“Soy un perro
verde, más raro que la mierda”. Así se autodefinía Santiago “Morro” García,
quien conmovió al mundo del fútbol al conocerse su suicidio en la ciudad de
Mendoza cuando contaba con treinta años de edad, separado del plantel de Godoy
Cruz, club del que era ídolo, y que por lo que cuentan sus allegados,
atravesaba una profunda depresión, alejado de sus afectos y desde fines de
enero, aislado por cononavirus.
Aunque llegó a
confesar al programa “Líbero” por TyC Sports haber usado armas de fuego para
asegurar que “es algo que no volveré a tener en mi casa”, la discal de Mendoza
que entiende en la causa, Claudia Ríos, informó a la prensa que García, que fue
encontrado en su departamento del piso 11 de la calle Hipólito Yrigoyen 148 del
complejo El Bosque, en el barrio Bombal, “estaba sobre la cama y tenía un disparo
en el parietal derecho y junto a él, un arma calibre 22” y que la Policía
Científica seguía inspeccionando y se esperaba el resultado de la necropsia
para establecer el horario y la causa exacta de su fallecimiento.
García estaba
bajo tratamiento psiquiátrico, alejado de su hija, a la que no veía desde hacía
un año, y ahora su madre y su hermano se encontraban haciendo los trámites
correspondientes –con la ayuda de Godoy Cruz y Nacional de Montevideo, su club
de origen- con el fin de que los autorizaran a salir de Uruguay (con la
frontera cerrada por la pandemia) y llegar a Mendoza para que se les entregue
el cuerpo para repatriarlo y organizar el funeral.
García, según
indicó el diario “El Sol” de Mendoza, llevaba días sin responder a los llamados
ni mensajes por lo que un amigo llamó al 911 y al cerrajero para poder ingresar
a su casa y allí, junto con personal policial, se encontraron con el cuerpo del
delantero que yacía en su cama y con un disparo en la cabeza.
El plantel de su
equipo, Godoy Cruz, se encontraba en Buenos Aires para jugar un amistoso contra
Argentinos Juniors en el predio de la AFA en Ezeiza, como parte de la
preparación para la nueva Copa oficial argentina que comenzará el próximo fin
de semana.
Con 51 goles,
García es el máximo anotador de la historia de Godoy Cruz en Primera División,
fue el máximo goleador de la Superliga 2017/18
con 17 tantos, y el primer uruguayo que encabezó la tabla de un torneo
argentino desde Santiago Silva en el Apertura 2010. Sin embargo, desde
diciembre pasado estaba en conflicto con el club, a tal punto que el director
técnico del plantel, Sebastián “Gallego” Méndez. Recibió la comunicación del
presidente José Mansur para que no lo tuviera en cuenta.
“Vos no podés
ser un líder y no ir al gimnasio, no cumplimentar los regímenes de peso, estar
en rojo con todas las mediciones. Lamentablemente, hay un problema de
interrelación personal por el que a los chicos hay que apoyarlos, fomentarlos,
levantarles el ego y vos no se los podés tirar abajo. Hay una situación de
jugadores que profesionalmente no han cumplido y si no cumplen, no pueden estar”,
dicen que le dijo Mansur a García, sumido en una profunda depresión al punto de
que el último gol lo había marcado en febrero de 2020, justo cercano a la época
en la que dejó de ver a su hija.
“Realmente
necesitamos tener líderes positivos”, había manifestado Mansur a radio Andina
en diciembre pasado, en tiempos en los que García ya no había sido citado para
jugar ante River e Independiente por la Copa Diego Maradona y fue allí que con
los dirigentes decidieron terminar la relación y que quedara con el pase libre
el 30 de junio. “Que no quepa la menor duda de que su ciclo está terminado”,
remató el dirigente.
“Nosotros
no somos robots, no somos maquinitas, también nos pasan cosas. Que como les
influyen a ustedes, nos influyen a nosotros. Eso hace que el rendimiento
dentro del campo de juego no sea el óptimo. Gracias a Dios me pude ir superando
de a poco, apoyándome en mi familia, amigos, compañeros y entrenadores de
turno. A veces son cosas que no se saben, pero cuando uno las vive adentro se
da cuenta. Todo tiene un por qué en la vida. No lo tomo como excusa de mi bajo
rendimiento”, había dicho García en Radio Nihuil en una de las últimas –y
pocas– entrevistas que brindó en su carrera. “He pasado millones de cosas y no
me han repercutido tanto. Esta última sí. No es excusa. Te pongo un ejemplo:
llegas a tu casa, tenés amigos, familia y a veces no te levantas de buen humor.
Es normal...”, agregó por entonces.
Mientras su agente, el ex futbolista
uruguayo Daniel Fonseca, ya manejaba ofertas a futuro de Vélez, Estudiantes y
Gimnasia, en Nacional de Montevideo se ilusionaban con otro regreso (habría sido
el segundo) de García a su club de origen.
Santiago Damián
García Correa había nacido el 14 de septiembre de 1990 en Montevideo y se crió
en un ambiente de clase social medio baja en el barrio de monoblocks “Complejo
América”, pasando la zona de Colón, y compartió colegio con el actual jugador
de Rosario Central Diego Zabala y con el marcador central de Olimpia de
Paraguay Diego Polenta –jugador que estuvo en la órbita de Boca y River cuando
era defensor de Nacional-, con quien está emparentado (su ex suegra es pareja del
padre de Polenta por lo que su ex pareja, y madre de su hija. Es la hijastra
del padre de Polenta), cuenta el periodista Pablo Borgogno, de “Radio
Centenario”.
Corpulento desde
muy joven (con 1,81 metro de estatura y 80 kilos de peso) desde chico
arrastraba el apodo de “Morro” en referencia a la tortuga “Morro Pollo” –“era
de cuello largo y era como yo cuando era pequeño, muy flaco”, relató- y siempre
admiró el juego del francés Thierry Henry y trataba a toda costa de ver sus
partidos en el Arsenal inglés o en la Juventus.
Como tantos
chicos de su barrio (“de no ser futbolista hubiera sido obrero, porque para lo
único que serviría es para picar paredes”, dijo en una ocasión), García ingresó
a las divisiones inferiores, en este caso de Nacional, y su debut en Primera
llegó con sólo 17 años frente a Defensor Sporting por la Liguilla
Pre-Libertadores de 2008 cuando ingresó como suplente en reemplazo de Diego
Vera a los 24 minutos del segundo tiempo y marcó el gol del triunfo.
Apenas un año
más tarde, en 2009, tuvo la oportunidad de jugar para Uruguay en el
Sudamericano sub-20 de Venezuela y el Mundial de la categoría en Egipto en un
equipo que también integraban Nicolás Lodeiro, Sebastián Coates y el ex Lanús
Mauricio Pereyra. Y ya era considerado como una de las grandes promesas de
Nacional, especialmente cuando convirtió su primer gol ante Peñarol en el
Clásico y eso lo catapultó en el afecto de los hinchas, aunque le tocó vivir
una situación complicada. “Gente de Peñarol vecina a mi casa fue a agredir a la
casa de mi abuela pensando en que yo seguía viviendo allí. Me enteré y me
acerqué, los fui a buscar y eso terminó en una riña”.
En Nacional se
caracterizó por marcar goles trascendentales ante Danubio, defensor o Peñarol y
en la Copa Libertadores (en 2011 hizo todos los goles de su equipo), como también era capaz de devolver insulto por
insulto con los hinchas hasta desafiarse a pelearse fuera del estadio.
En 2010 no sólo
fue el goleador del Apertura con 15 tantos sino que los hizo en 15 partidos y
en esa temporada 2010/11 totalizó 23 goles. Después se comprobaría que había
consumido cocaína en el transcurso de las finales del Campeonato Uruguayo.
En 2011 lo tuvo
a Marcelo Gallardo como DT-ya habían sido compañeros de equipo- y era su 9
titular y luego de haber sido dirigido por otros entrenadores de la talla de
Gerardo Pelusso o Juan Ramón Carrasco, muchos sostienen que su mejor momento
fue bajo la conducción de Eduardo Acevedo (el mismo que tuvo indirecta
participación en el gol de Pedro Pasculli contra Uruguay en el Mundial de
México 1986).
En junio de
2011se concretó la transferencia a Atlético Paranaense en lo que fue el pase
más caro de la historia del club brasileño, pero no tuvo un buen paso en
general y atravesó situaciones muy duras. “Hubo un momento en el que pensé en
dejar de jugar al fútbol al punto tal que un día mi hermano abrió la puerta y
vio la manera en que estaba viviendo. No prendía la luz de mi casa, estaba
totalmente deprimido. Hubo muchas situaciones que me sobrepasaron (una de ellas
es que lo acusaron de doping positivo). Mi caso fue el primero de la historia
del fútbol uruguayo pero el que conoce la situación sabe lo que realmente pasó
y por ese lado me quedo tranquilo. Pensé que me lo habían metido en una comida
o bebida y me la pasaba preguntando”, relató.
Para la
temporada 2012/13 fue traspasado al Kasimpasa de Turquía y allí su situación
empeoró. Solo, sin familia, únicamente compartiendo equipo con sus compatriotas
Tabaré Viudez y Pablo Pintos, se sentía aislado, en una cultura ajena a la que
no lograba adaptarse. “Me exigían una dieta para bajar de peso porque querían
que fuera Usain Bolt y llegué a desmayarme en la cancha por debilidad”. Comentó.
Desesperado, (“le regalé la mitad de mis cosas al traductor”), negoció una
salida para regresar al Uruguay para volver a vestir la camiseta de Nacional.
Pero si hay algo
que marcó esta etapa fue el escándalo ante Peñarol del 21 de enero de 2014,
cuando los jugadores de los dos equipos se trenzaron a golpes en el campo de
juego y terminaron todos en la comisaría. “Hasta el día de hoy nos miramos los
que participamos y nos preguntamos qué hicimos ahí. Me arrepentí hasta el día
de hoy pero si me volviera a pasar, no sabría cómo iría a reaccionar”,
reconoció ante “Líbero” de TyC Sports.
“Mi vida cambió
al día siguiente cuando llegamos a la comisaría y nos sacaron la foto con el
número de detenido. Me preguntaban a quién le pegué y no tenía ni idea, a todo
lo que se me cruzó por el camino. Cuando vi los videos de YouTube, me quería
morir. Estaba con el chip apagado, se me habían apagado todas las luces y hasta
me enfrenté a la policía en el túnel porque no me dejaba pasar al otro
vestuario. Estar en la cárcel fue heavy, y ya estábamos todos juntos. No fue la
primera vez que me detuvieron - mi madre no lo sabe y se entera ahora-. Otras
veces fueron por daños a la propiedad y cosas malas que hice”. Confesó.
En ese mismo
2014 pasó al River uruguayo, lo que significó su renacimiento futbolístico, con
14 goles en 37 partidos, hasta que en enero de 2016 se produjo su transferencia
a Godoy Cruz , donde pegó el gran salto de su carrera en una gran dupla de ataque
con el ecuatoriano Jaime Ayoví. Sus muy buenas actuaciones le valieron el
interés posterior del Toluca mexicano, que hasta llegó a anunciar su fichaje en
su página web dándole la bienvenida, pero todo se suspendió cuando se supo que
tuvo un accidente en Punta del Este, cuando viajaba alcoholizado.
Pese a que los
que lo conocen dicen que tenía un buen carácter, muy sociable y siempre
organizador de cualquier fiesta grupal, ya en el último año se encontraba solo
en Mendoza, con una profunda depresión por no tener contacto con su pequeña
hija y por si fuera poco, supo que se había infectado de Covid-19 en un control
que hicieron al plantel en un entrenamiento el pasado 22 de enero y se
encontraba también aislado por esta razón y con siete kilos de más. Su hermano
(muy parecido físicamente al punto que muchos creían que eran mellizos aunque
no era así), pudo observar la situación cuando lo visitó en una oportunidad, y
le consiguió un tratamiento psiquiátrico.
Un día antes de conocerse la noticia de
su positivo, realizó su último posteo en Twitter. Toda una
premonición. Justamente en esa cuenta donde tenía de perfil una foto con su
hijita en brazos. “Desde el primer
día hasta el último agradecido y con la tranquilidad que puedo mirar a la cara
a todos”.
Un allegado al
club indicó a Infobae que si Garcia tenía depresión “no se le notaba” y
que “siempre le puso el pecho a las
balas” y que se conocía su problema con su ex pareja y su distancia geográfica
con la niña, aunque mantenía comunicación con ella. “Lo encontré hace 10 días
en la playa de estacionamiento del club lo más bien, al menos hacia afuera”,
contó. Y sostuvo que Godoy Cruz “nunca
le soltó la mano”.
Su última imagen
como futbolista data del 19 de diciembre pasado, cuando fue titular en la
derrota de 0-2 ante Newell’s Old Boys como local. En cambio, su último gol lo
había conseguido en el lejano febrero de hace un año en un 2-0 ante Huracán
días antes de que se impusieran las restricciones por la pandemia y la
actividad se suspendiera por siete meses.
Ayoví, quien formó una muy buena dupla
de ataque con el “Morro” en el Tomba, reveló
intimidades de la última conversación que tuvo con él y dejó un mensaje
desgarrador. “Estoy loco hermano.
‘Me dejaste sólo’ me decías, no sabía que eran señales”, escribió en sus
redes sociales. “Estoy loco hermano pero ya levanto este barco. No puedo todo,
me dejaste solo”, le escribió entonces García.
El centrodelantero de Boca Ramón
“Wanchope” Ábila –aún desgarrado por el reciente suicidio de su hermano por
otra depresión- le dedicó a García un emotivo mensaje en Instagram “Era
cruzarte, pedirte que no nos claves un gol, pero terminaba el partido y ya nos
cambiábamos las camisetas sin importar el resultado. Respeto mutuo y mucha
admiración. Morro querido
me hiciste mierda con esta decisión pero sólo deseo que sea tu paz”, y agregó:
“Fuerza a esa gente que te quería como ser humano, a los otros sólo le
importaba si le generabas dinero, la foto del momento o las luces del crack
deseada por todos para presumir en redes sociales. Se olvidaron de Santiago, perdón fenómeno. Abrazo grande al cielo y me quedaron por siempre tus recuerdos”.
La última vez que García, reacio al uso
de las redes sociales, había utilizado Instagram, había sido el 25 de noviembre
en ocasión del fallecimiento de Diego Maradona. Publicó entonces dos fotos, una
en la que se lo ve a su lado y otra, del crack en el Mundial de México 1986 y
la frase “Gracias por tanto. D10S. QEPD”. Un detalle interesante es que en la
biografía de su cuenta @morrogarciaa, donde aparece “jugador de”, no está
completo con el nombre del club, acaso una muestra del conflicto que ya vivía
con la dirigencia de Godoy Cruz.
El pasado 12 de enero había fallecido un
ex dirigente del “Tomba”. Jonathan Di Nasso. Y allí fue que García utilizó
también otras redes sociales para dejarle un sentido mensaje: “QUEPD Leche
querido, se nos fue una gran persona. ¡El pueblo Tombino te va a extrañar!”
Por su parte, Godoy Cruz emitió un
comunicado lamentando la muerte de García: "Fuiste
héroe, fuiste goleador, fuiste amigo y familia, fuiste todo lo que una persona
desea ser cuando agarra una pelota, hoy te toca ser eterno e infinito para
todos nosotros... Muchas gracias por tanto Morro, gracias por tantas alegrías
al pueblo tombino. Que en paz descanses", e informó que las instalaciones estarán
cerradas hasta el lunes en señal de duelo y con un sugestivo bloqueo de
respuestas por parte de hinchas y socios.
“No hay palabras ni consuelo. Inmenso dolor por la
muerte de uno de los jugadores e hinchas más queridos en en la historia
reciente de Nacional. Todos lloramos por “El Morro” #QEPD”, publicó Nacional de Montevideo en su
cuenta de Twitter.
El defensor de Talleres de Córdoba Juan
Cruz Komar dejó una interesante reflexión a modo de reclamo en Instagram: “Con el
corazón roto. Prefiero recordarlo siempre con una sonrisa como el emblema e
ídolo que fue. Y por otro lado, no podemos hoy, luego de la tragedia, decir que
hace falta acompañamiento para los futbolistas y mañana olvidarlo. Necesitamos
áreas profesionales de psicología en todos los clubes y para todas las edades”.
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