Pasó la primera fase de la Eurocopa y el nivel se presta para ser optimista, con la apreciable aparición de seleccionados que optaron por un juego ofensivo y vistoso, y en las puertas de los cuartos de final, con sus distintos estilos, los equipos de Portugal, Holanda y España aparecen como los más sólidos, pero el continente europeo bien sabe, luego de la experiencia de Grecia en 2004, que siempre hay lugar para alguna sorpresa.
Por fortuna, la primera fase de la Eurocopa nos ha mostrado sistemas tácticos variados, muy ricos para el análisis, y la demostración de que se puede jugar buen fútbol basado en dos atacantes (como España), con un juego más posicional (Holanda), o con la potencia de un delantero, apoyado con un gran mediocampo (Portugal). Todo es válido mientras sirva para construir para llegar al gol.
Portugal aparece como el equipo con mayor riqueza técnica individual, llamado a ratificar y ahondar aquella performance como local en 2004, cuando fue postergado en la final por Grecia, con un Cristiano Ronaldo ya más maduro y convertido sin dudas en el mejor jugador del mundo, y apoyado en volantes dúctiles y algo más retrasados, como Deco, Petit o la sorpresa agradable de Joao Moutinho, y una defensa cuyos integrantes juegan en los mejores equipos del continente.
Sin embargo, el mayor examen del equipo del brasileño Luiz Felipe Scolari lo tendrá en cuartos de final ante una enigmática Alemania, que si bien no termina de consolidarse en el contexto internacional, viene realizando hace ya años un buen trabajo, antes con Jurgen Klinsmann y ahora con su continuador, Joackim Low. Sin figuras descollantes como en su rico pasado, los germanos se apoyan en el intermitente (aunque creciente) talento de Ballack, y la potencia de sus delanteros Lucas Podolski y Miroslav Klose (paradójicamente ambos nacidos en Polonia), y un fútbol dinámico, que le permitió pasar como segundo detrás de Croacia.
Los croatas juegan, acaso el fútbol más sudamericano de los europeos y han dado otra vez la campanada de manos del joven entrenador Slaven Bilis, quien ha basado el andamiaje de su equipo en el juego más técnico de Lucas Modirc o de Niko Kranjcar, aunque deberá sortear ahora a un seleccionado turco que se va pareciendo mucho a lo que fue Grecia en 2004, y aún con mayor potencial.
Turquía, de la mano del experimentado Fatih Terim- quien llegó a dirigir al Milan-, parece ahora dispuesta a revertir cualquier resultado en contra, luego de las épicas remontadas contra Suiza primero, y contra los checos después, ésta última ya con un jugador menos y dos goles abajo a poco del final. Se trata de equipos que crecen tanto anímicamente que luego no tienen límites en su crecida, y que contra Croacia aparece como el partido más parejo e impredecible de todos por la paridad existente, aún con distintos estilos.
España, si bien ha convencido en su juego de toque y posesión de pelota, y con la gran aparición de David Villa como gran goleador, apoyado en el crecimiento internacional de Fernando Torres y de un mediocampo de gran riqueza, especialmente por Xavi e Iniesta, deberá sortear en cuartos de final la sombra de su pasado reciente, cuando siempre aparece como candidato, arrasa en la primera parte de los torneos, pero cuando llegan los fatídicos cuartos de final, detiene su andar, especialmente cuando aparecen en su camino los seleccionados de mayor tradición.
En este caso, sorpresivamente también aparece Italia en su camino. Una Italia recompuesta luego de que Marcello Lippi se alejara tras ganar el Mundial, hace dos años, y dejara su puesto a un joven Roberto Donadoni. Este no pareció encontrar nunca la vuelta al equipo, ya sea en una clasificación que consiguió al final, como en la misma Eurocopa, en la que comenzó con el pie izquierdo con una goleada ante Holanda.
Pero los italianos tienen vasta experiencia en estos torneos, y ya es parte de su lógica comenzar de manera muy floja para ir recuperándose con mayor concentración y hay que destacar que este equipo, con un solo delantero del peso de Luca Toni, juega con líneas mucho más avanzadas que años atrás, incluso durante el Mundial de Alemania 2006, y ha lucido más, estéticamente, que en el pasado y al inicio no había tenido suerte en la definición, pero ya en el último partido de la fase de grupos, ante Francia, se pareció mucho al seguro equipo del pasado.
El duelo entre España e Italia del próximo domingo recuerda mucho al de octavos del Mundial de los rojos ante Francia, cuando llegaban con toda la furia y los galos, apenas arañando el segundo lugar en su grupo, y luego pesó la historia más que el presente. En este caso, si bien Italia juega sin sus dos volantes tradicionales, Gattusso y Pirlo, por suspensiones, seguramente Donadoni optará por la dupla romana (Aquilani-De Rossi), que genera la misma confianza.
Si la goleda ante Holanda fue engañosa, el equipo azul fue creciendo en su rendimiento y si ya estuvo cerca ante Rumania, contra Francia pudo haber ganado por mucha diferencia y con la motivación de haber llegado a cuartos, el panorama cambia radicalmente y se plantea un interesantísimo duelo de estilos. El 4-4-2 de los españoles, con el 4-4-1-1 de los italianos, pero siempre tratándose de dos equipos de ataque y con el antecedente de que España no vence a los italianos desde 1920 en partidos oficiales.
Para completar los cuartos de final, el hasta ahora equipo más dinámico del torneo, Holanda, al que por fin su ex gran goleador Marco Van Basten dotó de un sistema parecido al que revolucionó el fútbol con aquella “Naranja mecánica” de los años setenta, y con una nueva generación a la que acompaña adelante el experimentado Van Nistelrooy, aparece como gran candidato.
No es fácil despachar a los dos finalistas del pasado Mundial con dos goleadas de tres goles de distancia, y con algunos rendimientos superlativos, como el de Engelaar, y con un ataque desvastador tanto por el mencionado Van Nistelrooy como por Van Persia, Kuyt, o Huntelaar, pero pueden llegar desde atrás Snaijder, Robben, Engelaar o Afellay. Lo más destacable es la posición variable de sus jugadores, que pueden aparecer por cualquier zona en cualquier momento, sin perder la técnica.
Holanda aparece como neto favorito ante la sorprendente Rusia, que paradójicamente está siendo dirigida por el experimentado y muy capaz entrenador holandés Guus Hiddink (de gran trabajo ya con Australia en el pasado Mundial, o con Corea en el anterior), y que cuenta con la base de dos equipos que han ganado la Copa UEFA en los últimos años, el CSKA Moscú y el Zenit, aún cuando ha perdido a sus dos delanteros titulares por sendas lesiones.
Rusia, como Italia, comenzó muy mal al perder 1-4 ante España, pero sin que el resultado indicara exactamente lo ocurrido en el campo de juego, y se fue reponiendo, primero venciendo a la floja Grecia, y luego, ya en el final, ganando con claridad a Suecia, a priori la favorita para pasar de grupo junto a España.
El torneo ha dejado también algunas decepciones importantes, especialmente Francia, que como en la primera fase del Mundial, siempre de la mano del polémico Raymond Doménech, no consiguió llegar a posiciones de gol aún con la batuta de su talentoso Ribery, y lo que marca el final de una generación que encumbró al país a los primeros planos, así como República Checa, derrotada en el final por Turquía, y Suecia, la otra gran derrotada, y en la que ni siquiera el genio de Zlatan Ibrahimovic pudo reconducir, como tampoco la experiencia de Henrik Larsson.
Acaso se esperaba más de Polonia, Rumania hizo lo que pudo en un grupo demasiado complicado en el que tuvo sus chances de clasificarse, y los dos locales, Austria y Suiza, tenían muy poco para dar, especialmente los primeros.
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