sábado, 27 de octubre de 2007

A diez años de su retiro, Maradona sigue buscando motivos para vivir (Diario de Noticias, Portugal)

“Tengo siempre el presentimiento de que un día sonará mi teléfono y alguien me dirá: ‘¿sabes quién murió hoy’? y lamentablemente, habrá que estar preparado”, dijo una vez a este cronista Fernando Signorini, el preparador físico que más conoció y que más tiempo compartió con Diego Armando Maradona, debido a la agitadísima vida que siempre llevó, pero el ex astro del fútbol mundial, que está cumpliendo diez años de su retiro, se empeña en seguir planificando aventuras y desafiando a la muerte, a los ataques cardíacos, a las adicciones y a los recuerdos de épocas doradas que difícilmente pueda repetir a sus 47 años.

Signorini nos lo decía calculando que si Maradona lleva una vida en la que un día puede equivaler a varias semanas de cualquier mortal, el resultante es que en su vida real, no la biológica, ya ha pasado el centenar y quien pasa el centenar de años, está más cerca del inexorable camino de la desaparición, pero Maradona se resiste incluso a eso.

En un país que venera a los ídolos que se han ido de este planeta siendo muy jóvenes, como Ernesto “Che” Guevara, Evita Perón o el cantante de tangos Carlos Gardel, entre otros, Maradona parece haberse plantado en la idea de vivir y desafiar los mitos, y como en sus tiempos de futbolista, cuando se permitía polemizar con el Papa Juan Pablo II, o Joao Havelange, el presidente de la FIFA de aquel momento, se muestra natural y con deseos de opinar de todo y de todos, porque como pocos, siempre fue consciente de su poder mediático y de que es uno de los rostros más conocidos del mundo, gracias al fenómeno sociológico en el que se ha convertido el fútbol.

Nos preguntamos qué hubiera sido Maradona si en los ochenta ya hubiera existido internet, y la posibilidad de acceder a sus maravillas con el balón, si aún sin esta herramienta, en sesenta países, ochenta mil feligreses forman parte de la Iglesia Maradoniana, que reza “padrenuestros” con la palabra “Maradona” o considera los años con la referencia al nacimiento del ídolo, el 30 de octubre de 1960. Todo lo que ocurre a partir de esa fecha, es considerado como “después de Diego” (D.D.)

Lo cierto es que a partir del 25 de octubre de 1997, cuando Maradona, ya muy veterano y preso de las adicciones que ya venía arrastrando, se dio cuenta de que la motivación no era la misma y decidió abandonar la actividad luego de una deslucida actuación en un River 1 Boca 2, que su equipo dio vuelta cuando él salió, paradójicamente reemplazado por otro ídolo como Juan Román Riquelme, en ese entonces jovencito, el fútbol quedó huérfano de su inmenso talento, y aunque aparecieron cracks de gran categoría, como Zidane, Ronaldo o Ronaldinho, la sensación es que nadie pudo volver a ocupar ese trono vacante.

Maradona, aún con la irregularidad de una larga lesión en Barcelona, producto de una tremenda agresión del vasco Andoni Goicoechea en 1983, o una hepatitis en el mismo año, o dos sanciones por supuesto dopaje entre 1991 y 1995 de quince meses cada uno, nos ha regalado momentos sublimes que nunca olvidaremos y que son largos de enumerar. Nos quedamos con algunas imágenes como los dos goles a Inglaterra en el Mundial de México 1986, con aquel majestuoso remate de media cancha en la Copa América de Brasil, cuando todo el estadio Maracaná de Río de Janeiro se paró para aplaudir aquel tiro que pegó en el larguero, y con el portero uruguayo Zeoli tomándose el rostro con ambas manos, o tantos de remates de tiro libre en el Nàpoli, y todo lo que era capaz de inventar en un instante mágico, único.

Capaz de hacerle ganar, prácticamente solo, al Nápoli dos scudettos y una Copa Uefa (más otra liga extrañamente perdida ante el Milan en la temporada 1987/88), y defensor de la causa de los sureños en un país tan dividido, se llegó a decir que no fue casual que en su presencia en la ciudad, se haya licuado la sangre de San Gennaro y ha pasado a la categoría de semidios, especialmente cuando en pleno Mundial de 1990, llegó a provocar serias dudas en los propios habitantes del San Paolo, que tuvieron que enarbolar una bandera, en el partido contra Argentina, diciendo “Perdónanos Diego, te amamos, pero Italia es nuestro país”.

Para el fútbol, el retiro de Maradona, el futbolista más rebelde que se recuerde, el que siendo el mejor decidió no quedarse con eso y atacar al poder, desafiándolo desde cuestionar los horarios de los partidos en los mundiales, o el sistema de los sorteos, o el favoritismo a determinadas federaciones, o constituyendo un sindicato de futbolistas de todo el mundo, no deja de ser un vacío imposible de llenar.
Para la Argentina, como para Brasil costó veinticuatro años recuperarse de la ausencia de Pelé, recién ahora comienza, como diría el cantante madrileño Joaquín Sabina, al que tanto aprecia Maradona, la etapa del “alivio de luto”, si bien es tal la nostalgia que toda aparición genera la rápida (e inútil) comparación con el más grande, Pasó con Aimar, con D’alessandro, con Tévez, con Agüero, con Messi. Pero cuando nació Maradona, se rompió el molde y fue la cabal demostración de que los genios aparecen una vez cada muy tanto.
Y el fútbol es tan fuerte como fenómeno social en un país que vive hablando de él y sintiéndolo, que aún diez años después de su retiro, Maradona sigue siendo venerado y basta con ver la cantidad de ofrendas florales en la puerta de cualquiera de los hospitales en los que estuvo internado por sus constantes desbordes, con observar las inscripciones en paredes y banderas, con el grito de los aficionados en cada partido en que la selección argentina no funciona y aparece entonces el rebelde “oooooooo”, que es la iniciación que continuará con el “Maradooooooo”, como exigiendo su retorno, aunque sea por unos minutos, para salvarlos, para ayudarlos con su talento para revertir una situación.
Y hay que entender, fuera del campo de juego, que Maradona no deja de ser un humilde muchacho de clase baja, que repentinamente se encontró con cámaras, micrófonos, dinero, exigencias, recepciones con políticos, posibilidad de polemizar con los que manejan las corrientes de opinión, y ante todo eso, ha tratado de ser sincero, y de decir lo que verdaderamente pensaba, a un costo altísimo, por supuesto.
Por eso la sociedad argentina le acepta que haya conducido un programa de televisión en 2005 llamado “La noche del diez” que fue más un auto homenaje que un show, porque a Maradona, todo se le perdona: sus infidelidades conyugales, sus accidentes automovilísticos, sus constantes cambios de fisonomía, sus by pass gástricos, sus flirteos con vedettes de moda o su incontinencia verbal.

Como dijo un escritor tiempo atrás, tal vez con una excesiva dosis de fanatismo, aquellos que vimos la suerte de seguir los pasos futbolísticos de Maradona, hemos comprobado que verlo jugar es en cierta forma comprobar que Dios podría llegar a existir de verdad.


Link: http://dn.sapo.pt/2007/10/27/dnsport/maradona_posretirada_continua_a_proc.html

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