domingo, 25 de mayo de 2014

La Champions del Real Madrid fue cruel con el Atlético (Yahoo)



Diego Simeone es un gran entrenador, y seguramente de esta final de Champions League que le robó cruelmente el trofeo a dos minutos del final y en tiempo añadido, para que se la llevara su gran adversario, el Real Madrid, tomará debida nota para no repetir algunos errores que, es cierto, le costaron demasiado caro.

Porque el Atlético no sólo fue superior como equipo al propio campeón en la final de Lisboa, aunque el 4-1 pareciera decir lo contrario, sino que resultó ser el equipo de la Champions a lo largo de todo el trayecto. El único que llegó en condición de invicto, y además, sufriendo las bajas de Arda Turán y de Diego Costa, sus mejores jugadores.

Pero Simeone se equivocó en algunos detalles, que terminaron siendo relevantes. El primero, el perder un cambio demasiado pronto, confiando en una casi imposible recuperación de Costa, que no llegó a jugar ni diez minutos. El segundo, que es compartido con una virtud (o sentido común, tal vez mejor) del Real Madrid, que es haberse retrasado demasiado en el campo ante un rival con demasiado poder ofensivo. 

Y el tercero, hacer entrar a su compatriota José Sosa en la segunda parte, quizá confiando en que se jugaría todo por él como sucediera en aquél Estudiantes de 2006, pero el volante no está para los partidos de mucho peso, y casi no tuvo incidencia ni pudo controlar al lateral de su lado, aún estando fresco para hacerlo.

Es también cierto que si bien el Atlético dominó psicológicamente el partido, y físicamente las distintas parcelas del terreno de juego, ya el Real Madrid había perdido un par de goles casi imposibles por parte de Gareth Bale y con Angel Di María imparable, que terminó siendo el mejor jugador de la final.

El gol del Atlético había llegado una vez más por intermedio del defensor uruguayo Diego Godín, de cabeza, aunque lo raro haya sido que en esta oportunidad contó con la colaboración de un dudoso Iker Casillas, que tardó en salir a buscar el centro y el balón entró pasando sobre su cuerpo.

El quedo del Atlético, con menos tiempo para preparar la final que su adversario, además pleno de estrellas, favoreció mucho al Real Madrid en los minutos finales, y ese asedio resultó imparable, aunque la crueldad aparece mucho más por el instante de producido el gol del portentoso Sergio Ramos que por el hecho de que le hayan empatado, como parecía que sucedería, de no mediar el azar a favor de los rojiblancos.

Pocas veces fue tan claro el desenlace una vez que llegó el gol del empate y el correspondiente tiempo suplementario de treinta minutos, porque el impacto psicológico había sido brutal y del lado del Atlético sabían bien que iba a ser bastante difícil volver a tener una oportunidad como la que había tenido pocos minutos antes, para volver a colocarse arriba en el marcador ante un rival ya muy agrandado.

Real Madrid es un campeón algo extraño. Alcanza su décima Champions League mucho más por apelar a la potencia ofensiva con sus grandes cracks, que pueden decidir partidos por su cuenta (como Bale, Cristiano Ronaldo, Ramos, Di María), que por dar la sensación de una estructura sólida en todas sus líneas.

Ni Casillas fue el de otras temporadas por faltarle la continuidad necesaria en la Liga, ni la defensa tuvo la regularidad buscada, ni el esquema fue siempre el mismo, ni los atacantes fueron siempre abastecidos por el medio, que muchas veces llegó a jugar sin un armador de juego, como Isco.

El hecho de que Ancelotti haya echado mano a Sami Khedira, ausente durante casi toda la temporada, es una muestra clara de las dudas que asaltaban a su entrenador Carlo Ancelotti, mucho mejor administrador del vestuario y del grupo que del equipo, pero es tanto el valor de muchos de sus integrantes, que para imponerse hay que concretar el partido perfecto y una pizca de ayuda del azar.

Atlético lo había planteado bien, pero ante rivales así, los errores, por pequeños que sean, cuentan demasiado, y los blancos, especialistas en aprovecharlos, terminaron aplastando y dando la sensación de que sobraban al acontecimiento con un 4-1 que, sin embargo, tuvo tres tantos en el alargue, algo que no pudo realizar en los noventa minutos, cuando fue maniatado.

El Real Madrid es un campeón extraño porque aún con sus grandes cracks, nunca transmitió seguridad ni un andar para quedarse con el ansiado trofeo europeo, pero como está visto, en fútbol no siempre estas cuestiones terminan siendo gravitantes, si se cuenta con el material necesario.

Para el Atlético se cierra una excelente temporada, con una notable Liga Española muy bien ganada a los dos monstruos (Real Madrid y Barcelona) y eliminado en semifinales de la Copa del Rey y a dos minutos de la final de la Champions por los vecinos blancos-.

El fútbol fue una vez más demasiado cruel con los “colchoneros” porque no merecían terminar así la temporada, pero justo cuarenta años más tarde de aquella dolorosa derrota ante el Bayern Munich, la historia se repitió demasiado parecida.

Pero todo no es azar. Seguramente Simeone procesará lo ocurrido en Lisboa y comenzará a corregirlo ni bien pueda, para comenzar el camino de superarse una vez más.


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