Por estas horas,
nos vamos enterando de un nuevo propósito de la actual conducción de Claudio “Chiqui”
Tapía en la AFA: eliminar los promedios del descenso en las categorías de
ascenso (todas, hasta el Nacional B incluido, de abajo hacia arriba) desde la
temporada que viene, y que los equipos que tengan que jugar en la categoría
inmediata inferior resulten desde los que menos puntos obtengan en la temporada
en juego.
Por otra parte,
El Comité Ejecutivo de la AFA determinó que en las categorías de ascenso
regresen los torneos cortos, dos por temporada, desde la 2019/20. En este
sentido, se decidió-en la mitad de la temporada, es decir, en diciembre pasado,
y con el torneo en juego- que en la Primera B haya cinco ascensos al Nacional B
para que desde la temporada 2019/20 haya 32 equipos divididos en dos zonas de
16.
De esta manera
extraña, que algo se decida en el correr del mismo torneo que se disputa, se
decidió aumentar tres plazas a los ascensos desde la Primera B al Nacional B
porque originalmente eran 2. Por lo tanto, desde ahora, ascenderán los cuatro
primeros del torneo, y un quinto como consecuencia de un cuadrangular entre los
que ocupen la quinta y la octava posición en el actual torneo.
A su vez, la
Primera C otorgará 3 ascensos a la Primera B Metropolitana (2 directos y al
ganador del octogonal entre el tercero y el décimo del torneo vigente), cuando
antes eran 2, y no habrá ningún desafiliado en la D.
Lo primero que
llama la atención es el desparpajo para cambiar sobre la marcha una hoja de
ruta a partir de pactos preexistentes y de la fortaleza del grupo de dirigentes
llamado “Ascenso Unido”, que conduce Tapia, actual presidente de Barracas
Central y, casualmente, puntero de la Primera B Metropolitano (por lo tanto,
uno de los que ascenderían al Nacional B).
Los otros tres
equipos que conseguirían hoy el ascenso directo al Nacional B desde la Primera
B Metropolitana serían Estudiantes de Buenos Aires (su presidente, Jorge
Barrios, es un aliado original de Tapia y a su vez, miembro suplente del Comité
Ejecutivo de la AFA), Deportivo Riestra (que tuvo que descender desde al
Nacional B por el descuento de puntos tras el escándalo de aquel partido ante
Comunicaciones por el ascenso desde la Primera B Metro al Nacional B, y con
muchísimos arbitrajes polémicos, siempre a su favor, cuando el club está
manejado por el también polémico abogado mediático Víctor Stinfale), y Atlanta.
Por las dudas, quinto en la tabla se encuentra Acassuso (presidido por Francisco
“Pipo” Marín, integrante del Comité Ejecutivo de la AFA y otro aliado de
Tapia).
En otras
palabras, todos los amigos (y Atlanta en el medio de ellos, sin que se haya
probado ninguna conexión con el poder desde este club) del presidente de la AFA,
y el propio club del dueño de la Silla de Viamonte, a la cabeza, se encuentran
hoy en posición de ascender (cuando hasta diciembre sólo hubiesen podido dos de
ellos) y por si fuera poco, una vez en el nuevo Nacional B de 2019/20, no
tendrían siquiera el típico problema de los promedios del descenso como solían
tener los recién ascendidos, porque, oh casualidad, se les eliminarán los
promedios…
Y la situación
no es más burda, y no es más servida en bandeja a los amigos del banquete del
ascenso, todos unidos, porque si bien lograron burlar a los clubes del resto
del país que llegan al Nacional B desde los torneos federales (que sólo tendrán
otros dos ascensos contra cinco de los metropolitanos) no pudieron hacerlo de
la manera completa que pretendían hasta noviembre, cuando se consensuaron los
puntos básicos.
Porque la idea
original de los amigos nucleados en el Ascenso Unido era que hubiera, como
habrá, dos grupos de 16 desde la temporada 2019/20 del Nacional B, pero no como
finalmente ocurrirá, es decir, mezclados los directamente afiliados
provenientes de la B Metro con los del “Interior”, sino que fuera un grupo de
todos los directamente afiliados, o sea los metropolitanos, y otro con los del “Interior”.
Algo así como “que ellos se gasten en viajar por todo el país, mientras
nosotros vamos desde Mataderos a San Martín, desde Morón hasta Caseros, desde Isidro
Casanovas hasta Lomas de Zamora”. Pero ya fue demasiado y no pudieron derivar
esa valla, aunque todas las demás, las consiguieron saltar.
En cuanto a los
5 ascensos provenientes de la B Metro, respecto de los sólo 2 de los torneos
federales, el argumento esgrimido por los amigos de “Ascenso Unido” es que se
trató, una vez más, de un “Pacto de Caballeros” recordando que en 2015 hubo 7
ascensos desde los torneos federales al Nacional B y que “ahora” les tocaba a
ellos.
Pero hete aquí
que en tren de hacer memoria, parece que los amigos que están, parece, tan
unidos en sus objetivos, no tomaron la suficiente dosis del memorex recetado
por algún médico del Conurbano.
Resulta que
retrocediendo en la historia hacia el año 1986, nos encontramos con que desde
mediados de ese año comenzó a implementarse, a instancias de la Secretaría de
Deportes del gobierno de Raúl Alfonsín, un nuevo torneo de ascenso dado en
llamarse Nacional B, que desde mediados de 1986 a mediados de 1987 se jugaría
en su primera temporada y que ocuparía, como categoría, la primera de ascenso
sobre la Primera B anterior, compuesta por equipos directamente afiliados a la
AFA.
La
implementación de este torneo no fue casualidad. El entonces presidente de la
AFA, Julio Grondona, era presionado constantemente por los clubes del interior
del país para que tuvieran una mayor participación. Se habían nucleado primero
en la UCI (Unión de Clubes del Interior) y luego en la UCA (Unión de Clubes
Argentinos) y así como en la segunda década del siglo XXI echó mano a la Copa
Argentina por una circunstancia parecida, en ese entonces sacó de la galera con
la ayuda del radical Osvaldo Otero, lo primero que se le vino a la mente, el
Nacional B.
Ese torneo
reuniría a equipos del todo el país provenientes de las Ligas Federales (o sea,
clubes indirectamente afiliados a la AFA) y tendría ascensos directos a la
Primera División A. Como Rosario Central (campeón) y Racing Club (ganador del
octogonal final) ya habían ascendido a Primera A desde la B a fines de 1985 y
tanto el Nacional B como la Primera A comenzarían la nueva temporada 1986/87,
por la reestructuración, a mediados de año, ambos equipos ascendidos estuvieron
colgados medio año sin participar oficialmente en certamen alguno.
Por la misma
situación, para determinar los equipos de Primera B que pasarían al nuevo
Nacional B con los equipos del resto del país provenientes de las ligas
federales, la AFA decidió organizar un torneo corto que llamó Apertura 1986,
con dos grupos de diez equipos cada uno, de los que los primeros cuatro de cada
grupo ascenderían al Nacional B y los seis restantes se quedarían en la Primera
B, que pasaría a llamarse B Metropolitana desde la temporada 1986/87.
El torneo se
jugó entre el 11 de febrero al 24 de junio, con veinte equipos, con la novedad
de los dos ascendidos desde la Primera C, Defensa y Justicia y Deportivo Merlo.
Y todavía, la
AFA tenía reservada la cereza del postre: aprovechando el obligado descanso de
seis meses de 1986 hasta el inicio de la temporada 1986/87 (mientras en la A se
jugaba el Nacional que ganó Argentinos Juniors), incluyó un tercer ascenso a
Primera A desde un Octogonal entre los siete mejores de la Primera B y el peor
promedio de la A, que acabó ganando Deportivo Italiano, en plena disputa del
Mundial de México, en la final ante Huracán.
El punto en
cuestión no pasa por los ocho equipos que ascendieron al Nacional B sino para
los que no lo consiguieron y se quedaron
en la Primera B, porque aunque ni la Secretaría de Deportes ni la AFA lo
manifestaron en ese entonces, en verdad para ellos fue un descenso encubierto
por el simple hecho de que hasta 1986 necesitaban ganar un ascenso para llegar
a la Primera A, y desde ese momento, dos ascensos para lograr el mismo
objetivo.
Citado en otros
términos, significó un descenso para doce equipos que no lograron ascender al
Nacional B y que quedaron instalados en la Primera B, por lo que, en verdad, la
AFA quedó en deuda con ellos.
Los que subieron
al Nacional B fueron Los Andes, Defensa y Justicia, Lanús, Bánfield, Tigre,
Deportivo Armenio, Colón y Huracán
Y quedaron en
Primera B Metro: Deportivo Morón (ahora en el NB), Atlanta
(1B), Almirante Brown (B), Nueva Chicago (NB), Defensores de Belgrano
(NB), Argentino de Rosario (1D), Estudiantes de Bs As
(1B), El Porvenir (1C), San Miguel (1B), All Boys (1B), Villa Dálmine
(NB), y Quilmes.(NB).
Es decir que ya
que los dirigentes actuales del Ascenso Unido tenían tanta pero tanta premura
en resolver el aumento de los ascensos al Nacional B que no pudieron esperar a
que terminara esta temporada y delinear con tiempo la siguiente, ¿no sería
lógico que la AFA se hiciera cargo de su deuda histórica de 33 años, y
restituyera las categorías a los clubes perjudicados?
¿No sería más
lógico que antes de aumentar los ascensos para los amigos que ahora ocupan esas
posiciones de privilegio, les otorgaran los que les corresponde a Atlanta
(Nacional B), Argentino de Rosario (Primera C), Estudiantes de Buenos Aires
(Nacional B), El Porvenir (Primera B), San Miguel (Nacional B) y All Boys
(Nacional B)?
¿No sería esto,
aunque tarde, cierta reparación histórica a los clubes a los que en su momento
la propia institución perjudicó en un santiamén ante un manotazo político de
ahogado porque se le venía todo el país encima? ¿No sería un gesto de grandeza,
de honor, pensar en ser más justo en vez de contemplarse el ombligo? ¿No sería
una muestra, acaso, de que estos tiempos ya no son como aquellos del Grondonato
que supuestamente no iban a volver?
Sin embargo,
parece que el memorex no funcionó y el asado siguió con pileta incluido. El
fútbol argentino sigue como siempre, beneficiando a los amigos de cada momento.
Ahora, le toca a los muchachos del ascenso, unidos.
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