Diego Simeone es un gran entrenador, y seguramente
de esta final de Champions League que le robó cruelmente el trofeo a dos
minutos del final y en tiempo añadido, para que se la llevara su gran
adversario, el Real Madrid, tomará debida nota para no repetir algunos errores
que, es cierto, le costaron demasiado caro.
Porque el Atlético no sólo fue superior como equipo
al propio campeón en la final de Lisboa, aunque el 4-1 pareciera decir lo
contrario, sino que resultó ser el equipo de la Champions a lo largo de todo el
trayecto. El único que llegó en condición de invicto, y además, sufriendo las
bajas de Arda Turán y de Diego Costa, sus mejores jugadores.
Pero Simeone se equivocó en algunos detalles, que
terminaron siendo relevantes. El primero, el perder un cambio demasiado pronto,
confiando en una casi imposible recuperación de Costa, que no llegó a jugar ni
diez minutos. El segundo, que es compartido con una virtud (o sentido común, tal
vez mejor) del Real Madrid, que es haberse retrasado demasiado en el campo ante
un rival con demasiado poder ofensivo.
Y el tercero, hacer entrar a su
compatriota José Sosa en la segunda parte, quizá confiando en que se jugaría
todo por él como sucediera en aquél Estudiantes de 2006, pero el volante no
está para los partidos de mucho peso, y casi no tuvo incidencia ni pudo
controlar al lateral de su lado, aún estando fresco para hacerlo.
Es también cierto que si bien el Atlético dominó
psicológicamente el partido, y físicamente las distintas parcelas del terreno
de juego, ya el Real Madrid había perdido un par de goles casi imposibles por
parte de Gareth Bale y con Angel Di María imparable, que terminó siendo el
mejor jugador de la final.
El gol del Atlético había llegado una vez más por
intermedio del defensor uruguayo Diego Godín, de cabeza, aunque lo raro haya
sido que en esta oportunidad contó con la colaboración de un dudoso Iker
Casillas, que tardó en salir a buscar el centro y el balón entró pasando sobre
su cuerpo.
El quedo del Atlético, con menos tiempo para
preparar la final que su adversario, además pleno de estrellas, favoreció mucho
al Real Madrid en los minutos finales, y ese asedio resultó imparable, aunque
la crueldad aparece mucho más por el instante de producido el gol del
portentoso Sergio Ramos que por el hecho de que le hayan empatado, como parecía
que sucedería, de no mediar el azar a favor de los rojiblancos.
Pocas veces fue tan claro el desenlace una vez que
llegó el gol del empate y el correspondiente tiempo suplementario de treinta
minutos, porque el impacto psicológico había sido brutal y del lado del
Atlético sabían bien que iba a ser bastante difícil volver a tener una
oportunidad como la que había tenido pocos minutos antes, para volver a
colocarse arriba en el marcador ante un rival ya muy agrandado.
Real Madrid es un campeón algo extraño. Alcanza su
décima Champions League mucho más por apelar a la potencia ofensiva con sus
grandes cracks, que pueden decidir partidos por su cuenta (como Bale, Cristiano
Ronaldo, Ramos, Di María), que por dar la sensación de una estructura sólida en
todas sus líneas.
Ni Casillas fue el de otras temporadas por faltarle
la continuidad necesaria en la Liga, ni la defensa tuvo la regularidad buscada,
ni el esquema fue siempre el mismo, ni los atacantes fueron siempre abastecidos
por el medio, que muchas veces llegó a jugar sin un armador de juego, como
Isco.
El hecho de que Ancelotti haya echado mano a Sami
Khedira, ausente durante casi toda la temporada, es una muestra clara de las
dudas que asaltaban a su entrenador Carlo Ancelotti, mucho mejor administrador
del vestuario y del grupo que del equipo, pero es tanto el valor de muchos de
sus integrantes, que para imponerse hay que concretar el partido perfecto y una
pizca de ayuda del azar.
Atlético lo había planteado bien, pero ante rivales
así, los errores, por pequeños que sean, cuentan demasiado, y los blancos,
especialistas en aprovecharlos, terminaron aplastando y dando la sensación de
que sobraban al acontecimiento con un 4-1 que, sin embargo, tuvo tres tantos en
el alargue, algo que no pudo realizar en los noventa minutos, cuando fue
maniatado.
El Real Madrid es un campeón extraño porque aún con
sus grandes cracks, nunca transmitió seguridad ni un andar para quedarse con el
ansiado trofeo europeo, pero como está visto, en fútbol no siempre estas
cuestiones terminan siendo gravitantes, si se cuenta con el material necesario.
Para el Atlético se cierra una excelente temporada,
con una notable Liga Española muy bien ganada a los dos monstruos (Real Madrid
y Barcelona) y eliminado en semifinales de la Copa del Rey y a dos minutos de
la final de la Champions por los vecinos blancos-.
El fútbol fue una vez más demasiado cruel con los
“colchoneros” porque no merecían terminar así la temporada, pero justo cuarenta
años más tarde de aquella dolorosa derrota ante el Bayern Munich, la historia
se repitió demasiado parecida.
Pero todo no es azar. Seguramente Simeone procesará
lo ocurrido en Lisboa y comenzará a corregirlo ni bien pueda, para comenzar el
camino de superarse una vez más.