jueves, 31 de marzo de 2022

Juan Carlos “Chango” Cárdenas, ídolo de Racing y autor del emblemático gol que le dio la primera Copa Intercontinental al fútbol argentino, su apodo puesto por una de las máximas figuras académicas, su afición por el boxeo y su indumentaria talismán en un torneo de ascenso (Infobae)


 

“El 4 de noviembre es mi segundo cumpleaños”, suele decir Juan Carlos Cárdenas, más conocido en el mundo del fútbol como “El Chango”, en referencia a uno de los goles más emblemáticos de la historia del fútbol argentino, el zurdazo desde treinta y cinco metros que, en Montevideo, le dio al club de sus amores, Racing, y ante el Celtic de Glasgow, el primer título intercontinental para un equipo nacional.

Cárdenas nació en Santiago del estero el 25 de julio de 1945. “Éramos una familia muy humilde y un día fui a ver al verdulero, Zambrano, para pedirle trabajo, y me dijo que me lo podía dar pero que para eso me tenía que hacer de Racing. Era el único hincha de Racing del barrio Triángulo y no lo dudé. A los pocos días apareció con la camiseta y yo estaba como loco”, recordó en una entrevista.

Por ese entonces, su madre le protestaba. “Estos bolsillos no soportan tanta porquería, Polaco”, en referencia a que en sus pantalones podía encontrar “una hondera, doce chapitas, bolitas, una pelota hecha con medias y las figuritas de los futbolistas, especialmente las de (Orestes Corbatta y Mario Boyé”. El “Chango” se había hecho hincha de Racing desde los 13 años.

Apenas un año después, en 1959, llegó Racing a Santiago del Estero como parte de una gira.  El equipo había ganado el reciente título de 1958 y los chicos buscaban el saludo o la firma de sus cracks como Corbatta, Pedro Manfredini, Juan José Pizzuti, Rubén Sosa o Raúl Belén, sus cinco delanteros que se recitaban de memoria. Entre esos “changuitos” que buscaban acercarse a los futbolistas estaba Cárdenas.

Por fin, en 1962 tuvo la posibilidad de una prueba en Racing, con apenas 16 años. Le presentaron al director técnico (y ex gloria del club) Saúl Ongaro, que le dijo al verlo “pero este es un nene, tiene que venir a la tarde”. Cuando se fue a cambiar al vestuario, “me senté en las banquetas. Había un canasto con camisetas, vendas, medias. ¡Yo nunca había visto tanta ropa junta! De repente, empezaron a llegar los jugadores, esos que yo tenía en las figuritas. Entró Federico Sacchi, alto, una pinta…¡Parecía John Wayne! Corbatta caminaba medio chaplinesco, me mira y me dice…’nene, ¿vos de dónde sos?’ y al responderle que era santiagueño y que venía a probarme, , me dijo ‘vos sos el Chango, porque a todos los santiagueños les dicen así’ y a partir de allí fui “El Chango para siempre”.

Cárdenas era un centrodelantero moderno para la época. Muy dinámico, con mucho desmarque hacia los costados, potencia para atravesar defensas rivales,  velocidad en los piques cortos y gran justeza en los remates. Había comenzado su carrera jugando para Unión de Santiago del Estero en 1960 cuando en 1962, por fin, le llegó la chance de debutar en la Primera de Racing con apenas 16 años, el 25 de febrero de 1962, en un partido por la Copa Libertadores ante Nacional de Montevideo que finalizó 2-2. Decidieron prestarlo por un año a Nueva Chicago en primera B para regresar de manera definitiva en 1964. Y luego de pasar momentos difíciles en los últimos puestos en 1965, a poco del final de la temporada llegó a la dirección técnica Juan José Pizzuti,

“En 1965. Racing tenía cuarenta profesionales. Una locura. Al tener tantos, se solía poner una vez a uno, otra vez a otro para verlos jugar, y los técnicos se volvían locos. Cuando vino Pizzuti, agarró justo a mitad de año y en los últimos siete u ocho partidos, hacia fin de año, armó un equipo en el que jugábamos siempre los mismos. De ahí en más, él tenía el hándicap de que había trabajado con nosotros unos meses y eso le hizo bien. Después, tuvo la visión de armar el equipo. Además, él era un hombre ganador, protagonista. Trajo al “Bocha” (Humberto) Maschio, a (Miguel) Mori, que era de Independiente, a (Roberto) Perfumo lo vio en las divisiones inferiores y se dio cuenta de que ya estaba para Primera. En esos siete partidos demostramos que el equipo podía andar bien”, detalló Cárdenas.

Así fue que para el torneo de 1966 apareció “El Equipo de José” que obtuvo el título argentino de ese año y un invicto de 39 partidos recién batido por el Boca de Carlos Bianchi en 1999. “Teníamos jugadores terribles como el “Coco” (Juan Carlos) Rulli, que a veces no se lo nombra mucho pero que eran jugadores que trabajaban muy bien en el mediocampo. Maschio te la dejaba para que hagas el gol. A veces el partido lo dominábamos porque cuando la agarraban los medios nuestros, hacíamos buen fútbol con Mori y hasta (Alfio Basile) que aunque jugaba con el seis en la espalda, se paraba en el medio y marcábamos con tres defensores. Racing transformó el fútbol argentino. Hacíamos relevos, tampoco éramos tontos. Ese equipo dio el golpe porque fue audaz. En mi caso, dejé de ser el nueve de punta para ser un delantero de toda la cancha y como no tenía problemas de perfil, lo hacíamos con facilidad. Ese fue nuestro secreto”, describió.

Para 1967, ese equipo de Racing se proyectó a la Copa Libertadores de América, en tiempos de durísimas batallas. “Se jugaban demasiados partidos porque participábamos en paralelo al torneo local, pero nosotros pudimos ganar todo y puedo decir que ese equipo era uno de los mejores de la historia del fútbol argentino. Ese año entró también River, por Argentina, pero los eliminamos en el grupo y terminamos jugando la final contra Nacional de Montevideo, que fue muy difícil y tuvimos que ir a un tercer partido en Chile. Los uruguayos eran bravos y en ese tiempo, el reglamento del fútbol era distinto”, recordó. “El referí tuvo muchos problemas porque no se usaban las tarjetas amarilla y roja y le gritábamos “¿qué cobrás?” y por ahí no sabía quién era. Nos amontonábamos todos y se daban patadas y patadas”.

“Con los uruguayos habíamos empatado 0-0 y uno de ellos nos dijo ‘Ahora les toca venir acá y los quiero ver’. Y saltaron dos o tres que le dijeron ‘Te vamos a jugar igual, y te vamos a dar patadas en todos lados, en Uruguay o acá, Mirá que todavía no ganaron’. Fuimos al tercer partido y ese fue el mejor jugado porque el de Uruguay fue…patadas. Era terrible. Algunos jugadores llegaron hasta a usar alfileres”, detalló, y reflexionó que “a veces no hace falta jugar bien para ganar la Copa pero son partidos muy difíciles porque son los mejores equipos de cada país y además, tuvimos que disputar veinte partidos en ese torneo hasta coronarnos (hoy son 13)”.

Tras obtener la Copa Libertadores en 1967, llegó la chance de enfrentar al Celtic de Glasgow, campeón de Europa, por la Copa Intercontinental y tras caer derrotado por 1-0 en el Hampden Park, en Escocia, Racing se impuso 2-1 en la revancha en Avellaneda y ese resultado obligó a un tercer partido de desempate en el estadio Centenario de Montevideo.

“Yo jugué 16 años al fútbol, pero a veces pareciera que jugué uno solo e hice un solo gol pero hice uno muy importante que fue el segundo al Celtic en Avellaneda que nos dio el pase a la definición en Montevideo.

Aquel tercer y definitivo partido ante el Celtic del 4 de noviembre de 1967 representa un antes y un después en la vida de Cárdenas, por la obtención del preciado título (el primero que consiguió un equipo argentino) sino por su impresionante gol con un zurdazo desde 35 metros que venció la gran estirada del arquero John Fallon, en lo que se conoció como “La Batalla de Montevideo”, con cinco expulsados en un tiempo sin tarjetas.

Aquel gol que duró exactamente siete segundos desde que partió el remate hasta que la pelota se incrustó en la red fue relatado por un joven José María Muñoz como “gooool argentinoooo” y fue por años, acaso hasta el de Diego Maradona a Inglaterra en el Mundial de México 1986, el gol emblemático argentino, que emitió infinidad de veces la televisión.

A los 10 minutos del segundo tiempo, Cárdenas, con 22 años, levantó la cabeza y vio adelantado a Fallon –un arquero que no usaba guantes y que jugó porque el titular, Ronnie Simpson, quedó lesionado porque en Avellaneda le habían roto la cabeza con un proyectil- y sacó un tremendo zurdazo que se le coló en el ángulo derecho pese a su vuelo inútil. “Ese gol es como una película que pasa todos los días por mi mente”, sostiene Cárdenas, quien detalla que pese a la factura del gol, “yo no le pegaba fuerte, sino con precisión”.

“Fue un gol único porque se dio todo. Justo la barra de Racing. Unas veinte mil personas, estaba detrás del arco donde entró la pelota. Salí gritando, vino Pizzuti a abrazarme, también el “Coco” Basile, que lo habían expulsado. Todos estaban de traje y corbata porque antes se viajaba así. Fue un fabuloso grito de gol. Y todo ese marco tan lindo, que a veces no es fácil expresarlo. El momento que viví es único. Por ahí los primeros dos, tres años, no te das cuenta, pero cuando va pasando el tiempo te lo recuerdan, te preguntan detalles y más con las cosas que después le pasaron a Racing”, relató, emocionado.

Cárdenas cree que en ese partido “se equivocó el Celtic. Era un muy buen equipo, jugaba bien. En Racing nos hicieron un gol de entrada. Se equivocó porque ellos se dejaron llevar por los gritos de los uruguayos, que no sé cuántos eran pero estaban a favor de ellos. Empezaron a jugar fuerte en vez de jugar al fútbol, como venían haciendo. Ellos eliminaron al Inter de Helenio Herrera en la final de la Copa de Europa. Y cuando nosotros nos pusimos en ventaja, buscábamos el foul, inventábamos algún golpe, todas esas cosas que pasaban en esa época. Pero nosotros jugamos bien”.

También aclara una de las leyendas de aquel día. “Maschio nunca me gritó, como se dijo, que le pegara al arco, en la jugada del gol. Sí me la pidió como hacemos todos ‘Dámela’, ‘cuidado atrás’, lo que se habla adentro de la cancha, pero la decisión de patear fue propia. Primero decidí seguir jugando, y cuando vi que tenía un espacio y estaba muy lejos del arco y que no me salía ninguno de ellos ni se ponían delante mío para que les rebote la pelota, me quedó todo el arco y estábamos preparados para apuntar a algún lugar. Por ahí salía o por ahí no.”.

“Aquel equipo hizo una historia muy rica porque no es fácil salir campeón de Argentina, América y del mundo. Y como Argentina nunca había tenido un campeón intercontinental, la gente se volcó mucho con nosotros”, señaló.

El partido había sido tan duro, con cinco expulsados, que el diario “Crónica” hizo referencia con un chiste publicado por Basurto en el que se mostraba a un jugador del Celtic diciéndole a un periodista “Nosotros creíamos que en caso de empate se definía por ‘patada average’. El mismo diario hizo un detalle de faltas por minuto y lo tituló “Crónica de una guerrilla”.

El histórico gol de Cárdenas tiene otras historias colaterales. “Crónica” llegó a publicar que “Acusa canal 7 que canales privados le sabotearon la transmisión, y citaba al entonces jefe de deportes de la emisora, Horacio Aiello, que relató que a las 16, hora del inicio del partido, de 66 televisores encendidos, 57 sintonizaban el canal estatal, mientras que los otros cuatro, el 2, el 9, el 11 y el 13, tenían una audiencia menor, pero que la transmisión tuvo problemas. El diario señaló que el primer tiempo no se pudo ver “por razones técnicas” y después del segundo, que sí se vio, Aiello afirmó que se trató de un “sabotaje” y acusó  al resto de los canales. “Alguien no comprende que cualquiera sea el canal que transmita un espectáculo como éste está sirviendo al pueblo”.

Si el gol de Cárdenas se convirtió en uno de los más icónicos del fútbol argentino de todos los tiempos también fue por camarógrafos como Héctor López, enviado a Montevideo por Canal 11 para tomar imágenes para el noticiero. “El canal nos envió a dos reporteros, uno era Rey –ya fallecido- y el otro era yo, y tenía que filmar para Inglaterra y para Argentina. Yo tenía que despachar a Londres y en el momento del gol vi que nadie lo tenía. Fue mucha suerte. Sólo tenía tres rollos de tres minutos cada uno, de 16 milímetros, en blanco y negro y con eso, me las tenía que rebuscar para todo. Como el Chango pateó desde tan lejos, los otros reporteros no llegaron a tomarlo. Yo fui el único”.

Al terminar el partido, López se fue al aeropuerto de Carrasco con los rollos para enviar las cintas a Londres pero antes llamó al director del canal, Luis Clur y le advirtió que era el único que tenía el gol,  y Clur le dijo que primero lo enviara a Buenos Aires, que ellos luego lo reenviaban a Londres y de esta forma, se pudo conservar en el archivo.

López también relató que años más tarde se reencontró con Cárdenas en México –jugaba en el Veracruz- y que el ex delantero de Racing se puso tan contento al enterarse de que él había sido quien logró que la imagen no se perdiera, que le prestó su coche para que pudiera viajar hacia el Distrito Federal.

Cárdenas también recordó lo que ocurrió en el siguiente clásico de Avellaneda ante Independiente. “Fue en la última fecha del Nacional. Nosotros habíamos sido campeones del mundo y ellos podían ser campeones aquella tarde -15 de diciembre de 1967- y fue increíble. Hicieron como una especie de arco uniendo palmeras. Habría unas diez filas de palmeras y pasamos por ahí y nos dieron una cinta, como la presidencial, como la que les dan a los boxeadores. Nos dieron un recuerdo con letras de oro. En ese tiempo se usaban mucho esas cosas. Cuando le ganamos a Nacional en Chile por la final de la Copa Libertadores, estábamos cenando y vimos venir a unos tres jugadores uruguayos, “Cococho” Álvarez, Ubiñas y Sosa. Era para felicitarnos y decirnos que éramos un equipo de hombres y grandes jugadores y que  teníamos que ganar la Copa Intercontinental. Ahora no ocurre nada de eso”.

En 2019, a 52 años de aquel gol al Celtic, Cárdenas se reencontró también con la camiseta que utilizó, al visitar la sede porteña de los museólogos argentinos de “Legends”, firma que se dedica a salvaguardar el patrimonio del fútbol, que cuenta con centenares de camisetas emblemáticas y que acostumbra a homenajear a glorias del fútbol mundial  (ya lo había hecho antes con Claudio Caniggia, Ricardo Bochini y Jorge Burruchaga).

Cárdenas había cambiado su camiseta con Tommy Gemmell y afirmó que cuando pudo ver otra vez su camiseta tuvo “una emoción muy profunda”. “Gemmell era un gran jugador. Jugó con alma y vida los tres partidos que disputamos y al final, como buenos caballeros, cambiamos las camisetas y me felicitó por nuestro triunfo. Tres años atrás, le conté a la gente de “Legends” quién tenía mi camiseta y ellos, en un gesto de pasión por salvaguardar reliquias del fútbol argentino, se contactaron un mes después con Gemmell, fueron a Escocia y la repatriaron. Gemmell, en su momento, me envió un video muy emotivo y accedió a entregar mi camiseta”, destacó “El Chango”, quien aseguró que a su vez, él donó a “Legends” la suya del Celtic.

“Esas tres finales son el recuerdo más lindo que me dio el fútbol. Volver a tocar mi camiseta es teletransportarme a ese momento de inmensa felicidad”, afirmó.

Pero toda esta historia pudo no haber tenido un final tan feliz porque el 27 de marzo de 1967. Casi se estrella el avión que llevaba al plantel de Racing desde Medellín a Bogotá para disputar un partido de Copa Libertadores. “Justo antes habíamos estado en un monumento que conmemoraba a Carlos Gardel y el “Yaya” (Juan José) Rodríguez dijo ‘a ver si dentro de poco nos ponen a nosotros acá’. Y no estuvo tan lejos porque aquel día, el DC-4 de la empresa SAM se encontró en medio de una tormenta “y el avión se empezó a mover como un papel para todos lados. Hubo uno que no quiso ajustarse el cinturón y cuando se quiso acordar, se estaba dando la cabeza contra el techo y yo arranqué el apoya brazos. El viaje duraba una hora y en un momento, empezamos a descender a toda velocidad y Maschio gritó “¡Nos matamos!” y el piloto logró enderezar la nave a 500 metros de la tierra”. Llegamos hechos mierda y el piloto nos dijo que no nos matamos porque no se rompió el radar que lo llevó por el río Magdalena porque si no, chocábamos contra una montaña. Al llegar, Pizzuti pidió whisky para todos. Al otro día, ganamos”.

Cárdenas aceptó que con el plantel solía viajar algún ex boxeador cuando iba al exterior “porque en aquella época, la Copa era otra cosa. Se ponía picante. Hay cosas que no se pueden contar, pero en ese momento se lo hacía pasar como un masajista o miembro del cuerpo técnico pero era el guardaespaldas. Otros tiempos. En aquella época los periodistas entraban al vestuario y no contaban nada. Había otros códigos”.

Siguiendo con el boxeo, Cárdenas fue un seguidor de este deporte desde muy chico. “Es parte de mi cultura”, le dijo al periodista Hernán O’Donnell en una entrevista para la revista “Ring Side” de mayo de 2011. Yo tenía un tío que se llamaba Distinguido Barraza, que era un enamorado del boxeo. Lo practicaba y entrenaba a jóvenes. Yo vivía a una cuadra de su casa, que era como muchas de aquel Santiago del Estero, de 40 metros por 10, y en el fondo hizo un ring. Y ya a los nueve o diez años. Él me enseñaba a practicar con guantes y todo. Claro que a mis padres no les gustaba, pero yo me entusiasmé”.

Cárdenas contó en aquella entrevista que cuando llegó a Racing en 1962 “mi anhelo era conocer el Luna Park y entonces fui a ver cómo entrenaban. Conocí a Tito Lectoure, que era muy joven, y a algunos boxeadores. Tuve el honor de hablar con Pascual Pérez, aunque ya no peleaba, y también conocí a Horacio Accavallo. Que era especial por ser hincha de Racing y cuando fue campeón mundial, tenía un escudito del club en la bata y luego lo homenajearon en la cancha de Racing allá por 1967”.

“Una vez estábamos de gira por Brasil con el plantel de Racing, y en una escala en el aeropuerto de San Pablo coincidimos con Nicolino Locche. Lo abrazamos y yo le pregunté cómo estaba para la pelea y me dijo ‘estoy espectacular pero ahora que los veo a ustedes no tengo dudas. Voy a ser campeón del mundo. Si ustedes fueron campeones y me los encontré acá, es premonitorio. Siguió viaje a Japón y consiguió el título”.

Cárdenas también recuerda cuando fue junto a otros compañeros de Racing a ver a Carlos Monzón cuando derrotó a Jorge Fernández por el título argentino. “El día anterior estábamos concentrados en el Hotel Savoy y vimos entrar a un flaquito y enseguida lo saludamos. “¡Hola Carlitos!” y nos reconoció enseguida. “Uh, la banda de Racing, ¿cómo están?” y enseguida se armó una ronda de café. Con él nos hicimos amigos e íbamos a comer y se armó un grupo de jugadores que nos juntábamos a ver boxeo, como Basile, Carlos Babington, el “Bambino” (Héctor) Veira, Daniel Willington,  Carlos “Toti” Veglio o Pedro González y venía también Oscar “Ringo” Bonavena, que era amigo del “Bambino”. Era una linda época porque también nos encontrábamos con artistas como el “Gordo” Porcel, Alberto Olmedo. Nos sentábamos en una mesa y hablábamos de todo, de fútbol boxeo. Había mucho respeto”.

Ya en su paso por el fútbol mexicano, Cárdenas siguió ligado al boxeo. “Es parte de su cultura, es natural para el mexicano. Tuve la suerte de ver la pelea de “Mantequilla” Nápoles y mi amigo la “Pantera” Saldaño. Fue brava, Mantequilla fue uno de los grandes boxeadores que yo vi; estilista, con una claridad de movimientos…Fue un orgullo haberlo conocido. Yo vivía en Puebla y cuando íbamos a jugar al Distrito Federal, me juntaba con “Mantequilla”, que ya se había nacionalizado mexicano, a tomar un café”.

Cárdenas también tiene grandes recuerdos de Tita Mattiussi, uno de los símbolos de Racing. “Para nosotros era una hermana. Era ir sí o sí a lo de Tita. A tomar un café, una bebida, en su departamento, debajo de la casa. Ella iba temprano a buscar las facturas, ahora no te dejan comerlas. Era un gusto estar con ella. Era simpática, cariñosa y sabía de fútbol. Podía decirte ‘hoy erraste algunos goles, no anduviste bien, pero en la próxima vas a ver que vas a andar bien, quedate tranquilo’. Te levantaba el ánimo. No era lo mismo que te hablara ella que cualquier otro”.

“Cuando le hice el segundo gol al Celtic en Avellaneda, Tita estaba allá”. Cárdenas señaló al ángulo de córner que da a la puerta 12 del Cilindro como para graficar la acción.

En los diez años que vistió la camiseta de Racing, jugó 297 partidos y marcó 89 goles, hasta que en 1972 emigró a México para jugar en Los Camoteros de Puebla (1972-75) y luego, en los Tiburones Rojos de Veracruz (1975-76). En 1976 volvió para retirarse en Racing, ya en otra situación del club, que desde 1967 estuvo treinta y cuatro años sin ganar un título hasta conseguirlo a fines de 2001.

Se dedicó luego, además de ser director técnico, a desarrollar una marca de indumentaria deportiva que lleva su nombre, “Chango Cárdenas”, que auspició a Justo José de Urquiza cuando en la temporada 1994/95 ascendió de Primera D a Primera C.

El “Celeste” de Caseros, ganador del Apertura 1994 empató la primera final contra Victoriano Arenas, ganador del Clausura 1995, 0-0 en la ida, y venció 2-0 en la vuelta, justo en el Cilindro de Racing.

En 2014 fue nombrado Personalidad Destacada de la Legislatura Porteña. Con su mujer Beatriz tiene tres hijos (Bárbara, Brenda y Juan Carlos) y varios nietos.

“La gente me suele decir ‘gracias por todo lo que nos diste’ y yo le agrego ‘si supieras lo que Racing me dio a mí’. Yo no tengo palabras. Un día vino un pibe y me pidió que le firmara el pecho. Al tiempo me lo crucé y me mostró mi firma tatuada. Racing es todo para mí”, concluyó.

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 23 de enero de 2022

La Tablada: A 33 años de un delirio mayúsculo (escrito originalmente en 2009)



Un día muy caluroso del verano de 1989, hace ya veinte años, llegaba muy temprano a cubrir mi turno en la sección de Información General en la agencia DYN, y siendo el primero en arribar entre mis compañeros, me tocó atender una llamada telefónica en la que, desde el regimiento de La Tablada (provincia de Buenos Aires), uno de los integrantes me decía con una voz intrigante que muchos de ellos “no respondemos a los mandos naturales”. Cuando le pregunté quiénes eran y qué significaba aquello, me cortó la comunicación por toda respuesta. Comentado con mi jefe de entonces, Florentino Fernández, vino la orden esperable: “decile al Turco que tienen que ir ya mismo para allá”. Eso significaba que el querido Turco, murguista y fanático de San Lorenzo, uno de los choferes del electo estable, tenía que poner en marcha el coche, este cronista tenía que bajar los siete pisos hasta el garaje, y partir raudamente hacia la zona del desastre.
En verdad, no sabíamos bien a lo que íbamos. En el viaje, charlábamos con el intrépido Turco sobre que posiblemente se trataba de una de las tantas puestas en escena carapintadas de entonces, en una democracia aún incipiente aunque en el último año del mandato presidencial de Raúl Alfonsín, pero ya cuando pasamos la avenida Crovara y vimos caer a una chica que caminaba por la zona, nos dimos cuenta de que estábamos ante un suceso extraño, que se corroboró en apenas minutos con el despliegue policial que vimos y el humo impresionante que se desprendía del cuartel y toda la zona a la redonda con sus comercios cerrados.
Enseguida hay que contextualizar que se trata de una época en la que recién comenzaban los llamados “Movicom”, unos aparatos muy parecidos al zapato del superagente 86, y que, desde ya, DYN no me había suministrado. Pero aún peor, tampoco el coche tenía ningún cartel que dijera “Prensa”.
Al poco rato de llegar, y pudiendo dialogar con algunos protagonistas en medio del fuego y del humo, nos fuimos enterando del disparate impensable: no se trataba de carapintadas sino que un grupo de izquierda había “comprado” una versión, supuestamente lanzada desde dentro de la UCR (partido de gobierno entonces) sobre que se preparaba un golpe de Estado. Y este grupo, llamado “Movimiento Todos por la Patria” (MTP), que ya venía evaluando cierto retorno a la lucha armada, quiso establecer allí un sonado bautismo de fuego con el ex guerrillero del ERP, Gorriarán Merlo, a la cabeza, y con quien hasta pudimos llegar a dialogar, desde la calle que daba a la puerta del cuartel, nosotros en ella, y Gorriarán…en las torres de agua de las casas de enfrente, hasta que la charla se interrumpió con dureza cuando el ex guerrillero nos dejó con la palabra en la boca y se fue escapando cual serie norteamericana de TV.
Nos tocó ver a una mujer llorando desconsolada luego de que su hijo perdiera la vida en el cuartel siendo apenas un “colimba” (“corre, limpia, barre” en la jerga del servicio militar obligatorio, entonces) cuando ya había perdido a su otro hijo en la misma situación en la Guerra de Malvinas siete años atrás. El tema que se nos planteaba, profesionalmente, a partir de ver los negocios cerrados por el lógico temor de los comerciantes de la zona, era cómo comunicarnos con nuestra agencia para pasar la información telefónica, cuando entre tanto golpear puertas sin resultado, encontramos una insólita vinería con la puerta entreabierta y un teléfono fijo viejo, y colgando de un hilo. De nada sirvió que pidiéramos y rogáramos por una llamada. La negativa era total hasta que una idea recorrió nuestra cansada neurona: le propondríamos al resistente dueño del local un canje publicitario (a todas luces falso, para nosotros, que trabajamos para una agencia de noticias) por el uso del teléfono. Contra nuestro propio pronóstico, la fórmula resultó y así fue que nuestro interlocutor llamó a su familia para que contemplara, orgullosa, nuestra difusión de la vinería al llamar por teléfono. Cuando del otro lado nos atendió la jefa del turno, la recordada Carmen Coiro, no nos quedó otra que decirle, ante la atenta mirada de la familia del local, que antes de comentarle lo sucedido en el cuartel, nos auspiciaba la vinería, ante la risa de nuestra compañera y la pregunta de si habíamos enloquecido, mientras, orgullosos, se codeaban y levantaban su pulgar de aprobación los comerciantes, a nuestro lado.
Una vez afuera, y creyendo que todo iba camino a la solución y cercanos a los 40 grados y hechos literalmente sopa por el calor de enero, otra vez aparecieron los nubarrones de la duda: al presidente Alfonsín se le había ocurrido la idea, nada menos, que llegar al cuartel con su helicóptero, exponiéndose a la balacera de las casas de enfrente. Los periodistas nos miramos atónitos y sólo atinamos a regresar a nuestros respectivos coches. Este cronista no recuerda ahora a quién más alojó dentro del mismo, mientras el Turco hacía lo que podía, pero la escena de pánico era digna de una película de acción, aunque se puso en juego nuestra propia vida. La idea era salir pronto de la zona, con el coche, que arrasaba con cualquier bulto que vía por el camino con tal de salir, y en medio de esta aceleración, una bala perdida dio en una de las ruedas, que también fue arrastrada con tal de salir del foco.
Cuando cerca de la tarde nos vino a reemplazar una compañera (si no me equivoco era Patricia Grimberg, de quien guardo un grato recuerdo), por fin pudimos desplazarnos al centro de Buenos Aires y nos pudimos dar cuenta de la gravedad de lo que ocurriía: al subir a la agencia, nos comentaban la cantidad de llamados de familiares y amigos queriendo saber si estábamos bien. Ya a la hora de la merienda, y por fin en nuestra casa y fuera de la hora de trabajo, venía la esperada ducha y el merecido descanso.
El 24 de enero, cuando llegamos al día siguiente ya más tranquilos, nuestro jefe, Florentino Fernández, nos decía que teníamos que volver a La Tablada……no lo podíamos creer. Fue aún peor, y hasta tuvimos que llegar a hacer cuerpo a tierra, unos sobre otros, los periodistas metidos en una casa, en la que llovían las balas en un techo de aluminio y otra sentimos que pegó en el poste que se encontraba a milímetros de nuestra presencia.
Cuando ya en nuestra casa escuchábamos la radio por la tarde y nos enterábamos que el episodio había acabado, trágicamente, respiramos hondo y por momentos, sentimos que habíamos vivido una pesadilla, o bien que la habían vivido otros y que nosotros apenas lo soñamos. Y ahora que pasaron veinte años, ni siquiera creemos que, de verdad, nosotros estuvimos allí mismo, y los dos días consecutivos.

miércoles, 19 de enero de 2022

El último viaje de Jesús


 

Cuando era pequeño, Jesús Ferro solía tener en su cuarto un mapamundi, que estudiaba de manera detallada, complementándolo con la compra del Almanaque Universal, una publicación anual que traía todos los datos políticos de cada uno de los países del planeta. Esa pasión se transformó en un inmenso deseo por viajar, algo que no sólo pudo concretar de adulto, sino que fue mucho más allá. Jesús fue un hombre libre, un viajero, con toda la amplitud del significado de esta palabra.

JF, como él se autodenominaba, así, con las siglas de sus nombres, solía hacerme en cada caminata por cualquier ciudad del mundo (preferentemente Madrid o Buenos Aires, aunque pudo ser en Goiania, Montevideo, Río de Janeiro, Seúl, Barcelona o Nüremberg) la distinción precisa entre “viajero” y “turista”: el segundo tiene pasaje de regreso, un plan concreto, una fecha estimada de ida y regreso, uno o varios objetivos. El primero parte con libertad, con pasaje abierto, con el ánimo de aventura, de que sea el destino, o el lugar, y sus características, los que lo abracen a uno o lo dejen iniciar otro camino. No hay tiempos ni condicionamientos previos”, siguiendo la idea sobre el tema del escritor Paul Bowles.

 Pero Jesús fue mucho más que un viajero que conoció alrededor de un centenar y medio de países en todos los continentes e hizo todo tipo de recorridos, como el Camino de Santiago, o haber dado La Vuelta al Mundo en ochenta días, tal como el libro de Julio Verne (que leyó con admiración), sino que tomó brillantes apuntes de cada detalle, que recordaba siempre con una memoria prodigiosa, pero también asociada a su gran poder de observación tanto de lo geográfico como de lo social.

Jesús solía decir que usó en su vida todo tipo de transportes: colectivo, ómnibus, trolley, tranvía, tren, tren bala, metro, barco, transatlántico, lancha, sulky, moto, bicicleta, autocar, coche, helicóptero. Fue trasladado a caballo o sobre un elefante. Y sacaba fotos fenomenales, que luego las ampliaba en el regreso y las mostraba con orgullo.

Si nos perdimos decenas de libros de todas sus aventuras se debe fundamentalmente a dos hechos: nunca se adaptó a los cambios cibernéticos y le costó mucho siempre conectarse desde allí, ni siquiera escribiendo en una computadora, y apenas en los últimos tiempos manejó el whatsapp y antes, aunque muy tarde, los correos electrónicos y a disgusto, unas mínimas redes sociales, que no consultaba salvo en lo imprescindible. Por otro lado, eran tantos los proyectos, tanta su imaginación, que unos duraban poco y pasaban a otros, aún más motivantes, aunque el mayor de todos lo pudo llevar a cabo y que fue su gran sueño, montar un bar temático deportivo, que terminó funcionando por un corto tiempo en la calle del Ángel, en Madrid, y en el que reunió decenas de camisetas firmadas que con distintos marcos, adornaban las orgullosas paredes del local.

Para montar ese bar temático, Jesús trajo ideas de muchos países, sacando fotos, estudiando arquitecturas, formatos, mesas, indumentaria para los camareros, fotos, hasta el menú,  aunque jamás le interesó como negocio. Para Jesús, la actividad debía servir para charlar con amigos, pasar ratos agradables, hacer sentir bien a la gente con otra de sus enormes pasiones como centro de atención, el fútbol.

Porque Jesús fue un grandísimo periodista, un titulador inigualable, algo de lo que recordábamos días pasados con un amigo en común con el que pasamos deliciosas horas en la capital española, el querido Alejandro “Comequechu” Villalba. No por nada, tuvo largas columnas en el diario deportivo “Marca” y fue fundamental en la conducción de programas en “Radio Marca” y Radio “Intercontinental” de Madrid en la década de los noventa.



Las coberturas deportivas le permitieron aunar sus dos pasiones: viajes y deportes. Estuvo en los Mundiales de España 1982, Italia 1990, Alemania 2006 y Brasil 2014, en la Copa América de Brasil 1989, en la Copa Intercontinental de su amado Boca Juniors contra el Real Madrid en Japón en 2000, en la Eurocopa de Suecia 1992, en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 y Barcelona 1992 e infinidad de acontecimientos deportivos.

Siempre pensando en el bar temático, comenzó a convertirse en un gran coleccionista de objetos firmados, lo que conseguía con profesionalismo, porque estudiaba meticulosamente, y desde días antes, al personaje que iba a abordar: por qué puerta entraría, cómo es de carácter, qué frase decirle, cuánto tiempo antes llegar al lugar, dónde guardar el objeto a ser autografiado y algo poco común que muestra un aspecto importante de su personalidad: qué darle a cambio, porque, siempre decía, “a ellos siempre se les pide pero nadie les da. Yo también pienso en darles algo”.

Pero si JF consiguió decenas de camisetas y objetos firmados, lo máximo ha sido la pelota que comenzó a autografiar con el Mundial de Italia 1990 con las principales estrellas de todos los tiempos como Alfredo Di Stréfabo, Pelé, Johan Cruyff, Franz Beckenbauer, Diego Maradona, Kopa, Eusebio, Zinedine Zidane o Lionel Messi, con la idea de regalársela a su sobrino Germán Fernández, en aquel momento un niño y hoy, un muy destacado cardiólogo que reside en Alemania.



Con el paso de los años, aquella pelota se transformó en la más valiosa del mundo. Él lo definía como único, “porque no hay en el mundo ningún otro igual y entonces no hay manera de tasarlo, y es histórico, porque reúne toda la historia del fútbol en sus gajos. Además,  tiene miles de kilómetros rodando por todo el mundo en el bolso de su dueño”. Tal como le ocurría a él con el fútbol, su relación con esa pelota era muy especial y advertía que había que tratarla con cariño “como una madre a su hijo, o como un novio a su amada”.



El bar temático fue, de innumerables, su gran proyecto. No se conformó siquiera con haber puesto un local pequeño en la Calle del Ángel. En la zona céntrica de Noviciado, en Madrid, que era su zona, donde realizaba cada día un circuito de caminata desde avanzada la tarde hasta el regreso muy tarde en las madrugadas, cuando no le quedaba más remedio que irse a dormir, alrededor de las siete de la mañana,. Luego de saludar infinidad de amigos y vecinos, siempre sin tiempos que lo condicionaran.

Pero mucho antes que todo ello, primero JF estudió de joven en el Círculo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires mientras se mantenía como empleado en una casa de indumentaria masculina, y al egresar en 1977 se vinculó enseguida con el equipo periodístico de coberturas automovilísticas “Campeones”, que lideraba Carlos Legnani. Sus padrinos fueron nada menos que Luis Elías Sojit y Bernardino Veiga y en una oportunidad, cuando Sojit le consiguió a Juan Manuel Fangio un álbum de fotos en blanco y negro de sus primeros tiempos como piloto, el “Quíntuple” se recostó para ordenarlas en el enviado del periodista, que no era otro que Ferro, con quien estrechó tanto su amistad que terminó convirtiéndolo en su ahijado.

Los vínculos en la Fórmula Uno lo fueron llevando am residir en el exterior. Primero, tres años en Brasil, donde alternó con distintos oficios (entre otros, la peluquería), luego otros tres en los Estados Unidos, hasta recalar en Madrid, donde se quedó por más de tres décadas e hizo grandes amistades con su marca tan particular y son enorme don de gentes.

Aún en las coberturas más importantes, siempre preponderó su espíritu libre, de lo que quien esto escribe fue amplio testigo, como cuando en el lanzamiento del Mundial de Francia 1998 durante el de Italia 1990 en un lujoso hotel en Roma, los periodistas recibimos de regalo una pelota número tres y Jesús la quitó de la bolsa, la hizo picar en la alfombra y se lanzó a recorrerla con sus zapatos aún vestido de traje, para ser seguido por más de un centenar de colegas de todo el mundo, en un partidito improvisado. El show finalizó a la salida en el bus, cuando imitó a Bernardino Veiga relatando un gol imaginario de su amado Boca Juniors, con una potente “ooooo” larga, que motivó el aplauso general desde todas las butacas, chofer incluido.

Es que JF era una suma de posibilidades: un sorprendente análisis de un jugador, un increíble recuerdo de un partido jugado hace seis décadas, una frase dicha por alguien del fútbol, la música o la política, un título perfecto para un artículo, un apunte brillante (siempre con birome y papel, jamás con la PC) sobre algún viaje por el mundo, un esbozo de una nueva idea de libro o de programa radial. Siempre en movimiento. Lo suyo no era la quietud, tampoco la dependencia o la opinión como iba la corriente.

Este periodista atesorará por siempre las horas y horas de muy placenteras conversaciones sobre periodismo, política, fútbol, historia, literatura o cine, o las caminatas por el circuito madrileño, antes o después de su trabajo como maitre en el restaurante uruguayo “La Carreta” en Callao, a donde concurrían las principales estrellas deportivas o del espectáculo, y que iban especialmente porque Jesús estaba allí, porque sabían que les conseguiría la mejor mesa, porque velaría por su comodidad, por el mejor plato, porque les alegraría la noche con su simpatía, conversación  o sus recuerdos y anécdotas.

Este artículo podría extenderse hasta convertirse en ríos de letras pero podría sintetizarse en que Jesús fue un gran amigo, una joya de esas que no se consiguen con facilidad. Allá por 2005, viviendo quien esto escribe en el barrio de Prosperidad, en Madrid, y sin salir de una larga gripe, tuvo una conversación con JF en el que le comentaba la dificultad para salir a comprar un remedio recetado por el médico. Del otro lado de la línea, JF comenzó a preguntar con insistencia por el nombre del medicamento. Cansado, el interlocutor dejó unos segundos el teléfono para ir a buscar la receta y darle el nombre exacto, para que se quitara la duda y poder pasar a otro de los tantos temas que siempre tenían en común hasta que la comunicación finalizó. Una hora más tarde, sonó el portero de la casa de la avenida López de Hoyos y Cartagena aunque no esperaba a nadie. Al abrir la puerta del departamento, apareció Jesús Ferro, con su estampa de siempre, a pasos acelerados, dejó el remedio en la mesa y volvió a partir, raudamente. Había viajado casi una hora en el metro sólo para traerle al amigo lo que necesitaba. “No puedo hablar porque estoy apurado y tengo que volver al centro. Mañana hablamos. Chau”.

Algo tan sencillo como eso, no se puede olvidar, como las charlas y tantas anécdotas, como aquel interminable viaje en coche entre Río de Janeiro y Belo Horizonte durante el Mundial 2014, cuando se quedó despierto, noctámbulo como era, para darle charla de horas al conductor, el gran periodista rosarino Claudio Giglioni, para que no se durmiera al volante. O cuando junto a Fabián Galdi, otro notable colega, visitamos juntos los tribunales de Nüremberg, durante Alemania 2006, o en aquellas caminatas por Goiania durante la Copa América 1989, o en las mesas de la confitería “La Ópera” de Callao y Corrientes, donde todos los mozos lo conocían y trataban, generosísimo con las propinas.



En 2005 también se dio el lujo de estar presente en el festejo del Centenario de Boca en la Bombonera, cuando se acercó para ser testigo del acontecimiento desde cerca, aunque desde la calle, pero gracias a sus amistades, fue reconocido por un antiguo amigo, en ese entonces dirigente del club, quien no sólo permitió su ingreso al estadio sino que terminó accediendo al césped, junto a Diego Maradona, entre los flashes y las ovaciones.

Jesús fue el gran coleccionista de diarios y revistas con artículos de valor, el imitador perfecto de Mick Jagger (al punto de generar voluntarios escándalos para reírnos un rato cuando balbuceaba alguna canción y se ponía anteojos oscuros en cualquier bar de Madrid, o cuando fue contratado para reemplazar al verdadero Keith Richards en “Crónicas Marcianas”, por Tele 5 de Madrid, uno de los programas más populares de la historia), que fue seguido por dos millones de televidentes, o cuando formó parte de la agencia de parecidos de famosos británica “Look a Likes” por el mismo motivo.

JF fue todo eso y mucho más en sus riquísimos 68 años de vida. Con el ancla en su familia en Lomas de Zamora, con todo lo que enseñó y dio, fue mucho más aún la suma que las partes y fue, más que todo, un gran amigo que emprendió su último viaje, por alguna galaxia interesante, de la que seguro estará tratando de fotografiar y tomar apuntes con su eterna birome y su cuaderno. Espero encontrarlo en un futuro en algún bar, donde quiera que sea.

 

 

 


viernes, 14 de enero de 2022

Fútbol y apocalipsis (Un cuento de Marcelo Wío)


 

-Bueeeenastaaaaardes Argentina. Nos convoca alrededor de Radio Plus otra tarde de fútbol. En Buenos Aires todo se ha confabulado para que esta sea una tarde óptima para la práctica del balón pie. Adelante Córdoba.

-Buenas tardes Macario, buenas tardes audiencia de Radio Plus. Aquí también la atmósfera ha obedecido a los caprichos del dios esférico. Todo está listo para que Talleres enfrente a San Lorenzo.

-Gracias, Braulio Tardetti. Adelante Rosario.

-Buenas tardes Macario, buenas tardes Argentina. Un día profetizado por los dioses de todas las culturas para la ceremonia infalible del fútbol. Central recibe a Estudiantes de La Plata. La homilía comienza a las 15.30.

-Gracias Franco Martino. Adelante Lucrecio Paniagua desde la ciudad de las diagonales.

-Buenas tardes país, buenas tardes Macario, decano de locutores. En La Plata, también las condiciones climáticas son inmejorables, como también lo está el césped impecable del estadio de Gimnasia y Esgrima, que aguarda al local y River Plate para que oficien el misterio de la santísima esferidad.

-Muy amable, querido Paniagua. Ya iremos visitando el resto de los estadios de esta capital federal donde se disputará el resto de la jornada. Nosotros nos encontramos en cancha de Independiente para relatar el encuentro que medirá al local, y puntero, con su eterno rival, Racing Club de Avellaneda. Las tribunas ya están prácticamente llenas cuando aún faltan casi dos horas para el inicio del partido que podría coronar a los locales como campeones. A mi lado, con los comentarios, me acompaña Prudencio Sabatino. Buenas tardes, maestro.

-Buenas tardes, querido y benévolo Macario, buenas tardes apreciada audiencia. Un partido de esos que el fútbol regala de tanto en tanto, sabiendo que el exceso conduce a la saciedad, al hastío, a la búsqueda de otras satisfacciones. Y digo esto porque, si bien, como señalaba Macario, Independiente, ganando, se asegura el campeonato; una victoria de Racing lo podría a tiro de campeonato a falta de dos fechas.

-Lo interrumpo, Sabatino, es tiempo de la publicidad que hace posible esta transmisión y de un flash informativo. Porque hoy, como ayer, y como mañana, seguros Caudales cuida de usted y los suyos; Seguros Caudales, la tranquilidad de saberse cuidado…. Vino para quedarse y se quedó, Vino Reserva, el vino que hizo grande a San Juan…

-Estudios Centrales. Flaaaaash informativo. Varias agencias de noticias hablan de un suceso en Israel que está muy poco claro. Alrededor de las 5.38 de la mañana hora local, se comenzó a escuchar el rugir de trompetas en la zona centro norte de Israel. A su vez, varios testigos declararon haber visto a extraños jinetes dirigirse a la zona, no identificables con fuerzas israelíes ni facciones palestinas. “No parecían de la región”, declaró Mendel B., panadero de Ramot Menashe, que divisó a dos cuando se dirigía a su local en Zikhron Ya'aqov. “Iban en dirección Megiddo”, añadió con una mirada de horror. Las trompetas oídas en todo el país – incluso fueron escuchadas en el sur del Líbano y Siria, en Jordania y la zona fronteriza de Egipto – no eran el cuerno ritual que tocan los judíos en alguna de sus festividades. “Era escalofriante el sonido”, relató Amira H., vecina de Ramala, en Cisjordania. “No era de este mundo”, añadió, mientras cerraba las puertas de su casa.

-Aquí suenan las trompetas de la hinchada de Independiente que está haciendo su entrada a la tribuna, engalanada de banderas y sombrillas rojas y blancas. Si Johan Huizinga viera este ritual… ¡Mamma mía! Qué no habría escrito el gran historiador holandés. Y ahora entra el núcleo de la parcialidad racinguista. Los hombres hermanados y enfrentados en la ceremonia trágica de una misma fe. Cada cual obediente a los papeles que el azar que se pretende hereditario asigna a cada cual en esta tragedia y comedia que nada tiene que envidiar a los mitos olímpicos, ayurvédicos y demás…

-Querido Macario, el envión le ha colado una involuntaria inexactitud. Ayurveda es un tipo de medicina naturista o algo por el estilo.

-Gracias, decano Sabatino. Decía, entonces, que este culto del que somos afortunados espectadores y propaladores, está a la altura de cualquiera de esas edificaciones espirituales, de sus significados más profundos, de aquello que sublima, y de lo que transforma, desactiva, en inofensivo símbolo.

-Empezó el encuentro en Córdoba.

-Gracias, Tardetti, manténganos al tanto de los avatares de ese encuentro.

-Flaaaaash de noticias. Millones de personas se encuentran congregadas entre Nazaret y el límite norte de Cisjordania con Israel. Según el Ministerio del Interior del estado hebreo, las personas no tienen ciudadanía israelí y no se explican cuándo ni por dónde entraron. La Autoridad Palestina ha emitido un comunicado diciendo que no tienen ninguna responsabilidad en el suceso. Fuentes cercanas a la inteligencia israelí han comentado que hay sospechas de que pueda tratarse de una violación masiva y coordinada de sus fronteras, y que detrás de la misma podrían hallarse el grupo terrorista libanés Hizbulá y el gobierno sirio. Extraoficialmente, ambos han desmentido esta información. El corresponsal de la revista alemana “Der Spigel” asegura haber visto, en el centro de la aglomeración, a alguien rompiendo un sello, luego de lo cual, una animadversión pareció esparcirse a través de la muchedumbre. “Me recuerda a esas aglomeraciones militares multitudinarias de la Edad Media, el instante antes del brutal encuentro, de la atroz carnicería, de esas fuerzas”, relató a la radio bávara; y añadió “que es muy difícil comprender qué está sucediendo; porque, además de lo masivo del hecho, hay algo que impide que uno se acerque, como una cobardía impuesta desde fuera; no encuentro mejor manera de explicarlo”.

-Cuánto nos quejamos por aquí de nuestra realidad política. Pero piense en qué no darían esos pueblos azotados por cruentos enfrentamientos por vivir la transmutación de aquellos brutales desencuentros en esta civilizada forma de ser distintos.

-Sabias palabras Sabatino. Aunque, seamos sinceros, a veces los muchachos…

-Excesos propios del libre albedrío, mi querido Macario. Por cierto, el planteo de Independiente está dejando mucho que desear. Desconocido hasta el momento. Como si a en la hora señalada, claudicaran las convicciones que lo condujeron justamente hasta ella.

-Lo hemos visto a menudo. El temor cómplice de la traición de los propios valores futbolísticos. Acaso no están aún muy firmes… Como sea, lleva el balón Garnero, buscando la descarga en un compañero que no se muestra; ahí lo hace Diego Cagna, que levanta la cabeza y vive en propia piel la deserción que hasta recién experimentaba Garnero…

-Lubricantes Lavallol, lubricante para su automotor… Credicorp, la manera inteligente de comprar, con Credicorp, la tarjeta que cuida de su presupuesto.

-Goooool de Central. El jinete Da Silva, después de una solitaria cabalgada.

-Veo que está escuchando los flashes informativos, Franco… ¿Está aburrido el partido?

-Jajaja, un poco. Pero yo siempre escucho todo el contenido de la transmisión de Radio Plus.

-La mejor cobertura de la Argentina, querido Franco.

-Sin duda. Mire el equipo que tiene Radio Plus.

-Casciniiiiiiii… Haciendo justicia a lo que estaba sucediendo en el campo de juego, la tiró muy lejos del poste derecho.

-Lo más cerca que estuvo Independiente del gol fue producto de un error de un correctísimo Racing.

-Vino para quedarse y se quedó, Vino Reserva, el vino que hizo grande a San Juan

-Así es, Sabatino. Ojo, que viene la respuesta de Racing… Pompei para Michelini que descarga rápido para Capria, Racing toca y toca en un medio campo que el rojo ha abandonado increíblemente, largo pelotazo para…

- Flaaaash…

- Ahora, no, Velázquez, que recibe el Piojo y hay campo libre.

-Flaaash informativo. La agencia Reuters informa que se ha producido los primeros enfrentamientos. Han sonado las alarmas en todo el territorio israelí y los ejércitos de los países limítrofes han están en alerta máxima. El Pentágono ha anunciado que se encuentra en Defcon 3. Según satélites europeos, hay movimientos en los silos nucleares rusos.

-Por el amor de dios, no pueden interrumpir cada dos por tres con un flash la fiesta del fútbol argentino. Hoy, aquí, esto es lo más importante. Después de todo, en aquella región siempre están en uno u otro enfrentamiento.

-Coincido con usted, Macario. No puedo entender estas constantes interrupciones que me recuerdan a la bromita, por demás evidente, de Orson Wells.

-Mientras se emitía el flash San Lorenzo marcó lo que, me atrevo a decir, es el gol más bonito del campeonato.

- Gracias Braulio. Fíjese usted, nos perdimos por el flash bendito el instante de ese gol. No hay derecho.

-Les añado una nota de color, Macario y Sabatino, la hinchada de San Lorenzo está estrenando una canción de lo más pegadiza.

-A ver si puede subir el sonido ambiente, Braulio…

-Flaaaash…

-No te puedo creer…

-… Informativo. El corresponsal de Radio Plus en Israel ya se encuentra en la zona. Adelante Mauricio Grass. Buenas tardes, Argentina. Está poco claro lo que está sucediendo aquí. Las autoridades no han emitido ningún comunicado, así como tampoco lo ha hecho ninguna organización. Por lo pronto, se ha sabido que en medio de la muchedumbre alguien - ¿uno de los organizadores? – ha roto un sello (al menos es lo que parece), a lo que siguió un terremoto leve. El sol ha sido ocultado por unas nubes de un negro que no había visito ni en la peor tormenta de verano pampeana. Se habla, entre los corresponsales, de enfrentamientos en regiones del tumulto de personas, donde, por cierto, hay gentes de todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Volveremos con más información en breve.

-Por favor, déjese de brevedades para volver para decir cuestiones que parecen fabulitas viejas. Pura moralina, le veo a este asunto, Sabatino.

-Y me parece que su vista está bárbara, Marcario.

-Como se está poniendo el partido aquí en Avellaneda, donde el rojo empieza a ser el de siempre.

-Caaaancha de Ferro.

-Adelante, ¿qué novedades entre Argentinos Juniors y Vélez?

-Ninguna, quería probar la comunicación, y además me estaba aburriendo terriblemente.

-Aguante, Rosales; y no se queje, a ver si lo mandamos a cubrir el apocalipsis… jajajaja.

-Eso se lo dejo al ínclito Grass.

-Lo corto que aquí la lleva Pompei, la defensa de Independiente está descolocada, pican el piojo López y el Chelo Delgado; Pompei descarga a la derecha para Capria y se incorpora por el centro; si acá no viene el gol de Racing, dejo de llamarme Macario y me dedico a la horticultura en el sur; Capria por derecha, abre un sello y se le despejan las dificultades a Racing, dejándolo sólo a Delgadooooooooooollllll, con tres dedos, al otro palo, Delgado dice, afirma, postula, sentencia que Racing le está ganando a Independiente por uno a cero.

-En Córdoba se ha oscurecido todo.

-¿Tan malo el partido, Tardetti?

-No, no. Bueno, es decir, el partido no era gran cosa. Me refiero a que de pronto, se hizo de noche.

-¿Tormenta?

-No, nada de eso. Es como si el sol hubiese desaparecido; como si se hubiese apagado.

-Tardetti, mientras se trabaja no se bebe.

-Se lo digo en serio, Sabatino. Es algo rarísimo. Han encendido la iluminación del estado, pero los equipos juegan como si a cada miembro alguien lo apuntara con una pistola, Y en las tribunas, llenas, por lo demás, no se escucha ni un suspiro. Muy raro.

- Aquí en Rosario acaba de oscurecerse la ciudad. Recién están encendiendo la iluminación del estadio.

-¿Esto es una joda? ¿A qué fecha estamos? ¿Es el día de los santos inocentes o qué?

-Nada de eso, Macario, le digo que de pronto se hizo de noche. Una noche absoluta, inverosímil: sin resquicios, sin estrellas.

-Déjese de poesías, Martino. Por lo demás, ¿cuándo ha visto usted o nadie una estrella en la ciudad?

-Flaaaaashinformati…

-¿Pero esto es una confabulación o qué es? Si relaté un minuto de partido, exagero…

-Dicen que se ha roto el séptimo sello. Aún no se sabe si es algo metafórico o no, pero la cuestión es que todo se quedó en silencio. Una ausencia absoluta de sonidos, como si algo los succionara perfectamente. Y luego de un rato, hubo truenos y relámpagos como nunca había visto; y las voces de la multitud sonaron en un alarido terrible que se continuó en un terremoto…

-Cómo rompen con el temita del terremoto; ¿no le parece, Sabatino?

-La verdad es que, sea broma o desmesurado ejercicio de la realidad, el asunto carece de originalidad.

-Volvamos a Avellaneda, a lo que nos interesa, al partido del que está pendiente todo el país. Diego Caña empieza a ordenar el caos de eventos en que se había convertido Independiente, a vincularlos coherentemente entre sí. Para ello toca con Granero que pausa, mira, espera que el equipo de acompase con el metrónomo de la tradición futbolística del rojo. Cascini se asocia con Granero, abren una sucursal de control y tranquilidad en el medio campo, a la que se une Cagna. Ahora Independiente hila el telar de la inevitabilidad que tiene forma de gol y de campeonato.

- FlaaaaashhInformativ…

-No, lo siento, me dejan de joder. No me vengan con sucesos que están pasando en la otra punta de la circunstancia, justo cuando Independiente vuelve a ser Independiente, cuando aquí también hay temblores, pero en las tribunas que alientan como si no hubiera mañana, como si en el campo de juego se definiera la suerte de la humanidad. No, señor, ya está bien de escuchar de noches y truenos como si eso fuese una extrañeza digna de mención…

-Suena como un trueno artificial. Aseguran, quienes están más cerca del centro de la muchedumbre, que es una trompeta. Comienza a caer granizo y algo rojizo que, bien podría ser sangre. El granizo es caliente como ese hielo seco que ponen en las heladerías en los envases de los helados para llevar. Al entrar en contacto con el pasto y los árboles, los reseca como si los hubiese quemado. Volveremos en breve con más información.

-Hoy, como ayer, y como mañana, seguros Caudales cuida de usted y los suyos; Seguros Caudales, la tranquilidad de saberse cuidado

-Aquí en Córdoba sucede lo mismo…

-En Rosario también…

-En La Plata…

-Aquí en Avellaneda se define el campeonato, caballeros. E Independiente se acerca cada vez más al arco rival, como si el destino lo empujara y, a su vez, doblegara a las voluntades racinguistas.

-Flaaaaasshhhh

-Y dale que te pego.

-Informativo… La policía israelí ah informado de numerosas muertes. Lo mismo han hecho ministerios y fuerzas armadas de los países vecinos. No dan cuenta de ningún evento bélico; sencillamente, la gente allí donde se encontraba. Es muy pronto para realizar un cálculo de la cantidad de fallecidos. Volveremos con más información.

-¡En Córdoba más de la mitad de los espectadores se han desplomado!

-En Rosario también… Esto es… cayendo en un lugar común, dantesco…

-Rambeeeertgoooooooooool, gooooooooooooool de Independiente…

-Independiente iba e iba con la paciencia del que sabe que el gol llegará porque ha calculado las jugadas y sus desenlaces posibles, y ha elegido la apropiada.

-Lubricantes Lavallol, lubricante para su automotor…

-Flaaaaaaash Informativo. Luego de un sonido atroz, parecido al que anteriormente calificaron como proveniente de una trompeta, ha caído lo que, a primera vista parecía algún tipo de dispositivo explosivo masivo. Algunas colegas afirman que era un meteorito o algo por el estilo. La onda expansiva la pudimos sentir a kilómetros de distancia del impacto: como un golpe que nos vació de aire.

-Han encendido las luces del estadio Macario.

-Me he dado cuenta. Bueno, ya es hora, ¿no?

-No, es muy pronto. No son ni las seis aún.

-Vendrá tormenta.

-Sera eso.

-O es la tormenta que se le viene encima a Racing, porque Independiente ataca por enésima vez, implacable.

-Así, no construye jugadas, sino eventos inapelables.

-Flaaaaash Informativo. Un humo intenso oscureció el sol. A lo que hay que sumar una nube de langostas que parecen drones medianos.

-Ah, no.¿No era que el sol se había apagado u oscurecido ya? ¿Y no es de noche por allí?...Estoy podrido, Sabatino. Esto es sencillamente arruinar la fiesta del fútbol nacional. Porque acá se está decidiendo el campeonato nacional de fútbol y estos vienen con metaforitas hiperbólicas que, seguramente, tienen una explicación más sencilla: ose escapó algún gas que tienen a todo imbéciles e imitando a Orson viejo y peludo, o hay alguna superproducción cinematográfica sobre una historia bíblica, y todos estos corresponsales se comieron el amague como ahora se lo come Úbeda… Y se viene sólo Rambert, otra vez, le va a pegaaaarrrrr, la cede para el palomo Usuriagaaaaaaaaoooooool, goooooooooolllll del campeón del fútbol argentino.

-Credicorp, la manera inteligente de comprar, con Credicorp, la tarjeta que cuida de su presupuesto.

-Flaaaaash informativo. La séptima, si no he perdido la cuenta. Difícil diferenciar trompetas, truenos, gritos, golpes de granizos y movimientos de tierra. Un portavoz de los que rompen los sellos y tocan las trompetas ha anunciado que “Ya no habrá más tiempo”.

-Pues que le digan que aquí aún queda tiempo de encuentro. Y eso lo que importa, porque estamos viendo un partido que es una clase de balompié.

-Flaaaaaash…

-Es un sin parar, Macario.

-Veo que usted también está podrido, Sabatino.

-Esto cansa al más pintado.

-Otra trompeta… Hay relámpagos, voces, truenos, un terremoto y una gran granizada….

-Otra vez con lo mismo, dejame de embromar. ¿No hay otro repertorio?

-Macario, el cielo tiene un color como de…

-Atardecer, Sabatino, atardecer. Garneroooooooo. El tiro pasa cerca del poste derecho. Ya casi está. En  nada empieza la fiesta contenida en las tribunas…

-Macario. Eso no es atardecer… Y las tribunas no están contenidas… La gente está, tendida… caída…

-No se preocupe, Sabatino. Que sea lo que dios quiera, el partido está de lo más entretenido.

-Aquí en Ferro se terminó el martirio. El cielo está oscuro y comenzó a granizar tupido.

-Ya tiene su diversión, Rosales. Todo un apocalipsis.

-Teeeeerminó el encuentro. Independiente caaaaaaampeoooooón del fútbol argentino. Ahora sí, que se consumen las mitologías, los oráculos, las profecías y lo que quieran. Eso, sí, dejen después todo prolijito para la vuelta del fútbol en marzo.