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Cuando apenas comenzaba 2012, es decir, apenas hace
cuatro meses, la situación del Atlético Madrid era la de casi siempre en estos
últimos veinticinco años: a la deriva, sin chances de nada en la Liga,
navegando por la mitad de tabla -sin que su entrenador Gregorio Manzano le
encontrara la vuelta-, con muchos altibajos en los resultados y cierto desgano
en el andar, con varios de sus jugadores muy por debajo de su nivel.
Fue entonces que la dirigencia del club decidió
tomar medidas urgentes, y acudió a su director deportivo, José Luis Pérez
Caminero, para que buscara un reemplazo del entrenador, y apareció justo el
nombre de un ídolo del club y que justamente días atrás se había alejado de
Racing Club, Diego Simeone.
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