Desde la llegada de Juan Soler como presidente del Valencia, sociedad anónima como la mayoría de las que sostienen a los equipos españoles de primera división (a excepción del Real Madrid, el Barcelona y el Athletic de Bilbao, que son clubes sin fines de lucro), ha generado un cambio que lamentablemente no ha sido positivo para el equipo de fútbol.
Muchos críticos de su gestión, incluso una oposición que lentamente va tomando entidad dentro de la institución en base a los malos resultados y a ciertas incoherencias que ya se observan, sostienen que Soler suele sentarse en el Palco de Honor del estadio de Mestalla, sin tener una noción clara de lo que ocurre en el campo de juego y su mente barrunta en nuevos negocios propios o para la sociedad y no tanto en el aspecto técnico o deportivo.
Cuando en la temporada pasada parecía que por fin el Valencia había logrado una entidad propia en base a jugadores españoles, una vía a la que apenas si recurrió también el Espanyol de Barcelona con excelentes resultados en la actual liga, sorpresivamente Soler decidió prescindir del joven entrenador Quique Sánchez Flores, en una mala racha de pocos partidos, especialmente en la Champions League, cuando apenas se había jugado la mitad del grupo inicia, para contratar al holandés Ronald Koeman, con escasísima experiencia internacional, y especialmente sin una línea definida de fútbol y lejos de lo que venía realizando el Valencia con su entrenador anterior.
No sólo los resultados no fueron buenos en lo deportivo y rápidamente quedó afuera en la Champions League y hasta en Europa, al no llegar siquiera a un tercer lugar en el grupo que le permitiera, al menos, clasificarse para l ronda siguiente de la Copa UEFA. Poco tiempo después, y ya muy lejos de los puestos de vanguardia y en especial del líder Real Madrid, Koeman daba otra campanada al comunicar a jugadores identificados con el club y de extensa trayectoria, como el arquero Santiago Cañizares, el volante David Albelda, y el delantero Miguel Angulo, que no serían más tenidos en cuenta, una medida que respaldó como pudo la comisión directiva ante la presión de los medios y especialmente de los propios simpatizantes del Valencia, que observan con estupor el errático camino del club “che”.
Acaso lo diga todo el llanto de Albelda en su conferencia de prensa posterior, en la que insistió en que respeta pero no acuerda con la medida de Koeman, y su deseo de marcharse a una liga del exterior “para no jugar contra el Valencia”, en tanto que Cañizares medita abandonar el fútbol.
Pero más claro aún fue el propio Koeman, quien en la semana llegó a aceptar que lo vivido en el mes y medio que lleva como entrenador del Valencia “no lo he visto en todos mis años de fútbol”. Lo que cuesta creer es que Koeman no supiera con lo que se iba a encontrar cuando dejó el fútbol holandés de prisa para fichar por el club español.
Las consecuencias de la medida de Koeman son indescifrables. No parece que el holandés, y menos Soler, tengan espaldas para soportar mucho si el equipo no se coloca rápidamente en el pelotón de los líderes, y si no encuentra cierta entidad, lo que no parece fácil con un plantel descontento con la ida de tres compañeros queridos, y dividido con los que se mantenían lejos de los desquiciados y cerca de los actuales dirigentes, caso Rubén Baraja, o el portugués Marco Caneira, quien tuvo duras palabras con los eliminados.
Habrá que ver si otros cracks como Vicente, Morientes (que ya pidió ser transferido al finalizar la temporada), el goleador David Villa, o el veterano defensor Iván Helguera,( quien apoyó a los tres despedidos comentando que él ya lo vivió en el Real Madrid), aceptan como si nada una medida semejante, pero todo indica que no.
En poco tiempo, el Valencia pasó de un proyecto ilusionante, a un estado de malestar y dudas permanentes, aunque la situación no parece que vaya a soportarse por mucho tiempo. Y si los resultados no llegan pronto, es muy posible que tanto Koeman como Soler tengan que dejar sus lugares.
En este sentido, la contratación del muy joven volante argentino de Boca Juniors Ever Banega, de 19 años, campeón de la Copa Libertadores 2007 y campeón mundial sub-20 en el mismo año en Canadá, aparece como la única ilusión entre antas malas noticias, y no parece muy conveniente para él que todos los focos se centren en su juego y que el equipo dependa de él para mejorar.
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