Otro fin de semana de furor barrabrava, y más de lo mismo. ¿Hasta cúando? sabemos todos que es una pregunta con respuesta fácil: hasta siempre, probablemente. Porque ni están dadas las condiciones morales para una solución y basicamente, porque no hay absolutamente ninguna voluntad para solucionarlo. Para que este fenómeno continúe, y preexista, hacen falta varias patas que en la Argentina se cumplen inexorablemente: que las barras bravas engan poder institucional, que sean reconocidas por la sociedad (hoy los líderes de las barras firman autógrafos o los padres sacan fotos a sus hijos con ellos, cual si fuera jugadores o artistas), que tengan relación con los poderes dirigenciales (entrando como Juan por su casa a las sedes de todos los clubes, de los que se han apoderado en mayor o menor medida), que se dediquen en forma profesional a ser violentos, que los funcionarios de turno los necesiten y utilicen para sus menesteres, que el Estado sea flaco y no tenga empleados y funcionarios dedicados a investigarlos y combatirlos, y luego, castigarlos, que el periodismo polemice sobre si fue o no offside en tyal o cual jugada mientras sigue muriendo gente alrededor de los estadios o hay miles de heridos por fin de semana en todo el país, y que los verdaderos investigadores del fenómeno tengan que emigrar porque hasta la sociología está en una situación tan inmoral que permite que los que opinan se hagan pasar por algo que no son, sin títulos oficiales y habiendo hecho un curso en la Pitman de la especialidad y por amistades en los medios consiguendecir lo elemental sin que nadie de la carrera salga a censurarlos.
Todo es válido en esta Argentina al revés, en la que como ya vaticinaba Discépolo, es lo mismo un burro que un gran profesor y lo peor es que también tenía razón al decir que "allá en el horno se vamo a encontrar" porque no falta mucho para eso.
Lo más llamativo del fin de semana que pasó no es que se hayan peleado los barras de River entre sí (algo que ya está de moda, ahora que las camaritas de seguridad pueden tomar una imagen o que hay pulmones que separan demasiado a los hinchas o que por la cercanía de las elecciones no se quiere publicitar la violencia y es preferible que los muchachos no aparezcan peleándose por un tiempo), porque es algo recontra sabido. Lo más insólito es cómo justificar que José María Aguilar haya sido reelecto luego del desquicio que es este River Plate actual, tanto fuera como dentro de la cancha. Estamos cansados de decirlo pero lo diremos una vez más: basta del verso de que el club anda "como el país" porque no es así. Ya muchas industrias argentinas quisieran vender por año en fortunas de euros (en este caso, pases de jugadores) para luego tener que vivir en pesos. Y si a ese ingreso se suman los de TV (que nadie tiene la culpa de que por querer quedar bien con el jefe acepten cobrar diez veces menos del monopolio), los de la publicidad en la camiseta y la estática, los abonos a platea, las cuotas de socios, el merchandaising, y la venta de entradas, eso de la crisis no se lo cree nadie. Y menos, que se necesiten vender jugadores por anticipado a "grupos empresarios". tampoco nadie tiene la culpa de que si se vende a Gonzalo Higuaín, el dinero vaya para los violentos. O que estos amedrenten de tal manera que no se pueda trabajar por una sencilla razón: nadie le pidió a Aguilar que fuera presidente de River. El quiso serlo y sabía que se encontraría con todo esto. Pero aceptó y desde ese día, corre con responsabilidades indelegables. Y debe responder, desde hace tiempo, a los socios e hinchas sobre este desquicio, casi otro milagro argentino.
¿Era previsible que esto pasara? si tomamos en cuenta lo que se hizo de un país tan rico (originalmente, hablamos) como la Argentina, River es una mínima parte de lo mismo, y la gente que lo administra nació en el mismo país.
Y si nadie quiere combatir la violencia, si la Policía parece ser cómplice de estos grupos, y si los jugadores insisten en que no los conocen, y si los dirigentes los siguen tapando, esto seguirá igual. Y seguirá muriendo gente, y seguirá ausentándose más gente de los estadios porque con los jugadores que siempre tuvo River, da pena ver a estos corredores del fútbol, cuando antes se jugaba a la pelota.
Es decir, que los violentos no nacen de un repollo. Pero hay que querer verlo.....
Ni más ni menos.
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