“Pero quién se cree que es, ¿Dios?”, así editorializó más de una vez la revista “El Gráfico”, la que llegó a ser la más popular de la Argentina de los años ochenta y que está a punto de cumplir noventa años ahora, en plena crisis y con otra redacción periodística.
Maradona tuvo sus idilios y sus duros embates contra esa mítica revista, por una sencilla razón. Desde su sentido común, nunca entendió este manejo por el cual, cuando por ejemplo la selección argentina casi se queda fuera del Mundial 1994 al perder 0-5 con la Colombia de Valderrama en Buenos Aires, llegó a colocar en su portada la foto del ¨diez” y la inscripción “Dios, sálvanos”. Claro, allí sí era “Dios”, pero cuando caía por su adicción a las drogas, se le preguntaba quién le había hecho creer que era Dios. ¿No había nadie que lo asumiera? Parece que alguien sí tuvo la responsabilidad, y los medios de comunicación debieron hacer alguna autocrítica alguna vez, pero nunca la hemos notado.
Será por eso que una vez, caminando por Suiza con un cronista argentino, éste le comentó que por fin ocurría el sueño de que nadie se le acercara ni lo molestara y Maradona, con la sinceridad de siempre, le dijo “una calle más sin que nadie se me acerque, y me muero”.
Los medios necesitaron tanto a Maradona, que éste ahora los necesita, en una eterna simbiosis. Pero si llegó a sentirse Dios, es porque alguien lo proclamó insistentemente. No ha salido de la nada.
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