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No hay nada de casual en que el presidente de Boca
Juniors, Daniel Angelici, haya considerado como “regalo de Navidad para los
hinchas” al regreso tan esperado de Carlos Bianchi como director técnico del
equipo luego de ocho años y medio.
Bianchi es, sin dudas, el mejor entrenador que ha
tenido Boca en su larga historia, y simboliza, en las dos etapas anteriores,
momentos de mucha felicidad para los simpatizantes y socios y es la contracara
de su antecesor en el cargo, Julio César Falcioni, que pese a no haber hecho
malas campañas en lo meramente estadístico, dio la sensación de no haber
captado nunca lo que significa el club, sus tradiciones, su forma de encarar
partidos y campeonatos.
Bianchi trae otro bagaje, otras ideas. Es, según ya
lo hemos manifestado en otras ocasiones, el mejor tipo de alumno para un
colegio. No el que es brillante en algunas materias de una característica pero
no tan bueno en otras, sino el que obtiene muy buenas notas en todo, aunque no
sean excelentes.
Es muy difícil encontrar, en el mundo entero, un
entrenador de las características de Bianchi, que no por nada tiene cuatro
Copas Libertadores (tres con Boca y una con Vélez Sársfield) y tres
Intercontinentales (dos y una, respectivamente) además de tantos torneos
locales.
El “Virrey” es un muy buen administrador de grupos,
un gran motivador, tiene ojo clínico como psicólogo porque tiene un largo
recorrido y muchos vestuarios, la experiencia de haberlo ganado todo a nivel de
clubes, y de haber jugado o dirigido en países que son potencia futbolística
por lo que puede ayudarlo a comprender mejor cada fenómeno que debe analizar,
organiza sólidos equipos y plantea muy bien cada partido.
No es casualidad que siendo un entrenador y no un
jugador, unas cinco mil personas hayan ido a la Bombonera a recibirlo y que en
pocas horas haya generado tanta energía positiva alrededor del equipo y entre
los propios jugadores.
El mismo Clemente Rodríguez que se movía a desgano,
enfrentado a Falcioni, ahora pinta como titular para el próximo año. Juan Román
Riquelme, en evidente disgusto en la etapa anterior, al punto de aislarse del
plantel, ahora podría ser seducido con regresar para jugar al menos la Copa
Libertadores. Hasta Sebastián Battaglia, marginado hace más de un año por una
persistente lesión, se plantea un último esfuerzo para probarse físicamente. Y
se habla de la vuelta de Fernando Gago y Daniel “Cata Díaz” y de algunos
refuerzos como Hernán Caire (Colón) o Claudio “Chiqui” Pérez (Belgrano).
Algunos critican a Bianchi por sus dos pasos por el
fútbol europeo, en la Roma primero y en el Atlético Madrid después. Sin
embargo, en una entrevista que le realizamos para la desaparecida revista “Don
Balón”, el flamante entrenador xeneize nos dijo que para poder llevar a cabo
una empresa como esta “necesito del hambre del jugador” y que en Europa, eso no
lo había visto.
Este periodista pudo comprobar cómo en diciembre de
2005, hace exactamente siete años, Bianchi aconsejó al plantel del Atlético
Madrid una larga concentración para salir adelante en los resultados, pero los
jugadores se negaron de plano porque no concebían estar lejos de sus familias
tanto tiempo. “En Boca estuvimos más de doscientos días concentrados pero
fuimos campeones del mundo”. La idea, sin embargo, no cuajó y los colchoneros
derivaron en una crisis.
Bianchi siempre dijo, en estos años de la larga
“siesta” como definió al período de siete años sin dirigir (sólo hubo un breve
lapso en Boca pero como manager), que de regresar sólo lo haría por Boca y por
Vélez, club del que es abiertamente hincha y símbolo, en el caso de que éste lo
necesitara por alguna situación particular, y que tampoco regresaría a Europa,
ya con su familia en la Argentina y con nietos.
Quedaba la chance de Brasil, en donde muchos equipos
lo tenían en la mira para contratarlo desde hace años, pero no dieron nunca el
paso final.
Tal vez hay una cuestión pendiente que le quedará a
Bianchi en el fútbol luego de haber tenido tanto éxito: dirigir a la selección
argentina, pero eso cada vez parece más complicado. Julio Grondona, el
presidente de la AFA, no quiere saber nada y están muy enfrentados, pero al
mundo del fútbol le cuesta entender cómo uno de los mejores entrenadores del
mundo (sólo comparable a Pep Guardiola, Alex Fergusson, José Mourinho, Vicente
Del Bosque o Luiz Felipe Scolari), jamás pudo estar al frente de su selección
nacional.
Sea como fuere, Boca le ofreció un nuevo contrato
por tres años, y confió en su probada capacidad (y honestidad) para volver a
tiempos de gloria, y es una gran noticia para el fútbol. Lo extraño es que en
esta oportunidad, deberá enfrentarse a equipos que tienen entrenadores que se
consideran sus discípulos (Barros Schelotto, Palermo, Cagna), pero en todo
caso, ese es otro éxito del Virrey.
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