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Pasaron veinticinco derbis, catorce años sin
triunfos en ninguno de ellos, y muy pocos empates, que sonaron a hazaña en un
contexto semejante, pero el triunfo 1-2 ante Real Madrid el pasado viernes por
la final de la Copa del Rey quedará en la historia del Atlético de Madrid como
uno de los más importantes de su reciente historia y además, como el partido
que este equipo debía ganar para cambiar el eje de la relación con su rival de
la capital española.
A muchos simpatizantes “colchoneros” se les habrá
pasado por la cabeza, en el instante en que el árbitro Clos Gómez dio por
terminada la final en el estadio Santiago Bernabeu, aquella dura aunque certera
publicidad que pegara tanto, en la que un niño le preguntaba a su padre, “papá,
¿por qué somos del Aleti?”, cansado de las burlas de sus compañeros de escuela,
de la desazón de su familia ante cada derrota, de los malos momentos que vivía
el club.
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