lunes, 31 de agosto de 2020

Quién es Mansour bin Zayed Al Nahayan, el amigo del ex Rey de España y de Obama, con una fortuna de 30.000 millones de euros, que tiene a Sergio Agüero como estandarte y que ahora aspira a tener a Messi en su Manchester City (Infobae)


 

A los 50 años, el jeque Mansour bin Zayed Al Nahayan se supera a sí mismo. Si hace pocos días fue noticia mundial cuando se desveló que era él, por fin, quien había facilitado todo para que Emiratos Árabes Unidos, gobernado por su hermano, alojara al ex rey de España Juan Carlos I en su decisión de exiliarse, ahora vuelve a serlo ante la probable chance de que su club, el Manchester City, cuente en sus filas desde la próxima temporada nada menos que con Lionel Messi.

Si de algo se precia el multimillonario jeque emiratí es de tener acceso a dos “teléfonos rojos”, al de Juan Carlos I de Borbón y al del ex presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.

La estrecha relación de Mansour con Juan Carlos I se hizo más conocida aún cuando se desveló que en una de las cartas que Corina Larsen, su íntima amiga, le envió en marzo de 2019 al Palacio de la Zarzuela, en la que mencionaba el obsequio de dos Ferraris por parte del emiratí por valor de 700.000 euros en marzo de 2011, tras asistir el ex monarca español al Gran Premio de Fórmula Uno de Abu Dabi.

El último viaje de Juan Carlos I antes de exiliarse en Emiratos Árabes Unidos (EUA) fue en abril de 2014 y fue recibido por Mansour en el mismo aeropuerto y pese a que hubo un error al no figurar el ex rey español en la lista de protocolo, lo minimizó aduciendo que la presencia del jeque en la ceremonia de bienvenida era prueba de la gran amistad que los une “y su deseo de invertir en empresas españolas”.

En aquel viaje de Juan Carlos I de Borbón a Abu Dabi, no sólo acudió a las pruebas de Fórmula uno en el moderno circuito de “Yas Marina” (al lado del cual, no casualmente, hay una inmensa casa Ferrari), sino que también se mostró en el Palco de Honor del Etihad Stadium, donde juega de local el Manchester City, acompañado por el presidente del club, Khaldoon Al Mubarak y por el director ejecutivo Ferrán Soriano, ex dirigente del Barcelona.

Los vínculos entre Mansour y Juan Carlos I son tan estrechos que no sólo a través de este puente,el jeque pensó en realizar una oferta para adquirir el Real Madrid (uno de los únicos cuatro clubes españoles de la Liga que no es una sociedad anónima) –aunque su titular, Florentino Pérez, uno de los mayores agitadores de políticas “anti-jeques” en los clubes europeos, la rechazó de plano- sino que incluso se llegó a decir que el Manchester City fue la salida mejor ideada entre el propio Pérez y el presidente del Atlético Madrid, Enrique Cerezo, para que Sergio Agüero no pasara directamente de uno al otro club de la capital española.

Cuando tras la temporada 2010/11, se comenzó a rumorear el pase de Sergio Agüero desde el Atlético Madrid al Real Madrid, las rápidas manifestaciones en contra de los hinchas “colchoneros” motivaron la aparición en escena del Manchester City, que se quedó con el argentino con un contrato por cinco temporadas.

Agüero es el jugador emblema del Manchester City. No sólo es el autor del acaso más importante gol de la historia del club, el que le dio el título de la Premier League inglesa en tiempo de descuento ante el Queens Park Rangers, postergando a su poderoso rival de la ciudad, el Manchester United. Desde ese momento, Mansour tomó al argentino como estandarte al punto tal de que cuando tuvo la chance de irse al Barcelona para jugar con su amigo Lionel Messi, le firmó un cheque en blanco para que se quedara. Ahora, esa amistad entre Agüero y Messi puede ser una de las claves para que el rosarino deje el Barcelona y se sume al conjunto de los “ciudadanos”.

Quien pudo transitar por Abu Dabi, habrá visto cómo apareen de manera permanente, en la ciudad, los afiches con fotos del jeque Mansour bin Zayed bin Sultan Al Nahayan, nacido el 20 de noviembre de 1970, medio hermano del jeque Jalifa bin Zayed Al Nahayan, actual presidente de EUA y emir de Abu Dabi, e hijo del emir de Abu Dhabi Zayed II y de su esposa, la jequesa Fàtima. Se graduó de licenciado en Ciencias Políticas en estados Unidos en 1993 y tiene dos esposas y cuatro hijos. Se casó con la jequesa Alia bin Mohammed bint Butti Al Hamed y tienen un hijo, Sheikh Zayed. Luego se casó con la jequesa Sheikha Manal bint Mohammad bin Rashid Al Maktoum, hija del emir de Dubai, con la que tiene tres hijos. Ella es mecenas de arte, activista por la educación de las niñas, y presidenta del Dubai Women Establishment.

Con su segunda mujer, además, Mansour comparte su gran afición por los caballos porque ella es una reputada amazona, mientras que él preside el Emiratos Horse Racing Autority (EHRA) y es un aclamado jinete, que ganó numerosos trofeos en carreras de resistencia en Oriente Medio y es un gran patrocinador de turf a través del festival Sheik Mansour Global Arabian Flat Racing, que cuenta con competencias en los cinco continentes.

Tras haber estudiado en las mejores escuelas de negocios, en 1997 fue nombrado presidente de la Oficina de Presidencia y al morir su padre, fue designado por su hermano mayor, Jalifa II, primer ministro de Asuntos de la Presidencia de los EUA, que es la fusión de la anterior Oficina de la Presidencia y la corte presidencial. También fue presidente del primer Banco del Golfo hasta 2006 y en 2007, presidente de la Fundaciòn de Caridad Jalifa bin Zayed desde la que estableció programas de becas para que estudiantes de EUA puedan continuar en el exterior.

En 2005, Mansour ascendió a presidente de la International Petroleum Investment Company (IPIC),  la empresa que controla las inversiones de energía en forma global desde los emiratos, y en ese mismo año pasó a integrar el Departamento Judicial de Abu Dabi. IPIC controla el cien por ciento de las acciones de la española Cepsa (que tiene en Andalucía sus principales activos en el mundo, las refinerías de Huelva y Algeciras) y controla el 71 por ciento de Aabar Investments, su vehículo de inversión, y la Abu Dhabi Investment Council, con la que tiene participaciones accionarias en empresas comerciales como Virgin Galactic, de sir Richard Branson (de la que compró el 32 por ciento, y que planea incorporar vuelos espaciales suborbitales tripulados, lanzamientos suborbitales para misiones científicas y lanzamientos orbitales para satélites pequeños), Damler (empresa automotriz dueña de Mercedes Benz, a la que compró el 9,1 por ciento por 2700 millones de euros en 2009), y la compañía “Sky News Saudit”, como socio de la Sky News inglesa, adquirida por una de sus tantas empresas del conglomerado, la Abu Dhabi Media Investment Corporation (ADMIC).

 Y también es dueño de Mubadala (que compró la mitad de las acciones de Minas de Aguas Teñidas (Matsa) en Huelva, por 590 millones de euros), y del yate Al Azzam, considerado el más grande del mundo, con 180 metros de eslora y en el que prima la seguridad. Tiene una suite a prueba de explosivos y dispone de un sistema antimisiles, dos helipuertos, dos piscinas y un submarino.

Su fortuna se estima en alrededor de 30.000 millones de dólares entre sus múltiples empresas, inversiones y acciones societarias. Es presidente, por ejemplo, del Al-Jazeera Sports Company, la empresa dueña del equipo de fútbol Al-Jazeera, que compite en la liga de EUA, y que en uno de los Mundiales de Clubes (EUA, gracias a los contactos de Mansour, pudo organizar cuatro, los de 2009, 2010, 2017 y 2018), el de 2017, llegó a la semifinal ante el Real Madrid (cayó derrotado 2-1) luego de eliminar a Auckland City (Nueva Zelanda) y al Red Urawa Diamonds (Japón).

¿Cuál fue entonces la idea de Mansour para hacerse del Manchester City en 2008? Como buen politólogo, entendió que desde hace tiempo que el fútbol era el escenario perfecto para invertir el capital financiero cuando la circulación del dinero crece sobre la producción de bienes manufacturados.

El escenario era ideal: un club con el respaldo de 139 años de historia que en los últimos años vivía a la sombra de su vecino de Manchester, el United. Los “Citizens” tuvieron una época de gloria entre los años Sesenta y los principios de los Setenta, pero desde 1976 comenzaron a transitar una etapa muy complicada, con dos descensos en los Noventa, justo cuando “Los Diablos Rojos” establecieron un imperio y alcanzaron y sobrepasaron en títulos al Liverpool cuando su entrenador era el escocés sir Alex Fergusson.

El 1 de septiembre de 2008, entonces, Mansour generó el primer impacto al desembolsar 360 millones de euros por el 90 por ciento de las acciones, y se quedó con el control del Manchester City, que estaba en manos del ex primer ministro de Tailandia, Thaksin Shinawatra, con problemas en la Justicia, que lo había adquirido un año antes.

Así fue que los petrodólares de Emiratos Árabes Unidos comenzaron a respaldar al otro equipo de Manchester, al más rezagado hasta entonces, al punto de convertirse en lo que el entrenador francés del adversario Arsenal, Arséne Wernger denominó como “doping financiero”: un acrecentamiento de las arcas en base a dinero proveniente de un Estado y por eso, y por lo mismo que ocurre en Francia con la relación entre Qatar y el Paris Saint Germain también se los llama “clubes-Estado”.

Mansour comenzó con el brasileño Robinho con una larguísima lista de contrataciones, que siguieron con estrellas como Jo, Write Phillips, Adebayor y Carlos Tévez,  a un promedio de cerca de 400 millones de euros anuales. Si el primer entrenador del ciclo fue el sueco Sven Goran Erickson, luego siguieron Roberto Mancini, el chileno Manuel Pellegrini, y desde hace cuatro temporadas, Josep Guardiola, con un plantel cada vez más completo y que según el sitio web especializado “Transfermarkt” hoy cuenta con 37 jugadores y con un equipo tasado en 1070 millones de euros.

En estos 12 años, y manteniendo por lo general un bajo perfil y siendo querido por la afición “ciudadana”, la inversión de Mansour dio como resultado la conquista de catorce títulos, todos locales (cuatro Premier Leagues, dos FA Cup, cinco Copas de la Liga y tres Supercopas inglesas (Community Shields), pero sigue faltando la guinda del postre, la Champions League de la UEFA.

Sin embargo, no todo es oro lo que reluce y el manejo del Manchester City también llegó a ser cuestionado en sus aristas financieras. El diario alemán “Der Spiegel”, utilizando como fuente a “Football Leaks”, llegó a sacar a la luz detalles que aparecían en el contrato del italiano Mancini cuando fue contratado como DT en 2009. Según esta información, se firmaron dos contratos, uno con el club (1,45 millones de libras anuales) y otra, con Al Jazeera Sports, la entidad de la que es propietario Mansour en EUA (1,75 millones de libras). Además, como puente aparecía un cuarto actor, la empresa “Sparkglow Holdings”, una sociedad offshore situada en la isla de Mauricio, aunque dos años más tarde, el Manchester City eligió otra vía, cuando Al Jazeera inició una relación con “Italy International Services”, con transacciones que superaban los tres millones de libras. Casualmente, Silvia Fortini, la esposa de Mancini, era una de las representantes de la empresa y su marido aparecía como gerente.

El hecho de ser un “Club-Estado”, por el que bajo la apariencia de sponsors se esconde un apoyo estatal, puso al Manchester City en la continua mira del llamado “Fair Play Financiero” de la UEFA, que controla el balance anual de costos y beneficios, al punto de que casi se queda al margen de las competencias europeas de la próxima temporada, lo que pudo haber provocado un tsunami y la salida de muchas de sus estrellas, pero el TAS lo terminó habilitando semanas atrás y todo quedó en calma. De lo que no se libró fue de una multa de 30 millones de dólares.

Con la experiencia del Manchester City y las excelentes conexiones empresarias y su llegada a los personajes más influyentes del mundo, el jeque Mansour fue constituyendo el ahora llamado “City Group”, adquiriendo clubes en todos los continentes desde el Abu Dhabi United Group (ADUG), como el Melbourne City (Australia), el New York City (que juega la MLS en los Estados Unidos), el Montevideo City Torque (Uruguay), el Girona (España),  el Yokohama Marinos (Japón),  el Sichuan Jiuniu (de la Liga 2 de China), el Mumbai City FC (India) y el Lommel SK (Segunda División de Bélgica).

Tanto el Melbourne City, como el New York City y el City Torque visten en sus camisetas el mismo color celeste del Manchester City y el hecho de poseer varios clubes permitió distintos movimientos, como utilizar varios de estos como plataformas para probar o promover jugadores y luego, de funcionar, traspasarlos a clubes de su propiedad pero en ligas más fuertes.

El Girona, en esta última temporada, estuvo a punto de regresar a la Liga Española al caer en la final de los play-off de ascenso ante el Elche del empresario argentino Christian Bragarnik, y en el que tiene peso Pere Guardiola, agente de futbolistas y hermano de Josep, el entrenador del Manchester City.

En su momento, Mansour se sirvió del New York City para contratar a Frank Lampard, ídolo del Chelsea, ofreciéndole un contrato parecido al que ahora presentaría ante Messi: unas temporadas en Inglaterra para un posterior retiro dorado en la MLS de los Estados Unidos, pero siempre dentro del mismo grupo.

Es tan poderoso el Manchester City que en plena pandemia llegó a comunicar que no recurrirá al sistema de “paro parcial” (una medida por la que el Estado se hace cargo del 8º por ciento de los salarios hasta 2500 libras por mes) implementado por el gobierno británico para paliar parte de las consecuencias económicas de la pandemia del Coronavirus, al no necesitar cobrar esos montos, pese a que la mayoría de los clubes de la Premier League sí lo tuvieron que implementar. Mansour llegó a gestionar que EUA enviara 500.000 dosis de vacunas contra el Coronavirus.

Sin embargo, también la empresa de Mansour recibe críticas desde el costado de la salud, porque distintas investigaciones periodísticas dan cuenta de que los propietarios del centro ExCel, un recinto ferial y de congresos del este de Londres, cobra millones de libras en alquiler al Servicio Nacional de salud del Reino Unido (NHS), por su uso como hospital temporal para pacientes infectados con coronavirus, y según sostiene  el periodista británico Sam Pilger, de la revista “Forbes” el ExCel pertenece a los mismos propietarios del Manchester City.

Según otra investigación del periódico británico “The Sunday Times”, el ExCel es propiedad de la Compañía Nacional de Exposiciones de Abu Dabi (Adnec), y cobra al NHS entre dos y tres millones de libras por mes, según fuentes industriales. Otros, con una mirada más favorable al jeque, recuerdan que en plena crisis económica de 2008, Mansour pagó de su propio bolsillo 4148 millones  para salvar de la quiebra a Barclays, que no llegaba a cumplir con las exigencias de capital del gobierno británico.

Siempre sigiloso, Mansour finiquitó en 2016 en la España de su amigo Juan Carlos I de Borbón la compra de una finca llamada “Quintos de San Martín”, de 8300 hectáreas, en un pueblo del sur de Badajoz, en Extremadura, Valencia de las Torres, al comprarla a la familia latifundista Mora-Figueroa Domecq –según “Forbes”, la octava fortuna de Andalucía-  por 55 millones de euros.

Según se especula, el objetivo es crear en esas tierras una explotación agropecuaria dedicada a la cría y exportación de carne de cordero sacrificada según el ritual “halal”, el único permitido por el Islam. El contacto no parece casual, porque la familia Mora-Figueroa es la dueña del Santa María Polo Club, donde los equipos árabes suelen ganar muchos torneos. Tampoco es casual que cerca de allí se encuentre Sotogrande, sede de torneos internacionales de polo, y la zona en la que el ex rey Juan Carlos I de Borbón, el amigo de Mansour, sol´pia ir de caza en los veranos españoles.

  

 

 

 

domingo, 30 de agosto de 2020

El Barcelona debe pensar fríamente su etapa post-Messi (Jornada)


 

“¿Qué voy a hacer si yo, nací en el Mediterráneo?”, se pregunta el maravilloso cantautor catalán (aunque argentino de corazón), Joan Manuel Serrat, amante del fútbol, del Barcelona y de Lionel Messi.

Los catalanes viven a orillas del Mediterráneo, del “Maremágnum”, y saben mucho de intercambio, de comercio, de negociaciones. Y por tanto los dirigentes del Fútbol Club Barcelona, representante deportivo del catalanismo por excelencia, seguramente con los días, pasado el cimbronazo del burofax (palabra que se puso de moda en todo el mundo), enfriarán sus mentes y comenzarán a hacer cálculos y a entender que el de Messi es un ciclo terminado mucho más en la voluntad del genio de Rosario, que por lo legal.

Y estos mismos dirigentes comenzarán a entender que en este receso futbolístico, tras una catastrófica derrota como la del 8-2 ante el Bayern Munich por los cuartos de final de la Champions League, lo que les vale es tratar de comprender lo que ocurre y como buenos mediterráneos, sacar partido entonces de lo que ahora puedan porque sí o sí, en el mejor de los casos para ellos, el 30 de junio próximo se quedarán sin nada: sin el pan (Messi) y sin la torta (dinero o jugadores a cambio), porque al día siguiente, el argentino quedará libre por contrato y se irá con o sin honores, enfrentado más o menos con el club, pero sin ningún otro beneficio que los servicios prestados (y vaya si fueron prestados) a lo largo de dos décadas.

Si Messi se fuera ahora en los hechos (porque en el espíritu ya se fue), al menos el Barcelona podría tener algo que en julio próximo no tendrá. Porque si como todo indica, la semana próxima los dirigentes del Manchester City viajan a Cataluña para negociar el pase de club a club y ofrecen dinero y jugadores (se rumorea que éstos serían Eric García –proveniente de la cantera de los azulgranas-, el brasileño Gabriel Jesús, y el portugués Bernardo Silva o el español Angeliño), sería una gran ocasión para dar un salto de calidad en el plantel en un tiempo sin dinero para grandes fichajes y, tal vez, allí sí, comenzar una nueva etapa con un equipo con pretensiones que de otro modo difícilmente podría concretar.

Estos dirigentes del Barcelona deberían reflexionar con una frialdad que se requiere para el cargo que ocupan, qué es lo más beneficioso para el club ahora mismo. ¿Sirve de algo, de forzar la situación, tener a un Messi desganado, a la espera de que llegue el 30 de junio, poco y nada consustanciado con un entrenador como Ronald Koeman, que maltrató futbolísticamente a su amigo Luis Suárez, el tercer goleador de la historia de la entidad? ¿Servirían las multas económicas ante posibles faltas a entrenamientos y partidos hacia alguien ya salvado económicamente? ¿Podría estar contento un genio que siente que no tiene compañeros acordes al nivel requerido en un plantel que ya ha demostrado que no está capacitado para ganar una Champions?

Por el lado de Messi ya no sólo está todo dicho, sino actuado. No se trata sólo de manifestarle en aquella reunión que mantuvo a solas con Koeman (y que se desveló desde medios no casualmente afines a la comisión directiva) que se sentía “más fuera que dentro” del plantel para la próxima temporada, sino que ya envió dos claros burofaxes: en uno se consideró jugador libre y dio por finalizado su contrato, y por si quedaba alguna duda, en el siguiente, de ayer, adelantó que no concurrirá hoy a las pruebas de PCR ni mañana al primer entrenamiento del plantel con miras a la temporada 2020/21. Como alguna vez dijo el alemán y ex compañero de Diego Maradona en el Barcelona de los años ochenta, Bernard Schuster, “no hace falta decir nada más”.

Messi no está a gusto en el Barcelona. Lo dio todo. Por supuesto que el club también le facilitó no sólo el mejor contexto sino que le entregó el respaldo del mejor sistema posible para jugar un fútbol bello, como parte de un contexto de amor por el buen juego, pero el argentino lo pagó con creces y se ganó el amor incondicional de los hinchas luego de diecisiete años como profesional, en los que hizo genialidades y batió todos los récords, pero ya con 33 años y capitán, se hartó de que las cosas se torcieran, de que se abandonara aquella idea del juego, de que no se acertara con los fichajes y hasta de que la dirigencia se las tomara con él y con otros jugadores emblemáticos ya sea desde un director deportivo (además ex compañero) como Eric Abidal, que sostuvo que algunos no ponían todo en la cancha, un miembro de la junta directiva (que contrató a una empresa de marketing que se manejó con redes sociales hostiles al plantel), y hasta desde el nuevo entrenador, que aceptó ser el ejecutor de políticas que le dictaron desde más arriba.

Sea lo que fuere o lo que indica el contrato, que para uno le da la libertad de acción y para los otros, no se la da, Messi cree que este ciclo, que por momentos fue brillante y en los últimos tiempos, frustrante, toca a su fin. Y quiere otro destino para sus últimos años de carrera, por lo que ganarle un litigio, se convertirá, en el mejor de los casos, en una victoria pírrica.

Dejar ir a Messi significará soltar amarras, algo que políticamente tendrá su costo, pero es que de todos modos ya se está pagando con él adentro o afuera de la estructura. Pero el buen negociador sabe que al mismo tiempo, se abre un abanico de posibilidades. Si imaginan, por ejemplo, un equipo que desde la mitad de la cancha tenga jugadores como Wijnaldum, Pjanic, De Jong, Mané, Gabriel Jesús, Bernardo Silva y Griezmann , generará una competitividad que el Barcelona no tuvo por años.

Es cierto, muchos lectores podrán decir “pero no está Messi”. Pero el rosarino, de todos modos, no está en espíritu porque desde ese punto de vista, ya se fue.

Y es por eso que desde la llegada del primer burofax, la dirigencia del Barcelona tiene que hacer gala del catalanismo, del “seny” (palabra que significa algo así como “señorío”, la cordura, el saber estar, la sensatez), del don para negociar, y entender que ha llegado, por fin, el doloroso momento de decir adiós, sin litigios ni conflictos leguleyos que sólo generarán irritación, malestar, y un tirante final de relación que no le conviene a nadie.

Por todo lo que le dio al Barcelona en tantos años, Messi se merece una despedida como las que tuvieron Xavi Hernández, Andrés Iniesta o Javier Mascherano. Es lo que soñó y lo que el Barcelona le debe dar, mientras fríamente analiza su futuro, en una nueva etapa, que de todos modos algún día, más temprano que tarde, iba a llegar por la inexorable ley de vida.

Y ese catalanismo debe ayudar a entender a la junta directiva del Barcelona, que también es el momento de reconocer interiormente la catarata de errores que cometió en estos años, que no supo (o no pudo, lo mismo da a esta altura) escuchar lo que el genio iba advirtiendo sobre el andar del club, del plantel y del equipo en los últimos años.

Y no repetir, otra vez, como si fuera el Día de la Marmota, ese final de ciclo por el cual se fueron mal anteriormente los Ronaldo Nazario, Stoichkov, Romario, Rivaldo, Ronaldinho o Maradona.

Y para que, volviendo al genial “Nano” Serrat, no se queden con aquello de “Niño, deja de joder con la pelota”, sino, al contrario, que “hoy puede ser un gran día, y mañana también”.

miércoles, 26 de agosto de 2020

El adiós menos esperado y como consecuencia del hartazgo: Messi se va del Barcelona y se termina una época brillante y un ciclo en la Liga Española (Jornada)


Ya nada será lo mismo. El mundo del fútbol se conmovió ante la noticia de que por fin, Lionel Messi se hartó de los continuos desastres dirigenciales del Barcelona y lo hizo gráfico al enviar un fax al club oficializando sus intenciones de irse ya mismo, algo que ya venía amenazando días pasados, cuando dejó sus vacaciones para advertirle al nuevo entrenador, el holandés Ronald Koeman, que se sentía “más afuera que adentro” del nuevo proyecto, y que terminó de cerrarse cuando el propio director técnico le comunicó a su amigo Luis Suárez que no lo tendrá en cuenta para la próxima temporada.

Habíamos escrito que la única razón por la que Messi podía dudar entre irse o no de este Barcelona, luego de veinte años en el club (llegó en 2000 a los 13, y fue el primer no-europeo en ser contratado a esa edad) pasaba por su incondicional amor hacia la entidad azulgrana, que  también le correspondió con creces, y en la que hizo historia al romper todos los récords, ganar cuatro Champions Leagues y marcar más de 700 goles, algo que será muy difícil de igualar en el futuro.

La salida de Messi del Barcelona, aunque los tiempos que corren son tan veloces que ya la noticia ahora pasa a ser a qué equipo irá (todo indica que picó en punta el Manchester City y ya hay versiones fuertes acerca de que antes de enviar el fax, el propio rosarino se comunicó con su ex entrenador, y actual de los “ciudadanos” ingleses, Josep Guardiola y con su gran amigo Sergio Agüero, jugador de ese club, aunque hubo una reunión con el Inter y el Manchester United se anotó en el pelotón de los que lo pretenden), marca el final de una etapa brillante en Cataluña pero también el de una época en la Liga Española, que se vende como “la mejor del mundo”, pero que se queda sin los dos máximos goleadores de este tiempo y los que acapararon once de los últimos doce Balones de Oro, Cristiano Ronaldo, que hace dos temporadas emigró a la Juventus, y el crack argentino, que más allá de dónde, no se quedará en la competencia en la que participó por 17 temporadas.

En la madrugada catalana de hoy todavía se buscaba una manera de retener a Messi en el Barcelona, apostando a la salida del actual presidente del club, Josep María Bartomeu, que como en tantas otras crisis desde que ocupa el cargo en 2014, se aferra al sillón de manera desesperada, aunque haya confesado a un periodista de mucha experiencia radial, que hasta teme por su integridad física, con infinidad de manifestaciones de repudio desde las redes sociales o en la puerta del Camp Nou de los devastados hinchas “culés”.

Algunos dirigentes se estaban nucleando en la organización “Manifiesto Blaugrana” (azulgrana, en catalán) para exigir antes del fin de semana una moción de censura, para la que se necesitan unos 16 mil votos, para destituir ya mismo a Bartomeu (incluso apoyados por candidatos opositores en la elección presidencial prevista por el club para el 15 de marzo), con la idea de que una vez que saliera la comisión directiva que irrita tanto al crack, y con razón, haya al menos un hilito de esperanza para convencerlo de que se quede.

También se sucedieron las llamadas y una de las que Messi recibió fue la de su ex compañero Xavi Hernández, desde Qatar, donde dirige, en la que le habría pedido que soportara unos meses, que él llegaría sí o sí como entrenador a mitad de año, para la temporada 2021/22, junto con el candidato Víctor Font, el que según las mediciones más chances reúne hoy para ganar esos comicios que hoy suena que fueran dentro de un siglo. Es más, Font anunció que aunque Koeman ganara todo en esta temporada que se inicia, si él gana asumirá con Xavi manejando al equipo.

Lo cierto es que Messi no daba más, entre tantas malas decisiones de una dirigencia que chocó la Ferrari, pero contra el poste de su propio garaje, sin sacarlo siquiera a la calle, especialmente en los últimos dos años. Como capitán, el rosarino tuvo que salir a cruzar a la comisión directiva cuando sostuvo que no creía que hubiera hecho todo el esfuerzo por traer de regreso a Neymar, que daba muestras de arrepentimiento por irse al PSG, o le exigió a su ex compañero Eric Abidal, director deportivo anterior, para que diera nombres cuando el francés dijo que había jugadores que no habían puesto todo en la cancha para justificar la salida del DT Ernesto Valverde, a quien el argentino sostenía en el vestuario.

Bartomeu tuvo que acudir varias veces en este tiempo a los entrenamientos a dar explicaciones, como cuando la comisión directiva contrató a la empresa de marketing “I3Ventures”, que utilizó cuentas de redes sociales para atacar a Messi, Gerad Piqué, o dirigentes opositores.

Tampoco cayó bien en el plantel la contratación como DT, tras Valverde, de Quique Setién, con quien algunos referentes llegaron a discutir a voz alzada, o directamente ignoraron en algunas indicaciones que daba su ayudante de campo, Eder Sarabia.

Ya poco tenía que ver este Barcelona de los últimos cinco años, con aquellos equipos que eran una garantía de espectáculo. Un plantel viejo, poco renovado en fichajes desacertados, y con un Messi que se iba haciendo veterano, y que necesitaba más colaboración en el ataque, y que pocas veces encontró, y sin una política de divisiones inferiores, algo que siempre fue un basamento del Barcelona.

Por si fuera poco, la ausencia de títulos europeos (“esa Copa tan desesada”, llegó a decir Messi en una presentación de temporada con el equipo), con dos increíbles remontadas (la Roma en Italia luego de ganar 4-1 en la ida, el Liverpool en Anfield, al año siguiente, luego de un engañoso pero 3-0 al fin en el Camp Nou) y que el Real Madrid haya ganado cuatro entre 2014 y 2018, ahondaron las heridas.

Y al final, el tiro de gracia, cuando Koeman, recién asumido, luego de la humillación del 8-2 del Bayern Munich, llamó por teléfono a Suárez, el mejor amigo de Messi, con las esposas amigas y ex socias en una zapatería en Barcelona, con sus hijos amigos, para decirle que se buscara club, que no sería tenido en cuenta, y cuando el argentino le había advertido que se sentía “más afuera que adentro” de su proyecto. Fue la gota que rebalsó el vaso, y fue en la mañana de ayer, 25 de agosto, un día negro para la historia del barcelonismo, que su padre, Jorge, envió el burofax que ponía fin a la relación.

Ahora vendrán seguramente tiempos de litigios, abogados y jueces, Messi se considera libre porque aunque según el texto del contrato, el tiempo para irse sin resarcimiento al club ya pasó, la temporada recién termina ahora por causa de la pandemia, y el club se aferrará a lo escrito en los documentos.

¿A dónde irá Messi? Es una renovada y gran pregunta para el mundo del fútbol. ¿Irán a juicio el Barcelona, Messi y su nuevo club para cobrar la cláusula de rescisión de 700 millones de euros cuando el jugador se considera libre? Muy probable. Lo que es seguro es que es el fin de un ciclo único. Y sólo queda agradecer por tanto fútbol, por la magia única de un jugador inigualable, que esperamos que nos vuelta a deleitar con la camiseta que quiera. 

martes, 25 de agosto de 2020

Josep María Bartomeu, el ladero de Sandro Rosell que tuvo una educación de élite y que quedará en la historia como el presidente del Barcelona al que se le fue Messi tras un descalabro en el club (Infobae)


 

Los hinchas “culés”se agolparon en la puerta del Camp Nou, las redes sociales manifestaron su hartazgo y repudio a su accionar, la organización “Manifiesto Azulgrana” preparaba una urgente moción de censura, que con dos tercios de los votos lo puede destituir de su cargo, y los candidatos en las próximas elecciones del 15 de marzo no ahorraron adjetivos en su contra. Así pasó Josep María Bartomeu, el presidente del Barcelona, las últimas horas luego de que explotara la bomba con la anunciada salida de Lionel Messi del club después de veinte años de su llegada y tras marcar toda clase de récords y formar parte de los años más brillantes de su historia.

Joan Laporta, candidato para las próximas elecciones y ante quien renunció Bartomeu luego de profundas discrepancias en 2005 cuando aquél ya era presidente, dijo que creía que detrás de este conflicto, por el que horas antes del burofax enviado por Messi al Barcelona anunciando que se iba, el nuevo entrenador holandés Ronald Koeman le dijo al delantero uruguayo Luis Suárez que se buscara club, sostuvo que detrás de todos estos movimientos “está la intención de la comisión directiva de que el argentino se vaya”, que esto sería “un error histórico”, para terminar afirmando “pobre Barꞔa, en manos de estos incompetentes”, y que le parecía “una cobardía del presidente y una falta de respeto al jugador y un actuar impresentable que perjudica la imagen del club”.

“Sabes perfectamente que si los culés pudieran ir a la cancha, todo el campo sería un grito; Bartomeu, ándate ya! No has sido capaz de cuidar ni al mejor de la historia, un mito hecho en casa. Por eso insistimos: Bartomeu dimisión y elecciones lo antes posible”, twitteó Víctor Font, acaso el candidato de mayor peso en las próximas elecciones, haciendo juego con el himno del Barcelona (“Tot al camp, es un clam” –todos al campo, es un grito”-)

 

Muchos no entienden el accionar de Bartomeu, de 57 años, y de bajo perfil, quien llegó a la comisión directiva del Barcelona de la mano de Sandro Rosell, a quien conoció en la ESADE, una de las más universidades de élite en España para estudios de administración de empresas, y del que se convirtió en un absoluto ladero, acompañándolo tanto en el poder político del Barcelona como en todo tipo de negocios.

Josep María Barrtomeu Floreta nació en Barcelona el 6 de febrero de 1963, pero vivió en Vilanova del Vallés y pudo estudiar en los mejores colegios, como el prestigioso Aula Escola Europa, antes de licenciarse en administración de empresas, y en su juventud jugó al basquetbol no sólo en el Barcelona, del que fue socio desde muy pequeño, sino incluso en el club rival de la ciudad, el Espanyol, y es consejero delegado del grupo ADELTE (empresa de boarding), que tiene sus raíces en Trabosa (empresa dedicada a la construcción de vehículos industriales creada por su abuelo en 1962) y también es consejero en la empresa EFS (Equipo Facility Services) dedicada al mantenimiento de terminales y equipos electromecánicos (gestión y mantenimiento de carritos portaequipajes, sistemas automático de transporte de equipajes, handling, etc). Insistentes rumores indican que algunas de las empresas de Bartomeu estarían a punto de presentarse en convocatoria de acreedores y que podrían ser reflotadas con un préstamo de Goldman Sachs, vinculado a Jordi Moix, otro amigo suyo y de Rosell, y vicepresidente económico del Barcelona.

Con Rosell, además de los años de conocimiento en el mundo de las empresas, son socios en la inmobiliaria Iniciativas Comas SL, y así como ambos están vinculados con el derechista Partido Popular, tienen negocios con la empresa Cobra, de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, en países árabes.

Cuando Rosell llegó al poder en el Barcelona en 2003 como vicepresidente, Bartomeu fue vocal y quedó como responsable de las áreas de voleibol, hockey y basquetbol, y pese a que en su primera temporada ganaron con éste último deporte la Liga ACB y la Supercopa, y al bajo perfil que trató de cultivar, sus desavenencias con el presidente Laporta en cuanto al organigrama de los deportes que le tocaron manejar fueron la gota que rebalsó el vaso y la comisión directiva se fracturó.

En marzo de 2005, Laporta relevó de su cargo a Bartomeu y en junio abandonó su cargo junto a Rosell y otros directivos. Justo días antes de la crisis se había producido el encuentro entre los dos máximos referentes de la dirigencia, Laporta y Rosell, en el restaurante “Speakeasy”, donde parecía que habían solucionado sus públicos desacuerdos y hasta el entonces vocero del club, Xavier Cambra, aseguraba que ya no quedaban heridas abiertas, pero Bartomeu y su área fueron el detonante de la contramarcha.

Rosell y Bartomeu volverían al poder del Barcelona en 2010, ya como dupla, con el primero en la presidencia y el segundo como vice, al ganar las elecciones con el 61,35 por ciento de los votos y al poco tiempo, generarían una primera polémica al acordar un millonario patrocinio con Qatar Airways, lo que terminó siendo la primera vez que un sponsor auspiciaba en la camiseta azulgrana, que sólo había admitido hasta entonces una publicidad de UNICEF.

“El Barcelona pasó de ser “Más que un Club” (como sostiene el lema que caracteriza a la entidad catalana) a “un club más” con este tipo de acuerdos, llegó a decir entonces el fallecido Johan Cruyff, ídolo de los hinchas culés, en referencia a lo que significaba llegar a un arreglo con una empresa de un país cuestionado por actos terroristas, y quien, además, decidió renunciar a la presidencia de honor del club.

La gran oportunidad llegó para Bartomeu el 23 de enero de 2014, cuando Rosell debió renunciar a la presidencia por el llamado “Caso Neymar”, en el momento en el que el juez de la Audiencia Nacional de España Pablo Ruiz admitió a trámite la causa. Todo comenzó cuando un socio, Jordi Cases, quiso saber cómo se había ejecutado la transferencia de Neymar desde el Santos al Barcelona para la temporada 2013/14, que en principio parecía de 57,1 millones de euros desde las arcas del club. Sin embargo, la Justicia detectó pagos extras por 40 millones de euros al padre del jugador y se llegó a un acuerdo final a mediados de 2016, por el que se exoneró de toda culpa al jugador y a los dirigentes - Bartomeu había sido imputado por el juez Ruiz- , asumiendo el Barcelona toda la responsabilidad haciéndose cargo de una multa de 5,5 millones de euros. Bartomeu había sido imputado por el juez Ruiz

Sin embargo, la empresa brasileña DIS inició un nuevo juicio al sentirse estafada por ser propietaria del 40 por ciento de los derechos del pase de Neymar, lo que fue conocido como “Caso Neymar 2”, y accionó contra el Santos y el Barcelona, aunque la causa fue archivada primero, al considerarse que esos 40 millones que cobró Neymar padre no eran por la contratación sino como sueldos, pero luego se admitió que esta operación pudo influir en el mercado al impedir que cualquier otro club negociara con el Santos o con el jugador. En octubre de 2018, el juez José María Vázquez Honrubia, resolvió enviar el asunto a la sala de lo penal, a la espera del fallo.

Los escándalos no tenían freno, justo en una temporada en la que el Barcelona no pudo ganar ningún título luego de siete años, en coincidencia con la contratación de Gerardo Martino como entrenador luego de la salida de Josep Guardiola y el final de un ciclo brillante de cuatro años, en 2012, y de que se conociera que su continuador, Tito Vilanova, padecía una enfermedad que derivó en su pronto fallecimiento.

En abril de 2014, poco antes de finalizar esa extenuante temporada, se conoció la sanción al Barcelona de cuatro meses sin poder contratar jugadores por parte de la Comisión de Disciplina de la FIFA, por incumplimiento del Estatuto de Transferencia de Jugadores en nueve casos, y hasta la apelación del club fue rechazada en Zurich. Por esta razón, no hubo posibilidad de modificar el plantel en los dos mercados siguientes hasta que al terminar la temporada 2013/14, se gastaron 157 millones de euros en refuerzos y llegó Luis Enrique Martínez para reemplazar a Martino.

Sin embargo, como en tantas ocasiones anteriores y posteriores, Rosell pondrá su mejor sonrisa, cara de piedra y corrección absoluta, impasible, ante toda clase de preguntas que puedan generar algún conflicto, como cuando este periodista le consultó si era posible conocer el acuerdo con Boca para disponer de algunos de sus jugadores de las divisiones inferiores, y dio varias vueltas sin respuestas concretas.

La gran campaña de la temporada 2014/15, que había comenzado mal con problemas entre el director técnico y los principales referentes del plantel, con el “triplete” (Liga, Copa del Rey y Champions League), trajo como consecuencia inmediata el triunfo de Bartomeu en las elecciones del 18 de julio de 2015, por el 54,63 por ciento de los votos.

Otro asunto turbio fue el llamado “Espai-Barꞔa”, un intento de remodelación del Camp Nou prevista por alrededor de 30 a 40 millones de euros desde la llegada de Rosell al poder y que continuó Bartomeu, pero que se fue transformando en una obra faraónica de alrededor de 600 millones de euros y en la que participó la empresa Comsa de la familia Sumarroca (Carles Sumarroca Coixet y Jaume Rosell Sanuy-padre de Sandro- fueron socios históricos), mientras que la que se encargó del estudio del nuevo Camp Nou fue la empresa ISG (International Stadia Group) de Ian Todd, ex jefe de Rosell en Nike.

Sin embargo, muchos cuestionan a Bartomeu y su comisión directiva su incapacidad para proyectar un nuevo equipo de fútbol a partir de las lógicas salidas de referentes como Xavi Hernández y Andrés Iniesta, la pérdida de identidad en lo que se dio en llamar “ADN Barꞔa”, las contrataciones apuradas para tapar agujeros, como cuando el PSG depositó los 222 millones de euros de la cláusula de Neymar en 2017 y se lo llevó y a cambio llegaron Ousmane Dembélé y Philippe Coutinho, que no resultaron, o al sostener mientras pudo a Ernesto Valverde pese a caer en la Champions ante la Roma en 2018 luego de ganar 4-1 en la ida, o ante el Liverpool en 2019, luego de estar 3-0 arriba en las dos Champions Leagues anteriores.

Todo se deterioró mucho más en los últimos años, cuando la dirigencia decidió contratar en 2019 al francés Antoine Griezmann aunque éste parecía que llegaba un año antes y se decantó por cointinuar en el Atlético Madrid cuando los dos capitanes, Lionel Messi y Gerard Piqué, le habían abierto las puertas, o generando un permanente desgaste al no volver a contratar a Nerymar, que daba muestras de arrepentimiento por haberse ido.

 “No sé si el club hizo todo por traer a Neymar”, llegó a soltar Messi, harto porque echaron a Ernesto Valverde, querido por buena parte del vestuario, por una derrota aleatoria ante Atlético Madrid en la Supercopa de España para contratar a Quique Setién, con el que se sucedieron las discusiones subidas de tono, igual que con su ayudante, Eder Sanabria. Para colmo de males, tras la salida de Valverde, el director deportivo, Eric Abidal,  ex compañero de varios jugadores del Barcelona en el pasado reciente, sostuvo que algunos jugadores no dejaban todo en la cancha, y Messi salió a exigirle nombres. La situación empeoró cuando se supo que la dirigencia había contratado a una empresa de marketing, I3Ventures, que se manejaba con redes sociales que atacaban en algunas de sus cuentas a Messi, Piqué, y dirigentes opositores, hasta llegar al golpe final, el 2-8del escarnio ante el Bayern Munich por los cuartos de final por la reciente Champions League.

Bartomeu, como siempre, y con su mejor sonrisa y su cara de piedra, resiste. Aunque se prepara una moción de censura que necesita 16 mil firmas para sacarlo del poder tal vez en cuestión de horas, cuando tuvo que adelantar ya las elecciones previstas para mitad de año, para el 15 de marzo.

Bartomeu llegó a decir, cuando Abidal volvía a jugar luego de un cáncer, que su contrato sería renovado “con que juegue un minuto”, pero eso jamás ocurrió. Ahora, aquel dirigente de bajo perfil acapara las primeras planas. Hizo historia: consiguió que el genio de Messi, el que batió todos los récords del club, el máximo ídolo de la historia, se haya hartado y se quiera ir. Pero se aferra al sillón, como tantas otras veces.

 

 

 

 

 

domingo, 23 de agosto de 2020

Si Messi duda en irse es porque ama al Barcelona (Jornada)


 

En Cataluña, todos conocen de sobra a Ronald Koeman. El rubio neerlandés de 57 años, es el autor del gol más emblemático de la historia del Fútbol Club Barcelona, aquel tiro libre que a ocho minutos de terminar el alargue de la final de la Champions League en Wembley, venció al italiano Gianluca Pagliuca y le dio a los azulgranas su primer título europeo. Fue el 20 de mayo de 1992 y esa jugada, ese remate tan bien colocado, fue repetida miles de veces por la TV y las redes sociales.

Con ese gol, y de la mano de otro neerlandés, también ex jugador, el fallecido Johan Cruyff, el Barcelona ponía fin a décadas de frustraciones y de odiosas comparaciones con su archirrival español, el Real Madrid, a quien siempre miraba de reojo con victimismo, sintiéndose perjudicado por negociados políticos y deportivos, para colocarse, por fin, en el centro de la escena.

¿Cómo, entonces, Koeman no va a tener espaldas anchas para poder tomar medidas duras, drásticas, que incluyan a las vacas sagradas del plantel del Barcelona? Si bien el rubio ex defensor del club estaba dirigiendo a la selección de su país, tenía una cláusula puesta en su contrato con el equipo naranja que decía que en caso de una oferta de los “culés”, podría rescindir y marcharse.

La elección de Koeman no es casual. La desastrosa gestión de la actual comisión directiva del Barcelona necesitaba de alguien fuerte y revulsivo para generar cierta tranquilidad y encarar un nuevo ciclo en el club, después del lapidario 2-8 ante el Bayern Munich por los cuartos de final de la Champions en el “Súper 8” de Lisboa, pero que se sumó, además, a las anteriores dos remontadas anteriores en sendas copas europeas sufridas por el mismo plantel ante la Roma en 2018 y el Liverpool (2019) cuando quedó eliminado luego de ir ganando 4-1 y 3-0, respectivamente.

La situación no daba para más y al final del partido contra el Bayern, quien habló con los medios fue uno de los líderes del equipo, Gerard Piqué, pero no Lionel Messi, el máximo de los capitanes. Tampoco es casual que no se haya pronunciado. El genio de Rosario sabía bien que la situación se parecía, en cuanto a la frustración, a aquella que atravesó tras otra derrota por penales ante Chile en la Copa América Extra de los Estados Unidos, la tercera definición consecutiva con derrota en la selección argentina, y aquella vez, anímicamente destruido, manifestó ante los micrófonos que ya no volvería a jugar con la camiseta celeste y blanca, pero le duró poco el enojo: como nunca había ocurrido con esta intensidad, el público argentino le demostró su afecto y le pidió encarecidamente, y de todas las maneras posibles, que se quedara.

Y Messi no sólo se quedó, sino que de a poco se fue acomodando a un nuevo status de líder, aún cuando la generación con la que ahora juega es otra, y ya no están muchos de sus amigos de tantos años. Y fue levantando el tono de su voz contra los arbitrajes, y comenzó naturalmente a entonar el himno nacional, y fue encontrando interlocutores en el juego.

En el Barcelona, a Messi le pasan otras cosas: el cariño de los hinchas fue demostrado desde adolescente y no tiene dudas al respecto. Ha ganado títulos por doquier, formó parte de un equipo que brilló hasta ser considerado modelo de juego en el mundo entero, pero pudo percibir, como pocos, y con diecisiete años de profesional en el mismo club, cómo todo se fue deteriorando desde la salida de Josep Guardiola y luego Tito Vilanova ,como entrenadores, en 2013, pero en especial, cómo los dirigentes nunca encontraron un plan, una fórmula, un proyecto, para idear una transición hacia algo diferente, manteniendo el mismo ADN, para cuando terminara esta etapa y comenzaran a faltar los Carles Puyol, los Xavi Hernández, los Andrés Iniesta, y cuando se convirtieran en veteranos los Piqué, los Sergio Busquets y hasta el propio Messi.

Al contrario, el Barcelona fue una máquina de gastar dinero en fichajes sin sentido, a las apuradas, tapando baches. Descuidó a la cantera, a sus juveniles, hasta que casi no apareció nadie que genere una ilusión particular (recién ahora vemos a los Riki Puig o Ansu Fati, aunque les falta mucho recorrido), contrató entrenadores que ya aceptaron atacar con dos delanteros y hasta con uno solo, y por si fuera poco, muchas veces sin ser del gusto del plantel, con directores deportivos mediocres. Y el combo terminó con la salida de Neymar al PSG y con el ataque de redes sociales (contratadas por la propia dirigencia) a varias figuras del equipo.

Es en este contexto, y con elecciones presidenciales en el club convocadas para el 15 de marzo -es decir que a esta dirigencia le queda una sola temporada y de absoluta transición-, y cuando se declara que salvo cuatro o cinco jugadores, el resto son todos prescindibles (entre ellos, amigos con los que Messi comparte vacaciones con sus familias como Luis Suárez o Jordi Alba), que se plantea si el crack argentino debe o no seguir en el club, en el que juega desde 2000 y en el que batió todos los récords posibles, y cuando el próximo 30 de junio termina su contrato y quedará en libertad de acción con 34 años.

Que Messi se haya tomado el trabajo de subirse a su coche e ir en búsqueda de Koeman para reunirse con él en plenas vacaciones, y que le haya manifestado sus dudas sobre su continuidad y hasta que le haya dicho que se ve “más afuera que adentro” del plantel para la próxima temporada a escasos días de regresar a los entrenamientos, puede tomarse como un irrefrenable deseo de marcharse pero también, como una declaración de amor al club y de enorme paciencia luego de años de desastres institucionales.

Es por esta misma razón que en su momento, cuando pudo irse al Chelsea, fue convencido por Vilanova para que se quedara, y seguramente es por el mismo motivo que sería muy extraño verlo con una camiseta europea que no sea la del Barcelona.

También es cierto que una salida del rosarino en este momento, implicaría forzar destinos no deseados. Si bien en el Manchester City juega su amigo Sergio Agüero, y con Guardiola se tiran flores de ida y vuelta en cada declaración mediática, una cosa es esto y otra que puedan volver a convivir en un día a día. Aquel desgaste provocó la salida de “Pep” en 2012 (entre otros motivos), mientras que si bien en Milán consideran que una posible contratación por el Inter de capitales chinos puede convertirse en “cuestión de Estado”, ya lo dijo su (¿ex?) entrenador Antonio Conte cuando se lo consultaron días pasados: “Es más fácil enderezar la Torre de Pisa antes de que Messi se vista de azul y negro”, y acaso pueda aparecer el “factor Javier Zanetti”, compatriota del rosarino, ídolo y vicepresidente de la entidad. Tal vez el PSG pueda animarse, pero debería desprenderse de varias figuras por el asunto del Fair Play Económico de la UEFA. Y por si queda poco, se difunde en estos días que el vicepresidente de Boca y ex compañero suyo en la selección argentina, Juan Román Riquelme, mantiene con él una conversación fluida y no pierde las esperanzas de un préstamo hasta que la situación se calme o expire el contrato con los catalanes, haciendo el camino inverso al de Diego Maradona.

Por estas horas, Messi medita su futuro. Sin contrato renovado, todo termina el 30 de junio. Sus amigos no tienen la continuidad asegurada y están en la lista de prescindibles, no se ve un proyecto serio a futuro y si lo hubiera, es difícil concretarlo en pocos meses y cuando uno de los principales dirigentes opositores, como Víctor Font, ya dice que de ganar en marzo irá con otro entrenador (Xavi) aunque Koeman salga campeón. Y lo que se charló en con el neerlandés, que debió quedar puertas adentro, se supo inmediatamente en los medios. No hay dinero para grandes contrataciones, además, y sólo se contemplan jugadores como parte de pago para poder importar alguna estrella.

¿Cómo seguir en esas condiciones, sin ninguna garantía de éxito o de encarrilar la situación? Sólo amando mucho al Barcelona es que Messi mantiene su silencio, deja de lado horas de sus vacaciones, o no dice (aún) abiertamente que se quiere ir.

Y que esté harto, como está, de la situación, demuestra que pese a que futbolísticamente es un genio, fuera de la cancha tiene los mismos sentimientos que cualquiera que tenga las máximas aspiraciones y sabe que no lo ayudarán en nada para conseguir sus objetivos.

Bayern Munich, un campeón de Europa de punta a punta (Jornada)


 

Los rostros con lágrimas de Neymar, Kyllian Mbappé o Ángel Di María tal vez lo explicaban todo, en la noche de verano que le ponía contexto al hermoso y vacío Estadio Da Luz en Lisboa. Es que el Paris Saint Germain (PSG) no estuvo tan lejos, pero desperdició sus pocas pero claras ocasiones de gol, especialmente en el primer tiempo, y eso suele costar demasiado ante este Bayern Munich, que se consagró campeón de Europa al ganar la final con un ajustado 1-0 y con un goleador inesperado, el francés Kingsley Coman.

El partido no fue lo que se esperaba, porque con dos equipos tan goleadores y con ataques tan potentes, sumados a los antecedentes de ambos en sus torneos y en el devenir de la Champions, lo lógico era que se presentara un ida y vuelta infernal, con muchas llegadas a los arcos, pero no fue así y en gran parte, eso estuvo relacionado a que los dos entrenadores alemanes entendieron que la clave pasaba por las puntas.

Así es que en ambos extremos, los dos equipos se bloquearon porque los duelos individuales eran completamente equilibrados: Kimmich-Mbappé y Bernat-Gnabry en una banda, y Kehrer-Coman y Di María-Davies por la otra, mientras que en el medio, todo se hacía cortado por las faltas tácticas y no fue casualidad que más allá de situaciones aisladas (un remate en el palo de Robert Lewnandowski para el Bayern y una gran tapada de Manuel Neuer ante Mbappé que no pudo terminar Neymar para el PSG), el primer tiempo terminara empatado y sin goles.

Fue una final extraña porque los grandes cracks que todos esperaban, no aparecieron en su nivel. Lewandowski, que iba por el récor de Cristiano Ronaldo de marcar goles en once partidos consecutivos (llevaba nueve), esta vez tuvo pocas chances, bien contenido por Thiago Silva y Kimpembé, y tampoco Neymar ni muchos menos Mbappé, se lucieron porque enfrente tuvieron buenas marcas y especialmente un movimiento colectivo que los ahogó.

Tampoco fue la final que se esperaba desde lo estético por el bloqueo de ambos y porque hasta el gol, que llegó a los 16 minutos del segundo tiempo, fue consecuencia de un centro pasado del gran ejecutante de las pelotas paradas de los alemanes, Joshua Kimmich, para que en el segundo palo, y sin marca, Coman, un ex jugador del PSG, y de cabeza, por fin cambiara el resultado. Fue el error defensivo más grave de los franceses y como ocurrió durante toda la Champions, lo pagaron carísimo, porque contra el Bayern, ir perdiendo es casi renunciar a cualquier posibilidad de éxito.

Los alemanes, que estaban séptimos en la Bundesliga cuando Niko Kovac le dejó su lugar a Hans-Dieter Flick como entrenador, adquirieron tan fortaleza anímica que una vez que se ponen en ventaja, y con su esquema de 4-2-3-1, con los cuatro de arriba siempre en posición ofensiva, operan como un noqueador al que le encantan los contragolpes, y entonces comienza la duda sobre lo que más conviene para lanzarse al empate: ¿descubrirse atrás? No parece ser la solución. ¿Atacar aunque con menos gente y con el reloj en contra? Parece poco. Eso fue lo que le pasó al PSG en los treinta minutos finales, en los que entre los continuos cambios y la fricción en el medio, el partido se le fue escapando de las manos y si hubo alguna necesidad, apareció Neuer para tapar con sus piernas, de manera magistral, cualquier intento, como uno aislado de Marquinhos.

El Bayern es un indiscutido campeón porque ganó de punta a punta esta Champions. Se impuso en los diez partidos, marcó 43 goles (a razón de 4.3 goles por partido), le marcó siete al Chelsea en la serie de octavos de final, ocho al Barcelona en los cuartos en un solo partido, siete al Tottenham de Mauricio Pochettino) en la fase de grupos, y siempre fue superior a todos sus rivales. Son cifras apabullantes, sin atenuantes.

Con esta sexta Champions de su palmarés, el Bayern queda tercero en la tabla general de la historia de la Copa más importante del continente, alcanzando al Liverpool, y sólo tiene adelante al Real Madrid (13) y al Milan (7), además de estar ya clasificado para el Mundial de Clubes de China 2021, y de ganar un histórico triplete (Bundesliga, Copa Alemana-Pokal- y Champions).

El PSG se quedó en la puerta del título pero su balance también es positivo, cuandó seguramente lo analice con mayor frialdad y más allá de la enorme inversión en fichajes con fondos cataríes. Nunca antes había logrado pasar de los octavos de final, y conserva un plantel rico de jugadores y un muy buen entrenador como el alemán Thomas Tüchel. No debe dejarse arrastrar por el exitismo. Muchas veces el éxito es la consecuencia de años de coherencia.

sábado, 22 de agosto de 2020

Neymar, la estrella del fútbol que atrae amores y odios, vive de fiesta en fiesta, es paradigma mundial de las simulaciones en las faltas y busca ser el mejor jugador del mundo (Infobae)


 

Por estas horas, Neymar acapara los primeros planos del mundo por dos razones diferentes atadas al mismo hecho. Por un lado, sus grandes actuaciones en el “Súper 8” de la Champions League de Lisboa, que catapultaron a su equipo, el París Saint Germain (PSG), a la final del domingo ante el Bayern Munich, pero por otro, por aparecer en un video, que se viralizó, festejando con sus compañeros al ritmo de la canción “Hawái”, compuesta por el colombiano Maluma para su ex novia Natalia Barulich, a la que ahora se vincula a la estrella del fútbol, considerada por muchos como el mejor jugador brasileño después de Pelé.

La vida de Neymar está en constante movimiento y desde muy joven se fue acostumbrando a las grandes marquesinas, desde sus éxitos con el Santos, o sus participaciones con la selección brasileña, hasta su condición de celebridad, por la que ocupa permanentes espacios en las revistas del corazón o las redes sociales.

Neymar da Silva Santos Jr nació en la ciudad paulista de Mogi das Cruces el 5 de febrero de 1992. Su padre, Neymar da Silva, también fue futbolista y forma parte de su entorno, mientras que su madre, Nadine Santos, separada de su padre, también acaparó pantallas y redes sociales al conocerse que estaba en pareja con un gamer de menos edad que su hijo.  En ese mismo año de su nacimiento se trasladaron a Santos, y ya cuando comenzó la ganancia de buen dinero, el jugador se compró una casa del lado de Vila Belmiro. Es que ya a sus 15 años ganaba diez mil reales al mes, y un año más tarde, veinticinco mil.

Comenzó jugando al fútbol sala en el Tumiaru, llevado por un reconocido ojeador de futuros cracks, Betinho (Roberto Antonio dos Santos), quien recuerda que desde que lo vio jugar “supe que sería tan bueno como Robinho”, a quien también descubrió y es el ídolo de la infancia de Neymar y que llevó al Santos a la final de la Copa Libertadores 2003, perdida ante el Boca de Carlos Bianchi.

“En 1998 estaba formando un equipo con niños nacidos entre 1991 y 1992. Vi a Neymar corriendo por la tribuna y fui a hablar con su padre. Me llamó la atención porque corría como si fuera una llanura y luego noté que tenía habilidad, agilidad y coordinación motora. Y a eso lo ligué con la genética porque vi a su madre, que era delgada y alta, y a su padre, que tenía un buen biotipo, y lo seleccioné”, recuerda Betinho, quien agrega que en la comparación como Robinho a la misma edad, “lo veía mejor a este chico”.

Para el ojeador de cracks, “un jugador como Neymar nace cada mil millones de seres humanos. El cielo es su límite porque tiene un talento innato. Se supera en todo lo que hace. Su mente va un segundo delante de los demás, y algo importante: tiene los cimientos de su familia, porque sus padres siempre estuvieron a su lado y eso ha marcado la diferencia”.

Tras pasar por otros clubes de San Pablo como Portuguesa Santista o Gremetal, Neymar terminó ingresando a la Academia del Santos en 2003, reconocida por sacar grandes cracks como Pepe, Bruno Coutinho Martins, Clodoaldo, Diego Walsh, Elano, Alex, y se destacaba tanto en los equipos juveniles del “Peixe” que se lo comenzó a comparar con Robinho o Pelé, también surgidos de este club.

Fue allí en la Academia santista que conoció y se hizo amigo de Paulo Henrique Ganso (ahora en el Fluminense), quien también se convertiría en estrella del fútbol brasileño, pero Neymar generaba las máximas expectativas, tanto que a los 14 años viajó a España para fichar por el Real Madrid, pero aunque pasó la prueba, el Santos no lo quiso ceder. Volvió entonces a su club y terminó debutando en Primera en 2009, a los 17 años, el 7 de marzo y ante Oeste, entrando como suplente faltando treinta minutos. Ya a la semana siguiente consiguió su primer gol oficial ante el Mogi Mirim y si bien el Santos terminó perdiendo la final ante el Corinthians, totalizó 14 goles en 48 partidos. Apenas un año más tarde, en 2010, fue campeón paulista con 14 goles en 19 partidos, y terminó una brillante temporada con 42 goles en 60 partidos y con apenas 18 años. Fue considerado el mejor jugador del año y entonces comenzaron a llegar ofertas para contratarlo desde el West Ham (12 millones de euros) o el Chelsea (20 millones) y su agente, Wagner Ribeiro, afirmaba que el sueño que tenía era el de ser el mejor jugador del mundo.

Ya para ese entonces, se iba convirtiendo de a poco en una estrella difícil de controlar. Siempre moviéndose con mucha gente a su alrededor, tuvo un primer incidente importante ante el Goianense, cuando su director técnico, Dorival Jr, mandó a otro compañero suyo a patear un penal que le provocaron a él porque había fallado el último que le había tocado rematar, en la final de la Copa de Brasil (que igualmente el Santos terminó ganando). Neymar dio media vuelta, le dio la espalda al DT y debió ser calmado por un juez de línea y también discutió con su capitán, Edu Dracena.

Apenas un mes más tarde, el diario deportivo brasileño “Lance!” publicó un informe que decía que Neymar y otros jugadores habían estado con prostitutas después de un partido ante Gremio en Porto Alegre, lo que fue grabado por cámaras de seguridad del hotel en el que se alojaba el equipo. Dorival Jr, el DT, pudo ver el video, se mostró indignado, y exigió un castigo, e incluso Pelé también salió a criticar a estos jugadores, pero el que se acabó yendo fue el entrenador, aunque el ahora crack del PSG pidió disculpas. Sin embargo, a fin de año fue votado como tercer mejor jugador del continente, sólo por detrás de los argentinos Andrés D’alessandro y Juan Sebastián Verón. Meses antes, Pelé y Romario le llegaron a pedir públicamente a Dunga que lo convocara para integrar la selección brasileña en el Mundial de Sudáfrica 2010, sumados a una importante presión mediática y una lista de miles firmas, pero el DT no aceptó colocarlo entre los veintitrés definitivos y aunque sostuvo que se trataba de “un jugador extremadamente talentoso”, le faltaba experiencia internacional.

El crecimiento del Santos y de Neymar ya era notable. En 2011 y con 19 años, ya era un jugador consolidado. Fue campeón sudamericano sub-20 en Perú (y goleador del torneo con 9 tantos, dos de ellos en la final ante Uruguay),  y participó de la Copa América de Argentina, en la que Brasil fue eliminado por penales ante Paraguay.

Ese mismo año, el Santos fue campeón de la Copa Libertadores luego de 48 años (en tiempos de Pelé). Al empatar 0-0 en Montevideo y vencer 2-1 en San Pablo a Peñarol. Neymar marcó uno de los goles y fue considerado la figura del partido, y pocos meses después, el presidente del club, Luis Ribeiro, denunció que el Real Madrid se lo quería llevar y que los españoles adujeron un precontrato que no era verdadero y lo reportó a la FIFA, mientras el jugador extendió su acuerdo con los paulistas hasta el Mundial 2014. Era claro que después de ese torneo, pegaría el salto al fútbol europeo, y quien se encontraba en el primer lugar entre los aspirantes era el Barcelona, que  venció los brasileños 4-0 en la final del Mundial de Clubes de Japón, en la que tuvo piedad en el segundo tiempo, en el que decidió bajar la cortina, y según los rumores, tuvo relación con la posible llegada de Neymar, aunque ésta se produjo años más tarde.

Lo cierto es que Neymar, que llegó a tierras japonesas con una tremenda promoción (su agente repartió ante la prensa un CD de sus jugadas con el apoyo de nueve sponsors), regresó a Brasil fascinado con el Barcelona y con la chance de haber podido saludar y enfrentar a Lionel Messi, uno de sus ídolos como jugador. Pocos días más tarde fue elegido como mejor futbolista sudamericano del año y se llevó el premio “World Soccer” al mejor jugador joven del mundo. Ya para ese entonces, Neymar confiaba plenamente en su talento, al punto de que el 21 de junio afirmó que podía ganar el Balón de Oro por su cuenta, lo que provocó la reacción inmediata de Diego Maradona, sosteniendo que el mejor era Messi.

Tanto como dentro de la cancha, en la que buscaba a los adversarios para hacerles provocar infracciones y mantenía duelos verbales con muchos de ellos, Neymar hacía algo parecido fuera de la línea de cal, como cuando el 13 de agosto de ese 2011 publicó en Twitter “juez ladrón” por fallos del árbitro Sandro Ricci con los que estaba enojado y por una tarjeta amarilla que le habían sacado, pero poco después eliminó el mensaje y adujo que le habían utilizado la cuenta. Sin embargo, el árbitro decidió juicio por daños morales y le reclamó veinte mil reales. El futbolista debió terminar pagando quince mil.

Neymar ya había tocado techo en Brasil y en 2012 ganó el Botín de Oro y el “Globolinha” de Oro al mejor gol, que recibió de manos de Pelé, luego de marcar 42 tantos en 47 partidos. En 2013, formó parte de la selección brasileña que ganó como local la Copa Confederaciones, y si bien fue elegido como mejor jugador en cuatro de los partidos, extrañamente fue resistido por una parte del público, aunque el equipo parecía proyectado para realizar un gran Mundial al año siguiente.

Sin embargo, el Mundial 2014 no resultó lo que se esperaba. El equipo de Luiz Felipe Scolari aparecía muy nervioso en cada partido, con una tensión tal, por tener que ganar la Copa como local, que los jugadores lloraban desconsoladamente tras cada partido que les permitía avanzar. Ya en cuartos de final ante Colombia, cuando la expectativa crecía, Neymar sufrió la fractura de la tercera vértebra lumbar tras un rodillazo de Camilo Zúñiga, y eso le impidió continuar jugando en el certamen. El impacto fue brutal. Justo llegaba la semifinal contra Alemania y la estrella del equipo, el jugador con más llegada, quedaba al margen. El partido fue una pesadilla y el 7-1 final, un masazo a las ilusiones del “scratch”, que terminó cuarto, también vapuleado por Holanda (3-0). “Después del partido contra Alemania me encerré en mi cuarto y lloraba como un niño”, reconoció más tarde.

Ya desde la temporada 2013/14 había sido fichado por el Barcelona, con un contrato por cinco temporadas, que generó una enorme polémica, y que terminó con la renuncia de Sandro Rosell como presidente del club, que desde entonces quedó hasta hoy en manos de Josep María Bartomeu.

Si bien el Barcelona adujo que el pase costó 57 millones de euros, investigaciones posteriores elevaron la cifra real a más de 200 millones, según datos que Eduardo Musa, ex mano derecha del padre de Neymar hasta que rompieron en 2015, entregó a la Justicia española, sumando el pase, el contrato, los derechos de imagen y lo que percibió la agencia (NR Sports)

El verdadero contrato, en manos de la Justicia española, hablaba de “arrendamiento de servicios profesionales” entre el Barcelona y una sociedad controlada por Neymar padre con el objetivo de “actividades de observación y asesoramiento de jugadores según el convenio entre el Santos y el Barcelona” y el Barsa se hacía cargo de la rescisión de contrato entre el Santos y Neymar (40 millones de euros), otros 17 millones para el Santos, 9 millones por dos amistosos con todo el dinero para los brasileños, 7,9 millones para la adquisición de supuestos tres futbolistas, una comisión extra para el padre por 2,5 millones.

En el Barcelona, Neymar comenzó ganando la Supercopa de España, con la dirección técnica de Gerardo Martino, pero aunque ya mostró destellos de calidad, pudo despegar definitivamente desde la siguiente temporada, la 2014/15, cuando el equipo ganó el “Triplete” (Copa del Rey, Liga Española y Champions League) y luego el Mundial de Clubes (despachando al River de Marcelo Gallardo con un 3-0 en Japón) y ya se destacaba la poderosa MSN (la delantera compuesta por Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar), con Luis Enrique como entrenador.  Esa temporada terminó con el brasileño en la terna por el Balón de Oro junto a Messi y a Cristiano Ronaldo, y en el Equipo del Año de la FIFA.

Al terminar la temporada 2016/17, comenzaron los rumores de un posible fichaje de Neymar por parta del multimillonario París Saint Germain (PSG), para lo cual tenía que pagar la cláusula de rescisión, tasada en 222 millones de euros, debido a que el Barcelona no pretendía desprenderse de él. En esos días, el dirigente Jordi Mestre sostenía que Neymar se quedaría en el club “en un 200 por ciento”, mientras que Bartomeu afirmaba que pagar esa cláusula por parte de los franceses era “incumplir con el “Fair Play Financiero” de la UEFA,  pero nadie creía que se haría efectiva.

La última semana de julio y los primeros días de agosto, los rumores iban aumentando. Desde el entorno de Neymar se daba a entender que Messi opacaba al astro brasileño, no lo dejaba ser la máxima figura del equipo por lo que el rosarino ya representaba, y que el brasileño, que aspiraba a lo máximo, podía tener en un club repleto de estrellas y con las máximas aspiraciones, una proyección al Balón de Oro en un futuro próximo pero además, ser la imagen del Mundial de Qatar 2022, debido a que éste es el país que sponsorea al PSG.

Aún así, Gerard Piqué llegó a decir que creía haberlo convencido y hasta escribió en las redes sociales “se queda”, mientras que sus compañeros sudamericanos del ataque le pedían que lo reconsiderara y sólo encontraban silencio y misterio como respuesta.

Por fin, el 3 de agosto de 2017, el PSG depositó la cláusula de los 222 millones de euros para incredulidad de muchos en el Barcelona, y se llevó al jugador, que fue presentado con toda la pompa en el estadio de Parque de los Príncipes. Neymar pasaría a cobrar los mismos 30 millones de euros netos al año que percibía su ex compañero Messi, pero más bonus por rendimiento, y eso lo convertía en el jugador mejor pago del mundo.

Pero este pase, en realidad, formaba parte de una enorme trama de intereses en la que estuvieron involucrados dirigentes y representantes, con cifras siderales y evasión impositiva. Ya en 2010, el agente israelí Pinjas Zahavi había intentado transferirlo al Chelsea cuando Neymar jugaba en el Santos, y el paquete financiero era tan fuerte que el Barcelona, que lo tenía en la mira, temió perderlo, pero el crack esperó su momento y quiso ir al club catalán.

Pero Zahavi volvió a aparecer en 2017, cuando intervino otro de sus amigos, el multimillonario Nasser Al Khelaiffi, representante de los intereses de Qatar en Francia (y quien intervino en la famosa cena con Michel Platini y Nicolás Sarkozy que desvió el voto del presidente de la UEFA para el Mundial 2022 que iba a ir hacia Estados Unidos y a cambio de ese voto, también se ofreció que Qatar se quedara con las acciones mayoritarias del PSG).

Para cerrar definitivamente la operación, y eludir el Fair Play Económico de la UEFA, el PSG le cedió a Neymar la totalidad de sus derechos de imagen. A su vez, el Barcelona se negó a pagarle la prima de renovación acordada, de 26 millones cuando éste se fue al equipo francés, y terminaron en la Justicia. Ésta determinó en junio pasado que el brasileño tendrá que pagarle al club catalán 6,7 millones de euros (aunque la entidad reclamaba 22,5 millones), aunque la sentencia puede ser recurrida.

En el PSG tuvo sus altos y bajos, aunque siempre mostró su gran calidad, con varias lesiones que lo mantuvieron alejado de los estadios, algunos enfrentamientos, en especial con el uruguayo Edinson Cavani, su compañero de ataque, aunque acabaron haciendo las paces, y la frustración de no poder ganar la Copa de Campeones de Europa pese a la hegemonía en los torneos locales.

Sin embargo, lo que fue un idilio inicial, con sus camisetas y todo el merchandaising agotado a su llegada en 2017, se fue diluyendo y hasta llegó a ser abucheado en septiembre de 2019 en un partido contra Estrasburgo por la Ligue 1, cuando regresó tras cuatro meses de ausencia –su último partido había sido ante Angers- y ante rumores de negociaciones para marcharse de regreso al Barcelona. En la tribuna apareció entonces una pancarta que invitaba a su padre a ponerlo en venta en un barrio carioca de prostitución.

Así como en el PSG tuvo altos y bajos, no fue distinto en la selección brasileña. Tras la desilusión del Mundial 2014, fue convocado para la Copa América de Chile en 2015, pero fue expulsado cuando ya había terminado el segundo partido de la fase de grupos ante Colombia, por un altercado –le tiró un pelotazo a Pablo Armero y luego, un cabezazo al defensor Jeison Murillo-, y le dieron cuatro fechas de suspensión y sólo podía regresar en la final, a la que su equipo no accedió, y una multa de diez mil dólares.

Al año siguiente tenía una nueva oportunidad de conquistar un título con la Copa América Extra de los Estados Unidos, pero el Barcelona no lo dejó participar porque le había dado para optar entre este torneo y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y Neymar prefirió éstos últimos, y no sólo consiguió, por fin, la medalla dorada por primera vez para el fútbol de su país, sino que fue el encargado de definir la serie con su quinto penal (luego de que Weverton le atajara el suyo a Nils Petersen) ante los alemanes (5-4), luego de empatar 1-1 en los noventa minutos (el propio Neymar había abierto el marcador con un tiro libre).

Otra vez tuvo la chance de jugar un Mundial en Rusia 2018, al que llegó como estrella de su equipo, pero fue eliminado por Bélgica en los cuartos de final, y tampoco pudo jugar la Copa América de 2019 como local, por otra lesión que lo volvió a marginar en su propia casa.

Como no podía ser de otro modo, así como siempre fue reconocido futbolísticamente en su país, le tocó vivir algunas situaciones polémicas con la “verde-amarilla” como el incidente del 27 de marzo de 2011 en un amistoso ante Escocia en Londres, cuando se quejó de “una atmósfera de racismo” en el estadio, porque fue abucheado por los británicos. La Federación Escocesa adujo entonces que el abucheo fue porque había fingido una lesión. Neymar señalaba que el racismo estaba relacionado con un plátano que se había arrojado desde la tribuna pero un aficionado alemán, que estaba en la tribuna de la hinchada brasileña, reconoció que fue el responsable, y entonces, los escoceses exigieron un pedido de disculpas por parte de la Confederación Brasileña (CBF), que no llegó porque Neymar se defendió diciendo que no acusó a ninguna persona o grupo de hinchas.

Si con la selección brasileña lleva convertidos 61 goles en 101 partidos (0,60 de promedio), con los distintos equipos tiene 311 goles en 493 partidos (0,63).

En 2012, la revista “Sports Pro” lo nominó como el atleta más comercializable del mundo. Pero también se extendió su fama por la exageración en las caídas en las infracciones que le cometen, con memes y hasta campañas publicitarias. En julio de 2018, en una subasta benéfica de su fundación, se refirió a las burlas por sus simulaciones. “Las he visto y me las tomé con humor. Incluso en mi Instagram publiqué una broma sobre eso, con unos niños. Mi fútbol es de gambeta, de encarar a los adversarios. No puedo decirle a mis rivales ‘con permiso, mi amor, quiero hacer un gol¨. Tengo que intentar eludirlo y ellos no me van a dejar pasar, me van a hacer falta”, indicó. “Muchas veces, soy más rápido que otros jugadores y me terminan haciendo faltas. Los árbitros están para ver eso. ¿Creen que me gusta recibir faltas? No, porque duelen, lastiman. Después de los partidos, me pongo hielo cuatro o cinco horas. Es complicado, pero quien no vivió nunca eso de verdad, nunca lo va a saber”.

Si fue Rosell el que llevó al Barcelona a Pepe Costa cuando asumió como vicepresidente de Joan Laporta en 2003, su hijo Álvaro Costa vivió en Brasil y fue muy importante para el Barcelona por su buen dominio del portugués y su capacidad para relacionarse con los jugadores y en la adaptación de Neymar, que llegó en 2012 y para el acercamiento del agente André Cury por su amistad que hicieron en los tiempos de Nike Brasil.

Costa fue quien acercó a Cury a Rosell y se le atribuye haber sacado la foto de Rosell con Ronaldinho en 2003 en la campaña electoral que le dio el triunfo a Laporta y el responsable de haber traido jugadores brasileños como Keirrison en 2009 (14 millones de euros y ni siquiera jugó un amistoso) o Henrique en 2008 (10 millones sin tampoco jugar un partido oficial) pero lo más importante de Cury es haberse metido entre el padre de Neymar y el Real Madrid. En 2017 no pudo haber nada para detener el pase al PSG pero a cambio pudo colocar a Arthur y ya quedó como representante del Barcelona en Brasil.

Neymar, además de estar siempre rodeado de mujeres bonitas o su padre, tiene un inseparable grupo de amigos que conserva desde la infancia, conocidos como “Los Toiss”, apodados así como producto de una deformación de la frase coloquial, en portugués, “É nós” (somos nosotros) y que se popularizó entre adolescentes brasileños para expresar confianza entre los miembros de un conjunto de personas. De “Nós” fue derivando hasta reemplazar la “N” por la “T”, que de hecho, es el símbolo que mostraban sus amigos uniendo los brazos, en un gesto que define una canción bailada muchas veces por Neymar, “Eh, tudo toiss”, que es como se llaman entre ellos cuando están de buen humor.

Varios de estos amigos se instalaron con Neymar en Barcelona y cobran 11000 euros cada uno por distintos servicios al jugador, al que tratan de alegrarle la vida y levantarlo anímicamente en los momentos difíciles, y suelen quedarse con él con los videojuegos o jugando al póker hasta avanzada la noche, con croupieres facilitados por los casinos. En esas mesas jugaba el hijo de Pepe Costa, encargado de las relaciones del Barcelona con los jugadores, y que en los últimos años acompaña a Messi a todas partes, sin despegarse de él. De hecho, Álvaro Costa, el hijo de Pepe, se marchó al PSG junto con Neymar y cumple con él la misma función que su padre tiene con Messi.

La amistad de los Toiss generó que se hicieran un tatuaje conjunto, y suelen concurrir a presentaciones del futbolista y hasta que viajaran en el mismo avión junto al resto del plantel del Barcelona durante una gira a los Estados Unidos. Algunos de ellos realizan también trabajos profesionales para el crack, como Gilmar Cebola Araujo (29), encargado de la fotografía y los videos para luego subirlos a las redes sociales, aunque también lanzó su propia línea de ropa, tiene un salón de tatuajes y una productora de eventos.  “Jota” Amancio (25), otro de los más cercanos a Neymar, es su consejero personal y es casi como un hermano y jugó con él en las divisiones juveniles del Santos, mientras que Carlos Henrique gestiona la parte económica del clan.

Por otra parte, Gustavo Almeida (26) y Cristian Guedes trabajan en la empresa de Neymar (NR Sports), con labores de consultoría para artistas, mientras que Guilherme Pitta es el encargado de encontrar las mejores actividades y lugares de ocio a los que concurrir.

“Vive en una olla a presión y somos un escape. No hablamos de fútbol. Somos una forma de que él libere el estrés de su vida. Estamos juntos para conversar o viajar”, asegura uno de los miembros de la banda. Tienen fama, acuden a las mejores fiestas, siempre acompañados de figuras como Lewis Hamilton, Ronaldo, o los ángeles de “Victoria´s Secret”, se los ve en los mejores yates por las aguas de Ibiza o Saint-Tropez, o viajan en avión hasta Las Vegas, o cenan en restaurantes prestigiosos. El español Ander Herrera, compañero de Neymar en el PSG, cuenta que en una de las fiestas organizadas por ellos “había un piso para solteros y otro para casados. Mi mujer no me dejaba solo ni para ir al baño”.

Una de las últimas fiestas fue la que organizó Neymar con sus compañeros del PSG para festejar el pase a la final de la Champions League en Lisboa, en la que aparecen, en imágenes subidas por Ángel Di María, cantando el tema “Hawái”, de Maluma, que está inspirada en la ex novia del colombiano Natalia Barulich, que aparece ahora en distintas posiciones románticas en las redes sociales junto a Neymar, con quien participó en una sesión de fotos para la revista “GQ”.

Maluma y Neymar eran amigos desde que el colombiano actuó en el festejo del cumpleaños del futbolista en 2018, organizado a toda pompa en París y hasta había animado a cantar el “Feliz Cumpleaños” al hijo del brasileño, Davi Lucca da Silva Santos (que tuvo a sus 19 años con Carolina, de 17), que se emocionó hasta las lágrimas. Ahora, el artista decidió cerrar su cuenta de Instagram.

Si Neymar es una estrella mundial, también es famosa su hermana, Rafaella Beckran, muy activa en las redes sociales hasta convertirse en una influencer de nivel internacional, y que suele ver todos los partidos del crack y luego opina sobre ellos y además, en el caso de que ocurriese algo con su hermano o éste recibiera alguna crítica, suele ser la primera en utilizar sus cuentas para salir en su defensa. Tiene más de cinco millones de seguidores en instagram, y de hecho, en Europa hay una teoría muy singular sobre las lesiones de Neymar y la fecha de cumpleaños de Rafaella. Casualmente, cada vez que se acerca ese día, el brasileño suele sufrir alguna lesión que lo obliga a viajar a Brasil. Muchas veces lo acusaron de usar esas lesiones como excusas para acompañarla en su aniversario.

Rafaella aumentó mucho su popularidad cuando estuvo en pareja con Gabriel Barbosa, “Gabigol” (el verdugo de River en la final de la pasada Copa Libertadores, jugando para Flamengo), hasta que rompieron al iniciarse 2020.

Neymar siempre hace referencia a su fe cristiana. “La vida sólo tiene sentido cuando nuestro máximo ideal es servir a Cristo”, suele decir, y antes de los partidos suele publicar una foto en Instagram que dice “Que Dios nos bendiga y nos proteja”.

Tostao, uno de los jugadores del mágico equipo campeón mundial en México 70, sostiene que Neymar “será el mejor jugador de la historia de Brasil, solo detrás de Pelé. No cabe duda de que es un fenómeno, un jugador espectacular, que hace bien todo lo que un delantero tiene que hacer. Remata bien, elude bien, patea bien los tiros libres y es veloz. Ronaldo y Romario hacían cosas más específicas pero Neymar es como Messi, que hace todo durante un partido y si no es el mejor porque está en la misma época que Messi y Cristiano. Rivaldo, Figo o Kaká fueron considerados mejores jugadores del mundo y Neymar está por encima de ellos. Necesita mejorar eso de que se sigue enojando mucho en los campos de juego y a veces provoca encontronazos con los adversarios, pero sus números son impresionantes”.

Pelé llegó a decir que Neymar “es el mejor jugador del mundo, técnicamente. Messi y Cristiano son sólo superstars”.

“No porque otras personas se enojen voy a cambiar mi estilo de juego. Haré lo mismo siempre. Esto es fútbol”, insiste Neymar, a un paso de convertirse quizá, y por fin, en el rey.