domingo, 21 de febrero de 2010

El Real Madrid no puede salir de su propio infierno (Yahoo)

El guión del Real Madrid de los últimos años parece escrito por un enemigo o al menos alguien que quisiera verlo sufrir un poco antes de llegar a conseguir los objetivos trazados en cada temporada. En esta oportunidad, justo en la semana en la que todo tendría que ser de sonrisas y expectativas, el club blanco se empeñó en que aparezcan elementos negativos que den vuelta la situación hasta transformarla en un nuevo caos que termina alimentando a los medios de comunicación de todo el mundo.

Apenas había finalizado una nueva fecha de la Liga Española, en la que había vencido 0-3 al Xerez y por fin el Barcelona había perdido su invicto en el Vicente Calderón ante un ciclotímico Atlético Madrid, que le permitía acortar la distancia con el líder a tan sólo dos puntos, cuando sobrevino la inesperada derrota en Lyon ante el Olympique, por los octavos de final de la Champions League por 1-0, que lo vuelve a colocar en el ojo de la tormenta y no sólo lo obliga en la revancha de marzo en el Santiago Bernabeu a vencer, sino que no deberá descuidarse de que los franceses marquen algún gol desde su dupla de ataque argentina compuesta por el temible Lisandro López y por César Delgado.

Todo puede pasar en Madrid en la revancha, y lo van presintiendo los medios de comunicación madrileños, que ya colocan en sus portadas la información de que el Real Madrid ha comenzado a sondear en los últimos días al entrenador portugués José Mourinho, una garantía de títulos aunque nada tenga que ver su sistema con lo que tanto pregonan el presidente blanco, Florentino Pérez, como su director deportivo, Jorge Valdano.

Ya nada importa en el Real Madrid y lo que no puede permitirse es una nueva eliminación en octavos de final de la Champions League, que hace cinco años que no supera, y parece que el entorno del equipo va preparándose para una operación que tape cualquier fracaso, como sería anunciar un acuerdo con Mourinho, que tiene en su contrato con el Inter, con el que ganó el Scudetto en 2009, una cláusula que le permite salir en el caso de una oferta tentadora como esta.

Si bien hace pocos días parecía lejana aquella hiriente frase de un condenado a la despedida Juande Ramos, cuando el Real Madrid fue vapuleado en ambos partidos de octavos de final de la Champions League por el Liverpool en 2009, acerca de que el equipo “demostró que no tiene el nivel suficiente para avanzar en una competencia como esta”, o su antecesor en el cargo, Bernd Schuster, debió irse antes del clásico con el Barcelona al admitir que en el Camp Nou sería imposible obtener un buen resultado, todo indicaba que esos tiempos se habían terminado, y que con la llegada de las megaestrellas, todo iba a ser distinto.

Pero por ahora, el Real Madrid fue duramente eliminado, y de manera temprana de la Copa del Rey, por el humilde Alcorcón, cuando ya casi le cuesta la cabeza al entrenador chileno Manuel Pellegrini, marcha segundo en la Liga, aunque ahora a sólo dos puntos del Barcelona, y debe revertir el resultado ante el Lyon en marzo, si quiere por fin traspasar la línea roja de la maldición de los últimos años en la Champions.

Al menos, en cuanto al rendimiento futbolístico, lo que ha hecho hasta ahora en el campo de juego el equipo blanco ha sido cuanto menos discutible. Han pasado los años, se ha hecho una gigante inversión de dinero, pero los males siguen siendo estructurales y si no fuera por el irregular pero genial Guti, sigue faltando un pasador entre líneas que sea el eje y que acapare el dominio de la pelota.

El Real Madrid, aún con más de trescientos millones de euros en fichajes, sigue siendo, en esencia, un equipo de contragolpe aunque con cada vez mayor contundencia debido a que ha afinado a sus ejecutores pero no ha cambiado su filosofía: sigue dejando demasiado la tenencia del balón en el rival y sigue teniendo algunos problemas defensivos, en tanto que muchos jugadores, debido al pesado ambiente que siempre se genera por la ansiedad de títulos, apelan al salvataje individual antes que al colectivo.

Es en este contexto en el que, a cuatro meses del final de una larga temporada, el Madrid comienza a comerse a otro entrenador, esta vez el muy capaz ingeniero Pellegrini, quien ya ha probado de sobra sus conocimientos tácticos, habiendo armado el mejor Villarreal de su historia (estuvo a un penal de llegar a la final de la Champions 2006), y luego de ganar títulos en Argentina con River Plate y San Lorenzo de Almagro.

Hoy no sólo Pellegrini debe chocar contra todo tipo de ataques de la prensa, que le exige resultados inmediatos, sino que debe soportar cuestionamientos dirigenciales a su trabajo, cada vez menos velados, sino que ahora se han sumado rumores de su posible despido ante un mal resultado en Lyon.

Todo es posible en este Madrid desesperado, que no quiere ni pensar en la pesadilla de quedar eliminado tan pronto de la Champions y dejar vía libre para que en mayo, su archirrival, Barcelona, pueda ganar su cuarto título nada menos que en el Bernabeu.

Pero nada de esto parece azaroso. Más bien parece que el Real Madrid se empeña en armar su propio infierno, del que luego no sabe cómo salir.

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