martes, 31 de octubre de 2017

Cataluña vive horas de confusión e incertidumbre (Jornada)




Cataluña vive días de confusión e incertidumbre. Si bien ya se produjo la intervención del Gobierno español de Mariano Rajoy desde ayer, con una implícita aceptación de todas las partes, en los hechos, algunos pocos dirigentes que formaron parte del proceso independentista que abortó el pasado viernes, como la Candidatura de Unidad Popular (CUP), antisistema, insisten en que no reconocen la nueva etapa y queda la gran duda para sus aliados de toda este ciclo,  el Partido Democrático de Cataluña (PDECat) y la Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), acerca de si aceptan presentarse a las elecciones convocadas por Madrid para el 21 de diciembre.

Todo es tan complejo, que el PDECat (derecha catalana) y el ERC (izquierda), que conformaron la alianza “JXSí” (Juntos por el Sí), evalúan ahora presentarse con la explicación de que “no le temen a las urnas” pero en el fondo, al hacerlo, no dejan de aceptar que la proclamada independencia del pasado viernes no fue tal porque están operando bajo el ala de una decisión del gobierno español.

El de ayer fue otro día frenético, como todos los últimos que se viven en Cataluña. La vicepresidente española a cargo de la intervención, Soraya Sáenz de Santamaría, prefirió manejar a control remoto y desde Madrid la nueva etapa, mientras el ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, twitteaba por la mañana con una foto suya con el Palacio de Gobierno de fondo, y sin embargo al mismo tiempo había viajado hasta Marsella para volar desde allí a Bruselas con el aparente objeto de pedir asilo político, aunque no era claro si lo iba a obtener (los antecedentes de los últimos nueve casos de españoles, no lo ayudan).

Puigdemont no iba solo sino acompañado de cinco consejeros de su gobierno, ayudado por el ex delegado de la Generalitat en Bruselas, Amadeu Altafaz, y aconsejado por quien fuera abogado nada menos que de la ETA, Paul Beckaert, sabiendo que arrastra por acusación de la Fiscalía General, cargos como rebelión, sedición y malversación.

De hecho, el fiscal general José Manuel Maza (llamado irónicamente “Torquemaza” desde los independendistas catalanes) presentó dos querellas: ante la Audiencia Nacional contra Puigdemont, su vicepresidente Oriol Junqueras (ERC) y el resto de los funcionarios del Govern catalán, y ante el Tribunal Supremo, contra la presidente del Parlamento catalán, Carme Forcadell y el resto de la mesa que la secundó “con la falsa apariencia de legalidad al proceso de facto de demolición del ordenamiento constitucional” y que dio lugar a “la crisis institucional que culminó con la Declaración Unilateral de Independencia, con total desprecio a nuestra Constitución”.

La querella consta de 118 páginas y está dirigida contra veinte personas (entre ellas, “Los dos Jordis”, como se los conoce en Cataluña, Cuxart, de la organización independentista Omnium, y Sánchez, de la Asamblea Nacional Catalana, ambos presos en Soto del Real), con una fianza “solidaria” de 6.2 millones de euros para hacer frente a una posible condena.

El Día D de la intervención de Madrid, transcurrido ayer, no tuvo, sin embargo, la oposición que se esperaba y rápidamente los partidos políticos comenzaron a acelerar sus tratativas para las elecciones del 21 de diciembre.

La gran incógnita es si los resultados se parecerán o no a la última elección, porque la pregunta en ese caso, es qué sucedería de ganar nuevamente algún partido o una alianza independentista. ¿Otra vez buscarían declarar la independencia de España? Y también, si esta vez el PDECat irá junto con ERC (ninguna de las dos partes lo descarta) y si a su vez los partidos más “españolistas” como el PP, el PSOE (en su versión catalana, el PSC) , y Ciudadanos, irán por separado o intentarán aliarse en vista de los antecedentes electorales que no los favorecen en la región.

Según las últimas encuestas que rápidamente publicaron algunos diarios como El Periódico de Cataluña o El Mundo de Madrid, lo que varía son los porcentajes pero es claro que los partidos independentistas siguen teniendo más fuerza que los españolistas, pero está por verse qué tipos de alianzas se generan.

Lo probable es que difícilmente Cataluña vuelva a ser la misma que en estos años, cuando generaba el 19 por ciento del PBI español. Con casi todos los bancos ya emigrados de la zona y con más de dos mil empresas de todo tipo que cambiaron sus domicilios fiscales, se plantea el gran interrogante sobre cómo se hará para mantener las fuentes de trabajo, el movimiento económico y el status de uno de los grandes puertos de Europa.

Ni siquiera el cuerpo de Policía local, los Mossos D’Esquadra, con 17 mil agentes armados, responde ya oficialmente al Govern al haber sido desplazado Josep Lluis Trapero, querellado por sedición por no querer ayudar a la Guardia Civil tras aquella extraña elección del 1 de octubre pasado cuando según el entonces Govern de Puigdemont, salieron a votar dos millones de personas (de una población de 7,5) pese a que Madrid no sólo no la reconoció, sino que intentó torpemente y  por todas las vías prohibirla secuestrando todas las boletas y custodiando todos los centros de votación.
Trapero había sido considerado héroe apenas semanas antes por su participación en la ayuda de tantos catalanes heridos durante el atentado yihadista en las Ramblas, pero todo corre demasiado de prisa.

Hasta las filas de Podemos (izquierda española cuya aliada en Barcelona, Ada Colau, es la alcaldesa de la ciudad) hubo problemas ayer y su líder Pablo Iglesias acabó desautorizando a su par catalán, Albano Fachín, quien emitió un comunicado independentista.

Iglesias sigue diferenciándose del resto de los partidos españoles porque insiste en que mientras continúa este proceso independentista y la intervención estatal desde Madrid, se siguen tapando los graves hechos de corrupción del gobierno de Rajoy.

Al mismo tiempo, la Bolsa española subía ayer un 2,44 por ciento y llegaba a los 10.400 puntos, en lo que fue la tercera mejor sesión de 2017.

Y por si fuera poco, el domingo pasado, un recién ascendido a la Liga Española, el Girona, vencía nada menos que al Real Madrid por 2-1 entre gritos de “In-de-pen-den-cia” desde las tribunas. El hecho fue ignorado por la TVE estatal de Madrid en el Telediario central del lunes.

Desde 1990 que Real Madrid (actual campeón europeo y mundial) no caía ante un recién ascendido y al rato, Puigdemont apareció en las redes sociales vestido con la camiseta del Girona.

Y todo esto, en apenas horas.


lunes, 30 de octubre de 2017

Lanús-River y la hipocresía de las entradas




El fútbol argentino sigue siendo el Reino del Revés, como aquella magnífica canción que compuso la inigualable María Elena Walsh. Nadie se hace cargo de nada y no parece primar la sensatez aunque haya algunos que lo intenten, pero el sistema suele acabar con cualquier indicio de ella.

Lanús y River Plate deben jugar el martes por la noche por la revancha de la semifinal de la Copa Libertadores de América. Sin dudas, uno de los partidos más trascendentes de 2017 y como estaba previsto,  como en la ida en el Monumental, debe jugarse sin público visitante por una cuestión de “seguridad” que hemos repetido hasta el cansancio desde que se implementó por primera vez, en 2004 y casualmente por otra semifinal de Copa Libertadores (Boca vs River), sólo es como intentar tapar el cielo con un pañuelo.

Aún así, se insiste en la Argentina con lo de no jugar con público visitante en los estadios desde 2013 en forma oficial en los torneos locales, como si esa fuera la única forma de parar con la violencia y de hecho, tampoco así lo consiguen porque desde hace tiempo que los enfrentamientos son “intra-barras” y ya no, casi, “inter-barras”.

Tanto es así que en el verano, o por la Copa Argentina, se juega con público de ambos equipos y los resultados no son diferentes a cuando se juega sin una de las hinchadas. Pero todo da lo mismo en la Argentina del “sé gual”, como decía el recordado cómico Minguito Tinguitella.

Ahora, el fútbol argentino acaba de agregar un insólito capítulo de una gran hipocresía, cuando Lanús puso una buena cantidad de entradas a la venta (no menos de cinco mil) que no tenían como requisito ser socio de Lanús y por lo tanto, rápidamente fueron adquiridas por los hinchas de River, que vieron el resquicio, la posibilidad, y se lanzaron para poder ver a su equipo in situ.

Fue entonces que apareció en escena Nicolás Russo, el presidente de Lanús, afirmando primero que no se pusieron en venta entradas para los hinchas de River, algo muy fácilmente rebatible en estos tiempos de la hiper comunicación y ya se podía observar por TV cómo los simpatizantes millonarios hacían cola para retirar sus entradas adquiridas por internet y ya pagadas con sus tarjetas de crédito.

Lo que no se puede entender de Russo (por otra parte, de gran gestión como dirigente granate) es esa eterna justificación argentina hacia algo que bien podría admitir desde otro lugar, como que Lanús no reúne la cantidad de hinchas para llevar todo su estadio y el club necesita ingresos y esta es la ocasión para conseguirlos. ¿Cuál sería el delito de esa admisión?

Sin embargo, como ocurre tantas veces, Russo prefirió mantener un discurso alejado de la realidad más como mensaje a sus hinchas que a la sociedad, algo así como “nos hacemos los tontos, los de River compran las entradas que faltan vender, pero lo negamos siempre y así no quedamos mal ante la sociedad y las instituciones y tampoco los hinchas nos miran mal por haberle vendido entradas al rival”.

Pero ese doble discurso también está relacionado con la falta de imaginación, de otras ideas. ¿No podía Lanús prever esta situación cuando consiguió participar en esta edición de Copa Libertadores y, por ejemplo (puede haber otras ideas mejores, sólo señalamos una) abrir un registro de hinchas no pagantes del abono a plateas o de asociado, generando otra categoría para el posterior reparto de entradas como en este caso?

Sin embargo, la cosa no termina allí, porque además de Lanús, salta ahora el titular del organismo de seguridad (APREVIDE);  Juan Manuel Lugones, que por fin, luego de muchos desatinos, decidió tomar el toro por las astas en cuanto a tratar de terminar con los barras bravas desde lo institucional, sin dejar este rol a los dirigentes de clubes,  con experiencias probadamente negativas.

Lugones, en este caso de las entradas, cometió un imperdonable desatino para un funcionario, como es el de afirmar por los medios de comunicación que si los hinchas de River (que ya adquirieron sus entradas y esto ocurrió porque estuvieron a la venta libre, porque de o contrario no habrían podido) llegan a acudir al estadio de Lanús “no serán bien recibidos y se deberán mezclar con los hincas locales porque no vamos a colocar una tribuna para ellos”, como forma de espantarlos y propender a que, ante la sola idea de ser agredidos o pasar un mal momento, devuelvan esos tickets.

La de los organismos de seguridad estatal no es una función coercitiva, sino justamente, de brindar seguridad en los espectáculos masivos, por lo cual, este es un discurso inaceptable para un funcionario.

Al contrario, parece mucho más decorosa y sensata la postura del presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, quien sostiene que le preocupa que los hinchas “puedan ser maltratados” y hasta pidió que los simpatizantes de su club no acudan a Lanús respetando la reglamentación (por más inútil que ésta sea, comprobada en el tiempo) y que aquellos que adquirieron los boletos, los devuelvan.

Desde ya que hay cuestiones muy complejas de manejar en esta Argentina del Siglo XXI, como que los hinchas saquen a relucir la “viveza criolla” de comprar entradas a sabiendas que no son para ellos, o que dos hinchadas no puedan convivir en un mismo espacio social en un espectáculo futbolístico en el que sólo las separan colores distintos de camisetas –al cabo, un enorme fracaso como sociedad-, o que un dirigente quiera quedar bien ante los suyos y entonces oculte el verdadero propósito de haber liberado unos miles de tickets.

Por supuesto que los funcionarios o los dirigentes no pueden solucionar solos un problema social que lleva años arraigado. Pero no vendría mal que contribuyeran un poco desde el criterio, la sensatez, la imaginación y la verdad.

El tema de las entradas parece dejar otra vez al fútbol sin salida.


domingo, 29 de octubre de 2017

Una Liga extraña en medio de la confusión independentista (Yahoo)




Con apenas diez jornadas disputadas sobre treinta y ocho totales, muy pocos hubieran podido acertar que el Barcelona ya le sacaría una distancia de ocho puntos al Real Madrid y al Atlético de Madrid, y que los blancos ya habrían perdido dos partidos de Liga Española, pero menos que uno de ellos hubiera sido ante el recién ascendido Girona y que los blancos fueran superados en su capacidad goleadora (19 goles, es decir, menos de dos por partido) por los azulgranas (28), pero también por el Valencia (27) y la Real Sociedad (21) e igualados por el Betis y el Celta.

Si el inicio de temporada del Real Madrid no ha sido ni cercano a lo imaginado por sus aficionados, porque tampoco ha sido brillante, de momento, su participación en la fase de grupos de la Champìons League, tampoco lo fue para el Atlético Madrid de Diego Simeone, con problemas para pasar a los octavos de final de la competencia europea y con dificultades para imponerse como local desde que juega en el estadio Wanda Metropolitano y abandonó el Vicente Calderón.

En cambio, cuando pocos hubieran apostado por este Barcelona que a último momento del mercado de verano perdió a Neymar y que además de no poder encontrar un reemplazante perfecto para el brasileño, perdió rápidamente por lesión a la gran contratación desde el Borusia Dortmund, Ousmane Dembélé.

Sin embargo, un Barcelona muy corto de plantilla, en especial en ataque, empujado por un excelente comienzo de temporada de Lionel Messi, su gran figura que ya ha marcado 12 tantos en Liga, apenas si ha cedido un empate en los diez partidos, y ha sido en el campo más difícil de los que ha tenido que jugar hasta ahora, el del Atlético de Madrid y en un territorio hostil debido a los hechos políticos que están comenzando a afectar el desarrollo de la Liga, como el intento del gobierno catalán de independizarse de España.

Es en este clima enrarecido, en el que ni siquiera se sabe si el Barcelona podrá acabar esta Liga porque acaso tenga que buscar otro destino para su equipo (en el caso, que ya no parece tan probable, que la independencia se consiga), que, sin haber jugado nunca un fútbol brillante y dependiendo demasiado del genio argentino que sigue batiendo todos los récords, y con un Luis Suárez que no está en buena racha a la hora de convertir, los azulgrana se van afianzando con una distancia cada vez mayor hacia sus tradicionales rivales y al menos hoy es el Valencia el que aparece como uno de sus competidores mayores.

Los de Marcelino García Toral parecen haber abandonado ya los malos tiempos para mostrarse fuertes en cualquier campo, con gran capacidad de gol, y en pocas jornadas esperarán al Barcelona en Mestalla, en un partido que les marcará si están en condiciones de pelear por el título o si sólo fue una racha pasajera.

Este Barcelona es bastante extraño. En muchos partidos, aún teniendo más el balón que sus adversarios, el portero alemán Ter Stegen acaba siendo figura decisiva, tampoco parece poder explotar demasiado a su gran estrella Messi, en parte por la cada vez mayor irregularidad de Andrés Iniesta, que conserva destellos de lo que fue pero en evidente veteranía, y porque se nota demasiado la ausencia de un tercer delantero desde la salida de Neymar, que obligó a su entrenador Ernesto Valverde a jugar con cuatro volantes, si bien el brasileño Paulinho, que no parecía tener el ADN Barça, se adaptó enseguida y su aporte acaba siendo muy valioso en el medio.

La derrota del Real Madrid ante el recién ascendido Girona, justo en pleno debate sobre la independencia catalana, es un alerta rojo para los blancos de Zinedine Zidane porque si bien conservan la capacidad de generar numerosas ocasiones de gol y tienen plantilla de sobra en todas las posiciones, también es cierto que vienen sufriendo demasiado en el fondo, con muchos errores en la última jugada (ante los catalanes han padecido, además de dos goles, sendos remates en los palos y un par de remates apenas desviados de los delanteros rivales).

Es también llamativo que Cristiano Ronaldo, quien acaba de conseguir su quinto premio como mejor jugador del mundo al recibir el “The Best” durante la semana en la gala de la FIFA en Londres, tenga la pólvora tan mojada.

El hecho de que Zidane haya decidido jugar con cuatro volantes para darle prioridad a una estrella en ascenso como Isco Alarcón también fue minando aquella idea letal de la BBC porque Gareth Bale fue desapareciendo de la titularidad y Karim Benzema está lejos del nivel de las temporadas pasadas.

Pero la incertidumbre no es sólo futbolística. Los seguidores del Barcelona comienzan a preocuparse cada vez más porque Messi sigue sin firmar su contrato de renovación cuando éste vence a mediados de 2018 y no falta demasiado para que llegue ese momento y aunque el club ya haya informado de un acuerdo entre las partes hace bastante tiempo.

Muchos se preguntan si esta situación está o no relacionada con la incertidumbre de algunos jugadores, especialmente los extranjeros, acerca de si el Barcelona podrá continuar o no jugando en esta Liga si Cataluña se independizara pero no sólo en ese caso: hasta el pasado domingo se contabilizaban cerca de dos mil empresas y la mayoría de los bancos que habían abandonado territorio catalán, lo que ya de por sí generaba una merma de un treinta por ciento de la producción para los próximos años.

Ante este escenario, ante una economía que pierde pujanza y que costará años en recuperarse, ¿es posible esperar un Barcelona fuerte y que tenga capacidad económica para poder mantener una plantilla de lujo? Justo cuando las grandes estrellas surgidas de la cantera se van haciendo veteranas, y sin encontrarles reemplazo en la propia cantera, se va generando la necesidad de fichar afuera, ¿habrá posibilidades reales de hacerlo?

En medio de esta incertidumbre, y como si fuera un oasis, crece la flor del equipo, que no parece estar demasiado atento a estas circunstancias y sin jugar bien, también se impuso al Athletic en el Nuevo San Mamés y sigue su marcha triunfal, aunque no se sepa si podrá ser duradera.


Rusia ya está preparada para el próximo Mundial (Entorno Económico)




La pasada Copa de las Confederaciones que ganó (una vez más) Alemania, hace apenas tres meses, no tiene demasiados parecidos con la que se jugó cuatro años atrás en Brasil. En este caso, el Comité Organizador del Mundial del año que viene en Rusia no recibió ningún apercibimiento de la FIFA por las obras inconclusas en los estadios o por cuestiones de infraestructura ni quejas por las demoras o por el caos institucional. Nada de eso.

Rusia parece ya completamente preparada para organizar el Mundial de 2018, para lo que quedan apenas ocho meses. La mayoría de los estadios están terminados, el sistema de transportes es descomunal, la hotelería tiene suficiente capacidad para albergar a miles de turistas y las atracciones para las visitas son de las más variadas.

No se trata de un país sino, verdaderamente, de un continente en sí mismo. Con 17.100.000 kilómetros cuadrados, doce mares, abarcando parte de los océanos Atlántico y Pacífico y hasta el Glaciar Artico, Rusia ocupa la octava parte de la superficie del planeta, con los Urales y el Cáucaso, los bosques siberianos, el lago Baikal (el más profundo de la tierra) y el Río Volga (el más largo de Europa), con ciudades que tienen hasta once husos horarios diferentes, por lo que mientras hay quienes cenan en Vladivostok, también hay quienes se están levantando por la mañana en Kalingrado.

Si Brasil ofrecía una extensión muy amplia para desplazarse de un lugar a otro, lo de Rusia puede ser aún mucho más complicado y si bien atravesarla por completo, por ejemplo de un partido a otro, puede significar la necesidad de un avión, también hay un sistema de trenes con muchas ofertas, pero básicamente una gran idea que cumple varias funciones: la del “ID Fan”.

Ya utilizado en la Copa Confederaciones, el “ID Fan” es un sistema implementado por el Comité Organizador, que continuará en el Mundial, y que consiste en que todos aquellos hinchas que tengan entradas adquiridas para los partidos podrán registrarse en una web oficial del torneo, y eso les permitirá utilizar gratis el sistema de trenes (hasta acabar las plazas, aunque seguramente volverán a colocar viajes extras),  y de paso, todos tendrán colgando una especie de acreditación que los certifica como hinchas (Fans) en el torneo. Claro que de esta forma, también el país consigue, en una época dificultosa para la seguridad, un seguimiento de cada uno de los turistas ingresados durante el tiempo del certamen.

Rusia no es un país fácil. Ha cambiado ya dos veces de sistema en un siglo, desde los primeros tiempos del imperio, pasando por la Revolución desde 1917, hasta la partición de la Unión Soviética a principios de los noventa, y su sociedad tuvo que adaptarse a los cambios, especialmente a éste último.

Esto se nota en las distintas miradas, de acuerdo con las generaciones con las que nos podemos llegar a encontrar. Los mayores de treinta años fueron criados en un ámbito más cerrado, con menos contacto con el mundo occidental y eso se nota hasta en el idioma. Los más jóvenes hablan en inglés en su mayoría, pero esto es casi imposible entre los de mediana edad hacia arriba y allí todo se puede complicar.

Rusia es un país con todos los servicios. Es claro que los que viven allí tienen acceso a casi todo, pero no es tan fácil para los que vienen desde afuera. Un buen ejemplo es el uso del metro en Moscú, acaso uno de los mejores del mundo por calidad, frecuencia y hasta por la arquitectura porque muchas de sus estaciones son verdaderos palacios y con monumentos de una estética asombrosa (como Teatralnaya, la de la Plaza Roja, en la que la gente se detiene para tocar el hocico de un perro en estatua para besar la mano como símbolo de suerte).

Sin embargo, es muy factible perderse en una red de metro tan enorme y con tantos pasillos y escaleras mecánicas porque todas las indicaciones están en ruso, y por lo tanto, escritas en letras de alfabeto cirílico. Apenas en los vagones, y por una pequeña pantalla, aparecerá un par de veces en inglés la próxima estación pero por eso mismo la recomendación es llevar siempre a mano un mapa con las estaciones en letras latinas.

Toda la red de metro cuenta con wifi, pero claro, para acceder a la red, como está sponsoreada (auspiciada por alguna marca), para llegar al servicio hay que atravesar varios pasos, y todas esas indicaciones están en ruso. Entonces, hay que tratar de memorizar esos pasos en base a los colores o las imágenes.

Con 146 millones de habitantes, de cuarenta nacionalidades y grupos étnicos diferentes y más de cien lenguas, no es difícil colegir que Rusia sea un país con una enorme burocracia. Esto se nota mucho en la papelería. Hay que prepararse y armarse de paciencia porque cada trámite puede llevar demasiado tiempo, entre sellos, fotocopias y llamados telefónicos, aunque al final, todo se termina resolviendo.

Una recomendación importante es la de tener siempre a mano rublos, la moneda local, porque se trabaja poco con billetes foráneos y esto puede llegar a ser grave en los fines de semana, cuando hay pocos lugares para cambiar. También hay que tener en cuenta, al viajar, el uso de las tarjetas de crédito porque en casi ningún lado aceptan la American Express, en cambio sí la Visa o la Mastercard.

Salvo que por el acontecimiento que significa el Mundial, seguramente los precios no subirán demasiado y pueden ubicarse en un lugar intermedio, parecidos a los valores de España.

Desde lo cultural, es mucho lo que el país puede ofrecer. Desde los distintos Kremlin, todo el circuito ex soviético, hasta los distintos monumentos de épocas completamente diferentes en un contexto de un lugar que dio veinte premios Nobel con poetas como Boris Pasternak o Joseph Brodsky, compositores como Peter Tchaikovsky, Sergei Rachmaninov o Dimitri Shostakovich, escritores como León Tolstoi, Fiodor Dostoievsky o Antón Chejov, o teatros de reconocida fama mundial como el Bolshoi de Moscú o el Marinsky de San Petersburgo.


Los que tienen previsto recorrer Rusia durante el próximo Mundial de 2018 tienen que saber que entre el partido inaugural del 14 de junio  y la final del 15 de julio, en ambos casos en Moscú, tendrán la posibilidad de vivir una aventura fascinante, con ciudades completamente distintas y con una tremenda riqueza geográfica y cultural, y nada menos que en el contexto de la máxima cita del fútbol internacional. 

Gremio campeón de América por tercera vez y con total justicia (Kicker




Los cuatro mil hinchas que acompañaron a Gremio al estadio “La Fortaleza” de Lanús, a pocos kilómetros de Buenos Aires, desataron la euforia al terminar el partido. No era para menos, el “Tricolor” (azul, negro y blanco) acababa de ganar, el pasado miércoles por la noche, su tercera Copa Libertadores de América (las otras fueron en 1983 y 1995) al vencer 1-2 con dos tremendos goles de Fernandinho y Luan.

Gremio ganó la Copa en forma merecida, con un fútbol que fue una mezcla de habilidad en el medio del campo, gran eficacia en el ataque y una aguerrida defensa, en la que se destacaron los centrales Pedro Geromel y el argentino Walter Kannemann, pero en especial, fue espectacular la contribución del arquero Marcelo Grohe, de 30 años, quien tuvo atajadas notables y decisivas en semifinal y final.

Gremio, como todos los equipos fuertes de Sudamérica, tuvo que pagar muy duro la modificación que hizo la Conmebol a partir de 2017, por la que ahora la Copa Libertadores se juega durante todo el año y no sólo el primer semestre, como era antes, y entonces a mitad de año, cuando se abrió el mercado de pases, se le fueron dos jugadores importantes como el delantero Pedro Rocha, al Spartak, y el argentino Gastón Fernández a Estudiantes de La Plata.

Aún así, Gremio superó en octavos de final a Godoy Cruz de Argentina, en cuartos (en el cruce más fuerte) a su compatriota Botafogo en dos partidos muy cerrados (0-0 en Río de Janeiro para definir como local 1-0 en Porto Alegre), en semifinales pudo sacar mucha distancia en la ida ante Barcelona en Ecuador (0-3) para caer en la vuelta 0-1, y ya en la final venció a Lanús a 8 minutos del final 1-0 para vencer ya más tranquilamente en Argentina 1-2.

“Es una doble alegría para mí porque fui campeón como jugador en 1983 y ahora como entrenador, 34 años más tarde. Tenemos un equipo muy equilibrado y practicamos un buen fútbol. Estoy emocionado y más no puedo pedir”, dijo tras la coronación Renato Portaluppi (55 años), quien llegó a integrar la selección brasileña.
Si hay dos jugadores que se destacaron en la creación, fueron sin dudas Luan Vieira (quien recibió el premio al mejor jugador del certamen) y Arthur, que tiene características de juego similares a Xavi Hernández y no parece casual que sea pretendido por el Barcelona.

“Sé que me estuvieron observando para llevarme al Barcelona. Sería un sueño porque mi máximo ídolo en el fútbol es Andrés Iniesta”, dijo Arthur, quien se repuso con los festejos de la tristeza por haberse tenido que marchar del campo al comenzar el segundo tiempo por una lesión.

Que la final de la Copa Libertadores la jugaran Gremio y Lanús fue lo más justo porque de la fase inicial de ocho grupos de cuatro equipos cada uno, son dos de los tres equipos que más puntos sacaron (13) y apenas hubo un gol de diferencia entre ambos, a favor de los argentinos. Sólo Atlético Mineiro había sacado más diferencia en el average con los mismos puntos pero sorpresivamente fue eliminado por el Jorge Wilsterman de Bolivia en octavos de final, que a su vez luego cayó 8-0 ante River Plate en cuartos de final.

Gremio representará a Sudamérica en el próximo Mundial de Clubes que se disputará en diciembre en Emiratos Arabes Unidos.


Todos los partidos de Copa Libertadores fueron vistos en Sudamérica por la cadena Fox Sports, cuya producción está a cargo de Torneos, la empresa que tuvo que pagar 113 millones de dólares a la Justicia de los Estados Unidos, por comprobarse que había pagado sobornos a dirigentes de la Conmebol para quedarse con derechos de torneos continentales de clubes y selecciones, en el llamado FIFA-Gate.

viernes, 27 de octubre de 2017

¿Qué pasaría con el Barça en una Cataluña independiente? (Yahoo)




El próximo 1 de octubre, al menos hasta el momento, habrá un Referéndum en Cataluña en el que podría surgir la posibilidad de que en apenas 72 horas, es decir, el 4 de octubre, se independice de España, algo que está latente en los últimos años y que tiene su caja de resonancia en cada partido que el Barcelona juega en el Camp Nou, cuando en el minuto 17 con 14 segundos de cada tiempo, buena parte del estadio grita “Independencia”.

La elección del minuto 17 y 14 segundos no es casualidad sino que pretende representar el año 1714, el del gran conflicto de los catalanes con la corona de los Borbones (que salvo un período intermedio siguen reinando España, ahora con Felipe VI) y sumado a esto, el Fútbol Club Barcelona viene pronunciándose como club a favor de la secesión de España.

La gran pregunta, entonces, es ¿qué sucedería si, efectivamente, el próximo 4 de octubre Cataluña declarara la independencia de España?  Si bien la respuesta no es tan clara, sí hay elementos que pueden indicar un camino.

La primera que lo sentirá es la selección española, protagonista del fútbol mundial en estos últimos diez años, al punto de que cuando en Sudáfrica 2010 ganó su único Mundial, estaba compuesta por jugadores como Víctor Valdés,  Gerard Piqué, Carles Puyol, Sergio Busquets, Xavi Hernández, Cesc Fábregas o Joan Capdevila, y ahora mismo perdería a los catalanes, que pasarían a jugar en su propio equipo nacional, que ya venía disputando partidos amistosos puntuales, especialmente uno tradicional en el final de cada año.

El prestigioso investigador valenciano José Del Olmo, presidente del Centro de Investigación e Historia del Fútbol Español, sostiene sobre esta posibilidad de independencia de Cataluña que la UEFA no admitiría al Barcelona, al Espanyol o al Girona, actualmente en la Liga, y deberían participar en el torneo catalán, algo con lo que coincide el presidente de la Federación Catalana, Andreu Subiés, porque calculan que ocurriría algo parecido a lo de las ligas de los países ex yugoslavos desde la partición de este país a principios de los años noventa, cuando cada club tuvo que quedar participando en las nuevas ligas de sus países.

Claro que el jurista José Luis Pérez Triviño, catedrático en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona e integrante de Iusport, una institución de estudios legales del deporte. Para poder competir como selección catalana, primero debe ser aceptada por la UEFA y para que eso ocurra, primero Cataluña deberá ser aceptada en la ONU como estado miembro. Y por el mismo camino deberían ir los clubes como el Barça, el Espanyol y el Girona, porque para poder seguir jugando en la Liga Española, primero deberán tener un permiso de la UEFA y otro de la Real Federación Española (RFEF) a tal efecto.

Pero aún teniendo la autorización de UEFA y RFEF, el Barça, el Espanyol y el Girona pasarían a jugar en la Liga como equipos extranjeros, con los problemas que eso traería en la relación con el público en cada visita a los estadios españoles.

Una posibilidad que barajó el Barcelona es la de participar en Le Championnat, en Francia, algo que podría ser espectacular si se sumara a la competencia de equipos como el PSG, Mónaco, Olympique de Lyon o el Olympique de Marsella, entre otros.

El problema que enfrenta en ese caso el Barcelona es que no está en la situación del Mónaco, equipo invitado a la Liga Francesa porque Mónaco no tiene liga ni selección nacional, ni es miembro UEFA, y eso facilita su aceptación en otra liga nacional, pero no es el caso de Cataluña, ni con su selección ni con sus ligas propias, que sí existen.

Otro rumor instalado es que el Barcelona podría gestionar, en base a estos problemas burocráticos, una franquicia para participar con su principal equipo en la MLS de los Estados Unidos y de hecho, hubo un acercamiento entre el club y el país, al que concurre a jugar torneos de verano en los últimos años y ha abierto este año una oficina en Nueva York. Este rumor indica que un segundo equipo, el Barcelona B, sí participaría en la Liga Catalana hasta que se despeje la situación política y se estabilice.

Un antecedente que algunos juristas deportivos consideran importante es lo ocurrido con la situación de Gibraltar, que fue aceptado como miembro pleno 54 por la UEFA y por el Tribunal Superior del Deporte en el mundo (TAS) pese a la oposición de la Federación Española porque, según explicó el entonces presidente de la UEFA a la RFEF, Michel Platini, “la UEFA no debe dejar que se la utilice con fines políticos” y explicó que desde 2001, “la UEFA se rige por una norma que establece que deben ser aceptadas las federaciones de países aceptados por la ONU pero Gibraltar había pedido la inclusión en 1997, antes de esta reglamentación”.

Siguiendo con las reglamentaciones, la RFEF sostiene en la suya que los clubes que deseen participar de sus competiciones oficiales “deberán aceptar estar afiliados a la RFEF o integrados en ésta”, es decir que efectivamente, los clubes catalanes de la Liga deberían someterse a la aprobación de su continuidad por parte de la RFEF y de la UEFA.

Una posibilidad que hasta hace meses también existía pero que se fue extinguiendo es la de que no sólo el Barcelona sino los clubes de élite europeos se retiraran de la Champions League y le dieran la espalda a sus ligas nacionales para conformar una Superliga Europea, pero con la llegada del esloveno Aleksander Ceferin a la presidencia de la UEFA, éste pactó con la Asociación de Clubes Europeos (ECA), que nuclea a los más poderosos, un cambio de clasificación para la Champions 2018/19 y aquel proyecto separatista quedo atrás.

¿Qué pasará con sus clubes si Cataluña se independiza de España el 4 de octubre? ¿No volveremos a tener un clásico como Barcelona-Real Madrid?

Lo que es claro es que el fútbol tendrá sus propios motivos para conmoverse si la independencia catalana se efectiviza en unos pocos días más.


domingo, 22 de octubre de 2017

La lógica felicidad del Valencia (Yahoo)




Contrariamente a lo que parecía que podía suceder esta temporada tras el muy duro final de la anterior, la felicidad parece haberse instalado en el Valencia en la actualidad, no sólo por el excelente comienzo de la Liga, en la que se encuentra segundo detrás del Barcelona y a cinco partidos de batir el récord histórico para un inicio de torneo, sino que el efecto contagio llega también por el acierto en los fichajes y la recuperación de la ilusión al retomar la construcción del nuevo estadio para 2021.

No parecían buenos los vaticinios para esta temporada tras las reiteradas salidas de los directores deportivos, que incluyeron también a José Ramón Alexanco, dado de baja en setiembre pasado. Hasta Mario Kempes, ídolo histórico del club, terminó enfrentado y hasta desplazado como embajador de la entidad.

Nada funcionaba y los socios ya no creían demasiado en el dueño de las acciones, Peter Lim, pero de a poco, todo comenzó a reconducirse. Uno de los primeros aciertos fue la contratación como entrenador de Marcelino García Toral, que venía de muy aceptable campaña en el Villarreal, y el otro fue la conformación definitiva de la plantilla más allá de que no se pudo retener a Mangalá en la defensa, algunas lesiones y la incerteza sobre cómo podrían rendir el italiano Simone Zaza y el portugués Gonzalo Guedes en el ataque.

Sin embargo, el equipo se estabilizó casi inmediatamente y desde las primeras jornadas, mostró su gran capacidad tanto en lo defensivo, con dos laterales con experiencia como Montoya y Gayá, y tres centrales sudamericanos como el argentino Garay, el colombiano Murillo y el brasileño Gabriel Paulista, cuya llegada le aportó mayor riqueza y variantes.

En la mitad de la cancha, la llegada del francés Kondogbia significó un indudable salto de calidad, sumado a la madurez de Parejo y la versatilidad de Carlos Soler, a lo que se sumó el portugués Andreas Pereira.

Mientras que en el ataque, la sorpresa llegó por el lado de la grab producción tanto de Zaza (segundo en la tabla para el Pichichi, con 8 goles en 9 partidos, que comparte con Cédric Bakambú del Villarreal, aunque éste los concretó con un partido menos. Apenas Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, se encuentra adelante con 11 goles, como de Rodrigo Moreno, con 5, pero el hecho de que en nueve partidos hayan convertido goles nueve jugadores de la plantilla, es acaso uno de los símbolos de las enormes posibilidades del equipo en el momento de llegar a la red adversaria. De hecho, cuatro de ellos han marcado más de un gol (Kondogbia, 2 y Santi Mina, 3).

El de estas nueve jornadas ha sido el segundo mejor arranque de la historia al superar, con la goleada en Mestalla al Sevilla por 4-0 el pasado fin de semana, la marca que tenía Unai Emery en la temporada 2008/09, aunque aún le quedan cinco partidos más para alcanzar la principal, que aún sostiene el equipo de Rafa Benítez en la temporada 2001/02.

Lo cierto es que el Valencia se encuentra segundo en las posiciones de la Liga con 21 puntos, detrás del Barcelona (25) pero por delante de equipos como Real Madrid (20), con el que empató en el Santiago Bernabeu (2-2) y como el Atlético Madrid (19), con el que también empató, aunque en casa (0-0).

Acaso el compromiso más complicado lo tendrá dentro de dos jornadas, cuando tenga que recibir al Barcelona, pero teniendo en cuenta que ya ha disputado los partidos de primera ronda ante los dos clubes grandes de Madrid y que ha superado 2-3 a la Real Sociedad, 3-2 al Athletic de Bilbao y 4-0 al Sevilla, el panorama que se abre es más que alentador.

La confianza del equipo es indudable, especialmente si es escuchan frases como la de Zaza, que manifestó que los equipos que lleguen a Mestalla “tienen que sentir que están sufriendo” o que la dirigencia del club haya decidido no contratar a un nuevo director deportivo y concentrar los fichajes y los descartes en el entrenador García Toral, algo poco usual en la Liga.

Por si fuera poco, ante el Sevilla se produjo la explosión del portugués Gonzalo Guedes, cedido por el PSG luego de que el poderoso club francés pagara 30 millones de euros al Benfica. El Valencia evaluaba por estas horas cómo retenerlo pero no parece fácil.

Pero no termina allí el momento de bonanza, porque tras ocho años de obras paradas, la dirigencia volvió a encaminar la construcción del estadio llamado Nuevo Mestalla, previsto para ser utilizado desde 2021.

Si bien la idea original era para una capacidad de setenta mil espectadores, la dirigencia la fue abandonando para optar por otra de menos de sesenta mil, y más parecido conceptualmente al Nuevo San Mamés de Bilbao que al Olímpico de Roma, es decir, con tribunas más cercanas al césped para que se sienta la atmósfera, por más que se siga pensando en un uso integral y no sólo para el fútbol.

En Valencia, por fin, luego de años de malas sensaciones, se percibe un momento de felicidad y con muchas expectativas.



martes, 17 de octubre de 2017

Ambición de épica (Un cuento de Marcelo Wio)




En las tribunas breves, de tablón recio, casi no quedaba nadie – salvo alguno que otro con ganas de seguir insultando; vamos, los de siempre: Ribeiro, Lucachinni y Brodsky.
Al partido le quedaban tres minutos y un manojo inútil de segundos, y el local, la Asociación Deportiva Franquiciadores, perdía 13 a 0 cuando el árbitro lo dio por concluido.

El técnico de Franquiciadores salió disparado del banquillo – una tabla sobre dos amontonamientos más o menos firmes y prolijos de ladrillos – y se encaró con el árbitro. “Quedan tres minutos, ¿qué mierda se cree que hace?” Los jugadores de ambos equipos, el árbitro, los jueces de línea, y los tres insultadores persistentes lo miraron con asombro. “Tres minutos. Toda una vida, querido”, seguía Fibonacci, el entrenador de Franquiciadores, que ya le daba la espalda al árbitro y mandaba a calentar a dos delanteros. “Todavía hay tiempo para la remontada, carajo”.

Esa energía, que tenía mucho – o, más bien, todo - de las epopeyas griegas que leía y releía con la obsesión de un creyente que está convencido del eterno retorno de las circunstancias y de su preponderante papel en tales repeticiones; esa energía desaforada, fue contagiando a los suyos: los once que estaban en la cancha instaban al árbitro a concluir el tiempo reglamentario, y desde el banquillo, el aguatero gritaba que había que añadir dos o tres minutos más por pérdida de tiempo y porque es lo que se hace en la ciudad, qué tanto; los dos suplentes ya realizaban esas trotecillos de precalentamiento que quedan tan deslucidos, allí, en ese limbo al costado de las carreras de tranco serio, amplio, que acontecen en el terreno de juego.

El árbitro miró a los jueces de línea y al capitán del equipo visitante (Veloces de Sanjurjo) en un mismo movimiento de barrido de cuello – se lo conocía por su tacañería, y el gasto de energía corporal no escapaba al ejercicio de su ahorro.
Todos respondieron con los hombros (elevándolos levemente). “Pues nada, se juegan los tres minutos… y medio, digamos, que restan, y añado otros dos – mirando a ambos capitanes, que asintieron, circunspectos”. Se realizaron los cambios y se reinició el partido con un balón a tierra.

Veloces se apoderó del balón, y los jugadores comenzaron a tocarlo, alargando la cancha como quien pretende que el tiempo se agote más rápido a fuerza de tanto traslado del balón. No se habían dicho nada, pero habían decidido, como se deciden ciertas benevolencias, ciertos honores en el campo de juego, que el partido estaba bien con el resultado que ya tenía, que no era necesario sumarle más bulto a lo abultado.

Los jugadores de Franquiciadores parecían haber renovado energías. Mas, las habilidades, eran las que eran; escasas. Corrían detrás del balón, frenéticos, convencidos de que en cuanto tomaran posesión del mismo, la remontada sería una consecuencia lógica que sucedería casi por sí misma.

Pensaban, puede inferirse sin temor a pifiarle por mucho, que un gol suyo valdría por los trece del rival. Son las cosas que tiene el fervor, que nubla la razón de manera absoluta para imponer su falsificación. Fue en uno de esos ímpetus defensivos que el cinco de Franquiciadores metió ruda la pierna y logró morder el balón y echarlo hacia atrás,  en lo que pretendía ser un pase para sus defensores;  pero lo hizo con tanto ahínco, que el balón se elevó, franqueado los esfuerzos patéticos de los tres del fondo y del propio portero, que vieron cómo ingresaba en propia portería.

Los tres o que aún estaban en la tribuna, y que habían trocado la injuria por un silencio que, concluyeron, era la mejor forma de aliento que podían practicar – tan acostumbrados como estaban  al denuesto -, no supieron cómo reaccionar ante aquella situación: ningún agravio de su acervo terminológico parecía a la altura.

Nadie supo cómo reaccionar. El árbitro miraba a todas partes – incurriendo en un inusitado derroche de energía por la exigencia a la musculatura de su cuello y espalda – como buscando consensos para una nueva reglamentación. Finalmente, y más que nada por inercia profesional, pitó el gol y marcó el centro de la cancha.

 El pitido reintrodujo a todos en la realidad que se había detenido o bifurcado aberrantemente o vaya a saber qué – luego dirían que el viento de aquella meseta inclemente, que las bajas presiones y que algún licorcito bebido antes del partido -, y sirvió también como indeclinable promulgación del final del encuentro.


Aquella tarde fue la última vez que vieron por allí a Fibonacci. Unos dicen que iba derrotado. Otros, que se marchaba con la convicción de que la épica estaría en otro lado, esperándolo. 

domingo, 15 de octubre de 2017

El dulce momento de Messi (Yahoo)




La selección argentina y la FIFA pueden dormir en paz. Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, estará en el Mundial de Rusia y todos los sueños futbolísticos y los aspectos del marketing podrán compensarse por este motivo, luego de que su participación haya estado en serias dudas debido al muy mal paso del equipo albiceleste durante la clasificación.

Todo indicaba que la selección argentina sufriría mucho y acaso sin buenos resultados cuando llegó a la última jornada clasificatoria sudamericana (sobre dieciocho totales) en la sexta colocación en la tabla de posiciones cuando las plazas directas eran cuatro y a lo sumo una quinta debía jugar el repechaje a doble partido ante Nueva Zelanda en noviembre.

El equipo argentino –con Messi en el campo- no había sido capaz de ganarle en casa ni a una Venezuela ya eliminada y sin algunos de sus mejores jugadores (1-1) ni ante Perú (0-0) pese a que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) decidió cambiar de estadio y pasar del más frío Monumental de River Plate a la Bombonera de Boca Juniors, reconocida como una de las más presionantes debido a la cercanía de los hinchas y a su estructura arquitectónica.

Pese a todo esto, el equipo argentino aparecía muy nervioso, como si le pesara demasiado el hecho de que tras tres finales perdidas consecutivamente (un Mundial y dos Copas América entre 2014 y 2016), pudiera quedar eliminado de Rusia 2018 con semejantes estrellas, especialmente en el ataque.

Incluso ocurrió algo que no estaba en los cálculos de nadie: pese a contar con delanteros como Messi, Mauro Icardi (Inter). Sergio Agüero (Manchester City), Gonzalo Higuaín (Juventus), Paulo Dybala (Juventus) y hasta con Darío Benedetto (máximo anotador de la liga argentina con Boca), la selección argentina llegaba a la última jornada siendo la segunda peor en goles a favor entre los diez equipos, con 16 goles en 17 partidos.

Jorge Sampaoli, el ex entrenador del Sevilla al que la AFA fue a buscar y pagó por su cláusula de salida para los cuatro partidos finales de la clasificación, tampoco le encontraba la vuelta al asunto y cada vez se lo veía más ansioso al borde del campo de juego, aunque su discurso era que seguía confiando en sus jugadores y que finalmente, se alcanzaría la clasificación.

Cuando llegó el empate final como local ante Perú y parecía que la desilusión invadiría todo, llegó la noticia menos esperada: en Colombia, la selección paraguaya lograba imponerse 1-2 en el último minuto y de esta forma, milagrosamente, la selección argentina podía llegar, pese al sexto lugar en la tabla, a depender de sí misma si vencía a Ecuador en Quito, al menos para jugar un repechaje y hasta acaso ir directo al Mundial, dependiendo de otros resultados.

Así fue como en la última jornada, Brasil venció a Chile (que estaba un punto por delante de Argentina), mientras que Perú y Colombia empataron en Lima y entonces el equipo argentino quedó finalmente en tercer lugar y consiguió el pasaje al Mundial al vencer (no sin sufrimiento inicial) 1-3 a Ecuador.

Ese último partido también tuvo su propio capítulo porque antes de jugarse, parecía más accesible para la selección argentina. Un equipo ecuatoriano ya eliminado, con un entrenador interino (el argentino Jorge Célico) había decidido colocar a la mayoría de jugadores de su liga local y prescindir de sus estrellas europeas, claro que también más adaptados a la altura de 2850 metros sobre el nivel del mar.

Aún así, para sorpresa de todos, Ecuador se puso en ventaja antes del minuto inicial y entonces todo parecía desmoronarse. Si Argentina no había logrado un solo gol de jugada en todo el año 2017 en partidos oficiales (los dos únicos goles fueron por Messi, de penalti, y otro autogol de Rolf Feltscher, ante Venezuela), ¿cómo iba a conseguir al menos dos en un solo partido, con tanto nervio y sin un orden táctico?

Sin embargo, en ese momento tan complicado, cuando nada lo parecía indicar, es que apareció el mejor Messi, el que define los partidos en el Barcelona, el que va con decisión hacia la portería adversaria, y en una ráfaga, puso rápidamente adelante a Argentina 1-2 y luego, en la segunda parte, con una muy bonita vaselina, terminó de armar un hat trick en el momento justo.

Si ya había revertido  muchas críticas de un importante porcentaje de argentinos que consideraban que él no era nunca el mismo que en el Barcelona con la camiseta albiceleste, su actuación en un partido tan importante lo acabó de colocar en la cima de los ídolos y a las pocas horas, ya circulaban memes y mensajes telefónicos con imágenes de Messi vestido de santo, o videos en los que el crack del Barcelona firma autógrafos a chicos con alguna discapacidad, como si nunca antes lo hubiese hecho.

En apenas horas, Messi, ya camino a Barcelona para reincorporarse a su equipo, que jugaba por la Liga ante Atlético Madrid en el Wanda Metropolitano, se había acercado nada menos que a Diego Maradona en la idolatría popular y acaso esto marque ya un camino nuevo hacia el próximo Mundial, aunque la mayoría de los hinchas sabe bien que se trata de un equipo con algunos grandes delanteros, pero no hay tantas estrellas en la defensa o en el mediocampo. La esperanza está puesta en el 10.

Messi vive un momento dulce. Será padre por tercera vez, es el máximo anotador de la Liga con 11 en 8 partidos, y hasta el cierre de este artículo había marcado 17 en 16 partidos en la temporada 2017/18 que recién se inicia, contando el Barcelona y la selección argentina, y entre goles oficiales y no oficiales, lleva 994 en 1090 partidos (0.91 de promedio).

Si de pequeño pudo luchar para sobreponerse a un problema de crecimiento, y luego pudo llegar a jugar en el Barcelona y romper todos los récords, ahora ha dado otro paso más en su impresionante carrera: superó los prejuicios de muchos que no lo valoraban lo suficiente, y hoy pasa a ser un indiscutidos en un país muy exigente con el fútbol.

Messi vive un momento dulce, y lo merece.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Messi apareció con un tripelete y puso a la Argentina en el Mundial (Kicker)




La genialidad de Lionel Messi apareció en el momento clave, en el último partido de la clasificación, al que la selección argentina llegó en una situación desesperada, y con tres goles suyos y una actuación parecida a las que suele tener en el Barcelona, acabó venciendo 3-1 a Ecuador en la altura de Quito y de esta forma consiguió el pasaje al Mundial de Rusia al quedar en la tercera colocación, detrás de Brasil y Uruguay y delante de Colombia.

Tal como le reclamaron durante años los aficionados argentinos, que lo discutieron por una década por no haber cosechado títulos con el equipo nacional, Messi se cargó el equipo al hombro y pudo dar vuelta un resultado que comenzó de pésima forma porque a los 45 segundos, Ecuador se puso en ventaja con gol de Romario Ibarra, lo que fue un masazo para las aspiraciones albicelestes porque necesitaban un triunfo para llegar a un repechaje ante Nueva Zelanda y dependían de otros resultados para la clasificación directa.

“Nos tocó empezar perdiendo. No era fácil en la altura. Siempre estaba el miedo a quedar afuera pero por suerte reaccionamos rápido.Había sido injusto perder la final del Mundial y las dos Copas América y terminamos sufriendo para entrar al Mundial que viene. Hay que disfrutar pero luego el equipo va a cambiar, va a crecer. No ir a Rusia hubiese sido una locura”, dijo Messi tras el partido, rompiendo una veda de once meses de los jugadores sin hablar con la prensa.

El equipo argentino tuvo una muy mala clasificación y de hecho, no había convertido ningún gol de jugada en todo 2017 y había cambiado dos veces de entrenador. Comenzó Gerardo Martino, siguió Edgardo Bauza, para terminar Jorge Sampaoli, y cada uno, con un presidente distinto de una AFA con muchos problemas institucionales.

Además de Messi, otros jugadores destacados fueron Angel Di María, muy rápido por la punta izquierda (no había rendido por la derecha en partidos pasados) y Enzo Pérez y Lucas Biglia, otorgando equilibrio en la mitad de la cancha.

Tras el partido, Jorge Sampaoli desveló que en la charla final con los jugadores “les dije que todos teníamos que llevar a Messi al Mundial.  Era ilógico que el Mundial no tuviera a Messi como protagonista.  El equipo demostró una jerarquía muy alta en una cancha muy difícil”.

Será el Mundial número 17 para Argentina, que sólo estuvo ausente en 1938, 1950, 1954 (todos por decisión propia) y 1970.