lunes, 30 de noviembre de 2020

Qué se siente a metros del genio (World Soccer Digest, Japón)



 

Con treinta y nueve años de periodista profesional, me siento un privilegiado. Hay que tener mucha suerte para que el primer Mundial que me tocó cubrir, el de México en 1986, haya sido justo con la selección argentina campeona del mundo, y con las genialidades de Diego Maradona.  Pero como si esto no fuera suficiente, esa generación que ganó ese Mundial, y que cuatro años después llegó a la final de Italia 1990, es la mía, y cuando eso sucede, el acceso a los jugadores es distinto, es más simple, sumado a que en esos tiempos había mucha menos prensa y no existía internet y no había llegado la globalización. Ni aunque la selección argentina ganara un Mundial en Qatar 2022 podría ser lo mismo que en México porque la distancia generacional con los jugadores ya es muy amplia.  Pero creo, también, que Maradona transmitía una energía especial.

Hoy parece difícil creer que cuando la selección argentina llegó a instalarse en la concentración  del club América, en la ciudad de México, no sólo no era candidata a ganar ese Mundial sino que Maradona tampoco estaba en la lista principal de jugadores señalados para ser considerados como el mejor del torneo. Por encima de él estaban Zico, Michel Platini, y hasta Karl Heinz Rummenigge.  Yo era uno de los escasos periodistas argentinos que desde el primer día cubrió ese Mundial y era muy fácil hablar con los jugadores, que cada día, atravesaban un pasillo desde la concentración a las canchas de entrenamiento, y entonces nosotros nos acercábamos con nuestros grabadores y libretas para hablar con ellos y había tiempo de saludarlos y para charlar y así fue como pude conocerlo un poco más y bromear con él, porque su humor fue de menor a mayor en ese torneo.  Me tocó ser uno de los que lo rodeaban al salir para un entrenamiento cuando ya se había sumado la prensa extranjera, a partir de que la selección argentina avanzaba en el Mundial, y él empezó a cansarse de las persecuciones, especialmente de las cámaras de TV y los micrófonos cerca de la boca, y algo que fue lo que siempre soportó menos: que alguien le tocara el hombro de espaldas para hablarle o para que se diera vuelta. En esa ocasión, Maradona sintió el impulso de trotar y escaparse de todos pegando un salto para colocarse del lado de adentro de la cancha, de la que separaba un alambrado de poco menos de un metro de alto. Allí, muchos nos dimos cuenta, por primera vez, de su tremendo estado físico, de lo bien que estaba preparado para ese Mundial. Antes, la semana previa a comenzar el Mundial de México, yo estuve detrás del fotógrafo Gerardo Horowitz, de la revista “El Gráfico” (la más importante de Sudamérica), cuando intentó preparar una producción para la tapa del número siguiente con Maradona y Daniel Passarella –luego no jugó por una lesión-, los dos líderes, ambos con un enorme sombrero mexicano en la cabeza y posando juntos, pero fue una lucha, porque en esos tiempos ni se hablaban y no se tocaban tampoco, por un enfrentamiento interno que había comenzado apenas meses atrás.

Tuve la suerte de presenciar en el estadio Azteca aquel maravilloso segundo gol a Inglaterra por los cuartos de final, el mejor gol de la historia de los Mundiales, y en ese momento me lesioné en una pierna, porque en el impulso de los festejos, un colega argentino se cayó sobre ella desde el asiento de arriba, pero no importaba nada. También debo decir que festejé mucho el gol con “La mano de Dios”. Desde mi sitio, todos los periodistas pensamos que había sido con la cabeza y a nadie se le ocurrió imaginar que había sido con la mano. Eso lo supimos después.

Pero también tuve la oportunidad de verlo campeón otra vez en el estadio Azteca ante Alemania, y de entrar (aunque no estaba permitido para los periodistas) a un vestuario descontrolado por la cantidad de gente, y pude saludarlo (aunque fue imposible hablar por el vallado humano que lo rodeaba en los festejos) y verlo reaccionar apenas minutos después de haber recibido la Copa del mundo. Eso sí, Maradona dedicó el título a los “panqueques” (periodistas y críticos de la selección argentina que habían cambiado de opinión).  ¿Cómo olvidar mis lágrimas, a los 23 años, cuando el árbitro dio por terminada la final? Eso quedará para toda la vida.

En cambio, el Maradona de Italia 1990 ya era otro. Más enojado, enfurecido con los italianos porque estaba jugando como en su casa, pero sabiéndose resistido por gran parte de los hinchas en todo el país por la rivalidad norte-sur. Ya era bastante más difícil acercarse, pero en mi caso, había trabado una mayor relación con él durante la Copa América de Brasil en 1989. A la selección argentina le tocó jugar en la primera fase en Goiania, una ciudad pequeña cerca de la capital, Brasilia, y un Maradona con algunos kilos de más se quejaba conmigo, resignado, porque el presidente del Nápoli, Corrado Ferlaino, no quería transferirlo al Olympique de Marsella del entonces poderoso empresario Bernard Tapie. “¿Qué más puedo hacer en Nápoli? Ya gané un Scudetto, una Copa UEFA…no sabés la casa en la que me prometió vivir, con un parque, con una tranquilidad total, y necesito cambiar de aire, pero Ferlaino me dijo que si me venden, él tiene que renunciar o lo matan y tengo cuatro años más de contrato”, me decía.

Si bien su momento de plenitud fue cuando recibió la Copa del Mundo en México, o de satisfacción cuando eliminó a Italia en la semifinal de 1990, creo que hay momentos puntuales de la vida futbolística de Maradona que están relacionados con hechos sencillos. El día que lo vi más alegre en todos esos años fue cuando la selección argentina eliminó a Brasil en Turín por los octavos de final. Diego estaba mal físicamente, con una uña encarnada desde el inicio del Mundial, y con la rodilla inflamada, pero pudo darle el pase milagroso a Claudio Caniggia que definió el partido ante Claudio Taffarel luego de que Brasil estrellara tres tiros en los palos de Sergio Goycochea, y aún así, en aquella sonrisa plena en el pasillo a la conferencia de prensa, con una vincha finita roja en su cabeza, alcancé a felicitarlo por dos segundos en el pasillo, aunque había tardado demasiado en llegar a la zona. En aquel tiempo pensé que era porque se habría quedado hablando para la TV, pero no: era porque desde lejos, vio triste a su amigo y compañero del Nápoli, Careca, y cruzó corriendo toda la cancha para abrazarlo.

Después, tuve la posibilidad de dialogar con él en algunas ocasiones cuando regresó a vivir a la Argentina en 1991, cuando vivió años tormentosos, pero más aún, en el Mundial de Estados Unidos, cuando broméabamos en el Babson College de Boston, lugar de la concentración argentina. En ese tiempo, él estaba especialmente enfocado en el fracaso de Colombia en otro grupo, porque Argentina venía de aquella durísima derrota de 5-0 ante Colombia por la clasificación, y en Buenos Aires (aunque Maradona no jugó ese partido). Nunca lo vi tan triste como aquel día que fue excluido del Mundial y que dijo “Me cortaron las piernas”. Yo estaba a unos metros y otra vez, como si eso me hubiera dado tranquilidad de espíritu, llegué a darle la mano, como diciéndole “Aquí estoy”. Me la devolvió en silencio.

Luego fue todo un poco más fácil para mí (aunque siempre me gustó tomar una prudente distancia) desde que escribí un libro sobre él, “Maradona, rebelde con causa” (1996), que leyó y no sólo le gustó, sino que a los diez días de la aparición de mi libro, concedió una entrevista al diario “Clarín”, el de mayor circulación de la Argentina, cuyo título fue “Yo soy un rebelde con causa”, claramente influido por el libro, que sé que le gustó. La editorial necesitaba tranquilidad sobre el uso, en la tapa del libro, de la palabra “Maradona”, por una cuestión de derechos. Decidí llamarlo a la casa (no existía el teléfono celular), y cuando comencé a dejarle un mensaje en el contestador automático y dije mi nombre, atendió, y me dijo “Fiera, no te preocupes, sos amigo te Pablo y conmigo jamás tendrás un problema por eso”. Quise insistirle porque no había nada firmado pero me di cuenta de que él iba por otro lado. La formalidad no le interesaba. Estaba en juego su palabra y bastaba. Y así fue. Jamás tuve un mínimo reclamo en 34 años.

Mi último gran recuerdo ocurrió en Brasil 2014. Él hacía diariamente, en el centro de Radio y TV un programa para el canal latinoamericano “Telesur” con el reconocido periodista Víctor Hugo Morales –el autor del relato más famoso de su gol a Inglaterra en 1986- y fui para hablar algo con Morales, que era columnista del mismo diario que yo, “Jornada”. Recuerdo la multitud que había alrededor del estudio. La productora del programa me hizo pasar cuando ya terminó (eran las 12 de la noche) y cuando Morales y Maradona se sacaban los micrófonos,  iba llegando a la mesa y Morales le dijo a Maradona “Mirá quién está acá”, y Maradona me abrazó con una alegría que no me voy a olvidar nunca y es la que me llevo para siempre.

Cuando me preguntan si alguna vez, Lionel Messi puede llegar a ser como Maradona,  me suelo resistir a esa clase de comparaciones cuando se trata de tiempos, tecnologías, preparaciones físicas, rivales, compañeros y contextos distintos, y hasta orígenes sociales distintos y vidas distintas. Messi nunca jugó una liga argentina y le falta, entonces, ese “calor” del hincha argentino, aunque  pudo vencer muchos prejuicios y me pregunto qué habría pasado si en 2014 hubiera ganado la Copa del Mundo en el Maracaná, con la rivalidad que hay con Brasil. Messi es más eficaz, sin dudas, pero estéticamente, como Maradona no hubo. Lo primero que me sale del corazón es decirle “Gracias por tanto, Diego”.

 

 


What does it feel like meters from the genius (World Soccer Digest, Japan)



 

With thirty-nine years as a professional journalist, I feel privileged. You have to be very lucky so that the first World Cup you have to cover, that of Mexico in 1986, was one that the Argentine team won and with the genius of Diego Maradona. But as if this were not enough, that generation that won that World Cup, and that four years later reached the final of Italy 1990, is the same generation I belong, and when that happens, access to the players is different, it is simpler, added because in those days there was much less press and there was no internet and globalization had not come. Not even if the Argentine team won a World Cup in Qatar 2022 could it be the same as in Mexico because the generational distance with the players is already very wide. But I also believe that Maradona transmitted a special energy.

Today it seems difficult to believe that when the Argentine team came to settle in the concentration of the América club, in Mexico City, not only was it not a candidate to win that World Cup but that Maradona was not on the main list of players designated to be considered as the best of the tournament. Above him were Zico, Michel Platini, and even Karl Heinz Rummenigge. I was one of the few Argentine journalists who from the first day covered that World Cup and it was very easy to talk to the players, who every day, they crossed a corridor from the concentration to the training fields, and then we approached with our recorders and notebooks to talk with them and there was time to greet them and to chat and that was how I got to know him a little more and joke with him, because his mood went from lowest to highest in that tournament.I had to be one of those who surrounded him when he left for a training session when the foreign press had already joined, since the Argentine team advanced in the World Cup, and he began to tire of the persecutions, especially of the TV cameras and the microphones near his mouth, and something that was what he always endured the least: people touching his shoulder from behind to speak to him or to make him turn around. On that occasion, Maradona felt the impulse to jog and escape from everyone by jumping a 1,40 m fence to position himself on the inside of the court. There, many of us realized, for the first time, his tremendous physical condition and how well he was prepared for that World Cup. The week before starting the World Cup in Mexico, I was behind the photographer Gerardo Horowitz, from the sports magazine “El Gráfico” (the most important in South America), when he tried to prepare a production for the cover of the next issue with Maradona and Daniel Passarella -whom later did not play due to an injury-, the two leaders, both with a huge Mexican hat on their heads and posing together, but it was hard, because in those days they did not speak to each other due to an internal confrontation that it had started just months ago.

I was lucky enough to witness that wonderful second goal against England in the quarterfinals at the Azteca stadium, the best goal in the history of the World Cup, and at that moment I injured my leg, because in the impulse of the celebrations, an Argentine colleague fell on me from the seat above, but nothing mattered. I must say that I also celebrated a lot the goal “hand of God”. From my site, all journalists think it was with the head and no one ever imagined that it had been with the hand. We found out later.

But I also had the opportunity to see him champion again at the Azteca stadium against Germany, and to enter (although it was not allowed for journalists) to a chaotic locker room by the amount of people there, and I was able to greet him (although it was impossible to speak through the human fence that surrounded him at the celebrations) and see him react just minutes after receiving the World Cup. Of course, Maradona dedicated the title to the "panqueques" (crêpes), (journalists and critics of the Argentine team who had changed their minds). How can I forget my tears, at age 23, when the referee called the final match to an end? That will last for life.

On the other hand, the Maradona of Italy 1990 was already another. Angrier, infuriated with the Italians because he was playing at his second home, but knowing that he was resisted by a large part of the fans throughout the country due to the north-south rivalry. It was already much more difficult to get closer to him, but in my case, I had established a greater relationship with him during the Copa América in Brazil in 1989. The Argentine team had to play in the first phase in Goiania, a small city near the capital, Brasilia, and a Maradona with a few extra kilos complained to me, resigned, because the president of Napoli, CorradoFerlaino, did not want to transfer him to the Olympique de Marseille from the then powerful businessman Bernard Tapie. “What else can I achieve in Napoli? I’ve already won a Scudetto, a UEFA Cup... he promised me a beatifulhouse to live in, with a park, with total peace of mind, and I need to change the air, but Ferlaino told me that if they sell me, he would have to resign, and I have four more years of contract”, he told me.

Although his moment of fulfillment was when he received the World Cup in Mexico, or of satisfaction when he eliminated Italy in the 1990 semifinal, I think there are specific moments in Maradona’s football life that are related to simple facts. The day I saw him happiest in all those years was when the Argentine team eliminated Brazil in Turin in the round of 16. Diego was physically ill, with an ingrown toenail since the start of the World Cup, and with a swollen knee, but he was able to give the miraculous pass to Claudio Caniggia who defined the match against Claudio Taffarel after Brazil smashed three shots into Sergio Goycochea’sgoal’s sticks, and yet, in that full smile in the hallway to the press conference, with a thin red headband on his head, I managed to congratulate him for two seconds in the hall, although he had taken too long to get to the area. At that time I thought it was because he would have stayed talking for TV, but no: it was because from afar, he saw his friend and Napoli’s teammate, Careca, sad, and ran across the field to hug him.

Later, I had the opportunity to talk with him on some occasions when he returned to live in Argentina in 1991, when he lived through stormy years, but even more so, at the World Cup in the United States, when we joked at Babson College in Boston, place of the Argentine concentration. At that time, he was especially focused on Colombia’s failure in another group, because Argentina was coming off that tough 5-0 defeat to Colombia for qualifying, and in Buenos Aires (although Maradona did not play that match). I never saw him as sad as that day when he was excluded from the World Cup and said "They cut off my legs." I was a few meters away and again, as if that had given me peace of mind, I came to shake his hand, as if saying "Here I am." He handed it back to me silently.

Then it was a little easier for me (although I always liked to take a prudent distance) since I wrote a book about him, Maradona, rebel with a cause (1996), which he read and not only liked, but the ten days after the appearance of my book, he gave an interview to the newspaper "Clarín", the newspaper with the largest circulation in Argentina, whose title was "I am a rebel with a cause", clearly influenced by the book, which I know he liked. The publisher needed reassurance about the use, on the cover of the book, of the word "Maradona", for a matter of rights. I decided to call him at home (there was no cell phone), and when I started to leave a message on the answering machine and said my name, he took the phone, and said “Dude, don’t worry, you’re a friend of PabloLlonto and you will never have a problem with me for that”. I wanted to insist because there was nothing signed but I realized that he had no interest on that formalities. His word was at stake and that was enough. So it was. I never had a minimum claim in 34 years.

My last great memory happened in Brazil 2014. He made daily, in the Radio and TV center, a program for the Latin American channel “Telesur” with the renowned journalist Víctor Hugo Morales -the author of the most famous radio story of his goal against England in 1986- and I went to talk to Morales, who was a columnist for the same newspaper as me, "Jornada." I remember the crowd around the studio. The producer of the program let me in when it was over (it was 12 o’clock at night) and when Morales and Maradona took their microphones off, I was arriving at the table and Morales said to Maradona “Look who’s here”, and Maradona hugged me with a joy that I will never forget and it is the one that I take with me forever.

When asked if Lionel Messi can ever be like Maradona, I tend to resist that kind of comparison when it comes to different times, technologies, physical preparations, rivals, partners and contexts, and even different social origins and different lives. Messi never played in an Argentine league and he lacks, then, that "heat" of the Argentine fan, although he was able to overcome many prejudices and I wonder what would have happened if in 2014 he had won the World Cup at the Maracana, with the rivalry that exists with Brazil. Messi is more effective, without a doubt, but aesthetically, like Maradona there was not. The first thing that comes out of my heart is to say "Thank you so much, Diego."


sábado, 28 de noviembre de 2020

El fútbol argentino sin Maradona (Jornada)


 

“Prendido a tu botella vacía, esa que antes siempre tuvo gusto a nada. Apretando los dedos, agarrándome, dándole mi vida a ese para-avalanchas. Cuando era niño y conocí el estadio Azteca me quedé duro, me aplastó ver al gigante. De grande me volvió a pasar lo mismo pero ya estaba duro mucho antes”,  conmueve Andrés Calamaro.

¿Qué decir, entonces, aquellos que como este escriba, pudieron ser testigos de aquellas jornadas calurosas de México DF de 1986, cuando apenas podíamos comenzar a intuir la gloria que se terminaba de abrazar a partir de momentos mágicos, irrepetibles, difíciles de transferir con las palabras justas?

Habrá que acostumbrarse a la ausencia física de Diego Armando Maradona, porque como sostuvo de manera brillante la intelectual argentina Beatriz Sarlo, más que un funeral, lo del pasado jueves tuvo otro tipo de fastos porque en verdad se trató de una ascensión al Olimpo.

Hablar de Maradona en pasado será una tarea de difícil adaptación, especialmente cuando dio tanto a los amantes del deporte más hermoso del mundo, y queda claro cuando se pueden observar los distintos actos en todo el planeta, desde los All Blacks colocando una camiseta negra con su nombre y el número diez en el césped antes de su tradicional “Haka” ante Los Pumas, o el conmovedor minuto de silencio en la Premier League inglesa, o los ojos llorosos de su ex compañero Diego Simeone, y sus aplausos fuertes y solitarios en el homenaje del Atlético Madrid antes de su partido contra el Valencia en Mestalla por la Liga Española.

Cuando se trata de fútbol, como cualquier manifestación de la vida, es imposible vaticinar que nunca aparecerá algún genio que acapare la atención y el mejor ejemplo lo tenemos en casa con Lionel Messi, pero Maradona es otra cosa que no está relacionada con la cantidad de goles, o el número de Balones de Oro o de títulos conseguidos durante su carrera, que de hecho, incluyó dos largas suspensiones de quince meses cada una y una larguísima cadena de polémicas con personajes de los distintos poderes.

Paradójicamente, Maradona dejó de jugar un año después de que llegara el internet a la Argentina y sin embargo, no hay jugador más global que él, que generaba atracción en niños, ancianos, gente de cualquier edad con su sola presencia, y era capaz de parar cualquier entrenamiento hasta de los equipos top, todos sintiéndose chiquitos ante su aparición.

No parece casualidad, tampoco, que el último partido de Maradona en la selección argentina haya sido en 1994, cuando un año más tarde se sancionó la llamada “Ley Bosman”, a partir del caso de un jugador belga en conflicto con su club para que le permitieran jugar como europeo por la cuestión del libre tránsito en el espacio Shengen para todos los ciudadanos de la Unión (UE), lo que abrió las puertas a los extranjeros que consiguieran un pasaporte del Viejo Continente, lo que dio origen a la salida masiva de jugadores argentinos, movidos por el lógico crecimiento de los intermediarios.

Así es que apareció una nueva generación de futbolistas de la selección argentina cada vez más europeizada, y por ende, en sus intereses y su juego, más alejada de los hinchas argentinos hasta llegar a la exasperación en los últimos años, cuando muchos cerraban la cortina de sus ventanas en los micros para no tener que saludar a los hinchas que se acercaban desde todos los puntos posibles para verlos, aunque sea, por unos segundos.

Si estos jugadores calculan la conveniencia de cada entrevista, consultan con sus agentes lo que pueden o no decir, Maradona fue todo lo contrario: espontaneidad hasta el riesgo de terminar en polémicas de fondo, incorrección política para declarar, y amor por la camiseta hasta jugar con una rodilla que parecía una pelota, los tobillos a la miseria, una uña encarnada durante todo un Mundial o escapándose desde su club para estar presente aunque luego sufriera sanciones por su “inconducta”.

Maradona encabezó una generación de futbolistas que con el paso del tiempo están más identificados con la selección argentina que con sus clubes, como Sergio Goycochea, Oscar Ruggeri, Jorge Burruchaga o Gabriel Batistuta. Algo así como que el amor era más fuerte que el interés económico, en el mismo tiempo en el que pase a su carácter mafioso (bien señalado por Maradona todas las veces que pudo), la FIFA todavía instaba a que los equipos nacionales equilibraran el creciente poderío económico de los principales clubes del centro del mundo futbolero, una batalla que hoy se va perdiendo.

Si hubo algo coherente en Maradona, en su carrera futbolística, sin dudas fue su postura contra la FIFA, su caretaje, sus lujos, esos manejos que nunca admitieron un juez imparcial, desde afuera de ella, porque siempre supo que lo suyo era la imposición desde el carácter mismo del fútbol, su fuerza como uno de los fenómenos más importantes desde lo social en el siglo XX.  Y sin embargo, un muchacho de un talento descomunal con una pelota en los pies, consigue una globalización que ya quisiera un dirigente de estos de trajes caros de Zurich poder conseguir alguna vez.

Decir “Argentina”, infinidad de veces es decir “Maradona”, con o sin su presencia física. Transgresor, irónico, ocurrente, melancólico, genuino, polémico, Maradona pasó el miércoles a ser definitivamente ícono de la cultura popular nacional, pero al mismo tiempo, un símbolo de la rebeldía contra cualquier poder y por eso, es bandera en todo el mundo, para generaciones enteras, que por suerte tienen la chance de ver sus maravillas con la pelota en las redes sociales, en la TV.

Y cuando algún equipo argentino reciba indicaciones para cualquier planteo conservador, o se acerque un torneo importante, algún partido decisivo, siempre deberá tener en cuenta que para recuperar la grandeza, estará esparcida por algún lugar cercano, la inspiradora idea maradoniana de la gambeta,  la rabona, el pecho inflado, la lengua afuera, que tratarán de recordar que al fútbol se juega, se disfruta, no se lo trabaja ni se lo sufre, que al público hay que respetarlo y darle espectáculo, y que el amor por la Selección, o por el club, no se negocia. Que Maradona no fue casualidad, sino la consecuencia de los Moreno, Méndez, Pontoni, Rojitas, Bochini. Y que la pelota, no se mancha.

Las polémicas rodearon a Maradona hasta el último día y ahora siguen sin él (Number, Japón)


 

Hay una coincidencia en gran parte del pueblo argentino acerca de que en cualquier momento podía ocurrir que muriera Diego Armando Maradona, uno de los grandes íconos del país, debido a su cada vez más complicado estado de salud y sin embargo, quedó claro que nadie estaba lo suficientemente preparado para una noticia que llegó cuando parecía que justamente estaba recuperándose.

Fueron tantas las veces que se supo que Maradona estuvo cerca de la muerte (la más impactante ocurrió a fines de 2000 en Uruguay, cuando se salvó de milagro y fue acogido en Cuba por el ex presidente Fidel Castro, acaso la única persona que Maradona admiró de verdad), que los argentinos se acostumbraron a recibir la noticia de su muerte como una fake new, con la idea de que es tan fuerte que se va a terminar recuperando, pero esta vez no fue así, y cuando se confirmó, una multitud salió a la calle a expresar su inmenso pesar y sus cánticos de tribuna de estadio, algo bien argentino y a las 22 horas (las 10 de la noche), la gente aplaudió, emocionada y por un minuto en homenaje al súper crack.

Los últimos días de Maradona no pudieron eludir las polémicas en torno a su salud entre profesionales con opiniones distintas, y tironeos entre sus familiares y entre éstos y su entorno (abogado y médico personal por estar más cerca de él, y hasta entre ex parejas por celos.

A principios de 2020, se había ilusionado con la dirección técnica de Gimnasia y Esgrima La Plata en la máxima categoría del fútbol argentino, Pero su salud no le permitía una continuidad en el trabajo y había pasado de aquella adicción a las drogas a otra al alcohol, sumado a miocardiopatía dilatada (su corazón tenía el doble del tamaño natural) y otros problemas crónicos. Le costaba caminar (lo hacía con muletas o apoyado en asistentes) y hablaba balbuceando. Dejó entonces su tarea diaria en Gimnasia (que inexorablemente se encaminaba a descender a Segunda) en manos de sus colaboradores Sebastián Méndez y Adrián González, con su supervisión desde su residencia en Estancia Chica, cerca de la ciudad en la que se encuentra el club.

A principios de octubre, todo parecía mejorar a su alrededor. Sus principales allegados (el médico Leopoldo Luque y su abogado y representante, Matías Morla) sostenían que había bajado varios kilos, que se estaba recuperando de sus problemas en su rodilla haciendo ejercicios, y él mismo declaró estar “feliz”. El anunciado regreso del fútbol argentino, tras siete meses de cuarentena, parecían generar una ilusión particular y una señal fue que la nueva Copa nacional comenzaría justamente el viernes 30 de octubre, día de su cumpleaños sesenta y se suspendían los descensos a Segunda (por lo cual, Gimnasia se salvaba).

Sin embargo, todo se derrumbó como un castillo de naipes. Ese mismo día de su cumpleaños, el presidente de la AFA, Claudio Tapia y el de la Liga de Fútbol, Marcelo Tinelli, quisieron sacar rédito político apareciendo en una foto con él y lo hicieron ir a la cancha de Gimnasia para entregarle una plaqueta y abrazarse con él cuando su estado de salud era delicado y no era aconsejable salir de su casa (de hecho, ni siquiera se quedó al partido entre su equipo y Patronato), y sintió especialmente la ausencia de sus fallecidos padres (Diego y Dalma), tanto que usaba un barbijo que llevaba una foto suya, de joven, acompañado de ellos.

También se supo que no era tanta la tranquilidad que había en su casa y en su cumpleaños se evidenció el enfrentamiento entre sus tres hijas (Dalma, Giannina y Jana –su hijo Diego vive en Italia-) con quienes lo acompañaban en el día a día, y entre las hijas y la ex pareja y madre de su niño pequeño Diego Fernando, Verónica Ojeda. “Les digo a todos que no les voy a dejar nada, que voy a donar todo lo que generé en mi vida”, llegó a gritarles en un momento, acerca de los 500 millones de dólares que tendría, según el sitio web “Celebrity Net Worth”. Para colmo, había tenido duros intercambios judiciales con su primera mujer, Claudia Villafañe, por cuestiones relacionadas con la inminente serie de Netflix sobre su vida, “Sueño Bendito”.

Días más tarde, sorprendía la noticia de que se había internado en una clínica de Olivos (muy lejos de su residencia) por una operación en la cabeza que no parecía revestir ninguna gravedad, aunque allí estalló otra polémica: si bien todos coincidían en que no había que apurar su salida y que se trataba de un paciente “muy difícil de manejar, acostumbrado a hacer su voluntad”, ante su presión, su médico personal aceptó que el 11 de noviembre saliera de la clínica cuando su médico por muchos años, el también psiquiatra Alfredo Cahe, sostenía lo contrario.

Le acondicionaron, entonces, una casa en el barrio exclusivo de Nordelta, en las afueras de Buenos Aires, donde otra vez, parecía recuperarse, hasta que  el miércoles 25 a las 12 del mediodía, cuando llegaron como rutina a la habitación su psicólogo Carlos Díaz y su psiquiatra Agustina Cosachov, descubrieron que yacía, sin vida, pese a que la ambulancia llegó apenas once minutos después e intentaron hacerle RCP. El último que había estado con él era su sobrino Johnny Espósito, hijo de su hermana Mary.

Después, la noticia que nadie quería escuchar y que llegó segundos más tarde a todo el mundo, los canales de TV y radios transmitiendo casi al unísono, los llantos en cámara de sus ex compañeros en los distintos programas, y un caos absoluto en un velatorio que terminó como sede en la Casa Rosada, la Casa de Gobierno que da a la tradicional plaza de Mayo, en Buenos Aires, con una multitud que se calculó en un millón de personas, llegadas desde todos los puntos del país y en medio de la cuarentena, y con disputas entre la familia, que no aceptaba, y el Gobierno, que quería extender el horario, y luego sobre quién es el responsable de la represión policial a quienes hacían la inmensa fila para darle su último adiós y no podían ingresar, hasta que, por fin, a última hora de la tarde, cuando el sol se escondía, pudieron sacar el féretro por un costado del edificio, para llevarlo al cementerio privado de Bella Vista, donde fue enterrado en una ceremonia íntima, cerca de sus amados padres, acaso buscando, por fin, la paz que no tuvo en vida.

 


The controversies surrounded Maradona until his last day and now they continue without him (Number, Japón)


 

There is a coincidence in a large part of the Argentine people that Diego Armando Maradona, one of the great icons of the country, could die at any moment due to his increasingly complicated state of health and yet it was clear that no one was sufficiently prepared for a news that came when it seemed that he was just recovering.

Several times Maradona was close to death (the most shocking happened in late 2000 in Uruguay, when he was miraculously saved and welcomed in Cuba by former President Fidel Castro, perhaps the only person Maradona truly admired), that the Argentines got used to receiving the news of his death as fake, but this time it was confirmed and a crowd took the streets to express their immense sorrowsinging his name like in a stadiumand at 10 pm the people applauded moved and for a minute in tribute to the super star.

The last days of Maradona could not avoid the controversies around his health between professionals with mixed opinions and pulls between his relatives and between them and his environment (lawyer and personal doctor) and even between ex-partners out of jealousy.

At the beginning of 2020, he had been excited about the technical direction of Gimnasia y Esgrima La Plata in the highest category of Argentine football, but his health did not allow him to continue at work, he had gone from that drug addiction to another to alcohol, plus dilated cardiomyopathy (his heart was twice its natural size) and other chronic problems. It was difficult for him to walk (he did it with crutches or supported by assistants) and he spoke babbling. He then left his daily task in Gymnastics (which was inexorably heading down to Second Division) in the hands of his collaborators Sebastián Méndez and Adrián González, with his supervision from his residence in Estancia Chica.

At the beginning of October, everything seemed to improve around him. His closest people (the doctor Leopoldo Luque and his lawyer and representative, MatíasMorla) maintained that he had lost weight, that he was recovering from his knee problems doing exercises, and he himself declared that he was "happy." The announced return of Argentine football, after seven months of quarantine, seemed to generate a particular illusion and a sign was that the new National Cup would begin precisely on Friday, October 30, the day of his sixtieth birthday, and relegation to Second Division was suspended (for what which, Gymnastics was saved).

However, everything collapsed like a house of cards. That same day of his birthday, the president of the AFA, Claudio Tapia and the president of the Football League, Marcelo Tinelli, wanted to get political gain by appearing in a photo with him and made him go to the Gymnastics field to give him a commemorative plate and hugging him when his state of health was delicate and it was not advisable to leave his house (in fact, he did not even stay for the game), and he especially felt the absence of his deceased parents (Diego and Dalma), so much so that he wore a face maskwith a photo of him as a young man, accompanied by them.

It was also learned that there was not so much tranquility in his house and on his birthday the confrontation between his three daughters (Dalma, Giannina and Jana -his son Diego lives in Italy-) with those who accompanied him on a day-to-day basis, and between the daughters and the former partner and mother of her young child Diego Fernando, Verónica Ojeda. "I tell everyone that I am not going to leave anything to you, that I am going to donate everything I generated in my life," he shouted at them at one point, about the 500 million dollars he would have, according to the website "Celebrity Net Worth ”. To make matters worse, he had had tough legal exchanges with his first wife, Claudia Villafañe, for issues related to the imminent Netflix series about his life, “SueñoBendito”.

Days later, the news impacted that he had been admitted to a clinic to be operated on for a subdural hematoma that did not seem to be serious, although another controversy broke out there: although everyone agreed that his departure should not be hurried and that he was a patient "very difficult to handle, used to doing his will," under his pressure, his personal doctor agreed that on November 11 he would leave the clinic when his doctor for many years, the psychiatrist Alfredo Cahe, also maintained otherwise.

They fitted him up, a house in the exclusive neighborhood of Nordelta, on the outskirts of Buenos Aires, where again, he seemed to be recovering, until on Wednesday the 25th at 12 noon, when his psychologist Carlos Díaz came to his room as a routine and his psychiatrist Agustina Cosachov, discovered that he was lying, lifeless.The ambulance arrived eleven minutes after that and they tried to revive him with CPR.

Later, the news that nobody wanted to hear and that arrived seconds later to the whole world, the TV channels and radios transmitting almost in unison, the on-camera cries of their former colleagues in the different programs, and absolute chaos at a wake, which ended up in the Government House in Buenos Aires, with a crowd that was estimated at one million people, arriving from all parts of the country and in the middle of the quarantine, and with disputes between the Government that wanted to extend the hours and the family, which did not accept; and then about who is responsible for the police repression of those who made the immense line to say his last goodbye and could not enter, until, finally, when the sun was setting, they were able to remove the coffin from the side of the building, to take it to a private cemetery where he was buried in an intimate ceremony, near his beloved parents, perhaps seeking, finally, the peace that he didn’t have in life.


El diario de la muerte de Maradona (Kicker)


 

Jueves 26/11: En la madrugada, mientras se organizaba el vallado y los accesos y movimientos del público para despedir a Diego Maradona, el ex convicto y jefe de la barra brava de Boca Juniors, Rafa Di Zeo, muy vinculado a la política, llega con otros miembros de su banda a la Casa Rosada (la casa presidencial). La ceremonia está prevista desde las 6 de la mañana hasta las 16, pero desde horas antes de iniciarse el acto, ya hay miles de personas llegadas desde todo el país haciendo fila.

A las 12, con calor y en un día soleado, se observa una multitud con camisetas de todos los equipos, de la selección argentina, mucha gente sin barbijo y ya comienza a temerse un desborde, especialmente teniendo en cuenta que la cantidad (se esperaba cerca de un millón) ya indica que será imposible que todos puedan ingresar y empiezan las negociaciones entre el Gobierno nacional de Alberto Fernández y la ex esposa de Diego Maradona (y madre de dos de sus hijas), Claudia Villafañe, para extender el horario del velatorio, pero se encontró con una negativa total: la familia quiere que el entierro sea ese mismo día.

A primera hora de la tarde se viralizan fotos de dos empleados de la empresa funeraria junto al cajón abierto de Maradona, sonrientes y haciendo la “V” de la victoria con sus dedos. Uno de los dos, Claudio Fernández, fue echado de la empresa y pidió perdón y “respeto por la familia Maradona”. Por las calles de todo el país, la gente canta sobre Maradona y hasta muchos coches tocan la bocina como adhesión.

Por TV, las imágenes del público en los alrededores de la Casa Rosada se superponen con el llanto de los conductores de los programas, entre ellos el ex arquero Sergio Goycochea, que intenta pero no puede contenerse, desconsolado.

A las 13, comienzan a llegar columnas por el acceso sur de la ciudad hacia la avenida más ancha, la “9 de Julio”, pero tanto el Gobierno nacional como el de la Ciudad de Buenos Aires, opuestos políticamente, saben que lo que conviene es que ya no se acerque nadie más por el peligro que eso genera (ya había gente trepada a las rejas de la Casa de Gobierno y el presidente Fernández tomó un megáfono para pedir tranquilidad). La Policía reprime a los que se quieren acercar y el ambiente se pone violento.

15 horas: los medios estatales anuncian que finalmente, el acto se extenderá hasta las 19 por aceptación de la ex mujer de Maradona, pero al rato se desmiente la información y la bronca va en aumento.

16: En medio del caos y la violencia, y facilitado por los funcionarios de la Casa Rosada, sale el féretro de Maradona y un cortejo lo acompaña hacia el cementerio privado de Bella Vista para la ceremonia final, pero increíblemente equivocan el camino ya saliendo de la ciudad hacia la provincia de Buenos Aires. El secretario de Seguridad de ese Estado, Sergio Berni, baja con un helicóptero y dirige el tránsito para reconducir el cortejo.

18 horas: El presidente de la AFA, Claudio Tapia, anuncia que la Copa de la Liga, que se está jugando actualmente, pasará a llamarse “Diego Maradona”.

19 horas: En una ceremonia con la única presencia de familiares –una importante delegación policial no deja entrar a la barra brava de Boca-, allegados y su ex representante Guillermo Cóppola, y sin cámaras de TV pero sí drones que toman imágenes desde la altura y con la prensa esperando en la puerta, es enterrado Maradona en el cementerio “Jardín de Paz”, donde descansan sus padres Dalma y Diego.

Viernes 27/11

9 horas: El equipo de fiscales que llevan el caso de la muerte de Maradona comprobaron que la primera ambulancia llegó el miércoles a los 11 minutos de haber sido pedida y la enfermera Dahiana Gisela Madrid, la última que tuvo que asistir a Maradona ratificó lo dicho un día antes sobre que nunca ingresó en la habitación para “dejarlo dormir”, que a las 7,30 lo habría escuchado moverse en la habitación”, a las 9,20 “se negó a tomarse controles designos vitales” y recién lo hizo a las 11,55, cuando llegaron la psiquiatra Susana Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz que lo encontraron en situación grave y que “tras varios intentos de llamado, no respondió” y que a las 12,10 constató que “no tenía pulso” e intentó una reanimación cardio-respiratoria.

10 horas: el abogado y representante de Maradona, Matías Morla, afirma en redes sociales que hubo “abandono de persona” y que llevará a la Justicia el caso por el que el ex futbolista habría sido descuidado en sus últimas horas.

11 horas: se viraliza la última imagen en vida de Maradona, tomada por el teléfono celular de una vecina,  saludando a un niño mientas camina por los alrededores de su casa, sostenido por dos personas.

13 horas: tanto en los alrededores de la Bombonera como del estadio de Argentinos Juniors,  la gente deja cartas, flores, camisetas con dedicatorias, pelotas y hasta zapatillas.

15 horas: El Gobierno nacional de Alberto Fernández, y el de la ciudad de Buenos Aires, de Horacio Rodríguez Larreta se acusan mutuamente de la represión policial a la multitud el jueves por la tarde y comienzan a conocerse nombres de integrantes de distintas barras bravas presentes en el velatorio.

17 horas: Los medios comienzan a analizar la batalla entre las ex mujeres Claudia Villafañe y Verónica Ojeda, los cinco hijos reconocidos y los cuatro que estaban buscando el reconocimiento de Maradona, por la herencia de cerca de 500 millones de dólares que tendría entre propiedades, joyas y coches.

Sábado 28/11

10 horas: La Liga de Fútbol Profesional, que organiza la actual Copa (que pasará a llamarse “Diego Maradona”) resolvió que en todos los partidos de esta fecha (doce en total) haya un minuto de silencio y que los jugadores vistan en ese momento una camiseta de la selección argentina con el número 10 en la espalda y la palabra “Maradona”, para luego volver a sus camisetas habituales durante el partido. En el Boca-Newell’s Old Boys, del domingo a las 19,20 (hora argentina), durante el minuto de silencio sonará la popular canción “La Mano de Dios”, de Rodrigo. La dirigencia de Boca pensó en salir a jugar con una camiseta negra pero Juan Román Riquelme, ex jugador y vicepresidente, se opuso a la idea.

Sábado 28/11:

21 horas: Gimnasia, el equipo que dirigía Maradona hasta su muerte, le gana a Vélez Sársfield como visitante 1-0 con gol de Maxi Coronel, y se festeja como si fuera un campeonato. Todos los jugadores se unen en un abrazo emocionado, dedicándole el triunfo, y en un estadio vacío se escucha el grito desde la platea de los pocos dirigentes, “Gim-na-siá/Gim-na-siá”, y “Maradoooo, Maradoooo”. El volante paraguayo Víctor Ayala, dijo después que ese partido “es para Diego, que era un padre para nosotros y estaba siempre disponible para lo que necesitáramos”. A Gimnasia lo dirigió Mariano Messera, porque los dos colaboradores de Maradona, Sebastián Méndez y Adrián González, decidieron renunciar.

Domingo 29/11:

9 horas: Orlando Díaz, juez de Garantías de San Isidro, ordena el allanamiento de la casa y el consultorio privado del médico de Maradona, Leopoldo Luque, tras un pedido de los fiscales de Benavídez, Laura Capra, a cargo del caso de la muerte de Maradona, y del fiscal de distrito, John Broyad, por supuestas irregularidades en el cuidado del paciente desde que se internó en la clínica de La Plata el 2 de noviembre para chequeos generales. Se sospecha de homicidio culposo, tras las declaraciones testimoniales de las tres hijas, Dalma, Giannina y Jana, y se solicitaron la historia clínica, los detalles de su tratamiento y el postoperatorio de su intervención en la cabeza por un hematoma subdural y de su cuadro de abstinencia.

 

 

 

 


martes, 24 de noviembre de 2020

No habrá ninguno igual: amado u odiado, venerado o defenestrado, ídolo, o semidiós, ícono de la argentinidad, Maradona es uno de los mejores futbolistas de la historia (Infobae)


 

Para muchos, aún con polémicas alrededor de su figura y algunas de sus acciones,  Diego Maradona es el máximo futbolista de todos los tiempos, el autor del mejor gol de la historia de los Mundiales, y considerado para la FIFA como “Jugador del siglo” con el 53,6% de los votos en una elección hecha en su web oficial.

Su figura es tan venerada en todo el mundo que hasta cuenta con una Iglesia Maradoniana, que festeja la “Navidad” cada 30 de octubre día de su nacimiento, en 1960- y es considerado un semidiós en Nápoles, club en el que salió campeón cuatro veces (dos Scudettos, una Supercopa italiana y una Copa UEFA), algo que ni antes ni después de él volvió a conseguir.

Fue campeón mundial con la selección argentina en 1986, brillando como pocas veces lo consiguió ningún jugador, y finalista en 1990, y campeón mundial juvenil en 1979 y también fue director técnico de la selección argentina entre noviembre de 2008 y julio de 2010, cuando fue eliminado por Alemania en el Mundial de Sudáfrica (4-0).  Tiene el récord de haber sido cinco veces máximo goleador del torneo oficial argentino.

Nació en el Policlínico de Lanús y su infancia transcurrió en un hogar muy pobre de Villa Fiorito, aunque su familia era originaria de Esquina, Corrientes (“con los años entendí por qué a mi mamá le dolía la panza, es que nos daba todo lo que tenía para comer a nosotros”, pudo reconocer). Fue el primer varón y quinto hijo del matrimonio entre Diego Maradona y Dalma Salvadora Franco (“Don Diego” y “Doña Tota”). Luego tuvo otros dos hermanos, también futbolistas, Raúl (“Lalo”) y Hugo (“Turquito”).

Comenzó a jugar al fútbol en un potrero llamado “Las Siete Canchitas” e integraba el equipo infantil “Estrella Roja”, junto a “Goyo” Carrizo –del que se decía que era un crack de su misma estatura pero que se malogró-, quien convenció a Francisco Cornejo, un ojeador de futuras figuras- para que lo viera jugar. “Los Cebollitas” fue un equipo creado por Cornejo para disputar los Juegos Nacionales Evita de 1973 y 1974. Este equipo en realidad era de las inferiores de Argentinos Juniors, a donde Maradona había ido a probarse en 1969 y ganó el torneo y el de la octava división. Permaneció con Cornejo hasta los 14 años, cuando Argentinos Juniors los pudo fichar en la AFA. Ese equipo permaneció invicto por 136 partidos y ya desde chico deleitaba a los hinchas en La Paternal porque hacía jueguito en los entretiempos en aquella época se los llamaba “Fulvipibes”- y hasta le gritaban “que se quede, que se quede” cuando se reanudaba juego. Era tal su habilidad que fue convocado por el conductor “Pipo” Mancera para el popular programa de TV “Sábados Circulares” en donde dijo algo premonitorio que todos los documentales repiten “mi sueño es ser jugar en Primera y ser campeón con Argentina”.

El 28 de setiembre de1971, le realizaron la primera entrevista. “Es zurdo pero sabe usar la derecha. Diego Caradona (sic), diez años, se ganó calurosos aplausos en el entretiempo de Argentinos Juniors e Independiente, haciendo gala de una rara habilidad para el “jueguito” con el empeine y hasta con chanfle. Con una camiseta que le queda un poco holgada y el flequillo que no lo deja ver, Dieguito parece escapado de cualquier baldío porteño “de los de antes”. La duerme, la levanta con doble pisada y tiene todo el porte del jugador nato. No parece un pibe de hoy, pero lo es: y con ese amor tan argentino por la pelota, nuestro fútbol nunca dejará de nutrirse de grandes jugadores”. El artículo de “Clarín” se tituló “Un sueño de barrilete”, por Horacio Pagani, aunque eso se aclaró una década más tarde, porque no llevaba firma.

Cornejo, que se llevó la última camiseta de Argentinos que usó Maradona en su vida, recordaba que “a veces, debía vérselas con defensores que lo superaban en edad, estatura y peso, pero igualmente se imponía. Tenía una gran visión del campo de juego. Mientras a los diez años a muchos chicos les gustaba jugar al baby fútbol en un campo de dimensiones reducidas, Los Cebollitas preferían el reglamentario, con todos los problemas que esas dimensiones comportaban”.

Por esos años, Maradona solía ir a ver a Independiente en Avellaneda y era admirador de Ricardo Bochini (con quien pudo jugar más tarde algunos amistosos y ya luego en la selección argentina, y a quien recibió, cuando el ya veterano jugador ingresó ante Bélgica en el Mundial de México, con un “pase maestro, lo estábamos esperando”), aunque criado en un hogar de hinchas de Boca Juniors.

Debutó en Argentinos Juniors el 20 de octubre de 1976 ante Talleres de Córdoba y la primera pelota que tocó fue un túnel a Juan Domingo Patricio Cabrera. Ingresó con el número 16 por Rubén Giacobetti al inicio del segundo tiempo. “Ese día toqué el cielo con las manos”, recuerda siempre.

Su primer gol lo convirtió poco después, el 14 de noviembre, ante San Lorenzo de Mar del Plata por el torneo Nacional. Ese día hizo dos al arquero Rubén Lucangioli.

El 27 febrero de 1977 ya fue convocado por Menotti para la selección argentina. Su debut, fue en la Bombonera ante Hungría, ingresando en el segundo tiempo por Leopoldo Luque. Argentina ya ganaba 4-0 y la gente empezó a corear su nombre. Ese año se concentró con el juvenil argentino para jugar el Sudamericano de Venezuela, clasificatorio para el Mundial de Túnez. Tenia 16 años y sus compañeros, 19. “El pibe Maradona es medio equipo”, contaba el enviado de Clarín, pero con dos derrotas y un empate, la selección no conseguiría el objetivo.

Uno de sus primeros golpes en el fútbol lo recibió el 19 de mayo de 1978, cuando César Luis Menotti lo excluyó del Mundial de Argentina en la concentración de José C. Paz  junto a Humberto Bravo y a Víctor Bottaniz. “Pensé que no me hablaba en serio cuando me lo dijo. No lo podía creer. Al enterarse de la noticia, él se fue corriendo de la concentración. En esa última práctica, los suplentes le habían ganado 5-1 a los titulares con cuatro goles de Diego”, recuerda Roberto Saporiti, ayudante de Menotti en aquella selección.

Por esos años, Maradona –que cantaba “El Sueño del Pibe” en el programa de Minguito Tinguitella cambiando la letra, de “seré un Baldonedo, un Martino, un Boyé” por “Seré un Maradona, un Kempes, un Olguín”- brillaba en todas las canchas con Argentinos, aunque nunca pudo ganar un campeonato, pero sí fue el máximo goleador de varios torneos: Metro 78, Metro y Nacional 79 y Metro y Nacional 80. Varias veces peleó los campeonatos. Fue segundo de River en el Metro 80 y pudo haber avanzado en el Nacional 80, pero en ese momento Menotti lo convocó para una larga concentración de la selección argentina para el Mundialito de principios de 1981 en Uruguay. Maradona estuvo a punto de renunciar a la selección pero Menotti le dijo que si lo hacía, no le podía garantizar una plaza en el Mundial de España 1982, así que dejó el club y perdió la chance del título.

En 1979 ya había sido convocado por Menotti para integrar la selección mayor y deslumbró en una gira por Europa, en la que convirtió su primer gol con la celeste y blanca ante Escocia al ganar 3-1, pero lo que quedó en la retina es una brillante jugada en Wembley ante Inglaterra que no fue gol sino que la pelota rozó el poste ante la salida del arquero Ray Clemence, que puso de pie a los espectadores con un cerrado aplauso. Esa jugada luego sería clave para el gran gol que le convertiría siete años después a Inglaterra en el Mundial de México 1986, al recordar, cuando enfrentaba a Peter Shilton, que su hermano le marcó un error en aquella definición.

También en 1979 ganó con la selección argentina el Mundial juvenil sub-20 de Japón, un equipo que dirigió Menotti pero que había conformado Ernesto Duchini, y que contaba con figuras como Juan Simón, Osvaldo Rinaldi, Osvaldo Escudero, Juan Barbas, Ramón Díaz y Gabriel Calderón. Maradona convirtió un tiro libre en el triunfo por 3-1 ante la URSS en la final en Tokio, el 7 de setiembre, y fue considerado el mejor jugador del torneo. La gente madrugaba, por la diferencia horaria, para ver a un brillante equipo argentino, que goleó en la mayoría de sus partidos, y en semifinales eliminó a Uruguay, que lo había relegado del título en el Sudamericano de Montevideo.

En 1980, Enrique Omar Sívori había aconsejado a la Juventus por su pase y llegó a Buenos Aires acompañado del presidente  Giampiero Boniperti, con una oferta de 10 millones de dólares, pero el contraalmirante Carlos Lacoste, hombre fuerte del fútbol durante la dictadura, se opuso, y llegó a un acuerdo con el entonces presidente de Argentinos, Próspero Cónsoli y apelando al militar Guillermo Suárez Mason, consiguieron el apoyo como sponsor de la aerolínea estatal Austral. También el dirigente del Barcelona Nicolás Casaus (argentino) habían ofertado una fuerte suma por él pero Menotti se oponía a su salida y por eso se hizo una lista de jugadores intransferibles al exterior.

 Sin salidas al exterior, en 1980 apareció la chance de ir a River –en el medio, le metió cuatro goles a Hugo Gatti cuando lo desafió llamándolo “gordito”, en un 5-3 a Boca en la cancha de Vélez Sársfield-  pero en diciembre, cuando Martín Noel ganó las elecciones presidenciales en Boca tras décadas de Alberto J. Armando en el poder, dio el gran golpe al conseguir su transferencia a préstamo por cuatro millones de dólares más los pases de los jugadores Randazzo, Zanabria, Bordón, Salinas, Eduardo Rotondi y Santos. Varios de ellos habían salido campeones de América apenas dos años antes. El acuerdo es que ambos participarían en el futuro de un pase al exterior. “Lo quería Barcelona, lo quería River Plei, Maradona es de Boca, porque gallina no es”, cantaban los hinchas xeneizes.

Maradona debutó ante una inusual expectativa (también debutaba Miguel Brindisi ), y marcó dos goles, ambos de penal, ante un Talleres de Córdoba con varios integrantes de la selección argentina, Boca ganó 4-1 y jugó infiltrado porque arrastraba una molestia muscular en su pierna derecha. Estuvo un mes desgarrado hasta que volvió ante River en un Superclásico con gran cantidad de estrellas en ambos clubes, en el que Boca ganó 3-0 el 10 de abril y marcó un hermoso gol bajo una intensa lluvia en la Bombonera, desairando a Fillol y luego colocando la pelota en el palo en el que defendía Alberto Tarantini.

Boca terminó siendo campeón, aunque una fecha antes del final, en Rosario y ante Central, Maradona falló su penal ante Daniel Carnevali (la pelota pegó en el travesaño) y obligó a una definición en el último partido, en la Bombonera, ante Racing (el equipo de Silvio Marzolini era asediado por el Ferro de Carlos Griguol). Empataron 1-1 y Maradona marcó el gol xeneize, de penal.

Para el Nacional 1981, en el que River invirtió en Mario Kempes, Boca llegó a los cuartos de final pero en el partido de ida ante Vélez Sársfield, Maradona fue expulsado, y el club de Liniers pudo revertir como local la derrota de la Bombonera aprovechando la falta del diez, y Boca quedó eliminado. El préstamo de Argentinos era por un año y medio, pero se acercaba el Mundial de España 1982, y Menotti dispuso de una concentración de meses previos para la selección argentina y entonces sólo pudo jugar amistosos de verano y participar de una gira por Asia y Africa. Así terminó su participación en Boca con 40 partidos y 28 goles.

En los días previos al Mundial de España, Maradona abandonó la concentración argentina para firmar su nuevo contrato con el Barcelona. Su debut mundialista fue el 13 de junio, cuando la selección argentina fue sorpresivamente derrotada por Bélgica 1-0. En el segundo partido, en cambio, Maradona marcó dos goles en el rotundo 4-1 ante Hungría. Ya en la segunda fase, el equipo argentino fue eliminado al caer derrotado primero 2-1 ante Italia (cuando Maradona fue objeto de duras y constantes faltas de Claudio Gentile) y luego sin atenuantes por Brasil 3-1, cuando, ante la impotencia del equipo, fue expulsado por una dura patada contra el volante Batista.

En el Barcelona no fueron tiempos fáciles. Ya de novio con Claudia Villafañe, se rodeó de ella y de muchos de sus amigos que lo visitaron en la alta zona de Sarriá, y llevó una vida turbulenta, además de que lo castigaron demasiados elementos extra futbolísticos.  Más allá de que deslumbró con su juego y sus condiciones técnicas a las órdenes de Udo Lattek, en diciembre de 1982 sufrió una hepatitis que lo marginó tres meses en los que el Barcelona quedó eliminado de la Recopa europea y Lattek (de muchas discusiones con Maradona) fue destituido y reemplazado por Menotti. Ya el Barcelona estaba muy alejado de la Liga pero acabó ganando la Copa del Rey en una final ante el Real Madrid (2-1) en Zaragoza. También le ganó al Real Madrid la Copa de la Liga y en esa final marcó un gol en cada estadio con la particularidad de que la estética del marcado en el Santiago Bernabeu motivó que los aficionados blancos lo ovacionaran de pie, algo inusual.

Cuando todo parecía encaminarse al comienzo de la temporada 1983/84, apenas en la cuarta fecha de Liga, el 24 de setiembre de 1983, el Barcelona recibía al Athletic de Bilbao en el Camp Nou y allí una durísima falta de Andoni Goicoetxea (que conserva ese botín como pieza de museo) cuando los locales ganaban 4-0, le produjo fractura del tobillo de la pierna izquierda. Volvió antes de lo esperado, a los tres meses y medio, pero otra vez ya era tarde para ganar el título de Liga pese a sus 11 goles en 16 partidos. Le quedaba la Copa del Rey, igual que la temporada anterior, envuelta en un contexto de muy duro enfrentamiento verbal entre Menotti y el DT del Athletic, Javier Clemente. Sumado a eso, era el reencuentro entre Maradona y Goicoetxea, después de la lesión, y el Athletic era el campeón de Liga. Se jugó en el Bernabeu el 5 de mayo de 1984. Ganaron los vascos 1-0 pero lo peor llegó en el final, cuando Maradona agredió a su rival Miguel Angel Sola. Fue una batalla campal con el rey en el palco, y eso generó duras suspensiones para muchos de los protagonistas. Supuestamente, Maradona no podía jugar esa final porque había sido expulsado en la semifinal, pero la Federación le quitó aquella sanción.

Al estar suspendido entonces para jugar en España hasta diciembre de 1984, el presidente del Barcelona, José Luis Núñez, se decidió a aceptar una oferta del Nápoli, que subió un millón de dólares cuando aparecieron filas de tifosi en el mostrador del banco Monte de Paschi de Siena con fajos de liras para depositar en la cuenta del club. Fue presentado el 5 de julio con el estadio San Paolo completo. El Nápoli venía de salvarse del descenso por un punto y fue una expectativa total. También para Maradona representaba una ganancia económica muy importante luego de que no funcionara su asociación con su agente Jorge Czysterpiller. Se iba del Barcelona con 38 goles en 58 partidos y con una vida turbulenta en la que comenzó a ingresar en el mundo de las drogas.

El primer año en el Nápoli fue complicado. Comenzó perdiendo ante el Verona 3-1 y la primera rueda la terminó muy mal pero Maradona comenzó a recuperarse en la segunda y terminó tercero en la tabla de goleadores con 14 tantos. Esto convenció a los dirigentes en dar la pelea por el Scudetto siguiente y así fue que con la contratación de Bruno Giordano en el ataque, acabó tercero con la Juventus campeona, y se clasificó a la Copa UEFA. En octubre de 1985, Guillermo Cóppola sustituyó a Czysterpiller. “Me encontré con que en su casa todos eran artículos provenientes de distintos canjes publicitarios pero Diego cobraba poco dinero y había que revertir eso”, dijo el representante, que llegó a ser inseparable del jugador.

El San Paolo clamaba “Maradona, ocupate de nosotros/si no sucede ahora, no sucederá más/la Argentina tuya estará aquí/no podemos esperar más”. Ya muchos párrocos  comenzaron a tener muchos bautismos con bebés llamados Diego Armando.

Para ese entonces, ya Carlos Bilardo era el DT de la selección argentina en reemplazo de Menotti, y con él, también había cambiado la capitanía desde Daniel Passarella a Maradona, quien se mantenía fuera del equipo nacional desde el Mundial de España hasta mayo de 1985, a poco más de un año del Mundial de México. El equipo no entusiasmaba, estuvo a minutos de quedar eliminado ante Perú en el Monumental y luego, tampoco gustaba en los amistosos previos en los que hubo reuniones grupales, y todo se revirtió en el Mundial, en el que la actuación de Maradona fue sensacional (algunos arriesgan a opinar que lo ganó solo o que  tuvo la mayor influencia que ejerció un jugador en un equipo campeón del mundo).

El Mundial de México, al que Maradona llegaba con una gran preparación física, no estuvo exento de polémicas, como la que tuvo con el presidente de la FIFA, Joao Havelange, por los horarios de los partidos. “Yo no quiero decir que está todo bien cuando está todo mal. Quiero que me dejen decir lo que siento. Mi verdad. Porque si me hacen jugar a las 12 del mediodía con un sol que me parte la cabeza, tengo derecho a decirlo. En la cancha la cara la pongo yo. Nadie paga por verlo a Havelange”. El día anterior, Havelange, ante las quejas de Maradona y Valdano, había dicho que los jugadores “tienen que respetar la ley de arriba. Hay asuntos de la TV que fueron acordados y para que lleguen bien a todos los países hay derechos adquiridos. No hay otra solución”.

El 22 de junio, Argentina debía enfrentar a Inglaterra a cuatro años de la Guerra de Malvinas y el partido fue tomando una connotación especial. En el minuto 51, Steve Hodge rechazó involuntariamente alto hacia su propio arco, Maradona saltó junto al arquero inglés Peter Shilton y la pelota se metió en el arco. Quedó la confusión si había sido por un puñetazo de Maradona o con su cabeza pero el gol fue convalidado pese a las protestas de los británicos. Luego, Maradona dijo, con picardía, que en el gol “yo no la toqué, fue con la mano de Dios”. “Si algo haría otra vez, es un gol con la mano a los ingleses”, declaró hace días, en una entrevista que le realizó la revista “France Football” a propósito de su cumpleaños 60 y para la que, inefable, pidió a cambio que le restituyeran el Balón de Oro de Honor que la publicación le había entregado en 1995 pero que sucumbió en el fuego durante un incendio en la casa de su padre. La revista francesa accedió, luego de estudiarlo,  más allá de los seis mil euros de costo para recuperar el trofeo.

Al rato llegó el considerado en 2002 como el mejor gol de la historia de los mundiales, cuando Maradona arranco desde la mitad de la cancha y fue eludiendo a seis jugadores ingleses (Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher, Terry Fenwick y el arquero Shilton) para convertir el gol que dio lugar a uno de los más bellos relatos radiofónicos de la historia del fútbol, por Víctor Hugo Morales, rematado con la pregunta “Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?”. El descuento fue marcado por Gary Lineker y con este triunfo, en medio de la euforia, la selección argentina se clasificó para la semifinal, en la que, en gran actuación, venció 2-0 a Bélgica con dos goles de Maradona.

El 29 de junio, otra vez en el estadio Azteca, la selección argentina se coronó por segunda vez campeona del mundo al vencer 3-2 a Alemania en un partido en el que Maradona estuvo muy bien marcado por Lottar Matthaeus, pero cuando el partido estaba empatado 2-2 y quedaban pocos minutos para ir al alargue, alcanzó a colocar un sensacional pase a la carrera a Jorge Burruchaga y éste pudo marcar el gol del título.

Maradona se consagraba como el mejor jugador del Mundial, con cinco goles y cinco asistencias y se coronaba como rey del fútbol mundial, de manera definitiva, sólo comparable con el brasileño Pelé.

Al regresar a Italia, por si faltara poco, logró ganar el Scudetto para el Nápoli por primera vez en la historia de este club. Era la venganza del sur contra el norte, e inscripciones en las paredes como “A todos los tifosi que han muerto esperando este día”, “Los hijos del sol saludan a los niños del frío”, “Nuestro Maradona/que desciendes sobre la tierra/Santificado sea tu nombre/Nápoles es tu reino/renuévanos la ilusión/y condúcenos al Scudetto/con la sabiduría del Paternoster”. También se quedaba en el mismo año con la Copa Italia, al vencer al Atalanta. Sólo la Juventus y el Torino lo habían conseguido en la historia. Napoli pasó de 25.000 a 65.000 socios

 En 1987/88 se sumó al plantel el brasileño Careca para componer la delantera “Mágica” (Maradona, Giordano, Careca). Iba camino al bicampeonato, pero fue superado por el poderoso Milan de Arrigo Sacchi y los holandeses Van Basten, Gullit y Rikjaard en el final. Maradona fue el máximo goleador con 15, pero junto con varios jugadores, fue acusado de vender el torneo, algo nunca probado. También comenzó a ser vinculado con la Camorra.

En la temporada 1988/89 el Nápoli ganó la Copa UEFA en una final con el Stuttgart al mismo tiempo que terminó segundo en la Liga detrás del Inter, y en 1990 volvió a ganar el Scudetto y en diciembre, la Supercopa Italiana a la Juventus por 5-1. Llegaba al Mundial de Italia 1990 en su mejor momento. Conocía bien el país, venía de ser campeón italiano y la selección argentina era la campeona del mundo vigente aunque no le había ido bien en las dos Copas América. En 1987 no pudo pasar de semifinales como local ante Uruguay y en 1989, en Brasil, con un Maradona excedido de peso y con ganas de irse al Olympique  de Marsella (su presidente, el magnate Bernard Tapie, le había hecho una suculenta oferta) pero estaba  atado a un contrato hasta 1993, apenas dejó el recuerdo de un remate desde el círculo central en el Maracaná ante Uruguay, con la pelota que dio en el travesaño y el arquero Javier Zeoli vencido, que hizo ponerse de pie a los espectadores para aplaudirlo.

Ese año tuvo lugar otro incidente con el sorteo del Mundial en Roma, cuando calificó de “farsa, arreglada de contramano para poner a la selección argentina en la zona más difícil, mientras que Italia está en la más fácil. El sorteo se hizo solamente para divertir a los televidentes”. Blatter, a cargo del acontecimiento, dijo que esas declaraciones “son una ofensa muy grave, de una torpeza increíble”. “No sé qué pensar-respondió Maradona-, si es estúpido o malévolo”.

En Italia, no le faltaban problemas con medios como “Il Mattino” y el canal “Supersport 10”. Tras un partido ante el Udinese (2-2), el diario calificó a Maradona con un 3,5 y lo firmaba un veterano periodista, Giuseppe Pacileo. Maradona lo fue a buscar el lunes a su programa “Number One” del Canal 34 porque él había dicho en el comentario que Maradona “debía avergonzarse, si es que todavía sabe lo que es la vergüenza”. Maradona entró sorpresivamente al estudio con una pelota de papel en su mano y le dijo a Pacileo que abriera la boca y le dijo “esto que escribiste, te lo hago comer”. A la salida, dijo “no me molesta ni que me ponga un uno, pero no tengo nada de qué avergonzarme. No se lo puedo permitir”.

A pocos días del Mundial, en la concentración de Trigoria, Maradona se lesionó cuando un joven de las divisiones inferiores de la Roma lo pisó y se le encarnó una uña, y sus condiciones físicas no eran las mismas. Se tomaron todos los recaudos y sumado a eso, y a otra dolencia en la rodilla a la que debía infiltrarse,  se trataba de un equipo con pocos recursos ofensivos, que a duras penas se clasificó para los octavos de final luego de comenzar perdiendo en Milán ante Camerún. Antes de comenzar el torneo, Maradona recibió del presidente Carlos Menem el pasaporte diplomático y en el estadio San Siro fue insultado por el público, por viejas rivalidades con el Nápoli, lo que iría preparando el terreno para las semifinales ante los locales.

Para colmo, el partido ante Italia, que llegaba invicta y sin goles en contra, se jugaba en el San Paolo, y con banderas que decían “perdón Diego, hoy somos italianos”, pero Maradona ya había removido el avispero cuando, conocedor del próximo rival y ante la pregunta sobre por quién hincharían los napolitanos, dijo que “en Italia se olvidan de que ellos son tratados como extranjeros todo el año”. Empataron 1-1 y el equipo argentino se clasificó a la final tras ganar por penales ante un estadio enmudecido y con dos penales atajados por Sergio Goycoechea, aunque Maradona convirtió el suyo ante Walter Zenga.

Ya en la final, en el estadio Olímpico de Roma, ante Alemania, Maradona debió enfrentar a los hinchas italianos que silbaron en el momento de la ejecución del himno argentino y apeló a devolverles el insulto mirando a la cámara de TV. Argentina acabó perdiendo 1-0 con dos expulsados y un muy dudoso penal, ejecutado por Andreas Brehme, que cobró el mexicano Edgardo  Codesal, quien se transformó poco menos que en un enemigo para Maradona, al punto de no saludar al presidente de la FIFA, Joao Havelange, en la entrega de premios, y enojarse mucho con Menem y con Julio Grondona en 1991, cuando supo que lo habían invitado a la Argentina. “¿Cómo puede ser que Grondona sea vicepresidente de la FIFA, que en la final del Mundial nos mató, y que no dijera nada? Y encima le manda una carta al presidente de la Roma, Dino Viola para agradecerle las atenciones recibidas cuando en realidad nos trataron muy mal. ¿Qué somos yo, Ruggeri, Giusti? ¿boludos, idiotas? ¿No le habíamos dicho cómo nos trataron? No juego más en la Selección. Es una decisión tomada, analizada. Tengo bronca porque me mintieron”.

Tras el Mundial de Italia, hubo un cambio rotundo en la vida de Maradona. Se separó de su agente Cóppola y lo reemplazó por Marcos Franchi, y luego de ganar la Supercopa con el Nápoli en diciembre de 1990, el 17 de marzo de 1991 dio positivo por cocaína un control antidoping ante el Bari (Nápoli había ganado 1-0). La Federación Italiana le dio 15 meses de suspensión, ratificada por el Comité de Apelación.

Para ese entonces, el diario romano “La Repubblica” difundió una encuesta que indicaba que Maradona era el personaje más odiado del país con el 34% de los votos, seguido por Saddam Hussein con el 25%.  “El tema era la caída, que tanto sufrieron los romanos en la antigüedad. Todos se sentían traicionados por Diego. Era la Patria vencida. El castigo tradicional a las personas que traicionaban era enterrarlas vivas: el tormento que Dante Alighieri le impuso en la Divina Comedia al cardenal Ruggiero, arquetipo del Círculo Infernal de los traidores. Las acusaciones profusas eran eso: un entierro sin asesinato previo”, sostienen Denis Nagy y Rodrigo Fernandez en su brillante libro “De la mano de Dios a sus botines”.

El episodio ante el Spartak de Moscú, por la Copa de Campeones de Europa, también iba a dejar su marca. El plantel del Nápoli lo esperaba en el aeropuerto de Capodiccino para viajar, pero no aparecía. Mandaron entonces a sus compañeros Ferrara, De Nápoli y Crippa a buscarlo a su casa y ya el presidente Ferlaino amenazaba con sanciones económicas. El equipo viajó sin él y el día de partido, Maradona alquiló un birreactor Cessna C-550 a un costo de 30.000 dólares. Se sentó en el banco con una manta y el número 16 en la camiseta y entró a los 18 minutos del segundo tiempo. Empataron 0-0 y Nápoli perdió en los penales (él metió el suyo). Desde entonces, se calculó que el club perdió unos 10 millones de dólares y Ferlaino congeló los pagos a su cuenta y le declaró la guerra. “No se hagan ilusiones de que me quede en Nápoli hasta 1993. Cuando acabe esta Liga, me voy”, amenazó Maradona.

También, para esa época, el periodista Francesco Marolda de “Il Mattino” recibió una dura respuesta suya a las críticas que le había hecho el Papa Juan Pablo II. “Ciertamente, si el Papa cuando vino a Nápoles hubiera dicho ‘no gasten un millón de dólares para levantar mi palco, úsenlo para los niños pobres de Nápoles´, bueno, entonces tendría derecho a decir ciertas cosas sobre Maradona. Pero si no es así, no se puede hablar de mí. Si lo hace, eso quiere decir que estamos realmente fuera del mundo. Cuidado, no arrastren a Maradona en esta historia porque Maradona tiene también sentimientos y una boca para hablar. Yo respeto, o mejor dicho, respetaba al Papa pero Dios-a mi juicio- es otra cosa. Desgraciadamente estoy blasfemando. Y lo lamento, porque soy católico, pero un católico que frente a ciertas cosas se rebela”.

Francesco Maglione, abogado del clan Giuliano, indicaba a la periodista del diario “El País”, Maruja Torres, que Maradona “nada más llegar a Nápoles preguntó por la persona que tenía más poder en la ciudad. Fíjese que no quiso conocer al alcalde sino a un capo. (Carmine) Giuliano nunca quiso ver a Maradona porque sabía que estaba en la cocaína y a él es un asunto que le repugna”. No pareció recordar que cuando Maradona llegó a vivir a Nápoles, a los pocos días desapareció su Ferrari y fue Giuliano el que le dijo las condiciones que debía cumplir para recuperarla. Tras el partido con el Bari, el director deportivo, Luciano Moggi, (luego involucrado en sonados casos de corrupción con la Juventus) había dicho en el vestuario “Maradona o yo”.

Se marchó de Italia con cuatro juicios, dos civiles y dos penales: el caso Sinagra, con Nápoli por incumplimiento contractual, por consumo y cesión de estupefacientes y por auto denuncia de un “arrepentido”, Pietro Pugliese, que involucraba a Maradona en el tráfico de drogas.

Antes de irse, Maradona repartió entre sus amigos y sirvientes un Honda 750 para Ignacio, el koala para Ciro, el electricista, un “motorino” para Felice, la Seat Ibiza para Gianni, un rólex para Federico y todo lo que había en la cocina y el cuarto, para Lucía. Para los trámites de salida usó el pasaporte diplomático que le dio Menem en 1990.

Mientras, el prestigioso médico anti doping Manfred Donicke había cuestionado que las probetas de orina hayan sido custodiadas y examinadas según las normas FIFA y UEFA, y planteaba dudas sobre el método de conservación y transporte de las probetas, pero todo fue desestimado por la Federacalcio. Donicke planteaba sus dudas sobre una producción “in vitro”, la posibilidad de una manipulación de probetas: era posible sacar y volver a colocar el sello sin que nadie se diese cuenta.

El periodista Vittorio de Asmundis retrató el último reportaje de Maradona antes de regresar a la Argentina:

-Te escapás como un ladrón…

- Me obligan a escaparme…

- ¿Quién? ¿Ferlaino? ¿Punzo? ¿Y detrás de ellos, quiénes? ¿Montezemolo, Matarrese, Casarín?...

“Lo que usted acaso no sepa –insiste el periodista- es que Ferlaino está ligado a Berlusconi y a Agnelli, es decir, a la Italia que cuenta, la del Norte, porque tiene participaciones en empresas constructoras de Milán y a partir de 1988, Maradona empezó a tener problemas porque no quiso entrar en los arreglos, justamente en la época en la que el Nápoli perdió el Scudetto ante el Milan y Maradona se fue de vacaciones sin hacer ninguna declaración para no acusar a sus propios compañeros, que se endeudaban jugando al póquer y que luego estaban obligados a entrar en los partidos arreglados. Es por eso que Maradona fue amenazado y que terminaron por hacérsela pagar…”.

De esta forma, se instaló en Buenos Aires desde el 1 de abril de 1991 y el 26 de ese mes, un operativo policial hizo un allanamiento en su departamento de Caballito, donde se encontraba con dos amigos y le hallaron drogas. Salió tras pagar la fianza y la jueza Amelia Berraz de Vidal le ordenó someterse a un proceso de rehabilitación. En ese tiempo, Maradona jugó algunos partidos a beneficio pero el de mayor repercusión fue el que se organizó para favorecer a la viuda de Juan Gilberto Funes. A horas del partido, la FIFA envió un fax a la AFA que decía “en bien del jugador fallecido, la presencia de Maradona sobre el terreno de juego junto con otros jugadores inscriptos en la AFA podría acarrear a éstos últimos sanciones por parte de la FIFA, en aplicación de los estatutos y reglamentos”. También Grondona trató de advertirles pero el partido se jugó con árbitros que no eran de la AFA y uno de los dos equipos llegó a tener doce jugadores.

Pese a que podía volver a jugar tras la sanción el 1 de julio de1992, recién el 22 de setiembre se destrabó su pase cuando el Sevilla pagó al Nápoles 7,5 millones de dólares.  Ferlaino no quería venderlo y ni siquiera sentarse a dialogar con el Sevilla pero extrañamente medió una FIFA que necesitaba a Maradona activo para el Mundial 1994 en los EEUU. En el Sevilla estaban Bilardo como DT y Diego Simeone como jugador, al igual que el croata Davor Suker, luego estrella en el Real Madrid y en el Mundial1998.

En el Sevilla tuvo constantes problemas con el presidente Luis Cuervas, quien no lo autorizaba a viajar con la Selección, pero, junto con Simeone, viajó igual a jugar la Copa Artemio Franchi contra Dinamarca en 1993. El 13 de junio de ese año, ante el Burgos, Bilardo lo reemplazó por Munchu en un partido en el que, como los últimos, había jugado infiltrado. Maradona se fue insultando a Bilardo y luego éste reconoció que en su casa se tomaron a golpes de puño, y Claudia los tuvo que separar. Esto rompió las relaciones entre Maradona y la dirigencia. Jugó 29 partidos, marcó 6 goles y el Sevilla terminó séptimo a 15 puntos del campeón, Barcelona.

Decidió regresar a la Argentina para 1993 y aunque se habló de su vuelta a Argentinos Juniors y hasta un pase a San Lorenzo por su amistad con el Bambino Héctor Veira, acabó jugando para Newells Old Boys. El 13 de setiembre, en el primer entrenamiento,  fueron a verlo 40.000 personas. Llegó a jugar cinco partidos oficiales pero entre un desgarro y que se fue Jorge Solari y llegó Jorge Castelli, con quien no tuvo buen feeling (no le respetaba las licencias acordadas), se acabó yendo. No marcó goles. Jugó también dos amistosos, el de la presentación ante el Emelec (al que Lionel Messi dice haber concurrido con su familia cuando era pequeño) y ante el Vasco Da Gama. No había sido convocado por Basile para las clasificatorias al Mundial tras la consagración argentina en la Copa América. “Basile se emborrachó con las dos copas”, dijo, enojado, y fue a ver a su amigo Carlos “Patito” Aguilera a Uruguay, pero el día del 0-5 ante Colombia, la gente pidió por él en un desconcertado Monumental y regresó para los dos partidos de repechaje vs Australia (1-1 con gol de Balbo y 1-0 con gol de Batistuta). En aquella oportunidad, no hubo control antidoping por parte de la FIFA y con el tiempo, Maradona llegó a calificar como “Café Veloz” a lo que “nos daban”.

El 2 de febrero de 1994, harto de que los periodistas merodearan su casa, les tiró con un rifle de aire comprimido en su casaquinta de Moreno. Fue condenado por eso a dos años de prisión en suspenso y a indemnizar a los periodistas.

Estuvo presente en los amistosos previos de la selección antes del Mundial pero hubo que suspender la participación en la Copa Kirin porque en Japón le negaron la visa para entrar. Luego tuvo una intensa preparación para el Mundial con el profesor Daniel Lentini  pero terminó separado del plantel cuando la FIFA anunció, tras el segundo partido de la fase de grupos ante Nigeria, en Boston, que estaba involucrado en un caso de doping “por haber ingerido un cóctel de sustancias”, según se indicó en una multitudinaria conferencia de prensa en Dallas.

Su debut en su cuarto Mundial no pudo haber sido mejor. 4-0 ante Grecia, cuando marcó su último gol en los mundiales, y 2-1 ante Nigeria con el pase rápido a Claudio Caniggia para que éste marcara un gol decisivo y allí fue sorteado para el antidoping. Luego diría en una recordada entrevista que “me cortaron las piernas”. Doce años después, el presidente de la AFA, Julio Grondona, diría que “se cortó las piernas solito”.

“Cuando a la FIFA le venía bien Argentina, cuya presencia era indispensable para el éxito del Mundial norteamericano, no anduvo con tantas sutilezas…alguien tendría que explicarme por qué no se realizó el control antidoping después de los dos partidos de desempate contra Australia” , sostuvo Gianni Miná, periodista de la RAI italiana y uno de los que mejor conocieron a Maradona en sus años del Calcio.

Con los días, se comenzó a conocer la distante relación entre Maradona y el médico del plantel, Ernesto Ugalde, quien no tenía acceso a su habitación, o la influencia que tenía durante ese Mundial el fisicoculturista Daniel Cerrini. Lo cierto es que veinte años exactos desde la muerte de Juan Domingo Perón, el 1 de julio de 1994, otra vez la mayoría de los argentinos parecía vivir un día de luto. Muchos dudaban sobre lo ocurrido. Habían visto el enorme esfuerzo de Maradona en la preparación para el Mundial y no parecía coherente con lo ocurrido. Era suspendido otra vez por la FIFA por otro año y medio, hasta el 15 de setiembre de 1995, cuando ya estaría a punto de cumplir los 35 años.

No había sido claro tampoco lo ocurrido en el acto de la contraprueba en Los Ángeles, cuando el doctor Roberto Peidró (también médico del plantel argentino) hizo notar que uno de los dos frascos de la orina de Maradona no estaba bien cerrado, ante el desconcierto general, pero tras un breve descanso, el procedimiento continuó como si nada hubiera ocurrido, aunque el facultativo argentino, firmó en disidencia.

Desde el entorno de Maradona se insistía en que lo que había ocurrido es que el jugador llevó pocas dosis de Ripped Fast, lo que ingería en Buenos Aires, y entonces compró en farmacias de Estados Unidos una misma sustancia, pero llamada allí Ripped Fuel.

Tras el Mundial,  el doctor Néstor Lentini, con quien se preparó en el CENARD, hizo una demostración en Buenos Aires con dos frascos, uno blanco y anaranjado, y el otro, oscuro y mostró unos gráficos de cómo Maradona había bajado de 82 a 78 kilos antes del Mundial y dijo: “bajo mi palabra de honor, no hubo animosidad de transgresión”. Le dieron para ingerir a cuatro voluntarios el Ripped Fuel y a otros, el Ripped Fast, y en el primero, aparecieron picos de efedrina, pseudoefedrina y metilefedrina en el cromatógrafo. Y en la orina aparecieron los otros dos metabolitos que dice la FIFA que encontró en el análisis de Maradona: norefedrina y norpseudoefedrina. Es decir que las cinco sustancias aparecían en un solo remedio, el Ripped Fuel.

Más adelante, Grondona reflexionaba ante la revista “Gente”: “Si hoy nos reuniéramos de nuevo, diríamos “no, tiene que controlar todo el doctor Lentini”, pero ¡eso cuándo se ve? Después, siempre después. Porque en el momento oportuno, no fuimos capaces de decir “este señor no puede estar. Tiene que estar Lentini. Yo a ese señor, Daniel Cerrini, no lo conocía. Después –cuando ya era tarde- me fui enterando de cosas. Yo no puedo saber si Maradona o los muchachos que estaban al lado de Maradona, conocían a ese señor porque si lo conocían, y sabían del tema, tenían que haber tenido mucho mayor control sobre Cerrini”…y aunque Grondona negó de plano haber negociado con la FIFA para cuestiones personales, Maradona no pensaba lo mismo: “Yo te doy la vicepresidencia de la FIFA si condenás a Maradona o lo retirás…esto es parte de los arreglos de los dirigentes de la FIFA, que habrá perdido a un gran jugador, pero como hombre no me cambiaron. Me han hecho mucho mal, pero ellos no conseguirán cambiarme”.

El fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo entonces  que la culpa de lo que le pasó a Maradona “la tiene la máquina del poder. Se la tenía jurada porque él le cantaba las cuarenta. Y eso tiene su precio y el precio se cobra al contado y sin descuentos. El propio Maradona regaló la justificación, por su tendencia suicida de servirse en bandeja en boca de muchos de sus enemigos y esa irresponsabilidad infantil que lo empuja a precipitarse en cuanta trampa se abre a su camino. Maradona nunca había utilizado estimulantes en víspera de partidos para multiplicarse el cuerpo. Es verdad que estuvo metido en la cocaína, pero se dopaba en las fiestas tristes para olvidar o ser olvidado, cuando ya estaba olvidado por la gloria y no podía vivir sin la fama que no lo dejaba vivir…este petiso ha tenido y tiene la costumbre de lanzar golpes hacia arriba en México y en Estados Unidos, en el ´86 y en el ´94. Ha sido su voz la más fuerte que ha denunciado a la dictadura de la TV, que ha puesto al fútbol a su servicio y obliga a jugar al mediodía…nadie se divierte ni divierte tanto charlando con la pelota. Nadie da tanta alegría como este mago que baila y vuela y resuelve partidos con un pase imposible o un tiro fulminante”.

En ese lapso sin poder jugar, asumió en octubre de 1994 como DT de Deportivo Mandiyú en pareja con su ex compañero Carlos Fren pero duró dos meses, con una victoria, 6 empates y 5 derrotas. El jugador paraguayo Guido Alvarenga luego dijo que “no sé si jugábamos bien pero los asados eran buenísimos”.

Tras ese paso por Mandiyú, volvió a contratar a Cóppola y se alejó de Franchi y en enero de 1995 volvió a conmover al ambiente del fútbol para dirigir a Racing, pero duró 4 meses con 11 partidos: 2 victorias, 6 empates y 3 derrotas.

Siempre en acciones contra los poderes de la FIFA, el 28 de setiembre de 1995 fundó el Sindicato Mundial de Futbolistas con Eric Cantona, George Weah, Gianluca Vialli, Gianfranco Zola, Laurent Blanc, Tomas Brolin, Rai, Ciro Ferrara y Michel Preud’homme, pero sus acciones se fueron diluyendo en poco tiempo. También fue invitado a la Universidad de Oxford.

Por ese entonces, Maradona vivía indignado con la designación de Daniel Passarella como DT de la selección argentina, tras el Mundial de los Estados Unidos. Muy enfrentados desde hace una década, el “Kaiser” impuso una rinoscopia para los jugadores convocados al equipo nacional, que parecía un mensaje para el “diez”. Sumado a esto, Passarella y Fernando Redondo se retiraban de un hotel de Madrid sin ponerse de acuerdo porque según el volante, le habían sugerido que se cortara el pelo.

“Al final, me voy a hacer hincha de Redondo”, afirmó Maradona, quien también había estado distanciado del volante desde 1992, cuando éste jugaba para el Tenerife de Angel Cappa, y Diego, para el Sevilla de Bilardo en la Liga Española.  También hubo otros dardos por este tema: “Cortarse el pelo para estar en la selección, como (Gabriel) Batistuta, demuestra falta de carácter”. A los pocos días, apareció con parte de su cabello teñido de rubio.

Se había acercado mucho al presidente Menem. Se dijo en aquel tiempo que el motivo era para que le cajonearan sus causas judiciales pero lo cierto es que concurría mucho a la Residencia de Olivos a ver partidos juntos y ya se acercaba el momento de su habilitación para volver a jugar. Su deseo era regresar a Boca, pero la dirigencia no parecía compartirlo y miraba para otro costado, y entonces pergeñó una jugada con muy buenos resultados: el día de la reelección presidencial, Menem apareció junto a él y a Pelé, y el brasileño anunciaba el posible fichaje para el Santos. Fue entonces que en pocos días, Boca acabó contratándolo para un segundo ciclo. Con el tiempo, las pates reconocieron que Maradona quería regresar a Boca y consiguió el objetivo de que sus dirigentes “picaran”.

En Boca se reencontró con Marzolini como DT, igual que en 1981, y aunque parecía que iba a ganar el título, todo se cayó tras un 4-6 frente a Racing Club el día que Mauricio Macri fue elegido presidente (ese día, Maradona metió un tremendo pase desde un campo al otro que terminó en gol de Sergio “Manteca” Martínez), y finalmente, el Vélez de Carlos Bianchi fue el campeón.

Ya con Macri de presidente, en 1996, Maradona tuvo muchos problemas. Lo llamó “El Cartonero Báez” porque se quejaba de que no gastaba dinero en los pagos a jugadores ni en contrataciones de peso, y muchas veces no asistía a los entrenamientos, y terminó comprando uno de los principales palcos de la nueva edificación de la Bombonera.

En 1997, ya con Héctor Veira como DT, contrato como preparador físico a Ben Johnson, que había sido defenestrado por doping en los Juegos Olímpicos de Seul ´88. En uno de esos partidos, contra Argentinos Juniors, (Boca ganó 4-2) fue sorteado para otro control antidoping, que dio positivo por la presencia de benzoitilecgonina y metilecgonina, metabolitos de la cocaína. La contraprueba también dio positiva, aunque Maradona ya había hecho días previos una denuncia policial de unos supuestos llamados en los que le amenazaron con colocarle droga. El juez Claudio Bonadío dio por probadas esas llamadas y determinó no innovar y obligó a la AFA a retirar la suspensión provisoria, aunque también decidió que el jugador tendría que realizarse controles antidoping obligados luego de cada partido. Volvió el 25 de octubre de 1997 ante River en el Monumental (Boca ganó 1-2) y en el entretiempo fue reemplazado por Juan Román Riquelme. Ese fue su último partido oficial. El día de su cumpleaños 37, el 30/10/97, anunció su retiro.

Fue internado varias veces por su adicción a la cocaína, como tras el programa de TV chileno “Viva el lunes”, conducido por Cecilia Bolocco en el Canal 13, o el susto de enero de 2000 cuando fue llevado al sanatorio Cantegril cuando estaba de vacaciones en Punta del Este, con una crisis hipertensiva y un cuadro de arritmia ventricular. Como en los exámenes se le detectó cocaína, tuvo que declarar ante la justicia uruguaya, y al salir viajó a Cuba para la rehabilitación aunque se quedó allí varios años. Otra vez fue internado en la clínica neuropsiquiátrica “Del Parque” para desintoxicarse (“algunos se creián Napoleón, pero yo no podía creerme Maradona”). Y otra, en el Sanatorio Güemes en marzo de 2007, donde se le diagnostícó una hepatitis química, aguda y tóxica” por lo que estuvo en el hospital por dos semanas. Al salir, tuvo una recaída y fue trasladado al sanatorio Madre Teresa de Calcuta en Ezeiza y derivado al sanatorio Arcos de Bs As, cuando decidió internarse en la clínica Avril para terminar con su adicción al alcohol. Hasta hubo rumores sobre su muerte.

Cuba lo recibió con los brazos abiertos. Muchos dicen que al único personaje que Maradona admiró en su vida como alguien superior a él, es a Fidel Castro, al que conoció en 1987 y luego definió como “el más inteligente de todos los gobernantes que hoy existen en el mundo. No vi una potencialidad igual en ningún otro. Fidel es sabio y modesto. Los cubanos tienen al frente un hombre que es un fenómeno y me pareció tocar el cielo con las manos. En este país, no hay chicos descalzos”.

“Fidel fue, sinceramente, el hombre que más me emocionó. Era como si yo tocara la historia. Yo sé que esto que digo, a los cubanos de Miami no les gusta, pero yo les digo que no les voy a solucionar los problemas que ellos tienen en Cuba y yo tampoco les pido a ellos que me los solucionen los problemas que yo tengo en la Argentina. Fue el mejor momento de mi vida. Fidel es un monstruo sagrado”, sentenció.

Su partido de despedida se llevó a cabo en la Bombonera el 10 de noviembre de 2001 entre la selección argentina, dirigido por Marcelo Bielsa, y un combinado de estrellas, dirigido por Alfio Basile, y con jugadores como Cantona, Suker, Riquelme, Valderrama, Stoichkov, Solano e Higuita. Después del partido, tomó el micrófono y dijo “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”.

En 2003 puso fin a su matrimonio con Claudia Villafañe y volvió nuevamente con Cóppola. Con Claudia (con la que se puso de novio bailando al ritmo de “Yo te propongo”, de Roberto Carlos) se había casado el 7 de noviembre de 1989 con una inmensa fiesta en el Luna Park.

Con milagrosos cambios físicos tras cada caída, fue capaz de reinventarse mil veces, como cuando en 2005  llegó a pesar 120 kilos por lo que se sometió a una cirugía gástrica en Cartagena de Indias y en pocos meses bajó más de 50 y es allí cuando le ofrecieron conducir un programa propio, “La noche del Diez”, en el que invitó primero a Pelé y entrevistó a Fidel Castro y también participó de un programa de baile en la RAI.

Para fines de ese año, 2005, comenzó a subir en su politización cuando participó de la Cumbre de los Pueblos, también llamada Contracumbre, en oposición a la IV Cumbre de las Américas. Para eso, abordó el Tren del Alba desde Bs As con 160 pasajeros hasta Mar del Plata (filmado y luego llevado al documental por el director de cine serbio Emir Kusturica), en oposición al ALCA y repudio a la presencia en la Argentina del presidente de los EEUU George Bush (hijo). En Mar del Plata también se manifestaron el luego presidente boliviano Evo Morales, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el cantante cubano Silvio Rodríguez, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel y las Madres de Plaza de Mayo.

Desde entonces, fue creciendo en sus manifestaciones políticas para terminar siendo un defensor del kirchnerismo y declararse “soldado de (Nicolás) Maduro” y haber estado antes muy cerca del ex mandatario venezolano Hugo Chávez.

En octubre de 2008 fue designado director técnico de la selección argentina en reemplazo de Alfio Basile, y fue presentado junto a Bilardo (coordinador general) y sufrió mucho la clasificación al Mundial de Sudáfrica, como la caída ante Bolivia 6-1 en La Paz, o contra Brasil en Rosario (1-3) luego de cambiar de estadio para conseguir más aliento del público, pero obtuvo el pase al Mundial en la última fecha ante Uruguay en Montevideo. Ese día, el 14 de octubre de 2009, tuvo dos frases muy duras contra el periodismo en la conferencia de prensa del estadio Centenario (“Que la sigan chupando”, y “La tenés adentro”) y por eso la FIFA lo suspendió por dos meses y le impuso una multa de 25.000 francos suizos.

Tras pasar la selección argentina la primera ronda y los octavos de final (ante México), fue derrotada categóricamente por Alemania en los cuartos de final en Ciudad del Cabo. Se le habían criticado muchas convocatorias (como las de Pozo, Garcé y Palermo) y un centenar de jugadores llamados durante un ciclo de dos años. La AFA no le renovó el contrato al terminar el Mundial porque él no aceptó las nuevas condiciones: que cambiara su cuerpo técnico.

En 2011 se hizo cargo de la dirección técnica del Al Wasl de Dubai pero fue despedido a mediados de 2012 por malos resultados y al poco tiempo fue designado, hasta hoy, embajador deportivo de los Emiratos Árabes Unidos. En mayo de 2017 fue designado DT de Al Fujairah, en Segundada División de EUA pero no consiguió el objetivo del ascenso y fue despedido, y un año después fue designado presidente del Dinamo Brest de Bielorrusia, aunque a los dos meses pasó a dirigir a los Dorados de Sinaloa, que estaban últimos en Segunda y casi ascienden a Primera.

Tras los duros enfrentamientos con la FIFA, parecía que en 2016 había llegado su momento de paz con la institución de Zurich con la elección presidencial del ítalo-suizo Gianni Infantino, quien lo aceptó cerca de su círculo como asesor, pero en 2018 se alejó de él y del ex futbolista croata Zvonimir Boban, subsecretario general de la entidad suiza, por considerar que “las cosas no cambiaron nada desde los tiempos de Havelange o Blatter” y en el sorteo del Mundial de Rusia, atacó duramente al entonces DT de la selección argentina, Jorge Sampaoli, al decir por TV a todo el mundo que el equipo “no juega a nada y tendrá que mejorar mucho”.

Cuando emprendió el regreso a la Argentina, había declarado que iba a dedicarse a su salud, pero no pudo estar mucho tiempo alejado de su pasión, el fútbol, y fue sondeado por varios clubes para ser su director técnico pero finalmente aceptó el ofrecimiento de Gimnasia y Esgrima La Plata, que se encontraba asfixiado con su promedio por el descenso y casi sin chances de salvación.

Sin embargo, la llegada de Maradona al “Lobo” platense el 5 de septiembre de 2019 provocó una auténtica conmoción en el mundo del fútbol. En menos de una semana se habían agotado las camisetas con su nombre, se inscribieron más de cuatro mil socios nuevos y el día de su presentación el viejo estadio del Bosque estaba repleto (y se vio en las tribunas al ex jugador y actual de River Ignacio González, y a Claudio Caniggia en la platea, para saludar a su amigo).

Con pleitesía por parte de casi todos los rivales cuando iba de visita (llegaron a acondicionarle especialmente su banco de suplentes casi como si fuera un trono y fue ovacionado por casi todas las hinchadas) no obtuvo buenos resultados y tras la última fecha, cuando fue derrotado por Boca, que fue campeón en la Bombonera con gol de su amigo Carlos Tévez, el retroceso al Nacional B parecía inexorable, pero la AFA suspendió los descensos por dos años y se aprestaba a seguir, tras haberse recluido durante los siete meses de la pandemia por ser paciente de riesgo, aunque descansaba en sus colaboradores Sebastián “Gallego” Méndez y Adrián González.

Sin embargo, no se venía sintiendo bien, y el pasado 30 de octubre, en su cumpleaños 60, desde su entorno se dice que sintió la ausencia de sus padres, ya fallecidos, y los continuos problemas entre sus familiares, que cruzan acusaciones entre sí y a quienes están cerca de él en el día a día, como su abogado Matías Morla y su médico, Leopoldo Luque.  Sumado a eso, estaba preocupado por la muerte de su cuñado Raúl Machuca, de 77 años, y porque uno de sus jugadores, Nicolás Contín, había contraído Covid-19 y hubo que aislarlo y alejarlo del plantel de Gimnasia. En medio de la pandemia, su entorno lo ayudó a mudarse desde su casa de Bella Vista a un country de Berisso porque en su morada anterior, la guardia hacía problemas a las numerosas visitas.

En ese largo tiempo sin fútbol (lo peor que le podía ocurrir a un apasionado del tema como él), llegó a ser recibido por el presidente argentino, Alberto Fernández (reconocido hincha de Argentinos Juniors), quien lo alentó para que formara parte de la campaña, junto a la Cruz Roja, “Las Diez del Diez”), por la que diez camisetas con su firma eran subastadas para favorecer a niños carenciados y potreros barriales.

Para la primera fecha de la Copa de la nueva Liga de Fútbol Profesional, cuando Gimnasia debía recibir a Patronato, justo el día de su cumpleaños, y pese a que se sentía mal, decidió acudir al estadio del Bosque para recibir una plaqueta por parte de Marcelo Tinelli (titular de la LFP) y de Claudio Tapia (presidente de la AFA) pero no se quedó al partido y regresó a su casa, pero apenas tres días más tarde, como persistía su malestar, aceptó la sugerencia de su médico Luque y decidió internarse para distintos chequeos hasta que se decidió operarlo de un hematoma subdural en el cerebro.

Entre sus múltiples facetas, comentó el Mundial 2006 para el Canal Cuatro de Madrid y el de 2014 para Telesur con el programa diario “De Zurda”.  Tiene un monumento en el Museo de la Pasión Xeneize y otro en Bahía Blanca, y esculturas en muchos lugares del mundo. Desde diciembre de 2003, el estadio de Argentinos Juniors, al que volvió para disputar un partido homenaje al periodista Sergio Gendler, cuando fue ovacionado por los hinchas de los “Bichitos”- lleva su nombre.

Con más de veinte libros escritos sobre su vida y sus hazañas en todo el mundo –entre ellos, uno de este autor, “Maradona, rebelde con causa”-, recibió homenajes de muchos artistas, como el tema “La Mano de Dios” (Rodrigo), “Maradó” (Los Piojos), “Y dale alegría a mi corazón” (Fito Páez), “Yo te sigo” (Los Calzones), “Santa Maradona” (Mano Negra), “Maradona” (Andrés Calamaro), “Maradona’s Blues” (Charly García y Claudio Gabis), “Para Siempre Diego” (Los Ratones Paranoicos), “Francotirador” (Attaque 77), “Capitán Pelusa” (Los Cafres), “¿Quién es Dios?” (Las Pastillas del Abuelo), “La Vida Tómbola” (Manu Chao) y películas como “Maradona, la mano de Dios”, de Marco Risi (2007) y un documental, “Maradona by Kusturica” (2008), y “Buscando a Maradona”. Para las próximas semanas, además, se esperaba el lanzamiento de una miniserie sobre su vida, “Sueño Bendito”, por Amazon Prime, que dio lugar a nuevas controversias desde su entorno y amagues de juicios.

También ha tenido demandas por paternidad, por acoso sexual, por el fisco italiano, por violencia. Los vaivenes de su entorno, especialmente los conflictos entre sus ex parejas o algunos de sus hijos con otros, suelen ser comidilla para los medios de comunicación, de los que suelen ser habitués. Si además de las dos hijas que tuvo con Claudia Villafañe (Dalma y Giannina), ya había reconocido a Diego Armando Jr (que tuvo con la italiana Cristiana Sinagra), a Diego Fernando (con Verónica Ojeda) y a Jana (que últimamente se quedaba a dormir en su casa, y que tuvo con Valkeria Sabain, una mesera de la disco “La Diosa”), aparecieron en los últimos tiempos otros reclamos por paternidad de Magalí Gil (24 años, dos hijas) y Santiago, de 22 años, quien dice que es hijo suyo y de su madre ya fallecida, Natalia Garat). Además, circula la creciente versión que durante su estadía en Cuba tuvo otros cuatro hijos, Joana, Lu, Javielito y Harold.

Maradona, para muchos, ha sido la máxima expresión del fútbol estético, y sus estadísticas como jugador, son elocuentes: 312 goles en 588 partidos (0,53 de promedio) y 207 asistencias en clubes. 68 goles en 136 partidos (0,50) y 69 asistencias en la selección nacional. 358 goles en 724 partidos oficiales  (0,50) y 257 asistencias (0,35) en el total de su carrera.

Consagrado como un símbolo de la argentinidad, resultó habitual verlo alentando a cualquier equipo o representativo nacional desde las tribunas, plateas o palcos, incluso a los gritos, como un hincha más, generando videos motivacionales, o comunicándose directamente con los protagonistas de cualquier deporte.

Jorge Valdano, ex compañero suyo en la selección argentina campeona del mundo de 1986 sostuvo que “en el momento que Maradona se retiró del fútbol activo, dejó traumatizada a la Argentina. Maradona fue más que un futbolista genial. Fue un factor extraordinario de compensación para un país que en pocos años vivió varias dictaduras militares y frustraciones sociales de todo tipo”.

Amado u odiado, Maradona fue un divisor permanente de aguas, trazando una línea roja entre los que estaban de su lado o del otro, para temas trascendentes o nimios. Estampita, póster, tatuaje o bandera, es acaso uno de los máximos representantes de la rebeldía en el mundo, y uno de los personajes más reconocidos en cualquier rincón de la tierra.

El fallecido poeta uruguayo Mario Benedetti regresa con su definición a la relación entre Maradona y los milagros al sostener que el gol a los ingleses en México 1986, “con la ayuda de la mano divina es, por ahora, la única prueba fiable de la existencia de Dios”.