En pocas horas,
los dirigentes del fútbol argentino tomarán, vía online debido a la cuarentena
obligatoria por la pandemia del coronavirus, medidas de importancia que pueden
marcar los próximos meses y en algunos casos, tal vez, los próximos años.
Pero lo que
parece un cambio de época porque ya no preside la meda quien fuera sempiterno
presidente, Julio Grondona, ya fallecido, o porque ahora, gracias a la
tecnología, todos pueden aparecer en un zoom o cualquier otra red
comunicacional gracias a los avances de internet en vez de los viejos y
desvencijados sillones de la calle Viamonte, en realidad, sigue siendo un
maquillaje que esconde los viejos vicios dirigenciales del fútbol nacional.
Si cuando asumió
en la FIFA el ítalo-suizo Gianni Infantino en febrero de 2016, éste se presentó
como la renovación que venía a transparentar el fútbol mundial, y sin embargo
los neocios globales sólo modificaron las formas pero jamás el fondo, Claudio “Chiqui”
Tapia representa algo parecido pero de cabotaje, aunque en este caso, las
formas del supuesto cambio que nunca llega son mucho menos claras.
Digámoslo de una
buena vez con palabras más sencillas: Tapía representa, aunque quiera mostrarse
con otro ropaje acorde al siglo XXI, lo mismo que Grondona y de hecho, no es otra
cosa que el neogrondonismo. Si a Don Julio lo representaba el poncho del
caudillo y el anillo del besamanos, Tapia aparece con buzo y zapatillas
(incluso con cordones desatados), y cadenas y peinado maceta, pero la base de
sus acciones, con el contexto de cada tiempo y de cada circunstancia, son las
mismas.
Si hay una
diferencia de fondo entre ambos, es que la situación deportiva del fútbol
argentino, y la institucional del país, sumado a la mucho mayor capacidad de
Grondona, le permitieron a éste mantener una independencia del poder político como nunca había ocurrido en
la historia de la AFA y pudo fundar
simbólicamente el Partido de la Pelota de Fútbol.
Por el
contrario, Tapia, con mucho menos nivel en todo orden, y con aliados sin mucha
visión, pertenece a un tiempo con muchísima más influencia de la política
nacional una vez muerto Grondona en 2014, y descongelada la situación que Don
Julio pudo mantener en su reinado desde 1979 y por 35 años.
Sin embargo,
Tapia mantiene el eje grondoniano en los hechos principales, a saber: 1)
Mantenimiento del centralismo de Buenos Aires, el conurbano y el sector
pampeano sobre el resto del país, lo que queda patente a la hora de votar y
ante el inmovilismo de las estructuras institucionales, 2) desinterés por
acabar con la violencia de fondo de los estadios con los mismos vicios y mañas
del pasado, 3) Falta de planificación coherente hacia el futuro, con el
gataflorismo de ir primero hacia un torneo de veinte equipos, para regresar en
medio del camino hacia los treinta, de pasar de un torneo de calendario anual,
a otro con el sistema de calendario europeo para volver al anual, 4) Aceptación
sin chistar de la creación de una Superliga funcional al macrismo para
presionar hacia un regreso a la AFA una vez que Macri perdió el poder y con
permeabilidad al nuevo gobierno peronista, 5) Alianza con los sectores del ascenso
y los clubes grandes como sostenimiento en el poder.
Si hay algo que
además tiende un puente entre los tiempos de Grondona y el de Tapia pasa por
los mismos factores que pesan a la hora de la verdad: el poder y el dinero. El
resto interesa mucho menos a la dirigencia y todos se acomodan a lo que rige en
cada momento, y lo que ayer fue de una manera, hoy es de otra y mañana, de otra
muy distinta, o acaso la misma que ayer.
El poder hizo
que el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, adquiriera peso
entre los dirigentes (especialmente entre sus delfines de Tigre y Lanús), en
una alianza con el nuevo eje de Boca (que pasó del peso de Daniel Angelici en
el macrismo al de Jorge Ameal con el gobierno de Alberto Fernández),
Independiente (Hugo Moyano, muy cercano al actual mandatario nacional), San
Lorenzo (Marcelo Tinelli dio otro vuelco y forma parte de la Comisión de la
Lucha contra el Hambre, además de estrechos vínculos con su compañero de
dirigencia en San Lorenzo y actual ministro de Turismo y Deportes de la Nación, Matías Lammens) y los siempre
advenedizos Racing y Huracán. Si se les suma al antes díscolo River, que no quiso
formar parte del Comité Ejecutivo hace tres años y ahora, cercano a Alberto
Fernández, piensa en volver para no quedarse solo, puede entenderse por qué la
Superliga no tiene más lugar, a poco de ser creada, cuando hace apenas tres
años todos firmaron su conformación.
La Superliga,
aunque supuso un control externo sobre los clubes, y avanzó en algunos negocios
que pudieron dar rédito, jamás pudo sacarse el sayo de ser funcional al
macrismo favoreciendo la idea de que en un futuro cercano, se aceptara que los
clubes pudieran pasar a ser sociedades anónimas o al menos, aceptar que éstas
manejaran el fútbol bajo amenaza de derogación del decreto 1212 de Eduardo
Duhalde, que los eximía del pago de ciertas tasas impositivas. Entonces, una
vez terminado el gobierno de Macri y sin Angelici en el poder futbolero, ya
tenía sentencia de muerte pronta.
También desde el
poder, aunque entroncado con los negocios, los clubes matan dos pájaros de un
tiro reculando en sus escasísimas convicciones volviendo a derivar en poco
tiempo en un increíble torneo de 30 equipos porque por un lado, permite el
ascenso de clubes amigos y evita el
descenso de otros con los que hay que quedar bien por diplomacia, y al
mismo tiempo, favorece que los canales de aire de TV se queden con hasta cinco
partidos por fin de semana, dejando diez para los privados, en una especie de
mini “Fútbol Para Todos”, explicado, además, como con escasos gastos estatales
porque en el reparto de los canales de aire, sólo uno es público pero no
implica un gasto en el telespectador. Eso sí: aún habrá que aclarar quién
producirá las transmisiones, el quid de la cuestión. ¿No será, por fin, el
monopolio, o se favorecerá a los de siempre?
Pero esto del
nuevo formato del negocio de la TV tiene, como ya lo pensó Don Julio (ninguna
iniciativa futbolera es original en este tiempo), un costado económico, y es
que quince partidos por fin de semana, aunque desluzcan la calidad del
espectáculo, significan una paga mucho mayor que doce, y a su vez permite
contentar a muchos actores, e incluso al público que no puede pagar el abono
televisivo.
Pero siempre, en
todos los casos, tanto con Don Julio como con “Chiqui”, queda afuera el
verdadero debate, el de plantearse hasta cuándo la AFA seguirá siendo unitaria
en vez de federal, hasta cuándo la AFA retendrá todo el peso de los votos en
Buenos Aires y el conurbano, sin importarle el resto del país, y hasta cuándo
sus torneos seguirán siendo tan excluyentes de equipos importantes de todo el
país, como hasta ahora.
Acaso la misma
pregunta puede girarse a los dirigentes de clubes de todo el país, que permiten
sin chistar que por tantos años esto ocurra, y por lo que no dejan de recibirlas
migajas de las sobras. Las veces que intentaron algo distinto, lograron
ventajas, aunque mínimas, como los Nacionales en los Sesenta, el decreto 1309
en los Setenta, el Nacional Ben los Ochenta, y la Copa Argentina en la última
década. Pero están lejos de armar aquella Unión de Clubes del Interior (UCI)
que casi genera un descalabro y pone al fútbol argentino patas para adelante.
Llama la
atención que nunca sea hora de grandes cambios, de torneos con formato
nacional, de pensar en estructuras más acordes a la geografía y a los intereses
de todo el país.
Por eso, Tapia y
Grondona son distintos de forma, pero demasiado parecidos de fondo. Ambos son,
naturalmente, conservadores. Y ninguno quiere que se les quite el privilegio.
Por eso, Tapia asumió planteando un gobierno por tres años y ya habla de
reelección y por eso mismo, si Tinelli “se indignó” en el patético 38-38 hace
cuatro años y medio, tan pronto se abraza con los que estaban del otro lado de
la mesa. Y es porque aunque les cueste decirlo en público, a todos les da lo
mismo. Y nadie pone el grito en el cielo. Si no, otro gallo cantaría, pero todo
sigue igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario