martes, 29 de mayo de 2007

Jugar por algo

Cuando se acercan las últimas fechas del torneo argentino, como seguramente sucede en muchos lugares (en España se habla decididamente de los maletines que van y vienen), en este mundo que vivimos son invariables las referencias a partidos arreglados, a equipos sin motivación, y ya lentamente de los diez partidos que componen la grilla de cada fecha, los que interesan parecen reducirse a cinco o seis, porque comienzan a aparecer equipos que no juegan por salir campeones, ni pueden descender, ni pueden ir a un repeechaje, ni aspiran a jugar ninguna copa internacional.
Justamente esos pocos equipos son "carne de cañón" de los posibles arreglos por una supuesta "falta de motivación" a todas luces entendible sólo en estos tiempos de escasísima credibilidad y de partir de una base de inmoralidad general para juzgar a quien sea. Consecuencia de los noventa y el menemismo que supimos conseguir (y que, cabe recordar, una muy buena parte de la sociedad argentina votó no una vez ni dos, sino tres veces, porque también en la tercera se impuso en la primera vuelta electoral).
Pero si partiéramos de cierto análisis normal, de una sociedad en cierta normalidad, en la que al menos las instituciones funcionaran y la credibilidad tuviera un mínimo sustento, en verdad todos los equipos juegan por algo. No es cierto que haya siquiera uno que no juegue por nada.
Si vamos a lo estrictamente reglamentario, mientras exista el sistema de promedios para no descender (los equipos no pelean el descenso, sino que pelean por no descender, sería bueno que más de un cronista lo recordara), siempre hay algo en juego, al menos para los que se encuentran de la mitad de la tabla para abajo. Pero además, y ya en términos morales, si se quiere, también siempre hay algo por lo que jugar, porque cada jugador es profesional, cobra por jugar, y hasta cobra premios por puntos ganados y por ganar, y porque hay gente que paga para ver un espectáculo que no puede incluir en sí mismo un fraude. Ser jugador profesional, aceptar una paga por jugar y vestir una determinada camiseta, requiere de un respeto. Por el público, por el adversario, y por el club mismo al que representa. Es una verdad de Perogrullo, y sin embargo, nos vemos en la obligación de recordarlo en tiempos en los que se duda de todo.
Y esto va a colación de lo sucedido en la fecha pasada, en la que Newells Old Boys, ya sin chances para pelear arriba o para caer abajo, fue a La Plata y realizó un dignísimo papel ante un Estudiantes que en todo el año ha perdido escasos puntos aunque no pueda decirse de un extrañamente apático Racing Club ante San Lorenzo, justo a la fecha siguiente de un gran esfuerzo de sus jugadores ante su clásico rival, Independiente.
En estos tiempos de maletines, y de jugadores que abiertamente no sólo aceptan la incentivación (dinero de un tercero para salir a ganar) sino que cuando no llega, reclaman por él dando a entender que si no, no habrá esfuerzo, conviene recordar que tanto el soborno como la mismísima incentivación están penados por la AFA, y que la incentivación representa un fraude porque al colocar el dinero un tercero, siempre es para perjudicar a alguien, cuando los premios los debe pagar el club al que el jugador representa, pero además, y aquí viene lo más duro desde lo moral, el que un tercero pague para salir a ganar es el reconocimiento implícito de que ese tercero no cree en quien recibirá su dinero, porque piensa que si no se lo paga, aquel no se esforzará por sí mismo y por consecuencia, necesita reforzar ese aliciente. Es decir, duda de su honor. Mientras que quien recibe ese dinero, está implicitamente aceptando su deshonor, al aceptar que no iba a esforzarse igual sin recibirlo, o al menos, acepta que quien le paga dude de su honor, y además, con la deshonra de hacerlo público al punto de reclamar esa paga.
Ya lo decía Sor Juana Inés de la Cruz cuando hace ya muchos años hablaba de corrupción, al preguntarse qíen es más respobsable, "si el que peca por la paga, o el que paga por pecar". En la Argentina del siglo XXI, esta pregunta se la formulan demasiado pocos, parece...

jueves, 24 de mayo de 2007

Milan, campeon por coherencia (Columna en Yahoo)

Milan, el triunfo de la coherencia y la defensa del buen juego

Por Sergio Levinsky


El Milan no sólo ha ganado su séptima Copa de Europa en Atenas, sino que ha logrado algo sumamente difícil, que es tomarse revancha tan pronto de su vencedor de dos años atrás en Estambul, el Liverpool, y colocándose definitivamente en la lucha cabeza a cabeza con el Real Madrid por la supremacía histórica del viejo continente, sino que ha podido revertir una temporada complicadísima, que incluso comenzó con chances de encontrarlo en segunda división, luego del affaire del “Moggi-gate”.

En la conferencia de prensa posterior al partido, un muy tranquilo (acaso muy acostumbrado a los éxitos antes como jugador y ahora como entrenador) Carlo Ancelotti recordaba este asunto de vital importancia a la hora de encontrar un razonamiento al éxito final, que incluso logra tapar la liga que por fin ganó el Inter en el césped en el calcio.

“Carletto” recordaba que para noviembre pasado, y con un Milan que apenas si había podido lograr no recalar en segunda división, pero que arrancó con un importante descuento de puntos, todo era incertidumbre. La máxima ambición parecía ser la de llegar a clasificarse entre los cuatro primeros para la próxima Champions, siempre y cuando no se complicara el arranque mismo del torneo italiano, y hubiera que pelear para no descender. “El ir levantando eso, fue el detonador para pensar en cosas mayores, para demostrar que somos el poderoso Milan”.

Eso, y la facilidad insólitamente dada por un club “enemigo” como el Real Madrid, para que se fichara a una superestrella como Ronaldo en el invierno por una módica suma (si bien el brasileño estaba impedido de jugar Champions por haberlo hecho vestido de blanco) fue motivando al plantel de tal modo, que rapidamente se colocó en la zona Champions en la liga (finalizará entre los cuatro primeros), y fue dándose cuenta en la Champions que el camino estaba expedito para la finalísima y que encima de todo eso, el rival sería nada menos que su vencedor de 2005. ¿Qué mejor motivación podía tener?

Pero hay que detenerse en aspectos que también hacen a lo intrínseco del Milan, sin tomar solamente el contexto de esta temporada o la motivación de la rivalidad con el Liverpool. Los rojinegros vienen teniendo una coherencia destacable en cuanto a cómo encarar el fútbol. Así como en la política Silvio Berlusconi fue siempre un más que discutible premier italiano, y hasta con causas judiciales importantes, no puede negarse su excelente gusto por el buen fútbol y es así que siempre apostó por jugadores de “buen pie” y trato prolijo de la pelota. Son conocidas sus polémicas con el propio Ancelotti cuando incluso en 2003, aún habiendo ganado aquella Champions, el dirigente discutió acidamente con el entrenador porque sólo colocaba un atacante y hasta se propuso armarle el equipo con la consigna de que debe haber “por lo menos dos” delanteros en un conjunto de la prosapia del lombardo.

El Milan es, sin dudas, el menos italiano de los equipos de su país. Aún siendo acaso junto con la Juventus y con el Inter, uno de los tres equipos más representativos, es innegable que su juego no es el tradicional de marca y contragolpe en todo momento, sino que a veces se adecúa a las circunstancias, pero siempre ha tenido en sus filas jugadores de excepcional nivel técnico, como ahora defensores de la talla de Paolo Maldini (cinco veces campeón de Europa y uno de los mejores defensores de la historia del fútbol mundial), o Alessandro Nesta (según Pelé, el mejor defensor mundial de la actualidad), sino volantes creativos como el holandés Clarence Seedorf (tres veces campeón de Europa con tres equipos distintos), o Andrea Pirlo (recientemente campeón mundial, junto a su compañero del medio, aunque de marca, Genaro Gattusso), un mediapunta de altísimo nivel, acaso el mejor jugador de la actualidad, el brasileño Kaká, y delanteros implacables como Filippo Inzaghi o Alberto Gilardino.

Pero no es de ahora sino que desde finales de los años ochenta, cuando el dúo Berluconi-Adriano Galliani decidió el fichaje de Arrigo Sacchi como entrenador y la llegada de los tres holandeses Rikjaard, Gullit y Van Basten, sumados a los Ancelotti, Donadoni, Virdis, Maldini o Evani y el respaldo de Franco Baresi, el Milan fue generando un imperio que pudo continuar con Fabio Capello, hasta ya promediar los noventa, y hoy mismo mantiene aquella idea: se puede defender, se puede ser rígido a la hora de conservar un resultado, pero esto es fútbol, no hay que olvidarlo, y es, ante todo, un espectáculo en el que ganar es lo principal, pero de ninguna manera lo único.

También es bueno recordar algo que la crítica de algunos países (en especial España o Inglaterra) olvida cuando recae duramente sobre el fútbol italiano: una cosa es “jugar feo” y otra cosa distinta es “jugar mal”. Justamente no es el caso del Milan esto de “jugar feo” pero aún cuando en la historia del fútbol hay muchos equipos italianos ganadores con un fútbol defensivo, a veces hasta la exasperación, esto no significa que la estrategia no haya sido la adecuada para conseguir un objetivo, ni implica que aquellos jugadores que la llevan a cabo, son técnicamente poco dotados.

Al contrario. Podría decirse que por conocer sus propias capacidades, muchas veces el fútbol italiano ha resuelto con facilidad compromisos complicadísimos. Sin ir más lejos, en la pasada final del Mundial, muchos olvidaron que el equipo italiano llegaba de jugar un partido mucho más complicado de semifinal que su adversario francés. Aún así, cuando Zidane concretó el penal e Italia tuvo que salir, no tardó demasiados minutos en empatar para luego, sí, graduar el partido. Nos preguntamos cuántos equipos en el mundo podrían haber empatado a Francia tan pronto…

El Milan, en cambio, se encuentra a mitad de camino. No especula tanto como la selección italiana, ni ataca tanto como un equipo inglés o español. Acaso sea la justa medida de estos tiempos sobre lo que debe hacerse en un campo de juego aunque claro, lo primero es lo primero, y es saber elegir bien a qué jugadores fichar, trabajar bien en la base de juveniles, e inculcar a sus integrantes una idea de identidad propia. El mejor ejemplo son los Maldini: Césare, campeón de Europa en los sesenta, y posteriormente exitoso entrenador, Paolo, quíntuple campeón de Europa en estas dos décadas, y su hijo, ahora en la cantera, a la espera de emular a su padre y su abuelo.

No por nada el Milan es el club europeo con más títulos en los últimos veinte años. Está muy lejos de ser una casualidad.

martes, 22 de mayo de 2007

¿Quién controla a los dirigentes?

Si hay un hecho fundamental que los estamentos del fútbol deberán revisar en este tiempo es el de cómo se lo dirige desde afuera, quiénes son y cómo es que toman decisiones, y en todo caso, qué requisitos honoríficos o curriculares cuentan quienes se autodenominan "dirigentes" cuando en la mayoría de los casos, a lo sumo se trata de "directivos" y esto es aplicable a todo el mundo, sin excepciones.
Si en Latinoamérica la corrupción pasa por arreglos de partidos o negocios hechos a piacere por parte de los que logran situarse en los cargos más altos, no menos cierto es que en Europa los escándalos aparecen a plena luz del día. Si tomamos el caso de lo que en su momento fue la farsa del Olympique de Marsella de los años noventa con el "socialista" Bernard Tapie a la cabeza, y su amiguito italiano, el ya fallecido también "socialista" (del pico para afuera, claro) Bettino Craxi, que se dedicaban a lavar dinero de la venta de misiles, entre otras cosas, en esta primera década del siglo, la trama pasa por un París Saint Germain (PSG) que fue tan vaciado, que en los últimos tiempos siempre peligó en posiciones cercanas al descenso y que además arrastró el basural de un violento propio muerto en una reyerta contra la policía parisina. Las maniobras del PSG y de los agentes y empresarios que se movieron a su alrededor, derivó en acciones judiciales que involucraron a varios argentinos, y también brasileños, con mentiras en el origen europeo de algunos pasaportes, o simuladas facturas para evadir impuestos.
Ni hablar de la situación de la Juventus y el moggigate, aunque hay que aceptar algo: tanto en Francia como en Italia, si bien hay fraudes impresionantes, también la Justicia existe y cuando pesca algo, castiga con todo el peso de la ley. Sin más, el West Ham, por fichar a Carlos Tévez al MSI, debió pagar (y muy contento proque pudo ser peor) nada menos que 10 millones de euros como multa por irregularidades.
Pero en Latinoamérica, pasa lo mismo que en Europa en escala de corrupción, pero ni siquiera hay Justicia, y ahí reside el mayor problema. Días pasados asistimos a un increìbe gol anulado a Martín Palermo, de Boca Juniors, en la Bombonera y a un minuto del final, cuando su equipo perdía como local 0-1 ante Libertad de Paraguay, conjunto prolijo, pero que se conoce como el club de la simpatía nada menos que del presidente perenne de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF), el también paraguayo Nicolás Leoz.
Cabe recordarse que apenas hace unos meses, un diario inglés publicó que Leoz había recibido una importantísima coima en su cuenta bancaria, que si bien fue desmentido tibiamente por el dirigente, más bien fue silenciado por el resto de sus colegas de mesa.
Si se habla de irregularidades, las de esta Copa Libertadores de América que está llegando a su final, llegan casi a colmar la medida. El caso del Caracas FC no tiene desperdicio. Cuando se "sorteó" la Copa (a esta altura, una manera de decir), nadie pensó en que los venezolanos podían molestar al tocarle un grupo inicial con River Plate, Colo Colo y Liga Universitaria de Quito. Se pensó que casi automáticamente, y en base a la experiencia, argentinos y chilenos se repartirían el grupo y pasarían de ronda. Pero el Caracas osó levantar mucho su nivel de juego, y a dos jornadas del final se colocó en un peligroso lugar de privilegio. Asi fue que en Santiago y ante Colo Colo, le dieron un vergonzoso penal sobre la hora a los locales que derivó en una lógica reacción de los jugadores perjudicados, con entrada al campo de policías incluído (a esta altura, un clásico), y una derrota tan impensada como sospechada. Pero no terminó la cosa allí. Aprovechando la volada, los dirigentes de la CSF no sólo suspendieron a cuatro (si, cuatro, leyó bien) jugadores del Caracas para el último partido ante River, en condición de local, sino que lo anunció sólo dos días antes del partido decisivo (sí, leyó bien, dos), sin tiempo para que los venezolanos pudieran preparar un plan o equipo alternativo, y más aún: decidió suspender la cancha de los venezolanos (?) y al considerar que ninguna otra del país estaba en condiciones de albergar el partido, designó como sede a la ciudad colombiana de Cúcuta. Es decir que mandaron al Caracas a jugar de local a un país con más hinchas de River que del Caracas.....y así y todo, el Caracas ganó 3-1 y pasó de todos modos de ronda, eliminando a un penoso River.
Posteriormente, en el partido de ida de cuartos de final, no permitió al club Defensor Sporting de Montevideo jugar como local en su estadio, derivándolo al Centenario, de mucha mayor capacidad pero cuando este club no tiene la cantidad de hinchas necesarios para llenar semejante coloso. ¿El motivo aparente? tiene que ver con un antecedente cercano: cuando el gobierno uruguayo actual, a cargo del doctor Tabaré Vázquez, del Frente Amplio, removió del cargo al presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Eugenio Figueredo (¡¡¡es decir que se puede!!!) en un inteligente movimiento de pinzas. Figueredo, desde ya, rapidamente fue rescatado por sus "gomías" de la CSF, llevándolo para ese organismo. Y claro, Figuedero se la tenía jurada a Defensor, uno de los participantes de la movida institucional. No sólo haciéndole gastar mucho dinero para oficiar de local en el Centenario, simno que como los dirigentes de Defensor decidieron bajar los precios de las entradas para llenar el estadio, y parte de ese dinero, donarlo a un hospital público, la CSF decidió "retener" ese dinero, al considerar que "no corresponde" usarlo para esa actividad...
Lo que nos preguntamos es hasta cuándo el fútbol mundial estará regido por unos pocos directivos que hacen lo que se les da la gana, negocian con dinero de socios e hinchas de todo el mundo, fortunas incalculables de dinero, y no aceptan contralor alguno estatal o judicial al considerarlo "una intromisión". es decir que ellos solos deciden por miles de millones de personas, sin que nadie pueda meterse en sus dominios.
Esto así no puede seguir.

S.L.

jueves, 17 de mayo de 2007

Congreso de la AFA, ¿ir o no ir?

Seguramente muchos de los que leen habitualmente este blog, podrán emitir su opinión sobre lo que crean más conveniente acerca de este tema que entra en un terreno de apreciación personal, como comprenderán. Lo hablaba el otro día con una profesional de mi mayor estima, tanto como en la humana, la licenciada Liliana Grabín, la mejor psicóloga aplicada al deporte del país y una de las mejores del continente sudamericano.
El tema es que hace ya unos cuantos días, me llegó por boletín oficial de la AFA una invitación a asistir al Congreso que realizará por primera vez la entidad oficial del fútbol argentino en Parque Norte, a fines de este mes, para "solucionar el problema de la violencia en el fútbol". La explicación oficial, que en teoría desde ya que es correcta, es la de buscar variantes para que todos los sectores opinen sobre cómo se puede solucionar este flagelo. Hasta aquí, todo perfecto. Ahora bien, la pregunta es ¿Cómo poder creer que quienes a diario, desde hace casi 30 años, han cobijado y hasta impulsado indirecta o directamente, la violencia del fútbol (que no es la misma exactamente que la violencia "en" el fútbol), ahora quieran, sinceramente, terminar con ella? y allí viene la pregunta que nos hace ya tomar parte en esto. ¿Qué hacer? ¿concurrir o no concurrir a este Congreso? le escuché decir al propio Julio Grondona, presidente de la AFA, que quienes no concurren serán los que no quieren ayudar a la solución del problema (algo así como "no se queje si no se queja", que apareció en alguna publicidad de servicios telefónicos hace un tiempo en la Argentina), que a mi modesto entender (Liliana coincide conmigo) es una forma de colocarnos a todos en la misma bolsa de desechos y que nadie quede ahora fuera del sistema. Ergo: si mañana se produce un nuevo hecho de violencia, ya uno no podría hablar porque ya formó parte de aquel Congreso, y sin embargo todo sigue igual. Pero al no concurrir, también uno está dando pàrvulo a que luego el sistema diga que "cuando convocamos, no viniste".
También conviene aclarar que no sólo no estamos para nada de acuerdo con lo que pasa alrededor de la violencia del fútbol sino que para nada contribuye a su solución (y es más, forma parte del establishment necesario para que continúe) que los que tienen voz en los medios grandes sean supuestos científicos que tienen más verso que conocimiento, y que adaptan, comercialmente, sus discursos a cada una de las oportunidades presentadas. Desde psicólogos que escriben libros impresentables (creo fervientemente en lo que me cuenta Liliana y además, lo percibo en cada nota o entrevista), hasta falsos sociólogos que han estudiado doctorados a distancia en la correspondiente Pitman (con todo el respeto que me merece la Academia), y que se dicen sociólogos cuando no han estudiado precisamente sociología (algo elemental para poder opinar como tales) y que este corrupto sistema universitario actual los cobija por amistades y rosqueos oportunistas. Los mismos que en la UBA negaron nuestro ingreso (y el de todo el grupo al que pertenecía cuando me gradué, allá por 1988), aceptaron a posteriori el de los chantas que son capaces de todo con tal de estar en los medios, tanto en una ciencia como en la otra, y que ahora ya la van de "fundacionales" y "decanos" cuando muchísimo antes que ellos, ya el gran investigador Amilcar Romero (al que plagiaron en libros enteros) había publicado sus propias teorías e investigaciones. Claro que Romero tampoco se queja como debiera, y creo que de esta forma, termina concediendo.
Sumado a todo esto, es decir, una entidad que llama a un congreso para solucionar lo que no quiere solucionar, y pseudocientíficos que opinan en los medios como grandes luminarias e intelectuales, nos enteramos de que en el partido Newells Old Boys-Boca Juniors, jugado hace escasas fechas por el actual Torneo Clausura argentino, al finalizar el mismo, el presidente del club rosarino ingresó al vestuario, amenazó e insultó al árbitro Juan Pablo Pompei, quien además, hizo constar en su informe elevado a la AFA, que esto ocurrió. Es decir que Grondona sabe perfectamente que esto fue así, pero como este hecho no fue en el entretiempo, como en el partido Gimnasia-Boca del Torneo Apertura, cuando el presidente de Gimnasia Muñoz ingresó en el vestuario de Daniel Giménez, y no tomó estado público en el acto, la AFA pudo cajonearlo y que pasara inadvertido, si bien este hecho no tiene nada distinto que el anterior, que generó tanto espacio en los medios y que motivó la licencia pedida por Muñoz, si bien cabe recordar que la AFA no lo expulsó como era de esperar.
Nuevamente, luego de relatar este hecho, de estos últimos días, casi los mismos en los que la AFA dice querer combatir la violencia convocando a todos los sectores a un congreso, me pregunto y les pregunto. ¿Sirve de algo concurrir a ese congreso y decir mi verdad? ¿o no será mejor no formar parte activa de este sistema corrupto que no quiere que cambie nada?
Más bien me inclino por lo segundo.
Aclaración necesaria: cuando hablo de Violencia "del" fútbol. estoy hablando de la violencia que genera el propio sistema del fútbol y no la situación social, que también deriva en violencia en los espectáculos deportivos. es decir, la connivencia con los dirigentes, el dinero para los viajes o los privilegios, la gente que desde la tribuna normal aplaude a los violentos, el periodismo que convive con ellos o no denuncia, y hasta los falsos psicólogos y sociólogos que abundan en loe medios y que ayudan a que luego se diga "los sociólogos no sirven para nada porque viven alejados del problema".

lunes, 7 de mayo de 2007

Alan, Adrian, Marcelo, Fernando y tantos otros.....

Otro fin de semana de furor barrabrava, y más de lo mismo. ¿Hasta cúando? sabemos todos que es una pregunta con respuesta fácil: hasta siempre, probablemente. Porque ni están dadas las condiciones morales para una solución y basicamente, porque no hay absolutamente ninguna voluntad para solucionarlo. Para que este fenómeno continúe, y preexista, hacen falta varias patas que en la Argentina se cumplen inexorablemente: que las barras bravas engan poder institucional, que sean reconocidas por la sociedad (hoy los líderes de las barras firman autógrafos o los padres sacan fotos a sus hijos con ellos, cual si fuera jugadores o artistas), que tengan relación con los poderes dirigenciales (entrando como Juan por su casa a las sedes de todos los clubes, de los que se han apoderado en mayor o menor medida), que se dediquen en forma profesional a ser violentos, que los funcionarios de turno los necesiten y utilicen para sus menesteres, que el Estado sea flaco y no tenga empleados y funcionarios dedicados a investigarlos y combatirlos, y luego, castigarlos, que el periodismo polemice sobre si fue o no offside en tyal o cual jugada mientras sigue muriendo gente alrededor de los estadios o hay miles de heridos por fin de semana en todo el país, y que los verdaderos investigadores del fenómeno tengan que emigrar porque hasta la sociología está en una situación tan inmoral que permite que los que opinan se hagan pasar por algo que no son, sin títulos oficiales y habiendo hecho un curso en la Pitman de la especialidad y por amistades en los medios consiguendecir lo elemental sin que nadie de la carrera salga a censurarlos.
Todo es válido en esta Argentina al revés, en la que como ya vaticinaba Discépolo, es lo mismo un burro que un gran profesor y lo peor es que también tenía razón al decir que "allá en el horno se vamo a encontrar" porque no falta mucho para eso.
Lo más llamativo del fin de semana que pasó no es que se hayan peleado los barras de River entre sí (algo que ya está de moda, ahora que las camaritas de seguridad pueden tomar una imagen o que hay pulmones que separan demasiado a los hinchas o que por la cercanía de las elecciones no se quiere publicitar la violencia y es preferible que los muchachos no aparezcan peleándose por un tiempo), porque es algo recontra sabido. Lo más insólito es cómo justificar que José María Aguilar haya sido reelecto luego del desquicio que es este River Plate actual, tanto fuera como dentro de la cancha. Estamos cansados de decirlo pero lo diremos una vez más: basta del verso de que el club anda "como el país" porque no es así. Ya muchas industrias argentinas quisieran vender por año en fortunas de euros (en este caso, pases de jugadores) para luego tener que vivir en pesos. Y si a ese ingreso se suman los de TV (que nadie tiene la culpa de que por querer quedar bien con el jefe acepten cobrar diez veces menos del monopolio), los de la publicidad en la camiseta y la estática, los abonos a platea, las cuotas de socios, el merchandaising, y la venta de entradas, eso de la crisis no se lo cree nadie. Y menos, que se necesiten vender jugadores por anticipado a "grupos empresarios". tampoco nadie tiene la culpa de que si se vende a Gonzalo Higuaín, el dinero vaya para los violentos. O que estos amedrenten de tal manera que no se pueda trabajar por una sencilla razón: nadie le pidió a Aguilar que fuera presidente de River. El quiso serlo y sabía que se encontraría con todo esto. Pero aceptó y desde ese día, corre con responsabilidades indelegables. Y debe responder, desde hace tiempo, a los socios e hinchas sobre este desquicio, casi otro milagro argentino.
¿Era previsible que esto pasara? si tomamos en cuenta lo que se hizo de un país tan rico (originalmente, hablamos) como la Argentina, River es una mínima parte de lo mismo, y la gente que lo administra nació en el mismo país.
Y si nadie quiere combatir la violencia, si la Policía parece ser cómplice de estos grupos, y si los jugadores insisten en que no los conocen, y si los dirigentes los siguen tapando, esto seguirá igual. Y seguirá muriendo gente, y seguirá ausentándose más gente de los estadios porque con los jugadores que siempre tuvo River, da pena ver a estos corredores del fútbol, cuando antes se jugaba a la pelota.
Es decir, que los violentos no nacen de un repollo. Pero hay que querer verlo.....
Ni más ni menos.