Al presidente de
la Conmebol, Alejandro Domínguez, como a su dirigencia, no parece interesarles
que ya en el terreno del fútbol, jugadores de equipos de cinco de los diez
países, al menos, hayan padecido el Covid-19. Si en el Flamengo de Brasil hubo
tres casos positivos entre el 30 de abril y el 3 de mayo pasados, en el Inter
de Porto Alegre hubo otros cinco mucho más cerca de la actualidad, el 22 de
julio. Hubo otros siete casos en el Bolívar, el 31 de julio, y a principios de
agosto, otros dos en Liga Deportiva de Quito y seis en Binacional de Perú, pero
el caso más aberrante es el de la semana pasada en Boca Juniors, con 18 casos. Lo que lo deja absolutamente
disminuido para su partido del próximo 17 ante Libertad, en Paraguay. Ni
siquiera eso, por una cuestión humanitaria, alteró los planes de la Conmebol.
Lo sorprendente es que ni el club argentino se plantea un pedido de
postergación.
A decir verdad,
el argumento de una necesidad de vuelta de los torneos continentales de equipos
(Copa Libertadores y Copa Sudamericana) así como la de la clasificación para el
Mundial de Qatar 2022 desde octubre, parece muy confuso, con lo peligroso que
puede transformarse un viaje de un país a otro, y el requerimiento, para que
pueda cumplimentarse, de tener que eludir los controles a los que se someten
todos los seres humanos que deben entrar o salir de los diez países para que
aquellos equipos que ya disputan sus ligas nacionales, puedan llegar a tiempo a
las mismas, lo que constituye un inaceptable privilegio al fútbol sobre
cualquier otra actividad.
En el caso de la
Argentina, se trata de uno de los países cuya asociación, la AFA, ni siquiera
reanudó las competencias desde que se suspendieron por la pandemia el pasado 16
de marzo, hace casi seis meses, y no estaba previsto el retorno, en un acuerdo
entre la propia AFA, los ministerios de Deportes y Salud, y el presidente de la
Nación, Alberto Fernández.
Finalizada la
Superliga ganada por Boca en marzo pasado, todas las partes coincidieron en que
no había ninguna prisa en regresar y como la TV siguió pagando los derechos
anticipadamente, las pérdidas no fueron grandes toda vez que no hubo tampoco
demasiadas erogaciones y el estado se hizo cargo de parte de los salarios de
los jugadores. Por esa misma razón, la AFA fue la única asociación que votó oficialmente
en contra del regreso de la Copa Libertadores para el 15 de septiembre: este
calendario, impuesto de cualquier manera por la Conmebol, obligaba a los cinco
equipos participantes (Boca, River Plate, Racing Club, Defensa y Justicia, y
Tigre, a regresar a los entrenamientos mucho antes de lo previsto, con lo cual
empujó al resto de los clubes a un retorno y a repensar un nuevo campeonato
para que cubra el resto de 2020 aún en el contexto de casi un pico de casos
nacionales de Covid-19, cuando el país se ubica décimo en la tabla planetaria.
Una aberración.
También hay que
destacar que esa votación, en la que la AFA fue la única asociación que se
opuso, finalizó 7-1 porque ni la boliviana (su presidente, César Salinas,
falleció el 19 de julio y por coronavirus) ni la venezolana (su titular, Jesús
Berardinelli, fue apartado por irregularidades y falleció poco después, el 6 de
agosto), pudieron dar su parecer, por lo que ya se parte de que al menos un 30
por ciento de las federaciones no dio su consentimiento, y a ellas hay que
sumarles otras que según la información que manejamos, sólo levantaron la mano
apoyando la moción de Domínguez más por diplomacia que por acuerdo, algo que el
presidente de la Conmebol sabe mejor que nadie.
Es decir que no
hubo consenso total para este regreso y es más: desde ese momento, la Conmebol
se lanzó a lo más inaceptable, que fue buscar un acuerdo con los diez Estados
nacionales para conseguir la aprobación a una especie de corredor sanitario
para que apruebe el ingreso y egreso de los equipos de todo el continente, algo
que en el caso de Argentina y Uruguay logró a regañadientes y a ultimísimo
momento. Es que, por ejemplo, las fronteras argentinas permanecen cerradas a
vuelos desde el exterior, y lo mismo ocurre con Bolivia, Chile, Paraguay (donde
se encuentra la sede de la Conmebol), Perú y Venezuela, mientras que en Uruguay
pueden ingresar extranjeros pero siempre que puedan argumentar los requisitos
y mostrando un test de Covid-19 con
resultado negativo que haya sido emitido 72 horas antes del viaje, o
realizándose el test al arribar y todos los extranjeros no residentes deben
contratar un seguro de salud que les cubra casos confirmados y sospechosos de
coronavirus. Ecuador, por su parte, exige a los que llegan, una cuarentena de
14 días en su territorio. Todo esto está dispuesta a vulnerar la Conmebol con
tal de jugar ya mismo.
¿Cuál es el
apuro? Esa es la gran pregunta en este caso. El argumento que utilizan sus
dirigentes es que la Conmebol erogó ya mucho dinero para los clubes y que hay
compromisos con los sponsors que hay que cumplir, especialmente los ligados a
derechos de TV, algo que no parece tener pie ni cabeza, porque una postergación
como la de estos torneos por una causa mayor, como es una pandemia, en ningún caso
significa suspensión definitiva. Esto significa que esos derechos nunca se
pierden, sino que en todo caso, se rentabilizan más tarde.
Otro argumento
utilizado por quienes defienden a rajatabla el apuro por jugar pronto los
partidos, sin esperar a que al menos baje la cantidad de infectados y
fallecidos en el continente sudamericano es que la Unión Europea de Fútbol
(UEFA) disputó sin problemas la Champions League o la Europa League, sin
reparar en dos aspectos, que esas competiciones se hallaban en las fases
finales y no en las de grupos, y que luego de un largo parón, se volvió a
disputar cuando la curva de casos había descendido notablemente (lo que no
ocurre por estos lares) y que en ambos torneos, se jugaron todas las
competencias desde octavos de final a partido único (es decir, un sistema de
clasificación rápida) y en una sola sede (Lisboa para la Champions, Colonia
para la E-League), y en ciudades con menos problemas de coronavirus.
En cualquier
caso, con tanta prisa, y siguiendo el caso de la UEFA, la Conmebol bien pudo
haber tratado de organizar lo que queda del trayecto de los torneos
continentales escogiendo como sede los dos países con mejor situación en la
pandemia (Uruguay, con 1653 infectados y 45 fallecidos, y Paraguay, con 20.654
y 398, respectivamente) y haciendo jugar partidos por un sistema rápido y en la
misma sede. Pero..¿hacer viajar a las delegaciones de un país a otro de manera
permanente en medio de la pandemia?
Entonces, si hay
razones de ética política y sanitaria para no regresar tan pronto a las Copas
de clubes y para la clasificación de las selecciones (que habrá que ver si los
clubes europeos, más centrados en estas lides, aceptarán ceder a sus jugadores
para que arriesguen a viajar a territorios que les pueden ocasionar daños muy
graves), ¿por qué nadie pone un freno a esta pretensión de la Conmebol?
Por miedo. De
los clubes, a una represalia en los arbitrajes en vista de lo que ocurrió en
ediciones pasadas. De los Estados, por intromisión penada por la FIFA y a
partir de denuncias desde criterios discrecionales de la entidad continental
(que hizo intervenir algunas federaciones sudamericanas y no otras por simpatía
o antipatía), y de los jugadores, porque no tienen el nivel de consciencia y
sindicalización necesarios en tiempos de continuos cambios y permanentes
transferencias al exterior, fuera de los límites continentales. Y de buena
parte de la prensa, porque pretende formar parte de la fiesta, para lo cual
necesita acceder a las invitaciones a la misma.
Muy pocos se
atreven a decir algo a cara descubierta. Uno de ellos, días pasados, fue
contundente. Se trata nada menos que de Fernando Signorini, ex preparador
físico personal de Diego Maradona, y de la selección argentina en el Mundial de
Italia 1990 y en Sudáfrica 2010. “Yo no jugaría la Copa Libertadores. Jugar es
no respetar la historia. Los jugadores tienen que decir “basta” de una vez por
todas. No pueden permanecer como ovejas en un rebaño. El poder no los puede
llevar a donde quiere. Si dicen “basta” se acaba toda esta irrespetuosidad con
ellos y con el fútbol”.
¿Alguien se
atreverá a recoger el mensaje? Aún quedan algunos días para manifestaciones de
dignidad.
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