organizadas. A longevidade de Don Grondona à frente da AFA. Os pontapés que seus times distribuem quando percebem que o jogo está perdido. A insistência de acharem que Maradona jogou mais do que Pelé. E, por último, cruzar com o Boca na Libertadores...
SERGIO LEVINSKY
Amo el futbol de Brasil porque es un futbol convencido de ser el mejor. Amo el futbol de Brasil cuando ese futbol es el que uno cree que debe ser el futbol brasileño, aquel que pudo ver (y gozar) desde pequeño, aquel que no necesita de correr, sino que conjuga el verbo "jugar". Amo el futbol de Brasil cuando es genuino de su pais, cuando tiene esa cadencia unica, ese ritmo-samba que me llena los ojos y puedo decirles a mis contertulios "¿vieron? ¡eso es futbol!". Amo tanto el futbol de Brasil que en mi propia tarjeta de presentación tengo la foto de aquel maravilloso equipo de México 1970. Y lo amo cuando los Pelé, Zico, Sócrates, Raí, Ronaldinho, Kaká o el próximo que venga, son capaces de toda magia aún persistiendo contra los agoreros y los posibilistas del sistema que nos inunda, ahoga e intenta quebrar nuestros sueños.Y lo amo cuando contemplo esos portentos de los laterales que se lanzan con todo al ataque, con los Cafú, Roberto Carlos, los Nelinho y los Daniel Alves, los Maicon y los Junior. Amo cuando aparecen esos volantes centrales o "cabezas de area" al estilo Mauro Silva, o los delanteros impactantes como los Ronaldo, Romario, Pato o quien sea. Amo que se crean los mejores del mundo, porque al menos tienen con qué creérselo. También amo que un país hermano, latinoamericano, sienta un genuino orgullo por todo lo que ha conseguido nada menos que con el deporte más bello del planeta. Amo cuando en un Mundial todo el estadio, en cualquier parte del mundo, se transforma de amarillo al grito de Ypiranga. Amo que los colegas, apasionados, se lancen a chicanearnos antes de un clásico con lo del "Penta" y amo también que tantos queridos amigos, con todo lo que dio Brasil en el fútbol, gusten del que practican los argentinos. Amo que tan grandes cracks como Tostao o Gerson tengan esa clarividencia para ver el fútbol de hoy respetando sus convicciones.Y amo el fútbol de Brasil cuando escucho al tan talentoso Chico Buarque cantando el himno de Politeama, o cuando en el túnel del Maracaná leí esa frase increible sobre que "en el pase, el hombre se define como ser social". Y parece loco, pero más amo el fútbol de Brasil, cuanto más le temo.Odio, en cambio, al fútbol de Brasil cuando sus jugadores pareciera que necesitan provocar cuando van ganando. O que con tanto talento, maten su propio fruto tratando de imitar lo peor de nosotros, suplantando el jugar por el correr, el divertirse por el sufrir, cuando la desorganización se come lo que sería un gran campeonato, o cuando presumen más de lo que tienen. O cuando las "eras Dunga" vienen a cambiar tantos buenos momentos de fútbol. Odio que hayan dejado sugir a los Havelange y Texeira, o esa sonrisa de plástico de Pelé, con la corbara con los colores de los Estados Unidos. Odio que con tanto talento, necesiten ue los árbitros los ayuden en todas las Copas América y los Mundiales, y que muchos de sus jugadores no lleguen a Europa preparados como personas para triunfar y los venzan las saudades. Pero ni aún así los puedo odiar, porque compartimos la misma pasión y porque en el fondo, si no fuera por los colores, nos unirían demasiadas cosas.




El fútbol italiano comienza a cuestionarse (Yahoo)

Por primera vez en siete temporadas, no habrá ningún representante italiano en los cuartos de final de la Champions League europea que se sorteará el próximo viernes 20 y que contará con los cuatro equipos ingleses que se encuentran disputando el certamen, en una clara muestra de cuál es hoy el torneo más importante del mundo.

La prensa y la opinión pública italiana han comenzado entonces, rápidos de reflejos, a cuestionarse y a preguntarse por los motivos que han llevado a esta situación, aunque nadie puede sorprenderse mucho a la luz de lo que ha ocurrido en los últimos años en la propia liga local y en la situación estructural que viven sus clubes.

Si en 2006 el fútbol italiano logró colocar a tres de sus cuatro equipos en cuartos de final de la Champions League, ya en el 2007 sólo habían pasado dos, y en la temporada pasada, uno solo, para llegar a la actual de no tener ninguno. El panorama parece bastante claro y en declive, y entre las dos competencias, Champions y la Copa UEFA, sólo Udinese tiene chances de llegar a cuartos de final, porque ni siquiera el Milan fue capaz de superar al Perder Bremen en dieciseisavos.

El administrador delegado, y al mismo tiempo vicepresidente del Milan, Adriano Galliani, no pudo ser más claro con la situación del “Calcio”: “”estamos al borde del abismo, porque la diferencia con la Premier inglesa y la Liga Italiana es que los clubes de esos países son dueños de sus estadios y los nuestros, no”.

Si bien es cierto lo que dice Galliani, porque en Italia los estadios suelen pertenecer a las comunas, los distintos estudios de marketing en Europa no parecen sostener que tener la propiedad del estadio sea demasiado incidente en un déficit o un superávit, sino apenas un mero porcentaje mínimo.

El problema del fútbol italiano pasa por la credibilidad original luego del tremendo caso del Mani Pulite y luego del “Moggigate”, que a su vez derivó en que muchos jugadores estrella dejaron de lado la alternativa de ir a jugar a este país para aspirar a jugar primero en la Premier League, y como segunda instancia, la española.

Pero además, el Moggigate, por el cual se encontró al manager de la Juventus, Luciano Moggi, como responsable de todo un entramado de corrupción con árbitros, dirigentes de otros equipos y la propia Federacalcio para manipular partidos y resultados, el hecho de que la Juventud descendiera por esta causa a la Serie B y que el Milan perdiera puntos en el torneo siguiente y también credibilidad en su institución, conspiraron mucho contra un torneo interno en el que el Inter (limpio de toda esta trama) se ha quedado con los últimos tres scudettos y va camino del cuarto, y salvo en esta oportunidad, siempre la Roma ha sido el único que ha dado cierta competitividad.

La Juventus, recién ahora, en su segunda temporada en la Serie A, ha recuperado cierto nivel pero mantiene muchos jugadores veteranos, como Alessandro Del Piero, el checo Pavel Nedved (que ya anunció su retiro para junio) o el francés David Trezeguet, mientras que en el Milan, la defensa es demasiado veterana, con viejas glorias que mantienen un cierto nivel, como Paolo Maldini o Alessandro Nesta, y en la delantera, otros de generaciones anteriores como el eterno goleador Fillippo Inzaghi y el ucraniano Sevchenko, y pese a nombres de estrellas rutilantes, el equipo no pudo encontrar una regularidad y hasta se habla ya de la salida de Carlo Ancelotti como entrenador para cuando finalice la temporada.

Son pocos los jugadores que van saliendo como novedades, una crítica cada vez más habitual en los medios italianos, aunque es algo que se extiende a otras actividades culturales del país. No parece que las nuevas generaciones tengan demasiado abiertas las puertas, y entonces son escasos los jugadores que aparecen por el momento, con chances de tener continuidad en sus equipos.

Tal vez Giovinco y Chiellini (Juventus), Pato (Milan), Aquilani (Roma) o Ballotelli (Inter) son excepciones en un torneo en el que se suelen destacar jugadores veteranos.

Lo que es evidente es que salvo la Roma, que pudo emparejarse con el más flojo de los cuatro ingleses, el Arsenal, con el que perdió por penales en su propio estadio, el resto de los equipos italianos fue eliminado con justicia y sin mucho que reclamar en los octavos de final de la Champions League.

El Inter pudo arrancarle un empate como local al Manchester United, pero no resistió demasiados minutos en Old Trafford, aunque tuvo sus oportunidades, y la Juventus tampoco pudo ante un Chelsea que llegaba en crisis y que encontró motivación en sus jugadores gracias al trabajo urgente de Guus Hiddink, que llegó a último momento traído por Román Abramovich.

El fútbol italiano va tomando conciencia de que sin un entorno limpio y creíble, y sin una renovación de sus jugadores, no conseguirá hacer más actractiva su liga y sus chances de volver a pelear en Europa sed harán remotas, o dependerán de la llegada de algún crack que siempre los italianos tienen la suerte de fabricar. Pero es claro que en el contexto del fútbol europeo, Italia ha perdido fuerzas.


Entrevista exclusiva con Carlos Tévez: "El Barcelona es el rival más temible" (Footballista, Japon)

Carlos Tévez no es un jugador más. Eso no sólo lo sabe cualquier hincha de fútbol que lo haya tenido en su equipo y también lo sabe él mismo. Porque en este mundo superprofesional, hay muy pocos jugadores de alto nivel que puedan hablar con tanta sinceridad y que se presten a una entrevista larga sin condicionamientos ni horarios, y sin pretensiones. De hecho, esta entrevista termina cuando el periodista cree suficiente lo que le preguntó y dice “basta” porque ya considera que el jugador debe estar cansado. Esta entrevista se realiza en tres partes. Una en Glasgow, en el céntrico hotel de la selección argentina en vísperas del partido amistoso contra Escocia, que será el debut de Diego Maradona como entrenador. Luego continuará en Marsella, en la misma costa mediterránea, en otro lujoso hotel ya más añejado del centro, a la espera del partido amistoso ante Francia, y continúa luego por teléfono, y siempre Tévez atenderá con su mejor talante, será amable, hablará de todo sin esconderse y se presenta siempre con el mismo look: uniforme de la selección argentina y ojotas deportivas, con medias blancas. Le preguntamos por el tatuaje de su brazo, que dice “mi tío Tropa” y nos cuenta que es por un tío suyo que ha tenido una dura enfermedad pero que va saliendo adelante. “¡ese es un luchador en serio!”, nos dice.

- Manchester United ha ganado ya la Carling Cup y el Mundial de Clubes en Japón, y se encuentra en óptimas condiciones de ganar tambien la FA Cup, la Premier League y la Champions League, repitiendo estos últimos dos títulos. ¿Cuál es el ambiente que se respira en el plantel?
- Realmente, insuperable. Es un ambiente triunfalista, pero al mismo tiempo, aunque cueste decirlo, de cierta tranquilidad. Es lógico, siempre cuando los resultados acompañan, uno se siente bien, y hoy por hoy tenemos una confianza increíble en nosotros y en lo que podamos hacer y creo que eso se ve en la cancha.

- ¿Qué cosas han cambiado desde la temporada pasada? ¿En qué ha mejorado el equipo?
- Creo que lo que pasó es que fuimos perfeccionando cada movimiento y hubo una mejora en todas las líneas. Creo que por ejemplo, defensivamente estamos muy sólidos, los dos marcadores centrales operan como un reloj y eso le da mucha tranquilidad a nuestro arquero. También el medio va conectando cada vez mejor con la defensa y con el ataque, y por eso aunque allí varían más los jugadores que entran, se hace fácil. Y arriba, tal vez esta temporada no dependemos tanto de lo que haga Cristiano Ronaldo. El es un excelente jugador, pero me parece mejor distribuir el juego entre todos los que atacamos y así nos sentimos cómodos.

- Sabemos que es difícil elegir un jugador, pero si tuviera que elegir uno del equipo, ¿cuál le parece que fue clave en esta temporada?
- Tal vez Anderson, porque es quien genera el equilibrio entre las líneas y es fundamental en la estructura y carga con el peso de tener que recuperar la pelota y llevarla hacia el otro lado.

- ¿La dupla central Ferdinand-Vidic es la mejor del mundo?
- Yo creo que sí, absolutamente, y con mucha diferencia. Como decía, ellos transmiten una tremenda solidez al equipo. Ganan de arriba y de abajo y se nos facilita la tarea, y también la de Van der Sar.

- Tanto usted como Rooney corren y presionan la salida de la defensa contraria. ¿Fergusson les dice eso? ¿Están contentos con jugar así?
- Yo creo que sí, que tanto Rooney como yo estamos contentos. Fergusson hace muchísima referencia a que tenemos que presionar bien arriba porque la defensa del Manchester United comienza con nosotros. Cuanto menos nos movamos para marcar, más rápido el rival avanzará en el campo.

- ¿Cuál es su opinión de la temporada del Liverpool, el Chelsea y el Arsenal en esta temporada, y cuáles cree que son sus jugadores claves?
- Creo que el Liverpool es fuerte y ha comenzado volcándose mucho a la Premier League, porque su gente quiere ganarla luego de tantos años, pero le ha faltado regularidad en este último tiempo, pero la estructura de los “Reds” sigue siendo buena y tal vez, como nos pasa a nosotros con Cristiano Ronaldo, ellos tampoco han podido repetir con la capacidad goleadora de Fernando Torres y Gerrard se ha lesionado mucho. El Chelsea se encuentra en una transición desde la salida de José Mourinho, y no le ha dado tiempo ni a Grant ni ahora a Scolari para desarrollar su trabajo y recién ahora se está recuperando Drogba y tampoco Lampard ha tenido su mejor año. Pero siempre puede remontar porque tiene un excelente plantel. Y Arsenal gira mucho en torno a Cesc, y su lesión fue grave para un equipo que se quedó con un plantel muy joven y Wenger deberá comenzar casi desde cero.

- Para usted, ¿Cuál es el mejor defensor que tuvo que enfrentar en la Champions League y por qué?
- Hay muchos buenos. Tal vez el que más me haya gustado pudo haber sido John Terry, porque es de mi estilo, siempre entrega todo.

- El próximo 14/3 juegan contra el Liverpool por la Premier League. En el partido de ida usted marcó pero luego su equipo perdió. ¿Qué piensa de este partido? ¿Es decisivo?

- Creo que ni el más optimista podría pensar que habría una diferencia de puntos tan grande a esta altura de la Premier y tenemos la suerte de que esta ventaja nos protege en el caso de un mal resultado, pero llegamos con la moral alta y si ganamos, seríamos ya casi campeones.

- ¿Su primer objetivo es la Champions League? ¿El clima es diferente al de la Premier?
- Sí, si bien sé que para los jugadores ingleses, la Premier es fundamental, en mi caso, tal vez influido por la Copa Libertadores, ganar la Champions es muy especial, por lo que es para Europa y porque da una proyección distinta. La Premier es de gran nivel, pero es distinto jugar en otros países, con equipos de tanta tradición y jugadores tan buenos de todos los países del mundo.

- ¿Cuál es el rival más temible de la Champions? ¿Tal vez el Barcelona?
- No sé si el más temible, aunque sí en cuanto a la calidad de sus jugadores y lo que es capaz de hacer. Lo que sí creo es que sería una hermosa final porque tenemos dos estilos diferentes y creo que hoy somos los dos mejores equipos de Europa.

- Si tuviera que comparar los dos ataques, el del Barcelona con Messi-Eto’o-Henry, y el de ustedes con Ronaldo-Rooney-Tevez (Berbatov). ¿Qué los diferencia?
- Creo que ellos tienen más vistosidad que nosotros, pero también es porque el Barcelona ataca en verdad con más de tres delanteros, y tal vez nosotros nos limitamos a los tres de arriba, a lo sumo a veces un volante, pero en el caso de ellos, llegan más a posición de gol los volantes como Iniesta. Ellos juegan más lindo, pero nosotros creo que somos más potentes.

- En este momento, usted tiene por delante a Rooney y a Berbatov. ¿No es frustrante, con su nivel, ver tantos partidos desde el banco de suplentes?
- Sí, desde ya que lo es y es uno de los temas que me ha hecho replantear si quedarme o no en el Manchester. Yo me siento muy a gusto con mis compañeros, el club, la dirigencia, la gente pero uno siempre quiere jugar y aunque lo hago, en los partidos principales últimamente no puedo tener continuidad.

- ¿Qué opinión tiene de Ronaldo, Rooney y Berbatov, dentro y fuera del campo de juego?
- Creo que son excelentes jugadores, muy buenos profesionales y tengo una buena relación con todos ellos. Ronaldo es más potente, y con gran calidad, Rooney es un gran goleador, y Berbatov, un gran oportunista.

- ¿Con qué jugador se lleva mejor en el Manchester? ¿Ya habla bien inglés?
- Bueno, me las arreglo (risas). Con el que mejor me llevo es con el francés Patrice Evrá, porque le gusta hacer bromas como a mí.

- ¿En qué lugar de la cancha le gusta más jugar?
- A mí me gusta más jugar por la izquierda, pero no como extremo sino como mediapunta….entre el centrodelantero y el extremo izquierdo. Ahí creo ue rindo mejor, pero si pudiera jugar un poco más retrasado, tendría más panorama del campo de juego.

- De no jugar en la Premier, ¿En qué liga quisiera jugar?

- Me gusta más la española. Hubo algún sondeo del Real Madrid pero no supe nada más. Pero creo que por el tipo de juego, se adapta más a lo que yo puedo hacer.

- Usted corre los noventa minutos. Cuente algún episodio relacionado con su garra y su fuerza…
- Creo que el día más feliz en el Manchester fue contra el Barcelona en el partido de vuelta de la semifinal de la Champions de 2008. No sabía por qué gritaba el público y resulta que era para mí por todo lo que había corrido y sentí que eso era una recompensa a todo mi esfuerzo.

- ¿Qué prefiere llegar a ser, un Maradona, como héroe argentino, o un Eric Cantoná, héroe del Manchester United?
- Los dos me encantan y los respeto mucho, pero yo quiero ser yo mismo, no parecerme a alguien.

- Por favor, un mensaje para los lectores japoneses que lo aman tanto. ¿Qué impresión se ha llevado del Gamba Osaka y del fútbol japonés?
- Gracias por todo, y me alegro mucho de que sea tan querido. Yo siempre lo doy todo y creo que el público japonés lo entiende así. Japón a mí me ha traído siempre suerte porque las dos veces que fui con Boca y Manchester United, he ganado. El Gamba Osaka me gustó, porque tuvo coraje y nos atacó y pocos equipos logran marcarle tres goles al Manchester United. El fútbol japonés me gusta porque no especula, porque siempre intenta atacar y estoy seguro de que continuará superándose.

jueves, 12 de marzo de 2009

Con el arreglo en el Caso Nayar, el Recre admite su responsabilidad

Finalmente, se resolvió el caso de Sebastián Nayar, quien se quedará en el Recreativo de Huelva y no se expondrá a una suspensión muy dura por parte de la FIFA, al reconocer tacitamente el club español que la firma del joven volante era válida, tal como determinó el perito y que adelantó este blog en exclusiva.
Si bien el Recreativo llegó a la reunión con los dirigentres de Boca Etala (gerente del departamento de Legales) y Rómulo Zemborain con una oferta de un resarcimiento de unos 600.000 a 700.000 euros, que ya evidenciaba que admitía no tener la razón en el caso, finalmente no sòlo se avino a pagar un millón de euros al club argentino, sino que Boca se asegura un 30 por ciento en el caso de una transferencia futura.
Tanto el perito del Tribunal Superior Deportivo (TAS) como el perito independiente que había colocado la Justicia argentina por la demanda que el jugador había interpuesto en el fuero penal, habían determinado que la firma del contrato con Boca por parte de Nayar era cierta (aunque el jugador lo fue negando en distintas entrevistas posteriores) y el volante se exponía a una dura sanción por parte de la FIFA por adulteración de firma.
Del millón de euros que pagará el Recreativo a Boca, el club español argumenta que sólo saldrán de sus arcas 450.000 euros como "derecho de formación" y que el resto del monto salen de los bolsillos del jugador y su agente, pero esto es nada más que un habitual eufemismo para evitar reconocer publicamente su responsabilidad en el robo de un jugador con contrato en un club sudamericano.

De no haber habido acuerdo entre las partes, no sólo Nayar se exponía a una inhabilitación en medio de la Liga Española, sino a una demanda judicial por parte de Boca por los perjuicio que se le generó.

Fuentes cercanas a la operación contaron a "nimasnimenos" que de no haber existido este acuerdo con Boca, el Recre estaba dispuesto a echar a Nayar y a tratar de cobrarle la rescisión contractual con el argumento de haber mentido en cuanto a la firma del contrato, lo cual muestra una vez más el riesgo al que se exponen hoy los jugadores jóvenes tentados por el dinero europeo,

miércoles, 11 de marzo de 2009

De códigos, caprichos y anarquías (Jornada)

“Acá hay mucha tela para cortar, todavía queda mucho”, dice un más que allegado a uno de los grandes protagonistas de este último tiempo de la selección argentina, y tiene muchísima razón.
Cuesta mucho aceptar lo que algunos en voz baja -por sus distintos compromisos y chupamedismos-, y las encuestas de todo tipo manifestaban. Que la llegada de Diego Maradona al equipo nacional iba a generar esta situación de virtual anarquía en la estructura que hasta podría generar el verdadero milagro de que todo esto explote en las mismas eliminatorias y ni siquiera haya Mundial. Todo puede pasar, porque en un estado anárquico es hartamente difícil predecir el futuro, pero lo que es meridianamente claro es que el desgobierno es absoluto.
La renuncia de anoche de Juan Román Riquelme al seleccionado, que ocurre por segunda vez en pocos años, demuestra que el equipo argentino es presa de los caprichos de algunas de sus estrellas, que no atienden el teléfono a otras, o que sienten celos de los notables jugadores emergentes porque consideran que la camiseta les pertenece. Y Maradona, que ahora se hace el sorprendido, lo sabe mejor que nadie, aún teniendo razón en este punto porque este Riquelme verdaderamente se encuentra muy por debajo de su nivel y es cierto que con esta lentitud y desidia, no sirve demasiado a ningún esquema por más que se trate de un excelso futbolista en cuando a condiciones técnicas y a lo que es capaz de conseguir con una pelota.
Lo que sigue conduciéndonos al origen mismo, a quien debiera conducir a la selección argentina, y que ni contrato firmado tiene (una tremenda irregularidad que la AFA bien debería aclarar, en vez de seguir tapando), a Maradona, es que si el director técnico estima que un jugador, cualquiera sea, no está en condiciones de ser convocado, todo indica que es el mismo jugador quien debería saberlo antes que los medios, y no a través de éstos. Esto que ha ocurrido con Riquelme, aún siendo deportivamente justo, nos va indicando un modo de conducir, o acaso de no conducir, que es lo más preocupante, y lo que tantos vieron por anticipación.
Yendo más allá con la “renuncia” de Riquelme (¿o será que en verdad Maradona ya lo había decidido y optó por no quemarse y que fuese el jugador de Boca quien se fuera?), Si Maradona lo decidió, ¿fue por sus propias convicciones, o porque los propios jugadores, hartos de los caprichos y los celos de la estrella boquense, fueron indicándole el camino? ¿Estaban cómodos Messi, Agüero o Tévez con Riquelme?, ¿Tomó nota “el diez” de los gritos en el vestuario tras el triunfo en Marsella ante Francia, cuando los jugadores cantaban que “no necesitamos a nadie más”?
Maradona sabe bien lo que se necesita para armar un grupo que se conjure en la búsqueda de un título importante (no por nada peleó tanto por Ruggeri), y que cuando un grupo grita de esta forma, está dictando sentencia. Lo sabe y obra en consecuencia, con toda la experiencia que fue acumulando. Y sabe también, mejor que nadie, que este equipo argentino ganó sus dos partidos ante Escocia y Francia, pero no irá muy lejos si más temprano que tarde no encuentra un sistema de ataque con más jugadores, con más respuestas tácticas. Lo dijo ayer Carlos Tévez en un programa radial: “así, no llegamos al arco contrario, necesitamos más gente arriba”. Más claro, imposible. Es decir, si no está Riquelme, hará falta otro enganche, o jugar con tres delanteros (uno de ellos de área, goleador, de los que abundan pero que el técnico parece no ver, y también sería interesante que aclarara si sobre Gonzalo Higuaín pesa algún castigo no explicitado), o que (Dios nos libre y nos guarde), se anime, por fin, a colocar a Messi en la posición que más quiere y que más espera: por fin como creativo, detrás de los delanteros. Jugarse, en verdad, a darle la camiseta número diez, que le corresponde tanto, y depositar en él todo el juego que alguna vez otros depositaron en el propio Maradona y terminar con especulaciones, polémicas y celos sin sentido.
Maradona sabe bien lo que decimos. El mismo que se quedó sentado en el palco del Vicente Calderón cuando todo el estadio se puso de pie para aplaudir al genio argentino, y que, en cambio, se puso de pie en Portugal ante un buen gol de Angel Di María.
Aún queda tiempo para la reflexión, pero dudamos de que mucha prensa argentina tenga un mínimo de coraje para criticar lo criticable del diez, y para señalar que hace muchísimo tiempo que el seleccionado argentino no atraviesa un caos como éste, a pocos días de jugarse mucho en dos partidos de eliminatorias que en otro tiempo hubieran sido casi soslayados de acuerdo a la importancia de los rivales y a la innegable capacidad individual de los jugadores nacionales.
Pero en este seleccionado, no se sabe por qué se toman algunas decisiones y no otras, no se sabe qué función cumple Carlos Bilardo, hoy más un dirigente que un entrenador, y a quien Maradona apenas consulta y tiene en cuenta. No se sabe cuál es la relación entre Maradona y el propio Julio Grondona, pujando por unos y otros amigos, tachando a los enemigos, y hasta echando y maltratando a Ubaldo Fillol, como entrenador de arqueros, y vuelto a nombrar, pero en los juveniles, como si todo fuera un viva la pepa.
Y por si todo esto fuera poco, como en un circo, los jugadores parece que no hablan con la prensa, pero luego sí hablan, aunque otra vez no, pero cuidado que tal vez sí, mientras los colegas europeos nos cuentan que el entrenador pide cien mil dólares por entrevista exclusiva, sin que la AFA tome cartas en el asunto.
Esta etapa puede terminar con el título mundial. No sería extraño y ya pasó en México 1986 cuando nada lo hacía prever dos meses antes. Pero cuando todo esto pasa en una estructura, cualquiera sea, los resultados positivos son más obra de la casualidad o la capacidad de improvisación, que de un trabajo coherente.
Hoy parece lejano el tiempo en que “el seleccionado” pase a ser “la selección”. Para eso, demasiadas cosas tendrán que cambiar y principalmente, habrá que encontrar un conductor. Sin director, la orquesta puede sonar, pero difícilmente lo haga con la armonía necesaria.

domingo, 8 de marzo de 2009

Los cambios necesarios en el fútbol (Yahoo)

Hace unos años, cuando entrevistábamos al exitoso entrenador argentino Carlos Bianchi y le preguntábamos qué equipo europeo le gustaba, nos sorprendió que como respuesta nos interrogara sobre a qué llamamos nosotros “europeo” y en todo caso, cómo saber qué país europeo tiene mejor juego, cuando todos están plagados de jugadores extranjeros.

Se llegó a tal situación que hay equipos tradicionales, como el Arsenal o el Inter, que han sacado al campo de juego conjuntos de once extranjeros, que en muchos casos ni siquiera captan lo que se grita en las tribunas o que no alcanzan a comprender al aliento de sus propios simpatizantes y de vez en cuando, ni la lengua del país alcanzan a dominar.

El desenlace de aquella Ley Bosman determinó que al poder transitar todo jugador con pasaporte europeo por todo el continente, los principales equipos tomaran la costumbre de fichar sin miramientos hasta armar la mejor estructura posible, pero eso fue desnaturalizando al fútbol. Si sumamos a los europeos con pasaporte, a los extracomunitarios permitidos (por lo general tres en campo y alguno más en el banco de suplentes) y que estos extracomunitarios, con el pase de los años y con residencia legal, se transforman en nuevos comunitarios que abren la puerta a otros extracomunitarios, la situación de hoy es de verdaderos seleccionados mundiales con camisetas de equipos, que hasta supera el límite de lo imaginado por el propio Bianchi cuando nos dijo aquello.

Es por eso que ahora estamos en el escenario de la principal batalla del fútbol europeo, el que propone el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, para al menos imponer la llamada regla del “6+5”. Esto significa propender a que cada equipo europeo tenga que tener, como mínimo, seis jugadores elegibles para los seleccionados nacionales del país de ese equipo, en el campo de juego, y como máximo, cinco jugadores que no puedan ser seleccionados en el país de ese equipo.

La otra condición es que pasados los 21 años de edad, esos seis jugadores como mínimo de cada equipo, no tienen que haber jugado nunca en otro seleccionado que el del país del equipo en el que juegan (por eso no hablan de nacidos en el país, porque pueden ser extranjeros, pero con la condición de que sean seleccionables en el país en el que juegan). De los no seleccionables, si hay alguno en el banco de suplentes, además de los cinco de máxima que podrán ingresar como titulares, esos sustitutos podrán ingresar sólo por otros de la misma condición y no por seleccionables.

Para llegar a esta resolución, que la FIFA está próxima a sacar, ha tenido que consultar técnicamente, entre otros, con miembros del Instituto de Asuntos Europeos (INEA), para que esta reglamentación no entre en colisión directa con la laboral de la Unión Europea (UE), que no pone límites en el tránsito entre sus países miembros a los trabajadores con el pasaporte habilitante, y es lo que podría trabar la medida, más allá de la casi lógica oposición (por intereses) de la UEFA y la Asociación de Clubes Europeos (ECA), que sustituyó al polémico G-14 que representa a los poderosos de Europa.

La situación es clara y ya fue evaluada incluso por el sindicato mundial de futbolistas FIFPRO, que está de acuerdo con los lineamientos de la FIFA.

En los últimos cinco años de disputa de la Champions League europea, apenas el 53 por ciento de los jugadores participantes fueron elegibles para los seleccionados de sus países. Demasiado escaso como representativo de un club.

Si esta evaluación se hace por países participantes en la Champions League, España llegó a utilizar en sus equipos un 35,2 por ciento de “no elegibles” (y no es casualidad entonces que Vicente Del Bosque, el entrenador del seleccionado nacional, disponga de muchos jugadores para citar, en comparación con sus colegas europeos).

Italia, en cambio, utilizó al 38,5 por ciento de “no elegibles”, mientras que asombra Inglaterra (el caso más duro y no por casualidad se queja tanto Fabio Capello, el seleccionador) con la utilización del 65,1 por ciento de “no elegibles”, Portugal ya baja al 57,5 por ciento, Bélgica al 50,3 por ciento, Alemania al 49,9 por ciento y Rusia va subiendo hasta colocarse ya en el 46,7 por ciento.

En cambio, no parece tener posibilidades inmediatas de éxito la implementación de la tarjeta naranja, in intermedio entre la amarilla (amonestación) y la roja (expulsión), que negociaba la chance de una suspensión temporaria de un jugador, del campo de juego, por una acción que se consideraría no tan violenta como para merecer la tarjeta roja, ni tan blanda como para quedarse sólo con la amarilla.

Suena en cambio algo extraño que la Internacional Board (el departamento de FIFA que estudia los cambios reglamentarios) haya aceptado probar en algunas ligas con el agregado de dos asistentes más a los dos que ya existían, porque no parece que eso ayude demasiado. En cambio, se corresponde más con la idea de resistir a pie firme los avances de la tecnología (ya utilizada a full por la gran mayoría de los deportes), y aumentar, en cambio, la cantidad de agentes involucrados en la industria en tremenda expansión en el siglo XXI que es hoy el fútbol.

Ganar en casa cuesta demasiado (Yahoo)

Si hay una característica saliente de los partidos de ida de los octavos de final de la Champions League europea es lo dificultoso que se le hizo a la casi totalidad de los equipos para ganar en condición de local, algo que en otro tiempo hubiera sido el factor más facilitador.

El resultado más resonante, por la importancia histórica de los dos equipos y la cantidad de copas ganadas, y por lo que mueven a todo nivel, fue el triunfo, sobre el último minuto, del Liverpool ante el Real Madrid en el estadio Santiago Bermabeu, que además sirvió para cortar una impresionante racha de los blancos desde que Juande Ramos se había hecho cargo del plantel.

El Real Madrid había encadenado nueve partidos consecutivos ganados en la liga española, y tras comenzar a doce puntos de distancia del líder Barcelona, se ha colocado a siete puntos ahora, mientras que los “reds” ingleses no llegaban en su mejor momento, sobrepasados por el Manchester United en la Premiership, luego de haberla liderado durante gran parte de la temporada, y contando muy poco con su gran estrella, Steven Gerrard, por una inoportuna lesión (sólo ingresó en el minuto 89).

Sin embargo, el Real Madrid fue presa de su propia impotencia, incluso nunca tuvo el control de las acciones, siempre bien tapado por la férrea defensa y los volantes de marca y oficio del Liverpool, hasta que los ingleses marcaron al final con un bonito cabezazo del israelí Benayoun.

Tampoco el Inter de José Mourinho, absoluto líder de la liga italiana, como en las últimas temporadas, pudo sacar jugo del hecho de jugar su primer partido en el estadio Giuseppe Meazza contra el Manchester United, y se puede afimar con rotundidad que el 0-0 final favorece a los italianos por cómo ocurrieron las cosas y cómo fue exigido su arquero Julio César por parte de Cristiano Ronaldo, y aún así, el hecho de que los ingleses no hayan marcado goles, hace que un tanto de los italianos en Old Trafford aún complique a los de Alex Fergusson en la revancha.

Tampoco el Olympique de Lyon pudo siquiera mantener el 1-0 en su estadio ante el poderoso pero algo alicaído Barcelona, luego del excelente tiro libre de Junio Pernambucano, aunque con cierta colaboración de Víctor Valdez, el arquero azulgrana. El equipo catalán presionó y logró el empate por parte de Henry.

Y tampoco el Atlético Madrid, que se encuentra en un momento confuso y con un reciente cambio de entrenador (Abel Resinos reemplazó al mexicano Javier Aguirre), pudo con el Porto en el propio estadio Vicente Calderón, y puede decirse que estuvo más cerca de perder que de ganar, aunque ya el 2-2 lo coloca en una situación complicada porque en la revancha, y de locales, los portugueses pasarán incluso empatando 0-0.

Ni hace falta mencionar la eliminatoria prácticamente resuelta, por la que el poderoso Bayern Munich destrozó al Sporting de Lisboa con un rotundo 0-5 que no necesita demasiados comentarios, en una clara demostración del ataque de los alemanes con una dupla infernal, la del francés Ribery y el italiano Luca Toni.

Apenas, en ocho partidos, se registraron dos triunfos locales, y ambos, por un marcador apretado. El Arsenal pudo ganar 1-0 a la Roma en Londres, y con un discutido penal de Mexes a Van Persia, que convirtió este mismo, y el Chelsea, en la misma ciudad, y con Guus Hiddink como nuevo entrenador en reemplazo del brasileño Luiz Felipe Scolari, se impuso por 1-0 a la Juventus, en una de las pocas veces que el implacable marfileño Didier Drogba pudo escapar a la férrea marca de la “vecchia signora”.

¿Por qué ocurre esto de que cuesta tanto ganar de local? Porque las presiones cada vez son mayores, hay demasiado dinero en juego, la repercusión por ganar o perder es cada vez mayor y la maquinaria del fútbol está en expansión, aún en tiempos de crisis.

Sumado a esto, e influido por lo relatado anteriormente, los esquemas son tan precavidos, que cada vez se juega con menos gente en función de ataque, y por lo general, la mayoría de los equipos cuenta con no más de cuatro, y por lo general tres jugadores en posición ofensiva, que es demasiado poco para un conjunto de once jugadores, y cuyo objetivo debe ser el gol.

También hay que agregar que el reglamento de la Champions League europea favorece un planteo algo defensivo en el equipo local porque al valer doble el gol de visitante, siempre el que juega en esta condición lo hace más aliviado y juega más tranquilo.

En cambio, si el local debe jugar presionado por su público, que lo empuja hacia delante con su aliento con la idea de que es mejor sacar la diferencia en casa, y no hay demasiados jugadores creativos o en función de ataque, si no se marca un tanto en los primeros minutos, esa presión interior se convierte en un problema mayor y cuesta mucho filtrarse en el vallado que coloca el rival, a la espera de un error para contraatacar.

Parece que han pasado ya muchos años de cuando los equipos europeos tenían verdaderos bastiones en sus propios estadios y el gran tema era poder sacar algún resultado afuera. Hoy, con algunas escasas excepciones (Barcelona, Manchester United, Liverpool), eso está en duda. Ni siquiera el Milan o el Valencia, en la Copa UEFA, han podido superar esta barrera.

Será cuestión de volver a plantearse el dominio de los partidos y la posesión del balón. Con seguridad en el traslado de la pelota y con tener una clara noción de cómo atacar ante equipos cerrados, todo sería muy distinto.

¿Cómo explicar esta liga española? (La Jornada)

Este corresponsal da vueltas y vueltas. Hurga en enciclopedias, busca explicaciones a lo que le ocurre al Barcelona, y no consigue, con sinceridad, decir algo racionalmente consistente. Si a cualquier seguidor del fútbol del mundo, alguien le explica que hace escasas tres semanas, el Barcelona llevaba doce puntos de diferencia al Real Madrid, con un promedio de tres goles por partido, con una proyección de casi ciento cincuenta goles en la temporada, con un pie en la final de la Copa del Rey, y con chances de ganar la Champions League europea, seguramente ese mismo simpatizante, diría que estamos locos si ahora le explicamos que la liga no está segura, que la distancia es de sólo cuatro puntos, que si en veintidós jornadas el Barcelona sólo había perdido un partido (el primero de todos, en Santander ante el Racing), ahora lleva tres derrotas, y si a esto le sumamos que el Real Madrid ha encadenado diez triunfos consecutivos y sigue con la moral alta y aún el Barcelona debe ir a jugar al estadio Santiago Bernabeu en el final del torneo, pareciera algo más planificado por Steven Spielberg que por dirigentes del balompié hispánico.
Si tanto se dijo que el fútbol es un estado de ánimo, no hay nada más fácil para corroborarlo que este loco febrero y este inicio de marzo aún más alocado. Veamos si no: un Real Madrid desquiciado hace dos meses, con Bernd Schuster saliendo como entrenador casi por decantación, pero además, con el propio presidente Ramón Calderón eyectado de su cargo al comprobarse fraude en la asamblea más importante, cuando hizo votar a su favor a ultras y amigos, y a enorme distancia del Barcelona, parecía apostar a que esta temporada terminara pronto. La llegada de Juande Ramos, como nuevo técnico, sin embargo, cambió tanto la cara del plantel que hoy todo aquello parece haber ocurrido en otra galaxia y ni siquiera la vecindad de elecciones en la Casa Blanca para mitades de año, cambia el concepto. La única mácula está en la Champions, con la dura derrota en Madrid ante el Liverpool que lo deja mal parado para la revancha en Anfield.
Ni hablar del Atlético Madrid. Desde hacía ya dos años que por lo bajo los jugadores, y a veces una cansada afición, se habían manifestado en contra del sistema de trabajo del mexicano Javier Aguirre como entrenador, hasta que hace tres semanas cayó y fue reemplazado por el ex arquero Abel Resinos, de la escuela de Arrigo Sacchi, otro italiano ex técnico del club, pero más que nada, hacedor del grandioso Milan de finales de los ochenta. ¿Qué significa esto? Que a Abel le gusta adelantar mucho a la defensa, mantenerla lejos del arquero (nuestro compatriota Leo Franco). El gran problema es que ni Pernía, ni Antonio López se parecen a Paolo Maldini, ni Ujfalusi, Pablo o Heitinga tienen alguna semejanza con Franco Baresi. Y el Atlético comenzó la nueva etapa con muchas ganas pero complicado tácticamente, a los tumbos, lejos de las posiciones de las primeras fechas que lo acercaban a las copas europeas de la temporada que viene u por si fuera poco, con un Kun Agüero desganado, molesto, y a punto de ser padre (finalmente lo fue en la semana), tan joven y con tanta presión mediática encima. Y no sólo eso, sino que por los corrillos se afirma que el clan Maradona lo acecha para que cambie de club, en lo posible al Inter italiano.
Ya a mediados de la pasada semana, ese estilo defensivo “a lo Sacchi” comenzó a pagarse caro. El “Aleti” empató a duras penas 2-2 ante el Porto en el Vicente Calderón y ahora en Portugal, por la Chanpions, será muy difícil (aunque no imposible) revertirlo y pasar a cuartos de final. Mientras que el Barcelona pareció algo recuperado al sacar petróleo en su viaje a Lyon al empatar 1-1, máxime que ya perdía antes de los diez minutos por un tremendo tiro libre de Junio Pernambucano, aunque en colaboración con el propio arquero azulgrana Víctor Valdez.
Y sin embargo, y aquí volvemos al inicio y a nuestras dudas sobre cómo explicar lo casi imposible de explicar desde lo racional, el Barcelona, -que sabía que el Real Madrid había ganado en la noche del sábado al Espanyol en Barcelona por 2-0, sin jugar bien pero con la recuperación de Guti, y la eterna presencia de gol de Raúl (una especie de Marín Palermo hispano, por su escasa participación de juego pero su infalibilidad a la hora de marcar tantos, y con carreras casi paralelas)- llega al Vicente Calderón a enfrentar a este Atlético lleno de dudas, y se va con una dura derrota de 4-3, luego de estar arriba por 2-0, y luego por 3-2, con dos goles de Henry y otro de Messi. Sin embargo, nunca, en ningún momento del partido, los catalanes demostraron que lo podían liquidar. Al margen de las excelentes actuaciones de Agüero y Forlán, siempre han dejado un resquicio de duda porque su andar, ya no tiene tanto que ver con aquel equipo que reinaba, que sobraba los partidos, que se paseaba de tanta superioridad hacia cualquier contrario, y que no necesitaba mucho para hacer una gran diferencia en el marcador. Todo aquello fue devorado por factores extrafutbolísticos, como el siempre mal momento elegido por su goleador Samuel Eto’o para decir que no sabe si seguirá en el Barcelona la próxima temporada, o caer en el juego mediático de Madrid para presionar, como bien lo sabe hacer, con operativos de remontadas épicas. El Barcelona quiso responder a la polémica y otra vez pisó el palito y entró en el juego que Madrid mejor juega y que más le gusta, como diría Joan Manuel Serrat. Y los nervios comenzaron, las inseguridades continuaron, los resultados no llegaron, y el Real Madrid, de manera casi de fábula, se acercó tanto que hoy ya nadie se atrevería a firmar que el Barcelona ganará seguro esta liga, como ya pasara hace dos temporadas, cuando Fabio Capello lideró otra arremetida parecida, aunque no tan grotesco lo del Barcelona como lo de esta misma temporada.
Lo que es claro, al menos para quien tanto escribió a favor de este Barcelona, es que si los catalanes no ganan esta liga, será realmente muy difícil poder explicarlo desde el fútbol. Con todo el arte desplegado, y tanta la distancia que establecieron con los otros, que en ningún caso podrá decirse que la liga fue ganada por el Real Madrid, sino que el propio Barcelona fue primero artífice de su glorioso andar, y luego lo habrá sido de su rotundo fracaso, acaso uno de los mayores de la historia.
Aún está a tiempo de rectificar, pero su margen de maniobra se estrecha demasiado peligrosamente.